Territorios acallados de la España Imperial - Carlos Luaces Y Jimenez-Alfaro - E-Book

Territorios acallados de la España Imperial E-Book

Carlos Luaces Y Jimenez-Alfaro

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Beschreibung

La España Imperial, tuvo un papel fundamental en la historia de la humanidad. Fue el Imperio más impactante y de mayor extensión jamás realizado. Su legado da muestras de ello. Sin embargo, hay muchos lugares, inventos y hazañas que fueron parte de España y han sido acallados. El libro trata de revelar la totalidad territorial del Imperio y de sus repercusiones, de las que hoy se siguen beneficiando, en varios países, sin saber de su origen español. Desvelar el motivo, por el que las naciones que hoy forman los primeros puestos, han acallado y han logrado que la propia educación española, siga esas erróneas versiones, no por ignotos sino por maldad. Que Alaska, Australia o Nueva Zelanda fueron descubiertos por los españoles, doscientos años antes que los ingleses y ellos llegaron a ellas, por el robo de las cartografías españolas. Que parte de Japón y China estuvieron en dominio español, son datos que deben conocerse. Mentalizarse que en otra época y no muy lejana, durante cuatrocientos años, la hegemonía mundial la marcaba España. Que las expediciones españolas también fueron científicas y sanitarias. Que fueron muchas veces primeros en numerosos sucesos, como entre otros, dar la vuelta al mundo, cartografiar el globo o descubrir la Antártida. El Imperio Español, supuso un cambio gastronómico en los distintos continentes y avanzó su desarrollo, a determinadas partes del Planeta, en diez mil años. Con veracidad y datos, se expone la realidad acallada de la España Imperial.

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Seitenzahl: 296

Veröffentlichungsjahr: 2025

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CARLOS LUACES Y JIMENEZ-ALFARO

Territorios acallados de la España Imperial

Luaces Y Jimenez-Alfaro, Carlos Territorios acallados de la España Imperial / Carlos Luaces Y Jimenez-Alfaro. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6221-0

1. Narrativa. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Introducción

Capítulo I - América. Versión veraz

Capítulo II - América. Versión ficticia

Capítulo III - Oceanía. Versión histórica

Capítulo IV - Oceanía. Versión quimérica

Capítulo V - Europa. Versión real

Capítulo VI - Europa. Versión irreal

Capítulo VII - Asia. Versión autentica

Capítulo VIII - Asia. Versión imaginada

Capítulo IX - África. Versión original

Capítulo X - África. Versión artificial

Capítulo XI - Conclusiones

Capítulo XII - Qué era la España imperial y qué es España hoy

Dedicado a todos aquellos que han contribuido a la sustancia de la hispanidad. Los que la iniciaron, los que la defendieron, los que la incrementaron y sobre todo a los que la desplazaron de espacio y la prolongaron en el tiempo.

A los primeros españoles que iniciaron esta maravillosa seña de identidad y a los que continúan conservando y orgullosamente reconociendo actualmente.

Introducción

A lo largo de la historia de las distintas civilizaciones ocurridas en nuestro planeta, se ha dejado huella, indeleble en algunos pueblos, que han sabido desarrollar su valía y han emergido respecto a otros.

Hoy no resulta difícil que cualquiera de las personas que habitan el globo terráqueo, nos pueda dar al menos, una superficial idea de lo que fue el Imperio Romano. Un poco más exigente resultaría preguntar sobre otras civilizaciones destacadas, como los otomanos, griegos, fenicios y tantas otras que nos suenan, pero no podríamos profundizar sobre la ubicación, fecha y desarrollo de las mismas.

Todas ellas han hecho un cambio en el desarrollo de la vida de las poblaciones de los pueblos dominados. Unas veces, esos cambios han sido para mejorar la vida de las personas que habían visto como sus mandatarios venían de lugares remotos. Otras han sido todo lo contrario, para traer carestía, penas y esclavitud a esos pueblos, que veían como su forma de vivir cambiaba de forma tan drástica.

El común denominador de vencidos y triunfantes, ha sido el mismo a lo largo de toda la historia de la humanidad. Esto es, la victoria en su inicio y su decadencia a más largo o más corto plazo, pero una desaparición ineludiblemente de lo que ese imperio o destacada civilización había realizado. En definitiva, que el logro de inculcarse en territorios nuevos, trae posteriormente la desaparición de esos dominios, no quiero decir que no les pertenecieran, pues solamente el hecho de estar en ese preciso momento en determinado lugar, debería llevar implícito su pertenencia.

A lo largo de los años, he ido dándome cuenta, de la importancia tan crucial que ha supuesto el Imperio Español en todo el mundo.

Para los españoles, en general, no es un hecho sabido y por lo tanto, tampoco defendido.

Cuando un español, comienza a pisar los territorios, allende, los actuales que conforman España, es receptivo de las versiones que en esos diversos lugares, les dicen de su historia. Sin embargo, no es hasta que, ajeno a esas versiones distorsionadas, uno se va dando cuenta, por pura lógica y deducción, de ciertas cosas que corresponden al legado español.

Un amigo estadounidense, me preguntaba muy seriamente, qué imperio había sido más importante en la historia de la humanidad. Yo le respondí, apenas sin dudar, que el Imperio Romano. No fue coincidente con la respuesta de Tyler, quien había estudiado, concienzudamente, al imperio que había dominado, incluso, la tierra donde él había nacido, que en la actualidad, se la considera la primera potencia mundial.

Sin duda, el Imperio Español, se sitúa en la cabeza de las grandezas que el ser humano ha realizado sobre la Tierra. Por ello, los que sinceramente estamos convencidos de ello, nos dedicamos a escudriñar, para sacar a la luz, lo que las tinieblas han querido dejar ignoto.

Algo se ha oído, pues no ha podido ser acallado, que en el Imperio Español, no se ponía el Sol. Es cierto, que así fue durante varios siglos, pues cuando se dominan los cinco continentes, no es posible que se mantenga la noche en toda su extensión.

Así pues, cuando el ocaso traspasaba el Rio Grande, Guadalquivir, en Sevilla dejaban descansar sus avances culturales, mientras que en la activa Manila, continuaba reinándose en español, para prosperidad de muchos.

Por lo que, bien se tratara de Europa, Asia, África, América u Oceanía, no importando el lugar que fuere, pues eran todos considerados, parte de España, se reinaba y esto era sinónimo de actividad, diligencia, prosperidad y resultados. Tanto es así, que se pensó en considerar a Lisboa, la capital del Imperio español. Es cierto, también, que la cálida Sevilla, estuvo a un paso de ser nombrada capital del Reino, por el entonces monarca Felipe II, cuando logró anexionar Portugal y todos sus territorios a la Corona legítima, allá por el año 1581, ratificando, que la búsqueda era a algo práctico y seguro, sin importar el punto de su extenso dominio, pues lo consideraban todo propio.

Cinco continentes eran, pues la actual Australia, ya había sido pisada por pies españoles y dejado sus huellas arquitectónicas, como muestra la ciudad de Nueva Norcia, entre otras.

El hecho de sus extensos dominios y de falta de colonizadores en cada uno de sus lugares amaestrados, llevó a que siglos después, los ingleses, se apoderasen del continente australiano y lo que es más mezquino, de la falsa historia actual, del último continente descubierto.

Cada vez, es más perceptible de que la llegada de los españoles, a prácticamente, la totalidad del globo terrestre, suponía una llegada para perpetuarse y dejar su legado. En muchos de ellos, se ha perdido al día de hoy ese legado. Ello es debido, a la llegada posterior de otros, que eliminando de raíz, las ventajas y cultura española, impusieron el convenir momentáneo para los dominantes de ese preciso momento.

Sin duda alguna, indeleble quedaron ciertos rasgos y avances de esos españoles, pero pasan inadvertidos a la mirada de los actuales moradores y visitantes.

Es necesario, en virtud de la realidad, escudriñar y sin complejo ni prejuicio, reconocer la inimaginable labor de los que formaron parte, de ese Imperio Español.

Es la realidad actual, tanto de España, como de los países que son considerados entre los tres primeros números en el baremo mundial, que nos impide comprender, que no siempre fue así.

No es mi pretensión, llorar a las flores marchitas, más bien, de plantar diferentes tipos de ellas, en diferentes estaciones, que nos permitan a todos, ver los colores de las mismas, sin daltonismo alguno.

Reconocer la infatigable e incomprensible, a vista de hoy, tarea de gallardía, generosidad, conocimiento y disposición para aunar una causa, la española, que se consideraba y era justa.

Si por unos segundos, nos ponemos a pensar, que algunos de nosotros, tuviera que atravesar el Océano, selvas, desiertos y diferentes tipos de extremos climas, sin tener el testimonio de otros que antes lo hubieran hecho, no dudaríamos en negarnos a realizarlo. Los animales salvajes, las tribus hostiles, los riesgos naturales, el hielo y la falta de agua, serían razones suficientes, para que en buen uso de razón, desestimásemos la aventura.

Si con los medios actuales, no lo haríamos, más asombroso resulta imaginar, las continuas expediciones que durante los varios siglos del Imperio español, se realizaron. Algunas de ellas, científicas y sanitarias. Como lo prueban los numerosos jardines botánicos, los archivos de los estudios científicos realizados. Como también las expediciones a miles de kilómetros de las vacunas, ya descubiertas por médicos españoles, para impedir la propagación de epidemias a las poblaciones autóctonas.

Podríamos decir, que nada de lo actual, es tal, sino que ya venía de los españoles. Tanto en sanidad, científico, cultural, arquitectónico y un sin fin de campos. La misma idea del Euro, como moneda única y la propia unión de los países europeos, ya lo había empezado a realizar Carlos I y continuado Felipe II en el siglo XVI. Para entonces, la actual Alemania, Austria, Países Bajos, Bélgica, Italia, parte de Francia, Portugal y por supuesto España, formaban un sólo reinado, con el gobierno monárquico español. Una sola moneda regía por toda Europa.

Solamente que ahora, con nuestra voluntaria pérdida de memoria, se habla de la Unión Europea y de la moneda única, como algo aparecido en el siglo XXI.

Innumerables inventos, que surgieron durante el imperio de los españoles, se han ido desarrollando o se siguen utilizando actualmente, sin el más mínimo reparo, a su procedencia. Así como armas de guerra, buques diferentes, según su función, como el Galeón, que fueron fundamentales en las disputas de los territorios conquistados, o la Carabela, que permitía los larguísimos viajes. Los españoles fueron y siguen siendo grandes inventores, lo que sin duda alguna, facilitó las exploraciones y brindó a los habitantes de todo el mundo, sus ventajas. Desde el siglo XI, que la azafea, facilita la observación astronómica. Las espadas hispanas que adoptaron los romanos en su expansión o en la cercana actualidad, la máquina de rayos X, robot quirúrgico, teleférico, submarino, helicóptero, la calculadora, la silla de ruedas, el traje de astronauta e innumerables utilidades fundamentales, después de traerlo a la luz, el español de ese tiempo.

Así pues, con una mirada española y siempre centrado en la veracidad de los hechos, se desarrolla este libro, partiendo de estudios, descubrimientos, reflexiones y conclusiones que llevan a florecer, los méritos de los ancestros, que lo habían escondido los enemigos de la verdad.

Se acompañan, a los capítulos históricos, los que son novelas, con personajes nacidos del fruto de la imaginación, con hechos también imaginados, pero en un contexto y lugares que si fueron parte de la auténtica historia española.

Capítulo I

AMÉRICAVERSIÓN VERAZ

Desde el descubrimiento del continente, situado entre el Océano Pacífico y el Océano Atlántico, no ha habido ni hubo, antes de este suceso, un acontecimiento de tal magnitud.

Hasta que en 1492 los Reyes Católicos, iniciaron la expedición hacia ese continente nuevo, no se tenían certezas de su existencia. Sin titubeo, los reyes españoles, se lanzaron a una sabida ardua tarea. Necesitaban esa ruta, para ir hacia Asia y un territorio donde descansar, fortalecerse y abastecerse, para continuar la ruta marítima.

Mucho se ha dicho de que en aquellos tiempos, se pensaba que la Tierra era plana. Nada más incierto, al contrario, se sabía perfectamente de su forma y había planos bastante acertados a la realidad. La monarquía española, tenía muy claro donde apuntar con la proa. Primero estaban consolidando, la península Ibérica, recuperando, incluso, el último bastión de los antiguos califatos de Damasco. Granada era un objetivo prioritario, que pronto la cristiandad recuperaría. Aunque tanto Isabel como Fernando, sabían que la expedición hacia el oeste del Atlántico, no podía demorarse. Europa no era todavía dominio español y otras naciones, si bien más insignificantes, podían adelantarse a esa aventura. Los peligros de la ruta del este compelían aún más a este objetivo.

Así pues, Los reyes Católicos, adelantaron la expedición a la reconquista de Granada. Buscaron el capitán más adecuado para tal empeño. Como la historia nos ha ratificado, ese jefe de expedición fue Cristóbal Colón.

De cierto es, que Christophorus Columbus, había tenido pretensiones de llevar a cabo una expedición con cierta similitud, pero que no dejó de ser una idea. Cabe señalar, que entre los marinos de la época se sabía de la existencia de ciertas islas por el Caribe, nada más. Si bien Colón no era marino, si tenía relación con ellos. De hecho, no era italiano, como presumen los actuales italianos o como ignorantemente propagan en algunas partes de EE.UU. Italia no existía como país, recordemos que nació en 1861 con Garibaldi. La península que hoy forma Italia, estaban formados por pueblos muy diferentes, sin ninguna unión y relaciones entre sí. Los pueblos Oscos nada tenían que ver con los Etruscos. Hasta la invasión de esos desperdigados pueblos, por parte de los latinos, no se había visto una similitud entre sus ascendientes. El admirado Imperio Romano, no había sido fruto de Italia, sino de un reducido grupo de romanos, que dominaron el mundo conocido, de entonces. Por lo que, las distintas partes de la península Itálica fueron romanizadas, desde el punto de vista gobernativo, al igual que lo fueron Hispania o todo el resto de dominios romanos. Los que lograron el Imperio, fueron exterminados y hoy se puede asegurar que los italianos llevan menos sangre romana, si la llevan, que los ibéricos o galos. Por lo que Italia de 2025, rotundamente no es predecesora de la Roma de dos mil años atrás.

Así pues, Colón no pudo ser italiano. Vivía en España y sus restos han sido examinados y se han realizado las pruebas de ADN. Al día de hoy, se sabe que sus restos óseos, están en Santo Domingo. También y gracias a esos análisis, se ha corroborado, las teorías que ya se decían, por lo que ha dejado de ser teoría y ya son pruebas, de que sus primos y numerosos familiares vivían y murieron en España.

Con todo esto, quiero ir al punto, de que Colón era español. Podemos discutir de su origen, de si era genovés o castellano, pero nada cambiaría,pues ya prácticamente toda la península e ínsulas itálicas, pertenecían desde varios siglos al Reino de Aragón y este había sido fusionado con el Reino de Castilla.

Por otra parte, cuando el hombre llegó a la Luna, el mérito no fue del que se bajó primero de la nave, sino del que había llevado a cabo toda esa hazaña humana. De esa misma manera, el descubrimiento de América fue un logro de quienes lo propulsaron, los que lo llevaron a cabo y de absolutamente todos, los que tuvieron que ver en tan semejante logro. Que dirigiera Christophorus las tres naves que partieron del puerto gaditano, no resta mérito, pero tampoco le añade. Simplemente fue un peón más del movimiento que la Corona Española movía en el final del siglo quince. Su final, así lo demostró.

En cuanto a las versiones, que son simples especulaciones, pero que les doy toda fiabilidad, por ser bastantes probables, de que antes, otros pueblos, especialmente los vikingos, habían descubierto ese continente, carecen de importancia.

Tanto es así, que el mayor logro de la humanidad, que dio como fruto la unión de todos los continentes entre sí, no era el tenerlo pisado, sino el haberlo encontrado. La misión, era descubrirlo y dar certeza de que existía, como primer objetivo. El segundo era, regresar y el tercero dominarlo.

Ir de forma fortuita, porque naufragaron, como puede haber sido el caso de los vikingos, no conlleva mérito ninguno. Ir con un propósito, volver con la noticia de haberlo conseguido e ir nuevamente para amaestrar todo un continente, es lo que es elogiable.

Así pues, desechamos los bulos que persisten en tantos países, incluido España, pues en las escuelas, enseñan estas teorías, como si veraces fueran, quizá por un sentido de complejo, acompañado de una roncería a la hora de examinar lo que muestran a sus compatriotas más bisoños.

Esta colosal hazaña, no solamente de los Reyes Católicos y de todos los españoles que a eso contribuyeron, tuvo su consolidación, gracias a que fueron distintas y sucesivas generaciones de súbditos y reyes, las que continuaron, regando, abonando y podando, lo que los primeros habían sembrado.

Con todo ello, España, que ya había sido reunida nuevamente en una sola, debería dominar y amaestrar a sus hostiles enemigos que poblaban esos territorios. Se ayudaría de los sometidos pueblos que habitaban ese extenso territorio y deseaban que esos pocos opresores fueran exterminados, para dar fin a sus crueles tratos.

Por si esto, no fuera poco, las naciones europeas, principalmente, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra, veían con envidia y deseos codiciosos, esas riquezas exóticas, que no podían ser silenciadas. Por lo que las incursiones en todos sus dominios eran constantes y tarde o temprano acabarían quedándose con pedacitos españoles en distintos continentes y especialmente en América.

Recordemos que todo el Continente Americano era español. Todo su inmenso perímetro y sus diferentes tipos de agua, sus peligrosas corrientes y sus huracanes, habían sido desafiados y conseguido sus dominios. Un salvaje continente, que es considerado para los estadounidenses y así se les enseña en los colegios, como dos continentes, por su enormidad y división orográfica.

Alaska, que fue parte de Rusia, hasta que el Zar Alejandro II en 1867, por dificultades económicas y disputas bélicas con Inglaterra, lo cediera a EEUU, había sido español en sus principios y el mismo Rey Carlos III, pretendió recuperarlo en la segunda mitad del siglo dieciocho.

Así pues, la parte más extrema del norte de América, que une a Asia, hasta la parte más extrema del sur que llega a la Antártida, había sido dominada por el Imperio Español.

Nada desdeñable supone la expedición que Magallanes encabezó, a orden de la corona española, descubriendo una salida hacia el Pacífico, llena de espectaculares montañas, fiordos e islas, a lo largo de unos setecientos kilómetros. Esta expedición en el verano austral de 1520, abría un nuevo paso y sería la primera circunnavegación del Planeta. Corroborando mi tesis, de que la totalidad del continente, o los dos continentes, como lo consideran los norteamericanos, fueron dominios y partes del Imperio Español.

La carencia de población, en especial española, la que en los inicios de su multi-expansión se considera que formaban unos diez millones, los que habitaban en la península Ibérica, junto a la inmensidad de sus territorios a proteger, hacían casi imposible, el impedir que naciones sedientas de nuevos asentamientos, se introdujeran y se hicieran fuertes en esos recónditos lugares.

En la actualidad, el mapa da una idea de lo que supuso eso. Por una parte, el asentamiento de los ingleses, llevó a la brutal expansión de EE.UU, junto a posteriores saqueos territoriales, como diversas islas de las Bahamas, Belice en el continente, Canadá o la segunda de la Guyanas. Holanda, hizo sus arañazos con islas como Curazao o la tercera Guyana. Francia logró usurpar Haití, la todavía provincia francesa de Guyana, la parte de Quebec en Canadá y diversas islas. Así como Portugal, se adentró en Brasil y sus posteriores aumentos de territorio, una vez independizado, más del doble de su antiguo territorio.

Esa Hispanoamérica de todo su continente, hoy ve como incluso el nombre le quieren quitar. Latinoamérica la quieren llamar, sin ponerse un mínimo segundo a pensar, lo errado de ese nombre a dar. Ninguna explicación lógica se le da, pues solamente Francia, es latina y se queda Holanda, Inglaterra sin nada.

Los países de origen latino son: España; Portugal; Francia; Italia y Rumanía.

Para España está Hispanoamérica de nombre, así siempre se la ha designado, pero ahora las malas intencionadas políticas internacionales han conseguido que quede en desuso.

Iberoamérica, también se la ha llamado, consiguiendo este nombre, todavía algún uso. A ello, se le llama cuando son los países hispanos y Brasil juntos.

Sin embargo, Latinoamérica, carece de lógica y lleva un sentido de apartar el dominio español de la realidad del continente. Dejando con esa calificación exentos a Belice, numerosas islas holandesas e inglesas, así como las dos de las tres Guyanas. No integra, pues solamente incluye a Haití, el país más pobre de toda América y encabezando la lista de los países más peligrosos del mundo. Usando ese termino, para integrar, únicamente, a ese reducto de lo que debería ser parte de la Isla Dominicana y excluyendo a muchos países del mismo continente, incluyendo a Canadá y al primer país del mundo. Normalmente, los que mal intencionadamente, provocan esos movimientos y cambios naturales, son ilógicamente, seguidos y afianzan sus malas intenciones, sin culpa, pero con estulticia. Sin pensar o analizar, que jamás los latinos habían, ni tan siquiera, oído hablar de América.

Esa América, que suponía un descubrimiento sin igual, para la civilización de aquel entonces. Cierto es, que para los que allí habían nacido, no suponía ningún descubrimiento, pero si suponía, incluso para los originarios, una apertura de todas las páginas del asombroso globo.

El intercambio de productos, desconocidos, por inexistentes, produjo bastantes cambios entre distintas poblaciones en todo el mundo. Así pues, el maíz, produjo una auténtica revolución ganadera en todo el mundo, siendo un alimento extraordinario para la ganadería, hasta el presente.

Si bien este cereal americano, fue llevado por los españoles a Europa, concretamente por los Luaces, una familia noble, que introdujo este nutriente que crecía fácilmente, en sus fueros gallegos, rápidamente se expandió por toda Europa y poco después por Asia.

La patata, fue otro alimento, en este caso, empleado para los humanos y que si bien, hoy es una dieta cotidiana, en las mesas mundiales, no fue rápidamente su adaptación y sufrió de altibajos durante su consumo en los primeros siglos.

Otros productos provenientes del Nuevo Continente español, fueron el café y el cacao, adaptándolo posteriormente a países africanos. Así como, diferentes tipos de alubias, porotos, frijoles o como se quiera llamar, según la zona hispanoparlante.

Importantes fueron estos productos, llevados por los españoles y expandidos también por ellos, en el resto de los continentes. Sin embargo, cruciales, han sido, los que los españoles introdujeron en el hallazgo americano. Enumerando algunos de ellos, podemos deducir, lo fundamental que supuso y es actualmente, todos esos bienes, para el desarrollo de esos países.

El arroz y el trigo, desplazó completamente, la dieta del maíz, que es un cereal más propicio, para alimento ganadero. Los cítricos, inexistentes en América, esenciales para prevenir el escorbuto, hoy se producen, como si siempre hubiera habido naranjas o limones. Muchos otros, quizá menos imprescindibles, como la alfalfa, que sirve de alimento ganadero o la cebada y el lúpulo, para hacer cerveza. La viñas, para consumo directo o para elaboración de vino. En definitiva un innumerable número de productos, introducidos por los españoles, para favorecer, los nuevos territorios. Se me ocurre, nombrar, los cerdos, las gallinas, los perros, los burros, las ovejas, las cabras y así hasta la saciedad.

Qué sería de EE.UU, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay sin su producto principal de consumo y de exportación. Estoy pensando en la Vaca. La ganadería vacuna, también fue gracias a los españoles.

En ese baremo, la balanza entre la parte de productos que se llevaron de América y las que de Europa se introdujeron en la Nueva España, es exageradamente desproporcionada a favor de España. No fue por tanto, un intercambio, sino un generoso don de los españoles de entonces.

Se mire como se mire, tanto si de materia prima, productos elaborados o bienes en general, hablamos. Fueron los españoles, los que introdujeron las sabias formas de construcción de casas, caminos, puentes. Enseñando la forma de hacerlas y desarrollándose después por medio de los locales. Las primeras universidades del mundo, se hicieron en esa América Española. El arte de la música, las letras y las plásticas, no fueron una excepción. La extracción de minerales, para el desarrollo de nuevas ciudades y para abastecer el desorbitado costo que suponía para la Corona, el mantener semejantes extensiones, también fue desarrollado por los españoles.

El oro, del que tan malignamente se dice, que España se llevó, no era suficiente para costear lo que esa nación recibió. No era un saqueo, pues tierra propia se consideraba, así pues, simplemente de una explotación minera se trataba.

Me gusta mencionar, que cuando los romanos, explotaban el oro en Hispania, a nadie se le ha ocurrido pensar, que estuvieron saqueando nuestras tierras. Mas bien, lo contrario.

Y es en Las Médulas, provincia de León, en España, que al día de hoy, se puede disfrutar de un espectáculo digno de ver. Se trata de las minas de oro o lo que quedó de ellas, que con el paso de los siglos, han ido creciendo, entre ellas, la vegetación local. La UNESCO, lo ha convertido en Patrimonio Universal, por su belleza y por su importancia histórica. En Potosí, no ocurre lo mismo y con bastante estulticia, se habla de saqueos y robo de los españoles, pero no por los bolivianos, el antiguo bajo Perú, sino por los que bien, no son americanos o bien, pertenecen a países que no tienen este metal precioso. Eran pues, explotaciones en tierra propia, para desarrollo del Imperio, que también formaban parte. Aún así, resulta insignificante los beneficios económicos que produjeron, en parangón con los beneficios que recibieron. Tampoco era algo que explotaran los locales y hoy, ahí está para que continúen, pues no se esquilmaron.

Sin olvidarse de un animal que introdujeron los españoles y no existía en todo el Continente, desde Alaska a Tierra del fuego. El caballo, es un animal que parece mimetizado con la cultura americana. Es impensable haber desarrollado las poblaciones americanas, sin contar con la ganadería equina. Fundamental, especialmente antaño, como medio de trabajo, de transporte, cultural e incluso alimenticio.

Dicho lo cuál, podemos concluir con la convicción, de que lo que era, el continente americano, antes y después de la colonización española, se parangona una tierra inerte con un olivar a punto de ser recogidas las aceitunas. También podemos asemejarlo, a un erial, donde hoy surgen las urbes mayores y prósperas del mundo. Sin pasar por alto, la pacificación que la llegada de los españoles, supuso, para el ochenta y cinco por ciento, de los pobladores, que vivían las atrocidades de sus opresores, exterminados, estos, por la nueva cultura europea.

Fueron los españoles, los únicos en arribar a un continente desconocido, hostil e inhóspito, algo más de quinientos años atrás, como empresa explícita de llegada a ese objetivo. Por lo que, no me es válido, las supuestas llegadas de algunos náufragos o desorientados navieros. También mérito español y quizá, en esto está la clave, como piedra de esa estructura, del regreso de esa asombrosa hazaña. Ir a un objetivo y regresar con el logro realizado, de eso se trata.

Así pues, no bastó con descubrir, la punta de ese témpano, sino, que tanto la Corona española, como el conjunto de los españoles, unieron sus esfuerzos y empeños en recorrer cada rincón del colosal continente, hasta conseguir el objetivo, tanto en los gélidos extremo norte, como el austral sur.

Como si esto no hubiere sido digno de mérito indeleble, las entonces generaciones, pasaron ese mismo ánimo a las posteriores y así durante cuatro siglos.

Es impensable conseguir semejante logro, para los que conocemos esos lugares. Muchas veces, me han preguntado de cómo pudo haber sido posible, que en una época, carente de la tecnología y medios actuales, se hubiera podido consolidar un proyecto tan estratégico y continuado durante tantos años, afianzando la inicial idea de los Reyes Católicos. Para mí, la respuesta es muy simple. Para el ser humano, basta con marcar un objetivo y que sea en un sentido benigno y fructífero para él y el resto de sus semejantes. Por difícil que parezca, si es verosímil y va acompañado de la Voluntad de Dios, el resultado se convertirá en un logro absoluto. La continuidad de muchísimas generaciones, ha concluido que Dios estuvo presente en ese descubrimiento continental y en su posterior colonización y amaestramiento. No hubiera sido posible, si la mentira o unas monedas provisorias, hubieran movilizado a innumerables seres humanos de distintas edades y estatus sociales, pues eso hubiera tenido un recorrido escaso y se hubiera muerto por inanición en las primeras dificultades. Fue un proyecto común, en el que confiaban todos los que en ese logro participaron, activa y pasivamente, con el esfuerzo o el ánimo, respectivamente. Solamente así, se alcanzan los logros mayores de la humanidad, sin ánimo de lucro, aunque hubiere ganancias, sin intenciones personales, aunque hubiera intereses, sin pretensiones de grandezas, aunque se consiguieran.

El Imperio Español, no nació de nada. Había consolidado sus cimientos, con los cuatro emperadores romanos que eran naturales de Hispania. Fueron Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Teodosio, los mejores emperadores que tuvo Roma. Posteriormente a la caída del Imperio Romano, fueron fortaleciéndose desordenadamente con sus riñas de reinos godos. Hasta que lograron la liberación de la parte europea y algunas partes africanas, de las garras musulmanas. Es ahí, donde puede empezarse a hablar del Imperio Español, pero fue antes que en sus entrañas ibéricas, se formaban sus ideas.

En 1492 se tomaba para España, desde una visión de la primera tierra avistada, los territorios que posteriormente se conquistarían y poblarían. Mucha sangre perdida con necesidad, alguna derramada en vano, para conseguir la liberación de los que descubrían, no América, sino unas civilizaciones que venían del allende el Océano este. El mundo civilizado descubría para el resto, el que formaría la última pieza de su formación terráquea. Mientras que también descubría a los que se encontraban en ese paraíso salvaje, la liberación y el progreso. Para los que oprimían y asesinaban a sus semejantes, suponía el fin de sus maldades. Se iban a terminar, el escoger los niños de doce o trece años, para asesinarlos, con mentiras públicas, de que lo ofrecían a los inexistentes dioses. Se acabarían los saqueos de las cosechas de los que trabajaban. Sería el final, para la esclavitud de los más útiles. En definitiva, la alegría de muchos, sería el final de pocos.

La acogida de la mayoría de las numerosas etnias dispersas en esas fechas, serían fundamentales para el desarrollo de esos mismos pueblos y las incipientes creaciones de ciudades, comercio y cultura.

Era un abismo, la diferencia entre los pobladores continentales y los recién llegados, pero milagrosamente la distancia se acortaba a ritmo vertiginoso. Eso alentó a poder conquistar la totalidad del Continente.

Sin embargo, en numerosos lugares estaba totalmente despoblado y se necesitaban colonos europeos para tales fines. La falta de población española y local, hizo que muchos sitios que ya habían sido tomados, se abandonaran y se les quitara importancia. No así, para los insaciables ingleses, holandeses y franceses, que estaban ávidos de nuevos territorios.

Por lo que en las zonas más vulnerables, se fueron introduciendo reductos de colonos y soldados de diversas civilizaciones europeas, especialmente ingleses, portugueses y franceses. La disputa con los portugueses, que fueron los primeros en irrumpir en el continente español, se produjo a los dos años del descubrimiento del Nuevo Mundo. Se pudo arreglar con el Tratado de Tordesillas, una hermosa Villa en Valladolid, en el que intervino la Iglesia Católica. Se marcaba una línea que Portugal no podía traspasar y debería conformarse con ese territorio ya conquistado en el sur este de América. La línea marcaba 370 leguas desde Cabo Verde y más allá, osea, en la parte occidental, sería español. Conviene señalar, que el actual Brasil es seis veces mayor, de lo que en ese momento Portugal tenía permitido conseguir. Si bien, en el siglo XVI la Corona Española se convierte en monarquía en Portugal y por ende en todos sus territorios, pasaría nuevamente a formar parte del Imperio Español, todo lo que había sido portugués. Sin embargo, después de la pérdida de Portugal y su posterior independencia de Brasil, los territorios españoles se vuelven a diluir y perder hasta la actualidad, en esa parte sudamericana.

Por parte francesa, sus incursiones fueron salteadas y discontinuas. Al día actual, conocemos que dejaron un legado lingüístico en Haití, parte de Canadá, donde lo comparten con el inglés, en las islas caribeñas, se mencionan: Guadalupe; Martinica; San Bartolomé y San Martín, así como la continental Guayana francesa. Todas estas últimas son hoy territorio francés y pertenecen a la Unión Europea. Todas ellas fueron usurpadas al Imperio Español, por ellos, todas ellas conservan en sus calles, la arquitectura y nombres españoles.

Las islas caribeñas supusieron un calvario para los españoles, a lo largo de todo su Imperio, se fueron sucediendo incursiones, saqueos y luchas contra holandeses, franceses e ingleses. Estos últimos habían formado una especie de flota naviera paralela a la corona británica, eran los llamados piratas. Trabajaban y obedecían órdenes inglesas, pero al actuar en una apariencia individual, se permitía que las disputas no pasaran a conflictos entre las dos potencias.

De ahí que hoy, en lo que es parte continental, sean Belice y Guyana angloparlantes, al igual que las siguientes islas caribeñas: Bahamas; Antigua y Barbuda; Barbados; Dominica; San Cristóbal y Nieves; Trinidad Y Tobago; Granada; Santa Lucía; San Vicente Y Las Granadinas. Curioso detalle, que los nombres quedaran como legado evangélico de los españoles, los que durante siglos defendieron esos lugares y a los que en ellos vivieron.

Los ingleses, no se conformaron con esos pedacitos caribeños, pues sus repartos mayores, se encontraban en el norte de América. Así pues, Canadá y EE.UU, son los que dan la importancia del inglés en el Nuevo Mundo.

Sin embargo, no siempre fue como en la actualidad. Como he mencionado al inicio, Alaska era española y después de su pérdida y última posesión rusa, se quedó en manos estadounidenses. Canadá también fue española y después se la disputaron entre los ingleses y los franceses, que fueron haciendo crecer su territorio, hasta el día de hoy.

El tratado de Tordesillas, dos años después del descubrimiento y la ida y venida de expediciones españolas, tuvo que ser firmado, para dejar claro los derechos, que la Corona Española, tenía en todo aquello, al occidente de los dos mil kilómetros desde Cabo Verde. Era necesario y fue utilizado en posteriores reclamos, durante el siglo XIX, sin resultados.

Así pues, lo llamado Alaska, era español, antes de que el danés Bering y de ahí su nombre, al estrecho que separa la zona asiática del continente americano, fuera al servicio de la armada rusa, en una expedición, seguida de otras anteriores, por otros rusos, a mediados del siglo dieciocho. El asentamiento ruso y su consiguiente ratificación de facto, le dio hasta su posterior venta a los EEE.UU, cien años después, su autoría de propiedad. Sin embargo, a los españoles, no solamente por su derecho legal, sino porque habían hecho numerosas incursiones en Alaska, nunca le fueron reconocidos sus territorios más al norte del continente. Una prueba de ello, es Sitka Sound, que fue cambiado de nombre por James Cook, para borrar su anterior expedición y asentamiento de los españoles, encabezado por Juan Francisco de la Bodega y Quadra, quien la nombró Ensenada de Susto. Así, la falta de asentamientos de colonos que asentaran la hispanidad a esa zona, en particular y a otras en general, provocó que hoy ni tan siquiera se sepa que fue español, antes de ruso, inglés, estadounidense e incluso japonés que también pelearon por ello.

El mismo Puerto Rico, que conserva el idioma español, forma parte de EE.UU, como Estado asociado y no como el quincuagésimo primer Estado. Perdido en 1898, en la guerra de ese nuevo poderoso país, contra el decadente Imperio Español, que se llevó también la isla de Cuba, la más grande de las Antillas, la cual logró librase de las garras estadounidenses y es un país independiente. No así, sucedió con varias islas caribeñas, que fueron absorbidas por el gigante, en esa misma guerra del final del siglo diecinueve. El Imperio Español tocaba fondo y sus provincias, como así, se las consideraban, dejaron de ser parte de España.

Se ha oído, para los que así han prestado atención, que en 1898, casi a las puertas del siglo XX, España perdía sus provincias de Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Así fue, pero no fueron esos territorios españoles los perdidos, fueron muchos más y esos desconocidos, son a los que quiero prestar atención. Respecto a la parte asiática, lo escribiré en el capítulo de Asia y de la parte americana, los desgarros patrios fueron numerosos. Acallados han sido y hoy, nadie oye su historia y ascendencia española. No fueron solamente, piezas perdidas, sino que fueron despojadas de su cultura hispana y su idioma. Porque actualmente se dirigen naciones, pequeñas, muy reducidas en tamaño, población e importancia, por gobiernos que son angloparlantes. Cuando absolutamente, la totalidad del Caribe, de su Antillas mayores y Antillas menores fueron españolas durante varios siglos. Por eso, duele ver como ahora, alzan sus voces, como si su pasado no hubiera tenido nada que ver con España.