Un sueño en Copenhague - Relato erótico - Terne Terkildsen - E-Book

Un sueño en Copenhague - Relato erótico E-Book

Terne Terkildsen

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Beschreibung

Lisa está harta de la vida pueblerina de Skive por lo que solicita trabajo como bailarina en un club nocturno de Copenhague. La entrevista de trabajo sale bien y, llena de sueños y esperanzas, se dispone a explorar la ciudad. Planea tomar un tren nocturno a Jutland, pero no llega tan lejos porque, antes de darse cuenta, todo lo que su corazón ha deseado se presenta frente a ella...

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Seitenzahl: 44

Veröffentlichungsjahr: 2019

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Terne Terkildsen

Un sueño en Copenhague

Relato erótico

LUST

Un sueño en Copenhague - Relato erótico

Original title: Københavnerdrømme

Translator: LUST Copyright © 2019, 2019 Terne Terkildsen and LUST, an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726204872

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Un sueño en Copenhague

Relato erótico

La luz del sol la cegó al salir de la oscuridad del club nocturno hacia la acera. En su retina, bailaban manchas marrones y repetidas, como marcas de tinta que intentan borrar el remanente de su ansiedad. Lisa buscó sus lentes de sol en su bolsa y, con un suspiro, cruzó la calle para admirar las vistas de los lagos. El viento lanzó gotas de agua polvorientas a sus mejillas mientras ella permanecía de pie frente a la vastedad del manantial cercano al planetario. Al pasar frente al restorán Cassiopeia, limpió las gotitas con el dorso de su mano y continuó bajando las escaleras.  Un hormigueo se había acumulado en todo su cuerpo; quizás sólo era un signo de que la entrevista de trabajo había resultado bien. Habían prometido llamarla antes del final del día para informarle si ella iba a ser su nueva bailarina.   

Un dilatado mar de tiempo la separaba de la partida hacia su casa. Había reservado un boleto de regreso en el tren de la medianoche para poder dormir todo el camino en un compartimento silencioso. Lisa ansiaba sentirse una turista en Copenhague. Era un día de verano en que las nubes pasaban como gigantes bolas de algodón por el cielo claro. Aún estaba de buen ánimo por la entrevista de trabajo y especialmente por los últimos quince minutos, cuando le habían pedido que bailara en el caño. Una vez que hubo iniciado su camino hacia la parada de autobús en Vesterport, intentó recordar la pequeña rutina que había improvisado unos pocos minutos antes.    

Lisa decidió tomar el siguiente autobús que llegara y descender en una parada al azar del centro de la ciudad para pasar el tiempo y disfrutar de la ciudad y sus impulsos. La sensación de libertad la incitaba a contonear con audacia sus caderas al caminar. Las sandalias de tacón que llevaba puestas hacían que su parte trasera llamara la atención. El día podía brindarle todo o nada. Sólo ella necesitaba saber, esa noche, cuál sería el resultado del día. Nadie la esperaba en casa en su pueblo, en Skive. La hija de Lisa se había mudado y su ex novio, Iver, por suerte no tenía idea de dónde estaba. Esto era bueno porque, desde que habían terminado más temprano ese año, él había comenzado a enviarle mensajes de texto hirientes y llamarla a horas extrañas. Lo había reportado a la policía, pero no pudieron hacer nada al no haber violencia manifiesta.  

Cuando subió al autobús, el conductor la saludó con un gesto de la cabeza. Sus ojos oscuros eran amistosos, casi galantes, y comenzó a reírse entre dientes.

— Maneja con cuidado —dijo Lisa echando su largo cabello rubio hacia atrás, mientras se pavoneaba camino a un asiento justo hacia el frente del autobús. En el espejo frente a ella notó, antes de sentarse, que sus ojos la seguían. Lisa levantó sus lentes de sol y le sostuvo la mirada hasta que retomó la marcha y manejó en dirección a la municipalidad. «Hoy afecto a los hombres —zumbaba en sus pensamientos— así que por qué no sería mío ese trabajo». Dejó escapar una risita al recordar que había mentido sobre su edad.

Quizás era injusto, pero la competencia era despiadadamente feroz y se había cruzado con algunas de las otras candidatas en el vestidor. Todas eran hermosas, sensuales y considerablemente más jóvenes que ella. Así que, ¿por qué no hacerse pasar por alguien diez años menor y decir que tenía treinta y dos, y sin hijos? Por suerte, la iluminación rojiza y oscura del bar Venus hacía imposible que se vieran arrugas, estrías y todo ese tipo de detalles menores. Poco a poco, se había transformado en una nueva persona. Se había deslizado en la piel de Chloé, una bailarina a gogó del Moulin Rouge; una de las bailarinas parisinas de a gogó de los setenta de las que había leído, muchos años atrás, en un viaje a París. Desde entonces, la idea de ser una bailarina a gogó había excitado a Lisa, pero nunca había pensado que pudiera tener la valentía de andar los pasos de Chloé.