Transición energética en el cambio climático - Kurt Olzog - E-Book

Transición energética en el cambio climático E-Book

Kurt Olzog

0,0

Beschreibung

Índice 1. Desarrollo de la economía energética pág. 6 2. Desarrollo de la energía nuclear pág. 28 3. Desarrollo de las fuentes de energía renovables pág. 43 4. Desarrollo climático en el siglo pasado pág. 52 5. Perspectivas para el futuro pág. 67 6. Cumbre del Clima 2015 en París pág. 100 Bibliografía pág. 111

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 109

Veröffentlichungsjahr: 2017

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Durante sus estudios de matemática y geografía para el profesorado, el autor se ocupó intensamente, entre otros temas, del desarrollo de la economía energética, y redactó el primer trabajo de fin de carrera sobre este campo.

En los años de clases como profesor de escuela secundaria en la enseñanza privada y como docente en la actividad privada, durante las tareas de gestión y en la actividad independiente de organización y asesoramiento empresarial, siguió el desarrollo de la economía energética en diarios y semanarios, así como en los medios públicos y también en la literatura especializada.

Con el correr de las décadas se vislumbraron los primeros efectos del uso intensivo de las materias primas energéticas fósiles carbón, petróleo y gas natural: las consecuencias sobre el clima se hicieron perceptibles.

Una vez finalizados los proyectos de asesoramiento, que demandaron mucho tiempo, el autor se abocó una vez más ampliamente a la economía energética y a los desarrollos de la generación de energía a partir de materias primas energéticas fósiles, entre las que también se cuenta el uranio, y a demostrar en una representación clara las energías renovables cada vez más importantes.

En comparación con ello se representa el desarrollo climático en los cien años pasados y se presenta de manera muy impresionante una dependencia del clima del tipo de consumo de energía del hombre.

Índice

Desarrollo de la economía energética

Desarrollo de la energía nuclear

Desarrollo de las fuentes de energía renovables

Desarrollo climático en el siglo pasado

Perspectivas para el futuro

Cumbre del Clima 2015 en París

Bibliografía

1. Desarrollo de la economía energética

Las fuentes de energía fósiles se utilizaron desde la Revolución Industrial cada vez más para la generación de calor y de electricidad, así como para la locomoción. Ante todo el petróleo se desarrolló en el siglo pasado como la fuente energética más importante de la economía mundial. De tal modo, su participación en el consumo energético mundial en el año 1976 ascendió a casi el 45 %, en cambio a todos los combustibles sólidos en conjunto (hulla y lignito, turba, etc.) les correspondió solo el 30 % y al gas natural ni siquiera el 18 %.1

Desde que en la segunda mitad del siglo XIX comenzó a extraerse industrialmente el petróleo (en los Estados Unidos y en Rusia nació la industria petrolera prácticamente en forma simultánea), se extendió cada vez más la demanda de esta materia prima versátil y barata. Especialmente en Norteamérica el petróleo tuvo un uso cada vez más extensivo, de manera que la demanda en rápido crecimiento produjo una industria petrolera en expansión. Principalmente el boom automotor que tuvo lugar después de 1911, mediante el cual el automóvil se convirtió en un medio de transporte para todos, ofreció a las compañías petroleras un mercado de ventas en continua expansión, de modo que en las décadas del veinte y del treinta del siglo XX comenzó a expandirse la búsqueda de petróleo a lo largo de toda la Tierra.

tomado de: EVERS 1976, pág. 106

En Irán e Irak, en Venezuela e Indonesia se extrajo pronto y la exploración fue cada vez más intensiva.

No obstante, entre ambas guerras mundiales, Estados Unidos era considerado el país petrolero por excelencia dado que, por un lado, disponía de grandes reservas petroleras y, por el otro, debido a su amplio consumo de petróleo, poseía también una fuerte industria petrolera. Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial también en Kuwait y Arabia Saudita estaban en condiciones de comenzar la explotación de los enormes yacimientos allí descubiertos.

La Segunda Guerra Mundial interrumpió la prometedora actividad de las compañías petroleras en el Cercano Oriente. En lugar de ello, los yacimientos petrolíferos americanos fueron aprovechados de tal manera que poco a poco debió suspenderse la exportación petrolera americana.

Tras la finalización de la guerra, la extracción de petróleo en el Cercano Oriente adquirió nuevo impulso, dado que Norteamérica se desarrolló cada vez más como región deficitaria. De tal manera, debía cubrirse no solo el consumo petrolero fuertemente creciente de Europa occidental, sino también la importación cada vez mayor de petróleo del, en aquella época, mayor país productor, Estados Unidos, mediante petróleo de Venezuela y del Cercano Oriente.

Rápidamente se constituyeron yacimientos petrolíferos en el Cercano Oriente, de modo que ya a mediados de los años cincuenta la participación de las reservas petroleras del Cercano Oriente en los yacimientos petrolíferos descubiertos en todo el mundo ascendía a más del sesenta por ciento.

Las compañías petroleras florecidas en Estados Unidos y Gran Bretaña desarrollaron en su actividad métodos cada vez más despóticos que contribuyeron a la crisis iraní (1951-1954). Los infructuosos intentos de emancipación de Irán fueron capaces de intimidar de momento a los demás países productores de petróleo, pero las crecientes influencias soviéticas en el ámbito árabe relativizaron el poder de los países industrializados y de las multinacionales petroleras que actuaban para ellos (basta recordar al Egipto de los años cincuenta).

La crisis de Suez, provocada en 1956 por Gamal Abdel Nasser, es una prueba de las condiciones de poder poco a poco cambiantes: los antiguos imperios coloniales Inglaterra y Francia establecidos en el Cercano Oriente y en África del Norte perdieron visiblemente importancia. Entretanto, los países productores de petróleo descubrieron que mediante la defensa conjunta de sus intereses estaban menos indefensos frente a la arbitrariedad de los países industrializados y sus compañías petroleras que a través de intentos de resistencia aislados.

Así nació, finalmente, en 1960, la OPEC (Organization of Petroleum Exporting Countries). Los países petroleros utilizaron este nuevo instrumento de su organización, en principio, para imponer ingresos estables contra las compañías petroleras. Más tarde, directamente después de la guerra de los Seis Días con Israel, en el año 1967, probaron su primer embargo petrolero contra Estados Unidos, Gran Bretaña y la República Federal de Alemania.

Pero a pesar del embargo que duró tres meses, se consiguió poco. Por un lado, debido a la política de stock de existencias seguida entonces por los países afectados, de modo que el embargo pudo franquearse durante cierto tiempo, por el otro, por la exigencia adicional de la extracción venezolana e iraní, que aumentó en forma múltiple.2 Por esta razón, en los países industrializados occidentales este acontecimiento fue evaluado más bien como un fenómeno marginal de la guerra del Cercano Oriente, puesto en escena por árabes impotentes.

Especialmente esto tuvo como consecuencia que se abandonara la política de existencias, dado que se suponía que los países petroleros ya no harían uso del recurso de embargo debido a su ineficacia y a sus perjuicios, incluso para los países petroleros.

A comienzos de los años setenta, la OPEC comenzó repentinamente a atraer la atención: los precios del petróleo subieron. Esto se repitió regularmente, lo que cada vez provocaba una ola de indignación en la opinión pública de los países industrializados occidentales. Este desarrollo alcanzó su punto culminante tras el estallido de la cuarta guerra del Cercano Oriente, la guerra de Iom Kipur, en el día judío de Iom Kipur, el 6 de octubre de 1973, en la que Egipto reconquistó gran parte de sus colonias en el Sinaí perdidas en la guerra de los Seis Días, que incluían importantes yacimientos petrolíferos.3

También cuando a comienzos de los años setenta en la por aquel entonces Unión Soviética fueron descubiertos extensos yacimientos petrolíferos en Siberia occidental, cayó la participación del Cercano Oriente no menos del 50 por ciento y luego volvió a subir levemente. Hasta el presente, el Cercano Oriente es el área productora de petróleo más importante, lo que también se refleja en el alcance de la extracción.

Volvió a aplicarse el arma del embargo petrolero y provocó gran pánico entre los países importadores de petróleo, dado que en Estados Unidos, Japón y Europa occidental el consumo de petróleo había aumentado de 1.500 millones de toneladas en el año 1967 a más de 2.300 millones de toneladas en 1973.4 Los países petroleros hicieron el resto: para reducir la producción petrolera en un 12 %, acompañaron en conferencias sucesivas muy próximas en el lapso de tres meses, un aumento gradual del precio del petróleo de, en total, 400 por ciento.5

Esto provocó un shock de tal magnitud en la opinión pública de los países industrializados occidentales que tuvo como consecuencia que turbulencias político-económicas hicieran tambalear el crecimiento económico de los países industrializados: “Se desordenan las balanzas comerciales y de pago, aumentan las tasas de inflación, se extiende el creciente desempleo, los productos sociales brutos de los países industrializados occidentales presentan solo tasas de incremento mínimas y cada vez que vuelve a ser virulento el peligro de guerra en el Cercano Oriente se hacen oír las lacrimosas voces de los políticos, de los medios públicos y de los ciudadanos afectados sensiblemente como consumidores de energía.”6

Mientras en el Cercano Oriente se pusieron en marcha esfuerzos por la paz, los países industrializados occidentales comenzaron a analizar la crisis del petróleo o, como se la denominó cada vez más, la crisis energética, sus causas y consecuencias, para poder enfrentar mejor en el futuro desarrollos similares. Nació la Agencia Internacional de Energía (AIE), una organización subsidiaria de la OCDE.

La AIE debía constituir un instrumento para los países industrializados partícipes para que estuviesen asegurados tanto frente a las molestias por parte de la OPEC como también para buscar y continuar desarrollando el diálogo con los países petroleros, como así también, en tercer lugar, aplicar fuentes de energía alternativas con más precisión que hasta ahora en favor de una mayor independencia de la OPEC.

La crisis del petróleo logró algo más: se tornó más intensa la atención a los países en vías de desarrollo, pobres en recursos naturales. Debido a los precios del petróleo que aumentaron enormemente, precisamente los más pobres entre los países en vías de desarrollo tuvieron tales dificultades de pago que sus créditos se dispararon a lo alto en forma extrema, de modo que a veces apenas podían pagar los intereses.

La OPEC y la AIE intentaron así con todos sus medios ayudar provisionalmente a estos países gravemente perjudicados y en cualquier caso necesitados en virtud del desarrollo negativo de la economía mundial y por su propia apatía (y por ende también su masiva desnutrición).

Las situaciones de intereses de la economía energética de los miembros más importantes de la AIE son, desde siempre, muy diferentes. De tal modo, Japón debió importar su consumo de petróleo completo; esto era en 1974 después de todo más del 74 % del consumo anual de energía.

tomado de: FERNAU 1976, pág. 94

La ampliación de la energía nuclear chocó en aquel entonces contra grandes reservas de la opinión pública japonesa. La economía americana, tradicionalmente poco dependiente de las exportaciones, no dependía ni depende en tal medida de los mercados foráneos como la europea occidental o la japonesa. Sin embargo, en el campo de la política general, Estados Unidos, en carácter de potencia líder del mundo occidental, es especialmente sensible a las interacciones entre los problemas económicos y su libertad de acción de política exterior. Por esta razón, no solo intereses económicos, sino más aún de política general, motivan a Estados Unidos a la cooperación dentro de la agencia de energía.

La postura de Europa occidental respecto a la AIE fue muy diferenciada. Desde fines de los años sesenta, por ejemplo, se descubrieron considerables yacimientos petrolíferos en la zona del Mar del Norte británico y noruego. Por otra parte, Gran Bretaña y la República Federal de Alemania poseen enormes yacimientos carboníferos. Además, los Países Bajos y, moderadamente, Gran Bretaña disponen de yacimientos de gas natural que cubren prácticamente la mitad del consumo de energía primaria neerlandés. En cambio Francia e Italia son manifiestamente pobres en recursos propios de fuentes de energía primaria, países que deben cubrir una porción considerable de su consumo de energía primaria a través de importaciones.

El papel de las compañías petroleras y de gas se ha transformado fuertemente desde la crisis del petróleo. “Las compañías petroleras en los países de la OPEC ya no son propietarias del petróleo crudo allí producido. Por un lado, se convirtieron en compradores de petróleo crudo, con lo que en parte pudieron asegurar contractualmente posibilidades de adquisición a más largo plazo; por el otro, se convirtieron en oferentes de servicios que, a su vez, sobre una base contractual se dedican a la extracción de petróleo crudo y la exploración para los países petroleros.”7 Que las compañías petroleras traspasaran los dictados de precios de la OPEC a los compradores fue absolutamente una necesidad.

Las tareas de exploración y desarrollo de nuevos yacimientos petrolíferos, que además siempre eran más caras y requerían técnicas cada vez más costosas, exigían sumas enormes de capital de inversión, de modo que si las compañías participaron algo en los aumentos de precios durante la crisis, solo se comportaron de manera consecuente. No recién en esta oportunidad formaron parte de las conversaciones las fuentes de energía alternativa, no solo la energía nuclear que de vez en cuando ya despertó malestar antes de la crisis del petróleo. El previsible agotamiento de los yacimientos petrolíferos (con una extracción constante de tres mil millones de toneladas por año, el petróleo descubierto hasta ese momento alcanzaba solo para 30 años más)8 obligó a reflexionar sobre procedimientos alternativos de obtención de energía.