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En este texto, el autor nos hace viajar por la historia y la memoria, en una suerte de máquina del tiempo para, magistralmente, desenmascarar, una vez más, al imperialismo yanqui y sus maquiavélicos planes para derrocar la revolución cubana. Con precisión y acuciosidad, el autor nos desglosa el panorama histórico, social y político en que nace y se consolida la joven revolución, asediada por el gobierno imperialista más poderoso del momento y que, constantemente, busca destruir el sistema político social que la isla implanta, así como a sus líderes, en particular al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Escrìto sin academicismos, el libro se convierte en ávida y deleitable lectura, a la vez que respeta la rigurosidad del ensayo historiográfico.
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Seitenzahl: 298
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Edición, corrección y diseño interior: Sonia Lilian Almazán del Olmo
Diseño de cubierta, maquetación y Conversión a e-book: Jadier I. Martínez Rodríguez
© Jacinto Valdés-Dapena Vivanco, 2023
© Sobre la presente edición:
Ruth Casa Editorial, 2023
Todos los derechos reservados
ISBN: 9789962740285
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.
Ruth Casa Editorial Calle 38 y Ave. Cuba,
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En este texto, el autor nos hace viajar por la historia y la memoria, en una suerte de máquina del tiempo para, magistralmente, desenmascarar, una vez más, al imperialismo yanqui y sus maquiavélicos planes para derrocar la revolución cubana.
Con precisión y acuciosidad, el autor nos desglosa el panorama histórico, social y político en que nace y se consolida la joven revolución, asediada por el gobierno imperialista más poderoso del momento y que, constantemente, busca destruir el sistema político social que la isla implanta, así como a sus líderes, en particular al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Escrìto sin academicismos, el libro se convierte en ávida y deleitable lectura, a la vez que respeta la rigurosidad del ensayo historiográfico.
Jacinto Valdés-Dapena Vivanco (La Habana, 1942). Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Escuela de Letras y Arte e Instructor graduado del Departamento de Filosofía, ambas de la Universidad de la Habana. Profesor e Investigador Titular. Dr. en Ciencias Jurídicas. Es reconocido como un especialista, de más de 40 años, en el campo de los estudio de las relaciones Cuba-Estados Unidos. Ha participado en actividades científicas dentro de Cuba y en el extranjero. Sus artículos y ensayos apa-recen en publicaciones nacionales y extranjeras. Es autor de varios libros sobre temas de su especialidad y de filosofía. Es miembro de diversos Consejos científicos en instituciones educa-tivas de nivel superior y científicas en Cuba. Ostenta la orden Carlos J. Finlay otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba, como reconocimiento por su labor científico-investigativa.
Página legal
Sinopsis
Datos de autor
ÍNDICE
Presentación
Introducción
CAPÍTULO I
La administración Kennedy y Cuba. Un proceso fallido (1961)
Preámbulo
La posición asumida por la Administración Kennedy después de Girón
El Grupo de Estudios sobre Cuba. General Maxwell Taylor
Las directivas del Consejo de Seguridad Nacional
Criterios de los asesores de John F. Kennedy y el dictamen del Grupo de Estudios sobre Cuba acerca de la Operación Pluto
La Conferencia de Lyman Kirkpatrick en la Escuela Superior de la Marina de Guerra de los Estados Unidos: una visión operativa acerca del trabajo de la CIA en la Operación Pluto
La actividad de la Agencia Central de inteligencia y las organizaciones contrarrevolucionarias en el interior del país (abril-noviembre de 1961). El escenario Político
CAPÍTULO II
El ocaso de los dioses
Antecedentes
La Operación Mangosta aparece en la escena
Capítulo III
El colapso de una operación. Causas y efectos (1962)
La Operación Mangosta: su impacto en Cuba
Las operaciones comando de la CIA en el Programa Mangosta. La Operación Cupido II
La Operación Mangosta: Un Girón en secreto
El Ocaso Mangosta.
CAPÍTULO IV
Una nueva estrategia hacia Cuba (1963)
La estrategia de Kennedy hacia Cuba en el año 1963.
Las organizaciones contrarrevolucionarias en los Estados Unidos y la actividad de la CIA.
El apocalipsis de la contrarrevolución en el teatro operativo.
La diplomacia norteamericana en el Programa de Múltiple Vía.
CAPITULO V
La Administración Johnson. Una nueva estrategia de subversión
(1963-1968)
Guerra encubierta después de Kennedy
La Administración Johnson. La agresividad permanente.
Los agentes de la CIA en el teatro operativo.
Proyecto AM/LASH: El complot de la CIA para destruir la Revolución cubana se desvanece
¿En qué consistía el proyecto AM/LASH?
Estudios teórico-operativos acerca de la actividad contrarrevolucionaria de Rolando Cubela. (marzo de 1961 - junio de 1965)
9 de marzo de 1961.
28 de marzo de 1961
27 de junio de 1962
30 de julio-6 de agosto de 1962
7-9 de agosto de 1962
10-11 de agosto de 1962
14-23 de agosto de 1962.
5-8 de septiembre de 1963
11 de octubre de 1963
25 de octubre de 1963
19 de noviembre de 1963
22 de noviembre de 1963
1-11 de junio de 1964
30 de agosto de 1964
12 de noviembre de 1964
13 de noviembre de 1964
10 de diciembre de 1964
27 de diciembre de 1964
30 de diciembre de 1964
11 de febrero de 1965
12 de febrero de 1965
15 de marzo de 1965
Junio de 1965
Las operaciones paramilitares
La II Guerrilla Naval
Las acciones de Eloy Gutiérrez Menoyo. II Frente del Escambray
Los Comandos L de Antonio Cuesta
A MODO DE CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Documentos:
Informes:
Revistas y periódicos
Puede afirmarse que la Revolución cubana del Primero de Enero de 1959 es el hecho político más trascendental de la historia latinoamericana y caribeña en el siglo XX.
En épica hazaña la nación cubana llevó a cabo la insurrección armada victoriosa contra una dictadura impuesta desde los centros de poder de los Estados Unidos. El enclave neocolonial se transformó así en un país libre y soberano, con plena independencia política y económica.
Pero el imperialismo norteamericano no aceptaba la legitimidad de ese proceso, que había demostrado la factibilidad de una revolución en contra de su voluntad.
Principios esenciales de la doctrina de la seguridad estadounidense fueron vulnerados. En la lógica de las tesis sobre el fatalismo geográfico, la Doctrina Monroe, el Destino Manifiesto, y el Panamericanismo, le Revolución cubana era esencialmente irracional y subversiva. El pragmatismo de los descendientes de Thomas Jefferson y John Quincy Adams, de William McKinley y Theodore Roosvelt no se abstuvo de emprender tácticas y estrategias diseñadas para aniquilar una nación, una ideología y una cultura.
El fundamento geopolítico, geoestratégico y geoeconómico de los propósitos de la diplomacia norteamericana es la clave para comprender y entender el núcleo de la política que se trazó contra Cuba y que, en el siglo XXI, está vigente, a pesar de los nuevos escenarios y actores internacionales.
Es precisamente este contexto en el que se desarrollaron las operaciones encubiertas de la CIA y la actividad de las organizaciones contrarrevolucionarias encaminadas a destruir el socialismo cubano.
Las Operaciones Pluto y Mangosta, el Programa de Múltiple Vía, el programa subversivo de la Administración Johnson, constituyen el objeto de estudio de esta investigación, consagrada a dilucidar esencia y contenido de los más siniestros planes de inteligencia, subversión, terrorismo y guerra psicológica jamás desplegados por la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos contra una nación extranjera.
Los objetivos definidos en la investigación son:
explicar el contexto histórico en que se gestan e instrumentan las diferentes operaciones estudiadas;
identificar las direcciones principales de la Operación Pluto, la Operación Mangosta, el Programa de Múltiple Vía y el programa subversivo de la Administración Johnson;
caracterizar, desde los enfoques de la sociología marxista, el teatro de operaciones en el que se enfrentan, por una parte, los Organos de la Seguridad del Estado de la Revolución, y por otra, la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos y las organizaciones contrarrevolucionarias que operaban en el interior y el exterior;
definir las bases de sustentación de la consolidación de los éxitos y victorias de la revolución para derrotar los planes e intenciones de las fuerzas enemigas, y las vulnerabilidades y debilidades de la CIA y la contrarrevolución que las condujeron a su holocausto operativo.
Para la elaboración de este texto se procesó, clasificó, analizó y evaluó documentación de los archivos del Ministerio del Interior y del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado (CIHSE). Se tuvo acceso a importantes investigaciones teórico - operativas sobre operaciones encubiertas de la CIA contra Cuba. Se consultaron y evaluaron documentos desclasificados recientemente por la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Además, se revisaron publicaciones de expertos en asuntos de seguridad nacional de Cuba, la Unión Soviética, República Democrática Alemana y Estados Unidos. Expertos y especialistas en asuntos de seguridad estatal y nacional fueron consultados, lo que permitió esclarecer incógnitas y perfeccionar el estudio.
La experiencia operativa del autor como especialista en asuntos referidos a seguridad estatal y nacional contribuyó a la realización del trabajo.
En el escenario actual de confrontación en el campo de las ideas, la cultura y la política en el que se expresa con nitidez impar el diferendo CUBA-Estados Unidos, adquiere importancia y significación creciente, la exposición, descripción y explicación de la génesis y desarrollo de las operaciones llevadas a cabo por los serviciós especiales de los Estados Unidos contra la nación cubana.
Hoy como ayer los Estados Unidos no renuncian a su pretensión hegemónica y anexionista en relación con la Isla indómita. Como siempre, desde el pasado siglo, Cuba defiende su derecho a la independencia, la soberanía, la justicia social, la dignidad, asociados ahora, en el siglo XXI, al socialismo autóctono y autónomo, surgidos al calor de los combates y luchas de liberación nacional de las últimas seis décadas.
En el extenso expediente de la CIA están registradas y documentadas las acciones llevadas a cabo en América Latina y el Caribe, para las que no fueron escatimados recursos humanos, ni tecnologías, ni imaginación.
Destruir a Cuba ha sido sueño y pesadilla de trece administraciones norteamericanas. El poderoso escudo de la Revolución lo ha frustrado. La resistencia del pueblo constituye un importante capítulo en la Historia de Cuba en el que se destacan hombres y mujeres combatientes y miles de colaboradores anónimos que no vacilaron en arriesgar y en algunos casos ofrendar sus vidas en defensa de los nobles ideales que los inspiraron a defender la Patria dentro de las filas del enemigo.
El autor parte del principio de que nos asiste la razón y la verdad: ambas son siempre revolucionarias. Más de sesenta años de confrontación abierta u oculta ha sido la gran escuela en que se ha forjado la voluntad y espíritu de resistencia nacional, a cuya vanguardia marcha Fidel y la dirigencia histórica de la Revolución.
Con este texto se aspira a promover una mente crítica y un pensamiento receptivo, entre especialistas y académicos consagrados al estudio de las relaciones Cuba-Estados Unidos, a partir de ofrecerles datos, informaciones, evaluaciones y análisis de utilidad para la labor que desarrollan y contribuir así a la consolidación de la cultura política de nuestro pueblo.
En el año 2002 la Editorial “Capitán San Luis” publicó La CIA contra Cuba. La actividad subversiva de la CIA y la contrarrevolución (1961-1968). Tuvo el propósito de poner al descubierto las causas y condiciones relacionadas con las principales operaciones clandestinas desarrolladas por los servicios especiales contra Cuba en el período posterior a la derrota de Playa Girón en abril de 1961, hasta el año 1968. El presente texto es una versión revisada y corregida de aquella edición inicial.
La victoria de las armas cubanas en Girón destruyó el mito de la infalibilidad de la CIA y la vulnerabilidad de la Doctrina Monroe de 1823, piedra angular de la política exterior de los Estados Unidos hacia Nuestra América. En el año 1961, posterior al fracaso militar y político que significó Playa Girón, el presidente norteamericano John F. Kennedy declaró que Cuba siempre constituiría un asunto de seguridad nacional para Estados Unidos, que su administración enfrentaría, con o sin el apoyo de las naciones latinoamericanas, la presencia del socialismo cubano en América.
Un año después, en 1962, Robert Kennedy, Fiscal General de Estados Unidos y la eminencia gris en la guerra política contra la Isla, destacó que Cuba era de máxima prioridad para Estafados Unidos en este período.
El estudio de la Operación Mangosta (1961-1963), el Programa Múltiple Vía (1963), la Operación Am-Lash (1961-1966), nos ofrece valoraciones, análisis e interpretaciones, útiles, oportunas y vigentes para el conocimiento de cómo se gestan, planifican y desarrollan las operaciones de guerra política de Estados Unidos contra Cuba, en nuestros tiempos. En sus direcciones, propósitos y objetivos se encuentra la génesis de la política estadounidense desde la administración republicana de Richard Nixon (1969-1973) (1973-1974), hasta la administración demócrata de Joseph Biden (2021).
Con el advenimiento de la revolución en las tecnologías de la información y las comunicaciones, iniciada en la década de los años noventa del pasado siglo, las redes sociales se han convertido en escenario de trascendental importancia en la guerra mediática, que despliegan los medios de comunicación sociales, históricamente utilizados por los servicios especiales norteamericanos en sus operaciones de subversión política contra Cuba.
En los años sesenta se fundamentaron, por la comunidad de inteligencia estadounidense, con relación a Cuba, los principios estratégicos y tácticos de la guerra política, la guerra económica, las operaciones psicológicas, las operaciones de inteligencia, los planes de contingencia militar, y las denominadas “acciones ejecutivas”, expresión empleada para designar los asesinatos políticos contra dirigentes extranjeros, considerados enemigos u hostiles a los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos. La eliminación física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz constituyó la máxima prioridad de esta unidad de “acciones ejecutivas”, cuyos planes fueron penetrados, de forma magistral, por los Órganos de la Seguridad del Estado cubanos, y denunciados y documentados ante la opinión pública internacional.
La lectura y estudio de esta obra puede contribuir a ampliar y complementar el conocimiento acerca de cómo operan los servicios especiales norteamericanos en sus acciones para desestabilizar el socialismo cubano.
La vida nos ha enseñado el imperativo de que una Revolución vale tanto como sea capaz de defenderse y que la percepción oportuna de los riesgos, desafíos y amenazas, internas y externas, es la garantía de la defensa y seguridad de nuestra nación, tal como nos enseñaron Fidel, Raúl y el Che.
Jacinto Valdés-Dapena Vivanco
La Habana, abril de 2023
Después de la derrota militar en abril de 1961 en las arenas de Playa Girón de la Brigada de Asalto 2506, destacamento paramilitar que la CIA, apoyada por el Pentágono, había organizado, financiado y entrenado con plena autorización presidencial, la Administración Kennedy se vio forzada a realizar una evaluación de las causas del fracaso de la operación con vistas a determinar el curso de su futura política en relación con Cuba.
Girón no solo significó la primera derrota militar en la historia de los Estados Unidos, sino que reflejó otros aspectos trascendentales. El socialismo cubano, proclamado horas antes de la invasión había quebrantado el mito del fatalismo geográfico, cuestionado la actualidad y vigencia de los postulados de la Doctrina Monroe a mediados del siglo XX y el núcleo central de ésta: el Destino Manifiesto.
La leyenda de la infalibilidad de la CIA, elaborada con precisión matemática por los centros de propaganda norteamericanos, se esfumó en el cielo y la tierra cubanos en abril de 1961. En el tiempo histórico de menos de 72 horas, la heroicidad del pueblo cubano abría una nueva fase en las relaciones interamericanas, y la tesis leninista, defendida con vehemencia por Ho Chi Minh en los años veinte del pasado siglo, acerca de la relación entre la lucha de liberación nacional y el socialismo, hizo acto de presencia en Nuestra América, integrada al ideario nacionalista, antimperialista y popular de la Revolución cubana, expresado en su forma más nítida en la obra de José Martí.
John F. Kennedy, el más joven presidente electo de los Estados Unidos y primer católico que llegó a ocupar esa elevada responsabilidad al frente de la nación, era un destacado representante del pensamiento liberal norteamericano de la posguerra que abogaba por un proceso de renovación del capitalismo en el país y la formulación de nuevas estrategias de política exterior encaminadas a promover el liderazgo mundial de los Estados Unidos, contener yluego erosionar el socialismo, e impedir y prevenir las revoluciones en el Tercer Mundo.
Durante la campaña electoral de 1960 Kennedy1 se había expresado en términos agresivos en relación con Cuba, insistía en la necesidad de incorporar a la Organización de Estados Americanos (OEA) en el enfrentamiento a la Revolución, la legitimidad de la Doctrina Monroe para justificar cualquier acción contra esta y defendía la ayuda a las organizaciones contrarrevolucionarias no batistianas.
Después de Girón se vio ante el dilema esencial que caracterizaría, hasta nuestros días, las relaciones cubano-norteamericanas: qué política diseñar, qué estrategia seguir.
Pudo escoger entre dos variantes:
la primera se correspondía con un análisis objetivo y pragmático, a la vez que racional, que le permitiera valorar el verdadero carácter, esencia y proyecciones de la Revolución cubana en tanto proceso político y autóctono, no derivado de la Guerra Fría. De este modo, habría que examinar vías, formas y métodos con el propósito de establecer una comunicación y un diálogo con Cuba.
la otra variante consistía en insistir en la destrucción de la Revolución con todos los recursos posibles.
Kennedy no vaciló y optó por la violencia contrarrevolucionaria.
Es importante identificar, en sus rasgos generales, los enfoques que originan esta decisión, y que se manifiestan en los siguientes aspectos:
Cuba era examinada desde la perspectiva de la seguridad nacional de los Estados Unidos y constituía una amenaza para esa nación. El 20 de abril de 1961 John F. Kennedy declaraba: “(...) si alguna vez pudiera parecer que la doctrina inter-americana y de no intervención encierran o sencillamente ocultan una política de no acción -si las naciones de este hemisferio fracasan en cumplir sus compromisos contra la penetración comunista del exterior- deseo que se comprenda con claridad que este gobierno no vacilará en cumplir sus obligaciones primarias, que se corresponden con la seguridad de su propia nación"2
Así en la edición del 20 de abril de 1961 el diario New York Times da a conocer las siguientes declaraciones de Kennedy:
(...) el mensaje de Cuba, de Laos, de América Latina, esos mensajes son los mismos. Las sociedades complacientes, indulgentes consigo mismo, y débiles, están a punto de ser arrastradas junto a los escombros de la historia. Solo los fuertes, los laboriosos, solo los audaces, solo los visionarios, los que determinan la verdadera naturaleza de nuestra lucha, pueden posiblemente sobrevivir. Estoy comprometido con la supervivencia y éxito de nuestro sistema, no obstante el costo, no obstante el peligro.
El interés nacional de los Estados Unidos, uno de los componentes esenciales de su seguridad nacional, requería subordinar la actividad de la contrarrevolución a los lineamientos de la política de Washington contra la isla.
Según testimonios ofrecidos por José Miró Cardona, principal dirigente del Consejo Revolucionario Cubano (CRC), bloque de organizaciones contrarrevolucionarias fomentadas por la CIA en el período anterior a Playa Girón, el 4 de mayo de 1961 Kennedy se reunió con él.
Miró Cardona afirmó que la reunión era "para proyectar el futuro inmediato de Cuba". En la descripción de este encuentro relata lo siguiente:
Su ofrecimiento (del Presidente Kennedy) de cooperación fueron definitivos, y su respaldo fue total y absoluto (...) se hizo posible el apoyo a las fuerzas clandestinas en Cuba y se estableció el primer programa de reclutamiento de voluntarios cubanos en diferentes unidades militares de los Estados Unidos para el período de entrenamiento de muy corta duración-- posteriormente habrían de ser agrupados con sus propios oficiales en un solo cuerpo de ejército en un período de tiempo cuando nosotros decidiéramos que fuera oportuno.3
La Revolución cubana significó la pérdida de aproximadamente mil millones de dólares invertidos por el capital norteamericano en la isla. Estos inversionistas ejercían, a través de sus grupos de acción política en el Congreso de los Estados Unidos, fuertes presiones sobre el gobierno de Kennedy para que organizara planes de desestabilización contra el gobierno cubano encaminados a destruir la Revolución. En estas presiones participaron activamente los principales medios de propaganda de los Estados Unidos, así como la emigración contrarrevolucionaria radicada en ese país, controlada por la burguesía que se había marchado de Cuba e invertido importantes capitales en el estado de la Florida y cuya ideología se sustentaba en el neoanexionismo y el anticomunismo.
En alianza con los batistianos y grupos terroristas amparados por la CIA, la burguesía cubana en los Estados Unidos habría de auspiciar en los años ochenta la formación de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), estimulados y alentados por el presidente Reagan.
En su estrategia contra el socialismo y en especial los movimientos de liberación nacional, Kennedy atribuía suma importancia a la actividad de operaciones especiales. No por mera causalidad priorizó al máximo las operaciones de las boinas verdes, creó los Cuerpos de Paz, perfeccionó el asesoramiento a los cuerpos de policía en América Latina y auspició operaciones de subversión política.
En un encuentro realizado con especialistas de la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos, John F. Kennedy expuso su pensamiento en torno a las acciones subversivas. Expresó:
(…) en la medida en que los medios militares se tornan más mortíferos, que una creciente cantidad de países tienen acceso a ellos, la guerra de subversión, la guerra de guerrilla y otras formas de lucha adquieren mayor significación. En la medida en que las armas termonucleares sean más poderosas, y existan menos posibilidades para su empleo, las operaciones subversivas desempeñan un papel cada vez más relevante.4
El principio de la “respuesta flexible” anunciado por Kennedy como núcleo de su proyecto de política exterior comprendía:
Quedaba expuesta así lo que posteriormente sería conocido como conflicto de baja intensidad, cuyo primer ensayo se realizó contra Cuba en la etapa posterior a Girón, y que estaría presente en la política de Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe hasta los años noventa.
Un análisis de la actividad desplegada por las tropas especiales del Pentágono en regiones del Tercer Mundo se encuentra en el capítulo 4, “la epidemia verde”, (en obvia referencia a las boinas verdes) del libro Los Secretos de los servicios secretos de los Estados Unidos, publicado por la Editora Alemana de Ciencias, Berlín, 1975, escrito por un colectivo de autores expertos en inteligencia. Mencionados en este capítulo se encuentran los generales Maxwell Taylor y Edward Lansdale, a los que Kennedy encargaría la formulación de la guerra subversiva contra Cuba posterior a Girón.
A raíz del fracaso de Playa Girón, el presidente Kennedy confió al general Maxwell Taylor la misión de describir, explicar y establecer conclusiones sobre las causas que determinaron la debacle de la Operación Pluto. La designación de Taylor no constituía una mera casualidad; era la señal de la presencia del Pentágono como una importante fuerza en los nuevos planes subversivos que se habrían de gestar contra Cuba.
En carta del 22 de abril de 1961, John F. Kennedy impartía las siguientes instrucciones al general Taylor: "examinar de cerca todas nuestras prácticas, y programas en las áreas de las actividades militares y paramilitares, insurgencia y contrainsurgencia que no sean de guerra abierta. Pienso que necesitamos reforzar nuestro trabajo en este campo. En el transcurso de este estudio espero le preste especial atención a las lecciones que pueden aprenderse de los recientes acontecimientos en Cuba".5
Ese mismo día se realizaba la primera reunión del Grupo de Estudios del general Taylor para las investigaciones sobre operaciones contra Cuba desarrolladas por la CIA. Es importante mencionar su composición, pues estaba integrado por quienes habían ocupado responsabilidades directas en la ejecución de la Operación Pluto y por quienes posteriormente asumieron la dirección de la Operación Mangosta en 1962.
Participantes:
Miembros del Grupo de Estudios:
General Maxwell Taylor
Fiscal General Robert Kennedy
Almirante Arleigh Burke
Allen Dulles
Representantes del Departamento de Defensa:
Mayor general David W.
Coronel C.W. Shuler
Comandante Mitchell
Personal de la CIA:
General C.P. Cabell
C. Tracy Barnes
Coronel J.C. King
Jacob D. Esterline
Censurado
Coronel Jack Hawkins
De manera significativa, a menos que no mencione o sea el nombre censurado en el documento, en este grupo de trabajo no aparece Richard Bissell, jefe de los servicios clandestinos de la CIA, arquitecto principal de la Operación Pluto y uno de los fundadores de la Agencia Central de Inteligencia.
El análisis de los puntos abordados en esta reunión arroja mucha luz sobre las operaciones contra Cuba desarrolladas por la CIA en cumplimiento de los lineamientos de la política exterior de gobierno norteamericano.
El coronel King (jefe de la División del hemisferio occidental de la CIA, a la que se subordinaba en ese entonces el grupo operativo de trabajo contra Cuba) explicó que, a finales del año 1958, la CIA realizó dos intentos por impedir que las fuerzas revolucionarias encabezadas por Fidel Castro tomaran el poder político en Cuba:
Jacob D. Esterline, uno de los jefes de Grupo Operativo de la CIA que trabajaba contra Cuba, hizo un análisis de la Fuerza de Tarea que se había organizado para realizar acciones contra Cuba (Cuba Task Force) y los pasos que condujeron al informe presentado al presidente Eisenhower el 14 de marzo de 1960, que fue la primera autorización para organizar una operación encaminada a derrocar al gobierno revolucionario cubano.
Los especialistas de la CIA confirmaron que el plan contra Cuba fue concebido en cuatro direcciones principales:
Resulta evidente, a partir de la información consultada, que ya en el otoño de 1960 la CIA reconocía que sus planes originales concebidos en la Operación Pluto estaban condenados a fracasar, de modo que el concepto de fuerza paramilitar se traducía ahora en Brigada de Asalto (fuerza de invasión militar). En términos operativos esta decisión expresa una disfunción en tanto una operación encubierta (covert operation) se convirtió en una operación abierta (overt operation).
Esta decisión se ajustaba a una realidad operativa que no podía ignorarse, y estaba determinada por diferentes factores:
En los primeros momentos de su creación el Grupo de Estudios sobre Cuba examinó además otros problemas neurálgicos en torno a la Operación Pluto como fueron:
El Departamento de Estado había evidenciado su preocupación por los centros de instrucción militar instalados en Nicaragua y Guatemala a partir del incremento de las fuerzas que se entrenaban. Solicitó a la CIA la retirada de Guatemala e instalar una base en territorio de los Estados Unidos, lo que fue descartado.
La tesis de Richard Bissell de que el empleo de la fuerza aérea provocaría un golpe que pudiera conducir a un levantamiento general o la formación de unidades guerrilleras más grandes en las montañas con las que los contrarrevolucionarios en las ciudades pudieran unir sus fuerzas.
Los criterios expuestos por el coronel Jack Hawkins, planificador militar de la Operación Pluto, de que él nunca definió el empleo de la Brigada de Asalto con fines políticos.
Versiones de una reunión sostenida en el Consejo de Seguridad Nacional en las que se expresaban dudas acerca de que una fuerza encubierta pudiera tener éxito, y que, en consecuencia, se requería una acción abierta.
La racionalidad del documento NSC 5412, uno de los documentos más secretos del gobierno de los Estados Unidos que autorizaba a la CIA llevar a cabo operaciones paramilitares.
Dispuesto a intensificar la labor subversiva contra Cuba, John F. Kennedy, en medio de las deliberaciones que hacía el Grupo de Estudios sobre Cuba en cuanto a las causas del fiasco de Girón y la formulación de propuestas políticas, traza en el ínterin lineamientos dirigidos a socavar el socialismo en Cuba. Estos se caracterizan por un nivel de integración de factores políticos, militares, económicos, diplomáticos, inteligencia y de propaganda encuadrados en la estrategia de desgastar y destruir a Cuba desde todos los flancos; era la Blitzkrieg (guerra relámpago) de los Kennedys que habían colocado la cuestión cubana en el centro de la política de los Estados Unidos hacia América Latina.
El memorándum de acción del Consejo de Seguridad Nacional No. 2413, de fecha 4 de mayo de 1961, contiene las direcciones principales de la estrategia de subversión y terrorismo diseñada por Kennedy para el resto de ese año. Personalmente el Presidente se encargaría de impartir las instrucciones pertinentes.
Los elementos que caracterizan esta estrategia se expresan en las siguientes indicaciones establecidas por el Consejo de Seguridad Nacional:
El 1 de mayo de 1961 el Secretario de Defensa de los Estados Unidos Robert McNamara había remitido a los jefes del Estado Mayor Conjunto el plan de contingencias para Cuba.
El contenido de este proyecto comprendía:
ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba;
control de las actividades de agentes de la inteligencia cubana en la región;
prevenir el envío de armas a Cuba;
limitar las relaciones económicas con Cuba;
crear una fuerza de seguridad en el Caribe;
iniciar un patrullaje naval en el Caribe para impedir la intervención de Cuba en otros países del área;
denunciar a Fidel Castro como agente del comunismo internacional por todas las naciones de este hemisferio.
Un objetivo importante de las campañas de propaganda en que se empeñó la administración norteamericana al finalizar el primer semestre de 1961 estaba relacionado con la presentación de una nueva imagen pública de la Revolución cubana en el mundo.