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Con la agenda al cuello es una obra que nos invita a reflexionar como sociedad sobre las medidas y propuestas que en materia de cuidado ambiental nos pretende imponer la elite política y financiera mundial, que con total arrogancia ya ha decidido lo que es y no es necesario hacer para alcanzar un mundo "sostenible". Estas propuestas, reunidas en la que se conoce como Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas, tiene la determinación de alcanzar sus 17 objetivos para el año 2030 hasta en el punto más recóndito del planeta, en una especie de receta universal y homogénea para el bien social y ambiental, sin consenso, sin cuestionamientos, sin debates, pero sobre todo con total hipocresía y engaño. Su elegante discurso, repleto de aparentes buenas intenciones fundamentadas por sus propios "expertos y doctos" en el tema, cautiva y seduce a cualquier ser humano interesado en el bienestar social y ambiental. Sin embargo, en su esencia, continúa asegurando el compromiso con un paradigma de desarrollo que abraza la lógica de mercado, asegurando la completa mercantilización de los recursos naturales y la apuesta por la artificialización de la vida para su tan proclamada "sostenibilidad". Ahí está la Agenda, sobre nuestro cuello. Plagada de colores llamativos se asemeja a un fino collar, pero es una soga. ¿Será que la saquemos a tiempo?
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Seitenzahl: 201
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Daiana Meloni
Meloni, Daiana
Con la agenda al cuello / Daiana Meloni.
- 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Abrapalabra Editorial, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-631-6594-00-6
1. Desarrollo Sustentable. I. Título.
CDD 327.101
Coordinación y producción:
Helena Maso Baldi
Diseño y diagramación:
Ivanova Hidalgo
Concepto de imagen de portada:
Daiana Meloni
Primera edición: febrero 2024
Abrapalabra Editorial
Ciudad de Buenos Aires
E-mail: [email protected]
www.abrapalabraeditorial.com
ISBN: 978-631-6594-00-6
Hecho el depósito que indica la ley 11.723
Hecho en Argentina
Para vos Fer compañero de estas duras verdades que Dios me fue revelando mientras buscaba respuestas y que hoy decido compartir, sabiendo que solo los que aman la verdad las podrán atesorar. Gracias por tu paciencia, por darle sentido a todo mi mundo.
Los oscuros engañaban con sus promesas pintadas de colores, sobre todo de verde, y no paraban, eras misioneros en el arte de enverdecer...
Conseguían adeptos de todo tipo solo con un simple prefijo: Eco.
Y así se hacían llamar Eco pensadores, Eco demócratas, Eco amigables,
Eco-filántropos, Eco millonarios, Eco-sexuales...y en definitiva, lo que realmente hacían era un eco-abuso.
Toda la parafernalia de su discurso estaba plagada de contradicciones insalvables, pero sorprendentemente, pocas mentes lo notaban.
Eran maestros en el arte de la confusión, solían disfrazar de buenas intenciones ideas retorcidas, proponían soluciones a problemas inexistentes y jugaban con sentimientos como el miedo y la culpa para convencer y manipular.
Eran imparables, siempre un paso adelante de su propia demagogia.
Se requería la intervención divina para acabarlos.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es una hoja de ruta firmada por los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas en el año 2015. Involucra a toda la comunidad internacional, incluyendo a la propia ONU y sus agencias, así como otras entidades públicas y privadas como empresas, universidades y gobiernos.
Esta agenda es la sucesora de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), firmados en el año 2000 también en el marco de la ONU centrados en combatir la pobreza en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, los ODM tenían una vigencia de quince años, por lo que se hizo necesaria una actualización de cara a 2015 con una Agenda que cumpla con el mandato de “no dejar a nadie atrás”.
Esta nueva agenda, aprobada por 193 Jefes de Estado en un documento que se denominó: “Transformar nuestro mundo: la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, se estructura en cuatro grandes partes, a saber: a) una primera parte declarativa en la que se plasma su visión de “el mundo que queremos para el año 2030” b) la propuesta operativa consistente en los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS)1 -con 169 metas y más de 200 indicadores- c) los medios de implementación para su despliegue y finalmente d) el marco global de seguimiento estadístico y un sistema cualitativo de informes nacionales y globales para dar cuenta de su avance.
Son muchas las contradicciones e incoherencias que se tejen alrededor de la Agenda 2030 y su afán por alcanzar una supuesta “sostenibilidad planetaria”, pero debemos partir de reconocer que su propuesta encubre simplemente más de lo mismo: poner la fe en el progreso científico tecnológico y en el capital financiero para continuar impulsando un plan de acción universal completamente acrítico con el proyecto desarrollista, dándole vuelta la cara a los límites de la naturaleza y a la posibilidad de formas alternativas de desarrollo.
Resulta indignante que desde el surgimiento del concepto de desarrollo sostenible en la década del 80 hasta hoy, se hayan formalizado diferentes posicionamientos y enfoques sobre su significado y sin embargo, en lo que respecta a esta Agenda y todo su arsenal de medidas ambientales, no exista ni la más mínima mención de estas interpretaciones, ignorando por completo las distintas racionalidades que operan en su definición y análisis.
Y es que si bien nadie en su sano juicio se opondría a alcanzar la “sostenibilidad” entrelazada a sus 17 objetivos, lo cierto es que la agenda tergiversa y falsifica la esencia misma del término “sostenibilidad”, haciendo que opere como un título “tranquilizador de la conciencia”, que permita crear la ilusión de vivir en una sociedad en perfecta armonía con el planeta, mientras en el fondo se sigue operando bajo una racionalidad económica que no cuestiona la lógica de acumulación basada en el saqueo, la mercantilización y la destrucción de los ecosistemas y la violación de los derechos y las libertades individuales.
La agenda es el engaño perfecto para ejercer un control absoluto no solo de los recursos y servicios ambientales de la tierra, sino también de nuestras propias vidas bajo una nueva forma de totalitarismo que poco a poco se ira imponiendo en cada Estado para finalmente hacerlo a nivel mundial.
De este modo, su verdadero fin es alcanzar la centralización del poder y establecer un conjunto de «valores» globales y una ideología común y homogénea que sea aceptada por todas las personas a través de la mal llamada educación y los medios masivos de comunicación. ¿Pero de qué estamos hablando? Hablamos del “valor a lo sostenible”, de la “ideología del desarrollo sostenible”. Dicho de otra forma, de la creación de un mundo donde todo lleve la etiqueta de sostenible: ciudades, agricultura, productos, comida y un eterno etcétera que por supuesto nos incluye: ciudadanos sostenibles.
Pero todo esto es parte de un juego perverso donde bajo sus propios criterios y reglas se premiará o castigará a la sociedad en función de lo «sostenible» que sea su comportamiento, alterando o incluso limitando nuestro acceso a bienes y servicios tan básicos como la propia comida, vestimenta, movilidad, entre tantos otros.
Hace unos años atrás, el propio Foro Económico Mundial anunciaba esta idea bajo la frase: “En 2030, no tendrás nada y serás feliz”, aludiendo a una nueva forma de “capitalismo sostenible” donde ya ni las empresas tendrán el control de sus compañías.
Por lo expuesto, más su carácter universal y su aplicación por mandato, sin consulta, diálogo o participación ciudadana, se revela que detenernos en cada uno de sus objetivos es un descubrimiento de trampas y engaños orquestado bajo un lenguaje seductor y alquimista.
Este libro tiene como objetivo develar los rasgos más oscuros vinculados a los principales objetivos para el desarrollo sostenible de la Agenda 2030.
A lo largo de las siguientes páginas la información está estructurada en nueve apartados que serán los que brinden al lector una explicación fundamentada de los principales temas que en materia de sostenibilidad y cuidado ambiental están siendo impulsados por una agenda internacional que no acepta cuestionamientos ni oye voces contrarias.
El primer apartado,Desigualdad y ambición, no superpoblación, explica las verdaderas intenciones de los impulsores de la Agenda 2030, la cual, -desde que se pone en evidencia la supuesta crisis ambiental mundial en los 60-, no ha sido otra cosa que una estrategia modernizada para el control económico orquestado por las grandes potencias mundiales, interesadas en controlar y reducir el crecimiento poblacional de los países más desfavorecidos para saquear sus recursos naturales. Este apartado es sumamente importante para entender que no existe la tan publicitada “superpoblación mundial”, lo que existe es una tremendamente injusta distribución de la riqueza a costa de un permanente saqueo que se perpetúa a través de históricas relaciones de dominación y subordinación.
El segundo apartado denominado El chantaje climáticoexpone el cuento del cambio climático antropogénico, dando cuenta no solo de las evidencias presentadas por expertos en el tema, sino también exponiendo el lucrativo negocio involucrado que se genera de este asunto. Es de destacar que la mayor parte de los objetivos y estrategias de la Agenda 2030 parten del convencimiento masivo a la sociedad de que existe un cambio climático provocado por el hombre que traerá consecuencias catastróficas. El cambio hacia las energías renovables, la aplicación de la huella de carbono, la supuesta necesidad del auto eléctrico y los hogares ecoeficientes, la necesidad de comida sintética para erradicar la ganadería (considerada muy “contaminante” por emitir gases invernadero), etc., son objetivos que se vienen abajo si no se convence al mundo de que el clima está siendo trastornado por el hombre. Por este motivo es que se destinan considerables esfuerzos en silenciar y censurar a los disidentes.
Conjuntamente, el apartado siguiente:La manipulación del clima, da cuenta con profusa evidencia de la manipulación o geoingeniería climática ejercida con fines militares, políticos y económicos alrededor del mundo. Si cabe que exista alguna influencia humana asociada al cambio climático actual, sin dudas tendrá que ver con este tipo de tecnologías.
El apartado cuarto, El evangelio a las energías renovables y el quinto, El culto a la ecoeficiencia, están muy relacionados. En el cuarto se exponen las deficiencias y problemáticas asociadas a la implementación masiva de las energías renovables (solar y eólica) y el quinto complementa lo anterior al develar las trampas de la ecoefiencia tanto en las viviendas como en la movilidad “sostenible”. Se debe recordar que ambas propuestas (energías renovables y eficiencia energética) son pilares fundamentales de la agenda 2030. Sin embargo, la destrucción generalizada que sufre la naturaleza para la obtención de los minerales utilizados para fabricar las megaestructuras de paneles solares y aerogeneradores, las amplias superficies requeridas para su instalación, sumado a su escasa vida útil, convierten estas energías en una opción poco conveniente. Respecto a la ecoeficiencia, ya se ha corroborado que esta tiende a generar un aumento en la demanda (mayor extracción) del mismo recurso o de otros en el mediano o largo plazo, por lo que solo brinda una mera ilusión a “la solución” de la supuesta crisis energética global sin atacar la verdadera causa del problema.
El apartado sexto,Mi calabozo sostenible, nos introduce en la falacia de la propuesta sobre las ciudades sostenibles, también denominadas inteligentes o de los 15 minutos. Estas ciudades presentadas por la agenda globalista son simplemente centros tecnológicos de un nivel de control y vigilancia extremadamente alto, que nada tienen de sostenibles, por el contrario, no solo generan daños a la salud por la radiación electromagnética desencadenada por el despliegue de redes inalámbricas 5G, sino que, como cualquier ciudad, son un territorio eternamente dependiente en materia y energía del sector rural para poder funcionar.
En el apartado séptimo,Especialidades 2030: ¿Alimentación artificial sostenible o ensalada de insectos? se exponen los riesgos e incertidumbres derivados de las nuevas formas de producción y alimentación que propone la Agenda 2030. Básicamente, a través de sistemas productivos “climáticamente inteligentes y sostenibles”, se podrán obtener desde alimentos cada vez más modificados genéticamente y más peligrosos para la salud y los ecosistemas, hasta comida completamente sintética e impresa en 3D. A lo anterior se suma una descripción y análisis de una nueva propuesta que está avanzando cada vez más rápido en el mundo: la alimentación basada en insectos. Este apartado intenta demostrar que la “sostenibilidad” de esta propuesta esta implícitamente ligada a la artificialización de la naturaleza y por consiguiente de la propia vida, todo esto bajo el falso lema altruista de hacer sacrificios en pos de combatir el hambre y el cambio climático antropogénico.
El apartado ocho, Inventariar, monitorear, vigilar (Empaquetando lo que queda de vida) invita a la reflexión respecto a los objetivos de la Agenda sobre la conservación y aprovechamiento sostenible de todos los ecosistemas terrestres y marinos del planeta. En este sentido, y considerando la extranjerización cada vez más alarmante de territorios ricos en recursos naturales en regiones y países como el nuestro, así como la incipiente “guerra por el agua” que ya se cotiza en la bolsa norteamericana, resulta importante poner sobre la mesa las verdaderas intenciones de este “conservacionismo” y “aprovechamiento sostenible”, sobre todo cuando atenta contra la soberanía de las comunidades locales y pone en manos de un grupo reducido de “eco millonarios” el sustento de la vida para lucrar con ella.
Finalmente el apartado noveno, Educando a la medida de la agenda, expone como la agenda 2030 utiliza a la educación para fomentar con un disfraz de buenas intenciones unos objetivos que parten de conceptos vacíos y tergiversados, pretendiendo adoctrinar sin fomentar el más mínimo debate o cuestionamiento a lo que ha establecido.
Por último, se sugiere al lector que desee ahondar en conceptos tan politizados y adulterados como los que se exponen en este libro, hacer lectura de mi primer ensayo sobre este tema denominado “Engañados por la sosteniblabla”, en el cual además se analizan los distintos enfoques vigentes de la sostenibilidad surgidos a lo largo de la historia. Reconocer dichos enfoques permite comprobar que la preocupación por alcanzar el desarrollo sostenible” desde el paradigma actual es, ante todo, una cuestión ideológica y política, un discurso simulatorio completamente inviable en un modelo económico que siempre ha buscado maximizar la ganancia y no el equilibrio ecosistémico del planeta.
Para que pocos puedan morir de indigestión, es imprescindible que muchos mueran de hambre; el mundo es dominado por los valores del mercado.
Eduardo Galeano (2010)
Desde la esfera política, el discurso del cuidado y la protección ambiental ha sido la fachada para la implementación de un control y reducción demográfica sobre los países económicamente más desfavorecidos, en pos de dar continuidad y “vida eterna” a un modelo de desarrollo económico que no entiende de limites naturales ni justicia distributiva, y que solo puede perpetuarse a través del saqueo y la cosificación del hombre y la naturaleza. Un breve paseo por la historia de la preocupación ambiental mundial podrá dar evidencia de lo mencionado:
Es en la década del 60 cuando se comienza a hablar de la fragilidad del sistema tierra y de la crisis ecológica. Sin embargo, estas cuestiones solo eran abordadas por algunos círculos científicos o por Organizaciones no Gubernamentales (ONGs) como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que funcionaba desde 1948, o aquellas fundadas en la década del ´60 como Fundación Vida Silvestre (WWF), Fondo Mundial para la Naturaleza (1961), Amigos de la Tierra (1968) y Greenpeace (1971), desde donde emergen las primeras denuncias a nivel mundial.
Desde el ámbito académico, el Club de Roma - asociación privada compuesta por empresarios, científicos y políticos- , encargó en 1970 a un grupo de investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT), la realización de un estudio sobre las tendencias y los problemas económicos que amenazaban a la sociedad global.
Esencialmente, este informe científico denominado “Los límites del Crecimiento”, concluyó que si se continuaba con las tendencias de crecimiento económico de ese momento, el sistema tierra colapsaría en los próximos 100 años. El resultado más probable sería un brusco e incontrolable descenso tanto de la población como de la capacidad industrial. Por lo tanto, su propuesta fue poner freno al crecimiento demográfico y económico mundial.
La investigación del ITM, actualmente reconocida como reduccionista y de pensamiento lineal o de causa-efecto, utilizó un modelo de simulación informática denominado World-3 para arribar a conclusiones catastróficas en base a extrapolar en el tiempo solo cinco variables como determinantes para el desarrollo: la producción agrícola, el crecimiento poblacional, los recursos naturales, la producción industrial y la contaminación.
La tesis de los límites físicos al crecimiento económico y poblacional tiene antecedentes en la teoría económica clásica, coincidiendo el estudio con los planteos de David Ricardo y Thomas Malthus. Ambos autores habían llegado a la conclusión de que para mantener altos los niveles de beneficio económico era necesario controlar o disminuir la población.
Actualmente, lo anterior tiene gran paralelismo con las frecuentes expresiones del Foro Económico Mundial respecto a que los humanos “somos muchos” o que “la tierra esta superpoblada”. Esas ideas neomalthusianas provienen y se fundamentan en este informe, puesto que en su alarmismo no solo llamó la atención sobre los límites físicos planetarios y la imposibilidad de un crecimiento económico ilimitado, sino también la imposibilidad de sostener el crecimiento de la población humana. Sin embargo, lo que debe quedar en claro es que la verdadera preocupación de las elites que nos gobiernan no es la preservación de los recursos naturales per se, sino más bien la presión social sobre la distribución de la riqueza, los alimentos y la rentabilidad de capital.
Volviendo al análisis del informe, no es difícil advertir que el documento del ITM recibió muchas críticas y cuestionamientos, sobre todo por los que en ese momento eran los países subdesarrollados, los cuales veían en este una traba al crecimiento económico que tanto creían necesitar para poder lograr la satisfacción de las necesidades básicas de sus poblaciones.
Es por ello que tras su publicación se desató el inicio de un movimiento que sería conocido como ecología política y otras corrientes político-filosóficas tales como el eco-feminismo o el ambientalismo, en pos de correr de la escena la contradicción insalvable entre naturaleza y sociedad con que se había planteado la crisis ambiental, y reemplazar el debate “ecocentrista” por otro “antropocentrista”2, que logre armonizar conservación de la naturaleza y desarrollo económico. Algo que solo se ha utilizado para seguir creyendo que el progreso tecnológico y científico es suficiente para paliar la crisis.
La problematización política de la crisis ambiental y el primer intento de conciliar los objetivos del desarrollo con la protección de la naturaleza, se reconoce en la primer Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano (Primer Cumbre de la Tierra- CNUMAD) celebrada en el año 1972 en Estocolmo, Suecia.
En esta cumbre quedo evidenciada la confrontación de dos perspectivas diferentes en la percepción de lo ambiental: por un lado la visión conservacionista surgida en los países desarrollados, los cuales se centraban en los problemas de contaminación y agotamiento de los recursos naturales que adjudicaban al crecimiento poblacional; y por el otro los países tercermundistas, donde la filosofía del crecimiento cero era completamente inaceptable, puesto que para ellos, con altos índices de natalidad y falta de desarrollo económico, el verdadero problema era la pobreza, malnutrición, enfermedades y miseria que sufría su población.
De alguna manera, los países tercermundistas caen en el error de designar a la pobreza como su principal “problema ambiental”. De esta forma, ampliar el concepto de medio ambiente a medio ambiente humano3, incorporando aspectos sociales además de los aspectos puramente ecológicos, vino a complicar más las cosas, o mejor dicho, a ser el chivo expiatorio de las medidas y principios que la ONU quería implementar.
Incuestionablemente, en Estocolmo se puso énfasis en discutir sobre los problemas ambientales que generaba el subdesarrollo (proliferación de enfermedades por falta de acceso a agua potable, explotación de masas forestales como leña para calentarse, etc.), mientras que solo se mencionaron indirectamente los problemas de los efectos del desarrollo (contaminación, agotamiento de suelos, extinción de especies, etc.).
De este modo, la ONU no solo logra desviar el catastrofismo del informe del ITM, sino que en la Declaración y Proclamas de dicha reunión plantea que el crecimiento económico y el cuidado ambiental pueden ser totalmente compatibles. Afirma que incluso este crecimiento en los países subdesarrollados es clave para salir de la pobreza, entendiendo que esta última, junto con el crecimiento poblacional, son la causa principal de innumerables problemas ambientales.
Por ende, recomienda en su 5ª proclama el control de la natalidad, cuidándose de reconocer lo valioso de la vida humana, -para resaltar que el hombre está en el centro de la escena dentro de la preocupación ambiental (antropocentrismo)-.
En resumidas cuentas, la Cumbre no hace una crítica profunda al modelo de desarrollo vigente ni distingue entre crecimiento y desarrollo, como tampoco da lugar para vislumbrar alternativas de desarrollo, sino más bien, solamente considera la necesidad de planificarlo mejor para evitar problemas.
Aunque a primera vista no lo parezca, los distintos planteamientos y agendas ambientales promocionadas por la ONU desde esta Primer Cumbre hasta la actualidad, tienen estrecha relación con la elaboración y puesta en marcha del informe Kissinger.
Se conoce como Informe Kissinger4 el Memorandum 200 de Seguridad Nacional y Defensa (NSSM 200, por sus siglas en ingles) que versa sobre las “Consecuencias del crecimiento poblacional mundial para la seguridad de Estados Unidos y sus intereses de ultramar”. Este estudio secreto se elabora en 1974 y es desclasificado en 1989, coincidiendo con la caída del muro de Berlín y el término de la Guerra Fría.
Kissinger identificó el crecimiento de la población en los países subdesarrollados como “un asunto de máxima importancia” y alegó que tal situación constituía una amenaza para la seguridad económica y política de los Estados Unidos, poniendo en peligro el acceso a minerales y otras materias primas que dicha potencia requería. Esta situación implicaba la toma de medidas urgentes enfocadas en promocionar programas y estrategias de control demográfico en los “países menos desarrollados” para poder continuar ejerciendo dominio mundial.
A lo largo del extenso reporte, hace un llamamiento a la participación de distintos organismos multilaterales (Banco Mundial, Unicef, etc.) para el control de la situación demográfica como factor clave para la preservación de la estabilidad política y económica, especialmente sobres las necesidades de los países desarrollados y particularmente de los Estados Unidos. Queda a libre interpretación si el control de natalidad que impulsa Kissinger es eliminar la pobreza o eliminar a los pobres.
América Latina, entre otras regiones, se convierte entonces en el foco de dichas biopolíticas, pues son regiones geopolíticamente importantes para dominar, no solo por sus altas tasas poblacionales, sino y en especial por sus riquezas naturales y excelente ubicación.
No será de extrañar que el discurso del Informe Kissinger se esfuerce en mostrar su intervención como un asunto de cooperación y ayuda para con los países más desfavorecidos. Como siempre ha ocurrido con EE.UU, su intervencionismo siempre se disfraza de intenciones altruistas encausadas en mejorar y paliar las graves situaciones de las poblaciones tercermundistas (desempleo, discriminación, violación de derechos, pobreza, hambrunas, enfermedades, conflictos, degradación ambiental, etc.).
Es realmente interesante exponer brevemente los principales aspectos que de acuerdo al documento deben intervenirse y que son fundamentales para entender las contrariedades del discurso sobre el cuidado ambiental:
1. El control del crecimiento poblacional reconfigurando el concepto de familia y el papel de la mujer.
El informe Kissinger insiste en promover e inculcarles a las nuevas generaciones que la familia debe tener máximo dos hijos. Para ello, propone destinar esfuerzos en mostrar los beneficios económicos que se generan de dicha práctica, no sólo para la misma familia, sino también para el Estado, pues se reducen costos y se tendrán niños de “mejor calidad”. Asimismo, identifica a la mujer como elemento central para llevar a cabo las estrategias de disminución de la fertilidad. Conscientes de su gran poder en el hogar, se convierte en un blanco necesario de ataque para desestabilizar a la sociedad. La estrategia es impulsar su mayor participación en el ámbito laboral y académico para lograr mantenerla ocupada y con menos tiempo para la maternidad y la crianza de sus hijos, garantizando al mismo tiempo que la formación en valores familiares vaya socavándose en medio de un ritmo y estilo de vida cada día más competitivo y demandante (Campillo Vélez, 2010).
De lo anterior, podemos evidenciar su lógica utilitarista y cosificadora del ser humano, presentando un ataque directo a la familia y sobre todo a la mujer, única capaz de dar vida y hacer proliferar la especie. Al disociar la mujer de la maternidad y mostrar a la familia y el matrimonio como algo esclavizante se estaría cumpliendo el principal objetivo del Informe: reducir la natalidad.
La ONU ha ido acompañando esta estrategia a través de distintas cumbres entre las que se destaca la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994.
Reuniendo a casi todos los países del mundo, Naciones Unidas les solicita implementar medidas para limitar la natalidad de sus poblaciones para el año 2015, debido a que de acuerdo a sus cálculos, el crecimiento de la población mundial estaba en serio aumento. Estas medidas consistían en proporcionar acceso universal a una gama completa de métodos seguros y fiables de planificación de la familia5 y a servicios conexos de salud reproductiva que no estén legalmente permitidos.
Como para el 2015 quedaban muchos países atrasados con la aplicación de las medidas anteriores, la ONU instaura la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, redoblando los esfuerzos y financiando su aplicación para lograr un desarrollo que cumpla el mandato de: “No dejar a nadie atrás”.
Esta Agenda fue aprobada por 193 Jefes de Estado en la 70º Cumbre del Desarrollo Sostenible realizada en la Asamblea General de la ONU bajo el documento “Transformar nuestro mundo: la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”.