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En este libro, Guillermo Obiols aborda aspectos cruciales de la enseñanza de la filosofía. En primer lugar, a partir de la revisión de su historia, identifica diversos interrogantes que ella puede suscitar, en los distintos niveles educativos. Ya frente a éstos, trata de hallar respuestas a la problemática de aprender y enseñar filosofía, en algunos filósofos clásicos y contemporáneos. Esta indagación le permite arribar a una propuesta que es confrontada con algunas ideas y teorías pedagógicas contemporáneas. Sobre esa base expone, en la parte conclusiva de la obra, los elementos básicos de un modelo formal general para la enseñanza de la filosofía.
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Seitenzahl: 160
Veröffentlichungsjahr: 2021
Guillermo Obiols
Una introduccióna la enseñanza de la filosofía
Nueva edición
Cuidado de la edición y presentación
Alejandro Cerletti
Prólogo a la primera edición en castellano
Eduardo Rabossi
Prólogo a la primera edición en portugués
Walter Kohan
Obiols, Guillermo A.
Una introducción a la enseñanza de la filosofía. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2014. - (Formación docente. Filosofía; 1)
E-Book.
ISBN 978-987-599-350-1
1. Formación Docente. 2. Filosofía.
CDD 107
© Libros del Zorzal, 2008
Buenos Aires, Argentina
Printed in Argentina
Hecho el depósito que previene la ley 11.723
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Índice
Presentación | 6
Prólogo a la primera edición en castellano | 9
Prólogo a la primera edición en portugués | 13
Introducción | 16
Antecedentes, prácticas y problemasen la enseñanza de la filosofía | 20
La enseñanzay el aprendizajede la filosofía: cuestiones de fundamento | 52
Hacia un modelo general formalpara la enseñanza de la filosofía | 73
Epílogo
Cuestiones pendientes | 95
Anexo
¿Es necesario que hoy los jóvenes aprendan filosofía? | 97
Bibliografía | 103
A HORACIO OBIOLS,
in memoriam
Presentación
La nueva edición del libro de Guillermo Obiols Una introducción a la enseñanza de la filosofía representa, en muchos aspectos, un hecho significativo.
Si volviéramos nuestra mirada algún tiempo atrás, no más de tres décadas, veríamos que el panorama de la didáctica de la filosofía o, en sentido más amplio, el del estudio de su enseñanza, era en nuestro país muy reducido. Salvo algunas pocas excepciones, no se trataba de un ámbito importante de producción teórica y la resolución de las cuestiones prácticas vinculadas con enseñar filosofía quedaban casi siempre libradas a la adopción acrítica de técnicas originadas en la “didáctica general” o a la espontaneidad docente de quienes dominaban, supuestamente, la disciplina filosófica y se veían en situación de tener que dar clases.
Tras el retorno a la democracia, desde las cátedras de Didáctica Especial en Filosofía de las universidades de Buenos Aires y La Plata, Guillermo Obiols comienza a desempeñar un papel central en la reconstrucción del lugar que se asigna a la enseñanza de la filosofía a nivel institucional y el sentido que se le otorga. Y lo hace, fructíferamente, en varios planos. Escribe libros de texto orientados hacia la escuela media que constituyen una renovación –desde lo textual hasta la gráfica– respecto de la producción tradicional de este tipo de material; promueve la creación y codirige el primer proyecto de investigación de la Universidad de Buenos Aires explícitamente orientado a la enseñanza de la filosofía (el “Programa para el mejoramiento de la enseñanza de la filosofía”); es miembro fundador y primer presidente de la Asociación Argentina de Profesores de Filosofía (Sapfi), la primera organización profesional que nuclea a los profesores de filosofía del país; en cada una de estas dos últimas entidades impulsa la realización de jornadas nacionales sobre enseñanza de la filosofía, que desde principios de los noventa hasta hoy se realizan anualmente. Asimismo, produce, y estimula la producción, de trabajos e investigaciones sobre el tema y fomenta el vínculo de quienes desarrollan estas actividades en el país y el exterior. A través de esta múltiple actuación, Guillermo contribuyó de manera decisiva a ubicar la enseñanza de la filosofía en un lugar visible del escenario académico filosófico y de la comunidad educativa en general. Con una gran convicción y perseverancia abrió los caminos que hoy transitamos.
El libro que aquí presentamos refleja, en cierta forma, hasta dónde había llegado este proceso de construcción de un campo de problemas y cómo Obiols situaba y se situaba en ese proceso. Una introducción a la enseñanza de la filosofía ofrece un recorrido histórico y crítico que, a la par de mostrar un estado de situación, identifica una cuestión capital: cómo es posible fundamentar una teoría de la enseñanza filosófica. Podríamos decir que este libro constituye un momento clave en su producción, ya que es el punto de transición de una etapa, donde su atención estuvo fijada esencialmente en cuestiones didácticas, a otra, en la que comenzaba a plantearse, con mayor profundidad, la necesidad de remitir el problema “enseñar filosofía” a su dimensión filosófica. En consonancia con esta preocupación, el autor aborda otra de sus inquietudes principales, como profesor e investigador: cómo enseñar a enseñar filosofía sin caer en la receta del especialista que prescribe las “buenas modalidades” de ese enseñar. Formula para ello un “modelo general formal para la enseñanza de la filosofía”, donde intenta mostrar la estructuración filosófico-didáctica básica que podría subyacer en toda propuesta de enseñanza filosófica, y que podría tener a la mano cualquier profesor de filosofía, más allá de su orientación filosófica o pedagógica.
La prematura muerte de Guillermo no sólo nos privó de un ser humano excepcional sino que también nos frustró de compartir este proceso de construcción conceptual en una dirección muy fértil, que comenzaba a materializarse en este libro. Pero este libro es justamente eso, el comienzo de la construcción de problemas filosóficos y didácticos de fondo sobre la enseñanza de la filosofía. En él se despliega una hoja de ruta que permitirá en el futuro recorrer un terreno ya vislumbrado, con una referencia amigable. En esto radica su gran importancia.
A siete años de su aparición, con el anexado de un trabajo inédito y algunos retoques menores de actualización, la nueva edición de Una introducción a la enseñanza de la filosofía, nos permite retomar con Guillermo, en esta extraña forma de la eternidad que son los libros, un diálogo que se había interrumpido, y que será sumamente fructífero para todos aquellos que se interesan en la filosofía y su enseñanza.
Agradezco a Silvia Di Segni Obiols, y a Julieta y Ana Obiols, porque han estimulado y ayudado a que esta nueva edición fuera posible.
Que el libro que inaugura la colección de “Formación Docente en Filosofía” de la editorial Libros del Zorzal sea Una introducción a la enseñanza de la filosofía, de Guillermo Obiols, es un modesto homenaje a quien fuera uno de los principales impulsores del estudio y las investigaciones sobre la enseñanza de la filosofía en la Argentina.
Alejandro CerlettiDirector de la colección
Prólogo a la primera edición en castellano
A Guillermo Obiols lo sorprende “la poca vocación de la comunidad filosófica por examinar sus propias prácticas pedagógicas”. Cita en apoyo a Luis Noussan-Lettry: “estamos implicados en la enseñanza, nos formulamos preguntas y esbozamos respuestas. Pero es improbable que redactemos trabajos sistemáticos y extensos sobre tales asuntos”.
Los dos tienen razón. Pero, ¿qué diagnóstico merece esa actitud o situación?
Noussan-Lettry destaca la falta de tiempo. Sugiere que estamos demasiado requeridos por la investigación y por las obligaciones docentes como para dedicarnos a reflexionar sobre la enseñanza.
En el Epílogo de este libro, Obiols desliza una afirmación que bien podría servir para un diagnóstico más interesante: las prácticas pedagógicas “se heredan”. Uno aprendió filosofía de una cierta manera, enseñado por profesores/as que a su vez también la aprendieron de esa manera y, como es natural, seguimos con la costumbre de enseñar de la misma forma, sin sentir la necesidad de algún tipo de cuestionamiento. Es que cuando una práctica se torna estándar, cuando se canoniza, el examen crítico no sólo se considera innecesario sino que hasta puede ser tachado de mal gusto.
Otro diagnóstico, más radical que los anteriores, es éste. Si Obiols tiene razón cuando afirma que aprender filosofía y aprender a filosofar “son caras de una misma moneda” y si (como creo) lo que vamos a considerar digno de ser enseñado como filosofía y aquello en lo que va a consistir aprender a filosofar dependen básicamente de la posición filosófica de nuestra preferencia, plantear una discusión comunitaria “acerca de las propias prácticas pedagógicas” implica necesariamente abrir la caja de Pandora de las diferencias filosóficas. Esas diferencias –lo sabemos de antemano– no pueden ser zanjadas racionalmente. Es mejor, entonces, dejar las cosas como están. Es mejor no encrespar las aguas quietas. La “poca vocación” que Obiols denuncia vendría a ser, en realidad, un rasgo de prudencia institucional.
Sea como fuere, Obiols ha decidido entrarle al tema con toda decisión. A lo largo del libro desgrana una serie de cuestiones que constituyen, sin duda, temas ineludibles en una discusión seria. Como es de esperar, no todas las cuestiones que trata tienen el mismo carácter ni merecen la misma atención. Algunas son históricas, como cuando describe los antecedentes europeos y nacionales de la enseñanza de la filosofía en el nivel universitario y secundario. Otras son políticas, como cuando presenta y evalúa la reforma educativa de la década de 1990 en nuestro país. Otras tienen carácter teórico, como cuando discute con Kant y Hegel acerca del aprendizaje filosófico, o con Abelardo, Schopenhauer y Gilson respecto de la enseñanza de la filosofía “como un mal menor”, o cuando sostiene la “ruptura del dualismo” enseñar filosofía/filosofar. Otras cuestiones, por fin, tienen el carácter de propuestas explícitas. El modelo general formal para la enseñanza de la filosofía que presenta en el capítulo 3, que considera “compatible con cualquier posición filosófica”, es descripto “como un piso sólido con raíces en la filosofía misma y en algunas ideas y teorías pedagógicas contemporáneas como para pensar la enseñanza de la filosofía”.
El texto también plantea cuestiones específicas como la aparente contraposición entre enseñar filosofía y dedicarse a filosofar, el perfil del egresado (vocacional, profesional, comprometido), las modalidades de la enseñanza de la filosofía (histórica, problemática, doctrinaria), la pertinencia de los planes de estudio, el porqué de la carrera de filosofía (¡una buena pregunta!), las relaciones entre la enseñanza universitaria y secundaria de la filosofía, la historia de la enseñanza de la filosofía en nuestro medio, entre otras.
Como se puede apreciar, el menú es variado. Hay mucho para analizar y mucho para discutir. Es que el tema de la enseñanza de la filosofía no es un mero divertimento para expertos en temas pedagógicos o didácticos generales. Por lo menos, no es sólo eso. El libro consigue mostrar que, básicamente, es un tema anclado en cuestiones filosóficas, lo que implica decidir acerca de la índole de la filosofía y del filosofar y acerca de la ubicación de quienes filosofan y profesan la filosofía en un contexto social y económico dado.
Guillermo Obiols tiene autoridad para plantear y discutir esos problemas. Es un especialista reconocido en la didáctica de la enseñanza universitaria y secundaria de la filosofía. Ejerce la cátedra correspondiente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y lo hizo en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Ha practicado intensamente la docencia universitaria y secundaria. Publicó numerosos artículos en revistas especializadas. Ha contribuido en volúmenes colectivos y ha escrito unos doce libros, solo o en colaboración, para y sobre la enseñanza de la filosofía. Su participación en congresos y jornadas nacionales e internacionales es intensa. Recientemente ha completado su mandato como Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata. Es miembro fundador y fue el primer presidente de la Asociación Argentina de Profesores de Filosofía, entre muchos otros antecedentes.
Desde hace varios años estamos empeñados con Obiols, junto con el grupo de colegas mencionados gentilmente en la Introducción, en desarrollar un “Programa para el mejoramiento de la enseñanza de la filosofía”. Nos hemos acostumbrado a considerar la práctica docente como un tema propio de la reflexión filosófica, asistidos por los aportes de las Ciencias Cognitivas y las Ciencias de la Educación, tomando siempre en cuenta nuestra realidad.Como Obiols da la bienvenida al “debate de [sus] tesis”, descuento que servirán para alentar el ímpetu polémico del grupo. Pero el valor del libro trasciende ese tipo de marco previsible. Su verdadero éxito consistirá en que logre despertar del “sueño dogmático”, en cuanto a la enseñanza de la filosofía, a quienes la practican o profesan en la universidad y en los colegios secundarios.
Eduardo Rabossi
Prólogo a la primera edición en portugués1
La enseñanza de la filosofía vive momentos contrastantes en Brasil. Por un lado, hay síntomas que muestran una indudable vitalidad: en los últimos tres años se organizaron, en diversas regiones del país, por lo menos siete encuentros con un mínimos de 300 participantes en cada uno de ellos, para debatir cuestiones teóricas, metodológicas y políticas sobre el tema; al menos quince libros, incluyendo compilaciones y traducciones, fueron publicados en estos años. Por otro lado, el veto presidencial a la ley que tornaría a la filosofía (junto con la sociología) obligatoria en la enseñanza media del país parece haber congelado los ánimos de algunos que veían en esa norma legal la posibilidad de concretar la función formativa de la filosofía. En este marco, ¿cuáles pueden ser los motivos para traducir y publicar Una introducción a la enseñanza de la filosofía, el libro más reciente del profesor argentino Guillermo Obiols?
Hay múltiples razones que justifican esta publicación. Por un lado, Guillermo Obiols es uno de los más importantes investigadores del área en América Latina. Su trayectoria no se restringe al trabajo teórico sino que, sobre todo, se concentra en la formación de “nuevos profesores”, desde la coordinación de la cátedra de Didáctica Especial y Prácticas de la Enseñanza en Filosofía, en la Universidad de Buenos Aires. Pocas personas de la región tienen un compromiso tan importante con la enseñanza de la filosofía como Guillermo Obiols.
Por otro lado, este trabajo constituye una suerte de síntesis, clara, concisa, honesta de sus ideas en relación a las principales cuestiones teóricas y metodológicas de este campo. El libro está organizado en tres capítulos: en el primero, más histórico, G. Obiols sitúa la enseñanza de la filosofía en América Latina, desde sus antecedentes europeos hasta el presente, en los niveles medio y universitario. En el segundo, más filosófico, trata, en diálogo con algunos filósofos de la historia, cuestiones ligadas al significado de enseñar y aprender filosofía. En el último, más pedagógico, propone un “modelo formal general para la enseñanza de la filosofía”. El lector no debe esperar en esta sección una propuesta didáctica específica o un método para enseñar filosofía. Al contrario, el propósito es proponer algunos elementos en los que puedan basarse diferentes métodos para enseñar filosofía, a partir de diversas concepciones de la filosofía, en los distintos niveles de la enseñanza.
Si los dos primeros capítulos son de gran valor histórico y filosófico, el tercero es el más osado y, al mismo tiempo, controversial. El modelo no se ciñe a una posición filosófica específica y se apoya en tres ideas o teorías pedagógicas: a) la teoría de los contenidos (Coll 1994): el aprendizaje filosófico requiere aprender filosofía (contenidos conceptuales) y, al mismo tiempo, aprender a filosofar (contenidos procedimentales y actitudinales); b) el constructivismo: el aprendizaje de la filosofía es un proceso integral de construcción y reconstrucción que se basa en una pedagogía activa; c) una concepción crítico-filosófica del papel del profesor: el profesor de filosofía no es un técnico, sino un investigador y un productor de saber en su disciplina, en suma, un filósofo. A partir de estos elementos, G. Obiols desarrolla, desde su amplia experiencia, un modelo que concentra su forma de entender la enseñanza de la filosofía. La pretensión es situar la enseñanza de la filosofía en el propio terreno de la filosofía, como una cuestión estrictamente filosófica.
El lector que acepte el desafío podrá preguntarse si es posible justificar filosóficamente un modelo para la enseñanza de la filosofía sin poner en cuestión todos los aspectos que componen esa enseñanza, empezando por la propia filosofía y su pedagogía; o, además, si es posible hacerlo sin explicitar una forma específica de entender y practicar la filosofía; en otras palabras, el lector podrá preguntarse si el propio autor llega a cumplir su propósito. En cualquier caso, el libro consigue un logro rotundo por las cuestiones filosóficas que propone y suscita. Todo lector atento encontrará en él jugosos elementos para pensar los principales aspectos de la enseñanza de la filosofía, y bases fundamentales y honestas para construir un método para enseñar filosofía. Junto con esto, el texto ofrece una rica y variada bibliografía en la materia.
Una introducción a la enseñanza de la filosofía seguramente será, tanto para los futuros profesores de filosofía como para los que ya ejercen la docencia, algo más que lo que su título indica. Constituirá un excelente interlocutor para repensar la propia práctica. Tal vez sea ésta la razón principal que justifica su publicación entre nosotros. En buena hora.
Walter KohanBrasilia, junio de 2002
Introducción
Desde el nacimiento de las universidades en la Baja Edad Media, por no remontarnos más atrás, la enseñanza de la filosofía ocupó un lugar relevante en la educación. A partir de los siglos XVI o XVII la filosofía se enseñó también en los colegios “preparatorios”, en los que se originó la educación secundaria. El iluminismo moderno, en general, y la tradición republicana francesa, en particular, le asignaron a la misma un papel emancipador, es decir, la posibilidad de la liberación de las distintas tutelas que habían aceptado los hombres. La Unesco, desde su fundación, y a través de distintos coloquios, enfatizó la importancia de la enseñanza de la filosofía como base de la enseñanza de las ciencias, por su papel en la formación del ciudadano y por constituir el núcleo de una formación cultural y humanística. Como contrapartida, durante los siglos XIX y XX, tendencias cientificistas apuntaron a disminuir su importancia o reducirla a la epistemología.
Hoy por hoy, en los comienzos del siglo XXI, ante la complejidad de los problemas que enfrentan las sociedades contemporáneas por la concentración de la riqueza y la pavorosa exclusión social, el crecimiento de los fundamentalismos, los encuentros y los desencuentros entre las culturas, los dilemas éticos derivados del desarrollo científico-tecnológico, los problemas de la democracia, etc., se impone con urgencia la enseñanza de la filosofía como enseñanza de una radical actitud crítica, si queremos que los seres humanos sean dueños de su vida y capaces de pensar y de transformar el mundo que les toca vivir. Sin embargo, con la misma urgencia debe plantearse cómo enseñar la filosofía, qué clase de aprendizajes promover y otras preguntas conexas.
En este pequeño libro damos por sentada la necesidad de la enseñanza de la filosofía (aunque a veces los funcionarios con responsabilidades en la educación no piensen del mismo modo) y nos proponemos abordar las preguntas formuladas considerándolas más bien como objeto de una indagación teórica y de un enfoque general que se plantee cuestiones de sentido en torno a ellas, en lugar de hacerlo desde una perspectiva práctica o estrechamente didáctica que busque solucionar preocupaciones metodológicas. En el primer capítulo se consideran algunos antecedentes históricos de la enseñanza de la filosofía y se tratan los problemas que ésta presenta en el nivel secundario y en la universidad. Ante las cuestiones abiertas, el segundo capítulo trata de hallar una respuesta a la problemática del aprendizaje y de la enseñanza de la filosofía en el pensamiento de algunos filósofos clásicos y contemporáneos. Esta indagación nos permite arribar a una respuesta que en el capítulo tercero se confronta con algunas ideas y teorías pedagógicas contemporáneas. A partir del resultado obtenido proponemos, en la conclusión de la obra, los elementos básicos de un modelo formal general para la enseñanza de la filosofía.
Por lo dicho, el libro puede resultar más o menos frustrante para quien busque una colección de métodos para la enseñanza de la filosofía o ejemplos de tratamiento “didáctico” de problemas filosóficos. No los contiene por dos motivos. Por una parte, porque sólo se pretende realizar una aproximación a las bases o a cuestiones de fundamento en la enseñanza de la filosofía y, en consecuencia, no intenta entrar en detalles. En segundo lugar, y esto es más importante, porque del mismo tratamiento del tema surge que dichos “métodos” sólo pueden tener un valor relativo.