El diablo está en Cantillana - Luis Vélez de Guevara - E-Book

El diablo está en Cantillana E-Book

Luis Vélez de Guevara

0,0

Beschreibung

El diablo está en Cantillana se inspira en sucesos del siglo XV: Un capitán bajo las órdenes de Jofre Tenorio, almirante de Castilla durante las turbulencias de la minoría de Alfonso XI, recorre las cercanías de Sevilla sembrando el pánico. El capitán ejercía especialmente sus desafueros en Cantillana, por lo que los arrieros y caminantes se alejaban del lugar y acostumbraban a decir: "Vámonos por otra parte, porque el diablo está en Cantillana". El diablo también podría ser en el imaginario popular el maestro Juan Pacheco, que acompañó al rey Enrique IV en su viaje a Sevilla en 1469. Pacheco era una persona muy odiada en la capital sevillana, por lo que no se atrevió a entrar en ella y se hospedó en Cantillana. Hasta allí tenía que desplazarse el rey cada vez que quería despachar algún asunto con el aborrecido maestro. Luis Vélez de Guevara cambió los personajes y parte de la trama pero mantiene como trasfondo de su obra la leyenda de Cantillana.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 78

Veröffentlichungsjahr: 2010

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Luis Vélez de Guevara

El diablo está en Cantillana

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El diablo está en Cantillana.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-178-4.

ISBN rústica: 978-84-9816-821-1.

ISBN ebook: 978-84-9897-055-5.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 45

Jornada tercera 79

Libros a la carta 123

Brevísima presentación

La vida

Luis Vélez de Guevara (Écija, Sevilla, 1579-Madrid, 1644). España.

Nació en una familia acomodada, se licenció en artes en 1595 por la universidad de Osuna y poco después, entró al servicio del cardenal-arzobispo de Sevilla. En 1600 se fue a Italia y se alistó en la milicia del conde de Fuentes, después estuvo bajo el mando de Andrea Doria y Pedro de Toledo. Tras una corta estancia en Valladolid, vivió en Madrid y, al servicio del conde de Saldaña, se dedicó al ejercicio de la abogacía y de las letras. El cargo de ujier de cámara del rey, que consiguió en 1625, no le permitió mantener con holgura a su numerosa familia.

Personajes

El Rey Don Pedro

Lope Sotelo

Perafán de Ribera, viejo

Don Sancho

Don García

Don Álvaro

Rodrigo, gracioso

Carrasca, alcalde

Zalamea, alcalde

Doña Esperanza

Doña María de Padilla

Leonor, criada

Don Juan de Ribera

Jornada primera

Salen el Rey Don Pedro, Lope Sotelo, Don Sancho, Don García y Don Álvaro, todos de noche.

Rey Ninguno quede conmigo,

si no es don Lope Sotelo.

Lope Algo de nuevo recelo.

Rey Lope.

Lope Señor.

Rey ¿Sois mi amigo?

Lope Esclavo de vuestra Alteza

apenas merezco ser.

Rey Don Lope, yo he menester...

Lope ¿Qué, señor?

Rey Vuestra cabeza.

Lope ¿Mi cabeza?

Rey No os turbéis,

que en vuestros hombros la quiero,

porque de esta suerte espero

que mejor me serviréis.

Que mejor brazo y espada

de Galicia no ha salido,

honrando contra el olvido

vuestra dulce patria amada,

y la cristiana cuchilla

contra el moro eternizando.

Pero, esto aparte dejando,

¿cómo dejáis a Sevilla?

Lope Buena, señor; y quejosa

de que la favorezcáis

mucho menos que estimáis

su fábrica generosa

y aquel río en quien mirando

su vistosa majestad

es Narciso la ciudad,

pues sin razón despreciando

la maravilla africana

del alcázar que vivís,

los veranos os venís

a pasar a Cantillana.

Aunque os puede disculpar

esta casa de placer,

que llegan a enriquecer

Guadalquivir y Viar,

esos caudalosos ríos

en cuyo sitio dichoso

vuestro abuelo generoso

trasladó al Cielo los bríos

del alarbe sevillano,

habiendo vencido ya,

porque a propósito está

para pasar el verano;

pero con todo, Sevilla

siente vuestra ausencia así.

Rey ¿Cómo estas noches, decid,

don Lope, está la Almenilla?

Lope Llena de barcos y gente.

Rey ¿Bravas damas?

Lope Muchas hay

entre Estopilla y Cambrai,

mas pobre del que esté ausente

con la más firme mujer,

aunque su amor más le importe.

Rey Esa es ya plaga de Corte.

Lope Líbreme Dios de querer

mujer ninguna que tenga

el amor por granjería.

Rey Andar desnudo solía

en tiempo de Bras y Menga,

mas ya le quieren vestido

y lleno de oro las damas,

perdonen las castas famas

de Penélope y de Dido.

Lope Han dado en tal desatino.

Rey ¿Y la niña sabia?

Lope Está

en el Candilejo ya.

Rey Algo vendréis del camino

(aunque es tan corto) cansado,

y es razón que descanséis,

pues vuestra posada veis

donde hablando hemos llegado.

Lope Volveré con vuestra Alteza.

Rey No tenéis a qué volver,

que aquí es donde he menester,

don Lope, vuestra cabeza.

Lope Pues vuestra Alteza comience

a mandarme.

Rey De vos fío

que me sirváis.

Lope ¿Qué albedrío,

qué imposible el Rey no vence,

porque es dueño soberano?

Rey En esa palabra espero

que haréis como caballero.

Lope Esta espada y esta mano,

esta sangre y este pecho,

a vuestro servicio están.

Rey Vuestro huésped Perafán,

don Lope, según sospecho,

tiene una hija, y se llama

doña Esperanza, tan bella,

tan cuerda y sabia doncella,

que es espejo de la fama.

Sé que la tenéis amor

y que ella no os quiere mal,

y que por seros igual

en la sangre y el valor,

pretendéis casar con ella.

Esto ha de cesar aquí,

porque habéis de hacer por mí,

don Lope, más que por ella.

Y no solo eso ha de ser

porque no me canse en vano,

que del cristal de su mano

un papel tengo de ver

en que admita mis deseos,

que los reyes es razón

que gocen la posesión

de tan divinos empleos.

De suerte que venga a hacer

toda la voluntad mía

sin que de Doña María

ni el cielo (si puede ser)

venga a entenderse jamás,

que lo que a hacer os obligo

se suele por un amigo

ofrecer, y un rey es más.

Lope Señor, mire vuestra Alteza...

Rey No hay que replicarme ya,

y advertir que en esto os va

no menos que la cabeza.

(Vase.)

Lope ¿Inventó la tiranía

más riguroso tormento,

ni vio humano entendimiento

desdicha como la mía?

¿Qué Dionisio atormentó

con celos, mal de que muero,

que a Nerón, por ser más fiero

tormento, se le olvidó?

¡Ah poder! ¿Tanto has de ser

que llegues al albedrío,

siendo imperio y señorío

que al cielo negó el poder?

Vive Dios, que aunque me dé

mil veces la muerte injusta,

que no he de hacer lo que gusta,

de mi honor contra la fe,

que mayor rey es amor,

y le debo más decoro

mientras a Esperanza adoro,

que la vida y el honor

son para ocasiones tales;

piérdase todo primero

que yo pierda el bien que espero

de sus ojos celestiales.

En un laberinto he entrado

que no podré salir de él,

porque Don Pedro es cruel,

mozo, rey y enamorado,

y yo su vasallo soy.

¡Hay rey!, pero con la ley

del amor, ¡no hay rey, no hay rey!

¡Sí hay rey, sí hay rey! ¡Loco estoy!

Sale Rodrigo, de camino, cantando

Rodrigo ¡Ay, que desde Vienes

a Cantillana,

hay una legüecita

de tierra llana!

Cantando y medio dormido

he llegado a la posada

con bota y sin camarada,

notable milagro ha sido,

que bien debió de picar

después que en aquella venta

me dejó haciendo la cuenta,

pues no le pude alcanzar.

Don Lope yo apostaré

que descansa, porque agora

todos duermen en Zamora,

si no es quien camina a pie.

¿Qué hará a estas horas Leonor,

mientras vela mi cuidado?

¿Quién va?

Va a entrar, y encuentra a Don Lope

Lope Un hombre desdichado.

Rodrigo Es don Lope, mi señor.

Mosca de celos tenemos;

respingo habrá temerario.

Lope Quien tiene un rey por contrario,

¿hará mayores extremos?

Rodrigo ¿Un rey? Guarda fuera, y más,

esta buena pieza.

Lope Aquí

estoy, Rodrigo, sin mí,

adiós, adiós.

Rodrigo ¿Adónde vas?

Lope No sé, por Dios, dónde voy.

¡Hay rey!, pero con la ley

del amor, ¡no hay rey, no hay rey!

¡Sí hay rey, sí hay rey! ¡Loco estoy!

(Vase.)

Rodrigo ¡Oh enamorado don Lope,

cual no he visto jamás,

loco y temerario vas

tras tu cuidado al galope!

De doña Esperanza son

celos, que es discreta y bella,

y querrá por dicha hacella

el Rey, Doña Posesión.

En la posada se ha entrado

por un postigo que halló

abierto, si no bajó,

pienso, a abrirle algún criado.

Y si no me engaño, a fe,

mi Leonor sale.

Sale Leonor

Leonor ¡Oh lacayo

de mi vida! Como un rayo,

oyendo tu voz, bajé.

A don Lope, tu señor,

encontré cuando bajaba,

pero no sé qué llevaba,

que no me habló.

Rodrigo Está, Leonor,

con no sé qué achaque nuevo,

que en Cantillana le ha dado,

que le tiene con cuidado.

Leonor ¿Toca en celos?

Rodrigo No me atrevo

que en eso hablemos, si a tanto

ha llegado su rigor,

que de secreto, Leonor,

me precio.

Leonor Pues entretanto,

dame esos brazos, Rodrigo.

Rodrigo Leonor mía, aquí los tienes.

Leonor ¿Cómo de Sevilla vienes?

Rodrigo Celoso, Dios me es testigo.

Leonor Igual me tienes tú a mí

el tiempo que te has tardado.

Rodrigo Vive Dios, que no he mirado

un manto, pensando en ti,

y que hemos sido cartujos

yo y don Lope, mi señor.

Dame tú cuenta, Leonor

(si no es meterme en dibujos),

de lo que por aquí pasa.

¿Hay por los ninfos del rey,

siendo los dos mula y buey

portal de Belén mi casa?

¿Mírate algún lindo tierno?

¿Da en hablarte muy despacio

algún tonto de Palacio

por el estilo moderno?

¿Desvanécete algún paje

de excelencia o señoría?

¿Llévate la cortesía

los ojos tras el buen traje?

¿Hace de noche terrero

algún barbado tiplón?

¿Hay cintica? ¿Hay favorón

de cabellito en sombrero?

¿Hate algún bravo pedido

celos de mí a lo cruel,

y a pepitoria o pastel

mis narices te ha ofrecido?

Que aunque hayas muerto en agraz

mis favores de este modo,

yo te absolveré de todo,

que soy celoso de paz.

¿Lloras?

Leonor ¿No quieres que llore,

viéndome tan mal pagada?

Rodrigo Pasada por agua, amada

Leonor, querrás que te adore,

siendo de mi corazón

ídolo huevo no más,

porque esas perlas que estás

vertiendo, del alba son,