Salto al vacío - Mariano Aguirre - E-Book

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Mariano Aguirre

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Beschreibung

Desde hace al menos tres décadas EEUU sufre una seria crisis interna que afecta al bienestar de millones de sus ciudadanos y un grave declive de su legitimidad internacional debido a los reiterados y dramáticos fracasos, desde Vietnam hasta Iraq. La victoria de Donald Trump es resultado de esta crisis estructural de largo plazo, a la vez que forma parte del auge de líderes y movimientos autoritarios, derechistas, racistas y excluyentes que se manifiestan en diversas partes del mundo. Trump, un nacionalista ultraderechista que adopta formas populistas, no cumplirá sus promesas de beneficiar a los trabajadores y a la clase media. Tampoco alterará el orden económico-militar liberal pero intentará llevar adelante reformas ideológicas para contentar a su base ultraconservadora y racista. Esto profundizará la brecha entre conservadores y modernizadores, impactando sobre inmigrantes y refugiados, los derechos de las mujeres, el medioambiente, las minorías, los derechos civiles y humanos, la investigación científica, la libertad de expresión y, en general, el sistema democrático. Salto al vacío explica la crisis de Estados Unidos a través de sus principales tendencias y el papel de actores como el Tea Party, las milicias antiinmigrantes, los evangélicos fundamentalistas, generales que añoran la Guerra Fría, millonarios que odian al Estado y un presidente sexista y autoritario. A la vez, presenta las múltiples formas en que diversas instancias del Estado y la sociedad están respondiendo en defensa de la democracia.

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Veröffentlichungsjahr: 2017

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Mariano Aguirre

SALTO AL VACÍO

CRISIS Y DECLIVE DE ESTADOS UNIDOS

Este libro ha sido impreso en papel 100% Amigo de los bosques, proveniente de bosques sostenibles y con un proceso de producción de TCF (Total Chlorine Free), para colaborar en una gestión de los bosques respetuosa con el medio ambiente y económicamente sostenible.

Diseño de la cubierta: Adriana Fàbregas

Imagen de la cubierta: Pro-Trump Rallies Washington, DC USA, de Ted Eytan (CC BY-SA 2.0)

© Mariano Aguirre Ernst

© De esta edición

Icaria editorial, s. a.

Bailèn, 5 - planta 5

08010 Barcelona

www. icariaeditorial. com

Primera edición: junio de 2017

ISBN: 978-84-9888-796-9

Fotocomposición: Text Gràfic

Impreso en Romanyà/Valls, s. a.

Verdaguer, 1, Capellades (Barcelona)

Printed in Spain. Impreso en España. Prohibida la reproducción total o parcial.

SOBRE EL AUTOR

Mariano Aguirre es analista de cuestiones internacionales, especializado en tendencias globales, paz y resolución de conflictos. Senior Advisor de noref Norwegian Centre for Conflict Resolution, fue su director entre 2009 y 2016. Es máster en estudios de paz y conflictos por el Trinity College (Dublín). En los últimos años ha trabajado sobre Israel-Palestina, Siria y Colombia.

Ha sido director del Centro de Investigación para la Paz (cip) y director del área de paz de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (fride), ambas en Madrid. Fue coordinador de programas de paz y seguridad de la Ford Foundation, en Nueva York, y es miembro asociado del Transnational Institute (tni), en Amsterdam.

Autor, coautor y coordinador de diversos libros. Icaria publicó en 2004 La ideología neoimperial. Entre sus últimas publicaciones se encuentran «Europa y la seguridad internacional. El caso de los cambios en el mundo árabe y próximo oriente», en Impacto de la crisis en el proyecto europeo (Seminario de investigación para la paz, Zaragoza, 2015); «Research and Policy Making: Fields Apart in a Complex World?» en Middle East Law and Governance número 7 (2015); «Limits to political realism facing global challenges» en Might and right on world politics, Jan Woischnik (ed.), (Konrad-Adenauer.Stiftung, Río de Janeiro, 2016); y «Colombia: a peace agreement and challenges ahead», The World Today (Chatham House, Londres, agosto/diciembre 2016).

Sus artículos se publican en Radio Francia Internacional, Opendemocracy/Democracia abierta, BBC Mundo, Le monde diplomatique, esglobal, The Broker, El País, Política Exterior y otros medios.

Es profesor en cursos de posgrado en el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Deusto, la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad de Barcelona, y el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Lisboa.

Ha recibido diversos premios por su carrera profesional, el último en 2015 otorgado por el Observatorio de Relaciones Exteriores (Observare), de la Universidad Autónoma de Lisboa.

Las opiniones en este libro son responsabilidad del autor y no representan a ninguna de las instituciones a las que está vinculado.

INTRODUCCIÓN

Give me absolute control Over every living soul And lie beside me, baby, that’s an order!

Leonard Cohen (The future)

Una de las mayores paradojas de Estados Unidos es que siendo uno de los países más conocidos, visitados, nombrados, filmados, admirados y maldecidos del mundo es igualmente desconocido. Más allá de las fronteras de Nueva York o California, se trata de una tierra incógnita que genera numerosas preguntas: ¿por qué razón hay tantas armas y tanta violencia? ¿A qué se debe que en el país más rico del mundo haya tanta pobreza y millones de personas sin cobertura médica? ¿Cómo se pueden tener las mejores universidades del mundo y una crisis en el sistema educativo? ¿Cómo puede ser que en uno de los países con más premios Nobel se cuestionen las teorías de la evolución?

Los grandes avances científicos y Silicon Valley conviven con zonas que parecen trasplantadas de un país pobre y subdesarrollado. En el terreno cultural, editoriales, revistas, novelas, libros académicos y el magnífico mundo del cine forman parte del mismo país en el que millones de personas cuestionan la teoría de la evolución de Darwin y no creen que la Tierra gire alrededor del Sol.1 Y si se observa la política exterior y de defensa, es una gran intriga que las fuerzas armadas más poderosas del mundo no logren ganar ninguna de las guerras en las que se han embarcado en las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán e Iraq.

Cada una de estas preguntas puede generar polémicas infinitas. Estados Unidos es tan amplio, variado, diverso y complejo que mientras alguien puede argumentar que la sociedad estadounidense nada en la abundancia, otra persona podría indicar que hay una pobreza inadmisible. Este tipo de visiones contradictorias son las que casi inevitablemente surgen cuando se comienza a ver a los Estados Unidos más allá de un paseo por Manhattan. Y ese es el tipo de análisis conflictivo y contradictorio que puede hacer un extranjero que se ha formado bajo la influencia de la cultura estadounidense, la llamada cultura americana.

Si como escribió Régis Debray somos lo que vemos y lo que leemos (y añadiría, lo que escuchamos), mi imaginario y parte de mis emociones se formaron con las series estadounidenses de televisión de los cincuenta y los sesenta y los westerns. Me rebelé contra lo establecido con la música de Woodstock en los sesenta y setenta mientras me indignaba por las intervenciones de Estados Unidos desde Vietnam a Chile; y me conmocionaron los asesinatos de John y Robert Kennedy y Martin Luther King.

A través de los años, autores de ficción como Richard Ford, Raymond Carver y James Baldwin, cineastas como Arthur Penn, Elia Kazan y Robert Altman, y dramaturgos como Arthur Miller configuraron mi forma de ver el mundo. Y en las actuaciones de Marlon Brando, Natalie Wood, Paul Newman, Dustin Hoffman, o Faye Dunaway viví en otros mundos. El jazz, los blues, y los poemas de Bob Dylan me acompañan a emociones inesperadas.

Pese a todas estas raíces culturales, creí durante un tiempo que todos los males de América Latina y del resto del mundo venían de la Casa Blanca y las multinacionales. Luego maticé mis opiniones, sin llegar a girar 180 grados y a adorar a América por su poder y libertades, pero asumiendo las responsabilidades que nos corresponden a los no estadounidenses.

La experiencia de vivir unos años en Estados Unidos fue útil para sentir desde dentro las contradicciones de un mundo dual, encantador y violento, práctico y burocrático, formal e informal, profundo y superficial, provinciano y cosmopolita, democrático y autoritario. Esa experiencia, coincidiendo con los años de las guerras en Afganistán e Iraq, me dio la medida de las limitaciones de Estados Unidos. En su diversidad está su fuerza y su debilidad. Pese a su gran poderío, Estados Unidos no siempre vence e impone su criterio. Además, crecientemente está dejando de haber un criterio porque el país se encuentra profundamente polarizado en torno a la política, la ideología, la religión y las formas de organizar la vida personal, la familia y la sociedad.

Mi conclusión, no necesariamente original, es que Estados Unidos es un poderoso país en crisis, no terminal, ni que vaya a suponer su colapso, pero crisis al fin que puede tener consecuencias imprevisibles. Escribir este libro es un humilde intento de explicar ciertas manifestaciones de esa crisis y algunas de las razones que lo han conducido a la situación en que se encuentra. En ese marco, se trata de contar con recursos para entender las razones que han conducido a que un personaje tan peculiar y antidemocrático como Donald Trump llegase a la presidencia. No se trata de un libro sobre él, pero su campaña y presidencia sirven de puerta de entrada y ejemplo a los temas que se abordan.

Este ejercicio es también un intento de llamar la atención sobre la necesidad de reflexionar acerca del futuro de los no estadounidenses. Es decir, por ejemplo, los europeos y los latinoamericanos. La propuesta es preguntarse si tiene sentido práctico seguir dependiendo del liderazgo de Estados Unidos, y cuestionarse hasta qué punto desde fuera no se le hace a Washington el juego del rey desnudo, sonriéndole como si estuviese vestido, aprobando lo que hace como si fuese acertado.

* * *

Los argumentos de este libro son, por lo tanto, y primero, que la victoria de Trump resulta de la crisis estructural que vive Estados Unidos, y forma parte del auge de líderes y movimientos autoritarios, derechistas, racistas y excluyentes que se manifiestan en diversas partes del mundo. Trump no ha llegado a ser presidente debido a la combinación de desa­fortunadas casualidades, sino que es el lógico resultado de una serie de factores presentes en la economía, la política, la sociedad y la cultura de ese país. Entre esos factores resaltan la profunda desigualdad, la fragmentación (religiosa y étnica), y la polarización política.

Segundo, Trump no cumplirá con el programa electoral de defender a los trabajadores y a la clase media. En cambio, mantendrá las grandes líneas del sistema establecido, beneficiará a los grandes capitales tratando de reducir impuestos y eliminar regulaciones estatales (por ejemplo, sobre medio ambiente e igualdad de género), no alterará de fondo el orden liberal económico-militar —uno de los grandes temores del establishment actual—, pero llevará adelante reformas ideológicas para contentar a su base racista. Esto implica que profundizará la brecha entre conservadores y modernizadores. E impactará sobre los actores más débiles y frágiles del sistema nacional e internacional: los pobres, los inmigrantes y los refugiados. En este sentido, sus mensajes durante la contienda electoral y las medidas de gobierno que está adoptando son de un ultraderechista que adopta formas populistas.

En política exterior reestablecerá los lazos con líderes y gobiernos conservadores, mantendrá a Estados Unidos en la otan, y practicará una política continuista de evitar la implicación masiva de tropas en conflictos complejos, pero aumentará el número de ataques «quirúrgicos» con alta tecnología. El mayor peligro es que su primer gabinete está formado por ex miembros de las fuerzas armadas partidarios de políticas militaristas. Este factor, combinado con la personalidad de Trump, impulsiva y cautivada por la fuerza machista, podrían transformar crisis en guerras.

Tercero, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido el modelo económico, cultural y, en cierta forma, político a seguir en el mundo. Se ha presentado a sí mismo como el horizonte democrático, y su liderazgo ha sido asumido por los gobiernos y parte de las sociedades de buena parte del sistema internacional. El poder económico y militar en la denominada zona Euro-Atlántica lo reafirmó en esa posición durante la Guerra Fría. En otras partes del mundo impuso ese liderazgo con diversos métodos violentos. Pero desde hace al menos tres décadas este país sufre una seria crisis interna y un grave declive de su legitimidad internacional debido a sus reiterados y dramáticos fracasos, especialmente desde Vietnam en adelante.

El gobierno de Trump debería ser un llamado de atención a los gobiernos, a las élites económicas, financieras y políticas que ven la primacía de Estados Unidos como un hecho «natural». En el particular caso europeo, la presidencia de Trump y el ascenso de partidos ultraderechistas en el continente convierten en una necesidad imperiosa construir una política democrática independiente y basada en los valores de la paz, la justicia social y los derechos humanos que inspiraron la creación de la Unión Europea. Seguir creyendo en el liderazgo occidental de Estados Unidos es un grave error estratégico.

No es preciso renegar de importantes valores políticos sociales y culturales que tiene Estados Unidos para, a la vez, entender que su capacidad de liderazgo está disminuida, y que seguir acríticamente los caminos y tendencias que marca, por ejemplo en sus políticas en Oriente Medio, pueden ser dañinas para sí mismo y para otros países. Además de reconocer que vivimos en un mundo multipolar (donde múltiples poderes operan sin que ninguno pueda imponerse como hegemónico sobre los demás), es preciso asumir que Estados Unidos ya no es un modelo a seguir ni tiene la capacidad de liderar a otros que tenía antes.

El libro se basa fundamentalmente en fuentes estadounidenses, mayoritariamente medios de prensa tradicionales y centros académicos, de estudios y think-tanks. El texto recoge, igualmente, unos pocos trabajos entre los múltiples publicados en las últimas tres décadas sobre la crisis y declive de Estados Unidos. Son, por un lado, una prueba de que las alertas no parecen funcionar para los políticos. Por otro, que la cuestión de las disfunciones de ese país no es algo nuevo.

Al usar básicamente información, análisis y argumentos generados en el propio país y que no provienen necesariamente de autores y publicaciones críticas del sistema establecido, se reconoce aquí la relevancia que tienen los académicos, periodistas, activistas sociales y ciudadanos en general que hacen continuas y valiosas descripciones y reflexiones sobre su mundo.2 En Estados Unidos existen amplios sectores con un sofisticado pensamiento crítico y democrático sobre su propia sociedad y acerca de las formas que adopta para relacionarse con el mundo. Como se explica en el último capítulo en sus manos está un futuro mejor.

Oslo, 8 de mayo de 2017

1. Frank Newport, «In U.S., 42% believe creationist view of human origins»,Gallup,2 de junio de 2014.

Scott Neuman, «1 in 4 Americans thinks the sun goes around the Earth survey says»,National Public Radio, 14 de febrero de 2014.

2. Véase un interesante ejercicio crítico de Estados Unidos que reconoce sus valores en diversos campos, especialmente de las ciencias sociales, el periodismo y la sociedad civil en Jean-Paul Marthoz, La liberté sinon rien. Mes Amériques de Bastogne á Bagdad, grip, Bruselas, 2008.

AGRADECIMIENTOS

A lo largo de tres décadas gran parte de lo que sé acerca de Estados Unidos lo debo a la amistad y relación profesional con Robert Matthews, a los trabajos comunes que hemos hecho y a las conversaciones que hemos mantenido. A él le dedico lo que tenga de acertado este libro.

En la última década, las relaciones de trabajo y amistad con Chris Harris y Steve del Rosso me permitieron entender mejor ese complejo país. Que ellos y Robert Matthews sean estadounidenses indican que hay esperanza.

Augusto Varas me animó a escribir este libro y durante años ha sido un lector crítico y amable de mis textos. Gracias a Anna Monjo, directora de Icaria, quien fue un gran estímulo para realizar este trabajo, y a su equipo, y a Steve del Rosso por sus comentarios. Quiero mencionar a Rosemary Bechler y Anthony Barnett, de Opendemocracy, donde se publicaron desde 2003 mis primeros artículos sobre la crisis de Estados Unidos, y en 2016 los textos que indicaron que Trump podría ser presidente. Igualmente, a Alexandra Pineda, de Radio Francia Internacional; Cristina Manzano de global.es; y a Luis Moita de Observare (Universidad Autónoma de Lisboa) por haber publicado artículos que fueron antecedentes de este libro.

Pero este libro es también de mi esposa, Covadonga Morales Bertrand, por las conversaciones con ella, y porque Carroll Gardens en Brooklyn siempre será nuestro.

I. DE LA EXTRAVAGANCIA A LA «NORMALIDAD»

You walk into the room

With your pencil in your hand

You see somebody naked

And you say, «Who is that man?»

Bob Dylan,Ballad of A Thin Man

I understand life. And I understand how it works. I am the Lone Ranger.

Donald J. Trump

Cuando el empresario Donald J. Trump anunció su candidatura a las elecciones presidenciales en 2015 la mayoría de los analistas políticos estadounidenses e internacionales concluyeron que no tenía posibilidades de llegar a ser presidente de Estados Unidos. Las vulgaridades de su estilo personal, su megalomanía y manifiesta ignorancia y falta de experiencia política, sumadas a constantes mentiras, cambios de opinión y propuestas irreales, harían prácticamente imposible su elección.

Antes de llegar a la Casa Blanca, Trump ha estado sujeto a más juicios civiles que los anteriores 43 presidentes juntos. Su carrera profesional está colmada de situaciones controvertidas: ha comparecido como demandante en 1.900 ocasiones y ha sido acusado en otras 1.450. Asimismo, ha estado involucrado en quiebras financieras o demandas de terceros 150 veces. Algunas de estas demandas han sido por acoso sexual.3

Por otra parte, no ha aceptado hacer pública su declaración de impuestos como hacen otros candidatos y presidentes, sus millonarios negocios siguen administrados por sus hijos, ha nombrado a su hija Ivanka asesora sin cartera y a su yerno Jared Kuchner coordinador, como dice una broma que circula en Washington, «de todo» (desde el proceso de paz en Oriente Medio y el papel de Estados Unidos en Iraq hasta la reforma del sistema administrativo de la Casa Blanca).4 Entre tanto, el fbi está investigando las conexiones de Trump y su equipo con Rusia durante la campaña electoral y si el Kremlin ha conspirado contra la candidata demócrata Hillary Clinton.5 Algunos expertos consideran que ya se han acumulado suficientes antecedentes como para que el presidente sea investigado y juzgado por el Congreso y eventualmente declarado inhábil para el cargo.6

En un mundo de política racional no resultaba factible que alguien sin experiencia política y con tantos antecedentes dudosos llegara a la Casa Blanca. Su discurso resultó, sin embargo, coherente para los 63 millones de personas que lo votaron. En realidad, Clinton obtuvo 3 millones más de votos, pero Trump ganó gracias al complejo sistema de voto indirecto del colegio electoral estadounidense.7

Su campaña se basó en utilizar su imagen, la marca «Trump», forjada durante décadas de infiltración en la cultura popular como empresario de concursos de lucha libre, futbol americano y reinas de belleza, promotor de hoteles, casinos, una agencia de modelos y ricos condominios en diversos lugares del mundo, participante en reality shows y presentador de programas de televisión donde los participantes competían por un puesto en una de sus empresas. Sus afirmaciones y exabruptos resonaron e impactaron sobre sectores específicos de la sociedad estadounidense proponiendo soluciones simples para una serie de problemas, desafíos y dilemas complejos. Estas simplificaciones coinciden con la cultura del antiintelectualismo que tiene un fuerte arraigo en parte de la sociedad de Estados Unidos. La intelectualidad y racionalidad son presentadas como antagónicas ante los supuestos «valores tradicionales americanos» y se acusa a «las élites» de ser demasiado liberales y estar alejadas de esos valores.8

Trump y su equipo han sido, además, muy hábiles en utilizar la crisis y la deslegitimación de los medios de prensa tradicionales (o mainstream, como se los denomina en inglés), y la proliferación de medios ultraderechistas que se presentan como alternativos y publican o emiten noticias sin verificar ni contrastar, y muchas veces totalmente inventadas. El candidato y luego presidente Trump se ha vinculado con estos medios de forma circular: citándolos, y ellos citándolo a él, creando un espacio de noticias falsas (fake news). Ese espacio ha ganado tanto peso que ha logrado ser, a la vez, mencionado en los medios tradicionales. El efecto multiplicador ha sido gigantesco, y el abismo entre los ciudadanos que se informan a través de los medios tradicionales y los que lo hacen por medios alternativos (the alt-media) se ha ensanchado tanto como la polarización que afecta a la sociedad.

El mensaje de Trump de «limpiar» Washington de burócratas que no trabajan para servir al «pueblo» ha calado profundamente en los sectores que se sienten desplazados por las élites liberales. El presidente también prometió en su campaña electoral acabar con los valores de la «corrección política» ya que esta «ha transformado nuestras instituciones educativas de ser lugares donde potenciar el espíritu de debate a promover la censura extrema».9

Como indica la autora Susan Jacoby, las élites de la derecha y la ultraderecha han logrado hábilmente señalar y categorizar a los intelectuales y políticos liberales como la «élite» explotadora y alejada del ciudadano medio. Otros analistas, como Thomas Frank, consideran que, en efecto, la mayor parte de los políticos y congresistas del Partido Demócrata abrazaron desde la década de 1980 políticas crecientemente neoliberales, pasando a formar parte del sector que se benefició de ellas mientras abandonaban a las clases trabajadora y media. Por esa razón, dice, es tiempo de enfrentar lo obvio: