El divino Narciso - Sor Juana Inés de la Cruz - E-Book

El divino Narciso E-Book

Sor Juana Inés de la Cruz

0,0

Beschreibung

El divino Narciso es el auto sacramental más conocido de Sor Juana Inés de la Cruz. En él se identifica al mitológico Narciso con Cristo, que ve no ya su propio reflejo, sino su semejanza en la Naturaleza Humana, por lo que se trata de una reelaboración del mito griego de Narciso a partir del imaginario religioso católico. El divino Narciso cuenta con personajes alegóricos, mitológicos y una pequeña participación de personajes bíblicos. Así, Naturaleza Humana, la protagonista, dialoga con Sinagoga y Gentilidad, se enfrenta a Eco y a Soberbia. Narciso, bellísimo hijo de la ninfa Liríope y del río Cefiso personifica la hermosura de la adolescencia. El divino Narciso alude al tema de la conquista de América y a las tradiciones de los pueblos nativos del continente. Sor Juana se aprovecha de un rito azteca, representado por un tocotín, en honor a Huitzilopochtli para introducir la veneración a la Eucaristía y ligar las creencias precolombinas con el catolicismo hispánico. El título de este auto sacramental alude a El divino Orfeo, de Pedro Calderón de la Barca. Calderón es, muy probablemente, el escritor que más influyó en la obra dramática de Sor Juana Inés de la Cruz. Esta obra es una joya del barroco novohispano. Se publicó en 1689 para su puesta en escena en Madrid. Fue dedicada a la Condesa de Paredes de Nava y marquesa consorte de la Laguna.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 61

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Sor Juana Inés de la Cruz

El divino Narciso

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: El divino Narciso.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN rústica ilustrada: 978-84-9897-450-8.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-082-4.

ISBN ebook: 978-84-9897-220-7.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

El Divino Narciso 11

Personajes 12

Cuadro I 13

Escena I 13

Escena II 19

Escena III 23

Escena IV 32

Cuadro II 39

Escena V 39

Cuadro III 45

Escena VI 45

Escena VII 49

Escena VIII 57

Cuadro IV 61

Escena IX 61

Escena X 63

Escena XI 65

Escena XII 70

Cuadro V 79

Escena XIII 79

Escena XIV 83

Escena XV 87

Escena XVI 88

Escena XVII 89

Libros a la carta 101

Brevísima presentación

La vida

Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695). México.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca. Era hija de padre vasco y madre mexicana.

Empezó a escribir a los ocho de edad una loa al Santísimo Sacramento. Aprendió latín en veinte lecciones, que le dictó el bachiller Martín de Olivas y a los dieciséis años ingresó en el Convento de Santa Teresa la Antigua y posteriormente en el de San Jerónimo.

En plena madurez literaria, criticó un sermón del padre Vieyra. Ello provocó que el obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, le pidiera que abandonase la literatura y se dedicase por entero a la religión. Sor Juana se defendió en una epístola autobiográfica, en la que enarboló los derechos de la mujer. No obstante, obedeció y renunció a su enorme su biblioteca, sus útiles científicos y sus instrumentos musicales. Murió el 17 de abril de 1695.

El Divino Narciso

Personajes

El Divino Narciso.

La Naturaleza humana.

La Gracia.

La Gentilidad.

La Sinagoga.

Enós.

Un Ángel.

Eco, la naturaleza angélica réproba.

La Soberbia.

El Amor propio.

Ninfas.

Pastores.

Abraham.

Moisés.

Dos coros de música.

Cuadro I

Escena I

Salen, por una parte, la Gentilidad, de ninfa, con acompañamiento de Ninfas y pastores; y por otra, la Sinagoga, también de ninfa, con su acompañamiento, que serán los músicos; y detrás, muy bizarra, la Naturaleza humana, oyendo lo que cantan.

Sinagoga ¡Alabad al Señor todos los hombres!

Coro 1.º ¡Alabad al Señor todos los hombres!

Sinagoga Un nuevo canto entonad

a su divina beldad

y en cuanto la luz alcanza, 5

suene la eterna alabanza

de la gloria de su nombre.

Coro 1.º ¡Alabad al Señor todos los hombres!

Gentilidad ¡Aplaudid a Narciso, plantas y flores!

Y pues su beldad divina, 10

sin igualdad peregrina,

es sobre toda hermosura,

que se vio en otra criatura,

y en todas inspira amores,

Coro 2.º ¡alabad a Narciso, fuentes y flores! 15

Sinagoga ¡Alabad,

Gentilidad aplaudid,

Sinagoga con himnos,

Gentilidad con voces,

Sinagoga al Señor,

Gentilidad a Narciso,

Sinagoga todos los hombres,

Gentilidad Fuentes y flores!

(Pónese la Naturaleza humana en medio de los dos coros.)

Naturaleza humana Gentilidad, Sinagoga,

que en dulces métricas voces 20

a Dios aplaude la una,

y la otra celebra a un hombre:

escuchadme lo que os digo,

atended a mis razones,

que pues soy madre de entrambas, 25

a entrambas es bien que toque

por ley natural oírme.

Sinagoga Ya mi amor te reconoce,

¡Oh Naturaleza!, madre

común de todos los hombres. 30

Gentilidad Y yo también te obedezco,

pues aunque andemos discordes

yo y la Sinagoga, no

por eso te desconoce

mi amor, antes te venera. 35

Sinagoga Y solo en esto conformes

estamos, pues observamos,

ella allá entre sus errores

y yo acá entre mis verdades,

aquel precepto, que impone, 40

de que uno a otro no le haga

lo que él para sí no abone;

y como padre ninguno

quiere que el hijo le enoje,

así no fuera razón 45

que a nuestras obligaciones

faltáramos, con negar

nuestra atención a tus voces.

Gentilidad Así es; porque este precepto,

porque ninguno lo ignore, 50

se lo escribes a tus hijos

dentro de los corazones.

Naturaleza humana Bien está; que ese precepto

basta, para que se note

que como a madre común 55

me debéis las atenciones.

Sinagoga Pues dinos lo que pretendes.

Gentilidad Pues dinos lo que dispones.

Naturaleza humana Digo, que habiendo escuchado

en vuestras métricas voces 60

los diferentes objetos

de vuestras aclamaciones:

pues tú, Gentilidad ciega,

errada, ignorante y torpe,

a una caduca beldad 65

aplaudes en tus loores,

y tú, Sinagoga, cierta

de las verdades que oyes

en tus profetas, a Dios

Le rindes veneraciones; 70

dejando de discurrir

en vuestras oposiciones,

(A la Gentilidad.) pues claro está que tú yerras

(A la Sinagoga.) y claro el que tú conoces

aunque vendrá tiempo, en que 75

trocándose las acciones,

la Gentilidad conozca,

y la Sinagoga ignore...

Mas esto ahora no es del caso;

y así, volviéndome al orden 80

del discurso, digo que

oyendo vuestras canciones,

me he pasado a cotejar

cuán misteriosas se esconden

aquellas ciertas verdades 85

debajo de estas ficciones.

Pues si en tu Narciso, tú

tanta perfección supones,

que dices que es su hermosura

imán de los corazones, 90

y que no solo la siguen

las ninfas y los pastores,

sino las aves y fieras,

los collados y los montes,

los arroyos y las fuentes, 95

las plantas, hierbas y flores,

¿con cuánta mayor razón

estas sumas perfecciones

se verifican de Dios,

a cuya beldad los orbes, 100

para servirle de espejos,

indignos se reconocen;

y a quien todas las criaturas

(aunque no hubiera razones

de tan grandes beneficios, 105

de tan extraños favores)

por su hermosura, no más,

debieran adoraciones;

y a quien la Naturaleza

(que soy yo), con atenciones, 110

como a mi centro apetezco

y sigo como a mi norte?

Y así, pues madre de entrambas

soy, intento con colores

alegóricos, que ideas 115

representables componen,

(A la Sinagoga.) tomar de la una el sentido,

(A la Gentilidad.) tomar de la otra las voces,

y en metafóricas frases,

tomando sus locuciones 120

y en figura de Narciso,

solicitar los amores

de Dios, a ver si dibujan

estos oscuros borrones

la claridad de sus luces; 125

pues muchas veces conformes

divinas y humanas letras,

dan a entender que Dios pone

aun en las plumas gentiles

unos visos en que asomen 130

los altos misterios suyos;

y así quiero que, concordes,

(A la Sinagoga.) tú des el cuerpo a la idea,

(A la Gentilidad.) y tú el vestido le cortes.

¿Qué decís?

Sinagoga Que por la parte 135

que del intento me toque,

te serviré yo con darte

en todo lo que te importen,

los versos de mis profetas,

los coros de mis cantores. 140

Gentilidad Yo, aunque no te entiendo bien,

pues es lo que me propones,

que solo te dé materia

para que tú allá la informes

de otra alma, de otro sentido 145

que mis ojos no conocen,

te daré de humanas letras

los poéticos primores

de la historia de Narciso.

Naturaleza humana Pues volved a las acordes 150

músicas, en que os hallé,

porque quien oyere, logre

en la metáfora el ver

que, en estas amantes voces,

una cosa es la que entiende 155

y otra cosa la que oye.

Escena II

Sinagoga ¡Alabad al Señor todos los hombres!