Besos ardientes - Judy Christenberry - E-Book
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Besos ardientes E-Book

Judy Christenberry

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Beschreibung

Algunos besos son inolvidables Aquel fue un beso salvaje y apasionado que no le dejó a Kelly Hampton otra opción que darle una bofetada al atractivo ranchero que había tenido la desfachatez de besarla sin su permiso. Daba igual que Pete Crawford fuera el mejor amigo de su hermano, ni que él la hubiera elegido para que lo ayudara a librarse de los intentos de seducción de una mujer fatal. Pero Pete era cowboy y Kelly tenía un pequeño hijo sin padre y un corazón roto que demostraban que una no se podía fiar de los cowboys. El problema llegó cuando Pete resultó ser un verdadero encanto y además se comportaba como el padre que su bebé nunca había tenido. Lo único que seguía siendo cierto era que ninguno de los dos quería casarse... ¡jamás! Fue entonces cuando Pete volvió a besarla...

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Seitenzahl: 177

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

 

© 2002 Judy Christenberry

 

© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Besos ardientes, n.º 1338- febrero 2020

Título original: Least Likely to Wed

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.:978-84-1328-958-8

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Epílogo

Si te ha gustado este libro…

Capítulo 1

 

 

 

 

 

KELLY Hampton sonrió al oír la campanilla de la puerta. Era un día aburrido y por fin alguien entraba en la tienda de Lawton, Oklahoma.

Su alegría se desvaneció cuando vio quién estaba allí. Era Pete Crawford, el hermano de Lindsay. Un vaquero muy varonil y prohibitivamente guapo. Tenía una espalda ancha y fuerte, unas caderas estrechas y una sonrisa arrogante. Las mujeres caían rendidas a sus pies. Le gustaba flirtear pero no quería casarse. En definitiva, un vaquero típico.

—Buenos días, Pete.

—Ah… Hola Kelly, ¿dónde está Lindsay?

—No vendrá hasta la una.

Lindsay vivía con su marido en un rancho a las afueras de Lawton.

Kelly dudó un momento pero finalmente se acercó a él.

—¿Puedo ayudarte en algo?

Sabía que le diría que no, y aunque los vaqueros la ponían nerviosa, no quiso ser maleducada.

Pete miró a la calle, estaba nervioso, como si alguien lo estuviera siguiendo. La volvió a mirar.

—Sí, sí puedes ayudarme —respondió.

Kelly se quedó estupefacta. Pero esa sorpresa se convirtió en pánico cuando Pete la agarró, la estrechó entre sus brazos y le dio un apasionado y excitante beso en los labios.

Hacía años que nadie la besaba… Su difunto marido, también vaquero, la había engañado con otras mujeres. Kelly se había jurado no volver a intimar con un hombre, y mucho menos con un vaquero. Así que se soltó y lo abofeteó lo más fuerte que pudo.

—¡Eh! —protestó Pete mientras le agarraba la muñeca para evitar que volviera a golpearlo—. ¿Qué te pasa, mujer?

—¿Que qué me pasa a mí? Creo que te has confundido de establecimiento, ¡sal de aquí antes de que llame a la policía!

—Solo era un beso entre amigos, nada más. No tienes por qué ponerte así.

—Nunca hemos sido amigos, Pete Crawford, así que no me mientas. Esto es un negocio, ¡no un lugar cualquiera donde puedes aprovecharte de una mujer!

—¡Yo no me he aprovechado! —le gritó mientras miraba una vez más hacia la calle. De repente se acercó a ella—. Ayúdame por favor.

Kelly no entendía nada, y le hubiera exigido una explicación, pero de repente una mujer joven entró en la tienda. Sonrió con amabilidad.

—Buenos días, ¿puedo ayudarla en algo?

Esa mujer no era clienta habitual.

Ella la miró con un aire de superioridad.

—No gracias, no hay nada en esta tienda que pueda gustarme… excepto su cliente. Hola, amor —añadió con dulzura.

De repente él agarró a Kelly de la cintura. Ella se sobresaltó e intentó apartarse, pero era un hombre muy fuerte.

—Hola, Sheila, ¿conoces a Kelly?

Quiso protestar pero esa mujer la había despreciado y decidió contenerse.

—No, no la conozco —dijo sin mostrar mucho interés.

—Esta es Sheila Hooten, una amiga. Kelly Hampton es la socia de mi hermana y una vieja amiga con la que estoy empezando a intimar —añadió mientras la acercaba hacia él.

—¿Es como una hermana para ti? —le dijo mirándola fijamente.

—En absoluto —contestó Pete.

Pete lanzó una mirada lasciva a Kelly.

—¿Qué pretendes Pete? —no toleraría ese tipo de comportamiento.

—Nada cariño… Llevo un día entero sin verte y estaba deseando mirarte bien…

Kelly intentó replicar pero entonces él la volvió a besar.

Cuando consiguió despegarse de él, vio cómo Sheila abandonaba la tienda dando un portazo.

—¿Quién es esa pobre mujer?

—¿Pobre mujer? —Pete soltó una carcajada—. Más que pobre, esa mujer es una… bruja.

—No me importa lo que sea pero ¡no vuelvas a usarme para resolver tus problemas! —Kelly se dio la vuelta y se acercó al mostrador—. Y ahora, si no te importa, tengo mucho trabajo que hacer.

No le gustaba que lo ignorasen. Kelly siempre había sido esa amiga delgadita de su hermana y cuando entró en la tienda, se dio cuenta de que ya era toda una mujer.

¿Por qué no se había fijado antes en ella? En los últimos años, solo la había visto en la boda de su hermana. Pero aquel día sólo tenía ojos para Lindsay.

Tras entrar en la tienda, se dio cuenta de que Kelly era su salvación, y no tuvo tiempo de dar explicaciones. La verdad era que ella no cooperó mucho. Afortunadamente, Sheila los vio besarse por el escaparate y entró en la tienda tras la bofetada.

—¡Muy bien! —le gritó ofendido—. Me voy al rancho a ver a mi hermana.

—¡Bien! —le respondió sin molestarse en levantar la mirada.

Salió muy molesto de la tienda y con la sensación de que la amiga de su hermana era una mujer muy fría.

De camino al rancho de su cuñado, pensó en lo que acababa de suceder: la pasividad de Kelly, la bofetada, y… ese beso. No quería pensar en ello pero había sido algo especial…

En el rancho estaba Lindsay, su marido Gil Daniels y Rafe Hernández, el encargado y mejor amigo de Gil. Lo invitaron a comer.

—Necesito hablar contigo —le dijo a Lindsay—. Quiero que me ayudes.

—Para eso estamos las hermanas.

—Es una pena que tu socia no piense lo mismo —dijo mientras se hacía un sándwich.

Se quedó mirándolo.

—¿Y qué tiene que ver Kelly en todo esto?

—Bueno, eh… Le pedí que me ayudara para que Sheila creyera que… No me ayudó mucho.

Pete sabía que Lindsay tenía una actitud protectora con su amiga. La verdad no le gustaría nada…

—Quizá deberías empezar por contarle tu problema —dijo Gil, que además de su cuñado, se había convertido en un buen amigo.

—De acuerdo… He salido un par de veces con Sheila Hooten —y antes de que su hermana pudiera replicar añadió—: Sé que me lo advertiste, pero nos lo pasamos muy bien juntos y yo le dejé claro que eso era lo único que quería. Pero me está presionando.

—¿Por qué? —preguntó Rafe.

—Dios mío, no sabes nada sobre mujeres… ¡Quiere que me case con ella!

—Yo no entiendo a las mujeres, lo sé. Por eso no me he casado —replicó Rafe.

—Y yo tampoco, y quiero que todo siga igual.

—Pero Pete… La vida de casados es estupenda —dijo Gil mientras alargaba la mano para tocar a su mujer.

—Pero vosotros os acabáis de casar. ¿Cómo puedes estar tan seguro? Casi todas las mujeres cambian cuando tienen un hijo y saben que no puedes dejarlas.

Gil se rio, pero a Lindsay no le hizo ninguna gracia.

—Lo siento hermanita, sé que eso no te pasará a ti pero ¿os acordáis de cómo estaba Brad en navidades? —Brad era el cuñado de Gil—. Su mujer lo trataba como un perrito faldero solo porque estaba embarazada. Fue vergonzoso.

Rafe se acercó a él.

—Cómete el sándwich, chico; creo que tus comentarios no están siendo bien recibidos.

Pete miró al matrimonio y se dio cuenta de que Rafe tenía razón.

—No entiendo cuál es el problema, tú le dejaste claro lo que querías —dijo Gil un rato después.

Lindsay se quedó mirando a su marido.

—No entendéis a las mujeres. Gil, ninguna mujer lo creería. Es como si pones una bandera roja delante de un toro con la esperanza de que no se fije. ¡Es absurdo!

—¡Yo solo intentaba ser sincero! —contestó Pete.

—Pues no salgas más con ella —dijo Gil.

—Llevo un par de semanas sin salir con ella pero no para de seguirme. Y cuando me encuentra no para de tocarme —lanzó una mirada de asco a su hermana —. ¿Qué puedo hacer?

—Podrías salir con otra mujer, claro que entonces te pasaría lo mismo. No entiendo cómo alguien puede llegar a pensar que serías un buen marido. Necesitas a alguien que piense lo mismo que tú sobre el matri…

Lindsay se quedó pensativa.

Pete la miró con el ceño fruncido.

—No existe ninguna mujer que no quiera atrapar a un hombre —afirmó con decisión.

Gil asintió con la cabeza.

—No es cierto, yo conozco a alguien a quien el matrimonio no le interesa en absoluto.

—¿Estás segura? —preguntó incrédulo.

—Sí. Kelly. Ella no quiere casarse, solo tenemos que convencerla para que te ayude.

Pete se acordó de lo que había pasado en la tienda.

—No creo que funcione…

 

 

Cuando Lindsay llegó a la tienda Kelly no le contó nada de lo sucedido. Eso la ayudaría a olvidarse del tema. Sabía que Pete había captado su mensaje y pensaba que no se atrevería a volver a hacer algo así.

Era lo mejor… No lograba dejar de pensar en esos besos… Pero lo lograría, estaba decidida.

—Voy a subir a comer con mi madre y con Drew. Si necesitas ayuda llámame.

Cuando decidieron hacerse socias, Lindsay no pensaba casarse. Acababa de volver de Chicago, donde había vivido un año. Había comprado el edificio y había convertido la planta de arriba en un piso de tres habitaciones. Tenía planeado vivir allí con Kelly y su hijo Drew. Pero poco después Gil le había pedido que se casará con él.

Lindsay vivía en el rancho de Gil y le había ofrecido el piso por muy poco dinero, así que Kelly había convencido a su madre para que dejara su trabajo de camarera y se fuera a vivir con ellos. Ella cuidaba a Drew y a veces echaba una mano en la tienda.

—Bajaré a ayudarte cuando Drew se duerma —añadió antes de que Lindsay pudiera decir nada.

Kelly entró en la casa y oyó a su hijo de dos años hablar con su abuela. Todavía no hablaba muy bien pero era un niño feliz. Ella lo adoraba.

—Eh, pequeñín, ¿qué tal estás? —le preguntó cuando entró en la cocina.

Drew la sonrió y extendió los brazos.

—¡Mamá!

Kelly le dio un fuerte abrazo sin sacarlo de la silla. Su madre acaba de servir la comida y quería que aprendiera a comer bien.

—Mmmm… ¡Qué rico! Mira lo que te ha preparado la abuela.

La madre de Kelly, Mary Widenthal, sonrió.

—Espero que tu entusiasmo funcione.

—Quizá si lo sobornamos un poco con una galleta…

Drew empezó a gritar entusiasmado.

—¡Galleta! —era una de sus palabras favoritas.

—Vaya por Dios… —acababa de cometer un gran error—. Después de comer podrás comerte una.

—Tú también deberías darte prisa. Me han dicho que el instituto termina pronto hoy porque hay reunión de padres. Seguramente tendréis mucho trabajo esta tarde.

—Así lo espero —dijo mientras su madre le servía la comida. No le gustaba que lo hiciera, pero Mary había insistido. Había trabajado veinticinco años de camarera y le había dicho a su hija que no hacer nada la hacía sentirse inútil.

Empezó a comer. Su madre no le preguntó qué tal le había ido la mañana. Se sintió aliviada, ya que no tenía ganas de mencionar el incidente con Pete. Tanto Mary como Lindsay opinaban que Kelly debía salir con otros hombres.

Sin embargo ella pensaba que la que debía salir era su madre. Era muy joven aún, tenía cuarenta y un años, y se había quedado embarazada con tan solo dieciséis años. Al enterarse, su padre las había abandonado y sus abuelos la habían echado de casa.

—¿Kelly? —llamó Lindsay desde el interfono—. La tienda se está llenando.

—Bajaré enseguida —le contestó.

Todavía no había acabado de comer y esa tarde no iba a trabajar, pero la tienda era nueva y tenían que ser flexibles. Seis meses después de la inauguración su esfuerzo estaba empezando a aportar beneficios.

—Pero no has acabado de comer —le dijo Mary.

—Lo sé, pero necesitamos clientes. Baja a la tienda cuando Drew se duerma.

—De acuerdo —dijo Mary.

Bajó a la tienda y descubrió que se estaban quedando sin vestidos para el baile del instituto. Lindsay y ella se habían gastado mucho dinero en su último viaje a Dallas. Allí habían encontrado un nuevo proveedor con diseños muy buenos. Parecía que la inversión estaba empezando a aportar grandes beneficios.

Cuando bajó Mary, se ocupó del mostrador y dejó que las dos socias se encargaran de las ventas.

La tienda cerraba a las seis de la tarde, pero aquel día Lindsay cerró la puerta a las seis y media. Mary ya estaba arriba con Drew.

—Hoy hemos vendido cerca de tres mil dólares en ropa —dijo Kelly mientras hacía las cuentas—. Creo que la tienda se llenará el sábado.

Lindsay asintió.

—Hemos vendido casi todos los vestidos que encontraste en Dallas. Podríamos llamar al proveedor y pedirle que nos traiga más. Hoy es miércoles, los tendremos aquí el sábado.

Kelly sonrió de oreja a oreja.

—¡Qué buena idea! Llamaré a primera hora de la mañana. Voy a llamar también a Addie MacCraken. Le gustó el vestido color ciruela pero le quedaba pequeño. La llamaré para ver si quiere que le traiga una talla más grande.

—¡Estupendo! Tienes muy buena memoria, ya se me había olvidado lo de Addie —hizo una pausa—. Con esa memoria es increíble que se te haya olvidado mencionar la visita de mi hermano esta mañana.

Kelly se quedó helada. No quería hablar del tema, estaba intentando evitarlo. Intentó parecer indiferente.

—¿Y por qué te lo iba a contar? Te estaba buscando a ti, y yo le dije dónde estabas. ¿Te parece bien, no?

—Claro que sí. ¿Así que no te molestó?

Su amiga la miraba atentamente.

—No, claro que no.

Lindsay suspiró.

—Menos mal, porque necesita que lo ayudes.

—No creo que sea muy buena con el ganado. Lo siento.

—No pasa nada; no quiere que lo ayudes en eso, sino que vayas al cine con él.

Kelly sonrió.

—Pero Lindsay, Pete puede salir con cualquiera. Sabes el éxito que tiene con las mujeres, todas se mueren por él.

No iba a ir al cine con Pete Crawford, de eso no cabía ninguna duda.

—Tienes razón.

—Claro que la tengo —dijo con un suspiro.

—Pero ninguna de esas mujeres es como tú.

—¿Cómo yo? —Kelly no entendía nada.

—Tú no quieres casarte.

Lindsay sabía demasiado sobre ella para negarlo, no iba a discutir sobre el tema.

—Es cierto, pero no voy a salir con él. No va a utilizarme para romperle el corazón a nadie. Eso puede hacerlo él solito.

—Sé que no me vas a creer, pero no puede. Advirtió a Sheila que sólo quería divertirse y que no quería comprometerse pero ella se tomó sus palabras como un reto.

—Es evidente —dijo entendiendo a la primera lo que Lindsay había tenido que explicar a los hombres.

—Ha estado hablando de cómo piensa atraparlo. Si no se casa con ella, arruinará su reputación y si lo hace, será un hombre muy desdichado. La única solución es que salga con una mujer que no quiera casarse… Alguien como tú.

—Yo no salgo con nadie —dijo con firmeza. Su amiga se tenía que dar por vencida. Después de todo, sabía por lo que había pasado y entendía perfectamente por qué no quería salir con ningún hombre.

—No vas a salir de verdad con él… Solo tendríais que aparecer juntos en público. Además, así podrías disfrutar de la película que quieras ver… ¡Tendría que pagar él! ¿No sería estupendo? Solo será un par de veces. Y toda mi familia te lo agradecerá… Imagínate que Sheila se convirtiera en parte de la familia. ¡Sería horrible!

—¡Pero si ni siquiera la conozco!… Bueno, ¿quieres subir a beber algo a casa?

—De acuerdo, pero antes de subir, ¿vas a ayudarnos?

Miró fijamente a su amiga. Estaba enfadada con ella por ponerla entre la espada y la pared. ¿Cómo podía negarse? Gracias a ella la tienda estaba saliendo adelante y ella y Drew ya no vivían en una caravana. Su madre vivía ahora con ellos y por fin estaba disfrutando de la vida. Y todo gracias a Lindsay.

Pero no podía aceptar.

—Lindsay no puedo hacerlo… es…

Se acercó a ella.

—Me lo imaginaba, así que se me ocurrió un incentivo.

—Lindsay, no…

—Es algo que te gustará porque ayudará a tu madre.

Kelly escuchaba atentamente.

—¿A qué te refieres? ¿Cómo podría Pete hacer algo por mi madre?

Lindsay sonrió.

—Bueno, me imaginé que no querrías hacerlo, así que pensé que te resultaría más fácil si no estuvierais los dos solos.

—Me resultaría más fácil, sí, pero no entiendo cómo eso va a ayudar a mi madre.

Lindsay no contestó.

—¿Y bien?

—La otra pareja serían Mary y… Rafe.

—¿Mi madre y Rafe?

—Dijiste que querías que saliera con alguien, que se divirtiera. Además, ¿recuerdas cómo se miraban cuando vinisteis a cenar al rancho? Creo que forman una pareja perfecta. Se lo dije a Rafe, sin decirle que creía que estaba interesado en ella, y bajó la cabeza. Puso una cara tan tierna,Kelly… Dijo que suponía que podía ayudar a Pete si Mary estaba de acuerdo —le contó complacida.

Kelly cerró los ojos y suspiró.

Se había equivocado.

Al parecer iba a salir con Pete Crawford.

Capítulo 2

 

 

 

 

 

KELLY se contempló en el espejo. Desde que Drew había nacido, no había salido nunca y estaba bastante nerviosa.

Sus nervios no tenían nada que ver con Pete, ese hombre no le gustaba… claro que desde hacía algún tiempo ningún hombre le gustaba. Estaba nerviosa por su madre y Rafe; su madre estaba tan emocionada…

—¿Kelly? —llamó su madre—. ¿Puedo pasar?

—Claro que sí, mamá —Kelly se dirigió a la puerta mientras su madre entraba en la habitación—. ¡Estás guapísima!

—Gracias. ¿Voy demasiado elegante?

—No, ese vestido es perfecto.

Llevaba un vestido azul marino con rosas estampadas. El color de las rosas hacía juego con sus sonrojadas mejillas.

—Tú también estás preciosa. A Pete le vas a encantar —dijo con una sonrisa.

—Mamá —replicó Kelly con firmeza—. Ya sabes que esta cita es una farsa. Quiero decir, tú y Rafe salís en serio pero yo y Pete… En fin, lo hago solo para ayudarlo.

Kelly temía que su madre se molestara, pero Mary se limitó a sonreír.

—Aun así, podemos disfrutar de la película. Hace siglos que no voy al cine.

—Por supuesto, incluso podemos comprar palomitas.

—Mejor será que lleve algo de dinero. Mmmm… ya puedo olerlas.

—Mamá, creo que a Pete le encantará invitarte. Después de todo, lo estamos ayudando.

A Mary le sorprendió el comentario y de repente Kelly se dio cuenta de que su madre llevaba sin salir desde que tenía dieciséis años… Le dio un beso en la mejilla.

—Limítate a pasártelo bien.

—Tú también deberías divertirte un poco, hace tiempo que no sales.

De repente sonó el timbre.

—Debe de ser Lindsay. Me alegra que tenga la tarde libre y pueda cuidar a Drew. A veces es bastante travieso.

—Mi nieto es perfecto y tú lo sabes —dijo Mary mientras se dirigía a la puerta.

—¿Dónde está Drew? —preguntó Lindsay al entrar.

—Hola, amiga —le dijo Kelly con una sonrisa. Parecía estar entusiasmada con la idea de cuidar de Drew.

—Lo siento —Lindsay se sonrojó—. Gil y yo estamos tan entusiasmados con la idea de que Drew pase la noche con nosotros…

—¿Seguro que quieres que se quede a dormir en tu casa? Puede que os despierte en mitad de la noche.

—Todo saldrá bien. Además, te mereces dormir bien por una vez. Veo que ya estáis listas. ¿Os importa que les diga a Gil y a Rafe que suban?

—Por supuesto que no —contestó Kelly. Su madre se puso muy nerviosa. Cruzó los dedos; deseaba que todo saliera bien. Rafe era un buen hombre y su madre se merecía divertirse un poco.

—¿Rafe está aquí? —preguntó Mary con la respiración entrecortada.

—Sí —Lindsay sonrió—. No podía esperar, estaba demasiado nervioso. Pete os recogerá aquí y así iréis en un solo coche.

Lindsay abrió la puerta, e invitó a subir a los hombres que esperaban abajo.

—Iré a buscar a Drew —dijo Kelly mientras se dirigía al dormitorio de su hijo—. Drew, Lindsay está aquí. ¿Quieres ir a jugar con ella y con Gil a su casa?