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Las técnicas más efectivas para aliviar el dolor cervical. La función de las vértebras cervicales es primordial: por ellas pasan los centros nerviosos que se ramifican y conectan el cerebro con el resto del cuerpo. Cualquier molestia en esa zona se nos hace insufrible. Pero ¿le prestamos los cuidados que se merece? Las técnicas naturistas han puesto a nuestro alcance un amplio abanico de posibilidades para prevenir y hacer frente a los dolores cervicales. En este libro, el doctor Sagrera te ofrece: - Las pistas para reconocer un dolor muscular o articular, y si es algo serio que conviene consultar. - Recomendaciones para decidir a qué especialista acudir (osteópata, traumatólogo, fisioterapeuta…). - Los tratamientos no invasivos más adecuados para las distintas patologías. - Hábitos de higiene postural, ejercicios, estiramientos y decenas de consejos para prevenir y tratar los dolores del cuello.
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Seitenzahl: 219
Veröffentlichungsjahr: 2019
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Dr. Jordi Sagrera Ferrándiz
Cuida tus cervicales
NOTA IMPORTANTE: en ocasiones las opiniones sostenidas en
«Los libros de Integral» pueden diferir de las de la medicina oficialmente
aceptada. La intención es facilitar información y presentar alternativas,
hoy disponibles, que ayuden al lector a valorar y decidir responsablemente
sobre su propia salud, y, en caso de enfermedad, a establecer un diálogo
con su médico o especialista. Este libro no pretende, en ningún caso,
ser un sustituto de la consulta médica personal.
Aunque se considera que los consejos e informaciones son exactos
y ciertos en el momento de su publicación, ni los autores ni el editor
pueden aceptar ninguna responsabilidad legal por cualquier error
u omisión que se haya podido producir.
© del texto: Jordi Sagrera Ferrándiz, 2019.
© de las ilustraciones: Francisco Javier Guarga Aragón, 2019.
© de esta edición: RBA Libros, S. A., 2019.
Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.
rbalibros.com
Primera edición: junio de 2019.
ref.: ODBO549
isbn: 978-84-9118-205-4
depósito legal: b.13.242-2019
Coordinadora del libro: Laura González Bosquet.
Redacción: Pablo Cubí del Amo.
dâctilos • preimpresión
Impreso en España • Printed in Spain
El papel utilizado para la impresión de este libro es cien por cien
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Todos los derechos reservados.
CONTENIDO
Introducción
1. La importancia de las articulaciones en el movimiento
¿Qué son las articulaciones facetarias?
El cojín que protege tus vértebras
¿De qué está compuesto el disco?
2. La columna y la zona cervical
¿Para qué sirven las curvas de la columna?
Los nervios de las cervicales
Tipos de respuesta frente a un nervio dañado
3. ¿Por qué duelen las cervicales?
¿Por qué se desgastan las articulaciones cervicales?
Causas del dolor de cervicales
El dolor, un tema subjetivo
Las mujeres los sufren más
¿Puede haber dolor sin que haya un problema cervical?
4. La importancia de los músculos
Una herramienta fundamental
Causas del dolor cervical de origen muscular
El latigazo o whiplash
Cómo afecta el dolor a los músculos
¿Se recupera la musculatura por sí sola?
5. ¿Cómo puede ser el dolor de cervicales?
¿Dónde está el origen del dolor?
¿Qué nos puede indicar el dolor?
6. ¿Qué especialistas tratan estas dolencias?
Un abordaje multidisciplinar
El papel del osteópata, del fisioterapeuta y del masajista
El papel del psiquiatra y del traumatólogo
No hay una regla fija
El gran debate: la regulación profesional
¿Dónde interviene el quiropráctico?
El recuperador deportivo
7. ¿Quién tiene más riesgo de sufrir de cervicales?
Agricultores, transportistas y obreros de la construcción
Algunos dependientes
Las personas que han sufrido un accidente
Las personas que usan continuamente pantallas
Las personas de vida sedentaria
Los conductores
Las personas nerviosas o con el ánimo bajo
Las personas con insomnio
8. Cómo puede alterar tu día a día el dolor cervical
El dolor pone la piel de gallina
El dolor es un indicativo de la intensidad de la lesión
Se acelera el corazón y sudas en exceso
Puede costarte más respirar
Puede provocar dolor de cabeza o fatiga visual
Puede producir mareos y vértigos
¿Cómo puedes mejorar el riego sanguíneo que llega al cerebro?
9. Las claves de un buen diagnóstico
La anamnesis, el factor humano
La exploración física
La radiografía revela tus vértebras
El escáner, la visión periférica
La resonancia magnética detecta las hernias
El electromiograma, para ver los nervios
10. Deportes para el cuidado cervical
Cuida el tono muscular
El deporte más adecuado
No te engañes con el ejercicio
Siempre hay que calentar
Evita los deportes de impacto
Cuánto deporte hay que practicar
11. Gestos para proteger las cervicales
Las tareas que más pueden dañarnos
Cómo sentarse frente al ordenador
Cómo sentarse delante del televisor
Cómo usar el móvil correctamente
La postura adecuada para leer o estudiar
La postura en las tareas domésticas
Reorganiza la cocina y la oficina
La forma correcta de caminar
Cómo transportar pesos
La postura adecuada para conducir
Cómo acostarnos de forma correcta
El colchón y la almohada más adecuados
Cómo levantarnos
La ropa también influye
La importancia de las emociones
12. Alimentos que benefician a las articulaciones
Primer objetivo: evitar el sobrepeso
El colágeno, un componente esencial
El ácido hialurónico refresca las articulaciones
El magnesio relaja tus músculos
Un menú para tus articulaciones
¿Son necesarios los suplementos?
13. La ayuda de las plantas
¿Cómo nos pueden beneficiar las plantas?
Cómo se utilizan las plantas
Productos ya preparados
Plantas relajantes musculares
14. Aromaterapia y fangoterapia
¿En qué consiste la aromaterapia?
¿Qué son los aceites esenciales?
Tratamiento con arcillas
Plantas remineralizantes
15. La importancia de las terapias manuales
El arte de combinar técnicas
16. Principales patologías de las cervicales
Desgaste cervical
Esguince cervical: forzar la articulación
Protrusión y hernia discal
Contractura o sobrecarga muscular
Pinzamiento de las vértebras
Latigazo cervical
La tortícolis
¿Cuándo debemos ir a urgencias?
17. Tratamiento para un dolor de cervicales
¿Frío o calor?
¿Ejercicio o reposo?
¿Es bueno quedarse en la cama?
Los peligros de la automedicación
Masaje para aliviar
18. Ejercicios de prevención y recuperación
Ejercicios para destensar la musculatura
Ejercicios que deben evitarse siempre
Ejercicios isométricos: trabajar sin mover
Ejercicios de estiramientos
consejos finales
Introducción
El dolor de cervicales es el más común después del lumbago y el principal motivo de consulta médica, lo que no es nada extraño puesto que las cervicales son la parte más frágil de la columna y la más vulnerable a las lesiones. Hay que tener en cuenta que los huesos que forman la zona cervical, las siete primeras vértebras de la columna, se encargan de soportar constantemente un peso importante: nuestra cabeza. La función de las cervicales es primordial, como vamos a ver. Por ellas pasan los centros nerviosos que se ramifican para conectar el cerebro con el resto del cuerpo. La columna cervical es el sistema articular más complejo y móvil del organismo. Tiene 32 articulaciones, coordinadas entre sí, y juntas llevan a cabo los movimientos de la cabeza en relación al tronco.
Se han hecho estudios del movimiento del cuerpo humano que aseguran que el cuello puede llegar a moverse hasta 600 veces en una hora de trabajo, algo que no ocurre con ninguna otra parte del cuerpo. Se mueve mucho más de lo que pensamos al caminar, al permanecer de pie, al acostarse o al levantarse. Si a esto le añadimos que la columna cervical está sujeta a situaciones de estrés o tensión, puede que no nos resulte tan sorprendente que pueda sufrir dolor y sobrecargas con enorme facilidad. Por todo esto es una de las principales partes de nuestro cuerpo en las que aparecen problemas articulares, musculares y óseos.
Los problemas cervicales son tan antiguos como nuestra propia historia. Fíjate en que ya aparecen referencias a ellos en inscripciones encontradas en tumbas egipcias que datan de tres siglos antes de Cristo: en una de las tablillas se describen los achaques de un joven jefe nubio, cuya relación con el mal estado de sus cervicales podría ser fácilmente deducida por un médico en la actualidad —casi con seguridad sus males estaban causados por no usar un reposacabezas en sus largas cabalgatas—. Los dolores cervicales pueden alterar de modo significativo nuestra calidad de vida. Por suerte, ahora sabemos mucho más sobre ellos que los antiguos sacerdotes egipcios. Sabemos cómo evitarlos o cómo hacerles frente. Mi objetivo es que tú también lo sepas.
La tensión nerviosa o la mala postura son las principales causas de las molestias cervicales. Además, puede haber otros múltiples desencadenantes concretos, como movimientos repetitivos relacionados con el trabajo, artrosis, protrusiones o hernias discales. Al margen de cuál sea su origen, las alteraciones que provocan van a ser nuestro objeto de estudio. Así pues, espero que al final del libro hayas podido conocer no solo cómo funciona esta maravillosa estructura, sino que sepas cómo prevenir los trastornos o las sobrecargas cervicales. Y que, si sufres algún dolor, tengas nociones sobre el motivo del mismo y su posible alcance: si es una alteración sencilla o algo más importante que hay que consultar con un médico.
Yo soy médico y masajista osteópata. He crecido profesionalmente junto con mi padre adoptivo, el doctor Vicente Lino Ferrándiz, que fue el creador del quiromasaje. Además, amplié mi formación sobre técnicas más específicas para manipular las vértebras cervicales con otros médicos. El conocimiento que me transmitieron y el que he podido desarrollar a lo largo de mi carrera profesional me han servido para comprobar que no hay que desesperarse con el dolor cervical, aunque pensemos que es crónico, ya que hay técnicas muy efectivas y poco invasivas para aliviarlo.
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La importancia de las articulaciones en el movimiento
Nuestro cuerpo es una máquina increíble. En cada movimiento que hacemos al día, ponemos en marcha un sofisticado equipo mecánico, compuesto de huesos, músculos y articulaciones. No podemos llegarnos a imaginar la cantidad de elementos que se movilizan al hacer cualquier pequeño gesto.
Los huesos dan estabilidad y robustez al cuerpo, mientras que los músculos también lo ayudan a sostenerse y transmiten la fuerza para realizar el movimiento. Pero nada sería posible si entre un hueso y otro no hubiera un engranaje que nos permitiera realizar esas tareas diarias. Ese engranaje son las articulaciones: las uniones entre los huesos que permiten que estos se engarcen sin erosionarse. Sin ellas, el movimiento sería imposible.
A las articulaciones, no solemos prestarles atención y muchas veces ignoramos su existencia hasta que nos duelen. Es entonces cuando advertimos su función e importancia.
¿Qué son las articulaciones facetarias?
Hay varios tipos de articulaciones. Las articulaciones semimóviles, que son las que trataremos en este libro, tienen una capacidad de movimiento muy limitado hacia los lados o adelante y atrás. Su función es sobre todo la de ejercer de nexo y soporte entre un hueso y otro. Es el tipo de articulación que hay, por ejemplo, entre las vértebras de la columna.
Las articulaciones no están formadas por un solo elemento, sino que son una combinación de varios que trabajan juntos para conseguir encajar un hueso en otro y facilitar el movimiento.
Las vértebras cervicales se conectan entre sí por medio de tres articulaciones. Hay dos pequeñas en la parte lateral de la vértebra que se llaman articulaciones facetarias. Además de conectar una vértebra con la otra, guían la espina dorsal, que es el tubo de nervios que conecta la cabeza con el cuerpo, permitiendo que acompañen el movimiento hacia delante o atrás. De esta manera, la columna y la espina dorsal se mueven al unísono.
Al igual que otras articulaciones del cuerpo, como la rodilla o el codo, permiten unos movimientos de columna reducidos. Pueden inflamarse a consecuencia de una lesión o por el desgaste como otras articulaciones, y provocar dolor y rigidez.
El cojín que protege tus vértebras
El otro tipo de articulaciones de las vértebras son los discos intervertebrales, que actúan como cojín entre ellas, y además sirven como ligamento para mantenerlas juntas. El disco intervertebral no es homogéneo: tiene un núcleo pulposo, como un gel o una clara de huevo, alrededor del cual hay un disco, llamado anillo fibroso.
¿De qué está compuesto el disco?
El principal elemento de estos anillos es agua, por lo que su abundancia en el núcleo pulposo lo convierte en un amortiguador extraordinario. En el disco encontramos también grandes cantidades de colágeno, la molécula responsable de la firmeza y la elasticidad del anillo. A medida que el cuerpo envejece, la producción de colágeno se va reduciendo gradualmente. Por eso la edad es un factor determinante para saber el estado en el que están nuestras articulaciones y para explicar varias de las dolencias que pueden presentarse.
El ácido hialurónico es otra molécula presente tanto en las articulaciones como en los cartílagos y la piel, que ayuda a retener agua dentro de los tejidos, actuando como lubricante. Al igual que el colágeno, también va desapareciendo con los años. Así, se calcula que a los cincuenta años el ser humano ha perdido la mitad del ácido hialurónico.
En el núcleo del disco también hay, en una proporción que varía entre el 30 % y el 60 % de su composición, gel proteoglicano, otra clase de proteína, con la función de conservar el agua de los tejidos.
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La columna y la zona cervical
La columna o espina dorsal es la línea central de nuestro esqueleto que acompaña y potencia cualquiera de nuestras acciones, como, por ejemplo, lanzar una piedra o empujar una silla. También contribuye a mantener estable el centro de gravedad de nuestro cuerpo, tanto en reposo como, sobre todo, en movimiento.
La columna está formada por 33 vértebras. Los siete huesos cervicales son más pequeños que las demás vértebras de la columna. Además de proteger la médula espinal, la función de la zona cervical es aguantar el peso del cráneo y permitir los movimientos de la cabeza, adelante y atrás y hacia los lados. Para ello, las dos primeras vértebras son diferentes: tienen una forma y una función única. El cráneo se apoya en la primera vértebra, denominada atlas, que sirve de eje y cuyo diseño permite que la cabeza se mueva adelante y atrás, como al asentir. La siguiente vértebra, el axis, se sitúa detrás del atlas y sirve para girar el cuello hacia los lados, como cuando negamos con la cabeza. Cada una de las cinco vértebras restantes tiene una forma muy igual —la séptima, un poco más prominente— y está destinada a aguantar el peso de la cabeza. Además, las vértebras cervicales están rodeadas por un complejo sistema de músculos, ligamentos y tendones, que ayudan a sujetarlas y estabilizarlas.
Los músculos son los principales responsables de mantener el equilibrio y la estabilidad, y permiten el movimiento. Cuanto más musculado tengamos el cuello, las cervicales se aguantarán con mayor firmeza. Existen diferentes tipos de músculos, algunos de los cuales van ligados en pares. Así, cuando el de un lado se contrae, el otro se relaja. Por otro lado, los ligamentos evitan que giremos en exceso la cabeza y que nos provoquemos lesiones graves.
Si miramos una espalda a través de rayos X veremos que las vértebras están perfectamente alineadas. Pero si la miramos de perfil, la columna ya no es recta, sino que forma dos zonas de curvas. La curvatura superior corresponde a la zona cervical, que va desde la base del cráneo hasta la altura de los hombros, mientras que en la parte inferior se forma la curvatura lumbar.
¿Para qué sirven las curvas de la columna?
El ser humano ha evolucionado, desde que empezó a erguirse, para que su columna sea lo más eficiente posible a la hora de transportar cargas y trabajar sujetando objetos con los brazos.
Aguantamos mejor la cabeza —que, aunque pueda sonar cómico, no es precisamente ligera, ya que de media pesa entre 4 y 6 kilos— y cualquier cosa que llevemos sobre ella, si las vértebras cervicales forman esa suave curva, en lugar de ser una línea recta. Esa curvatura se denomina lordosis cervical y se forma gracias a que los mullidos discos intervertebrales cervicales no son completamente planos, sino que tienen forma de cuña. La altura anterior de los discos cervicales es aproximadamente un 40 % mayor que la altura de los discos en la parte posterior. Como veremos más adelante, por el desgaste, por malos hábitos o por un esguince, se puede producir la rectificación de la lordosis cervical o pérdida de parte de esa curvatura.
Si la forma de las cervicales es correcta, su perfecto diseño nos permitirá que la carga de la cabeza esté bien repartida y equilibrada, con el centro de gravedad bien distribuido. En cambio, si la curva no es la adecuada, el centro de gravedad se desplaza hacia delante, con lo que los músculos del cuello y de las articulaciones trabajan más para soportar esa inclinación.
Autoevaluación: ¿cómo saber si tengo la curvatura cervical correcta?
Esta sencilla prueba te puede servir para comprobar tú mismo si tienes las cervicales rígidas o no; es decir, si has perdido algo de la curvatura natural que forman las cervicales.
Sitúate de pie con la espalda recta y apoyada en una pared. Después, levanta la cabeza hasta que estés erguido y mirando al frente. No se trata de ir subiendo la cabeza hasta que toques la pared, sino de que mantengas una postura natural para ti. A continuación, pasa la mano por detrás de la cabeza. Si no puedes, porque tocas la pared o hay como máximo dos dedos de distancia entre la cabeza y la pared, la curvatura es correcta.
Los nervios de las cervicales
El sistema nervioso central parte del cerebro, desciende a través de la médula espinal y se va ramificando a medida que baja por todo el cuerpo, como una red eléctrica que va suministrando señales a cada punto de nuestro cuerpo y les manda información. Esta red ramificada es el sistema nervioso periférico.
Los nervios cervicales controlan muchas de las funciones del cuerpo y de sus actividades sensoriales. Los médicos los enumeramos del 1 al 8. De una manera muy simplificada, y solo como orientación, podemos resumir las conexiones que establecen cada uno de ellos como veremos a continuación.
C1 y C2: la cabeza y el cuello.C 3: el diafragma.C 4: los músculos superiores del cuerpo, como los deltoides, situados en los hombros y los bíceps, al principio de los brazos.C5 y 6: los músculos extensores de la muñeca.C7: los músculos tríceps (situados en la parte posterior de los brazos).C8: las manos.Estos nervios, como ves, son vitales para numerosas funciones de toda el área superior del cuerpo. Un daño en un nervio cervical se manifiesta de muchas maneras, dependiendo de cuáles de ellos se vean afectados y de la gravedad del daño que se haya producido.
Tipos de respuesta frente a un nervio dañado
Cuando se daña un nervio se pueden producir las respuestas que explicaremos a continuación.
Pérdida de la función muscular. Por ejemplo, un accidente de coche o caer mal de cabeza en el agua pueden provocar la fractura de las vértebras cervicales y afectar también los nervios. Si el nervio dañado es el C7, pueden quedar debilitados los músculos que conectan con las manos, mientras que si el afectado es el C4, los brazos pueden quedar atrofiados y sin movimiento.Dolor. También el dolor en zonas en teoría alejadas del cuello puede estar relacionado con las cervicales, por causa de las conexiones nerviosas. Si sufrimos una hernia discal —un problema de los discos intervertebrales, que explicaremos más adelante— por la cual se ve constreñido el nervio C6, el resultado puede ser un dolor que irradia desde el brazo hasta el dedo pulgar.Entumecimiento. En otras ocasiones, la parte dañada por el nervio queda entumecida. El C6 del ejemplo anterior puede verse afectado de otra manera, y entonces sentimos el brazo y el pulgar tumefactos, como si se nos quedaran dormidos.Dificultad para respirar. Es una reacción lógica cuando los nervios afectados corresponden a las primeras vértebras, desde donde se ramifica el nervio C3. El diafragma puede verse debilitado hasta el punto de que el paciente necesite respiración asistida.Hormigueo. Lo que conocemos popularmente como cosquilleo u hormigueo tiene un nombre técnico: parestesia. Los médicos a veces encuentran en ese hormigueo en la mano una pista para establecer qué nervio cervical se ha visto afectado.3
¿Por qué duelen las cervicales?
Dolor cervical o cervicalgia es el nombre médico con el que se conoce el dolor proveniente de las cervicales y significa simplemente eso. Por lo tanto, no es un diagnóstico o la denominación de ninguna patología en concreto. Se trata meramente de un término descriptivo para referirse al dolor de cuello y al de la zona cervical, en concreto.
Normalmente ese dolor está causado por problemas mecánicos. Por ejemplo, las malas posturas, los traumatismos, el estrés y la tensión nerviosa y los esfuerzos pueden dañar e inflamar las articulaciones, los músculos, los ligamentos y los nervios del cuello, dando lugar a dolor, contracturas, pérdidas de movilidad, dolores de cabeza, mareos, vértigos, dolor referido a los brazos y hormigueos en las manos, entre otros síntomas.
Como el dolor de cuello o cervicalgia puede producirse por diversos tipos de lesiones que producen síntomas parecidos, es preciso identificar la causa concreta del dolor de cada paciente para poder aplicar el tratamiento adecuado de acuerdo con origen del problema y no solo tratar los síntomas que produce. De este modo, se evita que la lesión empeore y se cronifique.
¿Por qué se desgastan las articulaciones cervicales?
Cualquier mecanismo de una maquinaria acaba desgastándose por el paso del tiempo, el mal uso y el rozamiento. Nuestro cuerpo no es una excepción, por mucho que tengamos unos sistemas muy efectivos para reparar, en lo posible, las erosiones que padece. No todo se puede arreglar ni todas las reparaciones que realiza nuestro cuerpo son siempre beneficiosas, por contradictorio que pueda parecer. Esto, que se puede aplicar a cualquier parte de nuestro organismo, es especialmente significativo en la zona del cuello. Estamos tan acostumbrados a mover el cuello que no somos conscientes de todas las veces que lo hacemos. Se calcula que, de media, lo movemos 600 veces por hora. El cuello no se mueve solo cuando giras la cabeza sino que con cada gesto, con cada risa, con cada acto de levantarse, de sentarse o de caminar estás moviendo inconscientemente la columna cervical.
Las articulaciones cervicales, o discos intervertebrales, están cubiertos por un cartílago liso y brillante. Las propiedades resbaladizas del cartílago favorecen que las dos superficies de las vértebras se muevan fácilmente entre sí, mientras que el disco intervertebral que funciona como un cojín y que está bien adherido a las dos vértebras entre las que se sitúa, resiste la tendencia de estas a desalinearse. Con el paso del tiempo y con el uso, el cojín puede achatarse ya que va perdiendo parte del agua de la que se compone. Por tanto, el disco ya no brinda un acolchado adecuado entre las vértebras, con lo que los huesos se van acercando cada vez más.
Como el disco ya no frena como antes la acción de las fuerzas a las que está sometido normalmente, las otras articulaciones deslizantes de la columna —las articulaciones facetarias— sufren las consecuencias. Como mencionamos antes, estas articulaciones tienen sobre todo la función de guía. Ahora se les encomienda una tarea extra: se ven obligadas a soportar una carga adicional mucho mayor. Pero ni las articulaciones facetarias ni el cartílago que envuelve las vértebras están tan lustrosos como años atrás y también sufren. Se establece así un círculo vicioso de desgaste. Cuanto más se degeneran las articulaciones facetarias, menos ayudan en el movimiento y en el soporte de pesos, lo que repercute en el disco intervertebral ya gastado que, a su vez, se va a degenerar todavía más.
En la actualidad, los cambios en el disco intervertebral y en las articulaciones facetarias no son reversibles, por lo que hay que cuidarlas para que ese desgaste sea lo más lento posible.
Está comprobado que si tuviéramos una buena higiene postural se evitarían muchos de los dolores de la zona cervical. Se trata de mantener una buena postura y los músculos de la zona más relajados, a pesar del estrés al que nos somete el día a día, que pasa factura especialmente al cuello. Fíjate cómo cuando estás en una situación de tensión, los primeros músculos que se sobrecargan son los de esa zona. Vivimos alerta ante cualquier sonido, como hacían nuestros antepasados nómadas cuando presentían un peligro; dispuestos siempre a girar la cabeza rápidamente en cualquier dirección por donde pueda aparecer un animal peligroso, o para oír mejor un sonido extraño. Hoy ya no tememos la presencia de una bestia en los alrededores. Sin embargo, esa tensión puntual se ha convertido en algo permanente, por la continua cantidad de estímulos que nos invaden y el estrés sin fin.
Causas del dolor de cervicales
El desgaste de las articulaciones no es algo a lo que tengamos que resignarnos como un pago inexorable por el paso de los años. Más adelante veremos que existen muchos recursos que nos ayudan a cuidarlas: desde los cambios de hábitos, los ejercicios para mejorar la postura y los estiramientos a los consejos nutricionales y los tratamientos de fitoterapia. De todas formas, el desgaste no sería un problema tan acuciante si no fuera porque además es una causa frecuente de dolor. De hecho, el dolor cervical es una de las causas habituales de consulta médica.
Son los llamados receptores del dolor los que nos avisan de este, cuyo origen último puede ser muy variado. Al igual que en muchas partes del cuerpo, tenemos receptores del tacto, del frío, del calor o de la presión, también tenemos receptores del dolor. Todos estos receptores son pequeñas estructuras, como nódulos, de tejido nervioso. En los aproximadamente dos metros cuadrados que ocuparía nuestra piel estirada se acumulan unos cinco millones de estas diminutas antenas. Son como las alarmas de las casas, que están ahí a la espera de recibir una señal.
Los receptores del dolor también están presentes en las articulaciones de las cervicales y se caracterizan por un umbral del dolor muy bajo, mucho más que en otras partes del cuerpo. Así, en cuanto notan una pequeña alteración, se estimulan y te avisan. Aunque, depende de cada persona, en general, son muy sensibles.
El dolor, un tema subjetivo
El dolor, en sí, no es palpable. Hay especialistas que se han dedicado a medirlo y han aplicado grados de dolor para poder realizar un estudio. Sin embargo, no se puede ver claramente. Podemos examinar el daño que ha hecho una herida en la piel o los problemas que el deterioro ha provocado en una articulación. Eso sí se puede fotografiar y estudiar. Pero no podemos hacer una descripción clara de cuánto dolor causa esa herida o ese deterioro articular.