Poesía, Romances y Sonetos - José de Espronceda - E-Book

Poesía, Romances y Sonetos E-Book

José de Espronceda

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Beschreibung

Pasión, rebeldía y lirismo romántico en su máxima expresión. José de Espronceda, una de las figuras más destacadas del Romanticismo español, nos dejó versos cargados de emoción, fuerza y libertad. Poesía, Romances y Sonetos reúne sus composiciones más memorables, desde cantos apasionados hasta reflexiones íntimas, en una edición que celebra el genio de su pluma. Por qué los lectores lo disfrutan: Colección esencial. Una selección de su poesía lírica, romances y sonetos en un solo volumen. Romanticismo puro. Versos intensos sobre el amor, la muerte, la libertad y el destino. Legado literario. Espronceda es considerado el gran poeta romántico español, comparable a Byron o Hugo en su fuerza expresiva. Un legado de emoción y rebeldía Sus poemas, cargados de pasión y fuerza, siguen conmoviendo a lectores modernos con la misma intensidad que en el siglo XIX. Esta edición es indispensable para los amantes de la poesía clásica española. ✨ Sumérgete en la voz ardiente y libre de Espronceda. 👉 Haz clic en "Comprar ahora" y añade Poesía, Romances y Sonetos de José de Espronceda a tu biblioteca de clásicos imprescindibles.

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Veröffentlichungsjahr: 2025

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Table of Contents
Poesía, Romances y Sonetos
José de Espronceda
Parte 1 Poesías
Parte 2 Romances
Parte 3 Sonetos

Poesía, Romances y Sonetos

José de Espronceda

Publicado: 1830Categoría(s): Ficción, Antologías, Poesía, Siglo XIX

Parte 1 Poesías

A la patria Elegía

 

¡Cuán solitaria la nación que un día Poblara inmensa gente, La nación cuyo imperio se extendía Del Ocaso al Oriente! ¡Lágrimas viertes, infeliz ahora, Soberana del mundo, Y nadie de tu faz encantadora Borra el dolor profundo! Oscuridad y luto tenebroso En ti vertió la muerte, Y en su furor el déspota sañoso Se complació en tu suerte. No perdonó lo hermoso, patria mía; Cayó el joven guerrero, Cayó el anciano, y la segur impía Manejó placentero. So la rabia cayó la virgen pura Del déspota sombrío, Como eclipsa la rosa su hermosura En el sol del estío. ¡Oh vosotros, del mundo habitadores, Contemplad mi tormento! ¿Igualarse podrán ¡ah! qué dolores Al dolor que yo siento? Yo desterrado de la patria mía, De una patria que adoro, Perdida miro su primer valía Y sus desgracias lloro. Hijos espúreos y el fatal tirano Sus hijos han perdido, Y en campo de dolor su fértil llano Tienen ¡ay! convertido. Tendió sus brazos la agitada España, Sus hijos implorando; Sus hijos fueron, mas traidora saña Desbarató su bando. ¿Qué se hicieron tus muros torreados? ¡Oh mi patria querida! ¿Dónde fueron tus héroes esforzados, Tu espada no vencida? ¡Ay! de tus hijos en la humilde frente Está el rubor grabado; A sus ojos caídos tristemente El llanto está agolpado. Un tiempo España fue: cien héroes fueron En tiempos de ventura, Y las naciones tímidas la vieron Vistosa en hermosura. Cual cedro que en el Líbano se ostenta, Su frente se elevaba; Como el trueno a la virgen amedrenta, Su voz las aterraba. Mas ora, como piedra en el desierto, Yaces desamparada, Y el justo desgraciado vaga incierto Allá en tierra apartada. Cubren su antigua pompa y poderío Pobre yerba y arena, Y el enemigo que tembló a su brío Burla y goza en su pena. Vírgenes, destrenzad la cabellera Y dadla al vago viento; Acompañad con arpa lastimera Mi lúgubre lamento. Desterrados, ¡oh Dios!, de nuestros lares, Lloremos duelo tanto. ¿Quién calmará, ¡oh España!, tus pesares? ¿Quién secará tu llanto?

Londres 1829

A una dama burlada

 

Dueña de rubios cabellos, Tan altiva, Que creéis que basta el vellos Para que un amante viva Preso en ellos El tiempo que vos queréis; Si tanto ingenio tenéis Que entretenéis tres galanes, ¿Cómo salieron mal hora, Mi señora, Tus afanes? Pusiste gesto amoroso Al primero; Al segundo el rostro hermoso Le volviste placentero, Y con doloso Sortilegio en tu prisión Entró un tercer corazón; Viste a tus pies tres galanes, Y diste, al verlos rendidos, Por cumplidos Tus afanes. ¡De cuántas mañas usabas Diligente! Ya tu voz al viento dabas, Ya mirabas dulcemente, O ya hablabas De amor, o dabas enojos; Y en tus engañosos ojos A un tiempo los tres galanes, Sin saberlo tú, leían Que mentían Tus afanes. Ellos de ti se burlaban; Tú reías; Ellos a ti te engañaban, Y tú, mintiendo, creías Que te amaban: Decid, ¿quién aquí engañó? ¿Quién aquí ganó o perdió? Sus deseos tus galanes Al fin miraron cumplidos, Tú, fallidos, Tus afanes.

A una estrella