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El estudiante de Salamanca es el texto más célebre de José de Espronceda. Se trata de un poema narrativo de 1.704 versos cuya versión completa se publicó en 1840. El personaje de Félix de Montemar, de personalidad fáustica, se inspira en la leyenda de Don JuanTenorio. Este es un relato terrorífico en el que se percibe la influencia de Lord Byron y de la novela gótica inglesa. En esta obra el héroe desafía a los poderes divinos. Según Pedro Salinas: «Félix Montemar representa al hombre romántico, para el que la realidad del mundo es fundamentalmente misterio, cuya clave posee un ser supremo, Dios, hacía el cual el hombre se vuelve en actitud de interrogación y desafío; y al final solo encontramos el mayor misterio que existe, la muerte misma. Se trata una muerte romántica en plena rebeldía, muerte sin futuro, término absoluto de la vida y no tránsito a otra vida superior.» A pesar de la coincidencia de motivos y temas con otras obras propias de la tradición literaria, El estudiante de Salamanca revela su originalidad e identidad propia en su carácter rebelde y satánico reflejo de la personalidad del autor. Para muchos críticos literarios este poema es la obra en la que Espronceda alcanza la perfección.
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Seitenzahl: 53
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José de Espronceda
El estudiante de Salamanca
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: El estudiante de Salamanca.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica ilustrada: 978-84-9007-718-4.
ISBN tapa dura: 978-84-9007-719-1.
ISBN ebook: 978-84-9897-226-9.
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Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
El héroe fáustico 7
Personajes 8
Parte I 9
Parte II 17
Parte III 27
Escena I 28
Escena II 29
Escena III 35
Escena IV 41
Parte IV 43
Libros a la carta 81
José de Espronceda (Almendralejo, Badajoz, 1808-Madrid, 1842). España.
Hijo de militar, estudió en el colegio San Mateo de Madrid. Muy joven fundó la sociedad secreta Los numantinos, y por ello fue recluido en el convento de San Francisco de Guadalajara. En 1826 huyó a Lisboa y allí se enamoró de Teresa Mancha, hija de un liberal, a la que siguió a Londres y luego raptó en París, poco después de que ella se casase con un comerciante español.
Intervino en la revolución francesa de 1830 y en la expedición fracasada de Joaquín de Pablo contra el régimen absolutista de Fernando VII. De regreso a España (1832) fundó el periódico El Siglo y fue diputado republicano. Durante su destierro conoció a los autores románticos ingleses, franceses y alemanes, en quienes encontró un estilo más cercano a sus ideas.
Este es el texto más célebre de Espronceda. El personaje de Félix de Montemar, de personalidad fáustica, se inspira en la leyenda de don Juan Tenorio. Este es un terrorífico relato en el que se percibe la influencia de Lord Byron y de la novela gótica inglesa. El héroe desafía a los poderes divinos.
Espronceda perteneció a los numantinos una sociedad secreta que pretendía matar a Fernando VII y acabar con el absolutismo. Usaban capas negras y máscaras y este ambiente aparece reflejado en su obra.
Don Diego de Pastrana
Don Félix de Montemar
Seis jugadores
Sus fueros, sus bríos,
sus premáticas, su voluntad.
Quijote. Parte primera.
Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen, 5
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas, 10
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana 15
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta. 20
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban 25
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela. 30
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río, 35
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias. 40
Súbito rumor de espadas
cruje y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón,
que hasta los tuétanos hiela 45
y da al que lo oyó temblor.
Un ¡ay! de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.
El ruido
cesó, 50
un hombre
pasó
embozado,
y el sombrero
recatado 55
a los ojos
se caló.
Se desliza
y atraviesa
junto al muro 60
de una iglesia
y en la sombra
se perdió.
Una calle estrecha y alta,
la calle del Ataúd 65
cual si de negro crespón
lóbrego eterno capuz
la vistiera, siempre oscura
y de noche sin más luz
que la lámpara que alumbra 70
una imagen de Jesús,
atraviesa el embozado
la espada en la mano aún,
que lanzó vivo reflejo
al pasar frente a la cruz. 75
Cual suele la Luna tras lóbrega nube
con franjas de plata bordarla en redor,
y luego si el viento la agita, la sube
disuelta a los aires en blanco vapor:
Así vaga sombra de luz y de nieblas, 80
mística y aérea dudosa visión,
ya brilla, o la esconden las densas tinieblas
cual dulce esperanza, cual vana ilusión.
La calle sombría, la noche ya entrada,
la lámpara triste ya pronta a expirar, 85
que a veces alumbra la imagen sagrada
y a veces se esconde la sombra a aumentar.
El vago fantasma que acaso aparece,
y acaso se acerca con rápido pie,
y acaso en las sombras tal vez desparece, 90
cual ánima en pena del hombre que fue,
al más temerario corazón de acero
recelo inspirara, pusiera pavor;
al más maldiciente feroz bandolero
el rezo a los labios trajera el temor. 95
Mas no al embozado, que aún sangre su espada
destila, el fantasma terror infundió,
y, el arma en la mano con fuerza empuñada,
osado a su encuentro despacio avanzó.
Segundo don Juan Tenorio, 100
alma fiera e insolente,
irreligioso y valiente,
altanero y reñidor:
Siempre el insulto en los ojos,
en los labios la ironía, 105
nada teme y toda fía
de su espada y su valor.
Corazón gastado, mofa
de la mujer que corteja,
y, hoy despreciándola, deja 110
la que ayer se le rindió.
Ni el porvenir temió nunca,
ni recuerda en lo pasado
la mujer que ha abandonado,
ni el dinero que perdió. 115
Ni vio el fantasma entre sueños
del que mató en desafío,
ni turbó jamás su brío
recelosa previsión.
Siempre en lances y en amores, 120
siempre en báquicas orgías,
mezcla en palabras impías
un chiste y una maldición.
En Salamanca famoso
por su vida y buen talante, 125
al atrevido estudiante
le señalan entre mil;
fuero le da su osadía,
le disculpa su riqueza,
su generosa nobleza, 130
su hermosura varonil.
Que en su arrogancia y sus vicios,
caballeresca apostura,
agilidad y bravura
ninguno alcanza a igualar: 135
Que hasta en sus crímenes mismos,
en su impiedad y altiveza,
pone un sello de grandeza
don Félix de Montemar.
Bella y más segura que el azul del cielo 140
con dulces ojos lánguidos y hermosos,
donde acaso el amor brilló entre el velo
del pudor que los cubre candorosos;
tímida estrella que refleja al suelo
rayos de luz brillantes y dudosos, 145