Reinar después de morir - Luis Vélez de Guevara - E-Book

Reinar después de morir E-Book

Luis Vélez de Guevara

0,0

Beschreibung

Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara, relata la historia de Inés de Castro. Inés era hija natural de Pedro Fernández de Castro y Aldonza Soares de Valladares; con cierto parentesco con la familia real castellana. Al morir su madre siendo niña Inés la llevaron a Valladolid, al castillo de Peñafiel. Allí creció en compañía de Constanza Manuel, la hija del infante don Juan Manuel. En 1341, Constanza se casó con Pedro I de Portugal, llamado El Justiciero, y al poco tiempo éste fue amante de Inés de Castro. La relación puso en peligro la corona de Alfonso IV pues los hijos y los hermanos de Inés tenían ambiciones de poder. Así, con la aprobación de la corte, Alfonso ordenó ejecutasen a Inés. Tras el asesinato, Pedro lideró un levantamiento que sumió a Portugal en una larga guerra civil. Solo terminó poco antes de que consiguiese reinar, tras la muerte de Alfonso IV en el año 1357. Ya en el trono Pedro hizo público su matrimonio ordenó que se exhumase el cadáver de Inés en 1360. En medio de la veneración general ella, muerta, recibió también la corona. De ahí el título de esta obra: Reinar después de morir.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 70

Veröffentlichungsjahr: 2010

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Luis Vélez de Guevara

Reinar después de morir

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Reinar después de morir.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-148-7.

ISBN rústica: 978-84-96290-61-7.

ISBN ebook: 978-84-9897-990-9.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

El amor y el poder 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 47

Jornada tercera 81

Libros a la carta 113

Brevísima presentación

La vida

Luis Vélez de Guevara (Écija, Sevilla, 1579-Madrid, 1644). España.

Nació en una familia acomodada, se licenció en artes en 1595 por la Universidad de Osuna y poco después entró al servicio del cardenal-arzobispo de Sevilla. En 1600 se fue a Italia y se alistó en la milicia del conde de Fuentes, después estuvo bajo el mando de Andrea Doria y Pedro de Toledo. Tras una corta estancia en Valladolid, vivió en Madrid y, al servicio del conde de Saldaña, se dedicó al ejercicio de la abogacía y de las letras. El cargo de ujier de cámara del rey, que consiguió en 1625, no le permitió mantener con holgura a su numerosa familia.

El amor y el poder

Esta obra relata la historia de Inés de Castro, hija de Pedro Fernández de Castro y Aldonza Soares de Valladares; emparentada con la familia real castellana.

Al morir su madre siendo niña, Inés fue llevada a Valladolid, al castillo de Peñafiel, donde creció en compañía de Constanza Manuel, la hija del infante don Juan Manuel.

En 1341, Constanza se casó con Pedro I de Portugal, llamado El Justiciero, y al poco tiempo éste fue amante de Inés de Castro. La relación puso en peligro la corona de Alfonso IV y, con la aprobación de la corte, Alfonso ordenó que Inés fuese ejecutada.

Tras el asesinato, Pedro lideró un levantamiento que sumió a Portugal en una larga guerra civil que terminó en 1357. Entonces Pedro hizo público su matrimonio e Inés fue coronada junto a él y desenterrada en 1360 en medio de la veneración general.

Personajes

Alonso, niño

Álvar González

Brito, criado

Cazadores

Dionís, niño

Doña Blanca, infanta de Navarra

Doña Inés de Castro

Egas Coello

El condestable de Portugal

El príncipe don Pedro

El rey don Alonso de Portugal

Elvira, criada

Músicos

Nuño de Almeida

Violante, criada

Jornada primera

En el palacio real de Lisboa. Salen músicos cantando, el príncipe vistiéndose, y el condestable.

Músicos «Soles, pues sois tan hermosos,

no arrojéis rayos soberbios

a quien vive en vuestra luz,

contento en tan alto empleo.»

Príncipe La capa.

Músico 1 El príncipe sale.

Músico 2 Prosigamos.

Príncipe El sombrero.

(Cantan.)

Músicos «Vuestra benigna influencia

mitigue airados incendios,

pues el raudal de mi llanto

es poca agua a tanto fuego.»

Príncipe ¡Ay, Inés, alma de cuanto

peno y lloro, vivo y siento!

Proseguid, cantad.

Músico 1 Digamos

otra letra y tono nuevo.

(Cantan.)

Músicos «Pastores de Manzanares,

yo me muero por Inés,

cortesana en el aseo,

labradora en guardar fe.»

Príncipe Parece que a mi cuidado

esa letra quiso hacer,

lisonjeándome el alma,

eterna en mi pecho a Inés.

Volved, volved por mi vida

a repetir otra vez

aquesa letra, cantad,

que me ha parecido bien.

(Cantan.)

Músicos «Pastores de Manzanares,

yo me muero por Inés,

cortesana en el aseo,

labradora en guardar fe.»

Príncipe Pues los pastores publican

que tanta hermosura ven

en la deidad de mi amante,

con justa causa diré

que en perderme fui dichoso,

en tan soberano bien.

Siempre que llega al Mondego

parece que solo al ver

a mi Inés bella, las aves

quisieran besar su pie.

Las plantas de su deidad

reciben fruto. No hay mes

que en viéndola no sea mayo;

no hay flor que a su rosicler

no tribute vasallaje.

Si aquesta es verdad, si es

dueño de aves y plantas

y de todo cuanto ve

el cielo en la tierra hermosa,

no la lisonjeo en ser

también yo su esclavo, amor;

pues a mi Inés me humillé,

pues me rendí a su hermosura

a voces confesaré,

diciendo con toda el alma

a los que amantes me ve:

«Pastores de Manzanares,

yo me muero por Inés,

cortesana en el aseo,

labradora en guardar fe.»

(Sale Brito, de camino.)

Brito Déla vuestra alteza a Brito,

príncipe, a besar sus pies.

Príncipe Brito, seas bien venido.

¿Cómo dejas a mi bien?

Brito Déjame alentar un poco

y luego te lo diré,

que aun no pienso que he llegado,

que un rocín de Lucifer

que el portugués llama posta,

que jebao llama el francés,

y el bridón napolitano

algunas veces corsier,

de tan altos pensamientos,

que en subiendo encima de él,

anda a coces con el Sol

y a cabezada después,

me trae sin tripas, que todas

se me han subido a la nuez,

a hacer gárgaras con ellas,

sin lo que toca al borrén

que viene haciéndose ruedas

de salmón.

Príncipe Calla, no des

suspensión a mi cuidado

sino, dime, ¿cómo fue

tu viaje? Cuenta, Brito,

que ya deseo saber

nuevas de mi hermosa prenda.

Habla, Brito.

Brito Bueno, a fe,

para contarlo quedamos

solos los dos.

Príncipe Dices bien.

Condestable, despejad;

y a estos músicos les den,

cuando no por forasteros,

porque han celebrado a Inés,

mil escudos.

Condestable Despejad.

Príncipe Id con Dios.

Músico 1 El cielo dé

a vuestra alteza, señor,

un siglo de vida, amén.

Príncipe Id con Dios.

Músico 1 ¡Qué gran valor!

Músico 2 ¡Qué cordura!

Músico 1 Octavio, ven.

No es señor quien señor nace,

sino quien lo sabe ser.

(Vanse los músicos y el condestable.)

Príncipe Ya, Brito, quedamos solos;

dime, ¿cómo queda Inés?

¿Cómo la dejaste, Brito?

Responde presto.

Brito A perder

el sentido cada instante

que entre tus brazos no esté.

Príncipe ¿Y Alonso y Dionís?

Brito El uno

es jazmín y otro clavel,

y cada cual es retrato

de los dos.

Príncipe Has dicho bien;

prosigue, prosigue, Brito.

Brito Oye y te la pintaré

si de tanta beldad puede

ser una lengua pincel.

Llegué a Coímbra apenas

ayer, cuando al blasón de sus almenas

a un tiempo hicieron salva

los músicos de cámara del alba,

el Sol, y luego el día,

y primero que todos mi alegría.

Guié los paso luego

a la quinta, Narciso del Mondego,

que guarda en dulce empeño

la beldad soberana de tu dueño,

cuando, dando al Aurora

celos, el Sol parece que enamora

el oriente divino

de Inés, Sol para el Sol más peregrino.

que aun no he llegado creo,

piso el umbral y en el zaguán me apeo.

(Aparte.) (Que gustan los amantes

que les vayan contando por instantes,

por puntos, por momentos,

las dichas de sus altos pensamientos,

que brevemente dichas

no les parece que parecen dichas.)

Al fin al cuarto llego,

alborozado, sin aliento, y luego

a las cerradas puertas,

solo a tu amor eternamente abiertas,

dos veces toco en vano,

que en este oriente aun era muy temprano;

si bien tu hermoso dueño,

rendida a su cuidado más que al sueño,

voces dio a las criadas,

menos de mi venida alborozadas.

Perdóneme Violante,

a quien más debe el sueño que su amante,

mas yo, como es mi vida,

la quiero bien dormida y bien vestida,

esté ausente o presente

porque mi amor es menos penitente.

Príncipe Pasa, Brito, adelante

y con mi amor no mezcles a Violante,

ni burlas con mis veras,

que espero nuevas de mi bien.

Brito Esperas

las que siempre procuro

yo traerte, ¡vive Dios! Al fin el muro,

el oriente dorado

de aquel Sol, de aquel cielo, franqueado,

sin reparo ninguno,

corro los aposentos uno a uno

y no paro hasta donde

está la esfera que tu Sol esconde;

su amor me desalumbra,

y sin la permisión que se acostumbra,

verla y hablarla trato,

que el alborozo precedió al recato.

Entro, al fin, sin sentido,

y en el dorado tálamo que ha sido

teatro venturoso

más de tu amor que del común reposo,

amaneciendo entonces

y enamorando mármoles y bronces,

los ojos en estrellas,

en nieve y nácar las mejillas bellas,

en claveles la boca,

la frente y manos en cristal de roca,

en rayos los cabellos,

entre Alonso y Dionís, tus hijos bellos,

asidos a porfía

—por maternal terneza o compañía—

del cuello de alabastro,

deidad admiro a doña Inés de Castro;

aurora en carne humana,

taraceado abril con la mañana,

todo un cielo abreviado