Web3 para inquietos - Miguel Caballero - E-Book

Web3 para inquietos E-Book

Miguel Caballero

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Beschreibung

Ante la proliferación de (des)información y opinadores alrededor de la Web3 (sobre todo acerca de los NFT y el metaverso), sentí el deber de enarbolar mi bandera y contribuir a aclarar algunos puntos desde dentro del ecosistema y desde la experiencia práctica. Web3 para inquietos es mi contribución a la divulgación del estado actual de las tecnologías y los negocios relacionados con la descentralización y la tokenización, así como sus posibilidades y desafíos. Un repaso a la historia de la Web1 y la Web2, porque solo si comprendemos nuestro pasado podremos entender hacia dónde nos dirigimos. Desarrollo todos los términos relacionados con la Web3 desde mi contribución en más de 50 tokenizaciones durante los últimos seis años, entre las que destaco el TUT (token que ha capeado el temporal mucho mejor que el promedio de los criptoactivos) y las empresas que he contribuido a desarrollar (Tutellus, TurinLabs, Reental, Nash21, FITtoken y otras). Por lo tanto, en estas páginas hay poca investigación documental y mucha experiencia personal de alguien que está en el sector cripto desde 2016 y tokenizando ininterrumpidamente desde 2017.

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Web3 para inquietos

Miguel Caballero

© Miguel Caballero

© Web3 para inquietos

Diciembre 2022

ISBN papel: 978-84-685-7283-3 ISBN ePub: 978-84-685-7285-7

Depósito legal: M-30834-2022

Editado por Bubok Publishing S.L.

[email protected]

Tel: 912904490

C/Vizcaya, 6

28045 Madrid

Reservados todos los derechos. Salvo excepción prevista por la ley, no se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos conlleva sanciones legales y puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

A Felipe, allá donde estés

Siempre contigo, siempre #felipistas

El futuro desconocido rueda hacia nosotros. Por primera vez, lo afronto con un sentimiento de esperanza. Porque si una máquina, un terminator, puede aprender el valor de la vida humana, tal vez nosotros también podamos.

Sarah Connor

No compraría todo el bitcoin del mundo ni por 25 dólares.

Warren Buffet

El bitcoin es estúpido porque es muy probable que llegue a cero. Es malo, porque socava el sistema de la Reserva Federal que necesitamos desesperadamente [...] y tercero, nos hace quedar como tontos. China fue lo suficientemente inteligente como para prohibir el bitcoin, no como nosotros.

Charlie Munger, socio de Warren Buffet

La próxima «gran cosa» ya está aquí, entre nosotros, y se llama cripto.

Ana P. Botín, presidenta del Banco Santander

Olivica comía, huesesico al suelo.

Un pastor de la Vega Baja del Segura

Índice

AGRADECIMIENTOS

PRÓLOGO

PRIMERA PARTE. INTRODUCCIÓN A LA WEB3

1. De la Web1 a la Web3

1.1. ¿Por qué estamos aquí?

1.2. Evolución de la Web o World Wide Web

1.3. La Web1 o Web estática

1.4. La Web2.0 o web dinámica

2. Bitcoin como precursor de la Web3

2.1. Un repaso al protocolo de Bitcoin

2.2. Descentralización vs. tokenización en Bitcoin

2.3. Bitcoin y Web3

3. La EVM como potenciador de Web3

3.1. Sobre el amor y las genialidades

3.2. Máquinas de Turing completas

3.3. Cadena de bloques y EVM

3.4. La EVM como un entorno de tiempo

3.5. EVM y sidechains

4. Arquitectura de la Web3

4.1 Protocolos vs. apps: la batalla por el valor

4.2. El usuario como dueño de sus datos

4.3. El círculo virtuoso de las blockchains

4.4. Soluciones en capa 1

4.4.1 El trilema de la blockchain

4.4.2. Ethereum

4.4.3. Solana

4.5 Cadenas laterales y L2

4.5.1. Bridges como elementos clave

4.5.2. Polygon

4.5.3. Avalanche

4.5.4. BNB chain

4.5.5 Soluciones en capa 2

SEGUNDA PARTE. TOKENS Y WEB3

5. Tokens fungibles

5.1. Introducción a los tokens fungibles

5.2. Taxonomía de tokens fungibles

5.3. Tokenización de utilities

5.3.1. Leyendas urbanas en la tokenización

5.3.2. Conceptos clave al tokenizar utilities

5.3.3. Token economics y tokenomics

5.3.4. Reflexiones tokenómicas

5.3.5. Consejos basados en la experiencia

5.4. Tokenización de securities

5.5. Liquidez en tokens fungibles

5.5.1. Introducción a la liquidez

5.5.2. Historia de la liquidez en tokens fungibles

5.5.3. Cómo construir el precio de un token

5.6. Mecanismos de absorción de valor en tokens fungibles

5.6.1. Introducción a la captación de valor

5.6.2. El trilema de la oferta, la demanda y la liquidez

5.6.3. Funcionalidades aspirinas vs. vitaminas

5.6.4. Contratos avanzados de staking y farming

5.6.5. Cómo evolucionar de token a protocolo

5.6.6. Creación de nuevas utilidades progresivamente

5.7. Caso práctico: el TUT

5.7.1. Breve resumen de Tutellus

5.7.2. El origen, en Ethereum (2017)

5.7.3. El cambio a NEM (2018)

5.7.4. El «coqueteo» con Liquid (2020)

5.7.5. El lanzamiento final en Polygon (2021)

5.7.6. Servicios del TUT

6. Tokens no fungibles o NFT

6.1 Introducción a los NFT

6.2 Principales estándares para NFT

6.3 Adquisición y gestión de NFT

6.4 Mecanismos de absorción de valor en NFT

6.4.1. Oferta y demanda

6.4.2. Emociones que evoca

6.4.3. Estatus social

6.4.4. Afinidad con la marca

6.4.5. Implementación técnica

6.4.6. Utilidad real

6.4.7. Soulbound tokens

6.5 Los NFT como parte de un futuro tokenizado

6.5.1. NFT cross-funcionales multimetaversos

6.5.2. NFT inteligentes

TERCERA PARTE. UTILIDADES EN WEB3

7. Aplicaciones descentralizadas o dAPP

8. Metaversos

8.1. El hype de los metaversos

8.2. Qué es el metaverso

8.3. Modo de acceso al metaverso

8.4. Situación de los principales metaversos

8.5. La descentralización del metaverso

8.5.1. Tokenización vs. descentralización en metaversos

8.5.2. Tokenización de assets

8.5.3. Seguridad y gobernanza

8.6. El futuro del metaverso

9. Identidad digital descentralizada

9.1. Identidad analógica y digital

9.1.1. Terminología en la ID

9.1.2. Identidad en un mundo muy heterogéneo

9.1.3. Complejidades de la identidad digital

9.2. Identidad digital descentralizada o DID

9.3. Identificadores descentralizados o DID

9.4. Móviles con servicios biométricos como DID

9.5. Identidad soberana en el metaverso

9.5.1. Proof of humanity

9.5.2. ENS o Ethereum Name Service

9.5.3. SBT o Soulbound tokens

10. DAO

10.1. Qué es una DAO

10.2. Cómo funciona una DAO

10.2.1. Aragon

10.2.2. Snapshot

10.3. Casos de uso de DAO

EPÍLOGO

AGRADECIMIENTOS

Cada vez se me hace más difícil completar esta sección. Es mi tercer libro y como mi abuelo me enseñó aquello de «es de bien nacido el ser agradecido», en los dos anteriores agradecí de corazón a toda la gente de mi alrededor. Incluso en el primero agradecí a los hijos de mis amigos, incluidos los recién nacidos en aquel momento. No quise dejar a nadie fuera.

Pero como la vida es una aventura por la que viajas y visitas nuevos puertos, conoces nuevas personas y te reencuentras con viejos amigos, me sigue quedando tarta para repartir.

En primer lugar, y como no podía ser de otra manera, doy las gracias a mi media naranja: a mi amor, mi amada y mi amante, Carmen. Gracias por aguantarme y ayudarme a llevar esta vida polifacética y multitask en la que me he metido casi sin darme cuenta. Si hace diez años me hubieran dicho que iba a ser cofundador y estar involucrado en diez empresas, varias de las que sobrepasan los ocho dígitos de valoración (y alguna ya se próxima a nueve), iba a escribir tres libros, ser un personaje público, iba a hacer deporte a diario, vivir en la montaña y disfrutar de mi familia… no le habría creído. Carmen es la persona que me ayuda a hacer esto posible. Así que gracias, Pichona.

Gracias, en segundo lugar, al equipo de espartanos del que he sido capaz de rodearme. Gracias al inseparable Sokar, el mago Merlín, siempre presente y siempre joven (dicen las malas lenguas que se alimenta de Monster y se recarga por USB). No hay nada imposible para Sokar, todo es cuestión de ponerse. Y gracias a los generales de las divisiones acorazadas, todos ellos con un buen historial de guerra: Eric Sánchez en Reental, Nico Barilari en Nash21, Lucas Leal en FITtoken, Borja Moreno en Zeemcoin, Néstor Kreimer en Criptokuantica y un largo etcétera.

Gracias también a todo el equipo de tutellianos, empezando por el core: Quique Lahuerta, Chema Prieto, Víctor Merino, Guille Pérez, Dani Muñoz, Dave García, Mario Azurza, Caro Chemino, Jordi Muñoz, David Nieto, Xavi Armengol, Nico Barilari, Joni Agüero, Manuela Blázquez, Brenda Montes, Isaac Acosta y los que vengan; así como a los equipos de empresas tutellianas: en TurinLabs, Rober, Diego, Juanlu, Fer y Samu; en Nash21, Gabi, Sofi, Pauli, Johan, Facu, Mat y otros. En Reental, Fernando, Carla, Adri, Carmen y muchos más. Y paro de contar porque tengo que reconocer que no me sé el nombre de todos. Lo siento, chicos. Daos todos por agradecidos :)

Gracias a mis queridos socios, los Exóticos, que han confiado en mí desde el principio y sigo confiando en que algún día los haré todavía más riquiños: Mariano Olmeda, Ángel Barranco y Miguel Solana. ¡Espero seguir echando muchas risas y cervezas con vosotros durante muchos años!

Gracias también a Roberto Díaz, Juan Rumeu, Edu Herranz e Ignacio Baixauli por inspirarme para hacer algunas partes de este libro, y porque gracias a vosotros he aprendido mucho sobre NFT, identidad digital, metaversos y DAO. Sois muy grandes.

Gracias a la gran comunidad que tenemos, porque sin vosotros nada de esto tendría sentido: desde los supertutellianos a los tutellianos, pasando por simpatizantes, amigos y conocidos. Resultaría imposible nombraros, aunque todos los que me conocéis y sabéis que os conozco, seáis tutellianos o supertutellianos, estaréis ahora mismo sacando una sonrisa. A ti también va dedicado :)

Gracias a todos los que estáis a mi alrededor ayudando y apoyando distintas iniciativas que lanzo: desde Enrique López de Ceballos a los amigos de DPO (Fernando Ramos, Luis Soria y equipo), pasando por Javier Roglá, Juan Garmendia, Javier Sobrini, Juan Carlos Franco y un largo etcétera.

Gracias a mis amigos del club Turing. ¡A ver si alguno se digna a leer este tercer libro! Dicho así, podría pensar que no sé qué tengo que agradecerles, si ni siquiera se leen mis libros (a excepción de Makoto, descendiente de los primeros reyes de España). De cualquier forma, gracias por compartir vuestra vida conmigo y por ser parte de este grupo: Bonilla, Molpe, Alex, Santana, Pombar y el gran Makoto. Y Feli, siempre Feli. Que el espíritu de Felipe nos siga acompañando de buen rollo para siempre. Que su luz nos siga iluminando en cada carrera y en cada viaje. Este libro va por ti, Feli. Te echo de menos.

Y por último y como siempre me gusta decir, gracias a ti, querido lector, por leerme y por prestarme tu activo más valioso, que ni todas las criptos del mundo podrían comprar. Gracias por dedicarme tu tiempo.

Empezamos una aventura increíble. Nos vamos de viaje a conocer el mundo de la Web3. Pero no somos turistas, somos viajeros. Vamos a disfrutar del camino, y juntos. Arrancamos.

PRÓLOGO

Me propuse escribir este libro en 2021, cuando empecé a ver la locura que estaba ocurriendo en el entorno de los NFT y luego el Metaverso. Pero lo hice, al igual que los anteriores, a modo de cruzada: me quedaba perplejo con mucho periodista o consultor-de-tres-al-cuarto hablando de la Web3 y soltando barbaridades. Me vi en la obligación de actuar y de hacer de altavoz —aunque humildemente no tenga ninguna verdad absoluta—, pero al menos lanzar un manual de procedimientos para entender la Web3 y todos sus elementos. En definitiva, necesitaba poner mi granito de arena para ayudar a algunos a salir de dudas al respecto.

El problema de empezar a escribir y compatibilizarlo con un sinfín de actividades y compromisos paralelos es que, sobre todo en esta temática, el contenido cambia constantemente y no sabes cuándo tienes que borrar lo ya escrito para empezar de nuevo. Así que he intentado hacerlo lo más atemporal posible, dentro de la temporalidad obvia de la temática. De esta forma, he conseguido redactar secciones que se podrán leer en años y seguirán pareciendo recientes. Y otras donde hago más énfasis en lo subyacente de la cuestión, lo que no debería cambiar.

He empezado seriamente a escribir el libro a mediados de 2022, a ratos. Lo he revisado y actualizado varias veces, y el resultado me gusta. Que yo sepa, no hay ningún libro parecido publicado, y mucho menos en español. No he consultado demasiadas fuentes y me he dedicado a «vomitar» lo que tengo en la cabeza, a veces inspirado por amigos y colegas (todos nombrados en las secciones correspondientes).

La primera parte del libro hace una introducción a la Web3. Un viaje desde los orígenes de Internet hasta la Web2 narrado en mis experiencias vividas en primera persona, para llegar luego a la Web3. También revisamos la influencia que tiene Bitcoin sobre la Web3 y repasamos conceptos algo técnicos de la Web3, aunque sin profundizar excesivamente (infraestructura, EVM, arquitectura y redes).

La segunda parte del libro está centrada en tokens: todas sus variantes y casos reales, de utilities a securities, de fungibles a no fungibles. Utilizo casos reales de tokens desarrollados «en casa» en vez de irme a casos de libro. Creo que con ejemplos cercanos, palpables y conocidos se entienden las cosas mejors.

La tercera y última parte del libro la dedico a utilidades de la Web3: dAPP, metaversos, identidad digital descentralizada y DAO. Cuando termines el libro y si eres aplicado, estarás preparado para mantener cualquier tipo de conversación profesional con alguien del sector, haciendo sombra a cuñaos.

Vamos al lío.

PRIMERA PARTE. INTRODUCCIÓN A LA WEB3

1. De la Web1 a la Web3

1.1. ¿Por qué estamos aquí?

Resulta obvio, querido lector, que si tanto tú como yo estamos aquí es porque somos personas inquietas. Suelo recurrir a la saga de culto Matrix, que tanto me gusta, para explicar y poner ejemplos a lo largo y ancho de mis libros. Además, no es coincidencia que esta trilogía se adapte muy bien a la cultura y estilo de vida cyberpunk que tanto impregna (o debería) el movimiento cripto; sobre todo desde un punto de vista libertario. De esto ya hablaremos más adelante, pero para mí una de las grandes enseñanzas de Matrix es que por muy duro y difícil que resulte el mundo, es preferible vivir siendo libre que sometido a un tercero. En la saga, equivale a vivir dormido en un largo letargo en aquellas microcápsulas que absorben la energía que los seres humanos producen para, con ella, alimentar a las máquinas. Los que lograron desconectarse de Matrix y ven el mundo real quedaron impactados, pero al final se dieron cuenta (salvo algún traidor) de que la libertad está infravalorada.

Pero no nos desviemos. En la primera película, cuando Trinity conoce a Neo le dice algo así:

Sé por qué estás aquí, Neo. Sé lo que has estado haciendo. Sé por qué apenas duermes, por qué vives solo y por qué, noche tras noche, te sientas ante tu ordenador. Le buscas a él. Lo sé porque una vez yo estuve buscando lo mismo y cuando él me encontró me dijo que en realidad no le buscaba a él: lo que buscaba era una respuesta. Es la pregunta la que nos impulsa, Neo. Es la pregunta la que te ha traído aquí. Conoces la pregunta, igual que yo.

Y la pregunta en nuestro mundo real podría ser, precisamente:

¿Qué es la Web3?

Seguro que al final del libro consigues tener una idea clara de qué es y, más que nada, de qué no es la Web3, así como los elementos que la componen. No existen respuestas sencillas sobre todo cuando sus derivadas (NFT, DAO, metaversos, descentralización, tokens…) hacen referencia a una industria que estamos construyendo ahora mismo, mientras lees estas líneas, entre todos.

Estamos aquí, tanto tú como yo, porque queremos ser parte activa y proactiva en esta revolución. Estamos aquí porque somos inconformistas, porque no nos valen las respuestas fáciles. Estamos aquí porque, al igual que Neo, nos ronda una pregunta constante y no conseguimos obtener de nuestro entorno respuestas concluyentes. A decir verdad, ni tan siquiera sé si hoy existen estas respuestas, pero vamos a intentar entre ambos preparar un camino transitable hacia este nuevo entorno descentralizado al que hemos decidido llamar Web3.

En la búsqueda de estas respuestas comenzaremos repasando la historia de la Web: no podemos saber hacia dónde vamos si no conocemos de dónde venimos y qué nos ha hecho ser lo que somos. Las tecnologías y las aplicaciones web han evolucionado enormemente desde su nacimiento, y debemos comprender los fundamentales detrás de cada gran cambio.

Te pongo un símil con la historia (lo siento, querido lector: es otra de mis grandes aficiones y un recurso que utilizo mucho): para entender la guerra civil española debemos conocer en profundidad la evolución política y social de la España del siglo XIX; necesitamos comprender qué ocurrió desde la invasión napoleónica, qué ocurrió con la pérdida de las colonias americanas y las guerras carlistas y, sobre todo, cómo fue degenerando la Corona, el clero y la nobleza, teniendo en esta época algunos de los reyes y cortes más ineptas de nuestra historia —desde Fernando VII hasta Alfonso XIII—, quedándose los gobernantes apalancados en las viejas tradiciones imperialistas mientras Europa abrazaba la Revolución Industrial. Si no comprendemos cómo evolucionó la sociedad española durante estas décadas —o mejor dicho, cómo no evolucionó— nos quedaremos en la superficie del problema pensando que un día los nacionales se levantaron contra los rojos y se lió parda. Siento recalcarlo, pero no. Todo tiene una razón de ser y en el pasado encontramos muchas de las respuestas a lo que hoy somos.

Volvamos al asunto que nos atañe. Haremos por lo tanto un viaje desde los inicios de la World Wide Web. Pero no nos podemos quedar aquí, ya que la descentralización nace como consecuencia de ciertos problemas endémicos del mundo centralizado. Y para entender el origen de la Web3, por lo tanto, debemos conocer el origen de todo lo relacionado con lo cripto o blockchain, y este origen tiene un propio big bang, conocido como Bitcoin.

Resulta imposible conocer la Web3 si no conocemos Bitcoin. En mi primer libro Bitcoin, Blockchain y tokenización para inquietos, publicado en 2019, expuse una visión de Bitcoin bastante completa, aunque bien es cierto que no profundicé en los detalles. En mi segundo libro, Finanzas descentralizadas para inquietos, publicado en 2020 junto a Marcos y Arnau, expusimos una visión de Bitcoin más económica y tokenómica. Dado que nada ha cambiado en torno a Bitcoin durante estos años (más allá del precio), intentaré no repetirme y profundizaré, en este tercer libro, en una perspectiva más relacionada con la Web3 y los elementos que la conforman.

Algún maximalista podrá pensar que Bitcoin y Web3 son elementos incompatibles, pero si partimos de la base de que para un maximalista lo único que importa es Bitcoin y el resto —como diría la bruja Lola— es «bazura», no hay mucho de lo que discutir.

Mis padres me educaron en el entendimiento de que la vida está formada por una escala de grises: «En este mundo traidor nada es verdad y nada es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira»1.

Por supuesto que Bitcoin es probablemente el activo más eficiente de la historia de la humanidad. Por supuesto que la tokenización y la Web3 generan valor. Por supuesto que los NFT son capaces de absorber un valor increíble. Por supuesto que el metaverso terminará creando modelos de negocio impresionantes. No ver estas cosas o extraer conclusiones chabacanas comparando los fracasos de algunas criptomonedas, NFT o metaversos con fracasos generalizados de la industria es, si me permitís, una mamarrachada. Ergo, quien lo promulga aparenta ser un mamarracho.

¿O acaso alguien se atreve a poner en duda el valor de Internet porque miles de empresas fracasaran desde sus inicios? Volviendo a la historia, el ser humano tuvo que perder incontables vidas durante milenios intentando cruzar el Atlántico antes de que Cristóbal Colón descubriese América. Junto a toda revolución se inician empresas y proyectos que terminan fracasando para dar paso, a continuación, a modelos de negocio más probados y aprobados. Y de hecho, si no llega a ser por los Altavista, Yahoo! o Terra, no tendríamos hoy los Google, Facebook o Amazon. Claro que hay muchísimos proyectos de Web3 que no han sido capaces de crear valor, y los seguirá habiendo. Pero ampliemos la perspectiva y no nos quedemos en los detalles. No somos mamarrachos.

Ya sé que tú no eres de estos, querido lector, pues no estarías aquí. Y si eres maximalista de Bitcoin, permíteme el beneficio de la duda y espera a terminar de leer el libro para sacar tus propias conclusiones.

1. Conocida como ley Campoamor y promulgada por el poeta Ramón de Campoamor. https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Campoamor

1.2. Evolución de la Web o World Wide Web

Comencemos por entender los aspectos básicos que conforman lo que hoy conocemos como «la Web». Todo tiene su origen en la creación de la WWW. Según Wikipedia:

La World Wide Web (la Web) o red informática mundial es un sistema que funciona a través de Internet, por el cual se pueden transmitir diversos tipos de datos a través del Protocolo de Transferencia de Hipertextos o HTTP, que son los enlaces de la página web.

Vayamos por partes. En general tenemos una idea bastante clara de qué es la Web porque todos la usamos a diario. Si Internet es la red en sí misma, la Web es la capa que tenemos sobre Internet que permite mostrar y transferir datos usando enlaces web. La primera versión de «la Web» fue publicada en 1991 por Tim Berners-Lee mientras trabajaba en el CERN de Suiza2. Aunque, mejor dicho, realmente la primera versión la intentó publicar dos años antes, en 1989, pero no le interesó a nadie. Durante 1990 pidió ayuda a un colega —Robert Cailliau— y consiguieron entre los dos que el propio CERN publicara el trabajo.

Este hecho me lleva a reflexionar sobre cómo una simple decisión del jefe de ambos (Mike Sendall3) cambió el curso de la humanidad para siempre. Si Mike ese día se hubiese levantado con el pie izquierdo y hubiese rechazado la publicación del artículo, ¿dónde estaríamos ahora? ¿Existiría Internet? ¿Y la Web3? Este es un tema recurrente en la historia: cómo pequeñas decisiones aparentemente intrascendentes cambian el curso de la humanidad para siempre.

Sigamos. A la invención de la Web la acompañó la creación del primer lenguaje de programación de webs (HTML o lenguaje de marcado de hipertexto) y el primer sistema de localización de objetos (URL o localizador uniforme de recursos). Con estos tres recursos (Web, HTML y URL) los programadores podían empezar a crear sitios web.

Si asemejamos la web a una red (o un río) por el que se construyen «cosas», lo primero que necesitamos para navegar por el río… ¿qué será, querido lector? En efecto: un barco o, lo que es lo mismo, un navegador. Ya tenemos los protocolos y las tecnologías para crear webs, pero para poder visualizarlas (ni siquiera hablo de interactuar en modo aplicación) necesitamos un navegador.

El primer navegador con interfaz gráfica fue Mosaic4, creado por el genial Marc Andreessen en 1993.

Primera versión de Mosaic publicada (1993). Fuente: Wikipedia

Para mí, es el «primer y gran genio» que aparece en Internet y que sigue vivo y al pie de cañón: Marc no solo inventó Mosaic, sino que fue el fundador y creador de Netscape (el primer navegador que muchos usamos desde 1994) y que vendió a AOL por más de cuatro billones de dólares. Más tarde fundó A16z, el mayor fondo de capital riesgo del mundo y principal inversor en proyectos Web3.

Desde el propio fondo han sido siempre muy visionarios. Han invertido en empresas como Github, Skype, Instagram, Coinbase, Airbnb, Facebook… Es decir, artillería pesada. Desde hace poco, A16z está apostando «como si no hubiera un mañana» por la Web3, y siendo Marc Andreesen un visionario…, ¿no crees que quizás tenga razón y el Internet del futuro sea 100 % Web3? Aquí dejo un enlace a su increíble portfolio de empresas en las que ha invertido5.

Ya tenemos la tecnología (Web o WWW), los protocolos (HTTP, URL), un lenguaje de programación con el que construir (HTML) y los navegadores con los que visualizar el resultado de dicha programación (Mosaic, Netscape); ahora ya es el turno de las páginas web, es decir, de la primera versión de la web: la Web1.0 o Web estática.

Viajemos en el tiempo y vayamos en el Delorean de Doc a la década de los 90 para descubrir cómo era el Internet de aquella época.

2. WWW: https://es.wikipedia.org/wiki/World_Wide_Web

3. Mike Sendall: https://cds.cern.ch/record/1732983/files/vol39-issue7-p042-e.pdf

4. Mosaic: https://en.wikipedia.org/wiki/Mosaic_(web_browser)

5. Participadas de A16z: https://a16z.com/portfolio/#

1.3. La Web1 o Web estática

Muchos de los que ya contamos con canas tuvimos la suerte de vivir en primera persona el nacimiento del Internet comercial o Web1.0. Comenzaré este capítulo hablando de mi historia personal para luego dar algunas pinceladas más generales sobre la Web 1.0 en la década de los 90.

Mi primer contacto con la informática creo recordar que fue a finales de los 80, cuando los Reyes Magos trajeron a mis vecinos el famoso Sinclair ZX6, más comúnmente conocido como Spectrum 128k. Recuerdo mi propia cara cuando Carlos Company me invitó a su casa «para ver el regalo de Reyes de su hermano Luis». Recuerdo perfectamente el primer contacto con la bestia: el tacto de las teclas de goma, los cables que conectaban con el televisor y, cómo no, el juego La Abadía del Crimen. Volví loco a casa e intenté convencer a mis padres de que me comprasen uno, sin éxito alguno.

Tuvo que pasar algún tiempo y, con motivo de las buenas notas que saqué en 8º EGB, en septiembre de 1990 llegó a casa el mítico Amstrad CPC 464 monitor fósforo verde7.

Los más jóvenes os preguntaréis: «¿Qué era eso del fósforo verde?». Básicamente el ordenador te venía ya con un monitor específico para que no tuvieras que conectarlo a una TV, con la innovación de que en vez de ver todo en blanco y negro lo veíamos con distintas tonalidades de verde. En vez de tener un montón de cables y periféricos, tenías todo integrado en una unidad principal (teclado + casete) y el monitor.

Mi primer ordenador, con la casete integrada. Fuente: Wikipedia

El efecto en los hogares fue mucho más disruptor de lo que parece, ya que por primera vez teníamos en casa un «mueble» que hasta encajaba con el resto de la decoración del hogar, y no interrumpíamos si alguien de la familia quería ver la televisión, dado que el ordenador venía ya con su propio monitor. Te recuerdo que en esa época teníamos un solo televisor en cada casa, y con dos canales. En aquellos años hice incluso mis pinitos en Basic, construyendo algunos programas para visualizar figuras matemáticas bi y tridimensionales en función de variables de entrada, entre otras chorradas.

La informática en aquella época era muy eficiente, ya que los ordenadores apenas tenían procesador y memoria en condiciones, y todos los programas o juegos estaban muy optimizados. Para que te hagas una idea, querido lector, hablamos que este Amstrad tenía un microprocesador a 4 MHz y una memoria RAM de 64 kB; si lo comparamos con el micro del nuevo MacBookAir (a 3,49 GHz, prácticamente 1000 veces más potente) o su memoria RAM (hasta 24 GB, 375 000 veces más potente) es como si habláramos de planetas distintos y comparamos el tamaño de Mercurio con el del Sol. La diferencia de prestaciones es de un orden de magnitud tan grande que parte del trabajo de los desarrolladores se basaba precisamente en calcular cómo podían ejecutar las funciones necesarias consumiendo el mínimo de recursos.

Si te has percatado, estoy hablando mucho de mis recuerdos, pero todavía no ha aparecido la palabra Internet o Web1. No fue hasta unos años después, en 1994, cuando en la universidad descubrí qué era esto de Internet. Un año después y con la excusa de que «un ingeniero necesita un PC en casa para realizar cálculos y simulaciones», mis padres me cambiaron el Amstrad por un clónico (dícese de los ordenadores que comprabas por piezas y ensamblabas en casa), y el PC ya tenía incorporado un módem de 14 400 baudios (1 Kbps = 1000 baudios). Este fue mi primer contacto con Internet a la increíble velocidad máxima de 14 Kbps (un millón de veces más lento que cualquier conexión de fibra en la actualidad). Recuerdo que al conectarte por módem ocupabas la línea telefónica de tu casa y tenías que avisar a la familia: «¡Atención, me voy a conectar a Interneeeeeeet!». Como pagabas por minuto de conexión (olvídate de las tarifas planas, que surgieron tiempo después) tenías que ir al grano para consumir el menor tiempo posible de conexión.

Mi primera conexión fue con Infovía, la red que usaba Telefónica para dar servicio a Internet.

Para conectarte a Internet cargabas el CD de Infovía de Telefónica. Fuente: Wikipedia

Poco después contraté los servicios de Arrakis, uno de los primeros ISP españoles (imagino que por cuestión de precio/velocidad). Recuerdo vagamente visitar Altavista u Ozú como buscadores, Yahoo! como portal de entrada y conectarme al IRC hispano para chatear. En definitiva, guardo un recuerdo entrañable de esa época, en la que muy poca gente sabía manejarse por Internet (como ahora en Web3) y menos gente todavía podía vislumbrar el impacto que iba a tener Internet en nuestras vidas (como ahora en Web3).

A nivel global, sí recuerdo usar Netscape como navegador y mi primer correo electrónico lo abrí en Yahoo! al poco tiempo de descubrir la empresa, nacida en 1994. Un año después llegó Microsoft y arrasó con Windows 95 y su Internet Explorer, iniciando una guerra entre navegadores que perdura hasta nuestros días. En cuestión de meses y precisamente por el growth hack de la compañía de Redmond (al incluir el navegador como predeterminado en todas las licencias de W95), Microsoft arrasó literalmente el mercado y con ello ganó la batalla por controlar los datos de los usuarios en cuanto a la navegación web. Una guerra que, como todos sabemos, sigue disputándose hoy. Quizás con otros players, pero la contienda iniciada en 1995 solo tiene un posible ganador, y es el usuario, en sucesivas batallas que se siguen librando y que veremos cuándo acaban (si alguna vez lo hacen).

En 1997 empieza a crecer fuertemente la Web1.0 con la aparición del término «weblog» o simplemente «blog»8, relacionado con la capacidad de producir contenido desde un «web master». Aunque bajo mi punto de vista la Web1 nace con la aparición de Mosaic (al disponer ya de un navegador gráfico sobre el que consultar páginas web), no es hasta la aparición de los blogs cuando el fenómeno se acelera. De repente, cualquier persona (web master) podía crear contenido y publicarlo a través de una página web de forma que pudiera ser consumido por los usuarios. Ello atrajo directamente la atención de los anunciantes, que veían que podían impactar en millones de personas en este nuevo formato llamado Web y que ya empezaba a prometer que cambiaría nuestras vidas. Al mismo tiempo, los web masters empezaron a ganar dinero, mucho dinero, ya que el CPM (coste por cada mil impresiones) que se pagaba en aquellos tiempos llegó a ser descomunal.

Esta época, además, coincide con el nacimiento de una empresa que lo cambiaría todo: Google. La empresa más famosa de Mountain View siempre ha tenido clara su misión, y más aún los primeros años: «Ordenar la información en Internet y hacerla más accesible a las personas». Y hago ese matiz por cuestiones que comentaremos más adelante, pero claramente Google abandonó la senda de «Don’t be evil»