Hernán Cortés - José Luis Martínez - E-Book

Hernán Cortés E-Book

José Luis Martínez

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Beschreibung

Obra monumental donde la erudición y el afán didáctico logran un equilibrio ejemplar. Hernán Cortés es la evaluación más ponderada y vasta que escritor mexicano alguno haya escrito sobre la polémica persona del conquistador.

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Seitenzahl: 1627

Veröffentlichungsjahr: 2015

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SECCIÓN DE OBRAS DE FILOSOFÍA

HERNÁN CORTÉS

Dibujo de Miguel Covarrubias

JOSÉ LUIS MARTÍNEZ

HERNÁN CORTÉS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición, 1990Segunda edición corregida, 1990Primera edición electrónica, 2015

D. R. © 1990, Universidad Nacional Autónoma de México Ciudad Universitaria, México 04510, D. F.

D. R. © 1990, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. Empresa certificada ISO 9001:2008

Comentarios:editorial@fondodeculturaeconomica.com Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-3446-7 (ePub)

Hecho en México - Made in Mexico

Cortés soy, el que venciera

por tierra y por mar profundo

con esta espada otro mundo,

si otro mundo entonces viera.

Di a España triunfos y palmas

con felicísimas guerras

al rey infinitas tierras

y a Dios infinitas almas.

LOPE DE VEGA

En su cabeza llevaba el laurel y en sus botas

brillaban espuelas de oro. Y sin embargo, no

era un héroe, ni era tampoco un caballero.

No era más que un capitán de bandoleros,

que con su insolente mano inscribió en el li-

bro de la fama su nombre insolente: ¡Cortés!

HEINRICH HEINE

Nuestra admiración para el héroe; nunca

nuestro cariño para el conquistador.

Atribuido aMANUEL OROZCO Y BERRA

A Hernán Cortés, como a toda personalidad

histórica, no hay que elogiarlo sin más ni

más, ni insultarlo sin menos ni menos. Hay

que explicarlo.

FRANCISCO DE LA MAZA

ÍNDICE GENERAL

Introducción

La fortuna del conquistador y el agravio de los vencidos

Las actitudes extremosas

Un tercer camino

La norma y el método de trabajo

Reconocimientos

I. LOS DOS MUNDOS QUE SE ENCONTRARON: EL MÉXICO ANTIGUO

Encuentro, choque y transformación

Una cultura aislada

El México antiguo

Territorio y población

Sociedad, economía y religión

La guerra

Creaciones culturales: escritura y códices

Idea maya del tiempo

La conservación de las tradiciones

La poesía indígena

Las exhortaciones morales

Los presagios funestos y la profecía de Quetzalcóatl

Motecuhzoma Xocoyotzin

Cuitláhuac y Cuauhtémoc

El testimonio de los vencidos

II. LA ESPAÑA DE LA ÉPOCA

El marco general

Territorio y población

Política

Tensiones religiosas

La Inquisición

Humanismo y literatura

La cultura popular. Las novelas de caballerías

El Romancero

La conquista de México vista desde España

Y una profecía

III. LOS INDÍGENAS BAJO EL DOMINIO ESPAÑOL(HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XVI)

El destino del indio

Encomienda, tributo y servicio personal

Cabildos indios y cabildos españoles. Nobles y plebeyos

Las diez plagas con que hirió Dios a esta tierra

La tierra

La conquista espiritual. Bases y móviles

Principios de la evangelización

La evangelización metódica

Las construcciones religiosas y los clérigos

La obra lingüística de los misioneros

Otros recursos para la evangelización

La destrucción de la idolatría

Principios de la educación y la asistencia

La utopía de don Vasco de Quiroga en Michoacán

Balances

IV. MOCEDADES DE CORTÉS Y VIAJE A LAS INDIAS

Las mocedades

En La Española

En Cuba

Las expediciones de Hernández de Córdoba y de Grijalva

Los naranjos de Bernal Díaz

Cronología (tentativa) de esta etapa

V. LA EXPEDICIÓN A MÉXICO

Velázquez elige capitán a Hernán Cortés

¿Quiénes pagaron los gastos de la armada?

Los preparativos

La armada de Cortés

¿Quiénes eran los soldados de Cortés?

Las Instrucciones de Diego de Velázquez

Surge el conquistador

VI. LASCARTAS DE RELACIÓNEN CONJUNTO.DE COZUMEL A VERACRUZ

Composición y estructura de las Cartas de relación

El preámbulo de las Cartas…

De Cozumel a Veracruz según la Carta del cabildo

Los incidentes según otras versiones

Hazaña de Morla

Reprensión a Alvarado

La lebrela

Encuentro de Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero

El tiburón y los tocinos

El Señor Santiago

Doña Marina

Versiones españolas e indígenas de los primeros contactos entre Motecuhzoma y Cortés

Cempoala y el Cacique Gordo

Astucias de Cortés

Cronología (tentativa) de esta etapa

VII. EL CONFLICTO CON VELÁZQUEZ.ESTRATEGIA Y ARGUMENTOS

Noticias de Cuba y decisiones de Cortés

El viaje de los procuradores

El primer regio presente

Los “libros de los indios”

Dos elogios del primer tesoro mexicano

La distribución del “rescate”

Los argumentos

Apoyo jurídico del rompimiento. La tradición de Las siete partidas

¿Existió la primera Carta de relación?

VIII. DE LA COSTA AL ALTIPLANO

Contenido general de la segunda Carta

1. De Veracruz a México-Tenochtitlán: La destrucción de las naves

El incidente de Francisco de Garay

De Cempoala a Tlaxcala

En tierras tlaxcaltecas

Las voces del temor y de la prudencia

La astucia y los motivos tlaxcaltecas

Intermedio sobre cuestiones personales

Cortés envía a Alvarado y a Vázquez de Tapia a ver a Motecuhzoma

Primeras ascenciones al Popocatépetl

Cholula

La doble celada y la matanza de Cholula

Los censores de la matanza

De Cholula a la entrada de la ciudad de México

Cronología (tentativa) de esta etapa

IX. ESPLENDOR DE LA CIUDAD DE MÉXICO. EPISODIODE NARVÁEZ. MUERTE DE MOTECUHZOMA Y NOCHE TRISTE

2. La ciudad de México-Tenochtitlán y la Corte de Motecuhzoma

La entrada en la ciudad y el encuentro de Cortés y Motecuhzoma

Cortés enviado de Quetzalcóatl

Prisión de Motecuhzoma. La versión española y la indígena

Saqueo del tesoro

Las llaves del reino y los ocios del cautivo

Las descripciones de la ciudad y de la corte

3. Episodio de Narváez, guerra entre españoles e indios, muerte de Motecuhzoma y derrota de los españoles en la Noche Triste

El episodio de Pánfilo de Narváez

Matanza del Templo Mayor

Sublevación indígena y muerte de Motecuhzoma

La lucha indígena contra los invasores

La Noche Triste

Recuperación en Tlaxcala

La campaña y la matanza de Tepeaca

El pleito por el botín después de la Noche Triste

Las probanzas contra Diego Velázquez y Pánfilo de Narváez

Refuerzos recibidos y otras noticias

Cronología (tentativa) de esta etapa

X. PREPARACIÓN DE LA CONQUISTA

El contenido general y las dos partes de la tercera Relación

Recursos, ordenanzas y reglas de guerra

Construcción y transporte de los bergantines

Recuento y depuración del ejército

Machacamiento y reconocimiento periféricos

Entrevista de Cortés y Cuauhtémoc

El plano de la ciudad de México

El mapa de la costa del Golfo de México

XI. SITIO Y DESTRUCCIÓN DE MÉXICO-TENOCHTITLÁN

Los preparativos finales

Recursos y preparativos de los mexicas y tlatelolcas

El sitio

Últimas defensas, prisión de Cuauhtémoc y fin de la guerra

El costo humano de la toma de México

La suerte de los vencidos

Los días siguientes a la toma de la ciudad

La disputa por el botín y el tormento a Cuauhtémoc

Descubrimiento de la Mar del Sur y nuevas conquistas

Cristóbal de Tapia aparece y desaparece. Noticias varias

Cronología (tentativa) de esta etapa

XII. EXPANSIÓN DE LA NUEVA ESPAÑAY RECONOCIMIENTO DE CORTÉS

La cuarta Relación

Exploraciones y conquistas radiales

Ampliación y afirmación de las conquistas

Conquista de Michoacán

Conquista de Colima y el sur de Jalisco

Envío de bienes a España y robo del tesoro

El nuevo envío al rey en 1524

Un intruso: Juan Bono de Quejo

La conquista del Pánuco y Francisco de Garay

Reconocimiento real: Cortés gobernador, capitán general y justicia mayor. La contienda y su desenlace

El contenido de las cédulas reales

XIII. ORGANIZACIÓN DEL PAÍS:MUERTE DE CATALINA XUÁREZ

Primeros pasos para la organización de la Nueva España

La nueva ciudad de México

Viajes de inspección y nuevos proyectos y empresas: construcción de barcos y minería

Ganadería y agricultura

Llegada y muerte de Catalina Xuárez Marcaida

Expedición de Olid a las Hibueras

Principios de la evangelización

Ordenanzas para los poblamientos y otras disposiciones

Cronología (tentativa) de esta etapa

XIV. LAS HIBUERAS, DESPEÑADERO DE DESGRACIAS

Crónica de una acción insensata

Actuación de los oficiales reales

Los móviles y la comitiva

Hasta Coatzacoalcos, fiestas y regocijos

El laberinto fluvial

El desmoronamiento

La muerte de Cuauhtémoc

Por la selva del Petén

Recreo con el caballo morcillo de Cortés

El fin de la pesadilla

Régimen municipal y urbanismo: ordenanzas e instrucciones para Trujillo

XV. REGRESO DE LAS HIBUERAS:LO OCURRIDO EN MÉXICO, AMENAZAS Y HONORES

La vuelta de las Hibueras, por mar y por tierra

La rebatiña por el poder

Los personajes y los sucesos

Nuevas amenazas y honores desde España

Cortés sometido a juicio de residencia

Los jugadores y el rayo

Resumen de agravios y alegatos

Informes de exploraciones y pacificaciones

Cronología (tentativa) de esta etapa

XVI. AÑOS HOSTILES,EXPEDICIÓN A LAS MOLUCAS Y VIAJE A ESPAÑA

Cortés acosado

Los gobernantes de Nueva España de 1526 a 1528

Donación a las hijas de Metecuhzoma

Destierro de Cortés de la ciudad de México

Las expediciones españolas a las Molucas

La partición del mundo y la búsqueda de las especias

Lo que sucedió con la armada de García de Loaisa

La expedición de Saavedra Cerón enviada por Cortés

El trágico destino de la expedición

El viaje a España de 1528

Encargos, regalos y organización del viaje

XVII. TÍTULO Y MERCEDES REALES, PERO NO EL PODER

Muerte de Gonzalo de Sandoval y viaje por España

En el Monasterio de Guadalupe: devoción, coquetería y exvoto

Primera entrevista con Carlos V

Los avisos del memorial de 1528

La merced real de 23 000 vasallos

Honores y concesiones, pero no el poder

Otras gestiones, negociaciones y amistades

Regalos al papa y bulas

La boda con doña Juana de Zúñiga

Los once hijos y el posible

Los doce o trece primos

Cronología (tentativa) de esta etapa

XVIII. CORTÉS ACUSADO EN EL JUICIO DE RESIDENCIA Y EN OTROS JUICIOS

Antecedentes en 1526

El juicio se reabre en 1529. Veintidós testigos en contra

Los acusadores

Las acusaciones de Vázquez de Tapia

Gonzalo Mejía, repetidor

Las acusaciones del doctor Cristóbal de Ojeda. Cuauhtémoc

Juan de Burgos trae a cuento la muerte de Catalina Xuárez

Miscelánea de testigos y acusaciones

Declaraciones complementarias y un intento de seducción

Resumen de los cargos contra Cortés

El proceso por la muerte de Catalina Xuárez

El disgusto previo de Hernán y Catalina

El coro de las mujeres

Otra causa de María de Marcaida contra Cortés

El peso de las acusaciones contra Cortés

Críticas morales de la conquista y de Cortés

XIX. LA DEFENSA DE CORTÉS EN EL JUICIO

Sus procuradores inician la defensa de Cortés

Los Descargos de 1529

Cortés reabre su defensa (1534-1535). Los nuevos Descargos

Los grandes interrogatorios para los testigos de descargo

Los testigos de descargo

El tamaño y la importancia de las declaraciones

Interrogatorios y declaraciones

Alonso de Villanueva inicia las declaraciones

Francisco Dávila, reservado

El capitán Luis Marín

Martín Vázquez, perspicaz

Andrés de Tapia, capitán constante y memorioso

Juan de Ortega no se compromete

Francisco de Terrazas, adicto y cauto

Fray Toribio Motolinía, fray Pedro de Gante y fray Luis de Fuensalida

Las declaraciones de los tres franciscanos

Juan Jaramillo, leal y reticente

Francisco de Montejo, viajero

Juan de Salcedo y sus recuerdos

El valor de las defensas

Últimas prolongaciones del juicio

Cronología (tentativa) de esta etapa: juicio de residencia

XX. EL MARQUÉS SIN PODER:PLEITOS, NEGOCIACIONES Y RECLAMACIONES

Francisco de Terrazas informa a Cortés sobre su situación en México

La venganza contra García de Llerena

Últimas gestiones en la corte

El regreso a Nueva España

Conflictos con los oidores

Hambre y muertes en Tezcoco

En Cuernavaca. Supuesta pacificación de indios

El gobierno de la segunda Audiencia

Pleitos para recuperar sus posesiones: los terrenos entre las calzadas de Chapultepec y de Tacuba

Tributos y servicios de Huejotzingo

Aprovechamientos de pueblos del sur de Jalisco

El pleito por Oaxaca

Reclamaciones de los indios contra Cortés

Las jurisdicciones y la cuenta de los 23 000 vasallos

Recreo sobre la carta cifrada de Cortés (Homenaje a la hazaña de Francisco Monterde)

Las Casas Viejas y las tiendas

La bula y los diezmos

XXI. EXPLORACIONES EN EL MAR DEL SUR Y OTROS NEGOCIOS

La última gran empresa

Permiso real para exploraciones en el Mar del Sur

Problemas para la reparación de los navíos. Los tamemes

Primera expedición al Mar del Sur: Diego Hurtado de Mendoza

Cortés se instala en Tehuantepec

Segunda expedición al Mar del Sur: Diego Becerra y Hernando de Grijalva

Pleitos con Nuño de Guzmán. El atropello a don Luis de Castilla

La nave secuestrada

Fundación del mayorazgo

Tercera expedición al Mar del Sur al mando de Cortés

El desquite de Guzmán: la Probanza Ad Perpetuam Rei Memoriam

El regreso de Cortés. Auxilio a Pizarro

Cortés y la minería

Comercio con el Perú

Vida rústica y opiniones políticas

Amistad con el virrey Mendoza e intermedio por las paces de Aguas Muertas

Cuarta y última expedición al Mar del Sur: Francisco de Ulloa

El nombre de California y el balance de las expediciones

Cronología (tentativa) de esta etapa

XXII. LA DECLINACIÓN Y EL FIN

Regreso sin comitiva ni honores

El memorial acerca de los agravios del virrey Mendoza

Las siete ciudades de Cíbola

Las reclamaciones de los capitanes

La venganza de Cortés contra el virrey Mendoza y la visita de Tello de Sandoval

El desastre de Argel

Las grandes cartas de agravios

Encuentros con Juan Ginés de Sepúlveda y Francisco Cervantes de Salazar

Encuentros con fray Bartolomé de las Casas

Parecer sobre los repartimientos de indios

Últimas gestiones sobre su juicio de residencia y los 23 000 vasallos

Resumen de los pleitos de Cortés y conflicto con el licenciado Núñez

La meditación sobre la muerte

La pobreza de los últimos meses

El testamento

La muerte

Los funerales y las exequias

Cronología (tentativa) de esta última etapa

XXIII. LA CUENTA Y DISTRIBUCIÓN DE LOS BIENES Y LA PEREGRINACIÓN DE LOS HUESOS

Deudas y herencias

Almoneda de los bienes menudos de Cortés en Sevilla

Inventario de los bienes de Cortés en la región de Cuernavaca. La casa y sus anexos

Ingenios, cultivos y ganados

Campos de moreras y cultivo de la seda

Doña Juana y don Martín discuten por dineros

La peregrinación de los huesos de Cortés. Segundo entierro en San Isidoro de Sevilla, 1550

Tercer entierro. Traslado a Nueva España, a San Francisco de Tezcoco, 1566

Cuarto entierro, en San Francisco de México, 1629

Quinto entierro, en la misma iglesia, 1716

Sexto entierro, en la iglesia de Jesús Nazareno, de México, 1794

Séptimo entierro, secreto, en la misma iglesia, 1823

Octavo entierro, secreto, en la misma iglesia, 1836

Noveno entierro. Los huesos son exhumados, reconocidos y vueltos al mismo lugar, 1946-1947

Resumen de los entierros, exhumaciones y traslados de los restos de Hernán Cortés

XXIV. FIGURA Y CARÁCTER

Dos semblanzas

Los retratos de Cortés

Fortuna e infortunio

Cortés y la Corona

Cortés y los indios

Las conquistas de Cortés y de Pizarro

México y Cortés

XXV. LAS IDEAS Y LOS ESCRITOS

Rasgos medievales y renacentistas

La composición y el estilo

Lecturas y recursos

Las obras fundamentales sobre la conquista

El corpus cortesiano

El manuscrito de las Cartas

Ediciones y traducciones de las Cartas de relación

Los documentos cortesianos

XXVI. POEMAS ÉPICOS Y NARRATIVOS DE LA CONQUISTA Y CORTESIANOS

  I.    De los nacidos en México

Nuevo Mundo y conquista de Francisco de Terrazas

El peregrino indiano de Antonio de Saavedra Guzmán

 II.    De los avecindados en México

Historia de la Nueva México de Gaspar Pérez de Villagrá

El Mercurio de Arias de Villalobos

III.    De los peninsulares

Cortés valeroso o Mexicana de Gabriel Lobo Lasso de la Vega

Tres fragmentos cortesianos de Luis de Zapata, Juan de Castellanos y Bernardo de Balbuena

IV.   Noticia de algunos poemas épicos del siglo XVIII

 V.   Recapitulación

VI.   Cortés y la conquista en otras expresiones literarias y artísticas

Estudios acerca del tema

Cronología general

Bibliografías

  I.    Historias, crónicas, relaciones y documentos de la época

 II.    Estudios y textos sobre Cortés y la conquista

III.    Estudios sobre personajes y temas españoles e indígenas de la época

Apéndice sobre Cuauhtémoc y el hallazgo de Ichcateopan (Relación cronológica)

IV.   Obras literarias y musicales sobre Cortés y la conquista (Relación cronológica)

 V.   Obras literarias y musicales sobre personajes y temas indígenas de la época (Relación cronológica)

Lista de ilustraciones

Índice onomástico

INTRODUCCIÓN

La historia de México está en pie. Aquí no ha muerto nadie, a pesar de los asesinatos y los fusilamientos. Están vivos Cuauhtémoc, Cortés, Maximiliano, don Porfirio, y todos los conquistadores y todos los conquistados. Esto es lo original de México. Todo el pasado suyo es actualidad palpitante. No ha muerto el pasado. No ha pasado lo pasado, se ha parado.

JOSÉ MORENO VILLA

Apenas Cortés deje de ser un mito ahistórico y se convierta en lo que es realmente —un personaje histórico—, los mexicanos podrán verse a sí mismos con una mirada más clara, generosa y serena.

OCTAVIO PAZ

LA FORTUNA DEL CONQUISTADOR Y EL AGRAVIO DE LOS VENCIDOS

Como casi todos los mortales, Hernán Cortés fue un tejido contradictorio de bienes y de males, de actos justos e injustos, de grandezas y de miserias, de valentía y de crueldad, de noblezas y de crímenes. Fue, además, una personalidad sorprendente. Cuando sólo era un poblador entre tantos otros, en un momento crucial acaudilló la conquista de México, como si fuera un capitán y un político experimentado. Con unos cientos de españoles y la superioridad de sus armas, maniobró para que los propios indígenas vencieran a un imperio poderoso con millares de guerreros valerosos. Tras de su triunfo, hizo levantar la ciudad española más ambiciosa de su tiempo, y en el territorio que llamó Nueva España sentó las bases para su organización política, y para la implantación de la lengua, la religión y las costumbres, así como de la agricultura, la ganadería y la industria españolas.

Pero no sólo venció a los pueblos del México antiguo sino que los sojuzgó para convertirlos en siervos de los vencedores. Quien había conocido el fracaso de la explotación brutal de las islas antillanas, se empeñó en una servidumbre que conservara, no por humanitarismo sino por conveniencia, la riqueza de la fuente india de trabajo. E inició el mestizaje de pueblos y culturas, que será uno de nuestros rasgos permanentes.

Aunque Cortés reconocía la capacidad política y las aptitudes de los indios de esta tierra, acaso no concedió suficiente importancia a la fuerza y arraigo de su cultura. El hecho es que los indios, a pesar de que aceptaran que sus dioses habían muerto, y que ellos se habían convertido en siervos de amos tiránicos y a menudo despiadados, mantuvieron vivos su conciencia, sus tradiciones y su resentimiento. Este último será adoptado por el nuevo pueblo en que se fue convirtiendo México, y moverá el agravio latente contra el conquistador. El trauma de la conquista es una llaga que aún permanece viva en México.

LAS ACTITUDES EXTREMOSAS

Por todo ello, Cortés nos interesa siempre de manera extremosa, para exaltarlo o para detestarlo. Concentramos en su persona el conflicto de nuestro origen y, frente al choque que aquel anudamiento ocasionó, unos toman el partido de considerar injusta, brutal y rapaz la acción de los conquistadores, y como víctimas a los indígenas, cuya cultura se exalta como un noble pasado; y otros, comenzando por justificar el derecho a la conquista, la imaginan como una sucesión de hechos heroicos, cuyo protagonista es Hernán Cortés, y piensan que gracias a su victoria sobre pueblos bárbaros y sanguinarios, recibimos los bienes de la cultura española y occidental.

Con señaladas excepciones, estas actitudes frente a Cortés y la conquista han dominado también a sus historiadores, desde Francisco López de Gómara y Bartolomé de las Casas, en tiempos del conquistador, hasta Eulalia Guzmán y Salvador de Madariaga en los nuestros, incluyendo en el transcurso a los de lenguas extranjeras.

UN TERCER CAMINO

Las apologías o las condenaciones pueden reforzar las convicciones previas de cada uno pero no logran cambiar el pasado y nos ayudan escasamente a conocerlo mejor. Respecto a Cortés y la conquista, algunos partidaristas han considerado suficiente un puñado de hechos para apoyar sus juicios, y conceden más atención a las argumentaciones que a la indagación de los acontecimientos.

Mas, evitando este predominio de las actitudes, ha sido posible también un tercer camino. En el caso de Cortés se cuenta con un enorme acervo de documentos, publicados a lo largo de muchos años o inéditos en parte. Además, los cronistas e historiadores antiguos y los investigadores modernos han acumulado informaciones, análisis e interpretaciones que hacen posible un conocimiento histórico de los hechos, y tan objetivo cuanto es posible.

Sin embargo, a pesar de esta abundancia documental e informativa quedan aún en la vida de Cortés lagunas considerables y etapas en la sombra. Por ejemplo, el juicio de residencia contra Cortés, cuya segunda parte de defensa se ha ignorado; la última década en Nueva España, 1530-1540, de la que se han estudiado bien las expediciones marítimas pero no el resto de la vida y las demás empresas de Cortés en estos años; y en fin, la estancia final en España, mal conocida, que suele despacharse con algunas anécdotas.

Además de sufrir las deformaciones dogmáticas, el estudio de la personalidad y la obra de Cortés ha sido, pues, insuficiente y ha dejado vacíos. Estamos lejos de agotar su estudio ya que aún queda mucho por averiguar, aclarar e interpretar. Puesto que él fue uno de los actores principales del drama de nuestros orígenes, en la personalidad y en las acciones de Cortés y en las de su tiempo tienen su principio muchos rasgos de nuestra vida política, social y cultural, y algunos de nuestros vicios y virtudes. Por todo ello sigue siendo importante conocer a Cortés.

LA NORMA Y EL MÉTODO DE TRABAJO

La presente obra acerca de Cortés tiene como norma principal la decisión de guiarse por un honesto afán de conocimiento. Como para lograrlo sólo tenemos los testimonios del pasado, lo que unos y otros contaron y conservamos, se evita todo vuelo imaginativo, de modo que cada hecho recogido tiene una base documental. Y cada vez que se llega a episodios destacados y controvertidos, se recogen todas las versiones conocidas —españolas, indias o mestizas— para que frente a las divergencias y contradicciones sea el lector el que juzgue o el que recoja la perplejidad. En algunos casos el autor interpreta los hechos o da su opinión, pero no omite ninguno de los elementos de juicio que permitan la discrepancia.

El método de trabajo es el de apoyarse, como base informativa, en los documentos primarios, ya sean las relaciones y los demás escritos de Cortés y los de otros conquistadores y pobladores —incluida la historia de López de Gómara en cuanto está compuesta a base de informaciones directas del conquistador—, así como en los testimonios antiguos de cronistas e historiadores de inspiración española o indígena. Y como complementos ilustrativos o interpretativos, se atienden las informaciones, análisis o juicios de investigadores posteriores.

De los escritos de Cortés, las Cartas de relación son los más importantes, en cuanto ofrecen el primer testimonio de lo que fue el México antiguo y su conquista. Sin embargo, el resto de sus documentos son indispensables para conocer la personalidad y las acciones de su autor, y los primeros pasos para la organización de Nueva España, tanto en el breve periodo que cubren las Relaciones como en los años anteriores y en el largo periodo posterior, hasta la muerte del conquistador.

El haber recurrido a los escritos de Cortés no es una novedad, puesto que ha sido el camino habitual de todos sus historiadores, pero sí lo es la consulta sistemática de dichos escritos y el caudal más amplio que ahora se aprovecha. Esto ha sido posible gracias a que el autor de la presente obra trabajó al mismo tiempo en la recopilación y edición del corpus que ha llamado Documentos cortesianos —que recoge algo más de trescientos—, y al que, además de las Relaciones, sigue constantemente para exponer la historia de Cortés. Así pues, el presente estudio y los Documentos están concebidos como una unidad.

Los tres capítulos iniciales, que describen el choque de los mundos viejo y nuevo, el México antiguo, la España de la época y la situación de los indígenas después de la conquista, tienen un carácter esquemático y deben considerarse sólo marcos de referencia para situar en el tiempo y en el espacio la acción de Cortés.

En términos generales se sigue la secuencia cronológica, con la salvedad del juicio de residencia que por haberse extendido con interrupciones durante largos años, se consideró preferible exponer en conjunto, un capítulo para las acusaciones y otro para las defensas.

Al fin de cada etapa de la vida de Cortés se añaden cronologías, para facilitar las consultas. Estas cronologías parciales se repiten, reunidas, al fin de la obra.

Cuando se citan en las notas escritos que están recogidos en los Documentos cortesianos, se ha seguido la convención de poner sus títulos en cursivas, en tanto que los de documentos no incluidos van normalmente entre comillas.

El capítulo final, a manera de apéndice y en forma sumaria, expone las repercusiones que la conquista y Cortés tuvieron en la poesía épica y narrativa, con algunas noticias sobre estos temas en otras expresiones literarias y artísticas modernas.

1983-1988

RECONOCIMIENTOS

A lo largo de casi cinco años he pedido y recibido numerosas ayudas para la realización de esta obra, y de los Documentos cartesianos paralelos, que ahora me complace agradecer.

En primer lugar, las constantes y mayores. A Manuel Alcalá, quien pacientemente leyó mis escritos completos, conforme los iba redactando, y me hizo juiciosas enmiendas y sugestiones, además de depurar y traducir los latines.

A las gentiles directoras del Archivo General de la Nación, de México, Leonor Ortiz Monasterio, y del Archivo General de Indias, de Sevilla, Rosario Parra Cala, y a sus auxiliares, que buscaron y rebuscaron documentos y me proporcionaron copias.

Al Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, y a los amigos del Fondo de Cultura Económica, mis coeditores, que me prestaron los apoyos necesarios.

A los directores de las bibliotecas de El Colegio de México, Orozco y Berra y del Museo Nacional, del INAH, que me hicieron tantas copias de libros y documentos.

Y a mis tres hijos, José Luis y Rodrigo, que leyeron mis papeles, me buscaron rarezas y me sugirieron pistas, y a Andrea Guadalupe, que me ayudó en un tramo importante de la paleografía.

Repito mis agradecimientos, en fin, a los amigos que atendieron mis solicitudes o se adelantaron a ellas con generosidad: Fernando Benítez, Woodrow Borah, Alí Chumacero, José Durand, Andrés Henestrosa, Miguel León-Portilla, James Lockhart, Sonia Lombardo de Ruiz, Roberto Moreno de los Arcos, Octavio Paz, Alfonso Rangel Guerra, Antonio Roche, Antonio Saborit, Fernando Serrano Migallón, Ernesto de la Torre Villar, Elías Trabulse, y Silvio Zavala.

Y una vez más, soy deudor de la paciencia y la eficacia de Guadalupe Ramírez de Lira, quien me ayudó a copiar una parte de mis papeles.

 

México, 26 de marzo de 1988

I. LOS DOS MUNDOS QUE SE ENCONTRARON. EL MÉXICO ANTIGUO

No había entonces pecado…, no había entonces enfermedad, no había dolor de huesos, no había fiebre para ellos, no había viruelas… Rectamente erguido iba su cuerpo entonces.

Xhalay de la conquista

ENCUENTRO, CHOQUE Y TRANSFORMACIÓN

“La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crio —según Francisco López de Gómara—,1 es el descubrimiento de Indias”, o del Nuevo Mundo, o sea el encuentro del viejo y del nuevo mundo. Estos dos mundos, hasta entonces mutuamente ignorados, comenzaron a entrar en rudas confrontaciones, hechas de curiosidad, extrañeza, codicia y afán de dominio; y de pavor, confusión, resistencia y aniquilación.

Por múltiples caminos, en este Nuevo Mundo luego llamado las Indias y en fin América se impondrá la superioridad de las armas del Viejo Mundo, el sometimiento y explotación de los pueblos aborígenes y se implantará la cultura hispánica; mas las tierras y pueblos sojuzgados harán que persistan tercamente sus propios jugos, sus tradiciones, los nombres que daban a las cosas, el tono de su sensibilidad. Y paso a paso, a menudo con dolor e injusticia, se irá formando una nueva cultura mestiza y los hombres formarán también nuevos pueblos.

Además de las armas desiguales, existían también otros campos en que el choque de las dos culturas extrañas se presentó con violencia. En primer lugar, se enfrentaban dos concepciones del mundo muy diversas, sobre todo en las creencias religiosas, en las costumbres y en el sentido general que se daba a la vida. De parte de los españoles, que no concebían salvación fuera de sus creencias, la intolerancia era definitiva, pues se consideraban obligados a la conversión, de grado o por fuerza, de quienes tenían por infieles, y a la extirpación radical de cualquier rastro o sospecha de idolatrías.

Sin embargo, en el aspecto moral, existía una singular coincidencia entre el mundo indio y el cristiano, advertida por misioneros como fray Gerónimo de Mendieta, quien reconoció:

que si el padre San Francisco viviera hoy en el mundo y viera a estos indios, se avergonzara y confundiera, confesando que ya no era su hermana la pobreza, ni tenía que alabarse de ella.2

La tendencia española, no siempre practicada, hacia el ascetismo religioso y cierto rigor en las costumbres, se veía sobrepasada por la severidad de las leyes y la austeridad de la vida indígena en el Altiplano.

Presentose, además, otro raro fenómeno que pudiera llamarse de extrañeza biológica. Las floras microbianas y sus defensas o inmunizaciones, de conquistadores y conquistados, eran diversas, y los contactos entre unos y otros provocaron plagas y epidemias, que agobiaron sobre todo a los últimos, más vulnerables.

Los indios sufrieron, a lo largo del siglo XVI, terribles pestilencias contra las que no conocían curas, y que contribuyeron, con las guerras y los trabajos excesivos, al descenso de la población nativa. En los mismos días del asedio a México-Tenochtitlán, en 1520, la primera plaga fue la viruela, “de que en algunas provincias murió la mitad de la gente”, y que incluso causó la muerte de Cuitláhuac, el huey tlatoani que sucedió a Motecuhzoma. Tras ésta, el padre Mendieta continúa enumerando las siete plagas que padecieron los indios: la segunda, hacia 1531, fue el sarampión, “de que murieron muchos”; la tercera, por 1545, fue de “pujamiento de sangre”, que los indios llamaron cocoliztle, y que pudiera ser una especie de influenza de la que en Tlaxcala murieron 150 000 indios y en Cholula 100 000; la cuarta, en 1564, otra mortandad; la quinta, en 1576, la llamaron matlazáhuatl, que pudo haber sido tifo; la sexta, en 1588, después de una carestía de maíz, fue de nuevo tifo y afectó especialmente a los matlatzincas y la séptima, entre 1595 y 1596, fue de “sarampión, paperas y tabardillo”, de que “apenas ha quedado hombre en pie”.3

Primera imagen de América. Grabado en madera al frente de la carta de Cristóbal Colón a Luis de Santángel, Basilea, 1493.

Este choque microbiano y viral, según Pierre Chaunu, fue responsable en un 90% de la caída radical de la población india en el conjunto entonces conocido de América, que de 80 millones de habitantes en 1520 descendió a 10 millones en 1565-1570, es decir, un hundimiento “de la quinta parte de la humanidad de la época”.4

Mapa de la cuenca de México en la época prehispánica. Dibujo de Miguel Covarrubias.

En cuanto a los efectos que en Europa tuvo esta extrañeza biológica, se ha discutido largamente la cuestión de la sífilis. Ya sea éste un antiguo mal europeo y asiático, que pudiera ser el mismo que la lepra medieval; o bien que sea de origen americano y hubiese sido llevado a Europa de la isla Española, en el primero o segundo viaje de Colón, contagiado a las prostitutas y difundido por soldados y mercenarios de varias nacionalidades que participaron en el sitio de Nápoles, en 1494–1496,5 el hecho es que la sífilis, el “mal napolitano”, el “mal francés” o las bubas causó una epidemia que hizo padecer a millares de europeos de todas las clases sociales.

Ya fuese la propagación en uno u otro sentido, en ambos casos, y tanto ésta como las plagas mexicanas pueden considerarse etapas de lo que Le Roy Ladurie ha llamado “la unificación microbiana del mundo”.6

UNA CULTURA AISLADA

En Mesoamérica existía una flora muy rica que poseía algunas especies desconocidas con que se enriqueció el resto del mundo: nuevas especies de maíz y de frijol, cacao, cacahuate, jitomate, chile, papa, camote, tabaco, chicle, hule, palo de tinte, añil, grana o cochinilla y numerosas plantas medicinales.7 En cambio, faltaban el trigo, el olivo, las vides y algunos frutales, y no existía ninguna especie de ganado doméstico, o sean bestias de tiro, transporte o alimentación. Las llamas y sus congéneres son exclusivas del altiplano andino.

Salvo algunos contactos comerciales con islas del Caribe, y presumiblemente con el lejano país de los incas, que significaban también intercambio de técnicas, Mesoamérica era una cultura aislada, que nunca se había preguntado qué había más allá de sus horizontes.

EL MÉXICO ANTIGUO

TERRITORIO Y POBLACIÓN

En el territorio que hoy es México existían, antes de la llegada de los españoles, estados, señoríos, cacicazgos y tribus nómadas. Entre ellos el más poderoso y extenso era el comúnmente llamado imperio azteca, el Culhúa-Mexica que los conquistadores oían mencionar en tierras mayas, como la tierra poderosa, rica en oro. La capital de este imperio era una gran ciudad asentada en islotes dentro de un lago, México-Tenochtitlán, cuyo esplendor fascinó a los ojos que lo vieron, y sus dominios se extendían en la región centro-oriental del territorio, con apoyos en los dos océanos. Pero aun dentro del ámbito de estos dominios subsistían reductos independientes, como los de Metztitlán y Tototepec, Tlaxcala, Teotitlán del Camino, Coatlicámac, Yopitzinco, Tototepec del Sur y los señoríos mixtecos.8 Las profundas enemistades de algunos de estos señoríos contra los aztecas, sobre todo la de los tlaxcaltecas, serán decisivas en la conquista.

Fuera de las imprecisas fronteras del imperio Culhúa-Mexica —como es más preciso llamarlo—, existían otros señoríos independientes que también habían logrado resistir el empuje azteca, como los de Colima, Michoacán, la Huasteca, el mundo maya y el Soconusco. Al norte de estos señoríos que poseían cultura avanzadas, vivían en las planicies, montañas y tierras pedregosas numerosos pueblos, unos sedentarios y agricultores y otros nómadas e indomables guerreros semisalvajes, llamados genéricamente chichimecas, cuya resistencia al dominio azteca y español se extendió por siglos.

El imperio azteca en vísperas de la conquista. De Jon Manchip White, Cortes and the Downfall of the Aztec Empire, Londres, 1971.

El imperio Culhúa-Mexica estaba sustentado en la Triple Alianza, de los señoríos de México, Tezcoco y Tlacopan o Tacuba, y su control de la zona dominada comprendía aproximadamente 38 señoríos a fines del siglo XV, en una extensión cercana al medio millón de kilómetros cuadrados, o sea la cuarta parte del México actual.9

El Templo Mayor. De Sahagún, Primeros memoriales, cap. I.

Este dominio era irregular. En términos generales, se limitaba a una alianza militar, al pago de tributos establecidos y al respeto a las actividades de los mercaderes o pochteca viajeros, quienes actuaban también como espías. Los aztecas mantenían además guarniciones militares en las fronteras críticas: Tuxpan y Nautla en el Golfo para controlar la Huasteca y la costa; Cuetaxtlan o Cotaxtla, Tuxtepec y Soconusco, Huaxyácac y Tehuantepec, para cuidar el sureste, la tierra del cacao y la costa del Pacífico.

Además de estos vínculos militares y económicos, en el imperio existía una lengua franca, el náhuatl, algunas prácticas religiosas comunes y un sistema de numeración y calendárico que, con variantes menores, era el mismo para todos los pueblos de la zona más amplia llamada Mesoamérica.10

La población del México central, a la llegada de los españoles, ha sido estimada con cifras muy diversas que van de los 4.5 millones que propone Rosenblat,11 a los 25.2 millones que estiman Borah y Cook.12 En cuanto a los habitantes de la ciudad de México-Tenochtitlán, las estimaciones van de 72 00013 a 300 000 personas, en unas 60 000 casas;14 de todas maneras, era una de las mayores ciudades de la época, tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo.

SOCIEDAD, ECONOMÍA Y RELIGIÓN

La organización social y económica del imperio Culhúa-Mexica era evolucionada y compleja. Los habitantes de México-Tenochtitlán estaban divididos en veinte calpulli o grupos, asentados en los cuatro grandes barrios de la ciudad. Y tanto en la metrópoli como en los pueblos circunvecinos propios, Azcapotzalco, Coyoacán y Xochimilco, el régimen de propiedad de la tierra tenía tres modalidades principales: las tierras comunales de los calpulli, las tierras de los nobles, tecpillalli, que podían enajenarse y heredarse, y las tierras públicas, para los gastos de los templos, de la guerra, del gobierno y del palacio.15 En cuanto a las tierras de los pueblos sometidos, por lo general la servidumbre se limitaba al pago de los tributos, a la esclavitud de algunos de sus habitantes para el trabajo de las tierras o al arrendamiento de éstas.16

De manera general, en la organización social mexica se distinguían los nobles o señores, la clase sacerdotal, los guerreros, los mercaderes y el pueblo común. Dentro de esta última clase habían alcanzado un desarrollo considerable los obreros y artesanos: escultores, canteros, orfebres, artífices de la pluma, pintores, así como albañiles, alfareros, talladores, sastres, curtidores, tejedores, huaracheros y fabricantes de esteras, cestos, cuchillos y espejos.17

La refinada civilización y las creaciones espirituales e intelectuales que habían creado los teotihuacanos y los toltecas alcanzaron una culminación con los mexicas. Sin embargo, sobre todas estas formas superiores de pensamiento, dominaba una religiosidad total y terrible, que al mismo tiempo había sido el impulso mesiánico de sus conquistas y la justificación de sus atroces sacrificios humanos —no exclusivos de ellos pues existían también en otras sociedades incluso europeas—, que consideraban necesarios para alimentar con su sangre la vida del sol.

LA GUERRA

Tanto como la religión, la guerra dominaba el espíritu y la vida de los mexicas. Sus causas eran múltiples: para aumentar los tributos, base económica de Tenochtitlán; para apoderarse de prisioneros para el sacrificio ritual (guerras floridas), para proteger a los mercaderes, para sujetar a regiones rebeldes o para defenderse de agresiones externas. Las batallas no tenían el propósito de aniquilar a los enemigos sino el de hacer prisioneros que después eran inmolados a la divinidad para propiciar la continuación de la vida. Por ello, cualquiera que fuese la causa de la guerra, todos los que morían combatiendo o eran hechos prisioneros y sacrificados, iban al cielo, donde vive el sol, y luego se transformaban en pájaros de pluma rica. Cook y Simpson han estimado entre 150 000 y 200 000 el número de soldados aborígenes, tanto los que lucharon contra los españoles como los que se aliaron con ellos.18

Códice Borgia, lámina 30. El viaje de Venus por el infierno, según Seler.

El ejército mexica, en actividad militar constante, había alcanzado un grado considerable de organización, con servicios de información —con veloces mensajeros que llevaban sus noticias en mapas pintados— y de espionaje —apoyados sobre todo en los mercaderes—, abastecimientos, acopio de armas, protecciones defensivas estratégicas, ingeniería militar y organización de las unidades de combate y de mando. Sin embargo, pese a la superioridad numérica y al valor y excelencia de los guerreros mexicas y sus aliados, ellos estaban destinados a la derrota, por la ventaja de las armas españolas. Walter Krickeberg compara su encuentro con el de un ejército moderno provisto de armas nucleares con otro que careciera de ellas:

Las armas atómicas de entonces —agrega— se llamaban mosquetes y culebrinas, contra las que los aztecas combatían todavía con armas paleolíticas: mazos planos hechos de madera, en cuyas estrechas ranuras metían filosas hojas de obsidiana, dardos o flechas provistos de puntas de pedernal, arrojados con lanzaderas o con arcos.19

Y podrían añadirse simples piedras lanzadas con fuerza y una gritería permanente que empavorecía a los enemigos.

CREACIONES CULTURALES: ESCRITURA Y CÓDICES

Además de sus realizaciones materiales, en que habían alcanzado notable refinamiento; de su espléndida arquitectura y urbanismo, escultura y pintura; y del desarrollo del calendario, la cronometría y los conocimientos astronómicos, los pueblos de lengua náhuatl, los mayas y los mixtecos crearon sistemas de escritura, los únicos de la América antigua. La escritura nahua y mixteca permitía consignar números, fechas calendáricas, nombres de dioses, personas y lugares, de elementos de la naturaleza y de la vida urbana y rural, de acciones, de conceptos metafísicos, de actividades y condiciones humanas y de cualidades morales. Los signos para estas representaciones eran pictográficos e ideográficos, y los colores empleados y las posiciones tenían además su propia significación. En sus últimos años, la escritura de los nahuas había alcanzado una etapa evolutiva más avanzada con el uso de elementos fonéticos para representar nombres propios.

Una página de la Matrícula de tributos, f. 9 r.

Quetzalcóatl en el Códice Borbónico

La escritura maya es más compleja y su desciframiento, aún en proceso, ha sido más arduo que el de los signos nahuas y mixtecos. Las inscripciones aparecen por lo regular como series de bloques o “cartuchos” rectangulares, con las esquinas ligeramente redondeadas, y casi siempre del mismo tamaño, con excepción de los glifos introductorios que suelen ser mayores. Los glifos contenidos en estos “cartuchos” son generalmente compuestos y están formados por un elemento principal, por lo común una cabeza-retrato, al cual se agregan complementos llamados afijos, que se han interpretado como adjetivos, adverbios, preposiciones y términos de relación. Estos signos o glifos son de tres clases: figurativos o pictográficos, ideográficos y fonéticos, estos últimos a menudo silábicos o de “charada”. Según el catálogo de J. Eric S. Thompson, esta escritura comprende: 356 signos principales, 370 afijos, 88 glifos “retrato” y 48 dudosos, esto es, un total de 862 signos hasta ahora reconocidos.20 Su uso y conocimiento era exclusivo de los sacerdotes y se empleaba para registrar conceptos religiosos, nombres de los dioses, rituales y, principalmente, cómputos astronómicos y cronológicos. A diferencia de los códices nahuas y mixtecos, en las inscripciones mayas son raros y dudosos los nombres de personajes históricos.

La manifestación más notable de la escritura de los pueblos del México antiguo son los códices o “libros pintados”. De los 22 códices que con certeza se consideran prehispánicos, cuatro proceden de la cultura nahua, seis forman el llamado Grupo Borgia (nahuas de la región cholulteca), nueve de la mixteca y tres de la maya. Además, existen 61 códices, rehechuras poshispánicas de documentos antiguos, y mapas, pinturas y planos indígenas hechos con técnicas antiguas.21

Los códices nahuas y mixtecos registran hechos históricos, genealogías de gobernantes con los acontecimientos de su reinado, observaciones y previsiones astronómicas como eclipses y ciclos del planeta Venus, historias y atributos de las divinidades, rituales religiosos, enumeración y descripción de tributos que debían pagar los pueblos sojuzgados, y calendarios rituales (tonalámatl) que señalaban los signos prósperos o adversos de cada día y se utilizaban para dar nombre e indicar el destino de los recién nacidos.

Los códices mayas, por lo que hasta ahora ha podido interpretarse de ellos, contienen también calendarios rituales o adivinatorios (en maya tzolkin), tablas calendáricas de lunaciones, eclipses y del periodo de Venus, ceremonias relacionadas con rituales del año nuevo y, probablemente, profecías de secuencias cronológicas.

Los sistemas formales de educación de los pueblos nahuas estaban orientados principalmente en dos direcciones, la formación de sacerdotes y letrados en las escuelas llamadas calmécac, y de guerreros en las telpochcalli.

IDEA MAYA DEL TIEMPO

Los mayas tenían un interés muy especial por el tiempo y elaboraron una filosofía en torno a este tema. Sus inscripciones en estelas, altares, monumentos y códices registran el paso del tiempo o se refieren a los dioses en relación con el tiempo. Los nombres de los días eran divinidades. Los mayas concebían las divisiones del tiempo “como pesos que cargadores divinos llevaban a través de la eternidad”. Preocupados por encontrar el origen del tiempo llegaron a fijar fechas remotísimas y, como dice Thompson, “acaso concluyeron que el tiempo no tuvo principio”. Parte de estos afanes se explican por el deseo de saber qué ocurrirá en el futuro. En la base de sus concepciones religiosas y científicas se encontraba una idea cíclica del tiempo, según la cual todos los acontecimientos se repetían en vueltas regulares de diversos ciclos, sobre todo de los periodos de 260 años en que coincidía el retorno del mismo katún, de la misma manera como se repiten los días, el curso de los astros y de la luna, las estaciones y los eclipses. El tiempo estaba formado para ellos por la sucesión de deidades, favorables o desfavorables a la naturaleza y a los hombres, por lo que era menester medirlo con exactitud y registrar, por medio de inscripciones, lo que ocurría para poder prever cuáles serían los hechos del futuro.22

LA CONSERVACIÓN DE LAS TRADICIONES

En cuanto aprendieron la escritura europea de los misioneros españoles, los indígenas celosos de sus tradiciones se apresuraron a consignarlas para salvarlas del olvido. Gracias a esta preocupación, a esta auténtica vocación cultural que existió sobre todo en los pueblos de habla náhuatl y maya, contamos con un repertorio muy valioso de documentos indígenas. Desde 1524, apenas unos años después de la caída de México-Tenochtitlán, un indio anónimo de Tlatelolco comenzó a redactar Unos anales históricos de la nación mexicana o Relación de Tlatelolco, concluidos en 1528, a los que siguieron muchas otras relaciones indígenas primitivas, en ocasiones acompañadas de jeroglifos: Historia de los mexicanos por sus pinturas, Historia de la nación mexicana (Códice Aubin), Histoyre du Mechique, Historia tolteca-chichimeca, Anales de Cuauhtitlan, Leyenda de los soles, los Memoriales de los informantes indígenas de Sahagún y las Relaciones de Chimalpahin. Y de la cultura maya, el Popol Vuh, los Libros de Chilam Balam y los Anales de los cackchiqueles, entre los más importantes.

Además de los códices pre y poshispánicos y de las relaciones indígenas primitivas —conservadas en su mayor parte en lenguas indígenas—, compusieron sus obras con documentación e información indígena muchos de los historiadores misioneros como fray Bartolomé de las Casas, fray Toribio de Benavente o Motolinía, fray Bernardino de Sahagún, fray Diego Durán, fray Diego de Landa y fray Juan de Torquemada, y los mestizos o criollos Juan Bautista Pomar, Juan de Tovar, Hernando Alvarado Tezozómoc, Diego Muñoz Camargo y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. Gracias a este interés de indígenas, mestizos, criollos y españoles por nuestras antigüedades, México cuenta con un acervo excepcional acerca de sus orígenes.

LA POESÍA INDÍGENA

Según el modelo tolteca, ideal de vida civilizada para los antiguos pueblos de habla nahua, una ciudad comenzaba a existir cuando se establecía en ella el lugar de los atabales, esto es, la casa del canto y el baile.23 En México, en Tezcoco, en Tlacopan, estas casas, llamadas cuicacalli o “casa del canto”, disponían de espaciosos aposentos en torno a un gran patio para los bailes.24 Estaban situados junto a los templos y en ellos había maestros que enseñaban a los jóvenes el canto, el baile y el tañido de instrumentos.25 Los muchachos que iban al calmécac aprendían de memoria “todos los versos de cantos para cantar, que se llamaban cantos divinos, los cuales versos estaban escritos en libros por caracteres”, dice Sahagún.26

Así pues, había por una parte cantos o poemas profanos: hazañas de héroes, elogios de príncipes, lamentaciones por la brevedad de la vida y de la gloria, exaltaciones guerreras, juegos y pantomimas, variaciones sobre la poesía y “cosas de amores”; y por otra, los cantares divinos que se trasmitían en el calmécac. Estos últimos son los himnos rituales como los que recogió Sahagún; parecen arcaicos y tienen el hermetismo que debe rodear lo sagrado.

Consérvanse alrededor de doscientos poemas en náhuatl en total, de un gran esplendor metafórico y refinada sensibilidad. Entre los de autores identificados, sobresalen los atribuidos a Nezahualcóyotl, el rey poeta de Tezcoco.

Estos cantos o poemas se guardaban en la memoria, aunque para la recitación de algunos de ellos, los históricos y los rituales, probablemente se apoyaban en las pictografías de ciertos códices. Para salvarlos del olvido, algunos indígenas cultos se apresuraron a consignarlos en caracteres latinos, sin duda por encargo de historiadores como el padre Sahagún. Gracias a ellos, ha sido posible conocerlos en los manuscritos del siglo XVI llamados Cantares mexicanos, Romances de los señores de Nueva España, en el apéndice al libro II de la Historia general de las cosas de laNueva España, de fray Bernardino de Sahagún, y en numerosos pasajes de antiguas relaciones indígenas. El disfrute en español de esta antigua poesía en náhuatl ha sido posible gracias a los estudios y traducciones beneméritas de Ángel María Garibay K. y Miguel León-Portilla.

LAS EXHORTACIONES MORALES

La filosofía moral de los antiguos mexicanos se conserva principalmente en los Huehuetlatolli o pláticas de los ancianos, dedicadas a inculcar ideas y principios morales tanto a los niños y jóvenes como a los adultos. Tienen la forma de discursos que probablemente se memorizaban y repetían en las ocasiones pertinentes: nacimiento, adolescencia, matrimonio, muerte, y en las ceremonias de entronización o de funerales de los gobernantes. Son admirables por su ternura y sabiduría y por su conocimiento de las pasiones humanas.

El primero que apreció su importancia fue fray Andrés de Olmos, hacia 1540, aunque su texto original sólo se conoce en parte. Siguiendo las huellas de Olmos, Sahagún recogió también en náhuatl y tradujo al español, a partir de 1547, un buen número de estas pláticas morales, que forman el libro sexto de su Historia general.

LOS PRESAGIOS FUNESTOS Y LA PROFECÍA DE QUETZALCÓATL

Tres años después de que Motecuhzoma Xocoyotzin principiara su reinado comenzaron a aparecer en el cielo y en la tierra fenómenos extraños, calamidades públicas y seres monstruosos que fueron inquietando cada vez más a los habitantes de la meseta central y de otros lugares del México antiguo, que también guardaron registro de ellos.

En 13 calli, 1505, año de gran hambre, el Popocatépetl dejó de humear por veinte días.27 Según el Códice Aubin, en el año 3 técpatl, 1508, se aparecieron las fantasmas llamadas tlacahuilome, y se vio por el oriente, cerca del amanecer, una bandera blanca, color de nube, que volvió con más fuerza el siguiente año, 4 calli. Como aquella luz celeste continuaba aún en el año 5 tochtli, 1510, Motecuhzoma consultó a Nezahualpilli, el señor de Tezcoco, sabio en ciencias ocultas, acerca de la significación de aquel fenómeno, el cual dijo que:

de aquí a muy pocos años, nuestras ciudades serán destruidas y asoladas, nosotros y nuestros hijos muertos y nuestros vasallos apocados y destruidos…

y le anunció, además, que perdería las guerras que emprendiese y que pronto aparecerían en el cielo nuevas señales de aquellas desgracias.28 En ese mismo año de 1510 hubo un eclipse de sol, se incendió el adoratorio del templo de Huitzilopochtli y el agua que se le echaba avivaba más las llamas, y se incendió también el templo de Xiuhtecuhtli, dios del fuego; apareció un cometa que cayó hacia la tierra; y resucitó la princesa Papantzin, hermana de Motecuhzoma, quien refirió que tuvo una visión de hombres blancos y barbudos, con estandartes en las manos y yelmos en la cabeza, que venían en unos barcos grandes, los cuales “con las armas se harán dueños de estos países”.29

Los presagios fatales continuaron. En 6 ácatl, 1511, apareció en el aire un gran pájaro con cabeza de hombre; junto al Templo Mayor cayó una columna de piedra sin que se supiera su origen; aparecieron en el aire hombres armados que peleaban unos contra otros; una gran piedra labrada como cuauhxicalli, para recibir la sangre de los sacrificados, habló y se negó a dejarse transportar cuando no era su voluntad.30

En el año 11 técpatl, 1516, apareció un gran cometa en el cielo del lado oriente. Motecuhzoma consultó una vez más a Nezahualpilli quien le confirmó su augurio de grandes calamidades y desventuras, en que “no quedará cosa con cosa” y le anunció que él mismo, el tezcocano, moriría.31

Sahagún refiere algunos de los anteriores presagios y añade otros. El sexto: de noche se oía a una mujer que lloraba y decía: “Oh, hijos míos, ya ha llegado vuestra destrucción”, o bien: “Oh hijos míos! ¿Dónde os llevaré por que no os acabéis de perder?”, antecedentes de la leyenda de “La Llorona”. El séptimo: los pescadores del lago cogieron un ave del tamaño de una grulla que tenía un espejo en medio de la cabeza en el cual se veían los cielos y las estrellas. Y el octavo: aparecieron criaturas monstruosas, como un hombre con dos cabezas, que en llevándolas a Motecuhzoma desaparecían.32

Muchos años antes, en 1 ácatl, 1467, Nezahualcóyotl, señor de Tezcoco, entonces ya viejo, hizo erigir un templo a Huitzilopochtli, y para su dedicación compuso un canto en el que auguraba su destrucción y la de su mundo:

En tal año como éste [ce ácatl],

se destruirá este templo que ahora se estrena,

¿quién se hallará presente?

¿Será mi hijo o mi nieto?

Entonces irá a disminución la tierra

y se acabarán los señores,

de suerte que el maguey

pequeño y sin sazón será talado,

los árboles aún pequeños darán frutos

y la tierra defectuosa siempre irá a menos.33

Un nuevo año ce ácatl volvería a ser, conforme a la cuenta nahua de ciclos de 52 años, en 1519, que fue el año en que llegaron los españoles a estas tierras y se inició la conquista de México.

Tantos presagios mantenían a los antiguos mexicanos en la angustia expectante de lo que habría de venir. Pero había algo más, acaso de mayor peso, algo arraigado en las tradiciones toltecas y luego en una coincidencia de hechos o en una falsa interpretación: la profecía del retorno de Quetzalcóatl.

Refiere Sahagún que:

en el año 13 conejos [1518] vieron en el mar navíos [los de la expedición de Juan de Grijalva] los que estaban en las atalayas y luego vinieron a dar mandado a Motecuhzoma con gran prisa. Como oyó la nueva, Motecuhzoma despachó luego gente para el recibimiento de Quetzalcóatl, porque pensó que era él el que venía, porque cada día le estaban esperando, y como tenía relación que Quetzalcóatl había ido por la mar hacia el oriente, y los navíos venían de hacia el oriente, por eso pensó que era él. Envió cinco principales a que le recibiesen y le presentasen un gran presente que le envió.34

Cortés se enteró oportunamente de la profecía y la aprovechó con discreción. Cuando los mexicas comprendieron que no era el antiguo dios y sacerdote civilizador el que llegaba sino un capitán audaz y codicioso, era demasiado tarde, pues el enemigo estaba posesionado del monarca y de las llaves del reino.

MOTECUHZOMA XOCOYOTZIN

Una década después de que Colón encontrara las primeras tierras del Nuevo Mundo, y dos años antes de que Hernán Cortés llegara a la isla Española, en 1502, Motecuhzoma Xocoyotzin —comúnmente llamado Moctezuma—, cuando contaba alrededor de 34 años fue elegido, por el consejo formado por dignatarios mexicas y por los señores aliados de Tezcoco y Tlacopan, noveno señor de México-Tenochtitlán. Su primer nombre quiere decir “señor sañudo” y el último “el más joven” —con la partícula reverencial tzin—, para distinguirlo del primer Motecuhzoma Ilhuicamina, el “flechador del cielo”. Sucedía a Ahuítzotl y era hijo del también señor Axayácatl y nieto de Nezahualcóyotl. En sus mocedades había sido guerrero valeroso y al ser elegido era el sumo sacerdote.

Motecuhzoma era un hombre grave, melancólico, aprensivo y supersticioso. Como gobernante, amplió y consolidó el imperio, acentuó la severidad de la educación de la juventud, sólo admitió a los nobles en los cargos de gobierno y administrativos, impuso en su corte una etiqueta rigurosa, que era como el servicio de un dios, y aumentó considerablemente los sacrificios humanos rituales.

Los presagios relatados comenzaron a aparecer a poco de iniciado el gobierno de Motecuhzoma y se fueron sucediendo en los años siguientes. No eran sólo apariciones misteriosas sino también profecías acerca de la destrucción inminente de su reino y anuncios de la aparición de hombres blancos y barbudos. Todos estos signos fueron interpretados por el señor de México como la confirmación de las profecías que anunciaban el retorno de Quetzalcóatl, que volvería a ocupar su reino.

Cuando en 1518 se anunció a Motecuhzoma la presencia en la costa veracruzana de hombres desconocidos en grandes naves —los de la expedición de Grijalva—, su terror fue extremo y decidió huir y esconderse en la gruta mágica de Cicalco para encontrar al legendario Huémac. En lugar de tranquilizarlo, éste le envió un mensaje recriminándole su soberbia y crueldad y exigiéndole penitencia. Sus propios adivinos, atemorizados por no poder darle buenos augurios, se atrevieron al fin a decirle: “que ya estaban puestos en camino los que nos han de vengar de las injurias y trabajos que nos ha hecho y hace”. Y cuando encargó los preparativos de los aderezos que enviaría al supuesto Quetzalcóatl, dijo a sus mensajeros que pidieran a la deidad que volvía: “que me deje morir, y que después de yo muerto, venga mucho norabuena y tome su reino, pues es suyo y lo dejó en guarda a mis antepasados”.35 Cuando llegaron Cortés y sus huestes en 1519, que exigían oro, actuaban como hombres, paso a paso iban adentrándose en los señoríos mexicas y tenían armas terribles y desconocidas para ellos, Motecuhzoma debió de haber abandonado casi del todo su creencia en el regreso de Quetzalcóatl, pero seguían en pie los otros vaticinios acerca de la inminente destrucción de su mundo.

Su actitud ante los españoles fue siempre incierta y contradictoria. Empujado por un mínimo instinto de supervivencia, los atacaba por terceras manos, les preparaba múltiples asechanzas y les enviaba mensajes tratando de persuadirlos de que no llegasen a México; pero al mismo tiempo, les avivaba la codicia enviándoles presentes cada vez más ricos y se anticipaba vasallo del monarca español ofreciéndole el tributo que él fijara, con tal de que los invasores se retiraran. Su soberbia y crueldad se desmoronaron y de la deidad viviente en que se había constituido sólo quedaba un hombre confundido y aterrorizado ante una fuerza implacable que lo sobrepasaba.

Si en lugar suyo hubiese gobernado el señorío mexica un hombre menos supersticioso y engreído, un guerrero decidido a defender su patria —como Xicoténcatl el joven o como Cuauhtémoc—, la conquista entonces no hubiese sido posible.

CUITLÁHUAC Y CUAUHTÉMOC

Después de la matanza del Templo Mayor, ocurrida a mediados de mayo de 1520, Cuitláhuac, hermano de Motecuhzoma y señor de Iztapalapa, se convierte en el caudillo de la rebelión india contra los españoles. Organiza al pueblo para la guerra, solicita ayuda de sus aliados y propone alianza a señoríos indígenas independientes, como los de Tlaxcala, Cholula y Michoacán, para luchar contra los invasores. Hacia el 27 o 28 de junio perece de mala muerte Motecuhzoma Xocoyotzin, y el sábado 30 siguiente, las huestes de Cortés, sitiadas y agotadas, salen de la gran ciudad en la derrota llamada de la Noche Triste. En lugar de perseguir a los fugitivos, Cuitláhuac decide enterrar a los muertos y recoger los despojos del botín, y sólo vuelve a atacar a los españoles en las cercanías de Otumba. Aquí, Cortés y un grupo de sus capitanes logran matar al cihuacóatl que capitaneaba a los mexicas y apoderarse del estandarte principal del ejército, con lo que se desbandan los indígenas y triunfan los españoles, que se refugian en Tlaxcala.

Después de los días rituales de duelo por Motecuhzoma, el 7 de septiembre de 1520 el consejo eligió huey tlatoani a Cuitláhuac, que sería el décimo señor de los mexicas. Su reinado duró un poco más de dos meses, pues, contagiado de viruela, el valeroso iniciador de la defensa de la ciudad de México murió el 25 de noviembre.36

Para sustituirlo fue elegido Cuauhtémoc, señor de Tlatelolco e hijo de Ahuítzotl, undécimo y último señor de México-Tenochtitlán. Era apenas un joven de alrededor de dieciocho años. Aunque de hecho gobernó desde la muerte de Cuitláhuac fue entronizado a fines de enero de 1521.

Al igual que su antecesor, Cuauhtémoc fue uno de los más decididos guerreros contra los invasores y el caudillo de la heroica defensa de México-Tenochtitlán. Ante el sitio inminente de la gran ciudad, reorganizó el ejército, fortificó la plaza, mandó hacer miles de canoas y procuró atraerse todos los aliados posibles. Bajo su mando, los indígenas resistieron los terribles 75 días del sitio, rehuyeron todas las proposiciones de tregua y sólo cesaron en su lucha cuando, ya exhaustos, Cuauhtémoc y su familia fueron apresados el 13 de agosto de 152l.

Cuauhtémoc fue atormentado con el consentimiento de Cortés para que confesara dónde se guardaba el tesoro de Motecuhzoma. Los sobrevivientes indios fueron autorizados a abandonar por un tiempo los restos de la ciudad destruida y pestilente y luego se les ordenó volver para limpiar los escombros e iniciar la edificación de la nueva ciudad a la usanza española, sobre el trazo existente. Todos se habían convertido en servidores y vasallos de nuevos amos imperiosos.

Cuando Cortés viajó a las Hibueras en 1524 llevó consigo a Cuauhtémoc y a otros señores indios. Pretextando una sedición, los hizo ahorcar el 26 de febrero de 1525. Ésta fue una muerte injusta, como comentará Bernal Díaz, y Cortés mismo parece haberlo reconocido.37 Así terminó la vida autónoma de la cultura del México antiguo.

EL TESTIMONIO DE LOS VENCIDOS

Gracias a la conciencia histórica de los antiguos mexicanos, frente a los relatos de la conquista hechos por españoles, los de Cortés y Bernal Díaz en primer lugar, existen también testimonios indígenas que registraron su enfrentamiento con lo desconocido, su confusión y anonadamiento, su lucha desesperada, la destrucción de su mundo y las miserias e ignominias que sufrieron como vencidos.

Estos testimonios proceden principalmente del pueblo azteca y del maya. Los primeros se encuentran en códices y en relaciones escritas en náhuatl y en español. El más antiguo es la parte final de la Relación de Tlatelolco de 1528, ya citada, que describe con patético dramatismo el horror del sitio y la rendición de México-Tenochtitlán:

En los caminos yacen dardos rotos,

los cabellos están esparcidos.

Destechadas están las casas,

enrojecidos tienen sus muros.

Gusanos pululan por calles y plazas,

y están las paredes manchadas de sesos.



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