Ensayo sobre la historia de la sociedad civil - Adam Ferguson - E-Book

Ensayo sobre la historia de la sociedad civil E-Book

Adam Ferguson

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Beschreibung

El "Ensayo sobre la historia de la sociedad civil" forma parte de los libros más editados del siglo XVIII y es, indudablemente, una de las obras más notables de la Ilustración escocesa. El lector encontrará en este escrito de Adam Ferguson una espléndida y original interacción entre el humanismo cívico y el emergente liberalismo cuyas conclusiones irradian luz sobre aspectos de nuestras actuales sociedades. Lo excepcional de la propuesta del ilustrado escocés es que, a pesar de haberla construido en un entorno que mayoritariamente reivindicaba los presupuestos del liberalismo económico, no separa la mirada de los valores de la tradición republicana y busca constantemente situar lo político como componente medular de la sociedad civil.

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Akal /Básica de bolsillo/ 207

Serie Clásicos del pensamiento político

Director de la serie

Ramón Máiz

Adam Ferguson

Ensayo sobre la historia de la sociedad civil

Introducción, traducción y notas de

María Isabel Wences Simon

Diseño cubierta: Sergio Ramírez

Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 270 del Código Penal, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes sin la preceptiva autorización reproduzcan, plagien, distribuyan o comuniquen públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte.

Título original: An Essay on the History of Civil Society

© Ediciones Akal, S. A., 2010

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-3604-3

Introducción

Adam Ferguson ha sido descrito como «uno de los más grandes […] en la historia de la cultura europea»[1] y su Ensayo sobre la historia de la sociedad civil es considerado como «uno de los mejores trabajos de la Ilustración escocesa»[2]. Nació en la frontera entre las tierras altas y las tierras bajas, en Logierait, Pertshire, Escocia, el 20 de junio de 1723, el mismo año que naciera Adam Smith y se fundara la Honourable Society of Improvers in the Knowledge in Scotland. De niño fue un incansable lector apasionado de la mitología griega y a los 15 años se abrieron para él las puertas de la Universidad de St. Andrews. Obtuvo el grado de Master of Arts tras haber demostrado ser «uno de los mejores alumnos y quizá el mejor en matemáticas y en metafísica de su generación»[3].

Se trasladó a la Universidad de Edimburgo para estudiar teología y ahí tuvo la oportunidad de verse inmerso en una efervescente atmósfera intelectual y convivir con una elite estudiantil que con el tiempo llegaría a tener en Escocia una considerable influencia social y política; algunos de los hombres que conoció en esa época y con los que conviviría a lo largo de su vida fueron el dramaturgo John Home; el historiador y posterior rector de la Universidad de Edimburgo, William Robertson; el futuro catedrático de Retórica, Hugo Blair; y el que más tarde sería ministro de Inveresk, Alexander Carlyle, todos ellos integrantes de la llamada Ilustración escocesa. Durante esa época estudiantil muchas de las reuniones tenían lugar en casa de la familia Adam, conocida saga de arquitectos. Ese hogar, en el que Ferguson vivió en distintos momentos de su vida, se convirtió en un espacio de encuentro y tertulia al que concurrían no sólo los nombres antes mencionados, sino también ilustrados escoceses de la talla de David Hume y Adam Smith.

Ferguson no se había ordenado todavía como ministro cuando fue llamado para formar parte del 43rdHighland (Black Watch) Regiment en calidad de capellán castrense. Durante varios años desempeñó esta labor, primero como suplente y después como principal, y se hizo merecedor del sobrenombre de Warlike Chaplain (capellán guerrero), debido a su fuerte temperamento y su brío aventurero. Durante esta época, tiene lugar el intento de los jacobitas de restituir en el trono al pretendiente Carlos Eduardo Estuardo y Ferguson blande su espada antijacobita predicando un sermón en gaélico que pasaría a ser su primera contribución escrita. Lo tituló A Sermon Preached in the Ersh Language to His Majesty’s First Highland Regiment of Foot, commanded by Lord John Murray, at their Cantonment at Camberwell, on the 18thday of December, 1745, y fue traducido al inglés por el propio autor. Este sermón es importante por las exhortaciones patrióticas y la elegancia del lenguaje; sus palabras denuncian duramente las intenciones del pretendiente y de Francia y alientan a las tropas a la lucha en defensa de su religión, de su país y de su rey (Jorge II).

Cuando se le ordenó al Black Watch la misión de ir a América, Ferguson optó por quedarse en Escocia y dimitió de su cargo, concluyendo su etapa de capellán castrense. Sin duda, la experiencia y el conocimiento que obtuvo durante esta etapa serían significativos a lo largo de su vida, no sólo porque son años que le permitieron observar detenidamente la conducta y el carácter humanos y vivir la guerra en directo, sino también porque adquirió herramientas que le serían de utilidad para analizar los fenómenos políticos de la época, como bien quedaría reflejado tanto en su Ensayo sobre la historia de la sociedad civil como en su Historia sobre el progreso y decadencia de la República romana.

La dimisión como capellán se acompañó de un alejamiento del ministerio, sin que ello significase un rechazo a la doctrina de la Iglesia escocesa. Por el contrario, durante toda su vida defendió la causa moderada en la Asamblea General de dicha Iglesia[4]. Probablemente, su alejamiento se debió más al hecho de que prefería dedicarse a la vida académica e intelectual.

Durante aproximadamente tres años hizo varios intentos para obtener una cátedra en la universidad, objetivo que logró en agosto de 1759. Estos años previos a su llegada al célebre ámbito universitario escocés serán significativos por varias razones. Para empezar, porque escribió su primer panfleto sobre la milicia, Reflections Previous to the Establishment of a Militia, y aunque fue publicado anónimamente, Alexander Carlyle en sus memorias subrayó que había que agradecer el esfuerzo de Ferguson porque el escrito contenía «todos los genuinos principios que se necesitan para la defensa nacional»[5]. El aspecto central que Ferguson subraya aquí es que la obligación de participar en el ejército posee un valor infinitamente menor al honor que representa el hecho de mostrar una iniciativa personal de defensa. En este panfleto y en otro posterior, escrito en tono de sátira y denominado The History of the Proceed­ings in the Case of Margaret, Commonly Called Peg, Only Lawful Sister of John Bull, Esq. (1761), Ferguson dejó entrever las primeras expresiones de un tema que le obsesionaría a lo largo de su vida: el derecho a que Escocia contase con su propia milicia. Muestra de ello es que años más tarde fundaría, junto con otros ilustrados, una asociación cuyo objetivo central era promover la constitución de una milicia escocesa; la llamaron Poker Club, probablemente para ocultar, en un primer momento, sus verdaderos objetivos, ya que la cuestión de la milicia era particularmente controvertida en la segunda mitad del siglo XVIII[6]. Bajo el manto del Poker Club Ferguson ideó e impulsó la Scottish Militia Bill, que generaría un gran debate entre los ilustrados, pero que finalmente resultaría una propuesta que se quedaría en el papel.

Respecto de estos años anteriores al ejercicio universitario, también cabe destacar que Ferguson es nombrado sucesor de David Hume como bibliotecario en la Facultad de Derecho. Este hecho le abrió las puertas a más de treinta mil volúmenes de una de las mejores bibliotecas de Europa. Al mismo tiempo, se le presenta la oportunidad de convertirse en tutor de los hijos de lord Bute, influyente político, representante escocés en la Cámara de los Lores y futuro –de facto– primer ministro; al respecto Hume, en una carta dirigida a Gilbert Elliot, escribiría: «Espero que lord Bute se encuentre satisfecho con su elección porque ha elegido como tutor de su hijo a un hombre con sensibilidad, conocimiento, gusto, elegancia y de costumbres morales»[7]. Este nombramiento significaba para Ferguson un desahogo económico y la posibilidad de moverse en los círculos del poder.

A estos servicios se dedicaba Ferguson cuando llegó la oportunidad de ocupar un puesto como profesor de Filosofía natural en la Universidad de Edimburgo. No era en Filosofía moral como hubiera gustado al ilustrado escocés, pero se tomó seriamente su nueva responsabilidad y pronto elaboró su manual, que contenía las lecciones que impartía en sus clases. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por enseñar los contenidos de la filosofía natural y de sus buenas relaciones con los científicos de esta área del conocimiento, Ferguson siguió inclinado por estudiar y escribir sobre temas propios de la filosofía política y moral y en 1764 logró una de sus metas, hacerse con la cátedra de Filosofía moral de la Universidad de Edimburgo. Rápidamente se convirtió en un profesor de prestigio, sus clases llegaron a ser muy populares y en pocos años triplicó el número de alumnos que acudía a ellas. Su fama fue tal que algunos autores subrayan que durante un tiempo se convirtió en «el más acreditado de los profesores y filósofos de la época»[8].

Asentado como profesor y con una buena reputación a cuestas comienza su producción científica. En el otoño de 1766 Alexander Kincaid y John Bell se convierten en los editores de su manual Analysis of Pneumatics and Moral Philosophy.For the Use of Students in the College of Edinburgh, que recogía parte de sus lecciones impartidas en clase. Este trabajo fue revisado, actualizado y modificado por Ferguson en varias ocasiones a lo largo de su vida. Primero apareció con el título antes mencionado, más tarde con algunas modificaciones como Institutes of Moral Philosophy y finalmente, tras una reestructuración en profundidad, en dos volúmenes como Principles of Moral and Political Science.

Sin embargo, el mayor reconocimiento lo obtendría en 1767 con la publicación del Ensayo sobre la historia de la sociedad civil[9]. Esta obra salió a la luz casi nueve años después de que Adam Ferguson diera a conocer a sus amigos cercanos una versión previa de este trabajo a la que había denominado Tratado sobre el refinamiento. Durante todos estos años, el ilustrado escocés pulió esta obra que se consagraría como una de las más editadas en el siglo XVIII; para 1793 se habían publicado otras seis ediciones inglesas, así como un par de reimpresiones e incluso ediciones no autorizadas, y su autor llegó a conocer las traducciones al francés, al alemán y al italiano[10].

El Ensayo recibió grandes elogios y en general fue bien recibido en el círculo intelectual escocés, así como en Inglaterra, en la Europa continental y en las tierras de América del Norte. Entre los que colmaron de cumplidos a esta obra se encuentran los ilustrados escoceses James Beattie, lord Kames, William Robertson y Hugh Blair, y de los pensadores no escoceses cobran relevancia los halagos del baron d’Holbach[11]. Por el contrario, su amigo David Hume mostró una opinión adversa sobre dicho escrito[12]. Hay razones para creer que la desavenencia de Hume respecto del Ensayo puede deberse a su aversión por la retórica moralizadora que puede encontrarse en algunas partes de la obra[13], pero hay indicios que hacen pensar que probablemente se debió más a un problema de construcción y de estilo, ya que adujo que muchos de los fallos del Ensayo se debían a que había sido escrito por un gaélico parlante que escribía en inglés, más aún, por la pluma de un «aldeano»[14].

Mi labor como editora, y traductora al español, de esta obra de Ferguson me hace compartir parte del juicio crítico que sobre el estilo hiciera David Hume. Parece paradójico que Ferguson, que fue un profesor afamado, cuyas aulas estuvieron repletas de alumnos y cuyas disertaciones, tanto en clase como en las sociedades a las que pertenecía, eran escuchadas con entusiasmo, desarrollase en el Ensayo una prosa compleja que en ocasiones llega a ser inconexa. Como el lector podrá comprobar, leer esta obra de Ferguson no es fácil: «Su excelente estilo parece torpe más que diestro, laborioso más que fácil. El lenguaje del Ensayo sobre la historia de la sociedad civil es habitualmente terso y los momentos solemnes de difícil comprensión, deshilvanados en su ilación»[15]. David Kettler, un profundo conocedor de Ferguson, nos dice que su pensamiento es una especie de rompecabezas en el que, paradójicamente, se presenta un conjunto de ideas «difícil de sistematizar» y, al mismo tiempo, «fáciles de aplicar al mundo que conocemos»[16].

Es conveniente subrayar que Ferguson no tiene la refinada pluma de Hume o Smith y que algunas veces pareciera que su discurso es superficial y pedestre. Sin embargo, en sus obras encontramos momentos de enorme brillantez, originalidad e imaginación. Ferguson no es, como algunos han considerado, un simple profesor que casualmente vivió en la época de Smith y de Hume, sino que es un pensador de la misma talla y con propuestas oportunas e innovadoras, alguien que discutió al mismo nivel con ellos, alguien que les apoyó en diversas ocasiones, incluso alguien que les ayudó a dar forma a algunas de sus ideas, más aún, alguien que les impresionó favorablemente.

Ahora bien, independientemente de la polémica que suscitó entre Hume y Ferguson la publicación del Ensayo y de las dificultades que presenta su lectura, el escrito fue, como ya mencioné, bien recibido en las esferas política e intelectual del siglo XVIII y hoy en día se le considera como «un relevante, estimulante y provocativo trabajo que irradia una inesperada luz sobre aspectos de nuestra actual sociedad capitalista»[17].

Las seis partes del Ensayo comprenden una narración del crecimiento y el deterioro de la humanidad, pero sin que ello signifique necesariamente la defensa de un modelo circular de historia. En la primera parte, De las características generales de la naturaleza humana, Ferguson presenta argumentos para sostener que el hombre es ineludiblemente un miembro de la sociedad. Las siguientes dos partes, De la historia de las naciones rudas y De la historia de la política y las artes, intentan ordenar la multiplicidad de formas que puede adoptar la sociedad utilizando como herramienta explicativa la teoría de los estadios. Conviene subrayar que no estamos aquí ante una simple narración sobre el progreso; Ferguson constantemente advierte sobre la inmanente tensión entre el progreso material y el avance moral. Esta última coordenada de la tensión constituye el núcleo de las siguientes tres partes y Ferguson va desplegándola de manera gradual, primero hace un examen del escenario y progresivamente va advirtiendo sobre sus peligrosos alcances. Los epígrafes son reveladores de las nocivas condiciones con las que pueden encontrarse y enfrentarse las sociedades pulidas: De las consecuencias que resultan del avance de las artes comerciales y civiles,De la decadencia de las naciones y De la corrupción y de la esclavitud política.

Esta obra de Ferguson se ocupa de temas que también preocupaban a otros pensadores –no sólo escoceses– de la época. Las características de la naturaleza humana, las particularidades de la sociedad política, las diferencias entre naciones tomando en cuenta variaciones temporales y geográficas, las formas de gobierno, las características del progreso y la decadencia, la tensión entre el interés público y el privado y la corrupción política. Para comprender las ideas de Ferguson sobre estos tópicos es fundamental conocer cuáles fueron sus fuentes centrales de inspiración. Desde una perspectiva clásica, las influencias principales que el ilustrado escocés recibió fueron las de los estoicos, particularmente los estoicos romanos; si se lee con detalle su Ensayo y otras de sus obras se puede constatar la particular devoción que tenía por Marco Aurelio y Epicteto, cuyas enseñanzas se encuentran en los pilares de su pensamiento. El estoicismo influyó a tal grado en Ferguson que él mismo se autodenominaba «el más antiguo de los romanos» y según su amigo George Demp­ster él era conocido como el «Epicteto moderno». Ahora bien, su mirada también estuvo puesta en Aristóteles, Tácito, Polibio, Tucídides y Cicerón; ello explica el hecho de que la Edinburgh Review le nombrara el «Catón escocés»[18]. Entre sus inspiraciones modernas, las más destacables son el presbiterianismo escocés del ala moderada y figuras destacables como Hugo Grocio, Isaac Newton y Francis Bacon –quienes también ejercieron una gran influencia en todo el pensamiento ilustrado escocés–, así como Nicolás Maquiavelo, lord Shaftesbury, Francis Hutcheson y Charles Louis Montesquieu.

En relación a los aspectos metodológicos empleados por Ferguson en la construcción de su propuesta histórica, social y moral habría que subrayar que sigue lo que podría denominarse una antropología empírica y social. Para analizar el fundamento de la naturaleza humana y la configuración histórica e institucional de la sociedad civil, el ilustrado escocés centra su atención en descubrir científica y empíricamente las leyes que gobiernan a la naturaleza humana y deducir de ellas los principios morales que sirven de pauta para la conducta[19]. En éste, como en otros aspectos, Ferguson emula al estoico Epicteto en la idea de que una de las misiones de los filósofos es descubrir las leyes de nuestra naturaleza con el fin de poder actuar de acuerdo con ellas. Por tanto, el resultado es un procedimiento tanto empírico como normativo.

Para un lector poco atento, el Ensayo pareciera aludir únicamente a una historia social de la especie humana, pero en realidad para Ferguson esta historia social es también un ejercicio de filosofía moral. Es verdad que el sujeto de su historia es la sociedad humana y que ésta se constituye como la médula de la existencia, desarrollo y evolución de los individuos y, por ello, al profundizar en el estudio de las formas de socialización y de las leyes que las gobiernan, el ilustrado escocés tuvo especial cuidado en distinguir la historia descriptiva de las prescripciones normativas. La ciencia consiste en el estudio de las leyes de la naturaleza, pero el término ley puede dar lugar a confusión, por lo que debe quedar claro que éstas pueden ser físicas o morales. De la misma manera que sucede en el campo de la biología, la expresión «leyes físicas» puede usarse para representar algunas uniformidades de la naturaleza intelectual y espiritual de los hombres[20]; la ley física alude a «aquellos hechos que se encuentran regular e invariablemente establecidos en el curso de la naturaleza» o «a aquellos hechos que hacen referencia a las operaciones mentales fijas e invariables» y ambos son «estrictamente observables»[21]. El otro uso de la ley es el que hace referencia a «toda expresión de lo que es bueno»; si bien no alude a la universalidad de ciertos tipos de conducta, sí se refiere a una ley «que deseamos sea uniformemente observada». Dicha ley «es consecuencia de la rectitud, o de la autoridad de la que procede y no la consecuencia de la existencia de hechos». Este segundo tipo de ley tiene un gran interés para Ferguson porque, como él afirma en el Ensayo, «cualquiera que haya sido el estado original de nuestra especie, es más importante para nosotros conocer las condiciones a las que aspiramos que aquellas que, supuestamente, nuestros antepasados han abandonado»[22]. El primer sentido dará lugar a las llamadas leyes físicas que deben su existencia a hechos; y el segundo, a las leyes morales que existen en tanto se convierten en obligatorias[23]. Lo que interesa de esta anterior explicación es que el escocés parece sugerirnos que su análisis como historiador científico se encuentra subordinado a su misión como moralista.

Ferguson adoptó un tipo de empirismo newtoniano y lo combinó con el método descriptivo e histórico de Montesquieu, lo que dio lugar a una propuesta sociológica original. Se alejó de los procedimientos de deducción racional y adoptó la explicación newtoniana del orden cósmico. Las leyes de la naturaleza, especialmente relacionadas con el orden social, se comprenden mejor si son adecuadamente observadas. Aplicó al campo de las ciencias sociales la metodología científica que había sido utilizada en el reino físico y procuró comprender la naturaleza o constitución de los hombres con base en leyes universales o primeros principios y la creencia en la uniformidad de la naturaleza humana[24].

Esta metodología que condujo a Ferguson a aplicar al caso humano la máxima de que para poder llegar a los principios generales de la ciencia los hechos deben poder observarse y que, por tanto, el historiador debía coleccionar datos para poder exponer su teoría con fundamento, es la que le llevó a concluir que la sociabilidad humana es un fenómeno natural. La observación lo hace evidente: «Los relatos procedentes de cada rincón de la tierra, de los más antiguos a los más recientes, concuerdan en representar a la especie humana siempre reunida en grupos y en compañías»[25]. Los hombres viven en sociedad porque siempre han vivido en ella y seguirán haciéndolo; es una tendencia que se encuentra en la propia naturaza humana.

Ahora bien, la condición innata que conduce a los hombres a la sociabilidad se ve reforzada por factores tales como el hábito. El apego instintivo que presentan los hombres, y que queda demostrado en las relaciones que van más allá de aquellas que se dan entre padres e hijos como es la amistad, se convierte en un hábito y es éste, y no un criterio racional, el encargado de fortalecer los lazos sociales y guiar la conducta moral. La sociabilidad va más allá del «amor paternal» y de «la inclinación común al hombre […] de vivir en rebaños»[26], los lazos de amistad se fortalecen gracias a un «ardor decidido» que llega cuando los hombres han «recorrido juntos, por algún tiempo, el camino de la fortuna. Los mutuos descubrimientos de generosidad, las hazañas compartidas estrechan todavía más los lazos de la amistad y encienden en el hombre tal pasión que ni las consideraciones de interés personal ni el peligro pueden apagar»[27]. A lo largo del Ensayo Ferguson da cuenta de que el amor paternal, los lazos familiares y la construcción de la amistad se encuentran estrechamente vinculados con hábitos.

La hábil intuición de captar los alcances del hábito en el entramado social se acompaña de la negativa de concederle validez a aquellas pretensiones que buscan explicar la sociabilidad con base en criterios racionales o instrumentales. Así lo confirma Ted Benton cuando subraya que el ilustrado escocés fue uno de los primeros pensadores en señalar las «incoherencias» de la concepción ilustrada del individualismo en sus variantes metafísicas, al demostrar cómo todas las formas de vida son «necesariamente formas de existencia social»[28].

Para el ilustrado escocés la «condición natural» de los hombres siempre será la vida en sociedad. Al contrario de Rousseau, la conducta humana sólo puede entenderse socialmente, todas las formas de existencia son necesariamente formas de existencia social; incluso Ferguson llega a decir que los individuos criados en soledad no tienen una naturaleza plenamente humana: «Si llevan a un hombre al desierto y lo dejan solo, se transformará en una planta desarraigada de su suelo; aunque conserve su apariencia, todas sus facultades se alterarán y se perderán; la persona y el carácter humano dejarán de existir»[29]. En Ferguson todos los impulsos tienen una referencia social y la humanidad siempre y en todas partes se encuentra en un estado natural. Esta insistencia en sostener que toda situación y condición es natural a las especies, que la sociabilidad es natural, lo llevó a considerar inviable la posibilidad de un hipotético estado de naturaleza donde los hombres pudiesen vivir aislados unos de otros.

El llamado «estado de naturaleza», que algunos pensadores de la época hicieron parte de su teoría, fue duramente criticado por Ferguson por considerarlo poco realista e inútil, incluso como una herramienta analítica, no solo porque Ferguson no está buscando justificaciones para establecer principios abstractos de obligación y autoridad, sino también por razones empíricas. Ferguson, en la primera sección de la parte con la que abre su Ensayo y que denomina «Sobre la cuestión relativa al estado de naturaleza», critica el discurso en torno a su supuesta existencia y afirma que los teóricos del estado de naturaleza observan a los humanos en un sentido ajeno al de cualquier historia natural de toda especie animal.

Para el pensador escocés, los hombres no pueden haber vivido en estado de naturaleza porque siempre han vivido en alguna forma de sociedad. «Todas las situaciones son igualmente naturales», subraya en el Ensayo; «si nos preguntan», sostiene, «dónde está el estado de naturaleza, contestaremos que está aquí; y no importa si nos referimos a la isla de Gran Bretaña, al cabo de Buena Esperanza o al estrecho de Magallanes. En cualquier lugar donde el hombre activo ejerce sus talentos y transforma el medio que lo rodea, estamos ante situaciones igualmente naturales»[30].

Al rechazar la idea de un estado de naturaleza declarando que todas las situaciones son naturalmente iguales, Ferguson refutaba también a los teóricos del contrato social. Su observación de que «el arte en sí mismo es natural al hombre», es decir, no podemos hablar «del arte como algo distinto de la naturaleza»[31], lo lleva a sostener que no tiene sentido hacer una diferencia entre «la condición natural de la humanidad» (el estado de naturaleza) y su existencia civil o política de carácter artificial (hecha por un contrato). La sociedad civil no es producto de un contrato ni de una imposición, sino que es resultado de un proceso natural, tal como lo demuestra la teoría de los estadios. Suponer que el hombre ha vivido todo el tiempo en sociedad es admitir que la cohesión social no tiene necesidad de un acto fundador. Las palabras de Gautier son oportunas: «[…] fundar la legitimidad de la sociedad en el contrato –el contrato social– equivale a reconocer que la sociedad no es un hecho natural. Admitir la naturalidad de los lazos sociales –el rechazo al contrato– conduce a pensar que la sociedad depende de ella misma y que no tiene necesidad de ser fundada»[32].

Ferguson es claro en su rechazo a las teorías contractualistas y en su negativa a buscar en un principio trascendente la causa última de la organización de los hombres en la sociedad. Con ello, el filósofo escocés desvanece «las abstracciones históricas del pensamiento de Locke y la, tan sólo publicada un lustro antes, de Rousseau»[33], y mantiene su fidelidad a su admirado Montesquieu al reivindicar la contundente afirmación que el bordolés hiciera en las Cartas Persas: «[…] todos [los hombres] nacen conexos unos con otros […]. Eso es la sociedad y el origen de la sociedad»[34].

La aproximación empírica de la que Ferguson se sirvió en sus análisis sobre la naturaleza humana y la convicción de que el método newtoniano de obtención del conocimiento era certero también estarían en la base de sus observaciones sobre la evolución, configuración y desarrollo de la sociedad. Al igual que otros miembros de la Ilustración escocesa, entre ellos David Hume, Adam Smith, William Robertson, John Millar, Dugald Stewart y lord Kames, Ferguson tuvo siempre entre sus objetivos científicos el estudio de la sociedad, en particular la sociedad de su época, que estaba inmersa en intensos cambios sociales y materiales. Pero no solamente se limitó a describir y a enumerar leyes, sino que la elaboración de su ciencia social estaba directamente vinculada con una crítica normativa de estos cambios y de sus consecuencias en la vida social.

En el Ensayo Ferguson hace un análisis de la configuración histórica de la sociedad. En éste tres elementos cobran importancia: la propia práctica historiográfica, el análisis sociohistórico de la humanidad con base en una herramienta heurística conocida como la teoría de los estadios y la configuración institucional de la sociedad explicada a partir de un orden espontáneo que resulta de consecuencias no intencionadas de la acción.

En relación al método de investigación histórico, Ferguson llevó a cabo un análisis socioantropológico y, a pesar de que los instrumentos conceptuales y la información a los que tenía acceso eran escasos, cumplió con dos de las condiciones propias de la práctica científica. En primer lugar, su análisis fue empírico porque observó y analizó mediante hechos el curso del desarrollo social; consideraba que su aproximación era correcta porque podía comprobarse empíricamente, incluso aquello que por falta de información debía obtenerse mediante la construcción de conjeturas. Y en segundo lugar, su análisis fue sistemático no sólo porque adaptó al mundo social el concepto físico de la operación causa-efecto, sino porque siempre que pudo respetó el ejercicio de la comparación y el rigor en el uso de las fuentes, tanto antiguas como modernas.

La reflexión científica que Ferguson y algunos otros ilustrados escoceses, como Adam Smith, James Dunbar o John Millar, realizaron sobre la historia social dio lugar a las primeras teorías estructuradas sobre el desarrollo sociocultural[35]. Elaboraron un complejo esquema sobre el devenir de la sociedad que se convirtió en una herramienta heurística para el estudio de la sociedad civil y que consiste en confeccionar como instrumento analítico grandes etapas, que hoy podríamos llamar «típico-ideales», que fuesen de utilidad para explicar el desarrollo social.

Salvajismo, barbarie y sociedad civil –pulida y comercial– son las etapas que Ferguson eligió como instrumento analítico para explicar heurísticamente el desarrollo social. Cada una de ellas representa un avance con relación a la anterior y a cada una le corresponden distintas ideas e instituciones relativas al desarrollo cognitivo, la propiedad, el gobierno y el derecho, y percepciones sobre las costumbres, el modo de subsistencia, los rangos, las normas morales y la división del trabajo.

Esta propuesta, conocida como la teoría de los estadios, intenta demostrar que la humanidad ha atravesado por distintas fases comenzando por lo que Ferguson denominó, en su segunda parte del Ensayo, «La historia de los pueblos incivilizados» hasta la llegada de la sociedad civil, que era la sociedad comercial en la que él mismo estaba viviendo[36].

Con base en esta explicación, el ilustrado escocés intentaba demostrar que la configuración de las instituciones sociales, políticas, legales, económicas y lingüísticas se ha ido formando a lo largo de la evolución de la sociedad gracias a innumerables acciones humanas hechas por personas que ignoraban las posibles consecuencias, generalmente lejanas, a las que sus actos podían conducir.

Ferguson defendía así que la sociedad civil comercial surge espontáneamente, sin la intervención de un designio deliberado. Intentó, al igual que el resto de los ilustrados escoceses, demostrar que las instituciones sociales con elevados grados de complejidad no necesariamente eran el resultado de un designio intencional. Las estructuras sociales y políticas altamente complejas y con capacidad para integrar un cúmulo de datos concretos superior a lo que cerebro alguno puede aprehender solamente pueden ser el resultado de la combinación de fuerzas de carácter espontáneo.

Sobre este aspecto, Ferguson plasmó en el Ensayo una idea de dimensiones altamente significativas. Escribió que las instituciones sociales y políticas aun cuando son el «resultado de actos humanos» no lo son de «la ejecución de un designio humano»[37]. Estas palabras del escocés enuncian por primera vez con claridad y contundencia una idea fundamental que se encontraba tenuemente esbozada en algunas obras de científicos sociales de la época. Esta idea sostiene que los modelos sociales complejos no son el resultado de la decisión deliberada de un individuo o un grupo de individuos; el origen y desarrollo de las instituciones sociales y políticas no resultan del artificio y la razón, sino de la consecuencia no prevista de innumerables acciones individuales que tienen lugar a lo largo del desarrollo evolutivo. En el Ensayo Ferguson delinea su planteamiento con seguridad: «Como los vientos que provienen de donde nadie sabe y soplan donde quieren, las formas de la sociedad tienen un origen oscuro y remoto: surgieron, mucho antes del nacimiento de la filosofía, de los instintos más que de las especulaciones de los hombres. La raza humana está regida, en las instituciones y medidas que adopta, por las circunstancias en que se encuentra; y rara vez se desvía de su camino para seguir el proyecto de un solo hombre»[38].

La idea medular aquí es que aun cuando la configuración institucional puede explicarse como una consecuencia de la acción de los hombres, ésta no es el resultado de la decisión de un poder omnisciente, sino que es independiente del designio humano. Al dar vida a esta idea, Ferguson rompe con la arraigada dicotomía que se establecía entre lo natural y lo artificial, destruye el mito del sabio legislador y ofrece «sin duda la formulación más avanzada de la ley de las consecuencias involuntarias de todo el medio siglo que estamos estudiando»[39]. La consecuencia más importante que resultaría de esta idea es que «exigió todo un nuevo corpus teórico de conocimiento del que, finalmente, surgirían las ciencias sociales»[40].

Otro aspecto importante a considerar cuando se lee el Ensayo es que el ilustrado escocés fue uno de los primeros en afirmar la importancia del conflicto y de la hostilidad para la supervivencia institucional y el mantenimiento de la cohesión social. Esta perspectiva le aleja del énfasis aristotélico y posteriormente hobbesiano de la búsqueda de tranquilidad social. En la sección del Ensayo «De los principios de guerra y disensión», afirma que «el hombre no sólo encuentra en su condición los orígenes de la discordia y de las disensiones; parece tener en su ser las semillas de la animosidad y buscar con ansiedad y placer las ocasiones de conflicto mutuo»[41]; esta propensión no va en detrimento de su natural tendencia a la sociabilidad, sino, por el contrario, es un elemento indispensable para la supervivencia de las sociedades civilizadas. Estas «semillas de la animosidad» conducen a los hombres, tanto en su dimensión individual como en su dimensión social, a acciones que tienen efectos sociales positivos. «Los principios de la hostilidad entre los hombres», subraya el escocés, producen en ellos «las inclinaciones más favorables a la humanidad»[42]. La animosidad y el conflicto estimulan en los hombres deberes cívicos: «Es en la diversidad de sus intereses respectivos, en la discusión de los asuntos que tratan entre ellos en pie de igualdad, que llegan a ejercer su razón y a probar sus virtudes»[43].

Considerar que «el orden social nace del propio conflicto y de la oposición entre las partes»[44] y que éste es básico como elemento estructurador de la sociedad es un signo característico del pensamiento de Ferguson que le aleja del contractualismo racionalista propio de Hobbes y le sitúa en los preámbulos del pensamiento sociológico. Así, su tratamiento del conflicto junto con su énfasis en la importancia del hábito y su propuesta sobre las relaciones entre la acción humana y la estructura social y las consecuencias sociopolíticas de la evolución histórica son desarrollos que permiten «apreciar el primer brote de la teoría social moderna»[45], a la que deben mucho los padres fundadores de la sociología del siglo XIX[46]. Las palabras de Ronald Meek sobre este aspecto resultan reveladoras: «El Ensayo sobre la historia de la sociedad civil de Ferguson […] es indudablemente una de las obras más notables de la época. Original, sutil y provocativamente compleja, se considera hoy, con razón, como uno de los primeros ejercicios importantes en el campo que los sociólogos modernos han delimitado como suyo»[47]. Algunos autores van más allá y afirman que «Ferguson proporcionó las percepciones sociológicas más serias dentro de las tendencias contradictorias y peligrosas de la naciente sociedad comercial»[48]. E incluso, para otros, el ilustrado escocés puede ser considerado como uno de los padres fundadores de la sociología[49].

Sin embargo, es importante que esta etiqueta que le clasifica como antecesor del pensamiento sociológico no oscurezca otras importantes aportaciones de su pensamiento. Su Ensayo es una muestra de que sus escritos son también en gran medida ejercicios propios de la historia y de la filosofía moral y política.

Las partes finales del Ensayo abordan temas centrales que merecen ser comentados. Ferguson coincide con los otros ilustrados escoceses en la idea de que la sociedad civil es una sociedad que ha superado la condición salvaje y preponderantemente agrícola y se ha configurado naturalmente como sociedad comercial, pero discrepa en lo referente a las consecuencias que pueden generar sus elementos constitutivos y sobre las pautas normativas que de ellas puedan derivarse. Encontramos aquí una distinción normativa entre aquellos que se inclinan más por acompañar a la sociedad civil de contenidos liberales y aquellos que ponen el acento en la necesidad de reivindicar los valores de la tradición republicana, en concreto la virtud cívica.

Lo que distingue a Ferguson de otros de sus contemporáneos escoceses es la constante preocupación por los peligros sociopolíticos en los que puede verse inmersa la sociedad civil. El autor del Ensayo es consciente del avance que para la humanidad significa la presencia de esta sociedad civil, pero no se muestra ciegamente optimista y deja ver su temor ante la posibilidad de que los avances políticos puedan ser reversibles; para el escocés el desarrollo económico no necesariamente va acompañado del psicológico y el moral. Ferguson manifiesta su gran preocupación por la latente corrupción que acompaña a la sociedad civil comercial ya que algunas de sus características internas pueden quebrantar la virtud cívica y fertilizar la tierra para que germine el despotismo.

El ilustrado escocés advierte sobre la presencia de dos grandes peligros sociopolíticos[50]. En primer lugar, aunque es consciente de que la división del trabajo –la separación de las artes y las profesiones– es una condición ineludible de la sociedad civil y de que conlleva una serie de beneficios económicos tales como aumento de la riqueza, incremento de la productividad y crecimiento gradual de las comodidades y el bienestar, considera que su presencia también puede llevar a una pérdida de la entereza humana, socavar el ejercicio ciudadano y minar el honor marcial.

Tal como Karl Marx subrayara, Ferguson fue uno de los primeros pensadores en reconocer los beneficios y peligros de la división del trabajo[51]. El ilustrado escocés veía la especialización en el comercio como uno de los rasgos más llamativos de las consecuencias no intencionadas de los actos humanos: «La separación de las artes y de las profesiones abre las fuentes de riqueza»[52]. Pero cuando la especialización llega a las esferas del gobierno y la defensa, cuando los hombres de Estado y los soldados devienen antes profesionales que ciudadanos, las consecuencias son terribles porque «remplaza el genio inventivo en cada arte por reglas y formas; rompe, de alguna manera, los lazos de la sociedad y aleja a los individuos del escenario común de sus ocupaciones»[53]. Esta crítica significa un terrible recordatorio para quienes creen que los procesos no intencionados siempre traen resultados beneficiosos.

El segundo peligro sociopolítico que percibe Ferguson es que hay altas probabilidades de que ciertos rasgos que acompañan a la sociedad civil corrompan el espíritu público por las amenazas que supone para la virtud cívica la llegada del interés y la continua búsqueda del lujo así como la creciente preferencia por el reposo y en consecuencia el abandono de la vida activa. En la quinta parte del Ensayo, Ferguson es contundente: «Si queremos encontrar las causas definitivas de la corrupción, sólo necesitamos examinar» aquellas situaciones que «privan al ciudadano de la posibilidad de actuar como un miembro de la comunidad, que quebrantan su espíritu, que envilecen sus sentimientos y lo inhabilitan de toda posibilidad de acción»[54].

Para el escocés la corrupción es la principal causa de declive y ruina de la sociedad civil. Por corrupción, el ilustrado entiende una depravación del carácter humano que conduce a la indiferencia o a la pérdida de interés por participar en los asuntos públicos. Surge cuando los hombres adoptan una actitud negligente ante la participación política y giran la mirada hacia los asuntos de su propio interés. Lo que más le preocupa es el abandono de la vida activa y la exaltación del reposo, esto es, la inclinación a adoptar una actitud políticamente pasiva. Ferguson estaba convencido de que el hombre, de acuerdo con «observaciones generales», «no está hecho para el descanso. En él, toda cualidad amena y respetable es una fuerza activa; todo lo que es materia de alabanza es esfuerzo», su virtud consiste «en el movimiento de un ser activo»[55]. En consecuencia, el gran mal para el hombre es el reposo porque la apacible indiferencia fomenta los vicios y una vez que éstos se diversifican el ascenso del despotismo es cuestión de tiempo.

Si se realiza una lectura atenta del Ensayo lo que encontramos es una interacción entre la moderna economía política y el republicanismo clásico. En este sentido, tienen razón J. G. A. Pocock y Lisa Hill, el primero cuando califica al Ensayo como la obra «más maquiaveliana de las investigaciones escocesas»[56], y la segunda cuando subraya que «el trabajo de Ferguson representa un considerable esfuerzo por impulsar un espacio entre el clásico humanismo cívico, por un lado, y el emergente liberalismo, por el otro», lo que daría lugar a una tradición que podría denominarse como una suerte de «liberal-estoicismo»[57]. En suma, lo interesante de la propuesta moral y política del ilustrado escocés es que, a pesar de haberla construido en un entorno que mayoritariamente reivindicaba los presupuestos del liberalismo económico, no separa la mirada de los valores de la tradición republicana y busca constantemente situar lo político como componente medular de la sociedad civil.

[1]A. Broadie (2001),The Scottish Enlightenment,Edimburgo, Birlinn Ltd., p. 5.

[2]J. Keane (1988), «Despotism and Democracy. The Origins and Development of the Distinction between Civil Society and the State 1750-1850», en J. Keane (ed.),Civil Society and the State,Londres-Nueva York, Verso, p. 41.

[3]J. Small (1864), «Biographical Sketch of Adam Ferguson»,Transactions of Roy­al Society of Edinburgh23, p. 600.

[4]Véase R. B. Sher (1985),Church and University in the Scottish Enlightenment: The Moderate Literati of Edinburgh,Edimburgo, Edinburgh University Press.

[5]A. Carlyle (1910),The Autobiography of Dr. Alexander Carlyle of Inveresk, 1722-1805,John Hill Burton (ed.), Londres-Edimburgo, T. N. Foulis, p. 218.

[6]Véase R. B. Sher (1989), «Adam Ferguson, Adam Smith, and the Problem of National Defence»,Journal of Modern History61, 2, pp. 240-268.

[7]D. Hume (1932),The Letters of David Hume,J. Y. T. Greig (ed.), vol. I, Oxford, Clarendon Press, carta n.º 138, del 9 de agosto de 1757, pp. 261-263.

[8]D. Kettler (1965),The Social and Political Thought of Adam Ferguson,Ohio, Ohio State University Press, p. 57.

[9]De ahora en adelante me referiré a esta obra como elEnsayo.

[10]En francés se publicaron dos ediciones, una en 1783 y otra en 1796, bajo el título deEssai sur l’histoire de la société civile,traducida por Claude Bergier y Alexandre Meunier. La versión alemana, que corrió a cargo de C. F. Jünger, fue tituladaVersuch über die Geschichte der bürgerlichen Gesellshafty editada en Leipzig en 1768. En 1807, la obra fue traducida al italiano por P. Antonutti en Venecia, bajo el título deSaggio circa la storia di civile societá.

[11]Véanse las siguientes cartas que aluden alEnsayo:de James Beattie a Thomas Gray y respuesta; de lord Kames a Montagu y respuesta, así como Carta n.o54, del 15 de junio de 1767, dirigida por el barón de Holbach a Adam Ferguson. Todas estas cartas se encuentran en Vincenzo Merolle (ed.) (1995),The Correspondence of Adam Ferguson,2 vols., intr. de Jane Fagg, Londres, William Pickering & Chatto, Apéndice D, vol. II, pp. 546-547, y vol. I, pp. 77-78, respectivamente.

[12]En una carta que Hume escribiera a Hugh Blair le dice: «El éxito del libro, querido Dr., que usted menciona, tiene toda mi satisfacción debido a mi sincera amistad con su autor. Confieso que este éxito ha sido inesperado para mí. Tuve la esperanza e incluso la creencia de que yo estaba en un error y por ese motivo he vuelto a leer varias veces algunos de sus capítulos, pero con gran pesar confieso que no puedo cambiar mis opiniones. Sólo el paso del tiempo podrá decirnos si yo estaba o no equivocado». Carta de David Hume a Hugh Blair del 1 de abril de 1767, en D. Hume (1969),The Letters of David Hume, op. cit.,vol. II, pp. 133-134.

[13]Me ocupo con más detalle de esta polémica en mi libro M.aI. Wences Simon (2006),Sociedad civil y virtud cívica en Adam Ferguson,Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, pp. 71 ss.

[14]Hume relató que, en una conversación acerca del libro de Ferguson que había mantenido con la señora Montague (una conocida anfitriona y escritora amateur de Londres quien tenía muchos amigos en el círculo intelectual de Londres y Edimburgo), ésta había manifestado su asombro por el estilo de Ferguson. Las palabras de Hume son: «Hace unos días estuve con la Sra. Montague, quien acaba de terminar de leer el libro con gran placer; le pregunté si estaba satisfecha con el estilo y que si no notaba un cierto sabor al país. Por supuesto, con mucho, respondió ella, parece casi imposible que alguien pueda escribir de esta manera, tan sólo un escocés». Carta del 19 de marzo de 1767 dirigida a William Robertson en D. Hume (1969),The Letters of David Hume, op. cit.,vol. II, pp. 130-132.

[15]D. MacRae (1969), «Adam Ferguson», en T. Raison (ed.),Los padres fundadores de la ciencia social,Barcelona, Anagrama, p. 21.

[16]D. Kettler (1967), «The Political Vision of Adam Ferguson»,Studies in Burke and his Time9, pp. 776-777.

[17]D. Daiches (1996), «The Scottish Enlightenment», en D. Daiches, P. Jones y J. Jones (eds.):The Scottish Enlightenment 1730-1790. A Hotbed of Genius,Edimburgo, The Saltire Society, p. 24.

[18]J. Fagg (1968),Adam Ferguson: Scottish Cato,tesis doctoral inédita, Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, p. 264.

[19]Véase la sección I de la primera parte delEnsayo.

[20]Ferguson considera que las operaciones de la mente y las del mundo material son uniformes, por tanto estas leyes hacen referencia a la uniformidad de la naturaleza, una idea que era «familiar en los ilustrados escoceses». L. Schneider (1967), Intr. aThe Scottish Moralists on Human Nature and Society,L. Schneider (ed.), Chicago, University of Chicago Press, véase especialmente la parte II: «The Uniformity of Human Nature», pp. XXI ss.

[21]A. Ferguson (1994 [1769]),Institutes of Moral Philosophy. For the Use of Students in the College of Edinburgh,Londres, Routledge/Thoemmes Press, pp. 80 ss.

[22]Véase la sección I de la primera parte delEnsayo.

[23]A. Ferguson (1994),Institutes of Moral Philosophy, op. cit.,pp. 80 ss.

[24]Véase la sección V de la primera parte delEnsayo.

[25]Véase la sección I de la primera parte delEnsayo.

[26]Véase la sección III de la primera parte delEnsayo.

[27]Véase la sección III de la primera parte delEnsayo.

[28]T. Benton (1978), «How Many Sociologies?»,Sociological Review26, p. 226.

[29]Véase primera parte, sección III delEnsayo.

[30]Véase primera parte, sección I delEnsayo.

[31]Véase primera parte, sección I delEnsayo.

[32]C. Gautier (1992), Intr. a A. Ferguson,Essai sur l’histoire de la société civile,París, Presses Universitaires de France, p. 79.

[33]S. Giner (1987),Ensayos civiles,Barcelona, Península, p. 40. Hay quienes incluso arguyen que elEnsayo sobre la historia de la sociedad civilfue «escrito sin duda como una contraposición a algunas de las ideas vertidas por Locke en suEnsayo sobre el Gobierno Civil». J. Salcedo (1987), «La conciencia sociológica en la Ilustración Escocesa»,Anales de Estudios Económicos y Empresariales2, p. 155.

[34]Montesquieu (1986),Cartas persas,Madrid, Tecnos, Carta XCIV, p. 135.

[35]Sobre las propuestas de estos otros ilustrados escoceses véase M.aI. Wences (2007),Teoría social y política de la Ilustración escocesa. Una antología,Madrid, Plaza y Valdés.

[36]Es importante que no se vea alEnsayocomo el reflejo de un debate sobre la sociedad escocesa; Escocia es dentro delEnsayoun ejemplo, una fuente, pero de ninguna manera el objeto de estudio.

[37]Véase tercera parte, sección II delEnsayo.

[38]Véase tercera parte, sección II delEnsayo.

[39]R. L. Meek (1981),Los orígenes de la ciencia social. El desarrollo de la teoría de los cuatro estadios,Madrid, Siglo XXI, p. 147.

[40]F. Hayek (1985),Derecho, legislación y libertad,vol. I, Madrid, Unión Editorial, p. 51.

[41]Véase primera parte, sección IV delEnsayo.

[42]Véase primera parte, sección IV delEnsayo.

[43]Véase primera parte, sección IX delEnsayo.

[44]P. Salvucci (1972),Adam Ferguson: Sociologia e Filosofia Politica,Urbino, Argalìa Editore, pp. 546-547.

[45]A. Callinicos (1999),Social Theory. A Historical Introduction,Cambridge, Polity Press, p. 24.

[46]En este sentido, véanse: F. Ferrarotti (1984), «Civil Society and State Structure in Creative Tension: Ferguson, Hegel, Gramsci»,State, Culture and Society1, 1, p. 8; W. C. Lehmann (1930),Adam Ferguson and the Beginnings of Modern Sociology,Nueva York, Columbia University Press, pp. 198-206; Y. L. Hill (2001), «Eighteenth-Century Anticipations of the Sociology of Conflict: The Case of Adam Ferguson»,Journal of the History of Ideas2, 62, pp. 281-299.

[47]R. L. Meek (1981),Los orígenes de la ciencia social. El desarrollo de la teoría de los cuatro estadios,Madrid, Siglo XXI, p. 147.

[48]T. Benton (1990), «Adam Ferguson and the Enterprise Culture», en P. Hulme y L. Jordanova (eds.),The Enlightenment and its Shadows,Londres-Nueva York, Routledge, p. 104.

[49]Tom Bottomore aduce que las páginas dedicadas por Ferguson a «temas sociológicos […] son un triunfo no modesto sino de grandes proporciones». Percepciones similares se encuentran en Macrae, quien sostiene que «la sociología comenzó» con Ferguson, o en Gumplowicz, quien considera que estamos ante «uno de los padres de la sociología». T. Bottomore y R. Nisbet (1978),Historia del análisis sociológico,Buenos Aires, Amorrortu, pp. 45 y 46; D. Macrae (1969), «Adam Ferguson», en T. Raison (ed.),Los padres fundadores de la ciencia social,Barcelona, Anagrama, p. 25; y L. Gumplowicz (1892),Die Sociologische Staats­idee,Graz, Innsbruck, p. 77.

[50]Me he ocupado detenidamente de estos peligros en M.aI. Wences Simon (2006), «¿Cívica o comercial? Algunas paradojas de la sociedad civil en el ilustrado escocés Adam Ferguson»,Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales196, pp. 12-25.

[51]K. Marx (1974),Miseria de la Filosofía,Madrid, Júcar, p. 200; y K. Marx (1972),El Capital. Crítica de la economía política,Madrid, EDAF, p. 373. El análisis crítico de la división del trabajo realizado por Ferguson también fue recuperado por Schiller y Hegel. Sobre este particular véase N. Waszek (2003),L’Écos­se des Lumières. Hume, Smith, Ferguson,París, Presses Universitaires de France.

[52]Véase cuarta parte, sección I delEnsayo.

[53]Véase quinta parte, sección III delEnsayo.

[54]Véase quinta parte, sección II delEnsayo.

[55]Véase quinta parte, sección II delEnsayo.

[56]J. G. A. Pocock (1975),The Machiavellian Moment: Florentine Thought and the Atlantic Republican Tradition,Princeton, Princeton University Press, p. 429.

[57]L. Hill (2006),The Passionate Society. The Social, Political and Moral Thought of Adam Ferguson,Países Bajos, Springer, p. 26.

Nota a la edición y la traducción

La presente versión del Ensayo sobre la historia de la sociedad civil está basada en la primera edición, publicada en Edimburgo en 1767. A lo largo de su vida, el ilustrado escocés realizó diversas modificaciones a esta primera versión; las más significativas pueden encontrarse en la tercera (1768) y cuarta (1773) ediciones, pero ninguna altera el sentido original de la obra. En la presente edición en español se recuperan las más importantes en notas a pie de página.

Ferguson utiliza continuamente los vocablos polished y rude. En relación al primero de éstos, no existe en castellano un término que se ajuste con exactitud a lo que él pretende expresar. La idea hace referencia a una condición refinada y cultivada, propia de las naciones civilizadas y comerciales modernas; aquí se traduce como pulido para respetar este sentido que quiso darle el autor. Es importante tener en cuenta que el término no sólo alude a las naciones civilizadas –que pueden ser las clásicas como Atenas o Esparta–, sino también a las comerciales. El término rude, que aquí se traduce por ruda, se presenta como el antónimo de pulida y de civilizada, hace referencia a las sociedades no educadas, ni refinadas, ni civilizadas, ni comerciales.

Cronología

Vida y obra de Adam Ferguson

Obras de pensadores contemporáneos que influyeron en Adam Ferguson

1723

Nace Adam Ferguson (20 de junio) en Logierait, Pertshire, Escocia.

1724

Joseph François Lafitau (1681-1746), misionero jesuita francés, publica Mœurs des sauvages américains comparée aux mœurs des premiers temps.

1725

Francis Hutcheson (1694-1746), ilustrado escocés, publica An Inquiry Concerning the Original of Our Ideas of Beauty and Virtue.– Gian Battista Vico (1668-1744), filósofo italiano, publica Principi di una scienza nuova intorno alla commune origine delle nazioni.

1726

Jonathan Swift (1667-1744), escritor irlandés, publica Los viajes de Gulliver.

1727

Cadwallader Colden (1688-1776), médico y científico escocés, vive una temporada en América del Norte y publica History of Five Indian Nations.

1728

Francis Hutcheson publica An Essay on the Nature and Conduct of the Passions and Affections with Illustrations on the Moral Sense.

1734

Voltaire (1694-1778), filósofo francés, publica Cartas filosóficas.– Charles Louis de Secondant, barón de la Brède y de Montesquieu (1689-1755), filósofo e ilustrado francés conocido por su obra Cartas persas, publica Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos.

1735

1738-1742

A la edad de 15 años Ferguson comienza sus estudios en la Universidad de St. Andrews. El 4 de mayo de 1742 obtiene el máster en Artes y poco después se traslada a Edimburgo para realizar estudios de teología y ahí conocerá a gran parte de los ilustrados escoceses.

Henry St. John, vizconde de Boling­broke (1678-1751), publica Letters on the Study and Use of History.

1739

David Hume (1711-1776), ilustrado escocés, comienza la publicación de Tratado de la naturaleza humana: Ensayo para introducir el método del razonamiento experimental en los asuntos morales.

1744

Pierre François Xavier de Charlevoix (1682-1761), misionero jesuita francés, publica Histoire et description générale de la Nouvelle France.

1745

Es nombrado capellán suplente castrense del 43rd Highland (Black Watch) Regiment.– Se ordena oficialmente como ministro de la Iglesia presbiteriana de Escocia.

1746

En abril deja de ser suplente y es nombrado capellán castrense del 43rd Highland (Black Watch) Regi­ment.– Publicación en inglés de A Sermon Preached in the Ersh Language to His Majesty’s First Highland Regiment of Foot, commanded by Lord John Murray, at their Cantonment at Camberwell, on the 18th day of December, 1745.

Denis Diderot (1713-1784), futuro director de La enciclopedia, publica su obra Pensamientos filosóficos.

1747-1754

Presta servicio a su regimiento.

1748

Montesquieu publica Del espíritu de las leyes.

1749

George-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), comienza a publicar su ingente obra Compendio de la historia natural.

1750

Anne Robert Jacques Turgot (1727-1781), economista francés, publica Cuadro filosófico de los progresos sucesivos del espíritu humano.

1751

Publicación del primer volumen de La enciclopedia, que incluye el «Discurso preliminar» de Jean Le Rond d’Alembert (1717-1783).

1754

Dimite del servicio activo tanto de la Iglesia como del Ejército.

Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780), filósofo francés, publica Tratado de las sensaciones.– Hume comienza a publicar Historia de Inglaterra.

1754-1756

Reside en Groningen y en Leipzig en calidad de tutor de mister Gordon, estudiante escocés de Derecho.

1755

Jean-Jacques Rousseau, filósofo ginebrino, publica Sobreel origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres.

1756

Reflections Previous to the Estab­lishment of a Militia.– Se ve envuelto en el escándalo que supone la representación teatral de Douglas, obra del dramaturgo e ilustrado escocés John Home.– Es aceptado como miembro de la Select Society.

1757

Ferguson es nombrado bibliotecario en la Facultad de Derecho, en sustitución de David Hume.– The Morality of Stage Plays Seriously Considered.

1758

Tutor de los hijos de lord Bute.

Henry Home, lord Kames (1696-1782), ilustrado escocés, publica Historical Law Tracts.– Claude-Adrien Helvetius (1715-1771), filósofo francés, publica Del espíritu.– François Quesnay (1694-1774), economista francés, publica Tableau économique.

1759

En julio ocupa la titularidad de la cátedra en Filosofía natural de la Universidad de Edimburgo.

Adam Smith (1723-1790), ilustrado escocés, moralista y fundador de la economía política clásica, publica Teoría de los sentimientos morales.– Voltaire da a conocer Cándido.

1760

James Macpherson (1736-1796), poeta y político escocés, publica Fragments of Ancient Poetry Col­lected in the Highlands of Scot­land.

1761

The History of the Proceedings in the Case of Margaret, Commonly Called Peg, Only Lawful Sister of John Bull, Esq. Publicado anónimamente.

James Macpherson publica Fingal.

1762

Fundación del Poker Club.

Rousseau publica la conocida obra Del contrato social.

1764

Es nombrado catedrático de Pneu­mática y Filosofía moral de la Universidad de Edimburgo.

Thomas Reid (1710-1796), ilustrado escocés, publica Investigación sobre la mente humana según los principios del sentido común.– Cesare Beccaria (1738-1794), jurista italiano, publica Tratado de los delirios y de las penas.

1766

Se casa con Katharine Burnet, sobrina del famoso químico Joseph Black. Juntos tuvieron cuatro hijos y tres hijas.

1767

Ensayo sobre la historia de la sociedad civil.

1769

Institutes of Moral Philosophy. For the Use of Students in the College of Edinburgh.

William Robertson (1721-1793), ilustrado escocés, rector de la Universidad de Edimburgo de 1762 a 1793 y líder de la corriente de los Moderados dentro de la Iglesia escocesa, publica Historia del reinado del emperador Carlos Quinto.

1770

Paul Thiry, baron d’Holbach (1723-1789), filósofo de origen alemán y radicado en Francia, publica Sistema de la naturaleza.

1771

John Millar (1735-1801), ilustrado escocés, publica la primera edición de Observations Concerning the Origin of the Distinction of Ranks in Society.

1774

Es nombrado tutor del conde de Chesterfield, con quien realiza un largo viaje por Europa que le permite conocer a Voltaire en Ferney.

Johann Gottfried von Herder (1744-1803), filósofo alemán, publica Filosofía de la historia.

1776

Inicio de la Revolución de las colonias británicas en América del Norte.– Remarks on a Pamphlet late­ly published by Dr. Price, subtitulado, Observations on the Nature of Civil Liberty, the Principles of Government, and the Justice and Policy of the War with America, etc., en Letter from a Gentleman in the Country to a Member of Parliament.

Adam Smith publica Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones.– Edward Gibbon (1737-1794), historiador inglés, comienza la publicación de su ingente e influyente obra sobre la historia de Roma: Historia de la decadencia y caída del Imperio romano, que finalizaría en 1788.

1777

William Robertson publica Historia de América.

1778

Ferguson viaja a América del Norte nombrado por el Gobierno británico en una comisión negociadora para llegar a un acuerdo con Washington y el Congreso Americano.– Es elegido secretario de la comisión. Sin embargo, le es negado el acceso al Congreso.– En diciembre la comisión vuelve a Gran Bretaña.

1780

Sufre un ataque de parálisis que lo llevó a reducir su actividad académica.

1781

Se ve envuelto en la controversia suscitada a raíz de la discusión sobre la autenticidad de los poemas de Ossian.

Immanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán, publica Crítica de la razón pura.

1782-1783

Es miembro fundador de la Royal Society of Scotland.

1783

Siguiendo la estela de Montesquieu y de Gibbon, publica History of the Progress and Termination of the Roman Republic.

1785

Se retira de la vida universitaria y su cátedra de Filosofía moral pasa a manos de Dugald Stewart.

1789

Inicio de la Revolución francesa con la toma de la Bastilla.

Jeremy Bentham (1748-1832), filósofo y jurista británico, conocido como uno de los fundadores del utilitarismo, publica Los principios de la moral y la legislación.

1790

Edmund Burke (1729-1797), político y filósofo británico, publica Reflexiones sobre la revolución en Francia.

1791

Thomas Paine (1737-1809), de origen inglés, pensador político y revolucionario, publica la primera parte de Los derechos del hombre.– James Boswell (1740-1795), escritor escocés, publica La vida de Samuel Johnson, considerada una de las mejores obras de estilo biográfico.

1792

Principles of Moral and Political Science.

Dugald Stewart (1753-1828), ilustrado escocés de la última generación, comienza la publicación de Elements of the Philosophy of the Human Mind.

1793

Viaja por Alemania y Roma.– Es elegido miembro de la Academia de Ciencias y Artes de Berlín.

Marie-Jean-Antoine-Nicolas de Caritat, marqués de Condorcet (1743-1794), publica Bosquejo de un cuadro histórico, de los progresos del espíritu humano.– Friedrich von Schiller (1759-1805), poeta, dramaturgo y filósofo alemán, publica Geschichte des dreissig­jährigen Krieges.

1798

Thomas Robert Malthus (1766-1821), pensador inglés, considerado el padre de la demografía, publica Ensayo sobre el principio de la población.

1816

Ferguson muere en Saint Andrews a la edad de 93 años. Su epitafio lo escribe Walter Scott.