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Entre las "Joyas de la CIA", las operaciones mas secretas, mas profundas, mas compartimentadas y que violaban de facto los supuestos limites que se establecían paras las operaciones encubiertas, encontramos desde planes de atentados a jefes de Estado hasta acciones de guerra psicológica. Todas estas acciones terrorista las veremos en el proyecto Cuba que con posterioridad asumiría el criptónimo de Mangosta, el plan de operaciones encubierta mas espectacular y tenebroso que haya ejecutado una Administración norteamericana en contra de la Revolución Cubana. Mangosta significó el ocaso de los dioses escogidos para vengar la derrota de la Brigada 2506 en Playa Girón.
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Seitenzahl: 267
Veröffentlichungsjahr: 2016
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Título original: Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba
Edición: Ana María Caballero Labaut
Diseño de cubierta: Francisco Masvidal
Diseño interior: JCV
Maquetación digital: JCV
© Jacinto Valdés-Dapena, 2012
© Sobre la presente edición: Editorial Capitán San Luis, 2012
ISBN: 978-959-211-402-9
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La batalla de Playa Girón no sólo significó la primera derrota militar en la historia de los Estados Unidos, sino que reflejó otros aspectos trascendentales. El socialismo cubano, proclamado horas antes de la invasión, había quebrantado el mito del fatalismo geográfico, cuestionado la actualidad y vigencia de los postulados de la Doctrina Monroe a mediados del siglo XX y el núcleo central de ésta: el Destino Manifiesto.
La leyenda de la infalibilidad de la CIA, elaborada con precisión matemática por los centros de propaganda norteamericanos, se esfumó en el cielo y la tierra cubanos en abril de 1961. En el tiempo histórico de 72 horas la heroicidad de todo un pueblo abría una nueva fase en las relaciones interamericanas, y la tesis leninista, defendida con vehemencia por Ho Chi Minh en los veinte, acerca de la relación entre la lucha de liberación nacional y el socialismo, hizo acto de presencia en Nuestra América, integrada al ideario nacionalista, antimperialista y popular de la Revolución Cubana, expresado en su forma más nítida en la obra de José Martí.
Después de Girón la administración de John F. Kennedy se vio de inmediato ante el dilema esencial que caracterizaría hasta nuestros días las relaciones cubano-norteamericanas: qué política diseñar, qué estrategia seguir. Pudo escoger entre dos variantes. La primera se correspondía con un análisis objetivo y pragmático, a la vez que racional, que le permitiera valorar el verdadero carácter, esencia y proyecciones de la Revolución Cubana en tanto proceso político y autóctono, no derivado de la Guerra Fría. De este modo, habría que examinar vías, formas y métodos con el propósito de establecer una comunicación y un diálogo con Cuba.
La otra variante consistía en insistir en la destrucción de la Revolución con todos los recursos posibles. Kennedy no vaciló y optó por la violencia contrarrevolucionaria. Es importante identificar, en sus rasgos generales, los enfoques que originan esta decisión, y que se manifiestan en los siguientes aspectos: Cuba era percibida desde la perspectiva de la seguridad nacional de los Estados Unidos y constituía una amenaza para esa nación. El 20 de abril de 1961 John F. Kennedy declaraba:
[...] si alguna vez pudiera parecer que la doctrina inter-americana y de no intervención encierran o sencillamente ocultan una política de no acción —si las naciones de este hemisferio fracasan en cumplir sus compromisos contra la penetración comunista del exterior— deseo que se comprenda con claridad que este gobierno no vacilará en cumplir sus obligaciones primarias, que se corresponden con la seguridad de su propia nación.*
* Associated Press, 20 de abril de 1961. Tomado de Robert Scheer y Maurice Zeitlin: Cuba: An American Tragedy. Penguin Books, 1964.
El interés nacional de los Estados Unidos requería subordinar la actividad de la contrarrevolución a los lineamientos de la política de Washington contra la Isla.
En su estrategia contra el socialismo y en especial los movimientos de liberación nacional, los Estados Unidos atribuían suma importancia a la actividad de operaciones especiales. No por mera casualidad priorizó al máximo las operaciones de las boinas verdes; creó los Cuerpos de Paz; perfeccionó el asesoramiento a los cuerpos de policía en América Latina y auspició operaciones de diversión político-ideológica.
En un encuentro realizado con especialistas de la comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos, John F. Kennedy expuso su pensamiento en torno a las acciones subversivas:
en la medida en que los medios militares se tornan más mortíferos, que una creciente cantidad de países tienen acceso a ellos, la guerra de subversión, la guerra de guerrillas y otras formas de lucha adquieren mayor significación. En la medida en que las armas termonucleares sean más poderosas, y existan menos posibilidades para su empleo, las operaciones subversivas desempeñan un papel cada vez más relevante.*
* Nicht Länger Geheim. Editora Militar, Berlín, 1969.
El principio de la respuesta flexible anunciado por Kennedy como núcleo de su proyecto de política exterior comprendía:
la conjugación de medidas económicas, sociales y políticas expresadas en programas reformistas;
la formulación de una diplomacia activa y reactiva;
el desarrollo de operaciones de diversión político-ideológica;
el desencadenamiento de guerras locales para contrarrestar la actividad de los movimientos revolucionarios.
Quedaba expuesto así lo que posteriormente sería conocido como conflicto de baja intensidad, cuyo primer ensayo se realizó contra Cuba en la etapa posterior a Girón, y que estaría presente en la política de los Estados Unidos hacia América Latina y el Caribe hasta el presente.
A raíz del fracaso de Playa Girón, el presidente Kennedy confió al general Maxwell Taylor la misión de describir, explicar y establecer conclusiones sobre las causas que determinaron la debacle de la Operación Pluto. La designación de Taylor no constituía una mera casualidad; era la señal de la presencia del Pentágono como una importante fuerza en los nuevos planes subversivos que se habrían de gestar contra Cuba.
En carta del 22 de abril de 1961, John F. Kennedy impartía las siguientes instrucciones al general Taylor:
examinar de cerca todas nuestras prácticas, y programas en las áreas de las actividades militares y paramilitares, insurgencia y contrainsurgencia que no sean de guerra abierta. Pienso que necesitamos reforzar nuestro trabajo en este campo. En el transcurso de este estudio espero le preste especial atención a las lecciones que pueden aprenderse de los recientes acontecimientos en Cuba.*
* Documento desclasificado por el Gobierno de los Estados Unidos denominado Memorandum para el expediente por el Jefe de la División del Hemisferio Occidental, Dirección de Planes, Agencia Central de Inteligencia. Archivo del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado (CIHSE).
Ese mismo día se realizaba la primera reunión del Grupo de Estudios sobre Cuba del general Taylor para las investigaciones sobre operaciones encubiertas contra Cuba desarrolladas por la CIA. Es importante mencionar su composición, pues estaba integrado por quienes habían ocupado responsabilidades directas en la ejecución de la Operación Pluto y por quienes, posteriormente, asumieron la dirección de la Operación Mangosta en 1962.
Participantes:
Miembros del Grupo de Estudios sobre Cuba:
General Maxwell Taylor
Fiscal General Robert Kennedy
Almirante Arleigh Burke
Allen Dulles
Representantes del Departamento de Defensa:
Mayor General David W. Gray
Coronel C. W. Shuler
Comandante Mitchell
Personal de la CIA:
General C. P. Cabell
C. Tracy Barnes
Coronel J. C. King
Jacob D. Esterline
Nombre censurado en el documento desclasificado
Coronel Jack Hawkins
En este grupo de trabajo no aparece Richard Bissell, jefe de los servicios clandestinos de la CIA, arquitecto principal de la Operación Pluto y uno de los fundadores de la Agencia Central de Inteligencia.
El análisis de los puntos abordados en esta reunión arroja mucha luz sobre las operaciones encubiertas contra Cuba desarrolladas por la CIA en cumplimiento de los lineamientos de la política exterior del gobierno norteamericano.
El coronel King (Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, a la que se subordinaba en ese entonces el grupo operativo de trabajo contra Cuba) explicó que a finales de 1958, la CIA realizó dos intentos por impedir que las fuerzas revolucionarias encabezadas por Fidel Castro tomaran el poder político en Cuba. El primero de ellos en noviembre de 1958 cuando contactaron a Justo Carrillo, del Grupo Montecristi, para forjar un plan que impidiera la victoria del Ejército Rebelde y desplazara a Fidel Castro como el principal dirigente del movimiento revolucionario que se enfrentaba a la tiranía. El segundo intento se produciría en diciembre de ese mismo año cuando el ex embajador de los Estados Unidos en Brasil y Perú, William Pawley, con el apoyo del Jefe del Centro CIA en La Habana, se acercaron a Batista y le propusieron la creación de una junta de gobierno a la que éste le entregaría el poder.
En la reunión un especialista de la Agencia Central de Inteligencia, no identificado, explicó que el 21 de septiembre de 1959 asumió la responsabilidad de planificar la acción potencial de la CIA en situaciones de contingencia que pudieran desarrollarse en América Latina. La mayoría de los países de América Central (Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador) fueron identificados como problemas potenciales de contingencia debido a la inestabilidad de sus gobiernos. Haití y Santo Domingo eran objetivos de alta prioridad. En América del Sur, Paraguay, Bolivia, Argentina estaban incluidos entre los países que requerían ser estudiados.
Cuba constituía el objetivo número uno para la planificación de contingencia. Se consideró, además, que desde la perspectiva de los Estados Unidos, la situación cubana continuaba deteriorándose, y en diciembre de 1959 se decidió que la CIA necesitaba considerar urgentemente la activación de dos programas:
La selección, reclutamiento y cuidadosa evaluación (incluyendo aspectos médicos, psicológicos, psiquiátricos y polígrafo) de aproxi- madamente 35 cubanos, preferentemente con previa experiencia militar para un programa de entrenamiento intensivo que los capa- citara para ser instructores en varias especialidades paramilitares (incluyendo liderazgo, sabotaje, comunicaciones, etc.).
Realizar clandestinamente un entrenamiento de reclutas cubanos que se organizarían en pequeños equipos similares al concepto de fuerzas especiales de los Estados Unidos e infiltrarlos como agentes de comunicaciones en áreas de Cuba en las que se habrían identificado focos de oposición que requerían entrenamiento especializado, dirección y aseguramiento militar.
Jacob D. Esterline, uno de los jefes del Grupo Operativo de la CIA que trabajaba contra Cuba, hizo un análisis de la Fuerza de Tarea que se había organizado para realizar acciones contra Cuba (Cuban Task Force) y los pasos que condujeron al informe presentado al presidente Eisenhower el 14 de marzo de 1960, que fue la primera autorización para montar una operación encaminada a derrocar al Gobierno Revolucionario cubano.
Los especialistas de la CIA confirmaron que el plan contra Cuba fue concebido en cuatro direcciones principales: 1. creación de la oposición política; 2. medios de transmisiones contra Cuba; 3. creación de una fuerza paramilitar fuera de Cuba que exigía una cantera de dirigentes y 4. Inteligencia encubierta y acciones originadas dentro de Cuba.
Resulta evidente, a partir de la información consultada, que ya en otoño de 1960 la CIA reconocía que sus planes originales concebidos en la Operación Pluto estaban condenados a fracasar, de modo que el concepto de fuerza paramilitar se traducía ahora en Brigada de Asalto (fuerza de invasión militar). En términos operativos esta decisión expresa una disfunción en tanto una operación encubierta (covert operation) se convirtió en una operación abierta (overt operation).
Dispuesto a intensificar la labor subversiva contra Cuba, y en medio de las deliberaciones del Grupo de Estudios sobre Cuba acerca de las causas del fiasco de Girón y la formulación de propuestas políticas, el gobierno norteamericano traza en el ínterin lineamientos dirigidos a socavar el socialismo en Cuba. Éstos se caracterizan por un nivel de integración de factores políticos, militares, económicos, diplomáticos, inteligencia y de propaganda encuadrados en la estrategia de desgastar y destruir a Cuba atacando todos los flancos; era la Blitzkrieg (guerra relámpago) de los Kennedy quienes habían colocado la cuestión cubana en el centro de la política de los Estados Unidos hacia América Latina.
El memorandum de acción del Consejo de Seguridad Nacional No. 2413, de fecha 4 de mayo de 1961, contiene las direcciones principales de la estrategia de subversión y terrorismo diseñada para el resto de 1961. Personalmente, el Presidente se encargaría de impartir las instrucciones pertinentes.
Los elementos que caracterizan esta estrategia se expresan en las siguientes indicaciones establecidas por el Consejo de Seguridad Nacional:
La política de los Estados Unidos se orienta al derrocamiento de Castro. Con posterioridad se revisará el asunto para acciones futuras.
Los Estados Unidos no emprenderán una intervención militar en Cuba, pero no se descarta esta acción en el futuro como una vía para solucionar el conflicto.
El primero de mayo de 1961 el Secretario de Defensa de los Estados Unidos John McNamara había remitido a los jefes del Estado Mayor Conjunto el plan de contingencia para Cuba. El contenido de éste comprendía:
a) proyecto de invasión de tropas de los Estados Unidos a Cuba,
b) empleo de 60 000 tropas terrestres, excluyendo unidades aéreas y navales,
c) los preparativos se llevarán a cabo en 25 días,
d) el objetivo del plan consistía en ocupar la Isla en 8 días, aunque se consideraba que las FAR pasarían a librar la guerra de guerrillas contra los invasores en las montañas de Oriente y El Escambray.
3. Los Estados Unidos no establecerían bloqueo naval ni desencadenarían ataques aéreos contra la Isla.
4. La actividad de inteligencia oportuna y adecuada adquiere mayor relevancia, en particular la información militar referida al incremento de la ayuda militar procedente de la URSS y China a fin de mantener capacidades de intervención de los Estados Unidos a niveles adecuados
5. Los medios de prensa de los Estados Unidos deben denunciar al gobierno de Cuba por sus “acciones terroristas”, así como destacar la posibilidad de una intervención militar norteamericana para poner fin a estas acciones.
6. La CIA, junto a otras instancias del Gobierno de los Estados Unidos, harían estudios sobre posibles vulnerabilidades y debilidades de las personas que ocupan cargos de dirección en el gobierno cubano.
7. Las relaciones del Gobierno de los Estados Unidos con el Consejo Revolucionario Cubano se mejorarían, aunque no se le reconoce como gobierno en el exilio.
8. No se habría de organizar una fuerza militar independiente de los emigrados cubanos, pero era de recomendar se estimulara su incorporación al ejército de los Estados Unidos, según planes del Secretario de Defensa.
9. Por el momento, la opción de imponer el bloqueo se posponía, pero el Departamento de Estado era orientado a elaborar un análisis acerca de las consecuencias que tendría para Cuba este bloqueo. Cuando se instrumentara debía ser total, excepto, supuestamente, en el renglón de las medicinas.
10. Definiciones en cuanto a la política a desarrollar con América Latina fueron establecidas, en relación con los siguientes aspectos:
a) ruptura de relaciones diplomáticas con Cuba;
control de las actividades de agentes de la inteligencia cubana en la región;
b) prevenir el envío de armas a Cuba;
c) limitar las relaciones económicas con Cuba;
d) crear una fuerza de seguridad en el Caribe;
e) iniciar un patrullaje naval en el Caribe para impedir la intervención de Cuba en otros países del área.
Un objetivo importante de las campañas de propaganda en que se empeña la administración norteamericana al finalizar el primer semestre de 1961 se relaciona con la presentación de una nueva imagen pública de la Revolución Cubana en el mundo. En este sentido, los métodos pro- puestos por los asesores de seguridad nacional proponían revelar, según ellos, el carácter de la revolución en Cuba como “revolución traicionada” y proyectar una imagen progresista del Consejo Revolucionario Cubano y su voluntad política para salvar a Cuba del comunismo.
La intención de presentar otra imagen de Cuba se encontraba influida por los resultados revelados en una encuesta de la Gallup, según la cual un 65,4 % del pueblo norteamericano estaba en contra de la intervención armada y sólo el 44,41 % favorecía la ayuda indirecta a la contrarrevolución.
El 13 de junio de 1961 el Grupo de Estudios sobre Cuba eleva al Presidente de los Estados Unidos el dictamen acerca de la Operación Pluto.*
* Memorandum No. 3 Información Desclasificada. Archivo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Archivos de CHISE.
Al interpretar este dictamen se deducen y concluyen los siguientes enfoques:
La Operación Pluto en su carácter y esencia no se correspondía con el concepto de operación encubierta tal como se define ésta por el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.
La Agencia Central de Inteligencia estimó erróneamente las dimensiones fuera del contexto operativo que pudiera asumir la operación. En el dictamen se expresa: “Alrededor de noviembre de 1960 se debió reconocer la imposibilidad de desarrollar Zapata como una operación encubierta de la CIA. Se debió reconocer y revisar esta situación. La decisión posterior hubiera sido entonces limitar los esfuerzos para alcanzar la cobertura al nivel y naturaleza de partici-pación norteamericana y asignar la responsabilidad de la operación marítima al Departamento de Defensa. En este caso, la CIA hubiera ayudado a ocultar la participación de Defensa. De fracasar esta reorientación se debió abandonar el proyecto.”
Se violó abiertamente el principio de cooperación y coordinación que rige en la política del Gobierno de los Estados Unidos. Así se expone en el dictamen:
“Una vez que se definió la necesidad de la operación, su éxito debió haber sido la consideración primaria de todas las agencias del gobierno. Las restricciones operativas diseñadas para proteger su carácter encubierto debieron ser aceptadas sólo si no se limitaban la posibilidad de éxito. En realidad los dirigentes de la operaciónestaban obligados a ajustar el plan en el marco de las cambiantes reglas del juego expuestas por consideraciones no militares que a menudo tenían serias desventajas operativas.”
4. Otro aspecto señalado en el dictamen se relaciona con la presentación del contenido y significación de la operación a los dirigentes políticos. Así, se manifiesta en el dictamen que:
“los jefes de la operación no presentaron siempre su caso con suficiente fuerza y claridad a los funcionarios principales del gobierno para permitir que estos apreciaran las consecuencias de algunas de sus decisiones. Esta observación se aplica en particular a las circunstancias que se relacionan con la cancelación de los golpes del Día D”.
5. Se especifica con claridad que las perspectivas de éxito eran dudosas a partir de una ausencia de integralidad en el enfoque con que se montó la operación, pues según el dictamen:
“hubo un carácter marginal en la operación que aumentó con cada limitación adicional y que produjo una seria duda en relación con el éxito final. La fuerza de desembarco era pequeña en relación con la cabeza de playa de 36 millas de extensión y la probable reacción enemiga. El apoyo aéreo era escaso en pilotos si se requería una cobertura para un período largo. No hubo aviones de combate para hacer huir a los aviones de Castro que escaparon de los ataques aéreos iniciales”.
6. Resulta evidente que los grupos de información y análisis de la CIA que intervinieron en la operación fueron incapaces de realizar diagnósticos y prospección acertados en relación con las medidas de respuesta que Cuba desencadenaría ante el desembarco. Desconocieron la realidad de la situación operativa que se desarrolla en un país en revolución, cayeron en la trampa de la ideología que los justificaba en sus planes y no aplicaron principios científicos basados en estudios políticos, sociológicos, psicológicos y militares. En términos de la ciencia marxista se puede afirmar que no hubo relación entre el factor objetivo y el subjetivo. Así, lo que aparentemente es un problema filosófico se convirtió en un desastre político.
7. Al presidente Kennedy no se le informó correctamente de las alternativas que se presentarían ante un fracaso de la Brigada de Asalto de sostenerse en la cabeza de playa. Aprobó la operación pensando que en caso de que la Brigada no se mantuviera en el control de dicho lugar, se pasaría entonces a librar una guerra de guerrillas.
8. La instalación de la jefatura encargada de dirigir las operaciones desde un cuartel general en Washington obstaculizó la percepción de lo que acontecía en el teatro de operaciones; provocó, además, que los jefes del grupo expedicionario no tuvieran el acceso oportuno a informaciones que requerían para maniobrar.
9. No hubo una posición explícita y clara, más bien determinante, en cuanto a la factibilidad de la operación por parte del Departamento de Defensa en lo que intervinieron varios factores. Así, el dictamen manifiesta que:
“al expresar su consentimiento por el Plan Zapata, dieron la im- presión a otros de haberlo aprobado aunque habían expresado su preferencia por el Plan Trinidad desde un inicio, un punto que aparentemente nunca se conoció por los funcionarios civiles principales. Como cuerpo revisaron los sucesivos cambios del plan por partes y sólo en un contexto limitado, un procedimiento inadecuado para un examen correcto de todas las ramificaciones militares. De forma individual, tenían diferentes opiniones de aspectos importantes de la operación surgidos aparentemente de informes orales en ausencia de documentos escritos”.
10. Era evidente, a partir del estudio realizado, que el Consejo de Seguridad Nacional no había dirigido con acierto la operación. De forma tal que la comunidad de inteligencia, las instituciones representadas en el Consejo de Seguridad Nacional, los asesores del Presidente y el mismo ejecutivo fracasaron en la realización y diseño de una estrategia correcta. No se trató, por ende, de una simple derrota de los planes CIA, sino de toda una política que hubiera requerido de otros medios, métodos y formas para enfrentar una revolución respaldada por todo un pueblo dispuesto a continuar avanzando en las transformaciones políticas, sociales, económicas, no obstante los propósitos de los Estados Unidos. A Kennedy no le quedó otra alternativa que no fuera la de asumir personalmente el costo político del fracaso, aunque no renunciaría a destruir la obra revolucionaria; nuevos empeños serían emprendidos, y sobre Cuba se cernirían nuevas amenazas de agresión.
Era necesario, por consiguiente, establecer nuevos cursos de acción, pues, como se concluye en el dictamen: “a la luz de las consideraciones somos de la opinión que la preparación y ejecución de operaciones paramilitares como la Operación Zapata (Operación Pluto) constituyen una forma de acción de Guerra Fría en la que el país tiene que estar preparado para emprender. De hacerlo así, se comprometerá en ella con la oportunidad máxima de éxito. Estas operaciones deberían ser planificadas y ejecutadas por un mecanismo gubernamental capaz de incorporar, además de técnicas militares y encubiertas, otras fuerzas políticas, económicas, ideológicas y de inteligencia que puedan contribuir a su éxito. Semejante mecanismo no existe, pero deberá ser creado para planificar, coordinar e impulsar una estrategia nacional de Guerra Fría capaz de incluir operaciones paramilitares”.
En la mente de los autores del informe rendido al Presidente para determinar las causas y condiciones del fracaso de la operación y las nuevas direcciones a promover contra Cuba estaba ya presente la Operación Mangosta.
A finales de la década de los noventa se desclasificaron dos documentos importantes sobre el fracaso de la CIA en Playa Girón: el Informe del Inspector General Lyman Kirkpatrick y la valoración del coronel Jack Hawkins, principal planificador militar de la Operación Pluto. Ambos documentos contribuyen al análisis de las causas y condiciones que explican la valoración norteamericana sobre el fracaso de la operación, aportan consideraciones, apreciaciones y juicios en torno a los errores cometidos por la CIA, desde el punto de vista táctico y estratégico.
En julio de 1961 se conoce de un plan de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos cuyos propósitos apuntaban a profundizar las acciones subversivas contra Cuba.* Este plan orientaba a la creación de una amplia organización de resistencia que estuviera sujeta al control de la CIA, es decir, agentes y recursos internos bajo un control y dirección de la CIA; apoyar a las organizaciones contrarrevolucionarias en el interior del país que fueran capaces de generar operaciones clandestinas; y crear bases de operaciones primarias en los Estados Unidos. De este modo, la CIA aspiraba a crear un movimiento clandestino en la Isla sustentado en sus intereses operativos, antes que un movimiento clandestino sustentado en el criterio de construir una fuerza política contrarrevolucionaria independiente que se enfrentara a la Revolución.
* Documentos desclasificados del ayudante principal del Presidente de los Estados Unidos Schlesinger) al asesor principal adjunto del Presidente (Richard Goodwin). Archivodel CIHSE.
La ausencia de una identificación en relación con la táctica a seguir entre los asesores de Kennedy y de la CIA sería una constante que siempre estará presente durante todo el período presidencial de Kennedy; en realidad, tanto Kennedy como sus asesores reconocieron, después de Playa Girón, la necesidad política de reestructurar y reconstruir la Agencia Central de Inteligencia para capacitarla con vistas a enfrentar los retos de los nuevos tiempos.
En la segunda quincena de julio de 1961, el presidente Kennedy examinaba los pro y los contras de una intervención en Cuba. En tal sentido, consulta con el almirante Arleigh Burke si efectivamente los Estados Unidos tendrían que intervenir en Cuba. La respuesta de Burke no se hizo esperar: los Estados Unidos necesariamente tendrían que intervenir, entonces Kennedy preguntó al almirante Burke si la Isla se podía ocupar con facilidad, a lo que éste respondió que se hacía cada vez más difícil. Después vino otra pregunta de Kennedy: ¿qué sucedería si los Estados Unidos intervienen en Cuba?; Burke respondía que sería un infierno, pero que algún día los Estados Unidos tendrían que hacerlo.
De manera interesante se observa que el 16 de agosto de 1961 en una reunión del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos se examina un plan de contingencia en caso de violencia contra la Base Naval de Guantánamo. Coincidentemente, y no por mera casualidad, en este período los planes de atentados contra la vida del Comandante en Jefe cuentan con la participación de la Inteligencia Naval de la Marina de Guerra de los Estados Unidos radicada en la Base.
El referido plan de contingencia, elaborado a partir de una supuesta provocación cubana contra la Base Naval de Guantánamo que cause el inicio de las hostilidades, presenta los siguientes aspectos:
defensa de la Base Naval de Guantánamo;
contribuir a restablecer en Cuba un gobierno favorable a los Estados Unidos;
restaurar y mantener el orden.
Las medidas del plan contemplan el bloqueo a Cuba, el refuerzo en la Base y ataque aéreo anfibio contra la Isla.
El 22 de agosto de 1961, el asesor del presidente Kennedy, Richard Goodwin, hizo una valoración en relación con la Conferencia de la OEA celebrada en Punta del Este, convocada por los Estados Unidos para proponer acciones concretas contra Cuba. La delegación cubana que asistió fue presidida por el comandante Ernesto Che Guevara, quien, en su intervención, hizo pública las posiciones de la Revolución Cubana en materia de política exterior.
Al evaluar los resultados de la conferencia, Goodwin señaló que cualquier esperanza de acción de la OEA contra Cuba está condenada al fracaso, pues países grandes como México y Brasil, se oponen a ello.
Richard Goodwin, uno de los principales arquitectos de la política de la Administración Kennedy hacia Cuba, formulaba las recomendaciones en relación con las acciones por desarrollar:
prestar poca atención pública al problema cubano para evitar que Cuba fuera considerada como una “víctima de la política de los Estados Unidos”;
intensificar con discreción, medidas de presión económica contra Cuba, así como realizar sabotajes en sectores claves de la economía y aplicar en toda su dimensión el Acta de Comercio con el Enemigo del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos;
desarrollar discreta presión militar, tales como maniobras navales no divulgadas cerca de las costas cubanas, reforzar la Base Naval de Guantánamo, diseminar información falsa;
continuar e incrementar operaciones encubiertas dirigidas en primera instancia a destruir centros económicos y entregar recursos para las actividades a realizar por los miembros de las organizaciones contrarrevolucionarias con objetivos políticos e ideológicos;
incrementar la labor de propaganda apuntada a: relatar al pueblo cubano cómo su gobierno está sacrificando su bienestar en aras del comunismo internacional; propagandizar ampliamente los fracasos económicos del gobierno cubano en América Latina y el Caribe; crear el Pacto de Seguridad del Caribe como una medida estrictamente defensiva;
empezar a estudiar posibles conflictos que podrían existir en la alta dirigencia cubana.
A partir de la derrota de la Brigada de Asalto 2506, todavía con el olor a pólvora en el campo de batalla, la Agencia Central de Inteligencia se empeñó en desencadenar operaciones relámpagos dirigidas a destruir, por la vía de la violencia armada en el plazo más inmediato, la Revolución Cubana. Un importante estudio de este período se encuentra en el libro de Fabián Escalante Font, La Guerra Secreta de la CIA contra Cuba, donde se examinan los principales hechos, direcciones de trabajo y sectores que caracterizan la actividad CIA y contrarrevolucionaria en la etapa abril-noviembre de 1961.
Un conjunto de factores intervienen y se relacionan entre sí para explicar el elevado nivel de agresividad desplegado por la CIA y el Gobierno de los Estados Unidos:
La derrota de la Brigada de Asalto 2506 constituyó el más duro revés experimentado por John F. Kennedy en su carrera política.
El fracaso de Playa Girón lo expuso a una fuerte crítica no sólo procedente de las filas de los republicanos, sino, inclusive, en las propias filas demócratas. Surgió una crisis de credibilidad en el ejecutivo para dirigir los destinos de la nación. Kennedy se sentía compulsado a devolver el golpe a toda costa.
2. Girón significó también el más fuerte revés de la Agencia Central de Inteligencia desde su creación en 1947. La mística de Langley, la leyenda de Allen Dulles y el mito de la invencibilidad de los Estados Unidos se desvanecieron en abril de 1961 en sólo 72 horas.
La Agencia Central de Inteligencia y Allen Dulles, su director, conocían que tenían que ir en busca del tiempo perdido en la Operación Pluto y asestar un golpe mortal y definitivo a la Revolución Cubana en los meses venideros. De no ser así, Kennedy decidiría lo que ya había reflexionado: reestructurar y reconstruir a la CIA con otros cuadros, en especial aquéllos que no intervinieron en la Operación Pluto. Destruir la Revolución significaba para la CIA la eliminación física del Comandante en Jefe, Fidel Castro, y de otros dirigentes de la Revolución, asociada a un levantamiento armado que buscaría la asistencia de los Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA), cobertura bajo la cual se enmascararía la intervención militar directa de las tropas de los Estados Unidos.
3. Las organizaciones contrarrevolucionarias atravesaban una fase crítica de su existencia a partir de la desarticulación de la jefatura del Frente Unido Revolucionario (FUR), en marzo de 1961, que había liquidado las perspectivas de un levantamiento armado que coincidiera con el desembarco de la Brigada de Asalto 2506. En el FUR, de haberse logrado sus objetivos de unidad en el país, estarían las principales organizaciones contrarrevolucionarias que operaban en Cuba. La recuperación de la contrarrevolución dependería en grado sumo del apoyo logístico de la CIA, así como de la vertebración de nuevas estructuras de la contrarrevolución que operaban en la Isla.
Entre junio y diciembre de 1961 las autoridades cubanas descubrieron y frustraron importantes planes de atentados contra la vida de Fidel Castro Ruz. Uno de estos planes estaba encaminado a promover la desestabilización en el país y desencadenar la intervención militar de los Estados Unidos. La Operación Patty, como fue llamada por el enemigo, fue organizada por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos y el Servicio de Inteligencia Naval de la Base Naval de Guantánamo.