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Relata la historia de las islas Malvinas desde sus orígenes hasta la actualidad. Hace un recorrido por la multisecular evolución de esos estratégicos e inhóspitos territorios, que incluyen asimismo a las islas Georgia y Sandwich, amabas apellidadas "del Sur", para diferenciarlas de sus homólogas septentrionales. Explica los sucesos contemporáneos, de los cuales el más dramático es la guerra de 1982, cuyas consecuencias no han terminado aún. El trabajo demuestra que las reclamaciones argentinas sobre los archipiélagos del Atlántico Sur, se justifican, tanto en razones geográficas-geomorfológicas como históricas. Se analiza además, las causas, desarrollo y consecuencias de la Guerra de las Malvinas, en el cual hace gala de su dominio de arte militar. El autor evidencia la ignorancia y absoluta imprevisión, irresponsabilidad, aventurerismo e improvisación de la referida junta gubernamental con relación a este conflicto bélico.
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Seitenzahl: 647
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Edición: María de los Ángeles Navarro González Edición para e-book: Royma Cañas Diseño de cubierta: Carlos Javier Solis Méndez Diseño interior: Oneida L. Hernández Guerra Composición digitalizada: Idalmis Valdés y Yanerys Guerra Corrección: Marianela Ramón Corría Conversión a e-book: Belkis Alfonso García
© Gustavo Placer Cervera, 2018
© Sobre la presente edición: Editorial de Ciencias Sociales, 2019
ISBN: 978-959-06-2222-9
Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO Editorial de Ciencias Sociales Calle 14 no. 4104, entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cubaeditorialmil@cubarte.cult.cuwww.editorialnuevomilenio.cult.cu
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A Marlene, por todo.
A Leyda, Gustavo, Alejandro, Víctor, Daniel, Gabriel y Marcos.
A Tavo y Nieves, y a Eloísa, que están siempre en mi recuerdo.
Agradecimientos
A mi familia, en especial a Marlene, mi esposa y compañera desde hace más de cincuenta años.
A la señora Juliana Isabel Marino, amiga y compañera, quien fuera embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de la República Argentina en La Habana, por su estímulo y el acceso a fuentes bibliográficas y testimoniales.
Al colega y amigo historiador canadiense Hal P. Klepak, quien me proporcionó el acceso a fuentes bibliográficas británicas y estadounidenses, por las que pude conocer la visión del “otro”.
Al teniente coronel (R) Héctor Placer Cervera, mi hermano, gracias a quien he tenido acceso a fuentes documentales muy importantes para realizar este trabajo.
A Alexei Menéndez, por su colaboración en el acceso a fuentes documentales y la impresión de las primeras copias de este trabajo.
A Claudia Suárez Torres, por su ayuda en la obtención de información, vía Internet.
Al amigo y colega Alberto Prieto Rozos, quien leyó el texto original y me hizo valiosas y atinadas sugerencias, además de acceder a escribir el prólogo.
A mis compañeros de la Cátedra de Táctica e Historia Naval de la Academia Naval Granma de la Marina de Guerra Revolucionaria y de la Cátedra de la Marina de Guerra en la Academia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias General Máximo Gómez, por su estímulo y apoyo en los inicios de esta tarea.
A la Asociación Cubana de Naciones Unidas, especialmente a su directora, compañera Soraya Elena Álvarez Núñez y a los integrantes del Grupo de Apoyo a la Causa de las Malvinas de esa institución.
A ellos y a todos los que me han prestado ayuda y consejo,
MUCHAS GRACIAS.
Prólogo
El conflicto Malvinas, del doctor Gustavo Placer Cervera, es un libro erudito e interesante. Nos brinda de forma amena la historia de dichas islas hasta la actualidad. Primero, recuenta la multisecular evolución de esos estratégicos e inhóspitos territorios, que incluyen asimismo las islas Georgia y Sandwich, ambas apellidadas “del Sur” para diferenciarlas de sus homólogas septentrionales. Esta acuciosa investigación también explica los sucesos contemporáneos, de los cuales el más dramático es la guerra de 1982, cuyas consecuencias no han terminado aún.
El trabajo demuestra que las reclamaciones argentinas sobre los archipiélagos del Atlántico Sur se justifican, tanto en razones geográfico-geomorfológicas como históricas. Sus primeros visitantes fueron los yamanas de la Patagonia, seguidos por los navegantes españoles que esgrimían el Tratado de Tordesillas de 1494 para entregárselas a su rey, acorde con el derecho internacional de la época. Dicha pertenencia fue ratificada por las grandes potencias mediante el Tratado de Utretch (1713), que dio fin a la Guerra de Sucesión Española.
Avanzado el siglo xviii, Inglaterra desarrolló un nuevo interés sobre las Malvinas, pues deseaba utilizarlas como recalada para sus buques antes de cruzar el tormentoso y vecino Estrecho de Magallanes. Esta metrópoli se empeñaba en transitar del Atlántico al Pacífico, con el anhelo de erigir un imperio marítimo que abarcase todos los océanos. Igual propósito evidenció Francia tras la Guerra de los Siete Años (1756-1763), cuando pugnó por estas islas con su tradicional rival europeo. España, por su parte, rechazó ambas pretensiones y ratificó su soberanía sobre el archipiélago al nombrar a un gobernador para ese territorio. Uno de ellos, en 1770, despachó hacia las Malvinas suficientes efectivos militares y civiles —para expulsar a los extranjeros que allí se encontraran— y establecer en las islas una colonia que dependiese de las autoridades actuantes desde el Río de la Plata. Veinte años más tarde, mediante la Convención de Nootka Sound, el Gobierno de Londres renunció ante España a cualquier interés relacionado con las referidas islas.
Al triunfar en 1805 sobre la flota hispano-francesa en la batalla de Trafalgar, Inglaterra obtuvo la supremacía absoluta de los mares. Entonces el Gobierno de Londres se dispuso a implantar su dominio directo sobre el Río de la Plata. Con tal objetivo, al año emvió contra Buenos Aires una importante fuerza invasora, que fue derrotada en cruenta lucha por las milicias rioplatenses. Los ingleses, no obstante, perseveraron y, en 1807, desembarcaron por Montevideo, pero de nuevo fueron vencidos por las armas criollas. Poco después los patriotas del Río de la Plata establecieron sus propias Juntas de Gobierno y, de hecho pusieron fin al régimen colonialista de España, aunque la emancipación formal se declaró en 1816.
Una vez proclamada la independencia en esa región, en las Malvinas —con gobernador civil y comandancia militar republicanas— sus pobladores criollos continuaron la tradicional explotación del abundante ganado cimarrón (vacuno y caballar) y la caza de lobos de mar, cuyos derivados enviaban a Buenos Aires para su venta. También brindaban servicios a los ocasionales barcos balleneros y foqueros de ingleses y estadounidenses que tocaban en Puerto Soledad, donde había “despensas” o almacenes habilitados para el comercio.
Esta situación cambió en 1831, cuando tres barcos estadounidenses que ilegalmente cazaban y pescaban en el área fueron apresados por las autoridades de la isla, con el propósito de que abonaran los impuestos exigidos por las leyes argentinas. Pero un navío no pagó y fue requisado, lo cual ocasionó la furia del cónsul estadounidense en Buenos Aires, quien ordenó al buque de guerra Lexington dirigirse a las Malvinas y tomar represalias. Los “marines” desembarcaron en diciembre de ese año y arrasaron las instalaciones, destruyeron granjas, quemaron casas, abusaron de mujeres y expulsaron de la isla a muchos de sus pobladores.
El conflicto interno en que estaba sumida Argentina, motivó que las autoridades de Buenos Aires no reaccionaran con la necesaria energía ante lo acontecido. Se limitaron a enviar un pelotón de soldados y medio centenar de familias para que sustituyesen a los expulsados. Esa tímida respuesta fue aprovechada por Inglaterra, que en enero de 1833 mandó dos buques de guerra a las Malvinas definitivamente, las ocuparan. El pusilánime gobernador argentino se rindió. Luego zarpó hacia la capital de la república con su tropa y para que las familias renuentes a aceptar la dominación inglesa. Atrás solo quedó un grupo de hombres —encabezados por el gaucho Antonio Rivero— decidido a combatir a los invasores.
Ante la usurpación, las autoridades bonaerenses entregaron una enérgica protesta a las de Londres —la primera de múltiples que realizarían los sucesivos gobiernos de Argentina—, nunca respondidas. Se inició así la era colonial de Inglaterra en las Malvinas.
En su atractiva historia de las Malvinas, el doctor Placer incursiona en el poco conocido e importante suceso acaecido en dichas aguas: la gran batalla entre las flotas de Alemania e Inglaterra en 1914. De ella, los bien reabastecidos ingleses emergieron vencedores —contrariamente a lo ocurrido cinco semanas antes frente a las costas de Chile—, lo cual reafirmó a Londres la importancia geoestratégica de poseer ese apetecido territorio insular.
También el autor expone que fue el recién electo (1946)Juan Domingo Perón quien retomó la reivindicación de las Malvinas y la incluyó como parte de su proyecto de unidad latinoamericana. Su gobierno introdujo —sin mencionarlo— al referido archipiélago en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), de carácter militar, debido al meridiano que se acordó como límite oriental para el Tratado.
Luego, en todos los foros, Argentina reclamó sus derechos sobre las Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. Con el tiempo (1960), el propio Comité de Descolonización de la ONU incluyó a las Malvinas en los territorios sometidos a la dominación foránea y urgió a ambas partes involucradas a realizar negociaciones bilaterales. Aunque estas se iniciaron a los seis años, en realidad nunca hubo avances de importancia.
Juan Domingo Perón murió en 1974 y su viuda, exvicepresidenta, ocupó la primera magistratura de la cual, a los dos años, fue desplazada por un golpe de Estado que impuso un régimen fascista-militar. Tras un quinquenio de terror, el propio pueblo argentino puso en jaque a las autoridades castrenses; el 7 de noviembre de 1981, en Buenos Aires se produjo una impresionante marcha de decenas de miles de personas al grito de “se va a acabar la dictadura militar”. Las masas de nuevo se lanzaron a las calles el siguiente 30 de marzo y se enfrentaron durante cinco horas a las brutales fuerzas represivas. Se evidenciaba el abismo existente entre pueblo y gobierno, tal vez ni siquiera salvable por algún suceso que produjese una conmoción nacional.
El 2 de abril se inició el ataque a las Malvinas, en una maniobra destinada a desviar la atención popular de la crisis interna hacia los asuntos exteriores. Pero desde el inicio, los Estados Unidos apoyaron a Inglaterra a pesar de lo establecido en el TIAR y la guerra fue un desastre para Argentina; dos tercios de sus bombas de aviación lanzadas no estallaron; la alta oficialidad del Ejército rehusó abandonar sus comodidades y enfrentar los sacrificios propios del combate; la marina retiró sus buques del campo de batalla. Los tres cuerpos armados se desempeñaron de acuerdo a concepciones totalmente distintas y sin la menor voluntad de cooperación mutua. La desprestigiada Junta Militar, aislada em lo político, tuvo que abandonar el gobierno y convocar a elecciones generales para que fuese restablecido un régimen civil y constitucional.
En su obra, el doctor Placer realiza un ilustrativo y totalizador análisis sobre las causas, desarrollo y consecuencias de la Guerra de las Malvinas, en el cual hace gala de su dominio del arte militar. El autor también evidencia la ignorancia y absoluta imprevisión, irresponsabilidad, aventurerismo e improvisación de la referida junta gubernamental con relación a este conflicto bélico, así como su enorme confianza o dependencia política en el Gobierno de los Estados Unidos.
Esa guerra costó la vida de cientos de soldados, la mayoría jóvenes humildes, sacrificados por la incapacidad de la reaccionaria Junta Militar. Esta, ya antes, había asesinado a decenas de miles de argentinos en el horror de su inhumana represión, llevada a cabo en el inútil empeño de impedir la evolución progresista de la sociedad.
Otro resultado del conflicto, tal vez imprevisto por los Estados Unidos, fue el absoluto descrédito del TIAR, que se convirtió —para su empleo futuro— en un instrumento imperialista por completo inoperante. Sin embargo, Inglaterra —un pilar de la OTAN—, debido a este conflicto justificó la conversión de las Malvinas en su más poderoso enclave naval, aéreo y coheteril del Atlántico Sur.
A partir de ese momento, las tendencias conservadoras en Argentina se empeñaron en “desmalvinizar” la historia. Mientras, las corrientes democráticas deseaban que los hechos represivos y desatinos bélicos del gobierno militar-fascista no fuesen olvidados, y que sus máximos protagonistas fuesen enjuiciados. Hubo que esperar hasta 1988 para que los criminales integrantes de la Junta Militar fuesen condenados a doce años de privación de libertad. La sentencia tuvo el acierto de aclarar que las penas impuestas no eran por haber reclamado el archipiélago, sino por la nefasta conducta de los mencionados individuos en la consecución de ese propósito. Pero nada se dijo de las prácticas de “terrorismo de Estado” llevadas a cabo, a partir del golpe militar realizado doce años antes. Incluso, no fue hasta la elección presidencial —en el 2007— de Cristina Fernández que se hizo público el informe de la Comisión Rattenbach, el cual revelaba todo lo ocurrido en relación con esta guerra. Además, Cristina prosiguió con el enjuiciamiento y condena —con penas de hasta cadena perpetua— a los torturadores militares en los centros clandestinos de detención, práctica que acometiera su esposo y expresidente Néstor Kirchner desde el inicio de su asunción. Este, asimismo, había incorporado “la Causa de las Malvinas” a los planes de estudio en el país. Y retomó en todos los escenarios internacionales la demanda de que dicho archipiélago fuese devuelto a la Argentina. Tal enérgica postura condujo a que; en 2011, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) —organización integradora que agrupa a los 33 países de la región— hiciese suya la referida reivindicación argentina.
El doctor Placer nos recuerda que este enfoque de la CELAC coincidía con la posición que al respecto Cuba había sostenido desde el triunfo de su Revolución, con independencia de las características políticas de los sucesivos gobiernos en Buenos Aires. Incluso, durante la guerra anglo-argentina, a esa hermana república latinoamericana Fidel Castro le brindó todo el respaldo “tercermundista” del Movimiento de Países No Alineados, que Cuba presidía en ese entonces. En La Habana, la Asociación Cubana de Naciones Unidas conformó el Grupo de Apoyo a las Malvinas, que sistemáticamente divulga lo relacionado con ese importante conflicto.
Por último, el autor nos sintetiza, en solo tres cuartillas, el más brillante y concluyente análisis sobre esas acciones bélicas. Tras leerlo, se comprende que todo lo acontecido sobre el Conflicto de las Malvinas, está narrado en esta obra.
Alberto Prieto Rozos,
doctor en Ciencias,
académico de Número de la Acadenia de la Historia de Cuba
Introducción
El propósito de este libro es hacer un modesto aporte a una causa justa: la reivindicación argentina de soberanía sobre los archipiélagos del Atlántico Sur y sus mares adyacentes.
La motivación para escribirlo tiene un origen remoto. El autor de estas líneas fue, en su infancia, asiduo lector de la revista argentina Billiken1 dirigida a los niños y que circulaba en esos tiempos en La Habana. De esta manera se familiarizó con la geografía y la historia argentinas a tal punto que, en esos años de escuela primaria, conocía casi tanto de ese país como de Cuba. Fue por ello que, cuando cursaba el segundo año del Bachillerato en el Instituto de La Víbora, se sintió motivado a escoger la República Argentina como país a estudiar en el Trabajo de Curso que debía presentar en la asignatura Geografía Regional. Corría el año 1954 y tenía 13 años de edad.
La información suministrada en ese momento por la Embajada de la República Argentina en La Habana y el interés y entusiasmo puestos en la tarea le permitieron obtener un resultado por el que fue felicitado por la profesora, doctoraSilvia Martel, quien, a manera de premio, le obsequió un Atlas de los Paisajes de Cuba recién publicado en esos momentos. Tanto el trabajo de curso como el Atlas se conservan como un tesoro por este autor, quien ha tenido la satisfacción de mostrarlo a hijos y nietos, así como a los amigos más allegados.
Vinieron después los años 50, los 60 y los 70 del pasado siglo, tan pletóricos de acontecimientos en nuestro país, en los que asumió tareas y responsabilidades que lo distanciaron de su interés por la historia y la geografía del hermano país austral. No fue hasta 1982, cuando siendo capitán de fragata y profesor de Historia Naval en la Academia Naval Granma de la Marina de Guerra Revolucionaria (MGR), tuvo lugar la guerra argentino-británica en el Atlántico Sur. Aquellos acontecimientos impactantes le motivaron a investigar sobre los orígenes y causas del conflicto, así como sobre las enseñanzas y experiencias que, en el orden profesional, podían deducirse de su estudio; se trataba, desde el punto de vista militar, de la primera ocasión desde la Segunda Guerra Mundial en que se empleaban en guerra, por ambos bandos, las más modernas y sofisticadas armas en los teatros marítimos, aéreos y terrestres.
Las fuentes disponibles en ese momento eran pocas y limitadas en su alcance y profundidad. El resultado fue el folleto (62 páginas mimeografiadas) titulado Algunas consideraciones sobre la guerra argentino-británica de abril-junio de 1982 en el Atlántico Sur, publicación interna de la Academia Naval de la MGR que vio la luz en enero de 1983, la cual le permitió explicar a los oficiales, profesores y alumnos de ese centro docente militar, los aspectos fundamentales del conflicto, lo novedoso en el empleo de la técnica y el armamento, así como las experiencias, tanto positivas como negativas, más relevantes en la conducción de las acciones por ambos beligerantes.
El folleto antes mencionado, fue superado poco tiempo después por la publicación, a mediados de 1983, de un número especial de 149 páginas —el n.º 39— de la revista de InformaciónTécnicoCientífico Naval (ITCN)2 que, bajo la dirección del fraterno amigo y colega Rafael F. Miyar Reiners, y sobre la base de fuentes publicísticas de muy diverso origen las cuales tuvo a su alcance, pudo proporcionar a los lectores una visión más detallada de aquellos acontecimientos. No satisfecho con ello, el incansable Rafael Miyar,continuó acopiando información sobre el tema y logró publicar, a comienzos de 1984, un número suplementario (59 páginas) de la revista ITCN dedicado también a la guerra de 1982 en Malvinas.
Los trabajos anteriormente mencionados y otras fuentes de información obtenidas a lo largo de 1984 y parte de 1985, le sirvieron como base al autor de estas líneas para confeccionar su Trabajo de Curso “Experiencias del empleo de las Fuerzas Aeronavales en el conflicto de las Islas Malvinas”; este trabajo fue defendido con éxito en junio de 1985, en la Academia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias General Máximo Gómez cuando era alumno del curso de Estado Mayor y Mando Táctico-Operativo de la Marina de Guerra Revolucionaria, en ese Centro de Altos Estudios Militares. Este material fue incorporado luego al texto de la disciplina Historia del Arte Naval que elaboró para el curso citado anteriormente, en su calidad de profesor de la Academia de las FAR.
Dedicado luego, entre 1991 y 2011, al estudio de temas de la Historia Militar y Naval de Cuba durante los siglos xviii y xix como investigador del Instituto de Historia de Cuba, este autor no volvió al tema del conflicto argentino-británico del Atlántico Sur hasta 2012, cuando, a propósito del aniversario 30 de aquellos acontecimientos, fueron desclasificados y publicados de manera oficial los documentos elaborados por la Comisión Rattenbach. Pudo obtenerlos posteriormente, en la totalidad de su volumen, gracias a la colaboración siempre eficiente de su hermano, el teniente coronel (R) Héctor Placer Cervera. Una feliz coincidencia coadyuvó a la reanudación de aquellos trabajos: el haber conocido e iniciado amistad con la Excma. Sra. Juliana Isabel Marino, embajadora de la República Argentina en La Habana, quien le facilitó el acceso a los libros y publicaciones que sobre el tema posee la biblioteca de esa sede diplomática; además, posibilitó el contacto con instituciones como el Observatorio Malvinas de la Universidad Nacional de Lanús y con los amigos argentinos Jorge Andrés Fernández Cabral, veterano de Malvinas y Marcelo Luis Vernet, descendiente del último gobernador de la isla y estudioso del conflicto histórico.
Por otra parte, el amigo y colega canadiense, doctor Hal P. Klepak, con la amabilidad e interés que siempre lo han caracterizado proporcionó al autor información de fuentes británicas y estadounidenses que de otra manera le hubiera sido imposible de obtener.
La información que se logró acopiar es voluminosa. La tarea de procesarla ha llevado más tiempo que el previsto en un momento inicial. Al fin, el libro está concluido y aun, cuando dista mucho de ser perfecto, su autor considera que puede ser una modesta contribución a que los lectores cubanos y otros no argentinos se familiaricen con la problemática de ese país hermano respecto a su legítima reclamación de los archipiélagos del Atlántico Sur, con la historia del país austral y las complejas circunstancias en que tuvo lugar la guerra de 1982.
El libro puede ser también útil a los interesados en la Historia Militar, tanto por profesión como por afición. Pensando en estos lectores han sido elaborados varios de los capítulos relacionados con el conflicto armado, el empleo de la técnica militar y el armamento, y la conducción de las acciones bélicas en sus diferentes niveles.
Su contenido está estructurado en nueve capítulos que, a su vez, se dividen, en varios epígrafes.
En el primer capítulo titulado “Los archipiélagos del Atlántico Sur”, se describe el medio geográfico y se explica su importancia económica y geoestratégica. A continuación, el capítulo II “Las islas Malvinas desde comienzos del siglo xvi hasta finales del siglo xix” expone la reconstrucción histórica de ese prolongado lapso en el que se incluyen acontecimientos, que constituyen el origen del conflicto histórico anglo-argentino.
“La cuestión Malvinas desde comienzos del siglo xx hasta 1976” es el título del tercer capítulo, donde se hace una reconstrucción histórica de la compleja evolución de la disputa territorial, en el complicado contexto de las relaciones anglo-argentinas durante las primeras siete décadas del pasado siglo.
En el cuarto capítulo “El denominado Proceso de Reorganización Nacional y el conflicto Malvinas”, se reconstruyen históricamente los acontecimientos que desembocaron en el conflicto armado; mientras que en el quinto capítulo, “Los beligerantes”, se hace una caracterización político militar de los dos países contendientes en la guerra de 1982; se explica, además, la estructura de sus respectivas Fuerzas Armadas, composición, características de su armamento y equipamiento combativo, y se explicitan las fuerzas y medios combativos presentes en el teatro de las acciones combativas.
En el capítulo seis, “Setenta y cuatro días de guerra”, se reconstruyen históricamente, siguiendo un orden cronológico, las acciones combativas que tuvieron lugar en las islas y mares del Atlántico Sur y se aportan elementos para su análisis. Este capítulo consta de cuatro partes: 1) De la recuperación argentina de las islas Malvinas a la reconquista británica de las Georgias del Sur, 2) Las acciones bélicas entre el 27 de abril y el 20 de mayo, 3) Desde el desembarco en San Carlos a la captura del Monte Kent, 4) La ofensiva contra Puerto Argentino.
El séptimo capítulo, “Lecciones y experiencias”, analiza la conducción militar de ambos bandos, sus aciertos y errores, así como el empleo de los diferentes medios de combate. Por su parte, el capítulo ocho, “La cuestión Malvinas después de la guerra”, explica las consecuencias de la guerra en Argentina y el Reino Unido, los tratamientos que han dado a dicha cuestión los distintos gobiernos argentinos desde el fin de la guerra hasta nuestros días y la repercusión que ha alcanzado en el plano internacional.
Por último, en el capítulo nueve, “Cuba ante la cuestión Malvinas”, se expone la posición solidaria y anticolonalista de Cuba, a través del tiempo, en los diferentes foros internacionales y su apoyo al reclamo argentino de soberanía sobre las islas del Atlántico Sur y sus mares circundantes.
Los Anexos contienen información y documentos importantes incluidos como complemento a lo expuesto en el texto.
La Habana, diciembre de 2015
1Billiken es una revista infantil argentina, de aparición semanal, la más antigua de habla hispana. Fue fundada en Buenos Aires por el periodista uruguayo Constancio C. Vigil (1876-1954) en 1919 y se sigue editando hasta hoy.
2 La revista Información Técnico Científico Naval (ITCN), Órgano Teórico Informativo de la Marina de Guerra Revolucionaria, fue fundada en mayo de 1966; su primer director fue el vicealmirante (R) de la Armada Española, Pedro Prado Mendízabal (1902-1985), a quien sustituyó en 1977 el historiador Rafael Miyar Reiners. Se publicaron de esta revista 49 números hasta 1987 y fue reemplazada por la revista Marina de Guerra Revolucionaria, de la cual Rafael Miyar fue redactor. De esta nueva revista se publicaron seis números entre agosto de 1988 y abril de 1990.
Capítulo I Los archipiélagos del Atlántico Sur
La reclamación territorial argentina, que en lenguaje corriente se designa con la expresión “conflicto Malvinas”, se refiere, en realidad, a un territorio mucho más amplio que el de las mencionadas islas, pues compromete toda la región sur de América y el cuadrante suramericano del continente antártico. Los territorios en disputa abarcan unos 3 000 000 km2.1
Los archipiélagos ubicados en el Atlántico Sur ocupados actualmente por el Reino Unido y que la República Argentina reclama son tres: las islas Malvinas, las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur. La situación particular de estos archipiélagos australes les confiere una especial importancia geoestratégica, pues hace que estos se proyecten fundamentalmente sobre el Pasaje Drake y el Continente Antártico. En ambos aspectos, la posición, clima y conformación de las islas Malvinas son importantes, ya que desde bases instaladas allí puede ejercerse una efectiva presencia en la comunicación entre los océanos Atlántico Sur y Pacífico, y son un adecuado punto de apoyo para las operaciones antárticas por parte de los países que no pertenecen al Cono Sur Americano. De ahí su importancia para el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte o cualquier otra potencia que pretenda ejercer su presencia política o militar en el área.2
Archipiélagos del Atlántico Sur. Ubicación geográfica.
A continuación se exponen las principales características geográficas de cada uno de los mencionados archipiélagos.
Las islas Malvinas
Geografía
Se denomina islas Malvinas3 a un archipiélago compuesto por más de 100 islas e islotes, situado en el sur del Océano Atlántico, al este del Estrecho de Magallanes y al noreste del extremo sur de Suramérica. Este conjunto insular está ubicado dentro de un rectángulo de unas 250 millas náuticas4 de ancho por 90 de altura, enmarcado entre los paralelos 51° 00` y 52° 30` de latitud sur y los meridianos 57° 40` y 61° 50` de longitud oeste. Se encuentra a unos 552 km de la entrada del Estrecho de Magallanes y a 346 km de la isla de los Estados.
El archipiélago yace dentro de la plataforma continental suramericana. El mar que lo rodea y lo separa del continente tiene una profundidad máxima de 170 m. Este hecho es uno de los fundamentos geográficos del reclamo argentino de soberanía sobre esas islas.
Islas Malvinas. Toponimia argentina.
Islas Malvinas. Toponimia británica.
El perfil de las islas es resultado de un largo proceso de evolución geológica. De acuerdo con la Teoría de la Deriva de los Continentes formulada por Alfred Wegener,5 hace aproximadamente doscientos millones de años las Américas, Eurasia, África y la Antártida estaban unidas en una sola masa formando un supercontinente denominado Pangea. Unos treinta y cinco millones de años después, esta unidad comenzó a fracturarse por el ecuador, dejando al norte a Laurasia (América del Norte y Eurasia) y al sur a Gondwana (América del Sur, África y Antártida). Cien millones de años después, América del Sur por un lado, y América del Norte y Eurasia por otro, se habían separado, las Américas se habían unido, África se acercó a Eurasia, y se había constituido la cordillera volcánica sumergida conocida como Dorsal Atlántica.
Volviendo a las Malvinas actuales, las formaciones rocosas y los fósiles de animales encontrados indican que en un pasado el archipiélago formó parte de la misma masa de tierra que el sur de África, mientras que troncos fosilizados, la fauna y la vegetación indican conexiones con América del Sur, a la que está unido, como se ha dicho, por la plataforma continental. El extremo sur de Gran Malvina, al cual los argentinos denominan Punta Belgrano y los británicos Jervis Point, posee la misma formación geológica que la Patagonia. Los únicos cuadrúpedos autóctonos, el lobo austral (Cannis antárticae) y el zorro malvinero (Ducicyon australis), extinguidos en la segunda mitad del siglo por la acción del hombre al considerárseles una plaga para la ganadería ovina, tuvieron orígenes patagónicos.
El archipiélago tiene una superficie total de 15 813 km2, pero solo diecinueve de las islas tienen más de 20 km2. Entre ellas se destacan Gran Malvina (West Falkland) de 6 350 km2, y Soledad (East Falkland más Lafonia, pues para los británicos se trata de dos islas unidas por el istmo de Darwin), de 4 500 km2. En esta última está enclavada Port Stanley (durante la guerra de 1982 Argentina la denominó Puerto Argentino) capital desde 1845, pues anteriormente lo había sido Puerto Nuestra Señora de la Soledad de las Malvinas (Port Louis), ubicado algo más al norte, sobre la bahía de la Anunciación (Berkeley Sound para los británicos). Las dos islas mayores están separadas por el estrecho de San Carlos.
La isla Soledad está casi dividida por dos fiordos y atravesada en su mitad norte por la sierra Rivadavia (Wickham Heights), cuya cima más alta es el cerro Alberdi (Mount Osborne), de 705 m de altura sobre el nivel del mar. El resto del territorio es bajo y ondulado y en él se alternan zonas pedregosas con turberas y pantanos. Las alturas de la sierra Rivadavia hacen las veces de divisoria de las aguas y de ellas parten algunos arroyos que son los pocos cursos de agua permanentes de la isla. La Gran Malvina (West Falkland) es mayormente montañosa, en especial en las proximidades del estrecho de San Carlos, a lo largo de cuya costa norte corre la sierra Hornby. Su máxima altura la alcanza el cerro Independencia (Mount Adam), de unos 700 m sobre el nivel del mar. Las tierras bajas comprenden terrenos arcillosos, areniscas y extensas turberas, estas últimas son el recurso natural de origen vegetal más empleado. Se originan en el depósito y posterior descomposición de vegetación y sirven como combustible.
En el paisaje malvinense existen los denominados “ríos de piedra”, una formación particular que fue descrita por Charles Darwin en su libro Viaje de un naturalista alrededor del mundo. Estos depósitos pedregosos son altamente permeables y contienen agua subterránea en su interior.6
El archipiélago posee unos 4 500 km lineales de costas, de los cuales 65 % pertenece a las dos islas mayores. Las costas son, en general, acantiladas. Lo accidentado de la línea litoral forma bahías y un gran número de caletas abrigadas de casi todos los vientos.
El clima de las islas es inhóspito para la vida y actividades humanas. Las temperaturas pueden alcanzar -4°C en invierno y hasta 18°C en verano, pero los vientos dominantes, de moderados a fuertes y casi siempre presentes, bajan notoriamente la sensación térmica. La humedad es muy alta y llueve, como promedio, 250 días al año. Los fuertes vientos determinan que solo se desarrollen en forma nativa las hierbas, entre ellas las especies cortaderas y la yareta. Entre los arbustos se puede mencionar la bruyera, que se caracteriza por sus ramas duras y sus hojas de color verde claro.
Las planicies presentan praderas cenagosas denominadas mallines. Dentro de las plantas características se puede mencionar el pasto Tussok o Tussock, parecido al junco, que se ubica generalmente en la zona costera. Esta especie fue muy utilizada como alimento del ganado, por lo cual, en la actualidad solo se puede observar en zonas apartadas.
Los árboles son muy escasos y los intentos de creación de bosques han fracasado. Las especies arbóreas que se encuentran en Malvinas son exóticas, producto de la implantación efectuada por quienes habitaron las islas. Así, se ven pinos, álamos y sauces, los cuales se encuentran dispersos junto a algunos caseríos y en las pocas zonas de urbanización, cumpliendo la función de cortinas rompevientos.
La fauna es variada, especialmente en el área costera y en las aguas marinas. Se han contabilizado más de 60 especies de aves, entre las que se encuentran las avutardas, caranchos, cormoranes, gansos, patos y pingüinos. Otras especies malvinenses son el pato vapor de las Malvinas (endémico), el págalo pardo o skúa grande y el carancho negro.
Cuadro de temperaturas y precipitaciones medias
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63
66
66
53
50
50
38
40
50
71
676
Fuente: A. Strahler: Geografía Física, Ed. Omega, Barcelona, 1981.
La corriente de Malvinas (fría) se desplaza hacia el norte, bordeando a las islas por su litoral oeste. Es un desprendimiento de la Corriente Antártica y suele transportar témpanos sobre los cuales es habitual que se encuentre fauna marítima, especialmente pingüinos.
Sociedad
Población
Según datos del censo realizado en 2006, la población del archipiélago ascendía a 2 955 habitantes (sin contar 1 800 militares y 600 civiles de la base de Mount Pleasant). De ese total, 447 eran británicos que estaban realizando trabajos transitorios y que probablemente no se quedarían en las islas al término de sus contratos, por lo que la población fija sería de 2 508 personas. Con algunas fluctuaciones, el número de habitantes de las islas ha permanecido estable a lo largo del tiempo.
Así, en 1911 había 2 272; 1931, 2 392; 1946, 2 239; 1953, 2 130; 1966, 1 986; 1982, 1 840; 1991, 2 093; 2000, 2826; 2001, 2895; 2002, 2967; 2007, 3105; 2008, 3140 y en 2009, 3140.7
La distribución de la población es desproporcionada. Según el censo de 2006, 2 285 habitantes vivían en Port Stanley, 394 en el resto de la isla Soledad, 197 en Gran Malvina y 79 en otras islas. Tenían ciudadanía británica 2 234, aunque solo 1 339 eran nativos de las islas (se les llama, con cierto desdén, kelpers), mientras que el resto proviene de Gran Bretaña y de la isla Santa Helena, que es un territorio británico de ultramar. Dentro de los habitantes de otras nacionalidades había 161 chilenos, 28 alemanes, 26 neozelandeses y 29 argentinos. También había africanos, croatas, filipinos, hindúes, kenianos, portugueses y rusos.
Con respecto a las religiones, el censo registró 1 985 cristianos (anglicanos su mayoría, católicos y evangélicos), 931 agnósticos, 9 musulmanes, 2 judíos, 5 budistas y 23 adherentes a otros credos.
Durante los debates en la ONU, los representantes del Reino Unido proclaman que los isleños son un “pueblo” con derecho propio, quienes poseen una relación legítima con el territorio que ocupan y su gobierno está separado del gobierno británico.
Los hechos desmienten tal aserto. Los actuales habitantes nacidos en Malvinas no constituyen un pueblo separado del británico y no puede ser considerado un “pueblo originario” o “natural” de esos territorios. Desde 1983 el Gobierno inglés les ha concedido la ciudadanía británica, lo que ha vuelto a confirmar su pertenencia al Reino Unido. Como veremos más adelante, los antepasados de los malvinenses de hoy fueron traídos a las islas por el Gobierno del Reino Unido con el propósito de dar continuidad a la ocupación de un territorio del cual se habían apropiado por la fuerza.
Vivienda
Según el censo de 2006, el número de viviendas en Malvinas, era de 1 073; de ellas, 851 en la capital de las islas. En la última década, en cuanto a la calefacción, el uso del kerosén pasó a ser mayoritario sustituyendo a la turba. De manera simultánea, se extendió el empleo del gas propano en la cocción de alimentos. La capital y otras localidades, así como 70 % de los establecimientos rurales, disfrutan de electricidad las 24 horas del día, gracias a la energía eólica. Más de la mitad de los hogares tienen acceso a Internet y televisión satelital (el satélite de comunicaciones puesto al servicio de la Base Militar de Mount Pleasant, comparte sus señales con la población).
La realidad de las islas y su clima impone la necesidad de vehículos todo terreno. Hay más de mil vehículos automotores particulares con tracción 4 x 4.8
Educación y cultura
La enseñanza es gratuita y obligatoria desde los 5 a los 16 años. El Gobierno provee los docentes, los equipos y materiales de enseñanza. Se imparten los mismos cursos regulares del sistema educativo y el sistema de evaluaciones vigentes en Gran Bretaña. Existen tres escuelas primarias (Stanley, Darwin y San Carlos) y una secundaria (Stanley). En el edificio de la escuela secundaria hay una biblioteca pública. En los últimos tres años de educación secundaria el alumno debe optar por una orientación preuniversitaria u otra de tipo técnico. Estas últimas están dirigidas a satisfacer la demanda del mercado laboral local más que las aspiraciones personales de los educandos. Es decir, se enseñan las especialidades técnicas que tienen posibilidades ocupacionales en las islas. Los alumnos que finalizan la secundaria con altas calificaciones (nivel A) pueden aspirar a becas del Chichester College (Gran Bretaña) para carreras medias o cursos superiores en otras universidades.
La preservación del patrimonio cultural y el estilo de vida malvinense es responsabilidad del Falkland Islands Museum and National Trust (FIMANT). Entre sus tareas se incluye la protección de los sitios de naufragios de buques y cascos varados (hay más de cien entre ambos), y de lugares históricos tales como los restos de la vieja capital Port Louis (Nuestra Señora de la Soledad), los cementerios de guerra, los campos de batalla, los corrales de piedra, etc. El Britannia House Museum, ubicado en Stanley, alberga una colección de piezas históricas vinculadas a vivencias de Malvinas. Este museo alberga al Pastfinders Club (Club de Buscadores del Pasado), patrocinado y financiado por la empresa pesquera Fortuna Limited, la cual organiza salidas al campo para visitar sitios históricos y también muestras itinerantes que se exponen en las distintas localidades.9
Sistema de salud
El Gobierno de las islas es responsable de proveer todos los servicios y tratamientos preventivos de salud. El primer y segundo escalón se prestan a través del único hospital del archipiélago, el hospital Rey Eduardo VII (King Edward VII Memorial Hospital, o KEMH) ubicado en Stanley. El KEMH cuenta con veintisiete camas para ingresos, un cuerpo de guardia para emergencias y accidentes menores, una sala de agudos con unidad de cuidados intensivos, una sala de cuarentena y una unidad de maternidad. Los servicios dentales y de farmacia también son atendidos en el hospital. Los pacientes que necesitan de tratamientos de medicina altamente especializada o de emergencias que no pueden ser tratadas en el KEMH son trasladados por ambulancia aérea a Santiago de Chile.10 Todas las prácticas médicas se regulan por los estándares del Reino Unido.11
Empleo
Existe una fuerza laboral de unas 2 000 personas en el archipiélago. El principal empleador es el Gobierno (589 funcionarios y empleados). Hay una demanda laboral creciente en el ámbito privado, particularmente, en los sectores de pesca y turismo.
Los puestos de trabajo que no pueden ser cubiertos por la mano de obra local, ya sea por su especificidad técnica o las destrezas requeridas, se ocupan con trabajadores procedentes del exterior, principalmente de la Gran Bretaña, Santa Helena, Australia, Nueva Zelanda o Chile, sobre la base de contratos a término. Por ejemplo, para la época de la esquila, llega a las islas un grupo importante de esquiladores chilenos, contratados por los dos a tres meses que dura la zafra.
Los salarios están equiparados a los de la Gran Bretaña y el Gobierno brinda facilidades para la radicación de trabajadores extranjeros menores de 40 años, o para cubrir contratos transitorios. Si bien no hay nada legislado o reglamentado para excluir determinadas nacionalidades, en la práctica resulta casi imposible a un ciudadano argentino radicarse en las Malvinas. De hecho, de los veintinueve argentinos registrados por el censo de 2006, siete fueron admitidos por tener lazos familiares en las islas y los otros veintidós por estar radicados allí desde antes de la guerra de 1982.12
Actividades económicas
Pesca
A partir de los Tratados de Madrid y Londres firmados en 1990 entre la República Argentina y el Reino Unido con el propósito de normalizar sus relaciones diplomáticas y económicas, la economía de las islas se orientó sobre todo a la pesca y a la exploración de los recursos petroleros de la zona.
Estas dos actividades —que reportan para las islas una elevada renta— no son llevadas a cabo por sus habitantes, quienes se limitan a vender permisos de pesca y exploración a flotas y empresas extracontinentales sobre el área en conflicto. Estas actividades se desarrollan en zonas arbitrariamente definidas por los británicos. Resulta importante subrayar que en 2007 la República Argentina denunció los artículos de los Tratados de 1990, los cuales facilitaban estas actividades que desde ese momento pasaron a ser ilegales. Las aguas circundantes al archipiélago son famosas por la presencia de calamares. De allí se obtiene cerca de 75 % de las 200 000 t de captura anual consumida por los mercados de Europa y Asia Oriental. El calamar Illex argentinius es mayormente capturado para el mercado asiático y por buques provenientes de esas regiones, mientras que el calamar Loligo gahi es obtenido por naves registradas en Port Stanley, pertenecientes a compañías mixtas de europeos e isleños. Además, hay captura de varias especies de peces (merluza, brótola austral, polacra, abadejo, pámpano y caballa), crustáceos (centolla), moluscos y cefalópodos (pulpo).
Los ingresos por la venta de licencias de pesca alcanzaron los 22 millones de libras esterlinas anuales en su mejor momento, pero ha bajado hasta 12 millones debido a la disminución de las capturas causadas por la sobreexplotación.
Una noticia, recientemente publicada, da cuenta de los resultados en 2015:
MALVINAS ROMPE RÉCORDS DE CAPTURA DE PESCA
Este año pasará como uno de los más exitosos en la historia de la pesca en las Islas Malvinas con capturas récord en varias especies y un total para finales de este mes en el entorno de 450 000 t. Este volumen logrado con 151 pesqueros a lo largo del año y con dos semanas más por delante, ya es 25 000 t superior al mejor año, 1989, con 278 pesqueros. A principios de este año el Departamento de Pesca reportó las dos mayores capturas, en un día, en ambas pesquerías de calamar. El 23 de marzo la captura diaria del Loligo alcanzó las 1 102 t, volumen recogido por tan solo 16 arrastreros. El 22 de abril, un mes más tarde, sucedió otro récord de captura en un día, pues fueron recogidas 6 701 t de calamar Illex en aguas de Malvinas, la mayor captura diaria desde 1987. Igualmente positivo para el año de pesca 2014, la captura total de merluza, aproximadamente unas 15 000 t, estuvo apenas por debajo del año récord de 1989 cuando se logró extraer 16 480 t. Otros recursos resultaron más positivos en 2014, tales fueron los casos del calamar Loligo y del bacalao de roca con promedios anuales de 49 000 y 54 000 t, respectivamente (Mercopress).
Actividad agropecuaria
Los suelos de las islas son ácidos y no fértiles en su mayoría, lo que impide el desarrollo de cultivos a niveles rentables. La agricultura se reduce a la producción de avena y cebada y a las huertas familiares. Por otra parte, la abundancia de pastos y el clima oceánico frío y ventoso han favorecido la cría de ovejas y la producción de lana, que fueron tradicionalmente —durante 160 años— las principales actividades económicas de las islas; pero desde 1987 los ingresos por el sector pesquero pasaron a ser la mayor fuente de entrada de recursos. No obstante, el ganado lanar continuó ocupando el aprovechamiento mayoritario de las tierras. El espacio dedicado a la ganadería ocupa alrededor de 1 140 000 hectáreas y contiene unos 600 000 ovinos y 5 000 equinos. El promedio anual de lana sucia exportada en la última década del siglo xx fue de 2 200 t. En 2006 se exportaron 23 000 ovinos congelados al Reino Unido, España, Francia, Malta y Suecia. La ganadería en Malvinas es de cría extensiva y alimentada exclusivamente con pastos naturales, sin el empleo de fertilizantes sintéticos o tratamientos químicos. La mayor parte de los rebaños son propiedad de la Falkland Island Company (FIC), empresa que monopoliza la economía isleña, ya que no solo controla la ganadería, sino también el comercio, el transporte marítimo, la actividad bancaria y la financiera.
Energía
Las Malvinas no poseen fuentes energéticas propias y todos los combustibles deben ser importados. Tradicionalmente, los isleños usaron la turba (peat) para reemplazar al carbón en la cocina y calefacción, pero hoy en día la han sustituido casi en su totalidad por gas líquido que compran en Chile. Los otros combustibles (gas oil, gasolina, kerosén) solían adquirirlos en Montevideo, pero desde enero de 2008 lo hacen en Punta Arenas, Chile, como reacción a la negativa de Uruguay de suministrar combustible a un buque de guerra británico en tránsito a las Malvinas.
Para aprovechar la permanente presencia de vientos se han instalado generadores eólicos y se ha alentado la instalación de molinos de viento en las zonas rurales. En 2007, las turbinas eólicas generaban 20 % de las necesidades de electricidad de las islas.
La exploración petrolera offshore está aún en etapa de estudio. En 1998 se perforaron seis pozos al norte de isla Soledad y se obtuvo información para la elaboración de una importante base de datos geológicos. Estos determinaron la presencia de un bolsón que podría entregar hasta 60 millones de barriles de petróleo e importantes cantidades de gas natural. Aún se está en la etapa de prospección y determinación de su posible rentabilidad.13
Minería
En 2004 se realizó una prospección aeromagnética buscando recursos minerales bajo el suelo. Como resultado de ello, se considera que hay cantidades de oro y plata que son factibles de explotación rentable.
Entretanto, en isla Soledad se ha instalado una planta productora de cemento y en la Gran Malvina se han realizado investigaciones sobre un tipo de arenisca adecuada para la fabricación de vidrios especiales.
Turismo
Es una fuente importante de ingresos y está en fase de crecimiento. El punto central de la estrategia turística es la preservación del medio ambiente (vida salvaje, flora, aire impoluto, cielos abiertos). Los principales puntos de atracción están en Howard, Darwin, isla Borbón (Peeble) e isla León Marino (Sea Lion). El número de visitantes ha crecido de manera considerable en los últimos años, provenientes mayormente de cruceros de pasajeros que recorren el Atlántico Sur. Por ejemplo, durante la temporada (mediados de octubre-finales de marzo) 2005-2006, 45 000 turistas europeos y estadounidenses visitaron las islas.
Transporte y comunicaciones
Las cargas son transportadas por mar y aire desde y hacia Gran Bretaña y Chile. El principal puerto comercial es Stanley. Los buques de carga provenientes de Gran Bretaña (y de banderas amigas) pueden utilizar las facilidades portuarias de la base naval adjunta a Mount Pleasant.
El desarrollo de una red de carreteras ha permitido que en la actualidad la lana sea cargada en contenedores directamente en su lugar de acopio, y trasladada por cabotaje o camión al puerto de embarque. Esta red, de unos 780 km de extensión se ha desarrollado principalmente en la isla Soledad, pero está previsto la construcción de 50 km de carreteras pavimentadas en la Gran Malvina.
La empresa Falkland Islands Government Air Service (FIGAS) opera varias aeronaves medianas que cubren 35 campos de aterrizaje en las islas. Adjunto a la Base Militar está ubicado el Aeropuerto Internacional de Mount Pleasant, con una pista capaz de recibir aviones tipo Boeing 747. El aeropuerto de Stanley (Puerto Argentino) solo permite operar aviones comerciales menores.
Administración colonial de las islas
Los representantes del Reino Unido afirman que el Gobierno de las islas es independiente y que está a cargo de sus habitantes. Es lo que ellos denominan su self-government (gobierno autónomo). El diccionario inglés Collins define la expresión self-government como “un gobierno bajo el control y la dirección de los habitantes (políticamente organizados), sin injerencias de la potencia dominante de ultramar”.14
Sin embargo, la autoridad suprema recae en el soberano de Inglaterra (actualmente la reina Elizabeth II) y delegada en un gobernador designado directamente por dicho soberano, quien deberá residir en Port Stanley, y ejercer la administración ejecutiva de la colonia. Todo acto, decisión tomada o declaración pública de dicho funcionario, son formulados en nombre de Su Majestad, la reina de Inglaterra.
Este gobernador está acompañado en sus funciones por un Gabinete (Executive Council o ExCo.) compuesto por un secretario ejecutivo (vicegobernador) y por el director de Asuntos de Desarrollo y Recursos Naturales del territorio. Estos cargos son ocupados por británicos y tampoco son electivos. Forman parte también del Gabinete tres asesores elegidos por la Asamblea Legislativa entre sus miembros.
La instancia siguiente de Gobierno es la denominada Asamblea Legislativa (Legislative Council o LegCo.) que está formada por ocho consejeros electos por períodos de cuatro años, dos exmiembros del LegCo. elegidos de oficio por el presidente del cuerpo (quien es designado por el gobernador), el secretario ejecutivo y el director de Asuntos de Desarrollo y Recursos Naturales. Además, el procurador (fiscal) general y el comandante de las Fuerzas Británicas del Atlántico Sur (Commander British Forces South Atlantic Islands, o CBFSAI) son miembros del Legislativo. De esa manera, casi 40 % de los miembros de la Asamblea Legislativa está formado por miembros del Gabinete del gobernador y designados directamente por él.
El LegCo. tiene autoridad para legislar en asuntos referidos a la vida interna y el buen gobierno de las islas, pero sus leyes están sujetas a la aprobación del soberano(a) inglés. Las sesiones del LegCo. son bimensuales y públicas. Cada año debe elegir tres de sus miembros (entre los ocho electos y los dos de oficio) como miembros del Secretariado Ejecutivo (ExCo.). El gobernador retiene la responsabilidad por las relaciones exteriores y la defensa.
No hay partidos políticos, y todos los miembros del LegCo. son electos como independientes. No hay una oposición formal. Cada consejero asume la responsabilidad de su cartera y sobre ella trabaja.
El sistema judicial es independiente del Gobierno. Hay una Corte de Magistrados, que depende del jefe de Justicia, residente en Londres, quien visita las islas una vez al año para atender aquellos asuntos que la Corte no haya podido resolver (casos complejos, cuestiones de derecho constitucional, etc.). La Corte es presidida por un magistrado superior y atiende asuntos criminales y civiles, derecho de familia e infancia, disputas comerciales e investigación forense.
Los archipiélagos de Georgias del Sur y Sandwich del Sur, que yacen varios cientos de millas al sur y sureste de las Malvinas, son también Territorios de Ultramar del Reino Unido. Una vez pertenecieron al ámbito de Gobierno de Port Stanley, pero hoy están separados y son independientes entre sí. No obstante, por conveniencia y proximidad física, el gobernador de Malvinas (Falkland) ostenta además el título de Comisionado Real para las Georgias y las Sandwich del Sur, y las administra desde Port Stanley. De ello, rinde cuentas directas a Londres, sin la intervención de los ExCo. y LegCo.
Las Fuerzas británicas de las islas del Atlántico Sur (CBFSAI)
Desde 1982 está ubicada en las Malvinas la sede del Comando de las Fuerzas Armadas Británicas de las Islas del Atlántico Sur, o CBFSAI, que tiene su cuartel principal en el Complejo Militar de Mount Pleasant a unos 70 km de Stanley y 35 km de Darwin. Allí radican 1 800 efectivos militares de la Armada, Ejército y Fuerza Aérea y 600 funcionarios y empleados civiles.
El Gobierno de la República Argentina ha denunciado en repetidas ocasiones, la creciente militarización del archipiélago y la introducción en él de armas nucleares, en flagrante violación del Tratado de Tlatelolco. Esta denuncia ha cobrado un renovado vigor con la Proclamación de la América Latina y el Caribe como Zona de Paz durante la II Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe efectuada en La Habana en enero de 2014.
Las islas Georgias del Sur
El archipiélago de las Georgias del Sur está situado a unas 700 millas náuticas (1 300 km) al este-sureste de las Malvinas, entre los paralelos 54° y 55° de latitud sur y los meridianos 36° y 38° de longitud oeste. Está compuesto por una isla grande, denominada San Pedro, cinco islas menores [Pájaro (Bird), Willis, Annenkov, Pickersgill y Cooper] y unos nueve islotes. Suman 4 066 km2 de superficie.
Desde el punto de vista geológico, las Georgias integran, junto con el archipiélago de las Sandwich del Sur, el llamado Arco de las Antillas del Sur, que se inicia en la isla de los Estados, sigue en la Roca Negra, en los islotes Cormorán y concluye en las islas Orcadas y las Shetland del Sur. Este arco insular constituye el vínculo geológico entre el extremo continental argentino y la península antártica, prolongación geológica de la Cordillera de los Andes.
El archipiélago está constituido por cuarcitas y pizarras metamórficas del Paleozoico inferior, intensamente erosionadas por la acción de los glaciares, que han elaborado en sus costas profundos fiordos de paredes escarpadas. Los suelos y la vegetación son los típicos de la tundra y la estepa fría. En sus costas hay abundante vida marina, en tanto que en tierra firme tan solo existen algunas especies de focas y pingüinos, así como renos, introducidos alrededor del año 1900. La abundancia y variedad de las aves ha motivado la realización de gran número de expediciones científicas para su estudio.
El clima es marítimo, frío y subártico, muy riguroso para la vida humana. Las nieves permanentes cubren las islas a partir de los 500 m de altitud, y la niebla es un fenómeno habitual. La temperatura media durante los meses del corto verano austral no supera los 5°C y la media anual es de 1,4ºC. Las lluvias, abundantes, se acercan a los 1 000 mm de promedio anual. Durante ocho meses del año las temperaturas suelen alcanzar los -20°C y la ocurrencia de vientos muy fuertes que pueden llevar la sensación térmica a -50°C.
San Pedro es alargada, de unos 180 km de largo y 32 km de anchura máxima y se extiende en forma de arco, de noroeste a sureste. Es montañosa, escarpada y árida; a su largo corre la cordillera de San Telmo, recostada hacia la costa sur, lo que la hace prácticamente inaccesible desde el mar. No tiene picos de gran altura, con excepción del Monte Piaget, de 2 935 m de elevación sobre el nivel del mar. Al centro de la isla hay varias formaciones glaciares (Fortuna, Esmark, Newmayer, Nordenkjöl, Ross, Hindle, y Christophersen) que han sido lugares de estudio e investigación glaciológica durante varias décadas, por parte del British Antartic Survey (BAS).