Guerra Fría 2.0 - Mariano Aguirre - E-Book

Guerra Fría 2.0 E-Book

Mariano Aguirre

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Beschreibung

Guerra Fría 2.0 presenta las complejas y peligrosas tensiones en el mundo actual, especialmente entre grandes potencias, y entre países emergentes, en el contexto de una crisis climática global, amenazas a la democracia, y profunda desigualdad. Partiendo de la guerra de Ucrania, la pugna de Estados Unidos con China, la competencia sobre chips esenciales para la tecnología avanzada, o el papel de India y Turquía para modificar el balance de poder en el sistema internacional, el libro establece las diferencias con la Guerra Fría anterior, describe continuidades e identifica tendencias. Mariano Aguirre aborda las diferencias entre la primera y la actual Guerra Fría; las características y tendencias de las grandes potencias con armas nucleares (Estados Unidos, China y Rusia) y de la Unión Europea, y sus relaciones; la situación de los países del Sur, tanto de los estados afectados por guerras, represión y el cambio climático, cómo los poderes regionales intermedios (algunos con armas nucleares); la crisis de la democracia y del multilateralismo, el ascenso del populismo nacionalista autoritario, y la desigualdad. Asimismo, el libro contiene una crítica a la concepción dominante de seguridad basada en el equilibrio de fuerzas y el interés nacional por encima del interés común y el futuro previsible del sistema internacional.

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Seitenzahl: 307

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Guerra Fría 2.0

Mariano Aguirre

Guerra Fría 2.0

Claves para entender la nueva política internacional

© Mariano Aguirre, 2023

© De esta ediciónIcaria editorial Vilassar de Dalt, Barcelonawww.icariaeditorial.com

Primera edición: marzo de 2023

ISBN: 978-84-19200-77-8

Maquetación: Marina Sánchez

Gracias por comprar una edición autorizada de este libro. Ninguna parte de este texto puede ser reproducida, transmitida, descargada, descompilada, sometida a ingeniería inversa, o almacenada o introducida en ningún sistema de almacenamiento y recuperación de información, de ninguna forma o por ningún medio, ya sea electrónico o mecánico, conocido ahora o inventado en el futuro, sin el permiso expreso por escrito de Ediciones de Intervención Cultural.

Sumario

Agradecimientos

Capítulo 1. De la Guerra Fría a la globalizacion

Capítulo 2. Un solo sistema mundial

Capítulo 3. Multipolaridad y poderes emergentes

Capítulo 4. Las grandes potencias y el sur global

Capítulo 5. Estados Unidos, crisis interna y de liderazgo

Capítulo 6. China, hacia la consolidación de gran potencia

Capítulo 7. Rusia, un gigante militar con debilidades

Capítulo 8. Un mundo de desafíos para la ue

Capítulo 9. ¿Una seguridad diferente?

Capítulo 10. El futuro

Sobre el autor

Agradecimientos

Fragmentos de este libro se publicaron en Política Exterior, esglobal.org, The World Today, Afkar/Ideas, Janus 2022, bbc Mundo, y Vanguardia Dossier, y en los informes Un mundo de inseguridad: violencia convencional y no convencional (Friedrich Ebert Stiftung, Berlín, 2021) y Nuestra Agenda Común y la renovación del contrato social (Colección Erronkak 1, Secretaría General de Transición Social y Agenda 2030, Gobierno Vasco, 2023). El autor agradece la autorización para reproducirlos aquí.

Gracias a Mabel González Bustelo por sus valiosos comentarios y trabajo de edición del texto.

Las conversaciones y trabajos con Robert Matthews durante más de tres décadas sobre la Guerra Fría, las etapas posteriores, y la política interior y exterior de Estados Unidos, han sido siempre de inmenso valor.

Entre muchas otras personas de quienes he aprendido, quiero resaltar que a lo largo de varias décadas los intercambios de opiniones con Steve Del Rosso, Wolf Grabendorff, Chris Harris, el recientemente fallecido profesor Luis Moita, Pierre Schori, David Sogge, y Augusto Varas enriquecieron mis puntos de vista, que de una u otra forma aparecen en este libro.

Más recientemente, Kristina Birke (Fundación Friedrich Ebert) y Patricia Lewis (Chatham House) me han alentado a explorar nuevos temas, que se encuentran en este texto, y confiado en mi trabajo.

Gracias por su amistad y confianza a Anna Monjo, directora de la editorial Icaria.

El diálogo constante sobre múltiples aspectos de la política internacional con mi esposa, Covadonga Morales Bertrand, es una fuente de pensamiento crítico que se refleja en lo que tenga de acertado este libro. Por eso, a ella se lo dedico.

Alpedrete (Madrid), 23 de enero, 2023

1. De la Guerra Fría a la globalizacion

La Guerra Fría fue un período de la historia contemporánea desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la disolución de la Unión Soviética (urss) en 1991. El historiador Odd Arne Westad considera que este período fue, en realidad, el «pico» de una Guerra Fría que comenzó a finales del siglo xix, cuando se comenzó a perfilar la confrontación entre capitalismo y comunismo.1 En este sentido, su tesis coincide con Jürgen Osterhammel, quien considera que fue en ese siglo cuando se forjaron muchos de los grandes cambios científicos, tecnológicos, político y bélicos que se manifestaron a partir de 1900.2

Como la guerra de Vietnam, las luchas anticoloniales en Argelia, la crisis de los misiles de Cuba, la construcción y caída del Muro de Berlín, las ocupaciones militares de la urss en países aliados del Pacto de Varsovia y la invasión soviética de Afganistán, son hechos que marcaron la conciencia política de varias generaciones pero que resultan lejanos para las más nuevas. Sin embargo, muchas de sus características y tendencias se prolongan hasta la actualidad y tienen consecuencias que se originaron en ese período.

Aunque se trataba de una confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética, fue una guerra «fría» porque supuso un fuerte distanciamiento entre esos países, pero sin choques armados directos, aunque al menos en dos ocasiones (crisis de Berlín y Cuba) se estuvo al borde de un conflicto con armas nucleares. Esta guerra fue también «caliente» y violenta porque la desplazaron a enfrentamientos entre sus aliados en países del entonces denominado Tercer Mundo. Las dos primeras décadas de la Guerra Fría coincidieron con las revoluciones en favor de la descolonización en el Tercer Mundo. Todas eran de corte nacionalista, aunque muchos de sus líderes se habían formado como marxistas. La dinámica de la Guerra Fría capturó y desvirtuó estas revoluciones, y enfrentó a gobiernos y guerrillas en el marco de la confrontación capitalismo vs comunismo.

Martin Walker escribió:

La historia de la Guerra Fría ha sido la historia del mundo desde 1945. […] Fue realmente un conflicto global, mucho más que las dos guerras mundiales que se libraron en el siglo xx. América del Sur y África Subsahariana, continentes que habían estado fuera de las luchas anteriores, fueron absorbidos en sus fauces. Turcos pelearon en Corea, argelinos fueron a luchar en Vietnam, cubanos pelearon en Angola, y los niños rusos y de Estados Unidos cuyas clases eran interrumpidas en las escuelas por alarmas de guerra nuclear, crecieron para ir a morir en Saigón y Kabul.3

Durante la Guerra Fría hubo un crecimiento sin precedentes de la capacidad militar de las dos potencias y otros países, con especial énfasis en los arsenales nucleares. El arma nuclear, que fue usada por Estados Unidos en 1945 contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con el argumento de terminar la Segunda Guerra Mundial, se transformó en el símbolo de la época, con su desarrollo por parte también de la urss, Francia, Gran Bretaña y China. Más tarde se unirían India, Pakistán, Israel (que nunca lo ha admitido oficialmente), y Corea del Norte.

Ambas potencias se embarcaron en operaciones de inteligencia y amplias campañas de propaganda contra el otro: el «totalitarismo represivo» de la urss y el «capitalismo explotador» de Estados Unidos. Los discursos políticos, los medios culturales (como el cine) y el periodismo fueron instrumentos de esta lucha política. La guerra de propaganda fue unida a políticas represivas internas: persecuciones y represión al Partido Comunista y sus miembros en Estados Unidos, donde se crearon campañas como la del senador Joe McCarthy para procesar y marginar a comunistas; persecución y represión a los disidentes y fuerte control social en la urss y sus países aliados.

Washington y Moscú crearon sus zonas de influencia política y económica. Estados Unidos en Europa Occidental y en gran parte de los territorios de los imperios europeos (que perdieron poder y colonias durante y después de la Segunda Guerra Mundial). Rusia controló Europa Oriental, ocupó la mitad de Alemania y de Berlín, y más tarde fortaleció su poder sobre Cuba y estableció alianzas con Vietnam y Corea del Norte. Las dos zonas económicas eran totalmente independientes entre sí y prácticamente no tenían vínculos. Esta es una diferencia sustancial con la situación actual, como se analiza en este libro.

Mientras crecían los arsenales y el hostigamiento propagandístico, las grandes potencias fueron combinando la hostilidad abierta con negociaciones, especialmente en el terreno del control de armamentos, y fraguaron una serie de acuerdos sobre armas nucleares tácticas y de alcance intermedio (desplegadas especialmente en Europa) y estratégicas o de largo alcance (instaladas en tierra, submarinos y aviones). El control de armamentos, un mecanismo regulador que permite el crecimiento de los arsenales, pero con negociaciones y medidas de confianza con la parte contraria, era visto por los partidarios de las armas nucleares como una forma de mantener su vigencia con límites, y por el pacifismo como un camino que debía evolucionar hacia el desarme.

Proyecciones en la actualidad

En cada uno de estos campos, la Guerra Fría tiene hoy continuidad, en general de forma negativa. El número de armas nucleares y de otros tipos que poseen Estados Unidos y Rusia (que heredó el status jurídico de Estado al desaparecer la urss) han descendido en número, pero han aumentado en sofisticación y letalidad. La destructividad de algunas armas convencionales genera tensiones para su uso y las acerca a las armas nucleares «pequeñas» o tácticas (que, pese a esa denominación, tienen una capacidad de destrucción decenas de veces mayor de lo que fueron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki). Otros países han avanzado en sus programas de armas nucleares (o programas nucleares civiles que pueden ser transformados en bélicos) y la proliferación de armamento de este tipo es uno de los grandes peligros regionales y globales.

Las negociaciones de control de armamentos nucleares (incluyendo prohibir pruebas en la atmosfera) avanzaron considerablemente, en particular en el final y con posterioridad a la Guerra Fría. Pero los acuerdos que se lograron entonces han sido abandonados o se encuentran en estado crítico. Por ejemplo, el que limita el número de misiles balísticos intercontinentales (icbm, en sus siglas en inglés), se encuentra prorrogado sin negociaciones para renovarlo. El tratado sobre misiles antibalísticos (abm, siglas en inglés) fue abandonado por Estados Unidos en 2002. Las negociaciones para un tratado que prohíba la producción de uranio altamente enriquecido y plutonio para armas nucleares se encuentran bloqueadas. La guerra de Ucrania ha retrasado más las discusiones, en varios países con armas nucleares, sobre incluir en sus estrategias nucleares un compromiso de no primer uso de este tipo de armas.4

Cuatro destacados actores políticos de la Guerra Fría, Henry Kissinger y George Shultz (ex secretarios de Estado), William Perry (ex secretario de Defensa) y San Nunn (senador) escribieron en 2007 que la disuasión nuclear tiene costos y riesgos que resultan actualmente inaceptables, y apoyaron la idea de avanzar mediante negociaciones y pactos entre potencias hacia un mundo sin armas nucleares. «Una nueva era nuclear será más precaria, psicológicamente desorientadora, y económicamente más costosa que la disuasión nuclear durante la Guerra Fría».5

La economía ha sustituido en gran medida a la ideología en las políticas globales de las grandes potencias. Al contrario de la Guerra Fría, hay una multiplicidad de alianzas y vínculos pragmáticos sin lealtades políticas o sumisiones estrictas. La urss se presentaba como una potencia que encarnaba la agenda revolucionaria del marxismo. Sin embargo, su legitimidad como modelo de emancipación contra el capitalismo fracasó, en particular a partir de la represión del estalinismo. El modelo no pudo competir en la oferta de bienes para los ciudadanos y no resultaba atractivo para nadie. El capitalismo pudo ofrecer esos bienes a muchos y dejar abierta la esperanza de conseguirlos para el resto, algo que no era posible imaginar en el contexto de escasez en las sociedades comunistas.

Igualmente, el régimen de libertades públicas y ejercicio de derechos, excepto en los casos de terrible represión bajo dictaduras en el mundo capitalista, y teniendo en consideración medidas de control social en democracias, era mejor para la vida ciudadana que en el comunismo. Este falló como alternativa emancipatoria ante el capitalismo y traicionó sus valores y propuestas sobre la eliminación del poder de unas clases sobre otras, la explotación de los trabajadores y la construcción de sociedades libres. En coherencia con ese fracaso, la relación de Moscú con sus aliados se basaba en la coacción militar (incluyendo intervenciones militares contra aliados dado que consideraba que tenían «soberanía limitada» dentro del campo comunista) o en la debilidad de los socios (Cuba).

China tenía disputas ideológicas con Rusia, sobre la interpretación del marxismo, su aplicación en la revolución, y sobre si era posible y deseable influir en los procesos nacionales de otros países. Durante la Guerra Fría Pekín mantuvo una política, en general, de no injerencia en asuntos internos y no alineación. Su capacidad de influencia se manifestaba en países y conflictos vecinos, como Corea, Vietnam y Camboya. Sin embargo, en los setenta y ochenta apoyó a grupos insurgentes antisoviéticos, como unita en Angola, y no rompió las relaciones diplomáticas con Chile luego del golpe de Estado (1973) contra el presidente Salvador Allende, al que consideraba un gobierno apoyado por la urss. Moscú y sus gobiernos aliados, por su parte, mantuvieron relaciones cordiales con la dictadura argentina, o silencio sobre sus acciones represivas, que tomó el poder en 1986, debido a las relaciones económicas con ese país.

Nuevas formas de competencia

Las potencias actuales entre las que hay crecientes tensiones enfrentan graves problemas y consecuencias para desvincularse económica, comercial y tecnológicamente entre sí en el contexto de la globalización. Los ciudadanos en Europa o Estados Unidos lo ven en su vida diaria: mientras que la relación con China se vuelve más tensa, se consumen centenares de productos hechos en ese país, en muchos casos por empresas occidentales que en su día cerraron sus fábricas y se marcharon a China para aprovechar su mano de obra barata y el control social sobre ella.

La confrontación se libra también actualmente a través de la propaganda que se proyecta con formas diferentes, más sofisticadas y perversas. Por ejemplo, mediante la utilización de redes sociales y de sistemas masivos de acceso a los datos de inmensos grupos humanos (por ejemplo, electores de un país), y la difusión de noticias falsas, rumores y teorías conspiratorias a través de las redes y «granjas de robots» guiados por algoritmos, que pueden incluso difundir noticias falsas orientadas a grupos sociales determinados.

Diversos estudios indican que las grandes plataformas como Facebook alientan o no toman medidas para disuadir a Estados, organizaciones o personas que fomentan la polarización política, el fanatismo y la violencia. Algunos Estados pueden interferir en los procesos electorales de otros (como, indican diversas fuentes, hizo Rusia en las elecciones de 2017 en eeuu que llevaron a Donald Trump al poder).6

Estas son consecuencias de la opacidad de las nuevas tecnologías. Las grandes compañías que controlan las plataformas como Facebook y Google tratan los algoritmos como secretos comerciales, y la complejidad del conocimiento científico sobre el manejo de datos lo hacen inaccesible para el gran público y el debate democrático sobre el uso de estos. Las relaciones entre control social, límites de la democracia son cuestiones que están entrando en las discusiones sobre el orden internacional y cómo pueden ser usados positiva o negativamente en cuestiones como refugio, migraciones, crisis humanitarias, pandemias y prevención de conflictos.7

Un diagnóstico errado

Al finalizar la Guerra Fría, Francis Fukuyama predijo que el liberalismo político y económico había triunfado sobre las ideologías totalitarias (nazismo, fascismo y comunismo). Se iniciaba el «fin de la Historia», una era de liberalismo global, frente a la que solo quedaban remanentes de autoritarismo en lugares como Irak y Afganistán. En ese mundo post totalitario y liberal, Estados Unidos sería la única gran potencia hegemónica, Rusia y China se integrarían en el sistema de libre mercado y democrático en el largo plazo y se acababa la tensión entre grandes potencias.8 El diagnóstico fue incorrecto.

Estados Unidos no tenía la capacidad para ser la única superpotencia y el sistema internacional estaba cambiando rápidamente. El período de la «unipolaridad» duró menos de una década y mostró sus limitaciones a partir del fracaso en Irak y las disensiones con los aliados. Esta es otra de las más importantes diferencias entre la Guerra Fría y la situación actual: Estados Unidos se encontraba al final de la Segunda Guerra Mundial en su auge imperial mientras que ahora sufre una serie crisis y declive que, combinado con el auge de otros países, limita su capacidad de ser líder hegemónico global.

La transición en Rusia no llevó a que al poder soviético evolucionase hacia la democracia sino a un régimen autoritario que, además, cuestiona el orden liberal. China se incorporó al mercado mundial capitalista, mantuvo el férreo control político por parte de una élite y desarrolló un modelo de privatización controlada desde el Estado, logrando un gran desarrollo económico y una sostenida innovación tecnológica sin ninguna apertura democrática. Qué modelo tiene el país es una discusión en curso: capitalismo de Estado, capitalismo autoritario o economía híbrida.

La Unión Europea (ue) amplió su número de Estados miembros, pero los intereses nacionales chocan con el proyecto post nacional, hasta el punto de que el Reino Unido la abandonó. El carácter liberal y democrático de la Unión está, a su vez, debilitado por gobiernos autoritarios en el este europeo y el surgimiento de partidos de ultraderecha en el continente.

Se ha producido un declive de la democracia y su legitimación entre amplios sectores de la sociedad global. El impacto de las políticas neoliberales implementadas desde los años ochenta produjo globalmente más precarización laboral y debilitamiento de los servicios públicos. Esto aceleró la frustración con los partidos políticos tradicionales, crecientes protestas sociales alrededor del mundo y desafección con la democracia. Aunque no ha provocado mayor adhesión al modelo comunista o socialdemócrata, sí ha favorecido la creación de partidos y coaliciones contra el neoliberalismo en Europa y el reforzamiento de la izquierda del Partido Demócrata en Estados Unidos.

Hay numerosas protestas sociales, así como movimientos y electores suficientes para constituir gobiernos con programas formal o prácticamente socialdemócratas en varios países europeos, Chile, Colombia (a partir del triunfo de Gustavo Petro en las elecciones de 2022), y el gobierno del Partido Demócrata en la Casa Blanca. Pero es notable el ascenso de populismos ultranacionalistas, antiliberales y de derechas que luchan por llegar, o llegan al poder usando mecanismos electorales para luego desgastar el sistema democrático. El crecimiento electoral de la ultraderecha en Suecia en septiembre de 2022 y el gobierno de coalición de ultraderecha de Giorgia Meloni, formado en octubre en Italia son pruebas de esta tendencia. La dirección que tome la política en niveles nacionales influirá en las tendencias en las relaciones entre los estados.

Todo esto influye en la crisis del sistema multilateral, también denominado orden basado en reglas o liberal, que se creó después de la Segunda Guerra Mundial y que ha estado asociado al libre mercado y la democracia. La decepción de millones de ciudadanos con la democracia ha impactado sobre el multilateralismo, al que perciben como una de las caras de la democracia y la globalización, a la que se acusa de atacar las identidades nacionales (un malentendido promocionado por Trump y las ultraderechas nacionalistas de otros países).

La desigualdad entre Estados se ha ahondado entre los más adelantados industrial y tecnológicamente, y con mayor poder en las instituciones internacionales, los intermedios y los más pobres (con diferentes niveles de pobreza y exclusión). Para gran parte de las sociedades de los estados intermedios y de los más excluidos, el orden liberal es una arquitectura de poder que no les ayuda ni beneficia. Esto no significa que haya propuestas consistentes sobre un orden diferente, sino competencia para controlarlo (China y Rusia) o para reformarlo (los emergentes) en el marco de un mundo multipolar.

China ha incrementado su compromiso con Naciones Unidas en los últimos años, pero, junto con Rusia, insiste en que Estados Unidos y sus aliados utilizan el sistema multilateral (en particular a la onu) para sus objetivos. Pekín tendría interés en que se desarrolle un sistema de gestión bipolar del orden mundial, hegemonizado por Washington y Pekín.

Por su parte, los movimientos de la sociedad civil global, como el Foro de Puerto Alegre, se han transformado por un lado en protestas sociales sobre los efectos de la globalización, la desigualdad y la injusticia social, más orientados a reformas dentro de los estados que a consolidar una red global y reformar las instituciones financieras internacionales.9 Por otro, en un movimiento global descentralizado en torno al cambio climático que exige políticas nacionales de reformas o cambios radicales profundos. Las cadenas de protestas surgidas a partir de la crisis financiera global de 2008-2009 (desde Ocupar Wall Street hasta los Indignados españoles, la primavera árabe y las manifestaciones masivas en la zona Andina, y en otras regiones y países) han tenido un impacto controvertido. En general, no han logrado desplazar del poder a los partidos políticos tradicionales. En todo caso han conseguido integrarse en formaciones de gobierno nacional o local, como Podemos en el caso español, o favorecer la llegada al poder de la coalición liderada por Gustavo Petro en Colombia.

Pero, la protesta masiva en las calles de múltiples países puede haber tenido una influencia en el regreso a políticas estatales con orientación social, y en la reflexión crítica sobre la necesidad de revisar el concepto de contrato social y retomar políticas de Estado Benefactor (Welfare State) que fueron abandonadas total o parcialmente durante las décadas neoliberales.10

Crisis de la globalización

Las nuevas tensiones entre potencias grandes e intermedias, y los realineamientos, se producen ahora en el marco de la crisis de la globalización de las relaciones económicas, comerciales, financieras y políticas que dominó el escenario internacional durante las últimas cuatro décadas, y dentro del que operan todos los estados. La globalización no se produjo durante la Guerra Fría debido a la división política del mundo, y que todavía no se habían producido avances suficientes en las cadenas de producción y los sistemas de transporte de mercancías.

Uno de los efectos más graves de la globalización unida a políticas neoliberales fue el debilitamiento del orden liberal internacional que se había creado al finalizar la Segunda Guerra Mundial. En un desarrollo paradójico, por una parte, los Estados se vincularon más entre sí en el terreno de la economía, en cadenas de producción transnacionales, libre movimiento de capitales y operaciones financieras, y menos restricciones arancelarias. Por otra, las reglas comunes basadas en el Derecho Internacional que ya habían sido en diversas ocasiones violadas por los estados más fuertes del sistema internacional fueron todavía menos respetadas. Naciones Unidas, y su capacidad de negociar acuerdos, ha sido desplazada por organizaciones como el G-20. En este proceso, el interés nacional de los Estados, especialmente los más fuertes, prevaleció sobre el interés común en torno a problemas como la crisis ambiental y las guerras.11

La globalización, que fue presentada y exaltada por sus partidarios como un modelo de crecimiento beneficioso que iría incluyendo a todos los países, se ve afectada por una serie de factores interrelacionados: la pandemia de la Covid 19, la nueva tendencia a producir en lugares más cercanos a los mercados (por ejemplo que altera las cadenas internacionales de producción (por ejemplo, empresas de Estados Unidos están trasladando sus fábricas de China a México), el nacionalismo que promueve políticas proteccionistas y producir y consumir «en casa», la disminución del comercio mundial y entre Rusia y Europa. Estas cuestiones llevan a debatir si estamos antes una posible desglobalización.12 Sin embargo, difícilmente acabará la globalización, sino que adoptará nuevas formas, combinadas con el nacionalismo económico.

El énfasis por parte de gobiernos, políticos y economistas durante décadas por presentar a la globalización neoliberal y al orden liberal internacional como un proyecto común ha producido una deslegitimación de este último por cinco razones:

El crecimiento de la desigualdad de ingresos a nivel mundial debido a políticas fiscales y de reducción del papel del Estado, desde los años ochenta. El 10 % más rico de la población mundial actualmente recibe el 52 % del ingreso global, mientras que la mitad más pobre de la población gana el 8,5 % del mismo. De media, una persona del 10 % superior de la distribución mundial de la renta gana 122.100 dólares al año, mientras que una persona de la mitad más pobre de la distribución mundial de la renta gana 3.920 dólares al año.

Las desigualdades de riqueza global son incluso más pronunciadas que las desigualdades de ingresos. El informe anual sobre desigualdad, dirigido por el economista Thomas Piketty, indica que la hiper concentración de la riqueza afecta a todas las regiones del mundo (y ha empeorado durante la pandemia de la Covid 19). A nivel global, en 2020 el 50 % más pobre de la población mundial poseía sólo el 2 % del total de la propiedad privada (bienes raíces, negocios y activos financieros, neto de deuda), mientras que el 10 % más rico posee el 76 %.13

El ascenso de un populismo nacionalista ultraconservador y en muchos casos extremista, antidemocrático, antiliberal y contrario a la globalización, a la que identifica junto con el sistema multilateral y el Derecho Internacional como enemigos de «la nación» y su soberanía. A la vez, se presenta como una derecha alternativa, provocadora y en algunos casos moderna.14La crisis de la democracia, la creciente tendencia autoritaria en el mundo y el ascenso del populismo autoritario tienen relación directa con la desigualdad, la precarización del empleo, y el descenso de los servicios prestados por el Estado en bienes públicos como la salud y la educación A su vez, se produce una desvinculación entre políticas económicas y democracia. Un informe del instituto Chatham House señala que «un fuerte aumento de la desigualdad económica, que va desde la desigualdad de ingresos hasta las discrepancias en la riqueza y la seguridad económica, se ha traducido en las últimas décadas en desigualdad política. Además, los sistemas democráticos se han vuelto menos sensibles a los electorados a través de la «despolitización» de la formulación de políticas, en particular la política económica, como resultado de su aislamiento del escrutinio democrático a nivel nacional».15Poderes sin legitimidad. El poder de una potencia está dado por su prestigio, su autoridad y su legitimidad, según lo definió el teórico de las Relaciones Internacionales Hedley Bull, y no sólo por su capacidad para imponerse por la fuerza sobre otros. Estados Unidos ha perdido en gran medida esas tres capacidades, Rusia no las posee, y China sólo resulta atractiva por sus inversiones. Esas capacidades están relacionadas con el cumplimiento de normas y el mantenimiento de un orden. Durante la Guerra Fría, el enfrentamiento entre Estados Unidos y la urss se enmarcaba en unas normas explicitas o implícitas del denominado orden liberal. Aunque muchas veces estas no fueron respetadas ni incluyeron a todos los países del sistema internacional, funcionaban como puntos de referencia, como demostró la crisis de los misiles en Cuba en 1961. A la vez, que las grandes potencias no respetaran el orden que decían encarnar le restaba credibilidad al mismo.

La presidencia de Donald Trump mostró en grado extremo que una potencia puede renegar de acuerdos y normas internacionales (y ser apoyado por una parte sustancial de su electorado). A partir de la guerra de Ucrania, Rusia también se ha distanciado de las reglas del orden internacional. Los desafíos a este orden, explica Andrew Hurrell, de la Universidad de Oxford, no derivan solamente de la ruptura de las reglas sino de «la falta de voluntad de gobiernos y lideres por justificar sus comportamientos dentro de algún lenguaje legal o moral compartido».16

1. Odd Arne Westad, La Guerra Fría, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2022.

2. Jürgen Osterhammel, La transformación del mundo. Una historia global del siglo xix, Crítica, Barcelona, 2021.

3. Martin Walker, The Cold War. A History, Henry Holt and Company, Nueva York, 1993, p. 1.

4. Una síntesis de la situación de las armas nucleares en Gordon Brown, Seven Ways to Change the World, Simon & Schuster, Londres, 2021, pp. 278- 323. También «El rearme nuclear», Vanguardia Dossier, Número 84, julio-septiembre, 2022; y sipri, Yearbook 2022 (Summary), Oxford University Press, Oxford, 2022.

5. George P. Shultz, William J. Perry, Henry Kissinger y Sam Nunn, «A World Free of Nuclear Weapons», Wall Street Journal, 4 de enero, 2007.

6. Christopher Wylie, Mindf-ck. Cambridge Analytica and the Plot to Break America, Random House, Nueva York, 2019; Max Fisher, The Chaos Machine, Quercus Editions, Londres, 2022, pp. 146-152; Shoshana Zuboff, La era del capitalismo de la vigilancia, Paidós, Barcelona, 2020.

7. Georg Sørensen, Jørgen Møller y Robert H Jackson, Introduction to International Relations, Oxford University Press, Oxford, 2021, p. 353; Juan Luis Manfredi Sánchez, «Big Data and International Politics», Baltic Yearbook of International Law Online, 13 de diciembre, 2020. https://bit.ly/3jOW8Vp

8. Francis Fukuyama, ¿El fin de la historia? y otros ensayos, Alianza Editorial, Madrid, 2016.

9. Ver Deusto Journal of Human Rights, Instituto de Derechos Humanos, Universidad de Deusto, enero, 2023; Mark Engler y Paul Engler, Manual de desobediencia civil, Icaria Editorial, Barcelona, 2022; Nadav Eyal, Revuelta: desde las trincheras del levantamiento mundial, Debate, Madrid, 2022.

10. Ver Nuestra Agenda Común, informe del secretario general de la onu, Nueva York, octubre 2021. https://www.un.org/es/common-agenda

11. Stanley Hoffman, Chaos and Violence. What Globalization, Failed States, and Terrorism Mean for U.S. Foreign Policy, Rowman & Littlefield Publishers, Nueva York, 2006, p. 3.

12. Marc Levinson, «¿Es la desglobalización la nueva normalidad?», cidob, Barcelona, septiembre 2022. https://bit.ly/3xxd6Qm

13. «The New Global inequalities», Le blog de Thomas Piketty, Le monde, 14 de diciembre, 2021. https://bit.ly/3HRLVRw

14. Pablo Stefanoni, ¿La rebeldía se volvió de derecha?, Siglo xxi editores, Buenos Aires, 2022.

15. Pepijn Bergsen et al., «The Economic Basis of Democracy in Europe», Chatham House, Londres, 8 de septiembre, 2022. https://bit.ly/40rP6X5

16. Andrew Durrell, «Hedley Bull and the Idea of Order in the International Society», en Cornelia Navari (Ed.), International Society. The English School, Buckingham, 2022, p. 35. Edición Kindle.

2. Un solo sistema mundial

Está en curso un debate sobre si estamos viviendo o entrando en una segunda Guerra Fría. Diversos líderes políticos, incluyendo al presidente Joe Biden, señalan que se debe evitar entrar en esta situación. Otros señalan que la distancia entre el enfrentamiento entre la urss y Estados Unidos es muy distinta a lo que ocurre ahora.

Hay aspectos similares, pero también una lista de diferencias entre la Guerra Fría pasada y la que ya está en marcha o se estaría formando en el presente.

Primero, a diferencia con el enfrentamiento ideológico entre capitalismo y comunismo de la Guerra Fría, en la actualidad todas las potencias actúan dentro del mismo sistema económico. La ideología ha sido desplazada en todos los estados que ahora compiten por políticas pragmáticas.

Segundo, al final de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos entró en la fase más alta de su ascenso como potencia hegemónica con aspiración global. Ahora, en cambio, se encuentra en una situación de declive relativo, con graves problemas internos y de credibilidad y legitimidad internacional.

Tercero, el sistema capitalista tuvo grandes avances económicos que le otorgaron una alta credibilidad, especialmente entre los países industrializados, en las décadas de 1950 a 1980. Esos avances estuvieron asociados al sistema democrático. Pero el impacto de las políticas neoliberales promovidas globalmente desde la década de los ochenta ha generado una deslegitimación de la democracia y una crítica extendida al neoliberalismo por el coste social que ha tenido y que se manifiesta en protesta social, un creciente movimiento intelectual contra la desigualdad y en favor de otras formas de economía social, y llamamiento desde organismos internacionales, especialmente Naciones Unidas para cambiar los paradigmas económicos.1

El comunismo como alternativa ha desaparecido del horizonte político, pero la ultraderecha agita su fantasma, mezclado con terrorismo y criminalidad, contra la inmigración y la supuesta amenaza de que los musulmanes, negros, asiáticos, o latinos (según se sitúen en Europa o Estados Unidos) van a reemplazar a la población blanca.

Cuarto, la urss nunca fue un competidor económico suficientemente poderoso como para erigirse como alternativa al capitalismo ni dentro del propio país ni internacionalmente. La adhesión de partidos comunistas se basaba en ideología antes que en el atractivo del modelo de sociedad soviético. En cambio, China es actualmente una potencia en ascenso, pese a que adolece de una serie de problemas serios, que ha logrado alta legitimidad en gran parte de su población. A la vez, si bien no supone un modelo alternativo de libertades democráticas a países del Sur, presenta un proyecto político de autoritarismo con crecimiento, empleo y consumo (y el hecho de haber sacado de la pobreza a 600 millones de sus ciudadanos en las últimas décadas). Las inversiones chinas unidas a este proyecto son una competencia para las inversiones y la ayuda al desarrollo de Estados Unidos y Europa.

La potencia de China es, así mismo, parte del ascenso de Asia como gran actor del siglo xxi. El historiador Peter Frankopan escribe: «Estamos viviendo en el siglo de Asia, un tiempo cuando el desplazamiento del producto nacional bruto (pnb) de los países desarrollados de Occidente hacia aquellos en Oriente está teniendo lugar en una escala asombrosa, y a una velocidad de vértigo».2

Quinto, Estados Unidos pudo implementar a partir de la Segunda Guerra Mundial una política global de contención de la urss, a través de una red de bases militares, presencia militar, aérea y naval, influencia y presiones sobre aliados, y el poder del dólar como moneda para los intercambios comerciales y operaciones financieras. Esto pudo hacerse en buena medida porque la urss estaba seriamente afectada por la Segunda Guerra Mundial, mientras que el territorio y las infraestructuras estadounidenses no se mantuvieron intactas y se desarrollaron con motivo de la contienda.

Cuando la urss podía ganar un espacio para luchar contra la contención, la capacidad de Washington de hacerla retroceder era muy grande, como quedó en evidencia durante la crisis de los misiles soviéticos desplegados en Cuba de 1962. En el presente, las posibilidades económicas y políticas de Estados Unidos de frenar a China en todos los frentes por los que penetra con inversiones, préstamos, ayuda internacional y diplomacia son mucho más difíciles.

Sexto, durante la Guerra Fría el enfrentamiento fue bipolar, entre la ex urss y Estados Unidos. Ahora se trata de confrontaciones entre Estados Unidos, China y Rusia; y entre potencias regionales, como China e India, en el contexto de un mundo multipolar. Este paso de la tensión entre dos potencias a choques potencialmente violentos entre varios es para algunos analistas la base de la inestabilidad actual.

Séptimo, al finalizar la Segunda Guerra Mundial comenzó el proceso de descolonización en África, Asia y América Latina (aunque en este caso la mayor parte de los países ya eran formalmente independientes desde el siglo xix). Los nuevos estados que se fundaron intentaron diferentes modelos de desarrollo basados en el nacionalismo para el uso de sus recursos y el marxismo como forma de organización económica y política. Los boicots y trabas que les impusieron las ex potencias coloniales y el orden internacional liderados por Estados Unidos para poder cambiar la relación con las metrópolis, unido a las divisiones internas (que generaron en muchos casos guerras civiles) hundieron las expectativas de la mayor parte del denominado Tercer Mundo.

En la actualidad, más de medio centenar de los estados post coloniales se encuentran en graves situaciones de crisis, con partes de sus sociedades tratando de emigrar hacia Estados Unidos, Europa, o países más desarrollados en sus regiones. Otros países del Sur (o con características híbridas, como Turquía) han alcanzado la posición de potencias regionales emergentes que exigen cambios en el orden multilateral, aunque ninguno cuestiona el orden económico vigente. A su vez, están presionando para abrir espacios de negociación, por ejemplo, sobre las ayudas del Norte al Sur para combatir el cambio climático y sobre contar con más poder de decisión en las instituciones financieras internacionales.

Octavo, desde el final de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos impuso rigurosos controles, con ayuda de los aliados, para evitar tanto un renacimiento militar de Alemania (objetivo que compartía con la urss) como evitar una remilitarización de Japón (fin que compartía implícitamente con China). Ahora, Washington presiona y espera que Alemania y Japón aumenten sus gastos en defensa, y se conviertan en potencias armadas, la primera en el marco de la otan y de su Zeitenwende (Cambio de era), y el segundo en el contexto de servir de aliado clave para el fortalecimiento de la presencia naval de Estados Unidos en el Pacífico.

Una confrontación inter sistémica

Una diferencia fundamental es, como antes se indica, que los enfrentamientos ya no ocurren entre capitalismo y comunismo, sino que las grandes potencias operan en el mismo sistema económico. China y Rusia, aunque con grandes diferencias, promueven un fuerte capitalismo de Estado con actores privados que actúan en estrecha conexión con el gobierno central y autoridades regionales.

En la Guerra Fría no había vínculos económicos entre los adversarios o eran muy débiles. Cada uno operaba en su mercado con sus aliados, pero la urss fue incrementando sus compras de bienes a Europa y Estados Unidos a medida que su crisis interna y de abastecimiento a su población se hacían más serios. Ahora la interrelación es muy fuerte entre ellos y con el resto del mundo. En 2021, las inversiones directas estadounidenses en China alcanzaron los 118.190 millones de dólares. A la vez, China controlaba en octubre de 2021 una cifra de 1.065 millones de dólares de la deuda soberana de Estados Unidos (el 3,68 %, del total).3