Elogio de la irreverencia - Richard Malka - E-Book

Elogio de la irreverencia E-Book

Richard Malka

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El 7 y el 8 de marzo de 2007, tuvo lugar en París el juicio de "las caricaturas", con repercusión mundial. Un año antes, el semanario satírico Charlie Hebdo había decidido publicar unas caricaturas del profeta Mahoma, acompañadas por un llamado a la lucha contra el islam radical. En la portada se veía al Profeta desbordado por los integristas, tomándose la cabeza y exclamando: "¡Qué difícil es ser amado por imbéciles!". El semanario fue llevado a juicio por asociaciones e instituciones —entre ellas, la Mezquita de París— que exigían la censura del periódico. En esos dos días estuvieron en juego el derecho a burlarse de las ideas y de las religiones, el derecho a la caricatura, el derecho a la irreverencia, el derecho a la ironía salvadora. Los debates fueron ásperos. Este libro expone los alegatos de Richard Malka y Georges Kiejman, soberbios elogios a la libertad de pensamiento y de defensa del derecho a reírse, no de las personas, pero sí de sus ideas. Se confían al lector las tiernas armas democráticas para seguir riendo, creyendo o no creyendo en nada. Años más tarde, Charlie Hebdo conocería el drama del atentado del 7 de enero de 2015 con su cortejo de muertos. Este juicio de 2007 es histórico y constituye el ensayo original de un drama que no deja de repetirse.

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Georges KiejmanRichard Malka

Elogio de la irreverencia

Traducción: Iair Kon

Cet ouvrage, publié dans le cadre du Programme d’aide à la publication Victoria Ocampo, a bénéficié du soutien de l’Institut français d’Argentine.

Esta obra, publicada en el marco del Programa de ayuda a la publicación Victoria Ocampo, cuenta con el apoyo del Institut français d’Argentine.

Título original: Éloge de l’irrévérence

© 2019. Editions Grasset & Fasquelle

Diseño de tapa: Enric Jardí Soler

Foto de los autores en solapa: © JF PAGA

© 2022. Libros del Zorzal

Buenos Aires, Argentina

<www.delzorzal.com>

978-84-19496-73-7

Comentarios y sugerencias: [email protected]

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización previa de la editorial o de los titulares de los derechos.

Impreso en Argentina / Printed in Argentina

Índice

Introducción | 6

Cronología de los acontecimientos establecida por Richard Malka | 22

Alegato del abogado Richard Malka | 26

Alegato del abogado Georges Kiejman | 59

Tribunal de Primera Instancia de París | 88

Durante las audiencias del 7 y 8 de febrero de 2007, el presidente del Tribunal de Primera Instancia de París1 autorizó excepcionalmente la presencia de un estenotipista, lo que permitió conservar los alegatos reproducidos en esta obra.

Introducción

“Si condenan a Charlie Hebdo,

el silencio caerá sobre nosotros”.

Élisabeth Badinter

Ahora sabemos cuál es el precio de la irreverencia, esa transgresión a las idolatrías y las sacralizaciones que, según la descripción que hace Flaubert del espíritu francés, constituye la más libre expresión de la virtud crítica por ser la más audaz, impertinente y desenfadada. Una vez más, ante nuestros ojos, esa imprudencia se paga con la muerte. Los tribunales de la Ley revelada que dictan la pena capital son virtuales, sus sentencias son eternas y sus verdugos, espontáneos. Así funciona la justicia divina en la era de la democracia invertida, en la que el derecho favorece la venganza en lugar de reparar el daño. Cuando el castigo supremo cae del cielo, el impío ya no puede tener defensores en la tierra.

Ese es el contexto en el que deben leerse y releerse los alegatos de los abogados Richard Malka y Georges Kiejman reunidos en este libro. Si bien datan de 2007, siguen resultando trágicamente actuales. Nos hablan de nuestro terrible presente desde el pasado. Siguen siendo un llamado a resistir no sólo a los sectarios fanáticos, sino también a todos aquellos que, por su complicidad o pasividad, ayudan a propagar o legitimar su proyecto liberticida.

Estos dos abogados, de diferentes generaciones pero movidos por los mismos ideales, asumieron en 2007 la defensa de Charlie Hebdo en el juicio que diversas organizaciones musulmanas entablaron contra él por ofender la dignidad de los creyentes. La Gran Mezquita de París, la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia (uoif) y la Liga Islámica Mundial le reprocharon a la revista haber reproducido las caricaturas de Mahoma publicadas tres años antes en el diario danés Jyllands-Posten.

En realidad, el caso comienza un poco antes, en 2004, en los Países Bajos, con Sumisión, la polémica película de Theo van Gogh sobre las condiciones de vida de las mujeres en el islam. El asesinato del cineasta por parte de un yihadista siembra el terror en el ambiente artístico y hace que los intelectuales se cuestionen los límites de la Ilustración. Al año siguiente, en 2005, en Copenhague, el escritor Kare Bluitgen busca en vano un ilustrador para su biografía de Mahoma destinada al público joven. Advertido de la situación, Flemming Rose, jefe del servicio cultural del Jyllands-Posten, decide enfrentar lo que a su entender representa un ataque a la libertad de expresión, pero sólo logra enrolar a catorce de los cuarenta dibujantes con los que cuenta la corporación en Dinamarca. Algunos optan claramente por la caricatura, pero todos desafían el aniconismo que el sunismo considera un dogma y el islamismo, un principio inviolable. Sus ilustraciones se publican el 30 de septiembre de 2005 bajo el título “Las caras de Mahoma”.

En las semanas siguientes, la aparición de esos dibujos adquiere rápidamente dimensión internacional. Los imanes y ulemas daneses apelan a los Estados árabe-musulmanes, que protestan por vía diplomática, mientras el Frankfurter Allgemeine Zeitung y el Slobodna Bosna publican también las caricaturas. Por iniciativa de Arabia Saudita, se crea un grupo de boicot a los productos daneses; a su vez, otros diarios europeos siguen los pasos de sus colegas. La escalada continúa hasta que el 4 de febrero de 2006 las embajadas de los países escandinavos en Damasco, Siria, son incendiadas y la Embajada de Francia, tomada por asalto. A partir de esa fecha, el mundo musulmán se verá surcado por disturbios sangrientos.

En París, precisamente, se realiza una primera publicación el 1° de febrero de 2006 en France-Soir, en nombre de la resistencia “de las sociedades democráticas y laicas contra el islamismo”. El rector de la Gran Mezquita de París reacciona asimilando a los caricaturistas con los negacionistas, puesto que el “sentimiento de lo Sagrado no debe ser juzgado ni ridiculizado, y aún menos caricaturizado, por los no creyentes”. El 2 de febrero, despiden al director editorial de France-Soir, Jacques Lefranc. El 3 de febrero, Le Monde y Libération publican dos de las caricaturas y abogan por la libertad de expresión. El 4 de febrero, Charlie Hebdo anuncia un número especial dedicado a las caricaturas. El 6 de febrero, el Consejo Francés del Culto Musulmán (cfcm) presenta una demanda contra el semanario para que se prohíba su venta, pero la solicitud es rechazada por vicios formales. El número especial sale el 8 de febrero.

Seis meses más tarde, Charlie Hebdo es citado a declarar por una denuncia de la Gran Mezquita de París, la uoif y la Liga Islámica Mundial. Esta acción judicial es el resultado de tres pedidos oficiales para que se adopte una legislación que castigue explícitamente la blasfemia, entre ellas, una del cfcm enviada al presidente de la república. Por otra parte, se lanza una petición: “Nos permitimos solicitar su intervención a fin de que se tomen las disposiciones legislativas necesarias para impedir la islamofobia, el insulto y la difamación a Dios y sus profetas”. Finalmente, el 28 de febrero y el 29 de marzo los diputados de la Unión por un Movimiento Popular (ump)2 Jean Marc Rubaud y Éric Raoult presentan una propuesta para modificar la Ley sobre la Libertad de Prensa de 1881 para “prohibir la banalización de la blasfemia religiosa a través de caricaturas”, pero la propuesta se ve rechazada por la Asamblea Nacional. Estos repetidos fracasos llevan a toda esta gente a enfocarse en los tribunales, lugar por excelencia de la blasfemia y su compensación.

El juicio aprovecha también uno de los debates nacionales que más tensa y divide a Francia. En pocas palabras, la querella tiende a repetir las viejas cantinelas ideológicas, pero las divisiones políticas o culturales impiden ver la triple novedad que presenta la situación. Para empezar, el uso del aparato judicial con fines de reivindicación y de reconocimiento comunitarios. En segundo lugar, el reemplazo de la lucha de clases por un frente de razas y de la pertenencia étnica por la pertenencia confesional en el seno de un islamo-izquierdismo que, como el Movimiento de Indígenas de la República (mir), sostiene que los “debates teológicos sobre la libertad de expresión” son sólo la fachada de un “discurso de odio”. Y, finalmente, que a pesar de la pretensión francesa de universalidad, el regreso de la blasfemia se inscribe dentro de una lucha internacional.

El juicio a Charlie Hebdo comienza el 7 de febrero de 2007 ante el Tribunal de Primera Instancia de París. De las doce caricaturas publicadas por el semanario, sólo dos forman parte de la demanda: la que representa a Mahoma con un turbante que termina en forma de bomba y la que lo representa gritándoles a unos kamikazes que se presentan ante las puertas del paraíso: “¡Paren, paren, ya no nos quedan más vírgenes!”. La acusación añadió a estos dos dibujos el que aparece en la portada del número incriminado, en el que se retrata al Profeta decepcionado. La Liga Islámica Mundial, la Gran Mezquita de París y la uoif acusan al semanario diciendo que “esos tres dibujos implicarían el delito de injurias públicas contra un grupo de personas, en este caso los musulmanes, debido a su religión, por cuanto la publicación litigiosa se inscribiría en un plan de provocación muy bien pensado para ofender a la comunidad musulmana en sus creencias más profundas, por motivos relacionados a la vez con una clara islamofobia y con consideraciones puramente comerciales”.

Sin embargo, ¿esta representación coincide con la historia de las luchas de Charlie Hebdo? El análisis de sus 523 portadas de la década 2005-2015 indica lo contrario. Cerca de dos tercios de esas portadas dan cuenta de la actualidad política, 85 tratan de acontecimientos económicos o sociales y 42 involucran a personalidades del deporte y el espectáculo. La religión, con 38 portadas, representa el 7% de la actividad satírica de la revista; 21 de ellas tratan sobre el cristianismo y 7, sobre el islam, mientras que el judaísmo no es objeto de ninguna portada por sí mismo, pero a menudo está asociado a la caricatura de una de las dos otras religiones. En diez años, por lo tanto, sólo el 1,3% de las portadas trataron sobre la religión musulmana.

Tampoco es la cuestión religiosa lo primero que llama la atención cuando analizamos el archivo judicial del semanario. Desde su reaparición en 1992, Charlie Hebdo fue condenado en 9 de los 48 juicios de los que fue objeto, una proporción que muestra la prodigalidad francesa en lo que respecta a los juicios a la prensa, tanto en los textos legales como en las decisiones de la Justicia. La mayoría de los juicios fueron por razones políticas, debido a afirmaciones consideradas injuriosas, y tuvieron resultados más bien desfavorables para los denunciantes. Los más numerosos, por lejos, son los juicios por insultos iniciados por personajes políticos, celebridades o incluso colegas periodistas que en varios casos parecen no apreciar “el espíritu Charlie” cuando se aplica a ellos.

Esa preponderancia del mundo político y mediático se corresponde con la irreverencia de los titulares que le están destinados. Si bien no todos terminan conduciendo a Charlie Hebdo ante los tribunales, suelen mostrar una ferocidad que no le dedican a ningún otro tema, ni siquiera al religioso. La valoración del talento o la descortesía presentes en esas portadas quedan a criterio de cada uno. Sin embargo, está claro que en el mismo periodo las de carácter religioso no difieren de las demás, ni demuestran ninguna intensidad u obstinación en particular.

No hay, por lo tanto, ningún especial encono con la religión, y menos aún con el islam, de parte de la revista. O al menos no lo hay en la intención de los caricaturistas, aunque sí en la percepción de aquellos que se consideran caricaturizados. Ahora bien, así como las portadas que abordan asuntos de religión son minoría, las denuncias presentadas por asociaciones confesionales en nombre de una comunidad y por “ofensa al sentimiento de creencia” ocupan tan sólo un segundo lugar. No es sólo una cuestión de porcentajes. En primer término —y esto resulta sorprendente considerando los prejuicios dominantes—, esas denuncias provienen de sectores militantes del integrismo católico, históricamente vinculados con la extrema derecha y el Front national, con el que comparten el gusto por la judicialización moral. Y proceden sobre todo —otra sorpresa— de una misma oficina activista cuyo nombre ya bien característico es Alianza General contra el Racismo y por el Respeto de la Identidad Francesa y Cristiana (agrif), que entre 1993 y 2008 lanzó por sí sola seis juicios contra Charlie Hebdo. Es importante dar cuenta del detalle de estas acciones legales a la vista de los resultados que provocaron en materia de apreciación judicial.

El 2 de junio de 1993, el semanario satirizó en su portada el peregrinaje a Chartres realizado por grupúsculos tradicionalistas, que competía con la manifestación oficial promovida por el arzobispado de París: “100 km a pie cansan a los hijos de puta”,3 anuncia la leyenda del dibujo, en el que los caminantes enarbolan pancartas con la cruz gamada. Luego de ser condenado en primera instancia, el 1° de junio de 1995 el semanario fue absuelto por el Tribunal de Apelaciones de París, porque “los católicos en su conjunto no pueden sentirse afectados por este artículo que sólo describe a un grupo dentro de esa comunidad”. El 22 de diciembre de 1993, Charlie Hebdo tituló “Ley Falloux4 – ¡Que vivan los curas!”, e ilustró su crítica al proyecto de reforma Bayrou5 sobre la escuela libre con seis caricaturas, una de las cuales mostraba al cantante Michael Jackson rodeado de curas benévolos y en pleno acto de pedofilia sobre el niño Jesús. La agrif demandó a Charlie, pero el 16 de abril de 1996 el Tribunal de Apelaciones de París desestimó la denuncia.

El 3 de julio de 1996, durante la visita oficial de Juan Pablo II a Francia, en su editorial intitulado “Bienvenido, papa de mierda”, tratándolo además de “parásito”, “aprovechador” y “mentiroso”, Philippe Val fustiga tanto un “supuesto orden moral [que mantiene] las conciencias en un subdesarrollo propicio a la aceptación del sometimiento” como un “antisemitismo solapadamente doctrinal”. Entre los diversos afiches que incluye el semanario, uno enumera diversos instrumentos que pueden ser usados para librarse del papa, entre ellos, una guillotina, un cañón, etc. Basándose en esas representaciones, y no en la tapa o en el editorial de Val, por primera vez el periódico fue condenado por “incitación a la discriminación contra la comunidad católica”; en este juicio, se le reconoce a la agrif la capacidad de actuar en nombre del papa sin su consentimiento. El 21 de enero de 1998, Charlie Hebdo publica una caricatura que representa a un cura que, al grito de “¡el cuerpo de Cristo!”, le ofrece a un niño una hostia pegada a su sexo erecto. El 6 de enero de 1999, el Tribunal de Primera Instancia de París se pronuncia a favor del periódico al considerar que “esta representación de la comunión es irreverente e injuriante”, pero debe ser ubicada “dentro del debate actual que suscitaron las numerosas denuncias de actos de pedofilia cometidos por miembros del clérigo”. Y, finalmente, el 10 de septiembre de 2008 Charlie Hebdo publica un artículo escrito por Philippe Val que en su conclusión reclama: “¡Que vuelvan a entregar a los cristianos como comida para los leones!”. La denuncia de la agrif fue desestimada en 2010.

¿Eso es todo? No, el periódico satírico también tuvo problemas judiciales con asociaciones musulmanas, que fueron posteriores a las acciones de la agrif y la tomaron como modelo. Es el caso de la Agrupación Democrática Argelina para la Paz y el Progreso6 y de la Organización Árabe Unida, cuyos imponentes nombres intentan en vano camuflar que se trata en realidad de grupúsculos. Ambas organizaciones denunciaron a Charlie Hebdo por la portada del 19 de septiembre de 2012, “Intocables 2”, que presenta a Mahoma en silla de ruedas y a un rabino que lo empuja mientras grita: “¡No hay que burlarse!”. El semanario fue absuelto. También es el caso de la Liga de Defensa Judicial de los Musulmanes, que en 2013 acusó a Charlie Hebdo, esta vez ante el Tribunal Correccional de Estrasburgo, con la esperanza de que la represión del delito de blasfemia que se mantiene en los textos concordatarios que rigen aún Alsacia-Mosela jugaría a su favor. Pero fue en vano. Por más “judicial” que afirme ser, esta “liga” de escasos integrantes, fundada por el exabogado Karim Achoui con el apoyo de Roland Dumas7 y de Jacques Vergès,8 no llega siquiera a la etapa de los alegatos.

Estos juicios ilustran el creciente intento de los códigos divinos para apoderarse del Código Civil. Y la tendencia de los fundamentalismos a frecuentar las salas de audiencias prueba la poca resistencia de los creyentes que hacen una profesión de fe militante ante el “despotismo legalista” reinante.

Durante el juicio de 2007, Georges Kiejman y Richard Malka, en su carácter de abogados de la defensa, presentaron varios argumentos respaldados por los testigos que llamaron al estrado. Según ellos, la portada de Charlie Hebdo