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A través de una combinación de historia y novela, "Historia de la Casa Fox" sigue el viaje de Miguel de Fox, un descendiente de nobles aragoneses, mientras lucha por proteger su herencia y la memoria de sus ancestros. Desde la época de los templarios hasta la España moderna, Miguel descubre los desafíos y secretos de su linaje, enfrentando problemas legales y sociales mientras honra la compleja historia de su familia. El relato revela conexiones históricas con los templarios y desentraña conflictos culturales y religiosos en un pueblo donde la memoria ancestral se enfrenta a la modernidad.
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Seitenzahl: 141
Veröffentlichungsjahr: 2025
MARY-SU SARLAT
Mary-Su SarlatTemplarios : historia novelada de la Casa Fox. Y del ilustre Cosme Bueno y Alegre / Mary-Su Sarlat. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5781-0
1. Novelas. I. Título.CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
A Montserrat Robreño, buscadora incansable de vírgenes negras
Interpretación del escudo de armas de la casa FOIX, FOX o FOJ
Breve reseña histórica del linaje de los Fox de Belver de los horrores, provincia de Huesca, Comunidad Autónoma de Aragón, España
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Epílogo
Agradecimientos
María Susana Moschini Molina Pizzorno
A todos los templarios del mundo,más allá de sus obediencias, que hicieronsuya la causa de la familia Fox.
Has partido hacia el principio de la gnosis
en un viaje sin retorno programado;
¿Cuál vía láctea te ha sumado como estrella?
¿Dónde emana luz eterna tu cayado?
Son “pasado” los apremios que, mundanos,
segaran, impios, tu raíz de fiel templaria;
atrás quedaron, peregrinos sinsabores,
con aquellos que te lloran en España.
Montse: ¿Que me dices de la senda cautivante,
de negras madonas a lo largo jalonada?
¿Era Isis, orgullosa Tierra Madre,
bajo un velo de criatura tan cristiana?
¿O fue María, siempre Virgen Venerada,
quien signara con su sello consagrado,
la sacra ruta que el Temple demarcara
con la sagrada razón de su ideario?
¿Y qué pensar de aquella apóstol incansable,
conocida por María de Magdala?
Bienamada en tierra de los galos
y por otros fuertemente denostada?
Quiera, benigno, el pujante haz de tu morada,
eterna aurora en nuestra senda de templarios,
ser en sí mismo, faro amigo a la distancia,
y luz entrañable de rumbos extraviados.
Tú que has sido Dama inquieta y tesonera,
transhumante de ermitas olvidadas, que,
escondidas entre arroyos y zarzales
evitaron que lo Negro se blanqueara...
...Dime Montse, en tu hogar de luces lácteas
donde armoniza el Universo en mil galaxias,
¿Cual de todas las obscuras virgencitas
es, genuina, la Mater más templaria?
Tu que sabes de lo absurdo de la sangre,
hoy y antaño por la espada derramada;
¿Que se esconde tras el ego de los hombres
y lo alimenta de violencia consumada?
Tu que brillas en un mundo de verdades,
noble cuna de arcanos develados,
reino fértil sin enigmas ni cuestiones
y, del Eterno, sitial bien consagrado...
...¿Sólo acceden almas nobles de tu talla?
¿Y qué del rey, del abate, del soldado?
¿Quién tan sabio en “bausseant” y capa blanca
ponga proa a tu Oriente iluminado..!
Mary-Su Sarlat, tu hermana templaria
• Cuartel 1: De oro, con cuatro palos de gules o barras catalanas.
• Cuartel 2: Jaquelada de oro y sable de la Casa Condal de Urgel de Calalunya.
• Cuartel 3: De oro dos flores de rosas de gules rojas de la Casa Fox.
• Cuartel 4: De oro dos flores de lis de sinople verde de la Casa Borbón Francesa.
• Cuartel 5: En fondo azul en plata, el Lignum Crucis de Fray Berenguer de Bellvis, Comendador Templario de Monzón y media luna de Artal de Luna quién tomó el castillo templario de Monzón.
• Los triángulos en oro o amarillos situados en la cúpula del blasón, son los que representan a la Corona Real.
Las trece hojas en la base, representan a los trece Caballeros Templarios muertos , sepultados en la ermita oratorio de Nuestra Señora de Gracia de la Casa Fox (Belver de Cinca, más tarde Belver de los Horrores) cuyos despojos fueron trasladados en 1812 a la Iglesia Parroquial, donde en 1997 fueron asaltados, profanados y arrojados a un vertedero.
Finalmente, los cuatro rombos en color amarillo intenso, representan la lápida-sepulcro de los trece Caballeros Templarios de la casa Fox, lápida que destruyó el último de los Fox el 1-12-2012 a fin de que nada profanado por políticos, clero y judiciales de España, pudiese quedar en el horroroso pueblo de Belver.
Los Fox (Foix o Foj) es como se escribe dicho apellido en la documentación de esta Casa que abarca desde el siglo XII a la actualidad.
En el año 1492 y en respuesta a la llamada de cruzada contra el último reducto del Islam en lo que se conoce como Península Ibérica, (el reino moro de Granada), una rama de la Casa de los Foix de Francia, encabezada por un tal Gastón, acudió a la lucha contra el infiel. Una vez tomado dicho reino, Gastón se vuelve a sus territorios del sur de Francia. Por esta fecha de finales del S XV los Foix tenían señorío en el dicho condado de Foix, el Bearn, Begorra, Reino de Navarra, etc.
Entrado Gastón en los territorios entonces conocidos como Reino de Aragón, le llega misiva del Rey Fernando II de Catalunya y Aragón (Fernando V de Castilla “el Católico”) concediéndole el honor, si lo consideraba, de que se aposentase en dicho reino donde creyese conveniente. Haciendo uso de tal privilegio, se aposentó en el mismo lugar donde recibió la misiva, en el lugar de Belver y desde ese año de 1501 hasta que este pueblo pasó a denominarse, a consecuencia de sus delitos, Belver de los Horrores, permanecimos allí 13 generaciones de los Fox, marchando yo de dicho pueblo con mi difunta esposa, Montserrat Robreño Elías en mayo del año 2005.
Con respecto a la documentación de la casa, Gastón de Foix casó con Josefa de Sans, él del condado de Foix hoy Francia y ella de Belver. Luego le sucedió Miguel de Foix y Sans casado con María Sebastiana Duato y Monzón, ambos de Belver. Les siguen Pedro de Fox y Duato con Esperanza Palau y Alaiz, él de Belver y ella de Altasona, luego Isidro Fox y Palau y Paciencia Escartin y Corona, él oriundo de Belver y ella de Pina de Ebro. A su vez son sucedidos por Pedro José Fox y Escartin y Agustina Ibarz y Fuster, él proveniente de Belver y ella de Zaidin. A continuación deviene Bautista Fox e Ibarz casado con María Caballo y Alaiz, él oriundo de Belver y ella de La Almolda de Sijena. Su hijo José Fox y Caballo casa con Francisca Broto y Millera, él de Belver, ella de Albalate de Cinca, a quienes continúan Manuel Fox y Broto y María Lozano y Jordán, ambos de Belver. Luego, adviene Domingo Fox y Lozano quien casa con Rosa Ferrer y Rosera, los dos de Belver, de quien nace Miguel Fox y Ferrer casado más tarde con María Soldevilla y Albertola, ambos de Belver. Continúa el linaje con Antonio Fox y Soldevilla quien casó con María Lozano y Garcés, también ellos dos de Belver. A ambos le sucede Miguel Foj Lozano quien contrae nupcias con Guadalupe Sans Alenta, él de Belver y ella de Bell–Lloc de Urgel. De los mencionados nace Miguel Fox Sans, casado con Montserrat Robrenño Elías, él de Belver y ella nativa de Barcelona.
A partir del Siglo XVII en el archivo–biblioteca de la casa Fox, se encuentra genuina documentación relativa a mis antepasados. Cabe destacar que una parte de esta documentación se perdió con lo que aquí en España se conoce como Guerra de la Independencia (1808–1814) ya que mi tatarabuelo, Domingo Fox Lozano, no acató al Rey José I y siguió reconociendo como rey legítimo de España a Fernando VII. Por causa de esta guerra, ciertos documentos pertenecientes a nuestra familia, fueron a parar a una de las casas nobles por entroncamientos con la nuestra de Alcolea de Cinca. Esta casa tiene como apellido Pitarque. Entre esa documentación se encontraban las ejecutorias de nobleza nuestras. Ya no volvieron a nosotros a pesar de haberlas reclamado mi tatarabuelo y mi abuelo, pero tenemos la suerte de que en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, hay documentación probatoria de nuestros orígenes en documentos del año 1807 y 1830.
Entre la documentación que se conserva hay tanto cartas del Rey Católico como de su segunda mujer, Germana de Foix, que era o bien hermana o prima de Gastón de Foix quien dio origen a nuestra saga.
También es conocida y está documentada la relación que mis antepasados y nosotros hemos tenido con la Orden del Temple. Entre las piezas más importantes que se conservan de la Orden del Temple está la Cruz que el último comendador de la Encomienda de Monzón y Chalamera, Fray Berenguer de Belvís, llevaba en su pecho; cuando se rindió la fortaleza de Monzón, dicha reliquia pasó a manos de su conquistador, Artal de Luna, quien a la vez la entregó a la madre de un templario profeso y luego pasó a nuestra casa (en el S XVI).
Los herederos de la Casa se dedicaron a la agricultura ya que por su linaje no podían ejercer “oficios viles ni mecánicos”. Algunos hijos de la misma profesaron en el sacerdocio y otros, revistieron en las Armas, muy propio de la nobleza hasta el siglo XIX.
El antiguo solar familiar tuvo que ser vendido por mi tatarabuelo, Domingo Fox Lozano, para pagar impuestos de guerra tanto a las tropas francesas como españolas, salvaguardando el patrimonio rústico (las tierras) y edificando su vivienda encima de lo que había sido hasta ese momento el oratorio de la misma, la ermita de Nuestra Señora de Gracia, en cuya cripta estuvieron sepultados los últimos caballeros templarios que defendieron la Orden en la encomienda más grande de la Corona Catalano–Aragonesa, cuyos restos fueron trasladados a la cripta de la Iglesia Parroquial en 1812 y allí permanecieron hasta febrero de 1997, fecha de su profanación y expolio por las autoridades políticas, eclesiásticas y judiciales de Aragón, con el apoyo del Estado Español y del Vaticano, siendo sus huesos tirados a un vertedero en el pueblo de Belver de los Horrores y, a fecha de hoy, allí permanecen.
Miguel Fox Sans
Cruz perteneciente al último Comendador del castillo de Monzón,Fray Berenguer de Bellvis.
Me remontaré al 19 de abril del año 2018 a fin de dar comienzo a esta historia. Viajaba en un vuelo nocturno que, habiendo partido desde Buenos Aires, tenía por destino la ciudad de Barcelona. Recuerdo que las azafatas acababan con las tareas pertinentes al servicio de la cena. Muy excitada por mi próxima estancia en la Península y asimismo por la posibilidad de un trabajo que me llevaba a ésa, extraje de mi bolso de mano una libreta (que por lo general me acompaña) y comencé a tomar notas.
Pensé en mi Hermano Templario Miguel de Fox, y en la cantidad de información que deberíamos barajar en nuestro próximo encuentro. Y, como si estuviese frente a él, entre pergaminos impecables pese al transcurso de los siglos, me dije y le dije:
—Miguel, vengo desde muy lejos con la intención de relatar una historia que, ambos sabemos, debe salir a la luz. El pasado mismo nos lo pide. Tal como lo veo, el relato no debe caer en el aburrimiento, mas sí debe ser fidedigno a los hechos que, antaño y hoy, competen a ti y a tu familia. Como novelista, me resisto a encarar un ensayo tedioso. Sería negar a los lectores la posibilidad de sentirse partícipes de tu historia y quizá privarles del encanto que debe suscitar cada página a ser leída.
—Verás Miguel, hazte a la idea de que tendremos muchos lectores. Tantos, que su número dejará boquiabiertos a esa minoría de tibios personajes de mediano y alto rango que nunca quisieron escucharte. Y para que ello ocurra, cuento con una idea interesante: Una parte de nuestro libro será una entrevista al pasado. O un reportaje, cómo más te guste llamarle.
—Las realidades pasadas han obtenido, pese a estar documentadas, los tintes ocres de la leyenda. Y es esa misma leyenda nacida de hechos explícitos, de guerras antiguas brotadas si acaso de los vaivenes políticos entre cristianos y musulmanes, la que mostrará el rigor histórico de todo cuanto tengamos por decir. Tú mismo, Miguel, en colaboración con la pluma que te ofrezco, abrirás el tesoro que has arropado durante siglos. Haremos que las letras dancen al compás de una sucesión de hechos, no siempre felices, que paso a paso relataremos. Para ello, te propongo lo siguiente: Comencemos este reportaje a la Historia yendo en búsqueda de tu antepasado Gastón, el mismo que se posicionara allá por el año 1500, en las tierras que le fuesen otorgadas por el soberano Fernando de Aragón. Fíjate qué detalle interesante: La América nativa no cabía en su asombro con la incursión de aquellos conquistadores de allende los mares, quienes se adueñaban en su afán de riquezas, de las culturas ancestrales; y tu antepasado Gastón de Foix, casi simultáneamente, se afincaba en tierras aragonesas, otorgadas por su participación guerrera junto al rey Católico en tiempos de Reconquista. ¡Vaya paradoja! Los moros habían sido desplazados de la Península, contando con la colaboración de los nobles llegados del otro lado de los Pirineos. Y Gastón de Foix, era uno de ellos…
—Mientras que una parte de España incursionaba en lejanas costas, otra, muy por el contrario, se negaba a continuar invadida por el Islam.
—Vayamos, entonces, en búsqueda de Gastón. Seguro que, desde su conciencia estelar, tendrá datos interesantes para proporcionarnos. Nosotros, más tarde, haremos el resto…
…–pero Mary–Su, no quiero desilusionarte; entiende que Gastón partió siglos atrás en ruta a lo desconocido…entonces, ¿Cómo hallarle? ¿Sabe alguien, acaso, dónde está mi antepasado en espíritu, o lo que de él pudiese haber?
Le respondí con firmeza:
—Sí que lo sabemos, Miguel. Ambos lo sabemos.
—¿Ambos? ¿Qué quieres decir? Pues yo no lo sé y me temo que tú, tampoco.
—Verás, Miguel. Entiendo que Gastón mora en dos sitios bien determinados. Uno, el más importante, consiste en su permanencia en tu ADN. El está intacto en tu sangre, puesto que tú eres “Su Sangre”. ¿Hay algo más genuino que eso?
Hubo una corta pausa, tras la cual mi interlocutor sostuvo:
—Eso es correcto, Mary–Su. Innegable, por cierto. Pero tú hablaste de un par de sitios, dijiste que eran dos las moradas de Gastón de Foix…
—En efecto, eso dije. La segunda morada del ancestro languedociano, es la Historia. Esa Historia que tú tan bien conoces. Es más, eres experto en ella.
Miguel pareció pensarlo, luego añadió:
—Me dejas perplejo, es razonable lo tuyo. Puesto que lo llevo en mi sangre, ya contamos con una porción genuina de la esencia de Gastón. ¡Busquémosle entonces en la Historia y desempolvemos el resto!
—¡A por él entonces!– manifesté entusiasta.
—Si tú naciste en el año 1470, antepasado mío, eres el Gastón que estamos buscando. Sabido es que en la Occitania de los condes de Foix, ha habido no pocos con el nombre de Gastón. Este detalle puede llevarnos a confusión si no te ubicamos en la época exacta.
Miguel deseaba asegurarse de que, históricamente, habíamos convocado al Gastón correcto.
Una voz queda que arrastraba siglos, pero de llamativa firmeza, respondió:
—Pues sí, soy el que buscas. Provengo de aquellos descendientes del primer conde Ramón Roger, asentados en el oeste del Languedoc. ¿Qué deseas saber?
Miguel y yo intercambiamos miradas, había que ser muy precisos con las preguntas, dadas las circunstancias; después de todo, no cualquiera es rescatado de la noche de los tiempos para ser reporteado…
—Pues bien, Gastón de Foix, –prosiguió Miguel– deseo saber respecto de tu llegada a las tierras que hoy conocemos como España.
—¿España has dicho? Suena bien. Verás, en mis tiempos de joven guerrero, era menester prestarnos servicios de un lado al otro del Pirineo ante el desenlace del menor conflicto. Así es que, a expresa solicitud de Su Majestad, bajé por la costa mediterránea con destino al reino moro de Granada. En el Languedoc, conocíamos el poderío de Fernando II, denominado “el católico”, quien en su carácter de soberano de la Corona Catalana, era, asimismo, rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, de Córcega, de Cerdeña, de Sicilia y de Nápoles, además de ostentar el título de Príncipe de Cataluña y de ser reconocido como monarca de Castilla, donde se le tituló como Fernando V.
—Por entonces, había distintos reinos en la Península Ibérica; una vez expulsados los moros, se fue fortificando la consolidación política peninsular.