Adúltera - José Martí - E-Book

Adúltera E-Book

José Martí

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Beschreibung

"Adúltera" (1874) es una obra de teatro en tres actos de José Martí. Cuatro personajes —el marido, la mujer, el amante y el amigo— se enfrentan en un drama apasionado a los dilemas que nacen del amor, la amistad, el deseo y los celos. Esta es la respuesta de Martí a un tema mil veces tratado, el de la infidelidad.-

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José Martí

Adúltera

Primera versión

Saga

Adúltera

 

Copyright © 1874, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726679526

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

Personajes

GROSSERMANN, (hombre alto), el marido GUTTERMANN, (hombre bueno), el amigo POSSERMANN, (hombre vil), el amante FLEISCH, (fleisch: carne), la mujer

Época-Siglo XVII

Marido... 40 años - Amante... 25 años Amigo... 30 años - Mujer... 25 años

Trajes, severos y lujosos

Acto 1º

Decoración cerrada, cuatro puertas laterales y una al foro, a la izquierda en primer término mesa, sillón y taburetes; alfombra.

ESCENA 1ª

GROSSERMANN (solo)

GROS. ¡Paz de un momento, grata felicidad de ser amado, bien venidas seáis a mí!-Es el hombre en la tierra dueño de sí mismo, y es-sin embargo-su mayor trabajo serlo, que el hombre es el mayor obstáculo del hombre.-Y desde que lo fui, desde que empeñé esta lucha que dura en esta tierra toda la vida y ¡quién sabe cuántas vidas en otras!-nunca creí en la paz, ni en el contento, ni en más felicidad que este íntimo regocijo que produce ver felices a los otros.

Sufrir para mí no era sufrir: era ensancharme, ser, crecer. Y desde que la amo, creo ya en la felicidad de una hora, porque a su lado me olvido de todas las miserias, y-en la tierra-la única felicidad posible es el olvido de la Tierra.

Cuerpo y alma son ciertamente encarnizados contrarios. No es amor estúpido de cuerpo lo que brota de mí para

María:-es que el ser humano no está completo en el hombre: es que la mujer lo completa: es que esta indomable vida de mi espíritu necesitaba para no caer vencida-resignación y ternura, abnegación y luz porque-si la luz se perdiera, hallaríasela de nuevo encendida en el alma de una mujer. (Corriendo al encuentro de Guttermann, que entra por la puerta del fondo.) ¡Oh, amigo, en hora buena llegas!-Complacíame ahora de venturas mías: no estaban todas juntas si no te tenía cerca de mí.

ESCENA 2ª

GROSSERMANN y GUTTERMANN

GUT. Fuérame dado venir contento como tú.-

GROS. Ley parece que no nazca una alegría sin que nazca al mismo tiempo un pesar-mas ¿qué tienes? ¿Te han llegado malas nuevas de tu hermana?

GUT. (¡Mi hermana!) No, Grossermann, no: pero tiene afligida a la ciudad la desgracia de Frank.-

GROS. Pues ¿qué le ha pasado a Frank?

GUT. ¿Recuerdas tú que amaba con pasión a su mujer?

GROS. Y ¿lo ha engañado?

GUT. Engañado, amigo, a él-hombre noble y generoso-con el amor del joven Alfred, vano y necio.

GROS. Y ¿ha podido hallar esa malvada hombre superior a Frank?

GUT. Ciegas son del alma las mujeres que engañan a sus maridos: no podía ella ver alma tan alta como aquélla.-

GROS. Y ¿lo supo Frank?

GUT. Vive ya en otro mundo el que le robó el cariño de su mujer.-

GROS. ¿Lo ha matado?

GUT. Hallólos al volver a su casa en plática de amor.

GROS. ¿La mató a ella?

GUT. No:-¿qué hombre mata a una mujer? Pero no fueron más rápidos sus ojos en mirar que sus manos en herir. Lo vio, vio sus labios en las manos de su mujer, vio los labios de la mujer sobre su frente, y los del hombre no volvieron a abrirse más:-Allí quedaron fríos: ¡allí oprimió la cabeza del cadáver contra la mano que besaba, y la sacudió sin levantarla con furia que debió darle el infierno! ¡Horrible fue, en verdad, aquel beso tremendo de despedida!

GROS. (Ya preocupado.) No de otra manera deben quedar siempre ahogados los besos criminales.-Duéleme mucho, duéleme como mí mismo dolor esta desgracia de Frank.-No tienes tú mujer. No sabes tú con qué cariño tan receloso se la ama, qué avaro se llega a ser de todos sus momentos, cómo este afecto-que entró en nuestro corazón a la par que otros afectos,-crece y se desarrolla de manera que es al cabo más grande que todos, más grande que nuestro mismo corazón.-Mide tú esta inmensa felicidad:-figúrate qué horrible no debe ser el dolor de perderla.

GUT. A bien que nace con las amarguras el olvido: sólo en él podrá hallar un día consuelo Frank.-

GROS. (Volviéndose a Gut.)-Hállanlo en él sólo los necios o los pobres de espíritu.- ¿Cómo piensas así tú? Cuando más el pesar duerme, pero no muere: ¡ay de las almas secas en que nunca despiertan los pesares!-El recuerdo vive, late, obra lenta y silenciosamente.-Y hay en la memoria de esta clase de tristezas cúmulo de terribles accidentes que no se olvidan jamás. Hay un hombre que nos ha manchado...

Y ¿cómo te extrañas tú de que yo sienta el pesar de los demás? Pues dime:-tú, que no consuelas a nadie, ¿tendrás derecho a que nadie te consuele en tu dolor?-A más, que si a mí me preguntaran qué es vivir, yo diría-el dolor, el dolor es la vida. (Pasea.)

Me has dado en qué pensar con la desgracia de mi amigo.-

GUT. A otros dará en cambio que reír.

GROS. (Deteniéndose enfrente de Gut.) ¡Reír!-Y ¿se puede reír de la desventura ajena, y de una desventura tan grande?

GUT. Lado flaco es ese de los humanos.-

GROS. (Irguiéndose.) ¡Lado estúpido!-¿No es eso tomar a broma el honor, que debe ser siempre una religión en nuestra alma? No, amigo, no; eso es de almas roídas y enfangadas.-

Y a fe tienes razón;-que hay quien se ríe de estas cosas.-Autorzuelos hay que llevan al teatro como asunto de gorja a un marido engañado; y óyelo en paz la regocijada concurrencia, y a mí me dan mis tentaciones de poner al autorcillo ramplón de modo que jamás riera de la ajena desgracia ¡crueldad mayor!

GUT. No es de extrañar en boca de autor esa buena voluntad hacia sus compañeros. ¡Calle, calle el envidioso!-

GROS. ¿Envidia yo?-Tú no lo dices de veras. Si el ingenio que tengo no me lo debo a mí mismo, y sé que soy noble y honrado ¿qué tengo yo que envidiar?-Envidia el necio, que cree que tiene algo suyo:-no yo-que sé que debo a merced desconocida esta palabra con que te hablo, y esta inteligencia con que la formo y la animo: (dejándole la mano que le ha tomado al comenzar.)-De estúpidos la envidia y la ambición.

GUT. (¡Alma altísima!)

GROS. Y ahora qué dices autor,-tiempo a que ando a vueltas con la manera de llevar al teatro la solución que cumple dar al marido en el adulterio de la esposa.

GUT. Y ¿hallaste ya la solución?

GROS. Lección terrible, pero no para aconsejada, me da con su suceso mi pobre amigo Frank.-Mato a veces a los adúlteros,-a veces los perdono; pero siempre me dejan confuso y cabizbajo: no doy con ello.-Cosas son estas que, antes de sufridas, no se adivinan; y luego de sufridas, ni aun debe tenerse valor para recordarlas: -¡ay! luego de sufridas se debe morir;-(como apuntando ideas en su frente:) ¡Qué horror, qué horror, amigo!-¡Si pensar en esto amarga tanto, un instante de sentirlo debe ser tormento inconcebible!

Pero, fuera de mí estas tristes ideas que no han de verse nunca realizadas.- ¡Vaya con la cara que pones! Tal parece que he hablado para ti.- ¿Es que de nuevo te enoja verme violento y exaltado?

GUT. Y es la verdad. Parece que no hay para ti un instante de placer ni de paz.-

GROS. Y no te engañas quizá.-Para un hombre digno de serlo, no hay en la vida espacio a la alegría ni al olvido.-Mas yo te prometo corregirme en lo posible.-

Comedia he de hacer en que pinte la cara que pone un amigo leal cuando su amigo se da a pensar en irremediables tristezas. Quédate a Dios;-espérame en mi habitación trabajo preparado. (Yéndose.)

GUT. Y, ¿el mío?

GROS. En la tuya te espera. (Volviendo atrás.) Pero ¿no me perdonas? (Echándole un brazo al cuello.)-

GUT. No a fe si no escribes la comedia.-

GROS. (Separándose de Gut.) Cierto que he de escribirla; no te vea yo luego incómodo con mis exaltaciones como ahora.-Queda, queda en paz. (Yéndose.) (Dulce alegría es tener tan leal amigo como éste.)

ESCENA 3ª

GUTTERMANN (solo y sentado)

GUT. Él piensa que son sólo las turbulencias de su espíritu las que me inquietan:-¡las del mío son las que me agitan ahora!-El que tiene una sola felicidad no sospecha nunca que otro pueda ser infeliz.-Harto sé que no es verdad que los pesares se olvidan, que tengo yo uno muy hondo, y es mi inseparable compañero: tanto me acompaña, que ya-hasta amo mi dolor.-

Yo quería a mi hermana con la vehemencia de todos los cariños. Ella, débil o frívola, ni ha entendido mi amor, ni lo ha respetado siquiera, y ha dado a un miserable su honra y su paz.-Ahora él la abandona: ahora vuelve ella a mí; ahora que ya no puedo tener para ella más que el amor del perdón, viene a pedirme aquel cariño en que ni siquiera pensó para olvidarlo, ¡por qué se razona para arrepentir y no se razona para obrar!