Feminismo interrumpido - Lola Olufemi - E-Book

Feminismo interrumpido E-Book

Lola Olufemi

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Beschreibung

El feminismo es un proyecto político acerca de lo que podría ser. Siempre está mirando hacia adelante, apostando a futuros que aún no podemos alcanzar. Es una forma de desear, de esperar, de aspirar a todo lo que se ha considerado imposible. Es una tarea que hay que abordar con seriedad. Este libro es para cualquiera que esté empezando a pensar críticamente. Las historias feministas son difíciles de manejar; no pueden ni deben presentarse de forma ordenada. Espero que este libro invite a pensar en los límites de este mundo y en las posibilidades que encierra el hecho de que podamos construir en conjunto. Espero que despierte el deseo de leer más y de familiarizarse con el pensamiento y la práctica del feminismo radical. Si este libro hace abrir otro libro, o ver un documental, buscar en el archivo, buscar un libro de poesía —si despierta o reaviva el interés por el feminismo— entonces ha cumplido su propósito.

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Acerca de Lola Olufemi

Lola Olufemi es una escritora negra feminista y es investigadora en la Fundación Stuart Hall de Londres, con sede en el Centro para la educación e investigación en arte y medios de la Universidad de Westminster. Sus trabajos están centrados en la imaginación feminista y su relación con la producción cultural, las demandas políticas y el futuro. En 2021 publicó Experiments in Imagining Otherwise (Hajar Press). Es miembro de "Lo mínimo", un colectivo interdisciplinario artístico. Feminismo, interrumpido es su primer libro traducido al castellano.

Página de legales

Olufemi, Lola / Feminismo interrumpido / Lola Olufemi. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : EGodot Argentina, 2023. Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y onlineTraducción de: Laura Estefanía.ISBN 978-987-8928-60-9

1. Feminismo. I. Estefanía, Laura, trad. II. Título.

CDD 305.4201

ISBN edición impresa: 978-987-8928-40-1

Título originalFeminism, Interrupted: Disrupting Power.

Copyright © Lola Olufemi, 2020. Publicado por primera vez en Pluto Press, Londres. www.plutobooks.com

Traducción Laura EstefaníaCorrección Candela JerezDiseño de tapa Fran BóDiseño de interiores Víctor MalumiánIlustración de Lola Olufemi Max Amici

© Ediciones Godotwww.edicionesgodot.com.ar [email protected]/EdicionesGodotTwitter.com/EdicionesGodotInstagram.com/EdicionesGodotYouTube.com/EdicionesGodot

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina, junio 2024

Feminismo, interrumpido.Trastocar el poder

Lola Olufemi

TraducciónLaura Estefanía

Índice

Agradecimientos

El trabajo feminista es un trabajo con la justicia

¿Quién manda?

La tarea

Visiones feministas

Conocé tu historia

Olas

Más allá del yo

Lecciones de los movimientos

El Estado sexista

La ilusión de igualdad

Austeridad

Yarl’s Wood y la detención de mujeres

Asesinatos del Estado

Una respuesta feminista

La lucha por la justicia reproductiva26

Mi cuerpo, mi decisión

Derechos vs. justicia

Justicia reproductiva en Irlanda

Caras sin nombre

Futuros reproductivos

Transmisoginia: ¿quién gana?

Cuerpos

¿Es real el sexo?

Brechas generacionales: terfs

Faldas cortas, tacones altos

Políticas Transfeministas

Los límites de la visibilidad

Finales imperfectos

El complejo del salvador: las mujeres musulmanas y la islamofobia de género

Salvadores blancos

Respuesta del gobierno

“Terror”

Subversión

El arte por el arte

¿Quién puede hacer arte?

El archivo

Complicando el consentimiento: cómo apoyar a las trabajadoras del sexo

La cara feliz del consentimiento

Apoyar a las trabajadoras del sexo

Todas las personas merecen estar seguras

El modelo nórdico

Legalización vs. descriminalización

La respuesta a la violencia sexual no es más prisiones

Hasta la raíz

Feminismo abolicionista

Expansión de la prisión

Las feministas contratacan

Feminismo y justicia transformadora

Feminismo y alimentación

A la mesa

Trabajo de mujeres

La comida también se trata de la tierra

La solidaridad es una palabra performativa

Sin límites

Conclusión

Recursos

Organizaciones

Libros

Archivos

Poetas/artistas/creadores de fanzines

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Hitos

Cover

Página de copyright

Página de título

Índice de contenido

Epígrafe

Agradecimientos

Introducción

Capítulo

Conclusión

Colofón

Notas al pie

Epígrafe

Imaginá otra cosa. Rehacé el mundo. Algunas de nosotras no tuvimos ninguna oportunidad.CHRISTINA SHARPE

Si no sos la persona libre que querés ser, debés encontrar un lugar para contar esa verdad. Para contar cómo te van las cosas.ANNE CARSON

Agradecimientos

A Amy Clark y Amelia Horgan, mis primeras lectoras, gracias. Amy, este libro no existiría sin tus ojos, aunque lo niegues.

A Neda Tehrani, por meterse en mi bandeja de entrada y guiarme en este proceso.

A mi familia, por darme el espacio para escribir.

Este libro incluye muchas voces. Gracias a todos los que aceptaron hablar conmigo, en persona y online. Fue un honor escuchar y leer sus palabras. No hay manera de que pueda hacer justicia a las conversaciones que mantuvimos.

En su poema “Las mujeres perdidas”, Lucille Clifton dice: “¿Dónde están mis pandillas/mis equipos/mis hermanas extraviadas?”. Yo conozco a las mías y son las que me hacen seguir pensando en los futuros feministas. Gracias por guiar mi pensamiento, a conciencia y sin saberlo, por el apoyo incondicional, por las muchas palabras de ánimo: Sandy O, Sarah Lasoye, Christine Pungong, Waithera Sebatindira, Abeera Khan, Miriam Gauntlett, Kate Litman, Hareem Ghani, Diamond Abdulrahim, Micha Frazer-Carroll, Jun Pang, Suhaiymah Manzoor-Khan, Siyang Wei, Victoria Braid, Priscilla Mensah, Nydia Swaby, Arenike Adebajo, Christie Costello, Vera Chapiro, Hattie Read, Leo Would, Ellie Byrne, Amelia Oakley, Martha PW, Claire Sosienski-Smith, los numerosos miembros de FLY, CUSU Womcam y Sisters Uncut.

Fue la teoría feminista negra de todo el mundo la que me despertó a la violencia y la miseria de este mundo y me proporcionó las soluciones más creativas, completas y transformadoras. Me dio la sinceridad que está en el centro de mi política. Me permitió vivir de una manera diferente. Todas y cada una de las ideas y pensamientos en este libro no habrían sido posibles sin ella. Cualquiera que esté interesado en construir un futuro justo para todos debe comprometerse seriamente con ese canon, en todas sus formas. Sería imprudente no hacerlo.

Introducción

El trabajo feminista es un trabajo con la justicia

“¿Y en qué consiste el obsequio del feminismo sino en un cierto conjunto de formas de pensar históricamente, formas de ver, formas de desear?”. V

IKKI

B

ELL

EL FEMINISMO ES UN proyecto político acerca de lo que podría ser. Siempre está mirando hacia adelante, apostando a futuros que aún no podemos alcanzar. Es una forma de desear, de esperar, de aspirar a todo lo que se ha considerado imposible. Es una tarea que hay que abordar con seriedad. Este libro es para cualquiera que esté empezando a pensar críticamente. Las historias feministas son difíciles de manejar; no pueden ni deben presentarse de forma ordenada. Espero que este libro invite a pensar en los límites de este mundo y en las posibilidades que encierra el hecho de que podamos construir en conjunto. Espero que despierte el deseo de leer más y de familiarizarse con el pensamiento y la práctica del feminismo radical1. Si este libro hace abrir otro libro, o ver un documental, buscar en el archivo, buscar un libro de poesía —si despierta o reaviva el interés por el feminismo— entonces ha cumplido su propósito.

Todo el mundo tiene una historia acerca de cómo llegó y sigue llegando a la política radical. Hay quienes se politizaron por el trauma de las propias experiencias, por las guerras libradas en nuestro nombre, por nuestros padres y amantes, por Internet. Es útil compartir las formas en que nos politizamos aunque solo sea porque ayuda a politizar a otros. Al crecer como una joven negra, sentí la forma opresiva en que estaba organizado el mundo con mi cuerpo y a través de las relaciones interpersonales mucho antes de que pudiera articular lo que significaban esos sentimientos. Al descubrir la palabra “feminismo” y su historia como práctica política en mis primeros años de adolescencia en la escuela, encontré una libertad personal. Leí con voracidad. Feminismo negro, feminismo liberal, feminismo marxista, anarcofeminismo, ecofeminismo. El feminismo me abrió el mundo. Vi en él a teóricos, teóricas y activistas con pensamientos encontrados, todos emitiendo sus ideas sobre cómo debería ser el mundo. Quizás lo más memorable es que me liberó del deseo de conformarme con el mundo tal y como es. Esto significó muchas cosas para mí como persona; el feminismo me permitió ser obstinada, el tipo equivocado de mujer, fuera de la norma. Tardé más en darme cuenta de que la verdadera liberación significaba extender esta nueva libertad más allá de mí misma. Que me sintiera más libre en algunos aspectos no significaba que fuera libre.

Las condiciones materiales de mi vida seguían estando determinadas por los mismos sistemas; las mujeres de mi entorno seguían atrapadas en la pobreza y el racismo. Las disparidades en la atención médica, la educación, los servicios públicos y el acceso a los recursos limitaban la posibilidad de cualquier tipo de existencia expansiva. Vi cómo las mujeres negras estaban excluidas de la femineidad definida por la supremacía blanca y cómo cualquiera que estuviera por fuera de esos límites aceptados simplemente no existía a los ojos del feminismo hegemónico. Empecé a entender cómo mi propia rebelión, el desafío que me inculcaron las feministas que admiraba, estaba condicionada por la raza y la clase. Leí sobre cómo la libertad requiere agitación y hay que luchar por ella, no idealizarla. Fue durante este período cuando me di cuenta de que el feminismo no era sencillo. No hay soluciones predeterminadas. La “respuesta”, si había alguna, requería que pusiéramos a conversar a los diferentes feminismos y exigía una flexibilidad radical en la forma en que nos organizaríamos. El feminismo era complicado y desordenado de una manera que me hizo reconsiderar mis creencias políticas fundamentales: igualdad frente a liberación, reforma frente a abolición. El feminismo significaba trabajo duro, del que se hace sin recompensa ni reconocimiento, del tipo que requiere una creencia inquebrantable en su importancia, del que es largo y agotador, pero que crea un sentido de propósito. Proponía un nuevo modo de ser que transformó mi manera de ver el mundo.

Las feministas que yo admiraba sostenían que la abolición de todos los sistemas de violencia imperantes era decisiva para cualquier futuro feminista. Pedían una revolución en la forma de pensar sobre nosotras mismas y sobre los demás. Sus críticas al Estado, al capitalismo, a la familia, a la supremacía blanca, al sexo y a la educación fomentaron en mí el rechazo de lo que se esperaba. bell hooks escribe que llegó a la teoría “desesperada, deseando comprender, aprehender lo que estaba ocurriendo a [su] alrededor y dentro de [sí]”2. Lo mismo puede decirse de muchas mujeres jóvenes que acuden a la teoría para recibir un plan para un mundo mejor; que acuden a la teoría buscando una forma de cambiar.

Sabía que tenía que elegir qué tipo de feminismo sería la base de mi entendimiento. Mis experiencias me habían enseñado que no había que dar nada por sentado; no había coherencia ni consenso sobre los principios aceptados en el movimiento feminista. En todo caso, se definía por el conflicto. La decisión de practicar un feminismo radical fue crucial porque me di cuenta de cómo separaba a los que querían crear una nueva visión del mundo de los que solo querían escalar los peldaños del poder.

¿Quién manda?

Se está generando una brecha dentro de la corriente hegemónica. La aparición del feminismo neoliberal o “feminismo de las jefas”, que impulsa muchos debates contemporáneos, choca con una visión radical y crítica del feminismo. En términos generales, el neoliberalismo se refiere a la imposición de políticas y prácticas culturales y económicas por parte de las ONG y los gobiernos, en las últimas tres o cuatro décadas, que han dado lugar a la extracción y redistribución de los recursos públicos de la clase trabajadora hacia arriba, han diezmado las infraestructuras de la asistencia social a través de medidas de austeridad, han privatizado el estado de bienestar e individualizado las formas de relacionarnos. El modelo neoliberal del feminismo sostiene que la “desigualdad” es un estado que puede superarse en entornos corporativos sin reformar el sistema, centraliza al individuo y sus decisiones personales, imagina erróneamente que el Estado puede conceder la liberación, sobre todo busca proteger el libre mercado y no cuestiona la conexión entre capitalismo, raza y opresión de género. Este modelo de pensamiento feminista es atractivo para quienes tienen un conocimiento limitado de la historia radical y de los logros alcanzados por activistas que se atrevieron a exigir lo que antes se consideraba imposible. La promesa consumista de éxito que ofrece el feminismo neoliberal es hueca, porque es una promesa superficial formulada solo a quienes pueden acceder a ella.

La política neoliberal feminista blanca se centra en el yo como vehículo para la superación y el beneficio personal a costa de los demás. Los portavoces de las empresas nos dicen que “vayamos adelante”, que nos insertemos en una sociedad capitalista en la que el poder equivale al beneficio económico. Este modelo funciona mejor para las mujeres blancas adineradas, que son capaces de sustituir a los hombres en una estructura de capital. La obsesión del feminismo liberal por conseguir que las mujeres “lleguen a la cima” esconde el deseo de garantizar que el sistema actual y sus violentas consecuencias permanezcan intactos. Invisibiliza a las mujeres de color, a las trabajadoras mal pagas y a las inmigrantes que deben sufrir para que otras puedan “triunfar”. Hace de su explotación una parte natural de los logros de otras mujeres. En este enfoque no hay ningún desafío a la hegemonía, solo aceptación. La sala de juntas se ha convertido en un campo de batalla metafórico en el que muchas se juegan sus aspiraciones feministas. Si queremos desafiar esto, debemos preguntarnos: “¿Qué pasa con el destino de las mujeres mal pagas que limpian las salas de juntas?”, y: “¿Qué hace que su trabajo sea tan fácilmente prescindible?”. Un feminismo que busca poder en lugar de cuestionarlo no se preocupa por la justicia. La decisión de rechazar esta forma de pensar es también la decisión de rechazar las soluciones fáciles. Tenemos que preguntarnos en algún momento: ¿Quién voy a ser y qué voy a hacer? ¿Qué puede ayudarme a articular mi política? ¿Qué violencia va a exponer?

Todas estas preguntas son decisivas para toda joven feminista, porque al elegir una política feminista crítica estás asumiendo un compromiso con un mundo que aún no se ha construido. Un mundo en el que otros dirán que es tonto creer. La decisión de huir de un feminismo simplista, consumista y neoliberal sacudirá tu comprensión de los principios que sustentan el pensamiento feminista. Rechazar el neoliberalismo te abrirá a un mundo en el que “feminista” significa mucho más que “mujer” o “igualdad”. Hacer estas conexiones es decisivo para cualquier trabajo revolucionario, porque significa que no se abandona a nadie, que ninguna explotación pasa desapercibida. Nos pide que practiquemos una compasión radical, que nos neguemos a ignorar el dolor de los demás. Exige que veamos cómo convertir, también, en prioridades el abordaje de fenómenos aparentemente no relacionados, como la expansión de las prisiones, el aumento del fascismo, el neocolonialismo y la crisis climática.

La tarea

“El trabajo feminista es un trabajo de justicia”. Cuando escuché esta frase en un acto universitario, algo cambió. Llegó a definir mi forma de pensar sobre el feminismo y sus objetivos. La frase me quedó grabada porque era distinta de lo que veía en la corriente hegemónica. “El trabajo feminista es un trabajo de justicia” propone que el feminismo tiene un propósito que va más allá de resaltar las formas en que las mujeres son “discriminadas”. Me enseñó que la tarea del feminismo es remediar las consecuencias de la opresión de género mediante la organización y la propuesta de nuevas formas de pensar en nuestro potencial como seres humanos. Para mí, el “trabajo de justicia” implica reimaginar el mundo en el que vivimos y trabajar por un futuro liberado para todas las personas. ¿Pero cómo empezamos a reimaginar? Nos negamos a permanecer en silencio sobre cómo nuestras vidas están limitadas por el patriarcado heterosexista, racista y capitalista. Invertimos en una educación política que busca, sobre todo, que la injusticia sea imposible de ignorar. Nos aseguramos de que a nadie se le permita sufrir en silencio, de que no pase desapercibido el dolor.

El feminismo ha vuelto a entrar en el imaginario público a lo grande. Donde antes la palabra era tabú, ahora más que nunca los jóvenes están expuestos a ella. Tenemos que preguntarnos si sus raíces rebeldes siguen estando en el centro de nuestra comprensión. ¿Ha perdido el feminismo sus implicaciones radicales?

La charla TED de Chimamanda Ngozi Adiche, popularizada por Beyoncé en 2013, no solo fue un momento cultural, sino un buen ejemplo de cómo el feminismo se ha empaquetado y revendido a un público más joven. Abundan las camisetas y las bolsas de mano. Al feminismo en venta se lo despojó de un análisis estructural, y en su lugar se volvió algo que solo se refiere a comportamientos, actitudes y a “enseñar” a los hombres a ser mejores. Esto abrió las compuertas. Los debates sobre qué celebridades se identifican como “feministas” ocuparon el centro de las revistas, las entrevistas y las reuniones de prensa. Si bien es necesario criticar esta tendencia, también es importante recordar que, cuando se utilizan estratégicamente, la narrativa pública y los debates de la corriente hegemónica pueden ser una herramienta útil para hacer visible la opresión y dar a la gente las estrategias para combatirla. Las conversaciones culturales acerca del feminismo tienen un propósito; pueden hacer el trabajo de llamar la atención sobre el problema. Las creaciones artísticas ofrecen un cauce de reflexión sobre las dinámicas que rigen nuestras vidas. Refuerzan lo que Gramsci llamaba “optimismo de la voluntad”, tener el valor de creer que un mundo más digno es posible, revigorizar los movimientos que han perdido su energía. La cultura pop y las narrativas hegemónicas pueden democratizar la teoría feminista, sacarla del ámbito de lo académico y arrojar luz sobre una importante lucha popular, recordándonos que el feminismo no pertenece a nadie.

Todos empezamos en algún lugar. La comprensión feminista no es inherente; es algo que hay que elaborar. La teoría no solo significa leer densos textos académicos. La teoría puede ser vivida, sostenida, compartida. Es algo que respira, que cambia y que puede infundirse en muchas formas políticas y artísticas. El aprendizaje exige paciencia y empatía por parte de quienes te rodean y un compromiso con la importancia de la educación radical. Esta educación radical adopta muchas formas. Cuando el feminismo entra en la cultura hegemónica, no pierde automáticamente su significado o su atractivo. Lo que importa es la forma en que se discute y si esa discusión desafía o confirma el statu quo. ¿Cuántas veces los artículos sobre el feminismo en las publicaciones de la cultura hegemónica han inspirado revueltas? Tenemos que preguntarnos qué viene después de identificar el problema. Como punto de partida, ¿podemos llevar las conversaciones de la cultura hegemónica sobre la pobreza menstrual más allá de las garras de las empresas de higiene femenina, hacia la idea fundamental de que no podemos abordar este problema sin terminar con la austeridad? ¿Podemos vincular las revelaciones públicas de traumas facilitadas por el movimiento #MeToo con el hecho de que muchas víctimas y sobrevivientes no pueden abandonar situaciones de violencia debido a la falta de viviendas sociales o de regulaciones contra la violencia doméstica? ¿Podemos utilizar la interseccionalidad tal como fue concebida, un marco significativo que expone una matriz de dominación y busca mejorar los servicios vitales para las mujeres, y no un vehículo para una lista completa de nuestras identidades?

Visiones feministas

El feminismo provoca una especie de sentimiento, una reacción, una repulsión a los ojos de sus detractores, y con razón. Hay hombres que han construido sus carreras sobre la base de burlarse de nosotras, medios de comunicación que difaman alegremente la seriedad de la tarea en cuestión. En 2018, Sp!ked Magazine publicó dos artículos con los siguientes titulares: “No, las mujeres no están en riesgo por los hombres”3 y “No todo es un problema feminista”4. Gran parte del reclutamiento de hombres jóvenes en el fascismo y las comunidades Incel se basa, en gran medida, en refutar o encontrarle los “defectos” lógicos a la ideología feminista. “El feminismo es un cáncer” es un eslogan común. El feminismo es una amenaza. También es una llamada a la acción. La pregunta “¿cómo debemos pensar el mundo?” sigue siendo una de las más importantes, frustrantes y alegres, porque exige reconocer que nuestras vidas, nuestro destino, nuestros éxitos y nuestras decepciones están todos conectados. Cuando hacemos un trabajo feminista, estamos haciendo el tipo de trabajo que cambia el mundo para todas las personas. Es importante sentirse libre, pero es más importante asegurarse de que nos liberemos, en lo social, político, ecológico y artístico. Aquí vemos por qué son tan importantes las decisiones que tomamos desde el principio sobre el tipo de feministas que seremos; es vital corregir la desinformación acerca de lo que significa ser feminista en la teoría y en la práctica.

Imaginemos esto: un mundo en el que la calidad de vida no esté determinada por la cantidad de dinero que tenemos. No hay que vender el trabajo para sobrevivir. El trabajo no está ligado al capitalismo, al beneficio o al salario. Las fronteras no existen; somos libres de movernos sin consecuencias. La familia nuclear no existe; los niños se crían colectivamente; la reproducción adquiere nuevos significados. En este mundo, la forma de realizar el aburrido trabajo doméstico se transforma y nadie se ve obligado a depender económicamente de su pareja para sobrevivir. Los principios de la justicia transformadora se utilizan para rectificar los daños. Existe una educación sexual crítica e integral desde una edad temprana. Nos liberamos de las garras apretadas del género binario y de las exigencias que impone a nuestros cuerpos. El trabajo sexual no existe porque el trabajo no existe. La educación y el transporte son gratuitos, desde la cuna hasta la tumba. Debemos reconocer y rectificar colectivamente las historias del imperialismo, de la explotación colonial y de la guerra. Tenemos libertad para, no solo somos libres de. Los servicios especializados de salud mental y la atención comunitaria son parte integral de nuestras sociedades. No existe el “Estado” tal y como lo conocemos; nadie muere en “circunstancias sospechosas” en sus manos; ninguna persona tiene que sortear el sexismo, el racismo, la discapacidad o la homofobia para sobrevivir. Los centros de detención no existen. Las cárceles no existen, ni la policía. Los militares y sus armas se desmantelan en todas las naciones. Los recursos se reorganizan para afrontar adecuadamente la catástrofe climática. Ninguna persona carece de un hogar o de una comunidad amorosa. Nos amamos, sin posesión, ni explotación ni extracción. Todo el mundo tiene lo suficiente para comer bien gracias a la redistribución de la riqueza y los recursos. Todo el mundo tiene los medios y el entorno para hacer arte, si así lo deseamos. Todos los guardianes de la cultura son destruidos.

Ahora imaginemos esta visión no como utópica, sino como algo a nuestro alcance.

La visión que he presentado tiene sus limitaciones. Hay lagunas, contradicciones y cosas que se han omitido. Pero sin la capacidad de imaginar de esta manera, el feminismo no tiene sentido. Luchemos por una visión, porque nuestras reivindicaciones deben surgir de algún sitio. Esta es la tarea que se nos ha encomendado y debemos abordarla con la urgencia que exige. Debemos afrontar el reto con un sentido revolucionario y colectivo de determinación, sabiendo que si no vemos este mundo, otro lo hará.

Capítulo 1

Conocé tu historia

Esa voz en primera persona del plural nos permitió adueñarnos de la narrativa y decir: “Esta es nuestra historia, esto es lo que nos está pasando”. ¿Recuerdan cuando hicimos el lanzamiento en los estudios Hammersmith Riverside y esa hermana se puso de pie entre el público? Creo que los tres estábamos allí. Estaba llorando y dijo: “Escuché estas historias alrededor de la mesa de mi abuela toda mi vida, pero es la primera vez que las veo por escrito, y quiero agradecerte que las hayas escrito”. S

TELLA

D

ADZIE

Las organizaciones de mujeres negras de Gran Bretaña han creado, por lo tanto, una política de transformación fundamentalmente holística que integra lo individual y lo comunitario, conecta lo local con lo global y trama lo pragmático con lo visionario. Es esta base filosófica e ideológica la que sustentará el activismo de las mujeres negras en el próximo siglo. J

ULIA

S

UDBURY

La historia de las mujeres negras viaja en susurros y recuerdos evocados en torno a la mesa del comedor por madres y abuelas, y a menudo muere cuando esas voces nos abandonan. El poder de estas historias es que nos hacen sentir menos solas y nos dan el valor de actuar al proporcionarnos un modelo. Esto es importante para las jóvenes feministas porque hay fuerzas que actúan sobre nosotras en todo momento y nos dicen que la revolución es imposible. Estas fuerzas hacen mella en nuestros cuerpos, en nuestras mentes, en nuestro sentido de nosotras mismas y en nuestra comprensión de lo que es posible. La historia nos permite ver que la subversión y, sobre todo, la resistencia siempre han existido. Las activistas feministas siempre han empujado los límites establecidos por el Estado, por los hombres, por los poderosos y al hacerlo han sentado las bases de un nuevo mundo.

La organización feminista británica negra no forma parte de nuestra conciencia pública y, sin embargo, ofrece uno de los ejemplos más completos de práctica de organización matizada, creativa y poderosa. Cuando pensamos en el feminismo, tendemos a no pensar en las coaliciones construidas en el Reino Unido por mujeres negras que comprendieron la urgencia de aportar soluciones transformadoras a los problemas a los que se enfrentaban. El hecho de que se nos arrebate esta historia sitúa al feminismo en otro lugar; nos impide pensar en cómo hacer activismo y trabajo comunitario en nuestras propias vidas. Convierte la historia del feminismo en el Reino Unido en una narrativa de progreso lineal liderada por mujeres blancas de clase media y aplana las formas complejas e interconectadas en que los grupos radicales autogestivos transformaron sus comunidades y, al hacerlo, ampliaron lo que significaba ser “feminista”. Cuando esta historia se borra activamente, no solo nos perdemos de un valioso conocimiento, sino que perdemos la capacidad de aprender, ampliar y continuar el legado que se forjó a través de la lucha. La historia del feminismo negro británico nos enseña a quienes nos dedicamos a la organización del feminismo que no somos las primeras ni seremos las últimas, simplemente somos una continuación de todo lo que nos ha precedido: nuestra tarea es persistir.

Parte de la razón por la que una proporción importante de la organización de abajo de las mujeres negras ha quedado fuera de la historia hegemónica de las mujeres es la institucionalización del estudio de género. La Academia se convirtió en el lugar que definía la historia de las mujeres, pero las mujeres con más probabilidades de entrar en la Academia y llevar a cabo esta investigación no eran las que participaban en la construcción del movimiento a nivel de la base. Cuando se reimaginó el pasado a través de determinados ojos, a saber, blancos y de clase media, sus raíces radicales desaparecieron porque se hizo necesario contar la historia del progreso feminista. Esta historia se dividió claramente en olas caracterizadas por diferentes creencias y logros legislativos. La historia es la siguiente: Las feministas de la primera ola lucharon por el voto y los derechos de propiedad. La segunda ola amplió la conversación y la llevó a la subyugación de las mujeres en la familia, el lugar de trabajo, las relaciones sexuales, la autonomía corporal y los derechos reproductivos. La tercera ola se vio fuertemente influenciada por la llegada de Internet y la aparición de conceptos como la interseccionalidad, que se integraron en su ethos feminista. Sin embargo, es imposible crear una narrativa que haga justicia a las verdades espinosas que experimentan las feministas de todo tipo.

Olas