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En San Jacinto de los Mares viven Matilde Florista y su esposo Miguel Pescador; esta pareja ansía tener pronto un hijo. A la puerta de su casa es abandonada una hermosa muñeca de trapo; de inmediato Matilde se encariña con la desvalida muñeca y la adopta como si se tratara de una hija; la bautiza Cristina Zanahoria. Esta muñeca tiene espíritu y su mayor don es el olfato. Esta historia realza la importancia de las percepciones y sensaciones en los afecto y nos lleva a agudizar todos los sentidos, pero uno en especial: el olfato, el más olvidado de todos.
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Seitenzahl: 45
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Cristina Zanahoria
Albeiro Echavarría
Echavarría Acevedo, Albeiro Antonio
Cristina Zanahoria / Albeiro Antonio Echavarría Acevedo ;
ilustraciones Rocío Parra Parra. -- Bogotá : Panamericana
Editorial, 2007.
88 p. : il. ; 20 cm. -- (Colección corcel)
ISBN 978-958-30-2561-7
1. Cuentos infantiles colombianos 2. Muñeca - Cuentos
infantiles 3. Olores - Cuentos infantiles I. Parra Parra, Rocío, il.
II. Tít. III. Serie.
I863.6 cd 21 ed.
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
Cristina Zanahoria
Albeiro Echavarría
Editor
Panamericana Editorial Ltda.
Dirección editorial
Conrado Zuluaga
Edición
Jimena Perdomo Novoa
Ilustraciones
Rocío Parra Parra
Diagramación y diseño de carátula
Rocío Parra Parra
Primera edición, abril de 2007
© Albeiro Antonio Echavarría Acevedo
© 2007 Panamericana Editorial Ltda.
Calle 12 No. 34-20, Tels.: (57 601) 3603077 - 2770100
Fax: (57 601) 2373805
E-mail: [email protected]
www.panamericanaeditorial.com.co
Bogotá, D.C., Colombia
ISBN DIGITAL 978-958-30-6644-3
Todos los derechos reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial,
por cualquier medio, sin permiso del Editor.
Impreso por Panamericana Formas e Impresos S.A.
Calle 65 No. 95-28, Tels.:(57 601) 4302110 - 4300355, Fax: (57 601) 2763008
Bogotá, D.C., Colombia
Quien sólo actúa como impresor.
Impreso en Colombia Printed in Colombia
Cristina Zanahoria
Albeiro Echavarría
Ilustraciones
Rocío Parra Parra
Albeiro Echavarría
Cristina Zanahoria
A Carolina y Juanapor haber liberado mis sueños.
Albeiro Echavarría
Cristina Zanahoria
Prólogo
Alo lejos parecía una montaña perdida entre las nubes. Un gigante blanco donde ni siquiera los yarumos desplegaban su luz. Aun así, todos sabían que bajo esa bruma aplastante, que había desdibujado los rasgos de las cosas, quedaba San Jacinto de los Mares, el pequeño pueblo donde se tejió la historia de Cristina Zanahoria. Fueron dos meses que parecieron una eternidad.
De ojos negros azucarados y piel de algodón, Cristina Zanahoria era una humilde muñeca de trapo que se había ganado la admiración de muchos y la envidia de unos cuantos, entre estos, la de la malvada Rosa Cienfuegos y su fiel amigo de fecho-rías Camilo Pieldemanzana. Mucho antes de que
Albeiro Echavarría
San Jacinto de los Mares se quedara sin olores, la fama de Cristina Zanahoria había crecido como la espuma, y en todos los lugares del mundo conocían tanto la historia de su cabello color zanahoria como los detalles de la forma en que fue adquiriendo el más extraordinario olfato del que se tenga noticia.
Pero antes de seguir adelante, acomódense lo mejor que puedan y agudicen sus sentidos, pero uno en especial: el olfato, el más olvidado de todos.
Albeiro Echavarría
Cristina Zanahoria
Albeiro Echavarría
Cristina Zanahoria
U n día de comienzos de abril, de un año en la década de 1950, un desconocido dejó abandonada una maltrecha muñeca de trapo en la casa de Matilde Florista. Ella vivía con su esposo, Miguel Pescador, en una casita de madera que daba a un patio de piedras diminutas donde las palomas viajeras descansaban unas horas antes de continuar su camino. Miguel Pescador tenía un sobrino de veintitrés años de edad, llamado Raúl Cocotero. Era un hombre sin escrúpulos, amigo de unos truhanes que merodeaban por el pueblo.
Matilde Florista permanecía de lunes a viernes sola en su casa, mientras su esposo se iba a trabajar a la ciudad del Valle del Viento, que podía divisarse desde lo alto de la montaña. Los días eran
Albeiro Echavarría
interminables sin su presencia, aunque ella invertía muy bien su tiempo enseñando en la escuela del pueblo. Los pocos minutos libres que le quedaban los dedicaba a escribir. Hacía con empeño su trabajo, pero su corazón no palpitaba con fuerza sino cuando llegaba el sábado y aparecía en la puerta de la casa Miguel Pescador.
Fue justamente un sábado muy temprano, antes de que llegara su esposo, cuando apareció en el jardín la muñeca de trapo que después todos conocerían como Cristina Zanahoria. Había sido pues-ta en un cofre de bambú al lado de una era de violetas que Matilde Florista cultivaba con mucho esmero. Una profunda curiosidad se apoderó de ella al abrir el cofre y ver a esa muñeca desconocida acostada en un diminuto colchón forrado en terciopelo amarillo.
Ingresó a la casa preocupada porque no iba a tener tiempo para corregir unas tareas escolares. Además, tenía que hacer el desayuno.
Afuera las campanas de la iglesia repicaban para misa de siete. Matilde puso el cofre sobre la mesa de planchar y se dedicó primero a las labores del hogar. Por la noche le contó a su esposo lo sucedido.
Cristina Zanahoria
Desde hacía mucho tiempo Miguel Pescador y Matilde Florista querían tener una hija. Esa muñeca abandonada en el jardín, les pareció una buena señal. Matilde Florista sonrió al ver la ternura con que Miguel Pescador tomó en sus manos la muñeca de trapo y la observó durante varios minutos.
—Guárdala bien, estoy seguro de que es un regalo de Dios, y una especie de anuncio de que tendremos una hija —le dijo Miguel Pescador a su esposa.
—¿Y qué ocurriría si de pronto tenemos un hijo varón? —preguntó Matilde, y agregó con aire de preocupación—: Tú bien sabes que los niños no acostumbran jugar con muñecas.
Albeiro Echavarría
—En todo caso, es una bella muñeca y tengo una extraña corazonada —terminó de decir Miguel dándole un beso a Matilde.