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Recopilación de cartas familiares que escribió el Padre Isla a María Francisca, su hermana por parte de padre, y al marido de esta, Nicolás de Ayala. En este primer tomo se recogen las cartas escritas entre 1755 y 1756.
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Seitenzahl: 191
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José Francisco de Isla
del P. José Francisco de Isla, escritas a su hermana Doña María Francisca de Isla y Losada, y a su cuñado D. Nicolás de Ayala
Saga
Cartas familiares. Tomo I
Copyright © 1768, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726794779
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Mi venerado señor: Como el amigo es otro yo no puedo desentenderme de los favores que V. hadispensado siempre a las obras del P. Isla, y por lo mismo me creo obligado a poner bajo suprotección las cartas familiares que se imprimieron con solo el objeto de que puedan ser útiles parala instrucción de la juventud, pues que en nuestro idioma no hay nada de esta especie de que abundanlos extranjeros.
Para esta resolución he procedido no solo con acuerdo sino con persuasiones de hombressabios; y así merezco disculpa si parece apasionada, porque la amistad disminuye, y aun oculta losdefectos del amigo. Aunque las cartas tengan algunos, que no dejarán de hallar los críticos, comono fueron escritas para darse a la prensa, y en ellas habla el corazón y la confianza, deben suplirse,como lo espero de la benignidad de V. Estoy procurando recoger otras a distintos sujetos que por lavariedad de asuntos podrán ser más instructivas, y más agradable su lectura, faltándome pocas paraformar un tomito que desde ahora dedico a V. pues no solicito, ni quiero otro Mecenas, suplicándoleadmita esta pequeña muestra de mi reconocimiento, en la seguridad de que son obras legítimas dedicho Autor, bajo cuyo nombre se ha impreso alguna que no lo es, ni adoptaría si viviera, porquenunca quiso verificar la fábula de la corneja.
Escrita en Villagarcía a 10 de Enero de 1755 a su hermana
-1-
Misionerísima mía: Al volver de Santa Eufemia, adonde fui cuatro días a cuidar de que no se enmoheciese la escopeta de Nicolás, que conservo por vía de empréstito, y cuyo uso solo está prohibido dentro de las bardas del Colegio, me encontré con dos tuyas: una aquella carta perdida, y hallada en algún pellejo del aceitero de Villar de Frades, con la rancia fecha de diez y ocho -2- del mes y año pasados; y otra de data recientica, porque se escribió (si no mientes) en el primer día del año que acaba de nacer. En esto tampoco me llevas ventajas, porque también fue la tuya la primera carta que escribí en este año de teta por dar siquiera buen principio al ejercicio en que me empleo tanto, y cada día me molesta más; pues sacando el único par de cartas que me recrean, y no quiero decir cuáles son, pagaría doblados los portes (has de saber que los pago) porque no me trajesen las otras, y triplicados porque me excusasen responderlas. Creeré que dicha carta no -3- te haya desplacido, porque al fin ya me reduje a más de lo que debiera; y en verdad que me alegré de hacerlo antes que llegase este último asalto que me das en tu misión, para que no tengas la vanidad de que me convirtieron tus gritos, aunque dados según arte, sino mi grandísima bondad, y mi todavía más grandísimo deseo de complacerte en lo que no perjudicare a los fueros de mi tesón y desengaño. Verdad es (porque todo se ha de decir) que no contribuyó poco a ablandarme el ver que te ponías de parte de mi razón, y que confesándome esta, solo te empeñabas en combatir -4- mi sentimiento; pues si hubieras seguido otro rumbo me enfaraonabas el corazón hasta empedernírmelo. El mismo aire siguió Nicolás en esta segunda carta, con lo que serenó la borrasca que alborotó la primera, tan grande, que a dos soplos más de viento paraba en tempestad; porque cuando estoy anegado en razón me es muy sensible que se me dispute, y en materia de gasconadas me daré de cachetes con los mismos sitiadores de Zamora en tiempo de Doña Urraca.
Mañana esperamos al justo Juez de residencia tu tío y amigo el P. Osorio. Yo por bien, parecer -5- le saldré a recibir dos leguas de aquí, pero de mejor gana le saldría a despedir aunque fueran treinta: ceremonia que jamás uso con los que me duele que se vayan.
A la chulísima carta de diez y ocho no contesto por ser ya cosa de antaño, bien que lo que en ella me fraileas no te lo perdono, ni aun para el siglo futuro. Ello yo debí estar consultado para capilla, pues aun en esta semana me encajaron una carta de una grandísima Monja, a quien no conozco sino para reírme de ella, cuyo sobrescrito decía así: Al R. P. Isla de Jesús María guarde -6- Dios muchosaños en su Convento de &c. Su único asunto era preguntarme por D. José Mascareñas, de quien no he tenido noticia desde que salió de Salamanca: contémplole ya en Coimbra, si no le sucedió algún azar en el camino. Juzgarás, hijita mía, que estoy muy de vagar cuando alargo tanto la conversación; pues todo es por el tedio que tengo en trabarla con treinta y seis cartas que están esperando la respuesta; pero pues no tiene remedio, a Dios, que escupo las manos, y voy allá.
Tu amantísimo hermano, Francisco María.
Escrita ésta, llegó un hombre de -7- Villar Frades con la caña de marras, que dijo se la había enviado el Maragato desde Madrid, adonde parece que apareció entre dos fardos. Yo, cierto, había consentido en que era caña de pescar; porque ¿cómo había de pensar que tú y tu marido fueseis tan locos que regalaseis a un Fraile con un bastón de Capitán general, que solo me puede servir para hartaros a los dos de palos por el disparate? Pero a bien que tenéis muy lejos las costillas. Majaderos ¿habéis visto jamás a algún Teatino con bastón de puño de plata, sino que fuese a alguno de los que están vara y media de la -8- puerta de los carros? Voto a... y sirva esto de gracias.
Mariquita mía.
Escrita en Villagarcía a 10 de Enero de 1755 a su cuñado
Amado hermano y amigo: Si no se hubiera atravesado la porquería de esta desazón, que tanto me ha envenenado, en la que ni tú, ni esa gitana tenéis culpa alguna que llorar: digo que, a no habérseme revuelto esta ponzoña, que tengo reconcentrada en el -9- corazón, sin haberla podido vomitar por más triaca que he tomado, y alguna eficacísima, hubiera celebrado infinito tu sazona carta de diez y ocho del mes y año pasados, que al fin llegó en compañía de la de primero del mes y año presentes; la cual debió de esperar para venir de caravana, como se usa en Egipto y en el Cairo. No es menos chula la carta de la misma fecha, que me escribe esa Camarera de las Serenísimas Reinas Magas, mujeres de los Reyes, cuya octava estamos celebrando; pero todavía no se me han asentado bien los humores, y hasta que hagan sedimento, -10- a lo que llamamos poso los vulgares, no está mi pluma para chufletas. No los sosegó poco tu carta de ogaño, en que me confiesas la justicia que afectabas negarme en la de antaño: sinrazón que temí me alborotase más que el huracán que excitó la principal borrasca; porque no hay cosa que sienta tanto como el que me nieguen la razón cuando nunca me quejo, y más en tono tan alto, sino agobiado de ella misma, y en lances en que el disimulo pasaría por mentecatez o por insensibilidad. Al fin, por ahora estamos de la otra parte del barranco; y firmadas, como espero, las moderadas -11- capitulaciones que propuse el correo pasado, tú y esa bruja quedaréis satisfechos, y yo desembarazado de mil tediosos cuidados.
Salí del grande que tenía por la pérdida de aquel pliego que remití a Madrid, que también debió de ir de caravana, pues no llegó hasta primero de este, como verás por la adjunta de Medina, que me devolverás; y mañana espero alguna resulta.
Diviértete en leer ese par de cartas de pascuas, que también llegaron en la famosa caravana del día diez y ocho, y me dieron grandísima risa por la satisfacción del mentecato que las dictó, y de -12- los dos que las firmaron. A cartas locas respuestas sordas.
Muy cuidadoso estoy de nuestro Mascareñas no habiendo recibido carta suya desde Ciudad Rodrigo, como me lo prometió al partir de Salamanca. Si no le ha sucedido algún gran trabajo en el camino, al que iba muy expuesto, ya le contemplo en Coimbra, adonde le encamino tu carta, que viene bien dictada, y me cayó en gracia el empate de la V.
Convirtiose en caña fístula la que yo había creído ser caña de pescar. Ya digo a esa Medea (y no Safo) lo que se me ofrece. Ahora sólo te falta que me regales -13- una sortija de diamantes con un lazo que sirva de cucarda para el sombrero. Hombre del diablo, ¿qué concepto formas tú de mi cabeza, o qué concepto quieres que yo forme de la tuya? Si deseabas que el bastón me sirviese ¿por qué no le quitaste el puño de plata, y le pusiste uno de cuerno, material que no te puede faltar mientras estés casado con la hermana de un Teatino? El bastón y la escopeta son gemelos: hiciste bien en casarte; porque si Satanás te hubiera dado vocación de Papa, echarías a perder todas las religiones.
Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.
Nicolás mío.
Escrita en Villagarcía a 18 de Enero de 1755 a su hermana
-14-
Hija mía: Me dice Nicolás que no me escribes porque el día del correo te hizo quedar en cama para repararte de un constipado con que te regaló la precisión de pagar tus visitas de novia a cuerpo patente; y añade que seguirás esta tarea por todo el mes que corre: en lo que no sé si me querrá decir también que tampoco debo esperar carta tuya en todo este mes, porque quizá serán los constipados -15- dije preciso de la gala. Esta relación no puede ser más natural; pero también puede ser muy natural que en ella no haya otra cosa de verdad sino que no me escribes porque estás mala. Si el accidente es constipado, o es otra cosa, sábelo Dios y vosotros. Sea lo que fuere me resigno en la voluntad del que no lo puede errar, sin que la conformidad se oponga a los efectos de la naturaleza, ni pueda tampoco embarazar los primeros. Estos fueron los que corresponden a quien tiene una sangre extremamente volátil, un corazón de fuego y una imaginación de alquitrán: juntándose -16- a eso el haberme cogido la noticia con una violenta fluxión a la mitad de la cara, garganta y pecho, que se irritó de repente, y me ha dado los días y las noches que se dejan discurrir. Esta fluxión no la cogí yo por pagar las visitas de novio en traje de ceremonia; porque desde que vine de Santa Eufemia solo he salido de mi celdilla a lo que no puedo hacer en ella, que es a decir Misa y a comer, revocando el ánimo que había hecho de salir a recibir al Provincial a vista del rigor del tiempo, que de quince días a esta parte no puede estar más furioso de nieve, heladas -17- y aires frigidísimos, que parecen afilados en la Laponia. Al fin, veremos qué nos dicen las cartas del próximo correo, aunque ya tengo hecho casi el ánimo de que no llegarán, por ser experiencia constante que cuando más las deseo, entonces es cuando puntualmente se detienen o se extravían. Eso más tendrá que hacer la resignación, y se le añadirá de mérito al dolor todo lo que se le añadiere de cuidado.
No te puedo ponderar las expresiones que me ha hecho tu tío y mi Prelado el P. Osorio. Parece que me está convidando con todas sus facultades para que -18- use de ellas a mi arbitrio; y estoy persuadido a que sentirá mucho que no las disfrute. Pero este sentimiento es el que yo no le podré excusar; porque estimándole mucho, como debo, sus finezas, y creyendo que le nacen muy de corazón, no veo por ahora en qué puedo aprovecharme de ellas. Estoy donde más gusto: vivo con el descanso con que nunca he vivido, trabajando más de lo que jamás he trabajado: el único consuelo que apetezco en esta vida le lograré cuando Dios fuere servido, y si no le lograre hasta la otra, tendré el mérito de la paciencia, y la satisfacción -19- del dolor, pues en las circunstancias presentes solo me serviría para acortarme la vida, o acortársela a otro, que importa más que la mía; con que no descubro cosa en que pueda valerme de la bizarría de mi Jefe; pero esto nada disminuye mi estimación y mi sumo reconocimiento. Basta de conversación, porque si estás constipada, también fatiga el leer: si es otra cosa peor, te fatigará mucho más. A Dios que te me guarde cuanto quiere.
Tu amante hermano y padrino, José Francisco de su María Francisca.
Gitana mía.
Escrita en Villagarcía a 18 de Enero de 1755 a su cuñado
-20-
Amado hermano y amigo: El constipado con que me dices quedaba María Francisca, será lo que Dios quisiere: yo creo en su Majestad a ojos cerrados; y por lo demás, ¿qué he de hacer sino resignarme en lo que el mismo Señor dispone? En todo caso, sea lo que fuere, hiciste bien en no permitirla que me escribiese, porque a ella y a mí nos podía costar caro este consuelo: a ella, poniéndose -21- peor; y a mí dándome ese motivo más para mi sentimiento, y para mi cuidado. No puedo remediar uno ni otro habiéndome hecho Dios así, y no habiéndome hecho yo a mí mismo; y para que ambos hiciesen peor efecto me cogió la noticia desollando una violenta fluxión a cara, garganta y pecho, que no se minoró con este baño. Doy por supuesto que la carta del correo próximo se detendrá o se extraviará como acostumbra siempre que la deseo con especial ansia; porque Dios es un gran Maestro de novicios, y sabe mortificar en lo vivo como ningún otro.
-22-
Hasta ahora no he visto respuesta de aquellas cartas, que me avisa Medina en este correo se entregaron ya. No echaré menos las respuestas como sean favorables las resultas, aunque mi amor propio siempre quedará muy escocido de que el Portugués me violentase a escribir a quien no me dé señas de que agradeció mi sacrificio. Me edifica mucho la indiferencia con que miras tus ascensos, y la grandeza de alma con que desprecias todo lo que sobra para salir honradamente del día; pero como esto mismo es mérito, no solamente para con Dios, sino también para con los hombres, ese motivo más -23- tengo yo también para interesarme con el mayor calor que pueda, no en que te sobre mucho, sino en que nada te falte, aunque Dios te dé hijos que sustentar y que establecer.
El día veinte y seis partió Mascareñas de Ciudad Rodrigo para Portugal, según me lo avisa en carta de veinte y cinco, aunque desesperado por no haber recibido ninguno de los pliegos que le dirigí a Salamanca; pero ¿cómo los había de recibir si anduvo siempre serpenteando, y hecho un trasgo visitando las estaciones de Alba, Batuecas y todas cuantas se le presentaron a la diestra y a la -24- siniestra de su estrafalario camino? Ya no espero carta suya hasta que escriba desde Coimbra; y esa llegará cuando Dios fuere servido.
Sobre las finezas que he debido hasta aquí a nuestro Provincial remítome a lo que digo a esa chula. Él tiene sin duda gana de que yo use de su franqueza; pero a mí no se me ofrece sobre qué, y temo que le he de mortificar sin pretenderlo, atribuyendo a menos satisfacción lo que solo es falta de material. Entró en ejercicios al cuarto día que llegó aquí; con que solo hemos tenido una sesión un poco larga, cuyo asunto se redujo a darme muchas satisfacciones, -25- y a franquearme su corazón hasta donde lleguen sus facultades.
El tiempo está cruel, y solo pueden cotejarse los fríos del año de treinta y nueve con los de cincuenta y cinco. Yo no salgo de mi tugurio; y aunque atribuyo mis fluxiones a la falta de ejercicio, me conformo con ellas, porque dicen que esto conviene para el campo; y si el año prosigue como pinta se resarcirán en parte tantas miserias como se están padeciendo. Vive y manda.
Tu amante hermano y amigo. Jhs. José Francisco.
Nicolás mío.
Escrita en Villagarcía a 24 de Enero de 1755 a su hermana
-26-
Hijuela mía a manera de las que tocan en los repartimientos: No sucedió lo que temí de que faltase el pliego de Nicolás este correo; pero a lo menos se detuvo dos días, no llegando hasta el martes, debiendo llegar el domingo, y esos dos días más me duró la espina que me dejó clavada el correo antecedente. Cuando Dios quiere mortificarnos de veras, no ha menester nuestros ayunos, nuestras -27- disciplinas, ni nuestros silicios. Al fin el día quince quedabas en pie, y sin sangrías, según me dice Nicolás; pero muy desganada. Cuentan los Naturales que no es esta la peor señal en las de tu profesión. Como la mía es tan distinta aténgome a que virtudes vencen señales; pero me alegro mucho de lo que me, aseguras que solo coméis lo preciso para vivir, porque este es el mejor medio para engordar. Si con todo eso no se echaren carnes, paciencia; pues no es menos cierto en las plantas racionales que en las naturales lo que dice S. Pablo: Apolo regó, Cephas plantó, pero el quedio el -28- incremento fue Dios. ¿No te parece que estoy muy textual y erudito? Tienes un hermano que se pierde de vista: es verdad que lo mismo sucede al grano de mostaza, y este es poco elogio para los que casi somos invisibles sin el socorro de microscopio. Puesto que tienes un marido que te manda hacer cama cuando se le antoja, antójesete también a ti mandarle hacer cama a él hasta que se cure perfectamente de ese canillazo que me dice se dio. Yo ya se lo encargo mucho; pero hará más caso de media monada tuya que de cien conjuros míos. No es él más enemigo de cama que yo, pues -29- la aborrezco tanto como a los médicos; y no hay para mí dos horas más intolerables que desde las tres en que siempre dispierto hasta las cinco en que me levanto; pero hay males que no se pueden curar de otra manera, y esto solo puede ser su curación. Tales son todos los de golpes en piernas, y más en ese país que dicen es malo para pies, y bueno para cabezas, aunque en pocos las he visto peores. Por no haber yo practicado este remedio estuve cojo cuatro meses en Salamanca. Hazle pues que se reduzca a la razón, y que no sea bárbaro, pues yo en este particular le remito a este capítulo -30- de tu carta. El de la tuya, que habla de mi Provincial, está ya de antemano respondido: no es cosa de que sus ternuras me envanezcan, ni me derritan, porque soy humilde como yo solo; y manteca pasada por barbas es grasa que lardea, pero no suaviza. Con efecto me hace mil cocos, y para eso ya ves que no le desayuda la figura, pues a otro le costaría más el hacerlos. Correspóndoselos como es razón, sin que tampoco a mí me cuesten mucho trabajo, porque nuestras estaturas y nuestras caras allá se van. Síguese ahora hablar un poco de M... J... La misma vocación tiene de Monja -31- que tú, y en eso he estado siempre; pero la bailo al son que me toca. Diome más risa que enfado lo que te dijo de que quería serlo, pero que de la ciudad no salía. ¡Furiosa vocación!, por una parte sentirse llamada a dejar el mundo, y por otra capitular que se ha de quedar lo más cerca de él que la sea posible. Toda vocación legítima y de ley, especialmente en las mujeres, ha de comenzar por aquellas, palabras del Espíritu santo: Oye, hija mía, y atiende: olvida a tu patria, y la casa de tus padres. El mimo que todas tenéis de estar junticas es hereditario; pues me aseguran que cuando tu marido te sacó de -32- casa para llevarte a la suya, a madre y a Antolina hubo de costar muy cara esta terrible separación; y aún hay malas lenguas que atribuyen tu presente indisposición a este durísimo lance. A la verdad, vivir distantes unas de otras más de cuarenta pasos y no verse a lo sumo más que de veinte y cuatro en veinte y cuatro horas, dóyselo al más denodado. Y si a Vmd. querida mía la parece que basta ya de coloquio, dejémoslo, y vete a poner de pontifical para proseguir en tus visitas de ceremonia. A Dios, señorísima, que te me guarde cuanto le ruego.
Tu amante lanazas, yo.
Mí, tú, ella y usted.
Escrita en Villagarcía a 24 de Enero de 1755 a su cuñado
-33-