¡Vuela! - Santiago Gil - E-Book

¡Vuela! E-Book

Santiago Gil

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Beschreibung

La vida a veces no es más que un vuelo de una niña que sueña cuando está leyendo. Esta es la historia de una pardela y de una niña llamada Utopía que consigue que los vuelos y los sueños no se detengan nunca. Cuenta la amistad y se acerca a la aventura que cada año viven unas aves que recorren los océanos siguiendo un instinto milenario y casi milagroso. También nos avisa de que si no cuidamos la naturaleza pondríamos en peligro muchos vuelos y muchos sueños como el de Utopía y su amiga la pardela.

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Seitenzahl: 32

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© Título: ¡Vuela!

© Santiago Gil

ISBN: 978-84-123533-8-9

Depósito Legal: GC 51-2022

Primera edición: febrero 2022

Edición: Editorial siete islas www.editorialsieteislas.com

Correcciones y estilo: Laura Ruiz Medina

Ilustración portada e interior: Nareme Melián

Maquetación: David Márquez

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#vuela #editorialsieteislas

Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin la autorización previa por escrito del editor. Todos los derechos están reservados.

Para Isabel Gil Santana, por haberme enseñado a vivir con una “unicornia”.

Uno

Mis padres se fueron y tengo hambre. Todo está oscuro aquí dentro. Me han salido alas pero nunca he volado. Mis padres me dijeron que ya estaba criada y que tenían que marcharse. Así también fueron criados ellos, y en esta misma hura nació mi madre, y mi abuela, y todas las hembras de pardela unidas a mí a lo largo del tiempo, miles de años de vuelos y regresos.

Me dijeron que saliera cuando viera la luna rielando en el mar y que me dejara llevar por su luz y por la luz de las estrellas. Yo no sabía qué era la luna ni qué significaba eso de rielar. Ellos me lo explicaron, me contaron que la luna es la luz más intensa que brilla en el cielo durante la noche y que rielar significa brillar en las aguas, como un camino de diamantes, igual que brillan las estrellas algunas veces. Nosotros volamos siguiendo ese reflejo de las estrellas y de la luna en el océano.

Pido ayuda gritando todo lo que puedo porque pienso que es una broma que se marcharan mis padres. Durante meses no han hecho más que cuidarme y traerme pescado. Estamos en una cueva muy alta de un gran acantilado en la isla a la que yo también regresaré cuando sea adulta si finalmente pierdo el miedo y logro emprender el vuelo.

Las crías volamos hacia el océano, aprendemos a pescar y nos encontramos en una gran balsa con todas las pardelas recién nacidas y también con mis padres, que esperan que llegue cuanto antes para luego salir todas juntas hacia Namibia o Suráfrica o hacia Argentina o Brasil, siguiendo las corrientes y los vientos del golfo de México. Ustedes se preguntarán que cómo es posible que una pardela conozca la geografía y los nombres de los humanos, y yo les respondo que están leyendo un cuento, y que en los cuentos todo es posible, incluso que hablen los animales y que conozcan las mismas palabras que ustedes. El acantilado en el que estoy se llama Faneque, y es uno de los más altos del mundo, y el lugar en el que pienso todo esto se llama Agaete.

Cuando salga a volar hacia el océano no tendré que pararme en ningún lado para tomar agua. Nosotras contamos con dos pequeños agujeros en el pico y una glándula que desala el agua del mar. Esas depuradoras que inventaron los humanos para transformar el agua salada en agua dulce y potable, las llevamos nosotros en nuestros propios cuerpos, porque la naturaleza es sabia y sabe siempre lo que hace. Los humanos parece que no lo son tanto y han destrozado muchos de los paisajes a los que nosotras llevábamos viniendo desde hacía miles de años. Antes, el peligro que teníamos eran los gatos o las ratas que trajeron los humanos a Canarias y que trataban de trepar hasta aquí arriba para atacarnos, pero ahora el peligro son los propios humanos. Muchas montañas están llenas de luces y de casas que edificaron donde mismo poníamos nuestros huevos, y mis padres me dijeron que tuviera cuidado con no confundir la luz de la luna con las muchas luces que los humanos encienden ahora por todas partes aunque no haya nadie en ese momento.