Versos políticos - Antonio Palomero - E-Book

Versos políticos E-Book

Antonio Palomero

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Beschreibung

Esta recopilación poética de Antonio Palomero también podría titularse «Poesía contra la clase política», porque en eso consiste cada uno de los poemas de «Versos políticos», en una crítica mordaz a los principales políticos que gobernaban España a finales del siglo XIX: Antonio Cánovas del Castillo, Emilio Castelar, Práxedes Mateo Sagasta o Venancio González Fernández.

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Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Antonio Palomero

Versos políticos

PRÓLOGO DE LUIS TABOADA

(GIL PARRADO)

Saga

Versos políticos

 

Copyright © 1895, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726686654

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Al fundador, director & redactores de EL PAIS, su buen amigo y compañero

el autor .

PRÓLOGO

EPÍSTOLA Á ANTONIO PALOMERO

Por qué quieres, caro Antonio,

que te presento yo al público?

¿Acaso no te conoce?

¿ó crees tú que eres alguno

de esos poetas de lanas

que escriben para su uso

y hacen las tiernas delicias

de amigos y contertulios

en casa de las de Ojete

ó de las de Vientre Rubio?

No, Antonio, tú eres poeta

varonil, de ingenio agudo;

fustigador de lo cursi,

enemigo de lo absurdo,

y azote de truchimanes

que viven en este mundo

por la bondad de los jueces

y á costa de los estúpidos.

Tú satirizas de balde

sin usar, como hacen muchos,

por razones, insolencias;

á falta de ingenio, insultos;

á guisa de chistes, coces

y en vez de pluma un trabuco.

Tú das, al rencor ajeno,

á cada quisque lo suyo,

sin jugueteo de frases,

ni tropos, ni subterfugios,

ni retruécanos ridículos

que ya han caído en desuso.

Tú eres, en fin, un artista

y no un pescadero inmundo

que halagando maritornes

va despachando besugos,

como hacen con sus trabajos

ciertos poetas al uso,

de ingenio y gracia valdíos

en las sandeces fecundos

y que tienen en el cráneo

en vez de sesos, engrudo.

Si no vendes en dos días

tus tomos, uno por uno,

no habrá justicia en la tierra

ni decoro ni buen gusto.

Pero, mi querido Antonio,

vendas poco ó vendas mucho,

tú siempre serás un hombre

sincero, entusiasta, culto,

que no adula al poderoso;

que se separa del vulgo

y que diciendo á destajo

claridades como puños,

le llama al pan, pan, y al bestia

sin más preámbulos «bruto».

Y no va más; do tus tomos

te ruego me mandes uno

para dárselo á mi chico

que es de las musas alumno,

á fin de que sepa un día

que tú y yo decimos juntos:

«La política es la cosa

más ridícula del mundo».

Conque, abur, voy á Figueira,

donde tengo por seguro

que no he de ver á Sagasta

ni á mi Becerra ni á Angulo.

Sabes que siempre te quiere

Luis taboada

6 de Julio.

Gil Parrado á sus lectores

¡Señores!

Ofrezco á ustedes

este tomo modestísimo,

y á su indulgencia grandísima

y á su bondad me remito.

Perdonen las muchas faltas

que en él hallarán de fijo,

aunque yo no me perdone

por haberlas cometido.

Bien quisiera que estuviese

magníficamente escrito,

pero no llegan las fuerzas

donde los deseos míos.

A escribir versos, señores,

hace tiempo me dedico;

gracias á los versos, como,

y por consecuencia, vivo.

Por eso á mi pobre lira

la estoy muy agradecido

pues cada cuerda que suena

me equivale á un panecillo.

No quiero ponerme moños

pero, con franqueza digo,

que un ciudadano, aunque sea

más poeta que Virgilio

si tiene que escribir versos

para ganarse el cocido

¡el corazón so le encoje

y se le arruga el ombligo!

Esto es lo que me sucede

á mí, lectores queridos,

que estoy á miles de leguas

del gran poeta latino.

En El País ha tres años

que casi á diario escribo;

¡qué sudores, qué fatigas

las que me han acometido!

Mas de todas esas cosas

nada diré, pues opino

que eso de contar las penas

propias, resulta aburrido.

A disipar las de ustedes

mando mis Versos Políticos,

donde se sacan flaquezas

de los hombres de partido

que en la política brillan

y mandan á su capricho

y en el presupuesto viven

y nos llevan al abismo.

De ellos, que son todos malos,

resulta este tomo digno,

pues no tiene nada bueno

á no ser: un saladísimo

prólogo de Luis Taboada,

mi excelente y gran amigo,

donde me dedica elogios

que jamás he merecido;

y una porción de dibujos

intencionados, magníficos,

de Angel Pons, el dibujante

correcto, inspirado, fino.

Por eso sólo, por eso

deben de comprar el libro,

y si así lo hacen ustedes

¡que Dios se lo pague!

He dicho.

VERSOS POLITICOS

DE CANOVAS A ELISA

EPÍSTOLA INÉDITA

Mi carta que es feliz, pues ra á buscarte.

cuenta dará de la memoria mía.....

Soy el bizco infeliz que por amarte

osó pulsar la ignota chirimía!

Y hoy viene á mi memoria

la dulce placidez de tus amores

que forman una página en mi historia,

como viene la abeja

al cáliz do las flores,

y el ratoncillo al queso,

y el diputado joven y sensible

al salón de sesiones del Congreso.

Cuando pienso en las graves soluciones

que ahora se ofrecen á mi mente inquieta,

me acuerdo de tu amor, de las canciones

que te rindió la musa del poeta;

á tí que fuiste la mujer amada

con quien pasé mi juventud dorada,

y á quien luego ofreciera

sin quebrantar el sexto,

vivir conmigo en la serena esfera,

¡en la vida inmortal del presupuesto!

Hoy viejo y aburrido

y más feo quo ayer, que era muy feo,

soy el angel caído,

pero en mi gloria y mis grandezas creo.

Silvela por un lado me asesina,

Cos-Gayón por el otro me marea,

y Beranger me pierde,

y el ex-gracioso, ex-justo Villaverde,

me trata como al mozo de la esquina...

Sólo Fabié, á quien quiso

mi corazón, por caso extraordinario,

llamarle al paraíso

premiando su virtud de boticario,

me signe fiel y jura

por su redoma transparente y pura,

seguir por el camino

que, aunque lleno de abrojos,

muestra de mis reformas el camino

do tengo puestos los turbados ojos.

¡Pobre Fabié, que sigues mi ruina,

te mostraste propicio

y fuiste destinado al sacrificio,

pues te mató la fiebre ultramarina!

Mas ¡ay de los que piensen

que está muerto el león! ¡ Está sornando!...

Y este país que rijo á mi capricho

ha de asustarse cuando

sepa que el mónstruo de su sueño sale;

y si dice la gente sin conciencia

que en política pierdo la experiencia,

estoy dispuesto á demostrar á todos

que soy el mismo de antes, que se atreve

á hacer parar los astros,

á detener el siglo diez y nueve,

y la marcha tranquila del planeta,

y á cortarse, muy sério, los padrastros

con la afilada cola de un cometa!

Soy el Dios vengador que ruje fiero

en el monte Sinai y que desciende

á tratar á la plebe que defiende

los sagrados garbanzos del puchero;

¡esa plebe insensata,

que me suele tratar á baquetazos

cuando meto la pata!

¡esa plebe que gruñe y vocifera

y que trabaja mientras yo gobierno

y doy pan celestial á tanto yerno!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Si pide lo que es suyo el que trabaja

yo te debo decir, Elisa mía,

que después de tamaña gritería

el tío Paco vendrá con la rebaja:

y ya que mi compadre,

mi amigo Jehová, dictó sus leyes

para hacer que unos vivan como reyes

y otros se aferren al trabajo rudo,

yo en esa ley me escudo

haciendo lo que dicte mi albedrío...

pero si el pueblo pía, como el ave,

pidiendo sus derechos, ¡cielo mío!

verás como le pongo

de sucio, aunque se lave

con jabón de los príncipes del Congo.

Y adiós; hasta la tuya, vida mía,

¡símbolo do la santa poesía!.....

Aunque dado al mismísimo demonio

en medio de las cosas de hoy en día

solo queda un amor; el de tu

Antonio.

Adjunto un sello envío

porque no gastes nada en el franqueo...

Acuérdate de mí ¡lucero mío!

y contéstame á vuelta de correo.

––––––––––

DE LA MISMA AL MISMO

EPÍSTOLA TAMBIÉN INÉDITA

Tu carta recibí... ¡sabe Dios cuando!

(como dijo un poeta obscurecido)

y no una, cien veces la he leido...

¡Ay! ¡Me sigues amando

aunque estás viejo, feo y aburrido!

Al fin te convenciste,

dando una vez con tu entereza al traste,

de lo mal que conmigo te portaste

y la plancha que hiciste,

¡oh mónstruo sin conciencia!

al olvidarte de la fe jurada

dejándome plantada,

es decir, á la luna de Valencia,

compartiendo con otra enamorada

el tálamo y la rica Presidencia.

Por eso ahora me escamo

cuando al hacer de mi belleza encomio,

me dices en tu epístola, ¡te amo!

y te sientes bigamo,

ó como dice el general, binomio.

No es mofa, ni es desvío

(como escribió un autor amigo mío)

pero tu amante queja

me entra por una oreja

y por otra me sale ¡te lo fío!

No te acuerdes de mí; soy la avecilla

por el dolor eternamente muda;

soy la infelice codorniz sencilla

presa en estrecho lazo;

soy la tórtola viuda

que siente la nostalgia del abrazo

del tórtolo querido

¡tristes recuerdos del placer perdido!

como diría don Germán Gamazo.

¿Qué fué de aquel amor grande y ardiente

qué, en tiempos, me cantabas dulcemente?

¿Qué resta del pasado?

¿Qué de aquellas doradas ilusiones?

Un corazón, el mío, devorado

por la hidrópica sed de las pasiones.

¡Qué bien dijo el poeta, que decía

en una poesía

que yo leí en los trozos de Ranera:

¡Se grande en el dolor, como Aguilera!

Culpa mía no fué; fué del destino

que al darte una vez más la breva ansiada

te engañó como á un chino,

y me dejó azarada

y se burló do mi candor pristino.

Soñé en lejano día

gozar siempre á tu lado de la gloria,

soñé que eternamente quedaría

nuestro amor en la historia.....