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En el presente libro el autor nos ofrece diecisiete textos, resultado de su experiencia, de más de cincuenta años de investigación, de las cusas y condiciones de la política de los Estados Unidos enfilada a erosionar los fundamentos del socialismo cubano. Aquí se exponen importantes acciones de guerra política llevadas a cabo por los servicios especiales norteamericanos, algunas consideradas como las «Joyas de la CIA». Entre ellas se encuentran: la Operación Mangosta, el Programa de Múltiple Vía, operaciones de terrorismo de estado, subversión política, guerra psicológica y la Operación AM/LACH, como un ejemplo de las acciones ejecutivas que, sobre el principio de la negación plausible, se proponía la eliminación física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Los principios esenciales de la doctrina de seguridad estadounidense y la lógica sobre el fatalismo geográfico sustentados en la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto son la esenciales para entender el núcleo de la política que se trazó contra Cuba el imperialismo norteamericano y que está vigente, a pesar de los nuevos escenarios y actores internacionales. Por más de medio siglo el de confrontación abierta u oculta el pueblo cubano ha forjado la voluntad y espíritu de resistencia que nos legaron nuestros próceres y que ha sido la clave de nuestras victorias, ayer y hoy. La existencia de un fuerte movimiento internacional en apoyo a la liberación de los Cinco, era palpable, en 109 países, los 345 Comités de Solidaridad existentes se multiplicaban y exigían con sostenida fuerza el reclamo de justicia, no había tiempo que perder.
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Seitenzahl: 308
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Edición:
Vivian Lechuga Rodríguez
Diseño de cubierta e interior:
Francy Espinosa González
Realización:
JCV
© Jacinto Valdés-Dapena Vivanco, 2024
© Sobre la presente edición:
Editorial Capitán San Luis, 2024
ISBN: 9789592116726
Editorial Capitán San Luis. Calle 38 no. 4717 entre 40 y 47, Kohly, Playa, La Habana, Cuba.
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El 1ro de enero de 1959, contra todos los pronósticos e intereses de los centros de poder de los Estados Unidos, culminó la insurrección armada victoriosa contra la dictadura batistiana.
Sin embargo, el imperialismo norteamericano no aceptó la legitimidad de este proceso político que había emergido triunfante en contra de la lógica del fatalismo geográfico, el Destino Manifiesto y la Doctrina Monroe de 1823.
De inmediato, en el año I de la Revolución cubana, los descendientes de Thomas Jefferson, trazaron estrategias que, durante más de sesenta años, se han propuesto, infructuosamente, aniquilar una nación, una ideología, y una cultura.
Todos los planes y programas de Estados Unidos para destruir a la Revolución cubana fracasaron. Con las armas y las masas, bajo el liderazgo político excepcional de Fidel, la Revolución martiana y marxista venció y vencerá la guerra política que nos imponen los poderosos vecinos del norte.
En el primer cuarto del sigloxxi, el fundamento geopolítico y geoestratégico es la clave para entender el núcleo central de la política de Washington hacia la Isla, ahora con nuevos escenarios y actores internacionales.
Por estas razones, en nuestros tiempos resulta un imperativo ineludible examinar las causas y condiciones que conforman estos enfoques.
Los textos que se presentan al lector en 17 instantes de la Guerra política de Estados Unidos contra Cuba constituyen una interpretación científica de importantes capítulos de los proyectos urdidos por la comunidad de inteligencia de los Estados Unidos con vistas a subvertir a la Revolución cubana, uno de los acontecimientos políticos más trascendentes a nivel mundial de la segunda mitad del sigloxx.
El autor analiza y evalúa documentación existente en los archivos del Centro de Estudios Históricos de la Seguridad del Estado, consulta, además, materiales sobre las operaciones de guerra política contra Cuba. Testimonios de autoridad sobre esa materia resultaron de suma utilidad.
Revisa y examina documentos desclasificados en Estados Unidos y Cuba, los que ofrecen importantes datos acerca de los propósitos del imperialismo norteamericano hacia Cuba en los años sesenta del pasado siglo.
Vale mencionar la relación directa del autor, con más de cincuenta años de experiencia, con los estudios acerca de las operaciones de guerra política contra la nación cubana, lo que permite consolidar ideas, juicios y consideraciones.
Cuba fue, es y será siempre un asunto de seguridad nacional para la política exterior de los Estados Unidos.
La visión imperial prevalece en los enfoques de la política estadounidense hacia Nuestra América, expresados nítidamente en los dogmas políticos de la Doctrina Monroe aún vigentes y en pleno despliegue.
En este contexto resulta imprescindible acudir al estudio de la vida y obra del Comandante en Jefe. Su pensamiento aporta concepciones originales acerca de la teoría de la Revolución social en Cuba y constituye un legado imprescindible para enfrentar, de manera creadora y digna, los designios del imperio norteamericano, apuntados a socavar el socialismo cubano.
Capítulo I
Para los Estados Unidos, Cuba siempre constituyó una posición clave en la formulación de la política hacia América Latina y el Caribe.
Recién alcanzada su independencia de Gran Bretaña en 1783, evidenció su empeño por anexar la Isla a la unión norteamericana.
José Martí vislumbró con talento impar su interés hegemónico hacia América Latina y el Caribe. Apuntó: «Desde la cuna soñó en este dominio el pueblo del Norte, con el “nada sería más conveniente”, de Jefferson; con los “trece gobiernos destinados”, de Adams; con la visión profética de Clay...”»1
Al concluir la Guerra de Independencia, las Trece Colonias convertidas ahora en los Estados Unidos de América, había duplicado su territorio. La independencia significó el inicio de un proceso de expansión territorial permanente e ininterrumpido que coincidía con la decadencia del coloniaje español. Los resultados fueron económicos y políticos: las estructuras socio-económicas, surgidas a partir de la conquista y colonización en América Latina y el Caribe, fueron reemplazadas por las formas más complejas de explotación capitalista de la política exterior norteamericana.
La génesis y desarrollo del imperialismo norteamericano determinó en gran medida la frustración parcial de los movimientos independentistas en América Latina. La penetración económica y la injerencia política constituyeron los dos métodos esenciales empleados para hacer avanzar sus objetivos estratégicos en la región.
En una interesante apreciación en torno a la concepción política norteamericana respecto a sus relaciones con Cuba, el historiador Philip S. Foner señaló:
El planteamiento de la anexión de Cuba empezó con la ruidosa trompetería de la doctrina del «Águila Extendida» y del «Destino Manifiesto». Los anexionistas sostenían que a una nación joven y vigorosa como Estados Unidos no podían fijársele límites para su expansión «Hay vigor y energía en esta sanguínea raza angloamericana –clamaba el Creole de Nueva Orleans–. Está destinada a extenderse por el mundo con la enorme fuerza de un huracán». La raza hispanomora se echará atrás y desaparecerá ante nuestra marcha victoriosa.2
En un análisis de la Revolución no pueden soslayarse una serie de factores que caracterizan elementos esenciales de la historia de la nación cubana. Resulta conveniente apuntar los que se consideran como hitos esenciales:
- Por múltiples razones de carácter económico, social y político Cuba fue la última colonia de España en América Latina en alcanzar la independencia.
- Este hecho, sin embargo, no puede desconocer que las guerras de independencia de 1868 y 1895 sentaron los fundamentos filosóficos y culturales de la lucha de liberación nacional y el socialismo, rescatados por Fidel Castro Ruz al frente de la Generación del Centenario, cuyo primer combate fue el ataque al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1953.
- Los designios imperialistas de los Estados Unidos en relación con Cuba están presentes en una concepción de seguridad nacional que se orienta a partir de consideraciones de carácter geoeconómico, geopolítico y geoestratégico que explican sus acciones desde el siglo xviii hasta el presente.
- En todos los trascendentales acontecimientos políticos de la historia cubana, la diplomacia norteamericana ha intervenido de manera pública, a través de ejercicios de mediación, o secreta, a través de operaciones encubiertas. Estas maniobras han sido de carácter activo y proactivo en función de impedir el desarrollo de procesos autóctonos, autónomos y legítimos que entran en contradicción con la noción norteamericana de hegemonía.
- La nación cubana, en épica hazaña, ha librado una ininterrumpida y permanente revolución por conquistar su derecho a la libertad, la justicia social y la creación de una sociedad humana, con todos y para el bien de todos. El carácter y esencia de esta lucha fue definido en su verdadera dimensión por Fidel Castro Ruz, en ocasión de la velada conmemorativa de los cien años de lucha, celebrada el 10 de octubre de 1968.
A partir del 20 de mayo de 1902 y hasta el 1 de enero de 1959, Cuba fue un enclave neocolonial del imperialismo norteamericano y es a partir de este estatus, que se deben interpretar los complejos procesos políticos que acontecieron en la Isla en el período. Frustración de la independencia nacional, reconformación del movimiento revolucionario en la década de los años veinte, Revolución del 30 y la mediación norteamericana para impedir sus propósitos y la siempre existente amenaza, a veces convertida en realidad de la intervención militar de las fuerzas armadas norteamericanas, la imposición de una base naval en Guantánamo, etcétera.
La asonada militar del 10 de marzo de 1952 se inscribe en el contexto de los planes de la administración del presidente Eisenhower de subvertir la democracia en América Latina y el Caribe y de instaurar regímenes dictatoriales afines a las direcciones principales y objetivos de la doctrina de seguridad nacional en la Guerra Fría.
Después de concluida la II Guerra Mundial, el pensamiento estratégico de los Estados Unidos se orienta a la contención del comunismo, la prevención de revoluciones en el Tercer Mundo, el desarrollo de condiciones propicias para el incremento de la inversión de capital y la expansión de sus mercados para acceder a las materias primas y recursos materiales en los países subdesarrollados.
Las características esenciales de estos enfoques están recogidas en la Doctrina Truman de 1947.
En el caso cubano se deben tener en cuenta, además, rasgos particulares que caracterizan el escenario político en Cuba en los años cincuenta:
- La necesidad de impedir el triunfo electoral del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo) en las elecciones generales de 1952, que implicaría la presencia en el poder de fuerzas políticas, cuya plataforma programática no respondía de manera integral a los intereses de la política de Washington hacia Cuba.
- La decisión de los Estados Unidos de llevar adelante en la Isla, el Plan Truslow elaborado por la misión del Banco de Reconstrucción y Fomento que visitó Cuba en 1949, y que se proponía reforzar el control norteamericano en las principales ramas de la economía cubana.
- La acción de la administración Eisenhower de utilizar a oficiales de segundo orden en el ejército que eran partidarios de Fulgencio Batista, para propiciar la conspiración putschista, aliados a los denominados «tanquistas», grupo de políticos reaccionarios, surgidos a raíz del fracaso de la Revolución del 30, colaboradores de Batista procedentes de diferentes agrupaciones políticas que lo habían apoyado en la década del treinta.
- El golpe fue respaldado, además, por una buena parte de congresistas, gobernadores y alcaldes de todos los partidos.
- No parece ser obra de la casualidad que dos días antes del golpe, el gobierno del presidente Carlos Prío Socarrás había firmado un pacto militar con el gobierno del presidente Dwight D. Eisenhower que contribuiría a fortalecer desde el punto de vista militar a la dictadura e incrementar la capacidad de respuesta de la tiranía ante eventuales expresiones de oposición armada.
Ante la inercia, complicidad e indiferencia de los partidos políticos tradicionales, surge en la sociedad cubana una fuerza revolucionaria que conducida por Fidel Castro, desde el primer día del golpe militar, plantea que la única vía para derrocar la tiranía es la lucha armada, representada por la Generación del Centenario.
- Sin compromiso con ningún partido o fuerza política, el nuevo movimiento, integrado por numerosos jóvenes de clase media y obreros, gran parte de procedencia de la Juventud Ortodoxa, inspirado en las ricas tradiciones de las tres guerras de independencia, la obra política de José Martí y otros próceres de nuestras luchas, en el espíritu de combate y el antimperialismo de los principales actores de la Revolución del 30 (Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Antonio Guiteras Holmes), se trazó como objetivos no solo luchar contra la tiranía, sino reorganizar políticamente la sociedad, desmontar el sistema de dominación neocolonial impuesto por el imperialismo norteamericano y alcanzar a sangre y fuego y hasta vencer o morir si fuera necesario, la segunda y definitiva independencia de Cuba.
El ataque al Moncada el 26 de julio de 1953 inició un nuevo capítulo en la Historia de Cuba. Fue la expresión de la continuidad de una lucha ininterrumpida y permanente de la nación cubana para conquistar su soberanía definitiva, independencia política y económica. La revolución pospuesta de 1898 se había reanudado.
- En La Historia me absolverá, Fidel Castro expone el programa inmediato del Movimiento Revolucionario Cubano en su lucha contra la tiranía; el nexo indisoluble entre vanguardia y pueblo, anuncia las principales medidas que adoptaría la Revolución en el poder, para vencer los obstáculos del subdesarrollo que se expresan en el problema de la tierra, la educación, la salud, la industrialización, la vivienda, el desempleo, asociados a la conquista de la democracia y la libertad.
- Después del Moncada, el desembarco del yate Granma, la lucha en la Sierra Maestra, centro principal del movimiento guerrillero que se extendería a otras regiones montañosas en Oriente y otras provincias, la lucha clandestina en las ciudades, el movimiento de resistencia cívica de apoyo a la insurrección armada, las victorias del Ejército Rebelde en el verano de 1958 y la invasión de las Columnas 2 «Antonio Maceo» y 8 «Ciro Redondo» a Occidente, son acciones fundamentales de las fuerzas revolucionarias que exponen a la tiranía a una crisis agónica de la que no podría sobrevivir o recuperarse.
Desde su creación en julio de 1947 la Agencia Central de Inteligencia (CIA ) desplegó una fuerte actividad de espionaje en Cuba desde la estación local radicada en la embajada en La Habana y desde la oficina de la agencia basificada en la ciudad de Miami, estado de la Florida, que con posterioridad se convertiría en los años sesenta en la base principal de las operaciones encubiertas contra la Revolución cubana, uno de los objetivos estratégicos de la inteligencia norteamericana desde 1959 hasta el presente.
La información conocida, a partir de fuentes públicas, documentos desclasificados por el gobierno de los Estados Unidos, literatura especializada de nuestro país y extranjera, permite deducir que las direcciones principales de la actividad de inteligencia norteamericana en Cuba en los años 50, estuvieron dirigidas a los propósitos siguientes:
- Manipulación de los partidos políticos en función de los intereses del Departamento de Estado respecto a Cuba.
- Asesoramiento a los cuerpos represivos de la tiranía, tales como el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia Naval, el Buró de Investigaciones y otros.
- Crear un cuerpo encargado de desarrollar la actividad de contrainteligencia en relación con el movimiento comunista, movimiento obrero, dirigentes de organizaciones políticas y estudiantiles, considerados hostiles o enemigos de los Estados Unidos en Cuba.
- En este sentido, por recomendación directa de Allen Dulles, director de la Inteligencia Central y de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos se creó el Buró de Represiones de Actividades Comunistas (BRAC).
- Caracterización del movimiento revolucionario que combatía a la dictadura, con la intención de prevenir, penetrar y neutralizar sus acciones contra la tiranía.
- Ejercer medidas de influencia y control sobre determinadas figuras políticas en función de su utilización en medidas de contención de las organizaciones revolucionarias.
- Apoyar la política definida de la administración Eisenhower destinada a impedir el acceso al poder del Ejército Rebelde y el movimiento revolucionario que, encabezado por Fidel Castro, luchaba en las montañas de Oriente, contra el Ejército de la tiranía.
- Investigaciones exploratorias llevadas a cabo por especialistas del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, indican que en la estación local de la CIA operaban 30 oficiales de caso y que en el territorio nacional radicaban más de 7 oficiales de fachada profunda.
- Desarrollar actividades de inteligencia sobre las filiales de las organizaciones revolucionarias en el territorio de los Estados Unidos.
- En colaboración con el Buró Federal de Inteligencia (FBI), la CIA tenía sometido a control y observación a los emigrados políticos cubanos en territorio de los Estados Unidos y terceros países.
Todo parece indicar que los servicios especiales norteamericanos (CIA, FBI y otros) se esforzaron por investigar al grupo de jóvenes revolucionarios nucleados alrededor de Fidel Castro en el Movimiento de la Generación del Centenario.
La literatura especializada sobre la CIA indica que, desde sus orígenes, tuvo entre sus objetivos de trabajo los movimientos estudiantiles y juveniles, lo que se puede encontrar en textos tales como:
(The CIA and The Cult of Intelligence, de Victor Marchetti y John D. Marks; Inside the Company. CIA Diary, de Philip Agee; The U.S. Intelligence Community, de Jeffrey T. Richaldson).
Por eso no es de extrañar que a través de un caso de la Seguridad del Estado en el que se investigó a un oficial ilegal de la CIA en Cuba en los años 60 se conociera que la CIA tenía un mecanismo de inteligencia que operaba en Ciudad México, encargado de vigilar y controlar a los militantes del MR-26-7 en esa ciudad y que se preparaban para reanudar la lucha revolucionaria en su patria.
Según documentos oficiales desclasificados por el FBI, los clubes revolucionarios que Fidel Castro Ruz había fundado en su recorrido por varias ciudades norteamericanas en el año 1955 fueron sometidos a un chequeo operativo sostenido por esta agencia.
Posterior al desembarco del yate Granma el 2 de diciembre de 1956, el Departamento de Estado, a través de su Buró de Inteligencia, la CIA y otros servicios especiales norteamericanos comenzaron a calcular las vulnerabilidades de Batista y las fortalezas del movimiento revolucionario conducido por Fidel Castro, y valorar una posible crisis política en Cuba.
En 1957, la represión llevada a cabo por la tiranía en Cuba llamó la atención en determinados sectores de la opinión pública en los Estados Unidos.
Funcionarios diplomáticos en la embajada norteamericana de La Habana, en sus análisis para el Departamento de Estado fueron de la opinión de que, si la dictadura no eliminaba al movimiento guerrillero, Batista demostraría serios signos de debilidad, lo que incrementaría la oposición al régimen.
El embajador de los Estados Unidos en Cuba Arthur Gardner, identificado con Batista, informó a su gobierno a mediados del año 1957 que el dictador atravesaba momentos difíciles en tanto que Fidel Castro era el causante principal de los problemas políticos en Cuba.
La actitud de Gardner con respecto a la Revolución cubana obedecía a su condición de político de extrema derecha con características sui géneris surgidas al calor de la Guerra Fría. En 1949, había sido sub-secretario del Tesoro y por su apoyo a Eisenhower había sido nombrado en 1953 embajador de los Estados Unidos en Cuba.
Los estudios realizados por los diplomáticos norteamericanos en Cuba, no obstante alertar al Departamento de Estado sobre indicios de debilidad en el régimen batistiano, no ponderaban los problemas económicos o sociales ni los resultados de su nefasta política en la Isla.
A manera de ejemplo de esta superficialidad se puede destacar que en el año 1957 exaltaron el carácter de la visita del ministro de Gobernación de Batista, Santiago Rey Perna, cuyo recorrido por esa nación fue divulgado por la prensa batistiana en Cuba. Santiago Rey, invitado de honor del Departamento de Estado se reunió con altos funcionarios de esa agencia federal, y se comprometió a mejorar la coordinación entre el BRAC y las agencias federales norteamericanas en la cruzada contra el comunismo.
Una manifestación previa del apoyo a la dictadura tuvo lugar en el mes de diciembre de 1956, después del desembarco del Granma. Estados Unidos negoció con el dictador la venta de 16 bombarderos B-26, el ejército norteamericano también entregó siete tanques M-4 al ejército cubano de acuerdo con el Programa de Ayuda Militar (MAP).
El 24, 25 y 26 de febrero de 1957 el diario insignia de la prensa norteamericana, el New York Times publicó la entrevista, en plena Sierra Maestra, de Fidel Castro con Herbert Matthews, del consejo editorial de este órgano de prensa, periodista de reconocido prestigio internacional, adquirido como corresponsal de guerra durante la Guerra Civil española y en Italia durante la II Guerra Mundial.
¿Qué refería Matthews en estos artículos?
En primer lugar, demostraba que Fidel estaba vivo, lo que contradecía la información de los medios de prensa de la tiranía, señalaba que el movimiento revolucionario en Cuba avanzaba y que Fidel Castro era el más importante líder revolucionario de los que se enfrentaban a Batista y era uno de los «mejores elementos de la sociedad cubana».
Exponía las tres fuentes del sentimiento de los revolucionarios cubanos contra la posición adoptada por los Estados Unidos en Cuba:
- Entrega de armas al dictador;
- La admiración pública del embajador Gardner por Batista,
- La protección del capital norteamericano al tirano porque este aseguraba sus inversiones en la Isla.
En el año 1957 la embajada norteamericana hacía todo lo posible por apuntalar al dictador y evitar que se conociera en los Estados Unidos la verdad de lo que acontecía en la Isla.
Después del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957, por el Directorio Revolucionario, el embajador Gardner reiteró el apoyo de su gobierno a Batista; el jefe de Operaciones de la Marina de los Estados Unidos Arleigh Burke visitó La Habana invitado por el jefe de la Marina cubana.
En este contexto resulta conveniente apuntar que, en el mes de abril de 1957, Gardner elaboró un informe especial al Departamento de Estado sobre la situación política en Cuba, en el que hace énfasis de que solo Batista era capaz de garantizar la estabilidad del país y reitera que Cuba es un aliado estratégico de los Estados Unidos por su posición en el Caribe, la Base Naval de Guantánamo, el azúcar y los minerales estratégicos níquel y cromo.
Un enfoque diferente es una evaluación de la CIA de ese mismo mes de abril. El estimado de inteligencia de la CIA concluye que no se consideraba factible, a partir del estudio de la situación operativa en Cuba, que el régimen de Fulgencio Batista, estuviera en condiciones de asegurar el orden público o prevenir el desarrollo e intensificación de la oposición política armada.
La realidad de lo que acontecía en Cuba era cada vez más un asunto de sumo interés para importantes cadenas de la radio y la televisión de los Estados Unidos, no obstante, los esfuerzos del Departamento de Estado de restarle importancia a la insurrección en la Isla.
En la última semana de abril el periodista de la CBS Robert Taber llegó a la Sierra Maestra con la intención de entrevistar a Fidel Castro. En mayo, por la radio y la televisión de los Estados Unidos se transmitió el programa Los Rebeldes en la Sierra Maestra, que incluía además una entrevista al jefe de la Revolución en el Pico Turquino.
Al concluir el primer semestre de 1957, el Departamento de Estado promueve contactos con Rufo López Fresquet, un economista que, opuesto a Batista, era dirigente de una organización denominada Acción Libertadora, integrada por elementos moderados de la clase media que apoyaban el derrocamiento de la dictadura, pero que, a la vez se proponían impedir que el MR 26-7 y el Ejército Rebelde, dirigidos por Fidel Castro asumieran el poder.
El plan de Rufo López Fresquet consistía en lograr la libertad del coronel Ramón Barquín preso en Isla de Pinos, acusado de conspirar contra Batista, a fin de que, con el apoyo de sus partidarios en el ejército, obligara a Fidel Castro a negociar una solución política favorable a grupos moderados que favorecían una relación de dependencia y subordinación a los intereses norteamericanos en Cuba.
En junio de 1957 el embajador Gardner presentó a instancias del Departamento de Estado su renuncia al cargo de embajador, lo que no significó un cambio en la política hacia Cuba.
Nunca se explicó la razón de esta renuncia, aunque se hacía evidente que su apoyo abierto, ostentoso y excesivo a Batista no contribuía para nada a crear una imagen diplomática favorable a los Estados Unidos en la opinión pública cubana. Por otra parte, los análisis de los funcionarios de la embajada, más que informar, desinformaban a Washington.
Eran informes carentes de objetividad, profesionalidad y veracidad, que desconocían las causas y factores que intervenían en la promoción y desarrollo creciente de la oposición armada a Batista, a pesar de la violenta agresión con la que el régimen pretendía perpetuarse en el poder.
A partir del 3 de junio de 1957 comenzó sus funciones en Cuba como embajador Earl E.T. Smith. Su historia de vida no constituía ningún presagio positivo en cuanto a un nuevo curso de la política de Washington.
Rico inversionista en la bolsa norteamericana de valores, miembro de la alta sociedad norteamericana, sin ninguna experiencia diplomática previa y vinculado con elementos de extrema derecha del Partido Republicano.
La revisión de la documentación del año 1957 indica que el Departamento de Estado analizaba si Batista podría mantenerse en el poder hasta el año 1959 dado el clima de violencia imperante. Pero insistía en todo momento en la conveniencia de apoyar a Batista y exploraba para buscar una tercera fuerza, moderada y popular que sirviera de contención y barrera al MR-26-7 y el Ejército Rebelde, sin embargo, esa fuerza, efectiva y concreta, no había surgido como una alternativa válida.
En conferencia de prensa del 24 de julio de 1957, Smith elogió al gobierno de Batista por haber creado el BRAC, estar junto a los Estados Unidos en la lucha contra el comunismo y a manera de expresar su fehaciente apoyo al tirano manifestó que la ayuda militar a la dictadura era para garantizar la defensa hemisférica.
Al facilitar armas al ejército que eran utilizadas para garantizar la seguridad interna, el gobierno norteamericano violaba el Artículo I, Sección II del Acuerdo de Defensa Mutua del año 1952.
A fines del año 1957 la administración Eisenhower emitió señales de respaldo político a Batista. Al jefe de la Fuerza Aérea coronel Carlos Tabernilla le fue conferida la Legión de Mérito de los Estados Unidos. El mérito de Tabernilla, para los Estados Unidos, fue haber ordenado el ametrallamiento y bombardeo de la ciudad de Cienfuegos, durante la rebelión del 5 de septiembre de 1957, llevado a cabo por militantes del MR-26-7 y oficiales de la Marina opuestos al dictador.
Coincidiendo con estas expresiones de apoyo a Batista, en el segundo semestre de 1957 la estación CIA en La Habana evidenció su marcado interés en estudiar y caracterizar la lucha revolucionaria en Oriente.
En septiembre la estación estableció un punto operativo en Santiago de Cuba a cargo del vicecónsul Robert Wiecha, oficial CIA de la estación local.
Entre otros oficiales de la estación CIA que participaron de manera activa en el estudio y caracterización del movimiento revolucionario cubano en este período se encuentran:
- William Caldwell Jefe de Estación. Con posterioridad sería reemplazado por James Noel.
- John L. Topping. 1er. secretario a cargo de Asuntos políticos.
- Jack Stewart. Funcionario político.
- Richard Cushing. Funcionario a cargo de Relaciones Públicas.
- Basil Beardsley. Funcionario diplomático.
No puede omitirse que oficiales de la inteligencia del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea de los Estados Unidos apoyaran de manera ofensiva las acciones de la diplomacia norteamericana en Cuba ni la presencia en La Habana, en viajes de control, del inspector general de la CIA, Lyman Kirkpatrick uno de los hombres más influyentes en la comunidad de inteligencia de la CIA.
En diciembre de 1957 el Departamento de Estado concluyó un estudio de escenarios en Cuba para fines de 1957 y el año 1958.
El título del trabajo lo resumía todo «Posibles cursos de acción para restaurar la normalidad en Cuba». Sus autores fueron el director y subdirector de la Oficina de Asuntos Centroamericanos William Wieland y Allen Stewart, respectivamente.
El estudio comprendía tres escenarios:
Escenario no.1
Los Estados Unidos como «directo intermediario» entre la dictadura y la oposición a fin de llevar a cabo «elecciones libres» y eliminar la insurrección armada. Como condición, Fidel Castro tendría que abandonar la Isla hasta después de las elecciones.
Escenario no.2
Estados Unidos se distancia del problema. Batista sería derrocado. Las consecuencias obligarían a Estados Unidos a fomentar un golpe militar con oficiales opuestos al tirano.
Escenario no. 3
Si la oposición no acepta las elecciones libres, los Estados Unidos, asumirían el costo político de la crisis, lo que equivale, en nuestro criterio, a una intervención militar directa.
A mediados de agosto la ofensiva de las tropas de la dictadura colapsó de manera definitiva.
Más de 10,000 soldados de la tiranía, armados, instruidos y entrenados por el imperialismo norteamericano habían sido derrotados por las fuerzas rebeldes. La Operación FF había fracasado de manera estrepitosa, comenzaba el fin de Batista. La columna vertebral de la tiranía había perdido la guerra, solo faltaba tiempo para su derrota definitiva.
A finales de agosto Fidel Castro, en su condición de Comandante en Jefe del Ejército Rebelde y de Secretario General del MR-26-7 ordenó a los comandantes Ernesto Che Guevara, jefe de la columna 8 «Ciro Redondo» y «Camilo Cienfuegos», jefe de la columna ٢ «Antonio Maceo», que se trasladaran a Las Villas con el propósito de llevar la guerra de oriente a occidente y asestar golpes demoledores a la tiranía en esa provincia. Las fuerzas enemigas no pudieron detener el avance rebelde.
En Oriente, las tropas al mando del Comandante en Jefe Fidel Castro, los comandantes Raúl Castro, jefe del II Frente Oriental «Frank País» y Juan Almeida Bosque, jefe del III Frente Oriental «Mario Muñoz», lanzaron una ofensiva para ocupar la provincia y su capital.
La farsa electoral del 3 de noviembre preparada por el Departamento de Estado de acuerdo con Batista reforzó la percepción de la decadencia del régimen, evidenció la ausencia de una coherente y efectiva política norteamericana hacia Cuba, además la ineptitud política del embajador Smith, su compromiso irracional y patológico con la dictadura y su desconocimiento pleno de los factores políticos, económicos, culturales e ideológicos representados por el MR-26-7 crearon las condiciones subjetivas para el fracaso de cualquier política que se trazara por los Estados Unidos con respecto a Cuba.
A finales de noviembre de 1958 el aparato de análisis e información de la CIA elaboró un informe especial sobre los acontecimientos en Cuba, en el que se exponen interpretaciones que no penetran en la esencia del desarrollo de la insurrección armada.
Así se manifiestan los enfoques siguientes:
- Existía un amplio respaldo en la población a una transición pacífica.
- El Ejército Rebelde no estaba en condiciones para derrocar a Batista en el año 1959.
- Batista podía elaborar un plan de acción que contuviera la toma del poder revolucionario.
Sin embargo, reconocía la vulnerabilidad del ejército al señalar que carecía de capacidad combativa, necesitaba más profesionalidad y entrenamiento en la lucha contra la guerrilla.
En este mismo informe se evaluaban las perspectivas de una junta militar que tomara el poder, integrada por jóvenes militares que no estuvieran identificados con las posiciones del alto mando batistiano, sin embargo, se reconocía que en las fuerzas armadas no había ningún liderazgo coherente capaz de derrocar al tirano.
En los meses de octubre y diciembre se estaba desplomando el ejército en las provincias de Oriente, Camagüey y Las Villas.
Los rebeldes avanzaban a lo largo y ancho de Oriente. Santiago de Cuba fue cercada por las tropas rebeldes. El pueblo de Imías fue ocupado el 15 de noviembre; la Batalla de Guisa, significó una rotunda victoria rebelde.
Las columnas al mando de los comandantes Che Guevara y Camilo Cienfuegos habían atravesado la provincia de Camagüey y ocupaban pueblos en la provincia de Las Villas.
Dos posibles cursos de acción del imperialismo norteamericano se vislumbran en el escenario cubano para impedir el acceso al poder de las fuerzas revolucionarias:
Primero: Golpe de estado para imponer una fuerza militar asociada a los intereses políticos de los Estados Unidos en la Isla.
Segundo: Una intervención militar directa de los Estados Unidos para implantar un gobierno de facto que se propondría contener la ola revolucionaria que procedía de la Sierra Maestra.
No es casual, sino reflejo de la posición de las empresas norteamericanas radicadas en Cuba que un grupo de representantes de diferentes firmas comerciales con inversiones en la Isla sugirieron al embajador Smith que Estados Unidos promoviera la creación de un frente cívico-militar contrario a las fuerzas insurgentes.
A principio del año 1958 los Estados Unidos continuó la entrega de las armas a la dictadura para combatir a las tropas rebeldes, a cambio Batista mantenía una «farsa electoral» para garantizar una solución pacífica a la crisis en correspondencia con los intereses norteamericanos en Cuba.
Sin embargo, en 1958 el pueblo cubano, en su inmensa mayoría rechazaba esta maniobra injerencista, consideraba que la dictadura requería ser derrocada por la violencia revolucionaria: se había producido una total polarización en la sociedad cubana, Revolución versus Contrarrevolución.
A pesar de la creciente crítica en los propios Estados Unidos a la política de Washington en Cuba, la administración Eisenhower había decidido a finales de 1957 y principios de 1958 enfrentar con todos los medios a su alcance al movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro.
En mayo de 1958 la dictadura se preparó para desencadenar una ofensiva general contra el Ejército Rebelde en la provincia de Oriente. La operación denominada FF (Fin de Fidel) debía significar la liquidación del ejército guerrillero en las montañas orientales y, por consiguiente, la derrota del movimiento revolucionario en todo el territorio nacional.
Desde el cuartel general de La Plata, Fidel Castro diseñó la estrategia para derrotar los destacamentos militares del enemigo que, con apoyo aéreo total y bombardeo a la población civil de las montañas, con armas y equipos entregados por los Estados Unidos, asesorados por la misión militar norteamericana, no pudo alcanzar sus objetivos de vencer al Ejército Rebelde.
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