Flores del destierro - José Martí - E-Book

Flores del destierro E-Book

José Martí

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Beschreibung

Bajo el título "Flores del destierro" José Martí recogió un total de 48 poemas, de composición y estilo muy diferentes a sus otros poemarios. Algunos de los poemas de esta obra son "Contra el verso retórico", "Vino de chianti", "Árabe", "La noche es la propicia", "Cual de incensario roto" o "Antes de trabajar".-

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José Martí

Flores del destierro

 

Saga

Flores del destierro

 

Copyright © 1891, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726679489

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

A mi tierra A una mujer buena

A mis amigos

 

Estas que ofrezco, no son composiciones acabadas: son, ¡ay de mí! notas de imágenes tomadas al vuelo, y como para que no se escapasen, entre la muchedumbre antiática de las calles, entre el rodar estruendoso y arrebatado de los ferrocarriles, o en los quehaceres apremiantes e inflexibles de un escritorio de comercio -refugio cariñoso del proscripto. Por qué las publico, no sé: tengo un miedo pueril de no publicarlas ahora. Yo desdeño todo lo mío: y a estos versos, atormentados y rebeldes, sombríos y querellosos, los mimo, y los amo.

Otras cosas podría hacer: acaso no las hago, no las intento acaso, robando horas al sueño, únicas horas mías, porque me parece la expresión la hembra del acto, y mientras hay qué hacer, me parece la mera expresión indigno empleo de fuerzas del hombre. Cada día, de tanta imagen que viene a azotarme las sienes, y a pasearse, como buscando forma, ante mis ojos, pudiera hacer un tomo como éste, ¡pero el buey ara con el arpa de David, que haría sonora la tierra, sino con el arado, que no es lira! ¡Y se van las imágenes, llorosas y torvas, desvanecidas corno el humo: y yo me quedo, congojoso y triste, como quien ha faltado a su deber o no ha hecho bien los honores de la visita a una dama benévola y hermosa: y a mis solas, y donde nadie lo sospeche, y sin lágrimas, lloro. De estos tormentos nace, y con ellos se excusa, este libro de versos. ¡Pudiera surgir de él, como debiera surgir de toda vida, rumio a la muerte consoladora, un águila blanca!

Ya sé que están escritos en ritmo desusado, que por esto, o por serlo de veras, va a parecer a muchos duro. ¿Mas, con qué derecho puede quebrar la mera voluntad artística,11 la forma natural y sagrada, en que, como la carne de la idea, envía el alma los versos a los labios? Ciertos versos pueden hacerse en toda forma: otros, no. A cada estado de alma, un metro nuevo. Da el amor versos claros y sonoros, y no sé por qué, en esas horas de florescencia, vertimiento, grata congoja, vigor pujante y generoso reboso del espíritu, recuerdo esas gallardas velas blancas que en el mar sereno cruzan por frente a playas limpias bajo un cielo bruñido. Del dolor, saltan los versos, como las espadas de la vaina, cuando las sacude en ellas la ira, como las negras olas de turbia y alta cresta que azotan los ijares fatigados de un buque formidable en horas de tormenta. Se encabritan los versos, como las olas: se rompen con fragor o se mueven pesadamente, como fieras en jaula y con indómito y trágico desorden, como las aguas contra el barco. Y parece como que se escapa de Los versos, escondiendo sus heridas, un alma sombría, que asciende velozmente por el lúgubre espacio, envuelta en ropas negras. ¡Cuán extraño que se abrieran las negras vestiduras y cayera de ellas un ramo de rosas! ¡Flores del destierro!

CONTRA EL VERSO RETÓRICO...

CONTRA el verso retórico y ornado

El verso natural. Acá un torrente:

Aquí una piedra seca. Allá un dorado

Pájaro, que en las ramas verdes brilla,

Como una marañuela entre esmeraldas-

Acá la huella fétida y viscosa

De un gusano: los ojos, dos burbujas

De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.

Por sobre el árbol, más arriba, sola

En el ciclo de acero una segura

Estrella; y a los pies el horno,

El horno a cuyo ardor la tierra cuece -

Llamas, llamas que luchan, con abiertos

Huecos como ojos, lenguas como brazos,

Savia como de hombre, punta aguda

Cual de espada: ¡la espada de la vida

Que incendio a incendio gana al fin, la tierra!

Trepa: viene de adentro: ruge: aborta.