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Despadrada narra el deseo y las fantasías eróticas que habitan en la mente de hombres y mujeres; la perversa manifestación masculina de apropiarse de la mujer que se desea, representada aquí por el salvaje sensualismo de una pelirroja y una mulata, y el desenfrenado impulso femenino hacia quien le hace sentir a un tiempo placer y dolor. Es un cuento en que Guillermo Samperio se despoja de toda atadura moral para lanzarnos al deseo personificado en la fotografías de Alejandro Zenker.
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Seitenzahl: 22
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Primera edición, octubre de 2003
Primera reimpresión, octubre de 2004
Director de la colección: Alejandro Zenker
Coordinadora de la colección: Ivonne Gutiérrez Obregón
Cuidado editorial: Elizabeth González
Coordinadora de producción: Beatriz Hernández
Coordinadora de edición digital: Itzbe Rodríguez Ciurana
Diseño de portada: Luis Rodríguez
Fotografía de interiores y portada: Alejandro Zenker
Modelo: Leda Rendón
© 2003, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.
Calle 2 núm. 21, San Pedro de los Pinos
Teléfono y fax (conmutador): 5515-1657
www.solareditores.com
www.edicionesdelermitano.com
ISBN 978-607-8312-52-8
“El avión iba a Brasil en temporada baja. Viajábamos pocos pasajeros. En los asientos de enfrente, a mi costado derecho, iba una joven pelirroja; había hecho su cama con los tres asientos; se quitaba y se ponía eldiscman, colocaba uno y otro cede. No desaprovechaba cada cambio de disco para mirar hacia mí y sonreírme. Llevaba una falda suelta de la que brotaba una joven pierna blanca, cruzada sobre otra, hasta las rodillas. Las movía tal vez al ritmo de la música que estaba escuchando, pero no dejaba de ser sugerente para mí. En una de sus volteadas a verme, dejé caer, deliberadamente, una pluma hacia su territorio. Me incorporé y ella también para alcanzar el objeto; nos agachamos, y nuestras cabezas se tocaron. En ese preciso instante le dije sencillamente: ‘Ve altoilettedonde está el agua y los refrescos’. Ella se deshizo de lo audífonos y fue de inmediato; yo, tras ella. El avión estaba a oscuras, la gente parecía dormir. Miré hacia atrás y vi que las sobrecargos estaban cenando en la parte delantera del avión. Mientras la muchacha se servía un refresco, le di un beso en el cuello y me repegué a su trasero. Como yo la traía ya medio parada, la pelirroja sintió el bulto en medio de las nalgas. Le di en silencio varios besos en el cuello y repegones; le indiqué:‘Métete al baño y quítate los calzones, rápido’. Ella abrió las puertitas, le di un trago a su cocacola y entré empujando a la joven, que estaba no sólo sin calzones sino sinbrasier.Al entrar yo, la pelirroja volvió quedar con las nalgas pegadas a mi verga. A falta de vaselina, tomé y remojé un jaboncito que trae la marca de la aerolínea. Hice una cremita y se la unté en el ano; luego luego levantó las caderas. Le acomodé la punta de la verga en los pliegues del ano; me disponía a metérsela poco a poco, pero de pronto la muchachita aventó el culo hacia atrás y se la metió toda de un envión. ‘Así la quería, papacito, y tú no me hacías caso en los asientos. Jódeme.’