Caminad mientras tengáis luz - Omraam Mikhaël Aïvanhov - E-Book

Caminad mientras tengáis luz E-Book

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Beschreibung

"La existencia es una larga cadena de momentos que debemos vivir  conscientemente uno tras otro.  Todos los esfuerzos que haceis quedan grabados en lo alto, en el libro de la Vida, y gracias a estos esfuerzos,¡ cuántas bendiciones se preparan para vosotros! Cuando las recibáis,os preguntaréis: "¿Por qué estos regalos?  y se os responderá :" Porque con vuestro trabajo, os habéis elevado hasta las regiones de  la luz y asimismo habéis aportado la luz y la paz a los seres que se hallan sumidos en el desamparo y en la oscuridad. " No puedo deciros nada más.Continuad caminando por la senda de la luz. ¿ Qué habra al final de este camino? Lo descubriréis cuando lleguéis  y os maravillaréis" 

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Seitenzahl: 170

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Omraam Mikhaël Aïvanhov

Caminad mientras tengáis luz

Izvor 244-Es

Tituló original :

MARCHEZ TANT QUE VOUS AVEZ LA LUMIÈRE

Traducción del francés

ISBN 978-84-10379-48-0

©Copyrightreservado a Editions Prosveta, S.A. para todos los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación o edición sin la autorización del autor y del editor. Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales, audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización del autor y del editor (Ley del 11 de marzo 1957, revisada). -www.prosveta.es

I PARA NO TENER QUE DECIR MÁS: ¡SI LO HUBIERA SABIDO!...

Los humanos son perfectamente capaces de comprender intelectualmente donde esté el bien y el mal, tanto en lo que se refiere a Si mismos como respecto a los demás, pero continúan cometiendo los mismos errores. Es difícil de aceptar, pero es así. Se les explica, comprenden, aprueban, pero hacen lo contrario de lo que aseguran haber comprendido. ¿Por que? Porque no basta con dirigirse a su intelecto, es preciso tocar otras fibras de su ser. No nos podemos fiar mucho de alguien que dice: “Si, comprendo”, porque si sus sentimientos y sus deseos le empujan hacia una dirección distinta, es allí a donde se dirigiré.

Por tanto no me hago ilusiones, sé que las posibilidades de un Maestro espiritual son limitadas: su tarea consiste en iluminar a los seres, hacer que comprendan como pueden salir de las ciénagas en las que se han sumergido y describirles las magnificas regiones que les esperan si lo consiguen, pero el Maestro continúa siendo impotente en lo que se refiere a cambiar sus gustos y sus necesidades. Esto, sólo los discípulos tienen el poder de hacerlo, sintiendo que es ahí donde hallarán su salvación.1 Y en realidad, aunque consigan sentirlo, esto no es suficiente. Efectivamente, aunque deseen con todo su corazón comprometerse en el camino de la luz, surge una tercera dificultad, la más terrible: algo en ellos, llamado costumbre, se opone a este cambio de orientación.

Os daré un ejemplo muy simple. Por la televisión dan un programa sobre el hambre en África: todos los espectadores comprenden que se debería hacer algo, porque es inhumano permitir que poblaciones enteras sufran de esa manera. Incluso muchos se sentirán conmocionados y el espectáculo de estos sufrimientos, inundará sus ojos de lagrimas. Pero ahora, si se les dice: “He aquí lo que podéis hacer para que estas poblaciones tengan con qué alimentarse”, ¿cuántos aceptarán abandonar su tranquilidad y sus costumbres? ¿Cuántos se decidirán a destinar el dinero que reservan para sus comodidades y para sus placeres, incluso aunque sólo sea una parte, para aliviar a estos desgraciados? Pues bien, esto es lo que se produce también cuando se trata de cambiar de vida: el pensamiento y el sentimiento pueden estar de acuerdo, pero de ahí a que la voluntad consiga vencer los malos hábitos, la pereza y el egoísmo, varía mucho.

Cuando me oyen hablar o leen mis libros, sé que algunos piensan: “¡Oh, pobre! ¿Cómo puede creer que sea fácil llevar a los humanos hacia el camino de la sabiduría, de la justicia y del amor?...” No, no creo que sea fácil, no soy tan ingenuo, hablo para iluminar a aquellos que han venido a escucharme, porque todo cambio interior comienza con la comprensión, pero sé muy bien que el resto no depende de mí: no puedo hacer que amen la verdad aquellos que prefieren las ilusiones.

E incluso para aquél que descubre la verdad, que ama la verdad, se puede decir que es aquí cuando comienzan realmente las dificultades. Estas dificultades, las he descubierto primero en mí. Comprendí que se puede recibir la luz, amar la luz, pero cuando se trata de lograr que la materia psíquica se someta a esta luz con el fin de ser impregnada por ella, ¡Dios mío, cuánto tiempo, qué difícil es! Por un instante, es dócil y maleable, pero de repente se resiste, se rebela y toma ventaja. Entonces, se debe volver a empezar. Pero no hay que desanimarse, porque poco a poco, esta materia termina cediendo. Puesto que la comprensión está ahí y el amor está ahí, un día se producirá la realización. En cualquier caso, lo que es seguro es que sin comprensión ni amor, es inútil esperar la menor realización.

Comprender donde está el bien y desear este bien quizás no sea fácil, pero siempre es menos difícil que la tercera etapa: la aplicación. Cada cual puede fácilmente admitir que es preferible permanecer sobrio, ser fiel a su marido o a su mujer, dominar los impulsos de cólera, obrar honradamente y desear sinceramente conseguirlo, pero he aquí que cuando llega la tentación, ¿cómo evitar sucumbir ante ella? Para resistir es preciso que la cuestión esté clara en los tres planos, el intelecto, el corazón y la voluntad, y lo más difícil es adiestrar a la voluntad para cambiar sus costumbres.

Una mala costumbre es como un cliché que se graba en nuestros cuerpos sutiles.2 Una vez grabado, se reproduce infinidad de veces. Incluso aunque nos arrepintamos enseguida de nuestra falta, esto no sirve de nada, la repetimos... y después de nuevo nos arrepentimos... Es como una cadena sin fin de faltas y remordimientos. Luchar, llorar, arrepentirnos, la mayoría de las veces es ineficaz, porque el remordimiento también ha grabado su cliché, y entonces aparece cada vez después de la falta, pero no ayuda a corregirla. Es como si falta y remordimiento fueran dos entidades entre las que no existe ningún contacto. Se suceden una a la otra, nada más. Diréis: “¡Pero es porque el hombre es débil!” Sí, es débil; y es débil porque es ignorante. El día que tenga luz, logrará triunfar sobre sus malos hábitos.

¿Y qué debemos hacer entonces? Sustituir el cliché, es decir sustituir las malas costumbres esforzándonos, poco a poco y conscientemente, en tener otros pensamientos, otros sentimientos, y sobre todo en hacer otros gestos. Estos serán unas nuevas grabaciones, nuevos clichés que conseguirán neutralizar a los otros. No los borrarán, porque en la naturaleza nada se borra, pero se sobrepondrán a ellos y serán los que actúen.

Un día un hombre me confió que se sentía irresistiblemente atraído por todas las jóvenes; se daba cuenta de lo peligroso que esto era, pero no sabía cómo podía luchar contra esta tendencia y me pidió consejo. Y esto es lo que le dije: “Trate de buscar una joven que le deje más bien indiferente, ahí usted podrá dominarse más fácilmente, y podrá conscientemente acostumbrarse a mantener la distancia. Después, encontrará a otra, y luego a otra, y continuará obrando correctamente. Así, poco a poco, grabará en usted una nueva actitud, y ésta es la que dominará, y cuando se encuentre ante una de esas jóvenes que antes le hacían perder la cabeza, mantendrá una conducta irreprochable. Pero permanezca vigilante, continúe ejercitándose con aquellas que no le tienten.”

En cambio, ¿que se hace generalmente? Exactamente lo contrario: nos lanzamos hacia las personas y las cosas que nos son agradables, y nos alejamos de las otras. Para vencer una tentación, una debilidad, debéis intentar sustituir el objeto peligroso por otro que sea inofensivo para vosotros; los nuevos clichés que de esta manera grabéis os protegerán. Pero incluso si no estáis expuestos a tentaciones que os perderían si sucumbierais a ellas, siempre debéis pensar en crear nuevos clichés, mejores, para progresar.

Y ¿sabéis qué es el diablo – ¡digamos el diablo! – quien a menudo impulsa a los seres al arrepentimiento para que continúen progresando por el camino erróneo con fuerzas renovadas, con un ardor renovado? Pues no, seguramente no lo sabéis. Lamentándoos, llorando, estáis reforzando el deseo por otro lado; es como si de estas lágrimas y estas lamentaciones, los deseos extrajeran fuerzas para desencadenarse de nuevo. En efecto, así es la naturaleza humana, y aquél que no conoce sus rodeos y sus trampas, continúa cometiendo errores.

¡Cuántas personas creen que obran de acuerdo con el bien que comprenden y que aman! En realidad, están haciendo exactamente lo contrario, pero es imposible que lo admitan. ¿Por qué? Porque imaginan que basta con aceptar mentalmente un ideal y desear realizarlo para conseguirlo. Pues bien, no, desgraciadamente no, incluso es ahí donde empieza la parte más difícil. He aquí porque una de las primeras cualidades del discípulo es la lucidez.

Es preferible portarse bien, pero portarse mal no es aún lo más grave. Lo más grave es no ser consciente de ello. Aquel que es incapaz de ver que ha obrado mal termina siendo sometido a contradicciones insalvables. Sufre fracasos, es rechazado por los demás y no comprende porqué: creía ser irreprochable, estaba convencido de que los demás le aprobarían, incluso le admirarían. Está trastornado por lo que le sucede, imagina que el mundo entero se ha unido contra él, lo que influencia muy negativamente en sus pensamientos y sus sentimientos: se rebela, y durante esta rebelión, pierde su luz y pierde su amor. Todo ello porque se niega a admitir que no ha logrado hacer el trabajo en el tercer plano: la realización.

Es casi inútil comprometerse con la vida espiritual mientras no se haya comprendido hasta qué punto es tenaz la naturaleza inferior del hombre, y en qué medida el trabajo que se debe realizar con ella requiere vigilancia, humildad y abnegación.3 Muchas personas creen que como han encontrado una enseñanza espiritual, se transformarán rápidamente. Pues no, ¡el dominio de la vida psíquica es mucho más difícil de lo que imaginan! Existe no obstante en cada ser humano esta capacidad de renovación, de regeneración, de divinización, pero éste es un proceso muy lento, y lo que cada uno puede realizar en esta existencia depende del trabajo ya iniciado en anteriores encarnaciones.4

Para aquel que no es consciente de las dificultades que inevitablemente surgen en la Vida espiritual, es imposible progresar; y todavía es más imposible ayudar a los demás: ante los escasos resultados se desanimará muy rápidamente. Un instructor, un guía espiritual explica, repite, tiene la impresión de ser comprendido; pero he aquí que aquellos que dicen seguirle hacen justamente lo contrario de lo que parecían haber comprendido. Con el tiempo, ¿cómo no cansarse, desanimarse, e incluso irritarse? La cualidad de un instructor debe ser la estabilidad, la paciencia, la indulgencia.

Esta estabilidad, esta paciencia y esta indulgencia tan indispensables, tienen su ejemplo en el sol.5 Por lo tanto, como el sol, un guía espiritual debe dar su luz, y después aquellos a quien ha iluminado hacen lo que pueden... Cada día miro el sol y veo que no se indigna, que no oscurece, que no se desanima con el pretexto de que los humanos no saben apreciar y utilizar su luz. Entonces, me digo que yo tampoco debo indignarme, ni desanimarme, ni oscurecerme.

No necesito que me expliquen lo difícil que es ayudar a los humanos a mejorar. Incluso aunque digan ser sus discípulos, a menudo creen que saben más que su Maestro, lo que es bueno para ellos. Quieren vivir sus experiencias y lo hacen. Algún tiempo más tarde, cuando han sido bien maltratados y decepcionados por la vida, finalmente comprenden. Entonces, quieren hacer partícipes a los demás de este saber recién adquirido, pero ¿por qué los demás tendrían que escucharles? Ellos también quieren vivir sus experiencias. Y he aquí porqué la sabiduría que unos han alcanzado a costa de tantos esfuerzos, es raramente aprovechada por los demás.

Es preciso que los humanos hayan sido bien triturados y mordisqueados por la vida para admitir que los sabios tienen razón. Así pues, ellos también se han vuelto, a su vez, sabios. Pero no son muchos los que intentarán beneficiarse de su sabiduría. Por esto cada nueva generación repite los errores de la anterior. Esto es cierto para los individuos, y también es verdad para las colectividades. ¿Quién desea en realidad aprender las lecciones de la historia?

Se os proporciona una luz, ella ilumina vuestro camino. Decidíos a caminar. Jesús decía: “La luz: estará todavía entre vosotros por poco tiempo. Caminad mientras tengáis luz, para que las tinieblas no os sorprendan.” Esta luz de la que habla Jesús no es evidentemente la del día por oposición a la oscuridad de la noche; representa las buenas condiciones internas y externas que nos son dadas para progresar.

¡Cuántas personas, cuando se encuentran en dificultades y sometidas a pruebas, de repente toman conciencia de su ignorancia, de su debilidad y se dicen: “¡Si hubiera sabido!...” Hubieran podido saber, porque en Cierto momento les fueron dadas todas las condiciones para aprender, ejercitarse, reforzarse; pero desperdiciaron estas buenas condiciones: la vida espiritual requiere esfuerzos, y otras actividades, otras preocupaciones les parecieron en aquel momento más importantes. “Y ahora, ¿es demasiado tarde?” os preguntáis. No, nunca es demasiado tarde, el camino de la vida es largo, infinito y otras condiciones os serán proporcionadas en esta existencia o en otra. Procurad entonces no perderlas para que no tengáis que deciros una vez más: ¡si lo hubiera sabido!...

1¿Qué es un Maestro espiritual?, Col. Izvor n°207, cap. VII: “No esperar de un Maestro más que la luz”.

2El trabajo alquímico o la búsqueda de la perfección, Col. Izvor n°221, cap. VI: “Los clichés”.

3Naturaleza humana y naturaleza divina, Col. Izvorn° ٢١٣.

4La piedra filosofal – los Evangelios según los tratados alquímicos, Col. Izvorn° ٢٤١, cap. XI: “La regeneración de la materia: la cruz y el crisol”.

5“En espíritu y en verdad”, Col. Izvorn° ٢٣٥, cap. XVI: “La verdad del sol: dar”.

II

IEl simbolismo de la derecha y de la izquierda

En el espacio a tres dimensiones por el que nos movemos diariamente, tenemos la posibilidad de ir hacia delante y hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo, a la derecha y a la izquierda. Son pues seis direcciones que pueden ser representadas por tres líneas que se cortan en ángulo recto. Estas seis direcciones del espacio se relacionan con los tres principios que constituyen el ser humano. La dirección adelante-atrás es la del intelecto; la dirección arriba-abajo es la del corazón; la dirección derecha izquierda es la de la voluntad. Y como la voluntad produce actos, podemos decir que nuestra actividad se despliega en ambos lados.

La mayoría de las tradiciones asocian simbólicamente la derecha al bien y la izquierda al mal: cuando se dice de alguien que sigue el camino de la izquierda, significa que está obrando mal. Este simbolismo de la derecha y de la izquierda, lo encontramos en la palabra de Jesús: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace tu mano derecha.” Las manos actúan influidas por la voluntad. La mano izquierda y la mano derecha son las expresiones de la actividad humana.

En realidad, ya sea adelante o atrás, arriba o abajo, derecha o izquierda, todas las direcciones son buenas, a condición de que las utilicemos con discernimiento, y las oposiciones que se han establecido entre ellas sólo tienen un valor simbólico. El lenguaje simbólico es la matemática de las ideas, resume en algunos principios muy simples las realidades más complejas.

Entonces, ¿que quería decir Jesús cuando aconsejaba de tener la mano izquierda en la ignorancia de lo que hace la mano derecha? Si tomásemos estas palabras literalmente, significaría que sólo los actos de la mano derecha están justificados. Sin embargo, no se pueden hacer muchas cosas con una sola mano. En la vida práctica, nos damos cuenta de que la mano izquierda y la mano derecha se completan y actúan armoniosamente. El uso de una sola mano hace imposible la mayoría de los trabajos, y no se puede decir que la mano derecha sea más importante que la mano izquierda, a pesar de que la educación le conceda habitualmente preferencia. Durante mucho tiempo se ha creído que los niños zurdos debían ser corregidos obligándoles a escribir y a dibujar con la mano derecha, pero esto era un error. La mayoría de la gente se sirve de forma natural de la mano derecha, pero éste no es un motivo para contrariar a los zurdos.

Dios ha creado al hombre con una gran sabiduría, y puesto que le ha dado dos manos, ¿cómo hubiera podido Jesús aconsejar que las separáramos? Ciertamente vosotros me diréis que la gente no es tan necia como para tomar las palabras de Jesús literalmente. De acuerdo, no las toman literalmente, pero entonces, ¿cómo las toman?

Algunos han visto en las dos manos representaciones del intelecto y del corazón, y han llegado a la conclusión de que el intelecto no debe mezclarse con los asuntos del corazón, ni el corazón con los asuntos del intelecto. No, esta no es una buena interpretación. El corazón con sus deseos, sus pasiones y sus caprichos puede oponerse a proyectos sabios y razonables, y el intelecto debe intervenir para iluminarlo. En cuanto al intelecto, puede ser frío, seco, rígido, y también el corazón tiene algo que decir para calentarlo, dulcificarlo, volverlo más conciliador.

En realidad, esta mano derecha y esta mano izquierda que menciona Jesús representan las dos naturalezas del ser humano: su naturaleza superior y su naturaleza inferior.6 Cuando la mano derecha, la naturaleza superior, quiere actuar, “dar limosna” (expresión que debe ser tomada en un sentido muy amplio: hacer el bien), debe mostrarse prudente, para que la mano izquierda, la naturaleza inferior, no venga a poner obstáculos. Éste es un principio de estrategia: nunca se ha visto a los generales exponer por todas partes los planes de batalla que están preparando. La mano derecha no sólo debe dar muestras de inteligencia con el fin de ultimar los mejores proyectos, sino que debe vigilar para protegerlos de las maniobras de la mano izquierda.

Y si no es preciso que la mano izquierda (la naturaleza inferior) sepa lo que hace la mano derecha (la naturaleza superior), por el contrario, es necesario que la mano derecha conozca los proyectos de la mano izquierda para poder esquivar sus trampas. La naturaleza inferior está permanentemente ocupada en tramar asuntos turbios, lo que obliga a la naturaleza superior a estar constantemente en alerta para observar lo que sucede y, en caso necesario, intervenir para restablecer el orden. Lo que está arriba debe saber lo que sucede abajo. Un responsable debe saberlo que hacen sus subordinados. De igual modo, es necesario que los padres vigilen a sus hijos, porque si escapan a su vigilancia pueden cometer toda clase de tonterías, tener accidentes, etc.

Estudiad bien las relaciones que mantienen en vosotros la naturaleza inferior y la naturaleza superior. Tomáis buenas decisiones... os decís que ya es hora de cambiar algunas de vuestras costumbres... os proponéis ayudar a alguien... sabed que vuestra naturaleza inferior está ahí, vigilando y enviándoos sugerencias, tentaciones para disuadiros. O bien, espera pacientemente el momento de desquitarse. En efecto, ¿que creíais? La naturaleza inferior, constituye todo un pueblo que habita en vuestro interior, y este pueblo, como todos los pueblos de la tierra, no soro tiene criaturas honradas, nobles y generosas; también hay en él entidades malhechoras que intentan expresarse a través de vuestro corazón y de vuestro intelecto.

Así pues, queda claro que la mano derecha y la mano izquierda no representan al intelecto y al corazón, sino a la naturaleza superior y a la naturaleza inferior que se manifiestan a través de uno u otro. Cuando la naturaleza superior en vosotros hace proyectos, la naturaleza inferior no debe ser advertida. Tratad de adormecerla o aprovechad los instantes en los que está adormecida y no oye, sino se alzará contra estos buenos proyectos y tratará por todos los medios de impedir su realización. Os susurrará: “No tengas prisa... Tienes tiempo... ¡Podrías estar tan tranquilo!... ¿Por que te afanas tanto?” Y es así como, llegado el momento, ya no tendréis tanto entusiasmo, ni convencimiento, y abandonáis estos proyectos.

Podemos ser muy católicos, muy protestantes o muy ortodoxos, y leer los Evangelios sin comprender nada, porque para comprenderlos, debemos poseer un saber especial.7 Mientras no profundicemos en la ciencia de los símbolos, pasaremos por alto las verdades esenciales, y entonces, ¿de qué sirve que Jesús nos haya enseñado estas verdades? Si queréis comprender los Evangelios, tratad de tener en cuenta las interpretaciones que os doy y que no son interpretaciones personales: sólo hago referencia al lenguaje eterno de los símbolos. En este lenguaje eterno de los símbolos, la derecha y la izquierda tienen un significado que va más allá de las dos manos.

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