Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI - Jesús G. Maestro - E-Book

Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI E-Book

Jesús G. Maestro

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Beschreibung

«NO TE PROMETO SOLUCIONES FÁCILES, SINO LA VERDAD CRUDA, LO QUE HAGAS CON ELLA ES COSA TUYA. PERO NUNCA SERÁS UN IDIOTA». No todos los días es trending topic un catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, que ni es youtuber ni tiene redes sociales. ¿Pero quién es Jesús G. Maestro? ¿Por qué todas sus opiniones se convierten en virales? Jesús G. Maestro no es un gurú ni pretende serlo, es un verso suelto cuyas reflexiones son dinamita para sus miles de seguidores. Porque, además de hablar sobre literatura, es un incisivo observador de la realidad, un hombre libre que atiza sin pudor —y con un arsenal de argumentos— a la ignorancia en general. A lo largo de estas páginas, analiza una sociedad marcada por el miedo, la mentira y la culpa. Vivimos para enriquecer a quienes nos causan problemas, a quienes nos venden productos que no necesitamos y a quienes nos etiquetan para que seamos una sociedad homogénea y aborregada. Sin dar consejos de ningún tipo, el autor pide al lector que no muerda el anzuelo del poder, que no sea un títere ni un pelele, y que se arrime a los libros de Cervantes para dejar de ser un ignorante. «Tus verdades no interesan a nadie: interesan tus miserias, tus fracasos y tus debilidades. La verdad sólo se revela y se conoce cuando no tiene consecuencias emocionales. La verdad no es emocionante. No te engañes. Lo que te dicen te lo dicen porque ya es irrelevante. Si fuera importante, te lo ocultarían. Nadie te revelará nunca ningún secreto. Ni siquiera intrascendente. Las mentiras son mucho más estimulantes que los secretos. Y la actualidad, esa forma informativa de despistar, es un saco de mentiras muy atractivas, y muy bien pensadas, para que el consumidor se equivoque, comente lo que no debe y confiese lo que ha de delatarle. No hay cebo sin anzuelo. Y el valor del anzuelo es directamente proporcional al atractivo del cebo».

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Seitenzahl: 321

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.

Avenida de Burgos, 8B - Planta 18

28036 Madrid

 

Una filosofía para sobrevivir en el siglo XXI. Yo no soy un youtuber y usted no sabe nada sobre mí

© 2025, Jesús González Maestro

© 2025, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.

 

Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.

Sin limitar los derechos exclusivos del autor y del editor, queda expresa-mente prohibido cualquier uso no autorizado de esta edición para entrenar a tecnologías de inteligencia artificial (IA) generativa.

 

Diseño de cubierta: Pedro Viejo Diseño

Fotografía de cubierta: facilitada por el autor

 

ISBN: 9788410641747

 

Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Dedicatoria

Miedo, mentira y culpa

1. ¿Araña o Narciso? El protagonista de este libro eres tú

2. ¿Estás seguro de que sabes identificar al tramposo?

3. ¿Para qué sirve la educación que recibes? Consejos prácticos

4. ¿Qué te han hecho leer en tu infancia?

5. ¿Profesor o líder motivador? ¿De quién y para qué?

6. Palabras muy sospechosas: autoayuda, democracia, libertad

7. La filosofía es un timo. ¿Por qué la llamáis filosofía, si sólo es ideología y autoengaño?

8. El Romanticismo no es lo que parece… ¿Eres dueño de tus sentimientos o víctima de ellos?

9. ¿Qué es la política? Al poder sólo se le puede seducir, vencer o burlar

10. ¿Guardería, ludoteca o manicomio? ¿Para qué sirve la Universidad?

11. ¿Escritura creativa? ¿A dónde se ha ido tu literatura?

12. Redes sociales. ¿Has caído en las fauces de Aracne o en la sonrisa de Narciso?

13. YouTube, ¿un tercer mundo semántico?

14. El conocimiento de los ignorantes en internet, o… ¿para qué sirve un tonto en la red?

15. Los peligros del idealismo: la realidad virtual es un espejismo, no un oasis

16. Tú y el feminismo de hoy. ¿Hacéis buena pareja?

17. ¿Trabajo, esclavitud o voluntariado?

18. La cultura y los intelectuales: lo que sirve para todo no sirve para nada

19. Una cita con Cervantes. Y el Quijote

20. Del futuro nada está excluido

 

 

 

 

 

 

A nuestras libertades, in memoriam…

Miedo, mentira y culpa

 

 

 

 

 

Miedo, mentira y culpa son las tres fuerzas principales que gestionan el mundo y organizan la vida de la gente. Siempre ha sido así. Hoy, igual. La única diferencia es que cambian de apariencia, forma y procedimientos, pero son siempre las mismas fuerzas: miedo, mentira y culpa. Los tres enemigos más crueles y peligrosos de tu libertad. Nunca dejarán de acecharte.

El miedo es útil, como todo, en pequeñas dosis, porque, como he dicho siempre —y, antes que yo, lo ha dicho la paremia—, cuida la viña. El miedo es un sexto sentido que nos advierte y protege de posibles peligros y adversidades, como también lo es el sentido del ridículo. Pero, en exceso, el miedo te mata. No te deja vivir. Hoy el miedo que la gente siente ante cualquier hecho es galopante, extremo y superlativo. Por eso es decisivo hacer que el miedo cambie de bando: que lo tenga quien nos oprime, que lo sufra quien lo causa y provoca. El miedo identifica a los débiles ante los poderosos, a los de abajo frente a los de arriba.

La gente del siglo XXI es extremadamente débil. Y medrosa. En particular, las generaciones nacidas desde la década de 1990 en adelante. Son personas marcadas por el miedo, la debilidad y la reacción impotente ante este tipo de acoso mediático y psíquico. Se ocultan con frecuencia en la risa, el chiste y la evasión consumista, en una vida pseudoacadémica o pseudouniversitaria y una sexualidad artificiosa y descontrolada, frente a un mercado laboral inaccesible y bajo un parasitismo que tiende a cronificarse más o menos voluntariamente con el paso de los años. La inmadurez se fosiliza de mil formas y maneras, y la vejez llega pronto, sin salud y sin recursos, en medio de una impotencia personal y social de dimensiones inasumibles. Todo esto, con las innegables excepciones, lejos de resolver el problema, lo delata y lo preserva. Y desemboca en una pandemia de patologías psíquicas sin precedentes.

Las redes sociales son ese refugio en el que esta gente más joven busca superar sus miedos y ansiedades, que, paradójicamente, crecen con el consumo de las mismas redes sociales y sus contenidos, diseñados de manera adictiva para encarcelar al planeta en sus propias impotencias. Es un confinamiento psíquico, que no requiere ni pandemias ni medidas extraordinarias. Bastan las convencionales. La risa es la forma de escape preferida por estas generaciones más jóvenes para disimular su miedo y su déficit emocional. Ríen por todo porque temen a todo. De todo hacen chiste, porque se sienten más seguros fingiendo una risa sardónica que enfrentándose a la realidad. Pero la realidad, como la muerte —y como Hacienda—, siempre llega. Y llega no sólo para incomodarte, desde luego, sino para hundirte la vida, como no sepas hacerte compatible con tus enemigos: miedo, mentira y culpa.

El sistema aterroriza así a todo dios y lo mantiene a raya. Sin embargo, la realidad —querido amigo— es mucho peor que el sistema: porque el sistema juega contigo y te utiliza mientras le sirvas para algo, mientras que la realidad simplemente te destruye, pues no te necesita nunca para nada. Para la realidad, insensible y ciega a todo, el ser humano es sólo un derroche biológico. Para el sistema, es un recurso que se puede manipular, esclavizar y rentabilizar hasta su muerte. Incluso su misma muerte —como su vida entera— se puede convertir en un negocio para el mercado. A la realidad, el dinero le importa un bledo. A los amigos del comercio, no.

Las mentiras son el segundo elemento de la terna, para que vivas en un tercer mundo semántico, es decir, en la ignorancia (título universitario incluido, con ceremonia de fin de grado, muceta y birrete también en el mismo kit). El hábito no hace al monje.

Y luego viene el tercer elemento: el sentimiento de culpa. Antes todo era pecado, ahora todo es delito. Antaño, en nombre de la religión; hoy, en nombre de la ideología y de lo políticamente correcto. ¿Querías verte libre de las religiones y del peso de la opresión eclesiástica? No te preocupes, podemos secularizar el «pecado» y llamarlo «delito». Lo reconvertimos en lo mismo, pero con un nombre diferente, y te lo servimos, de nuevo, en bandeja de plata. ¿Te gusta más así? La democracia también puede funcionar como una religión de Estado. ¿Te vas a atrever a discutirlo? ¿Acaso crees que Sócrates prefería la cicuta al café con leche? No serás el primero que prefiera acusar a su prójimo en nombre de la democracia en lugar de hacerlo en nombre de la religión. Los inquisidores de hoy ya no llevan sotana. Sin embargo, la Inquisición nunca desaparece totalmente, y siempre necesita de personas como tú, seres humanos normales y corrientes, voluntarios a los que, un día, en cualquier momento, el totalitarismo y el fanatismo despiertan vocaciones más o menos ocultas, latentes o dormidas. El sueño de la tiranía produce monstruos, que la razón no siempre puede sofocar. Y la democracia, en determinados momentos históricos, tampoco.

No hemos avanzado apenas. Y, por el medio, la filosofía, esa cortesana de todas las camas —a la que tanta atención prestas—, buscando siempre un sitio en cada una de ellas, para suplantar a la religión, la política o la autoayuda, y acostarse siempre con el sol que más calienta el catre.

Del temor a los dioses en las antiguas religiones hemos pasado hoy a tener miedo a todo, sin excepción: miedo a trabajar y a ganar dinero, miedo al compromiso y al amor duradero, temor a las amistades y a las relaciones sociales y personales, ceguera ante la sexualidad y miedo a perder la salud, temor entre padres e hijos, miedo a vecinos y colegas, pavor a ideas y opiniones, a saberes y a ciencias… Tenemos incluso miedo a pensar a solas y en silencio. Siempre pensando en Orwell y el Gran Hermano. Hay miedos para todos los gustos y personas.

La vida diaria es un catálogo de miedos espectaculares. Todo es una caja de truenos intimidatorios y amenazantes. La prensa es una granja de horrores, vaticinios y apocalipsis. La inseguridad es creciente y absoluta. Pero, por miedo y vergüenza, te lo negarás a ti mismo, y sobre todo a los demás. Harás un chiste de cuanto veas, y así creerás disimular tu impotencia y cobardía. Te convertirás en el emoticono de una carcajada, cuando observes algo que delata la debilidad que te avergüenza. Tienes pocos recursos. La pobreza y el miedo no se pueden ocultar durante mucho tiempo. Y buscarás la felicidad hasta debajo de las piedras, repitiendo tonterías en internet, a ver si así te animas un poco, con frases de autoayuda más bobas que un chiste malo. Y se las comunicarás a los demás, cuando quien más las necesita eres tú.

Y por encima de todo: la culpa y el sentimiento de culpa. La culpa del cambio climático. La culpa de comer carne, antes por ofender a Dios y ahora por ofender a la naturaleza. La culpa de la pobreza y la culpa de la riqueza. La culpa de la violencia de los demás, a quienes no conoces, y de la que te has enterado por la prensa. La culpa de horrores históricos y bélicos cometidos hace más de quinientos años por gente a la que no comprendes ni has visto en tu vida (ni verás, obviamente). La culpa de guerras pasadas —que no has vivido jamás— y de otras en las que no combates —por el momento—, pero que nos cuentan como si nosotros las hubiéramos provocado esta misma mañana. La culpa de la inflación, del gasto público y del endeudamiento, aun cuando resulta que no se llega a fin de mes, pues, al parecer, la culpa de la subida, o bajada, de los tipos de interés es nuestra: tuya, específicamente tuya, y sólo tuya.

 

TIENES TRES ENEMIGOS

 

En este libro te vamos a invitar a una interesante conversación en la que el protagonista eres tú. Y tus objetivos. Pero hay alguien más… También están tus enemigos. Tienes tres. Los has tenido siempre. Pero en este siglo XXI han cambiado de forma, estrategia y careta, para que no los reconozcas ni identifiques fácilmente. Sin embargo, estos enemigos son más veteranos que el oficio más antiguo del mundo, y son siempre los mismos: el miedo, la mentira y la culpa. Sin ellos, eres demasiado libre, y acaso también feliz, y eso no puede permitirse. Eso de que vivas tranquilo es algo que urge evitar. Las redes sociales están para algo más que mover dinero y publicidad por internet. Sin miedo, mentira y culpa, no hay amo que controle a sus subordinados. Y tú podrías vivir en libertad. Eso hay que impedirlo. Lo irónico del caso es que tú mismo te prestes voluntariamente a que te amarguen la vida, en lugar de apagar el ordenador, o de cerrar tus cuentas en las redes, en momentos así. Recuerda que eres lo que consumes. No esperes ser valioso mirando idioteces o leyendo necedades.

Vamos a recorrer una serie de escenarios peligrosos, llenos de engaños y trampas, de forma que puedas verlos al descubierto, tal como son. Pero desde un punto de vistainédito, nuevo, original. Como nadie te los ha contado. Y lo que es más importante: como nadie te los va a contar.

En este libro te encontrarás como recién salido de una óptica: con gafas nuevas, que te permitirán ver el mundo con nuevos ojos, y sobre todo con nuevas razones para interpretarlo mejor.

Se ha dicho, desde hace milenios, que la vista puede cegar al ser humano, es decir, que las apariencias engañan, porque lo que se ve con los ojos —con los sentidos— puede ser falso y engañoso. Aquí vamos a desenmascarar a ese tramposo que, precisamente, trata de engañarte ofreciéndote su ayuda, pero hablándote de miedos, mentiras y sentimientos de culpa. Paradójica forma de ayudar. Son los gurús del miedo, la mentira y la culpa. Los sacerdotes que limitan tu libertad y gestionan tu ignorancia emocional. ¿O prefieres llamarla inteligencia emocional? Advierte que es el mismo timo, pero con distinto nombre.

Por eso este no es un libro de autoayuda, sino de todo lo contrario: este es un libro contra los libros de autoayuda, para que puedas desengañarte por ti mismo de muchos errores comunes, y hacerte, además, libremente compatible con la realidad que te espera en el siglo XXI. Este es un libro contra miedos, mentiras y falsos sentimientos de culpabilidad. Es un libro liberatorio. Si tienes vocación de esclavo, no lo leas, porque te incitará a cambiar de opinión y de criterio. Cuando termines de leerlo, dispondrás de razones que ahora no tienes, y de argumentos que disgustarán a quienes tratan de convertirte en un idiota. Sé paciente contigo mismo. Recuerda que los idiotas no tienen amigos inteligentes.

Ten también en cuenta algo muy importante: la autoayuda es una forma de autoengaño. Este es un libro de desengaño. ¿Para qué? Para que no necesites la ayuda de quien actúa con el propósito de engañarte con miedos, mentiras y culpas falsificadas. Te lo digo con otras palabras: para que no necesites la ayuda de un impostor. Si te equivocas, equivócate a solas. Es mejor. No enriquecerás a otros con tus derrotas: te enriquecerás a ti mismo. Nunca caigas en la trampa de contar tus propios fracasos, y menos públicamente, en internet. Al que quiere saber, poquito, y del revés. Lo dice el refrán. Quien te confiesa sus miserias lo hace para hurgar en las tuyas. No regales tu intimidad por narcisismo ni por empatía. Una persona sin secretos carece de valor. Y de valores.

Un individuoverdaderamente libre y satisfecho es aquel que puede superar el miedo, que es capaz de ver las mentiras y no dejarse seducir —ni impresionar— por ellas y, sobre todo, que es inmune a los sentimientos de culpa que no le corresponden.

 

¿CÓMO SOBREVIVIR A MIEDO, MENTIRA Y CULPA?

 

Todos los sistemas de poder se han servido de estas tres fuerzas —miedo, mentira y culpa— para organizarse a sí mismos y para dominar a los demás, limitando su vida y controlando sus libertades. Siempre ha sido así, a menos que tú hagas que el miedo cambie de bando.

Piensa que muchas religiones antiguas imponían, como una exigencia fundamental, el temor a su Dios. Sin miedo, no hay religión. El temor es el fundamento de la sumisión. Sin miedo, no hay amo. Ni esclavo. El miedo es una de las condiciones de la obediencia. Naturalmente, se impone con mentiras, ilusiones y quimeras, promesas y esperanzas. Y látigo. El látigo no siempre está a la vista. El idealismo es imprescindible para hacer creer al esclavo que la libertad está en el trabajo, que la igualdad se basa en el cumplimiento de las leyes y que la felicidad consiste en potenciar tus sentimientos de culpa, aceptando sin objeciones tus defectos —reales o imaginarios— ante los demás. Todo esto son patrañas. Pero te obligarán a creer en ellas. De ti depende aceptar, o no, ese «contrato social».

En primer lugar, el trabajo no te hace libre a ti, sino más rico a tu amo. Pregúntate por qué cada vez es más difícil que tú mismo seas dueño de tu propio negocio y de los resultados de lo que haces y consigues. Pregúntate por el precio que tienes que pagar por trabajar. Y pregúntate, en concreto, para quién trabajas. Incluso si no trabajas, pregúntate a quién beneficia tu posible parasitismo.

En segundo lugar, el cumplimiento de las leyes no asegura ninguna igualdad entre los seres humanos, sino la obediencia y sumisión de los de abajo ante los de arriba. La igualdad es un mito y un idealismo político con cara de guillotina. Hay gente que prefiere que se lo digan en francés. Las leyes son siempre el resultado de la lucha por el poder. Y las pone quien lo conquista y lo detenta. Hasta que lo pierde. Que tú creas que tienes poder es cosa tuya. La democracia te permite disponer de esas creencias, porque de este modo molestas menos. En realidad, tú no has legislado nada: has votado lo que otros han legislado. Y así sucesivamente. Sales de una urna para meterte en otra. Hasta que llegues, como todos y cada uno de nosotros, a la definitiva y última urna.

Las leyes cambian siempre que cambia el poder, como cambian también su interpretación y su aplicación. La ciencia, por el contrario, no cambia cuando el tiempo y el espacio, la geografía y la historia, mudan de gestores. La ciencia no cambia sus fórmulas cuando los políticos cambian de chaqueta. El teorema de Pitágoras no cambia con cada Gobierno griego, ni europeo (que ya es decir). Lleva así desde hace más de 25 siglos. Ha sobrevivido al dracma. Algo tiene la ciencia, cuando sobrevive a democracias y totalitarismos. Y a los crudos cambios de moneda.

Y en tercer lugar, ni tu felicidad ni el bienestar o tranquilidad de tu conciencia —que es lo que buscan intoxicar religiones, ideologías y filosofías: para anestesiarte, después de amargarte la vida— tienen nada que ver con asumir sentimientos de culpa, inventados por los demás y completamente ajenos a ti.

Inocular en el ser humano sentimientos de culpabilidad, es decir, hacerle sentir culpable de ciertos problemas, es una forma muy útil de mantener a la gente sumisa, alienada y esclavizada bajo el imperativo de determinadas ideas. La culpa no sólo te quita el sueño: hipoteca también tu vigilia, tu trabajo y tu dinero. Las grandes causas quieren que les entregues tu voluntad, tu horario laboral y tus recursos económicos. Dona. Sé voluntario. Vigila a tu vecino. Trabaja gratis para «la causa». Con frecuencia, en nombre de la religión, la filosofía o las ideologías. Los grandes ideales siempre están ahí, para seducirte y abducirte. Espabila o defiéndete. O, sin ofrecer resistencia, como un pelele, entrégate y obedece. Tú eliges, sí, pero no esperes que te dejen elegir ni libre ni cómodamente. La libertad no se regala: se lucha por ella.

Antaño se nos hablaba de un supuesto pecado original, del cual nos redimían determinados rituales, desde el bautismo hasta la práctica de una lista de comportamientos relativamente obligatorios. Hoy se nos culpa de contaminarlo todo —aunque no tengamos coche ni sepamos conducir—, de atentar contra el bienestar animal —aunque no tengamos perritos ni gatitos (o precisamente por eso)— o de beber leche y comer carne (no sólo los domingos y fiestas de guardar).

Miedo, mentira y culpa son mucho más actuales de lo que crees. Son constantes históricas, geográficas y políticas, desde las que los diferentes sistemas religiosos, filosóficos y políticos tratan de organizar tu vida. Te dan seguridad a cambio de meterte, como un dócil jilguero, en una jaula, con alpiste sintético y acceso a internet. La seguridad de la jaula te quitará las ganas de volar. No será necesario cortarte las alas. De no usarlas, te quedarás sin ellas. Vivirás en una pecera en la que no sabrás nadar, pero de la que no podrás escapar. Quedarás enclaustrado en una pajarera, porque —por miedo— no querrás volar. Y no serás tan original como crees, pues la vida en clausura se ha inventado hace ya siglos. No eres el primero que renuncia a la vida —en vida— por cobardía. Sin embargo, hoy la clausura no es el convento, sino tu casa. Hoy el confinamiento no es el monasterio, sino tu conciencia, capturada en la red de internet, bajo la araña que para ti ha tejido su tela. A la Iglesia, la modernidad le ha arrebatado la mayor parte de sus posibles recursos humanos. Hoy la gente prefiere las facultades de Filosofía a los seminarios. Son más divertidas, al menos en apariencia. Tengo mis dudas respecto a la productividad.

Hoy tienes acceso a internet, a amigos a los que no conoces, ni conocerás nunca, y podrás disfrutar de todas las gilipolleces que se te ocurran, con otros que son igual de listos que tú. Vivirás en un confinamiento que no querrás abandonar, porque no sabrás qué hacer fuera. Dicho más claramente: porque no sabrás qué hacer con la libertad. Ni con la tuya ni con la de los demás. Y odiarás el placer y la libertad de los otros, a los que considerarás tus enemigos capitales, simplemente porque no los puedes controlar, o porque imaginas que disfrutan más que tú de todo y nada a la vez. Y desearás denunciarlos y acusarlos —con el dedo bien visible, para dar ejemplo de tus virtudes políticamente correctas— de traicionar esa sumisión a la que tú —por miedo y a cambio de seguridad emocional— te has entregado. Eres un inocente que acepta culpas imaginarias, las cuales te convierten no en una víctima, sino en un verdugo contra tus semejantes. Pero irás por la vida de verdugo miedoso, es decir, de miedoso disfrazado de verdugo. Siempre ha habido lobos con piel de cordero.

Si quieres eso, no vivirás ni mucho ni bien, pero sí con el debido miedo y la inquietud necesaria como para no superar jamás esa forma de reclusión: te tragarás todas las mentiras que te cuenten —no tendrás alternativa— y arrastrarás un sentimiento de culpabilidad que no te permitirá dar un paso. Sólo creerás liberarte de ese imaginario «pecado» en la medida en que culpabilices, acuses y responsabilices a otros de aquello que el sistema te exige denunciar y condenar. Señalarás con el dedo a tu prójimo sólo para verte libre, durante esos instantes, de cualquier sentimiento de culpa. Y te pasarás la vida señalando con el dedo a todo el mundo para asegurarte de este modo que nadie te señale a ti. Se llama neurosis.

El sistema es muy listo: como a un jefe perverso, le gusta dividir y enfrentar maliciosamente a sus subordinados. Sólo un tonto se presta a ese juego. Piensa un poco: suprimir la libertad de tu vecino es suprimir la tuya, zoquete. ¿Para qué quieres convertirte en algo así? Vivirás sin libertad, en la ignorancia de un tercer mundo semántico y en el «pecado» de tener que resolver los problemas de tus amos. Serás el chiste de tus superiores y morirás en la jaula de las redes sociales, gorjeando frases de autoayuda para los demás, porque, en el fondo, quien más las necesita eres tú.

Yo no te hablaré de tonterías. De eso ya te hablan los gurús del siglo XXI. Yo te mostraré la fruta del árbol prohibido. Dios o diablo, lo que hagas con ella es cosa tuya. Pero nunca serás un idiota.

1 ¿Araña o Narciso? El protagonista de este libro eres tú

 

 

 

 

 

La vida es una trampa para quien no sabe razonar. La realidad, el mundo, la sociedad, el trabajo son algunos de sus más diversos escenarios. Están llenos de trampas golosas y atractivos engaños. En ellos te esperan narcisos y arañas que tejen sus redes y telas para seducirte y hacerte fracasar en la vida. Imagino que lo sabes… Pero seguramente ignoras algunas estrategias importantes para hacerte compatible con la realidad y sobrevivir a las trampas de Aracne y los engaños de Narciso. El deseo es una estrategia que ninguna prevención puede detener. Narciso lo sabe incluso mejor que tú: el algoritmo conoce tus deseos. La araña, por su parte, sabe tejer muy bien la red de tu ansiedad. Aracne siempre sabe dónde estás y a dónde quieres ir. Y en este inquietante laberinto, en este turbulento siglo XXI, has de vivir.

Tus verdades no interesan a nadie: interesan tus miserias, tus fracasos y tus debilidades. La verdad sólo se revela y se conoce cuando no tiene consecuencias emocionales. La verdad no es emocionante. No te engañes. Lo que te dicen te lo dicen porque ya es irrelevante. Si fuera importante, te lo ocultarían. Nadie te revelará nunca ningún secreto. Ni siquiera intrascendente. Las mentiras son mucho más estimulantes que los secretos. Y la actualidad, esa forma informativa de despistar, es un saco de mentiras muy atractivas, y muy bien pensadas, para que el consumidor se equivoque, comente lo que no debe y confiese lo que ha de delatarle. No hay cebo sin anzuelo. Y el valor del anzuelo es directamente proporcional al atractivo del cebo.

Sin embargo, aquí no vamos a hablarte de secretos ni de mentiras. Tampoco de verdades. Verdad es el nombre que los filósofos dan a sus ocurrencias y fantasías. Incluso a sus propios errores, que ellos perciben como revelaciones trascendentes. Ridiculeces, que te venderán como formas supremas de sabiduría. Aquí vamos a hablar de ti, porque el protagonista de este libro eres tú. Pero advierte algo importante: no estás solo, porque también te acompaña en este protagonismo inquietante —y amenazante— una figura camaleónica y cambiante: el tramposo, ese personaje que, a lo largo de tu vida, durante el siglo XXI, tratará de engañarte constantemente. De él vamos a hablar aún más que de ti. Pero contigo.

Ese tramposo, intrigante y timador, es quien menos sospechas. Y sin embargo siempre será uno de tus ídolos más seductores y atrayentes. Hasta que te divorcies de él, si es que eres capaz de tal proeza y desengaño, estarás en su red y en su mente. Eres su objetivo. Arañas y narcisos trabajan para vivir a tu costa.

Tu independencia, como tu libertad, tiene un precio: el de tu inteligencia. ¿Sabes ver el anzuelo en el cebo? ¿Sabes vivir sin depender emocionalmente de los demás? ¿Sabes adquirir conocimientos y transmitirlos? ¿Eres capaz de vivir sin redes sociales? ¿Vives de tu trabajo o vives del trabajo de los demás?… El día en que tu vida valga menos que tu libertad, dejarás de ser quien eres, porque habrás dejado de ser inteligente, independiente y trabajador. De otro modo, es posible que te conviertan en un parásito, necio y dependiente de las más adversas consecuencias.

El mundo no trabaja para ayudarte. Trabaja para aprovecharse de ti y destruirte. Puedes ignorar esta advertencia, pero negarla no te servirá de nada: precipitarás tu propio final y protagonizarás tu propio fracaso. Un fracaso que no podrás contar a nadie, porque no vivirás con la debida dignidad para hacerlo y porque, además, no tendrás quien te preste atención.

 

POR TU IGNORANCIA, MENTIRÁS

 

El único punto débil que tienes es la ignorancia. No busques otros, porque no los tienes. Pero advierte que la ignorancia es tu talón de Aquiles. Es lo único que le interesa al poder del tramposo: controlar tu ignorancia, preservarla y potenciarla. Blindarla. Cualesquiera otros puntos fuertes que puedas tener son inservibles e inútiles, al lado de este punto débil que afecta a todos los demás, y específicamente a tus conocimientos.

Por tu ignorancia mentirás sin saberlo, trabajarás gratis sin ser consciente de ello —lo llamarás voluntariado—, malgastarás el poco dinero que tengas sin explicarte cómo, perderás amigos sin quererlo y discutirás con quienes no conoces a cambio de nada. Por tu ignorancia, el poder —cualquier forma de poder— hará de ti un títere y un pelele. Por tu ignorancia, morderás el anzuelo. Una y mil veces. Todos los anzuelos que te pongan. Y a cambio, tu ignorancia te hará feliz. Y al impostor que te engaña aún le hará más feliz que a ti. Porque por ignorancia entregarás tu vida —tu tiempo, tu ocio, tu trabajo— al tramposo. Y lo harás a cambio de nada. Comprarás todo el humo que te vendan. Porque el tramposo es un impostor que sólo te venderá humo. Y serás el festín de arañas y narcisos. Pero también puedes ser todo lo contrario, y poner en su sitio a cuantos vengan a ti con intenciones maliciosas y fraudulentas. Siempre que seas más inteligente que ellos. Nunca subestimes a un adversario. Y menos, a un depredador de seres humanos. Y no olvides que todos los seres humanos son depredadores implacables de los de su misma especie. ¿Crees en la solidaridad? Si tu respuesta es que sí, posiblemente no has comenzado todavía a buscar trabajo, o tal vez has tenido mucha suerte. Eso tú lo sabes, si es que no quieres engañarte a ti mismo.

Estás en uno de esos momentos de la historia en los que hay generaciones que no saben qué hacer con lo que han recibido. No saben qué hacer ni con lo que tienen delante, ni consigo mismas. Ni siquiera son conscientes de sus necesidades, porque ni siquiera saben interpretar sus propios sentimientos. Un exceso de emoción puede acarrear un déficit de pensamiento y reflexión. Asegúrate de que no es tu caso. Confirma y demuestra que sabes hacer algo útil. Asegúrate de que eres capaz de ganar dinero trabajando. Quien no trabaja, no madura. Quien no madura, no razona. Quien no razona, no sobrevive en condiciones aceptables de salud física y mental.

Y ahora presta atención a esto, porque te afecta directamente. El siglo XXI está determinado por tres hechos inevitables: el fracaso de la democracia y la destrucción del Estado moderno, el triunfo de la barbarie y de la ignorancia violenta, y la deshumanización digital del ser humano, a través de todo tipo de artificios que reemplazan, de forma programada e imperativa, la originalidad y el curso natural de la vida humana, la inteligencia personal y las relaciones sociales. ¿Qué harás de tu vida ante esta triple encrucijada?

Aquí trataremos de darte algunas explicaciones, pero la solución a tus problemas será exclusivamente tuya. El mundo no está hecho para ti: el mundo está hecho, y tú te las apañas. No esperes que nadie te ayude, porque una de las trampas más frecuentes, uno de los engaños más seductores, es ofrecer ayuda al prójimo. La oferta de ayuda es la antesala de la mentira. El más suculento anzuelo de Aracne y Narciso. Elaborado y publicitado especialmente para ti.

La vida es básicamente una combinación de tres elementos: un autoengaño inesquivable —individual y colectivo—, un dolor de cabeza con pausas inesperadas y varios momentos excelentes, tanto reales como fingidos, incluso en medio de cualquier cefalalgia, que llegan sin avisar y se van cuando menos lo esperas. Y la dicha, cuando se va, nunca vuelve en su formato original. Nunca dejes escapar a alguien realmente valioso. La suerte —como la salud— se va sin avisar.

El ser humano es el único animal al que es posible acobardar moralmente. ¿Cuántas veces lo han hecho contigo? ¿Cuántas veces lo has hecho tú con los demás? Tú sabes que los errores cuestan caros a quien los paga, no a quien los comete. No puedes prescindir de la inteligencia para sobrevivir. Pero debes saber que la inteligencia atrae involuntaria y golosamente a todo tipo de psicópatas y criaturas psicóticas. Las atrae, por supuesto, de forma patológica. De un modo mucho más intenso que a las personas supuestamente «normales». El dinero atrae a los ladrones y a los banqueros, el mérito a los enemigos y a los farsantes, el talento a los envidiosos y a los parásitos, la inteligencia a los psicópatas, la calumnia a todos y la verdad a nadie. ¿Sabes situarte en este mapamundi de relaciones públicas?

 

LA REALIDAD NO TOLERA A SUS ADVERSARIOS: LOS IDEALISTAS

 

Querrán acabar contigo. ¿Cómo te defenderás, si el adversario es más inteligente que tú? Aracne, que teje la tela de internet, es muy astuta, y Narciso, que tratará de seducirte para arruinarte la vida, es muy goloso. Si no te enfrentas a los fuertes es porque no eres uno de ellos. Y si prestas atención a un necio, hazte un favor, antes de que sea demasiado tarde: pregúntate por qué lo haces.

En una sociedad basada en el autoengaño no hay lugar para la realidad, sino para las apariencias y las mentiras. Pero la realidad siempre destruye a quien no es compatible con ella. La realidad no tolera a sus adversarios: los idealistas. ¿Eres uno de ellos? No respondas a esta pregunta sin antes haber leído este libro hasta el final, porque podrías equivocarte.

Escucha: la vida sin objetivos es un suicidio sin consecuencias. Pero una vida de objetivos imposibles o irreales es un fracaso que no tiene arreglo. Y lo que es peor: una tragedia que estalla sin dar síntomas previos —sin anunciarse— y cuyas consecuencias son irreversibles. No hay vuelta atrás. La vida, una vez perdida, no te la devuelve nadie. Ni recuerdo serás. No te fíes de los vivos. No te fíes de quienes te sobrevivan. Los vivos mienten todos los días, porque sin la mentira la supervivencia es imposible. El teatro permite ensayos y estrenos. Pero la vida no es una obra de teatro: la vida no permite ser ensayada. No hay alternativa al pasado. Piensa, pues, lo que haces entre arañas y narcisos. Ni los unos ni los otros son tus amigos. No te engañes. Sólo tienes un cuerpo: no juegues con él.

Fíjate en la posmodernidad, es decir, en el mundo en que hoy vives: es un conjunto de problemas que, procedentes de la anglosfera, y de la cultura estadounidense, se han exportado y extendido mediante su globalización política, de forma extremadamente conflictiva y beligerante, al resto de las democracias occidentales, las cuales carecían de tales patologías hace poco más de medio siglo. Y no sólo han inflamado amargamente tu presente y tu futuro, sino que también han precipitado el fracaso histórico, ya irreversible, aunque para muchos todavía sea invisible y muy ajeno, de nuestras posibles democracias. De esto no te hablará nadie. Pero es posible que te quedes sin democracia antes de llegar a viejo.

En tiempos de barbarie, el conocimiento es una ofensa. Y tu inteligencia es un peligro para quienes te rodean. A partir de cierto punto, la inteligencia resulta intolerable, incluso en el colegio, en el instituto de enseñanza media y, sobre todo, en la Universidad. Cuando las personas inteligentes carecen de libertad, sólo los tontos aplauden.

Advierte que un prejuicio sólo se supera —o se transforma— a través de dos experiencias muy humanas: el desengaño personal o el descubrimiento de hechos reales inéditos, los cuales destruyen un idealismo precedente, que el autoengaño o la ignorancia preservaban intacto. Pero los prejuicios son mucho más rentables que las ideas. La gente prefiere el prejuicio al conocimiento crítico e independiente. Piensa ante todo de dónde proceden tus «ideas». Es posible que varias de ellas estén saturadas de prejuicios. Las ideas, como algunas especies animales, también necesitan desparasitarse.

La gente quiere opio. No quiere intérpretes. Prefiere el espejismo al oasis, prefiere la alucinación que atonta y satisface a la experiencia crítica y científica, prefiere el sueño freudiano a la vigilia racionalista. Prefiere el parasitismo a la responsabilidad. Prefiere el engaño a la verdad, la mentira al conocimiento, la pedagogía a la educación, el protagonismo a la discreción, la opinión a los hechos y el dinero a la libertad.

Vivimos en un mundo de creencias, donde la verdad es la apariencia y lo que importa es la mentira. Quien no vive en el desengaño (de la apariencia) vive en la ignorancia (de la realidad). Tú eliges.

También somos inteligentes en la medida en que nuestras ideas exigen a los demás ser inteligentes para interpretarlas. Y no olvides nunca que los idiotas no tienen amigos inteligentes.

2 ¿Estás seguro de que sabes identificar al tramposo?

 

 

 

 

 

Tu fracaso personal es el éxito del tramposo. ¿Sabes lo que esto significa? Significa su triunfo y tu derrota. Su objetivo esencial es engañarte para hacerte fracasar. Debes asegurarte de que sabes identificar sus trampas y evitar sus engaños. De lo contrario, tu vida está perdida. ¿No lo crees? Escucha lo que voy a contarte.

El ser humano madura cuando ejecuta su primer ardid, es decir, cuando consigue el éxito de su primera trampa o engaño.

Sin embargo, a la gente le encanta que la engañen. El alumno universitario, lejos de ser una excepción, es el ejemplo más juvenil, alegre y sofisticado de Narciso.

Narciso es el dios del siglo XXI. Una experiencia interesante será la visión de su derrumbe divino: el ocaso de Narciso. Un buen título —que te regalo— para una novela de autoayuda. ¿Te atreves a narrar el ocaso del dios Narciso? El narcisismo es la crónica de un fracaso anunciado. De tu propio fracaso, si no sabes evitarlo. Porque el ocaso de Narciso es hoy imposible: su éxito está asegurado en nuestro tiempo, ya que sus víctimas son innumerables y crecientes. Narciso nunca muere, pues, como acabo de decirte, su éxito se basa en tu fracaso.

¿Sabes qué tienen en común pseudociencia, magia y geopolítica? Yo te lo diré: público. ¿Estás entre ese público?

El ser humano, hombres y mujeres, a lo largo de toda su vida, viven rodeados, asolados e intervenidos por todo tipo de creencias que se utilizan para controlarlo, manipularlo y someterlo. Esto lo dice todo el mundo, pero ¿acaso saben decirte también cómo evitar esa manipulación y cómo desarrollar una estrategia vital alternativa? Las personas cultas, inteligentes, creen que están mejor preparadas para evitar estas formas sofisticadas de manipulación. En realidad, se equivocan. Quien manipula dispone de más inteligencia que cualquiera de los manipulados. Siempre hay alguien más listo que tú.

La inteligencia es un código que el sistema manipula incluso mejor que la ignorancia. ¿Acaso crees que la cultura se ha inventado para hacerte mejor persona y más valioso socialmente? La cultura es un cepo, una trampa de las mayores que hay: se ha inventado para que no puedas evitarla sin sentirte un bicho raro y excluido. La cultura es el producto que, si no lo aceptas, te convierte en un proscrito. Y en nombre de la cultura todo está permitido: excepto enfrentarse a ella.

 

 

LA CULTURA ES UNA TRAMPA

 

La cultura es más fuerte y potente que tú, y tú con frecuencia no tienes armas para actuar en contra de nada que lleve el sello de lo culturalmente correcto. La cultura es la máscara de la política. Vivir de espaldas a ella es vivir en el destierro, el vacío social y la soledad personal. Si no comulgas con la cultura, el mundo te hace el vacío.