El amor y mis amores - Carlos Fernández Shaw - E-Book

El amor y mis amores E-Book

Carlos Fernández Shaw

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Beschreibung

El amor y mis amores recopila los poemas que Fernández Shaw escribió en su adolescencia y consideró, varias décadas después, los más estimables dentro de su producción temprana. El autor resalta el doble filo de la ingenuidad en las composiciones: si por un lado se muestran imperfectas, y en algún caso aparece una imitación inconsciente de las rimas becquerianas, por el otro brotaban directamente de sentimientos sinceros (más que ninguna otra que haya escrito después, según cuenta en el prólogo).Entre estas poesías se incluye la primera que le hizo adquirir cierto renombre en los ambientes literarios de la época, "¿Volverán?".-

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Carlos Fernández Shaw

El amor y mis amores

POEMAS INGENUOS

Saga

El amor y mis amores

 

Copyright © 1910, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726686593

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

LAS PRIMERAS POESÍAS.

CANTIGA DEL BUEN AMOR.

TROVAS. CANTARES.

ROMANCE MORISCO.

MOZAS, MÚSICAS Y FLORES.

EN PAZ Y EN CALMA.

Yo sé que siente, Rosa, tu corazón amante

los versos que te canto mientras dormida estás.

¿Qué quieres que te cuente? ¿Qué quieres que te cante?

¿Cuál es de mis canciones la que te gusta más?

………………………………………….

(Zorrilla, La siesta.)

LAS PRIMERAS POESÍAS

(1882-1886)

Á LOS FIELES LECTORES DE MIS LIBROS

Estas son las poesías menos infelices, por su calidad, entre las muchas que di á luz en el tiempo, ya muy lejano, de mi adolescencia.

Por vez primera, aparecen coleccionadas así, para que den principio á este nuevo libro de versos; versos juveniles, en poemas de amor; ingenuos todos, profundamente ingenuos.

Diez y siete, diez y ocho, veinte años contaba yo al escribir estas canciones. Bien lo delatan, á mi juicio, sus candores, sus torpezas, sus arrebatos.

_____________

Alguna, la titulada ¿Volverán?, logró, no sé á punto fijo por qué, singular fortuna. Muchísimos periódicos de España y de América la reprodujeron. Mi venerable maestro D. Eduardo Benot descubrió en ella, en su forma, raras novedades y méritos extraordinarios, á su entender. Y así lo dijo, con frases muy bondadosas, en uno de sus admirables libros, á la vez que publicaba, por su cuenta, la afortunada composición.

Yo entonces le confesé, y aquí reproduzco mis palabras como prueba de la sinceridad que en ellas puse, que jamás escribí versos en mi vida con menos pretensiones y con menos conciencia de lo que hacía. La memoria, que aún me es fiel, me dice, cabalmente, cómo y por qué, lleno de vagas tristezas, en una tarde brumosa de Septiembre, mirando á las olas desde la Alameda de Cádiz, fuí componiendo, lápiz en mano, esos versos, que después me han procurado, aquende y allende el mar, tantos y tan buenos amigos.

Ni aun tuve presente á la sazón que, en el fondo, mis estrofas no eran sino una imitación de una celebérrima rima de Bécquer.

Después... — ya lo he dicho, — ¿Volverán? me proporcionó muchos instantes felices. Como el personaje de Molière hablaba en prosa sin saberlo, escribí yo unos versos que eran algo, según Benot, sin otro fin que el de componer una trova á una mujer bonita. Conste así. Y á la vez conste que, si he llegado á reconocer la buena suerte de esa poesía, nunca me he convencido de que tenga, realmente, un cierto valor.

_____________

Tardes de Abril y Mayo es el proemio de un libro intitulado así, del que no queda ejemplar alguno por vender desde hace muchos años, y del que nunca, nunca, publicaré nueva edición. Tan desdichadas me parecen casi todas las composiciones con que llegué á formarlo.

Á una desconocida no pasa de ser el capítulo primero de una historia que en él concluyó. Luz del cielo, todos los sonetos, el romance Mis ansias y ¿Volverán? corresdonden á otra historia un poco más larga, que empezó haciéndome llorar y acabó haciéndome reir.

_____________

Reproduzco hoy todas estas canciones con ligerísimas variantes. Si tienen algún atractivo, lo deben, sin duda, á la espontaneidad con que brotaron. Sometidas á correcciones, que hubieran pulido quizá su forma, pero que acaso desvirtuaran su esencia, ¿les hubiera quedado alguno?

¡ELLA!

(1882)

Es su voz un torrente de armonía,

y fulgura en su espléndida mirada,

de sus propios encantos encantada,

la clara luz con que despunta el día.

Al leve junco vence en gallardía.

Y á Venus en beldad. Llora por nada.

Ríe con el fulgor de la alborada.

Bajó del cielo. Y se llamó María.

¡Vedla sentada! ¡La admirad! ¡Es ella!

¡Ved cuán gentil! ¡Entre cojines rojos!

¡Con qué graciosa languidez, tan bella!

¡Con el alma jovial, fuente de amores,

en las negras pupilas de sus ojos!...

¡Cual un rayo de luz!... ¡Entre dos flores!

NUBE DE VERANO

(1882)

¡Ya todo concluyó!... Flores, rüido,

cataratas de luz, ondas de seda,

músicas... ¡Ya pasaron! Sólo queda

un corazón sangriento y un gemido.

Pedazos, ¡ay!, del corazón herido

en las zarzas dejé de la arboleda.

Dime, Misericordia, ¿en dónde rueda

el agua de la fuente del Olvido?

¡Ay!, ¡no puedo olvidar! Tú, desdeñosa,

mi afán desoyes, y vengarme quiero

con más amor, ¡porque eres tan hermosa!

Y pasas á mi lado, y nada abriga

por mí tu corazón. ¡Y nada espero!

Y te digo al pasar: ¡Dios te bendiga!

¿VOLVERÁN?

(1882)

Ya se van acortando las tardes, bien mío.

Ya más pronto las gotas del fresco rocío

descienden al cáliz gentil de la flor.

¡Ay, ya el sol de mis sueños brillantes declina!

Ya muy pronto la negra y audaz golondrina

se irá para siempre. ¡Con ella, mi amor!

¡Cuántas veces, al ver sus bandadas,

entre nubes y mares lanzadas,

girando y siguiendo su errante volar,

he doblado con pena la frente,

pensando y pensando tristísimamente:

¡Huyeron! ¡Huyeron! Mas ¡ay!, ¿volverán?

Cuando el suelo se llene de flores,

y las selvas de alegres rumores,

y los cielos de espléndida luz,

y las almas de loca esperanza,

vendrán, como un sueño de dicha, que avanza,

abiertas las alas, teñidas de azul.

Mas, ¡ay!, que en las playas que vieron su nido

murióse algún ave, de amores y olvido,

y yo, con acento de horrible dolor,

diré sollozando: «¡Parad! Peregrina

golondrina, feliz golondrina,

¿qué fué de tu hermana? ¿Qué fué de mi amor?»

_____________

Ya se van acortando las tardes, bien mío.

Ya más pronto las gotas del fresco rocío

descienden al cáliz gentil de la flor.

¡Ya se van deshojando las rosas!

¡Por lo mismo que son tan hermosas

se van para siempre!... ¡Con ellas, mi amor!

Cuántas veces al ver los fulgores

del sol, que sus rayos de ardientes colores

quebraba en las hojas del seco rosal,

he mirado con pena sus flores marchitas,

y he gemido, con ansias de amor infinitas:

¡Huyeron! ¡Huyeron! Mas ¡ay!, ¿volverán?

Cuando el sol ya no brille, con rayos sangrientos,

y lloren las lluvias, y giman los vientos,

cual notas perdidas de un triste laúd

que pulsa un anciano que trémulo marcha,

entre lluvias, y vientos, y escarcha,

morirá, como muere la sombra en la luz.

Cuando torne á lucir Primavera,

si despunta un capullo siquiera,

diré con acento de horrible dolor,

mirando las hojas y el tronco marchito:

«Tu vida fué breve. Mi amor, infinito.

¿Qué fué de tu encanto? ¿Qué fué de mi amor?»

_____________

¡Qué hermosa! ¡Qué hermosa! ¿Por qué, vida mía,

no rasgas mis nieblas con rayos del día,

no ahuyentas mis brumas con auras del mar?

Yo soy desgraciado, yo soy peregrino,

y pronto, siguiendo mi largo camino,

á un mundo que ríe me vuelvo á llorar.

¡Qué hermosa! ¡Qué hermosa! Tus ojos se han hecho

con chispas de rayos; tu cándido pecho

con flores del valle, tus labios con miel;

tu voz con arpegios de notas perdidas...

¡Tus ojos parecen estrellas dormidas;

tus labios, las hojas de abierto clavel.

Yo tengo tres astros, que alumbran mi frente;

que animan el ansia, constante y ardiente,

que alienta en mi loco, febril corazón,

sediento de glorias: el Sol, por el día;

la Luna, que rasga la noche sombría;

de noche y de día, ¡por siempre!, mi amor.

Ya se van acortando las tardes, bien mío.

Ya más pronto las gotas del leve rocío

refrescan las flores con lánguido afán.

¡Ya se van estas horas divinas!

Ilusiones de amor... golondrinas...

luces... flores... Mas ¡ay!, ¿volverán?

NOCHE DE INVIERNO

(1882)

Sólo quien sufre á combatir se atreve.

Todo en tinieblas y en dolor reposa.

¡Qué terrible nevar!... Pregunta, hermosa,

al pobre corazón por tanta nieve.

Quizás, durmiendo tú, la Dicha mueve

tus castos sueños de color de rosa.

Así será la noche, caprichosa,

aquí tan larga, ¡pero allí tan breve!

No imagines que ausencias y tormento

trajéronme las noches del olvido.

No. Con la tempestad crece mi aliento.

Soy como el ave que, al sentir herido

de muerte el corazón, se lanza al viento,

y busca al rayo, ¡pero vuelve al nido!

NO LO OLVIDES

(1882)

De pie, mirando la fatal ribera,

las ondas mudas, la corriente helada,

bendigo el resplandor de una alborada

que en espacios distantes reverbera.

Los años volarán en su carrera,

y aguardará mi amor, con fe raigada.

¡Ya veremos al fin de la jornada

quién vive, quién sucumbe y quién espera!

Náufrago, débil, y en peñón desierto,

las glorias sacrifico de mi vida

al afán de mi amor, siempre despierto.

Si al fin me escuchas y á mis rocas vienes,

saldré al paso á decirte: «¡Bien venida!

¡Tuyo fuí! ¡Tuyo soy! ¡Aquí me tienes!»

LUZ DEL CIELO

(1883)

En estos mismos instantes

en que, tan lejos los dos,

lloro mis cuitas amantes,

tus pensamientos constantes

vuelan y buscan á Dios,

que al brillar en la mañana

la luz que ya se avecina,

á la voz de la campana,

hará en ti casi divina

tu gran perfección humana.

¿Qué reposo celestial,

libre de sombras y mal,

te hace suyo, dulce dueño,

en las horas de tu sueño

descuidado, virginal?

¡Qué trémula luz, süave,

debe vagar por tu frente!

Bajo velo tan prudente,

¡qué tibio calor del ave,

al anidar impaciente!

En ti, ¡qué hermoso desmayo!

En la luz, ¡qué tenue rayo!

¡Cuánta ilusión de virtud

en tu vida, juventud

que vas por tu mes de Mayo!

Corres al pie del altar

en busca del buen manjar

que es vida salud y amor.