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A lo largo de la historia, los gobiernos, los dictadores y los líderes religiosos han luchado por aferrarse al poder por la fuerza o mediante la manipulación. Para contrarrestar estas fuerzas siempre han existido sociedades y grupos secretos que trabajan entre las sombras para la emancipación de la humanidad. Los Illuminati se constituyeron en 1776, entre masones y académicos europeos, con la intención de liberar a los humanos de la esclavitud física, mental y espiritual. Esto les hizo entrar en conflicto con la élite política y religiosa gobernante, pero condensaron todos los valores de la contracultura en un único sistema de disconformidad organizada que sigue siendo importante en la actualidad. El término Illuminati ha sido, desde entonces, usurpado por la idea de un nuevo orden mundial, pero sus principios viven a través de la contracultura y de las comunidades conectadas de la era de Internet. Los hacktivistas y los movimientos culturales como Anonymous y WikiLeaks libran, actualmente, una guerra contra las corporaciones y las agencias gubernamentales corruptas que intentan oprimir y explotar a la sociedad.
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Seitenzahl: 360
Veröffentlichungsjahr: 2018
Robert Howells
ILLUMINATI
La revolución contracultural
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Colección Estudios y Documentos
Illuminati
Robert Howells
1.ª edición en versión digital: febrero de 2018
Título original: The Illuminati
Traducción: David N. M. George
Maquetación: Compaginem S. L.
Corrección: Sara Moreno
Diseño de cubierta: Enrique Iborra
© 2016, Robert Howells
Primera edición publicada en UK en 2016 por Watkins Media Ltd.
www.watkinspublishing.co.uk
(Reservados todos los derechos)
© 2018, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: info@edicionesobelisco.com
ISBN EPUB: 978-84-9111-322-5
Maquetación ebook: Plataforma de conversión digital
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
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Índice
Portada
Illuminati
Créditos
Contenido
Dedicatoria
Agradecimientos
Cita
Capítulo 1. El imperativo de la contracultura
Capítulo 2. El descenso hacia la disconformidad
Capítulo 3. Los guardianes de la llama
Capítulo 4. Los Illuminati bávaros
Capítulo 5. La senda de los Illuminati
Capítulo 6. La disolución como evolución
Capítulo 7. La contracultura
Capítulo 8. La era de la conspiración
Capítulo 9. El Viejo Orden Mundial
Capítulo 10. La tecnología perturbadora
Capítulo 11. La sociedad emergente
Este libro está dedicado a:
Julian Assange, un refugiado por la verdad;
Edward Snowden, un patriota en el exilio;
y a mi amigo Paul John Denham, un prisionero sin culpa.
Agradecimientos
El viaje para traer este libro al mundo ha sido largo y arduo. Estoy en deuda con el equipo de Watkins Media por su continua confianza y apoyo: al editor Michael Mann por su paciencia y orientación; a Bob Saxton por su excelente talento editorial; a Vicky Hartley y al resto del equipo de ventas y marketing por sus infinitos esfuerzos en mi nombre; y a Etan Ifield, que contempla la totalidad.
Gracias, además, a aquellos que respaldan mi trabajo desde fuera, incluyendo a Bruce Burgess y a los muchos miembros de la comunidad online, tanto conocidos como desconocidos.
Y por último a mi familia y amigos por mantenerse en segundo plano mientras me encaminaba hacia los lejanos horizontes de la cultura.
Pregúntate: «¿Qué es lo más importante en el mundo en lo que podría estar trabajando ahora mismo?».
Aaron Swartz (1986-2013)
CAPITULO 1
EL IMPERATIVO DE LA
CONTRACULTURA
La socialización es un proceso mediante el cual aprendemos a encajar en nuestro entorno.
Ése era el mantra de mi profesor de estudios sociales que aprendí a recitar en la escuela secundaria a la tierna edad de quince años. Incluso entonces sospechaba que consistía en la maldición de la individualidad y la creatividad, y al reflexionar pienso que se trataba de un pérfido elemento de lavado de cerebro que imponer a adultos jóvenes. En la actualidad se trata de una lección que veo que se enseña por doquier, desde la marea de los medios de comunicación convencionales que denigra y humilla a cualquiera que quede al margen de las religiones que nos recluirían con dogmas descaradamente falsos. La socialización es evidente en las palabras de nuestros políticos, que esperan que nos creamos su desinformación y las acciones de las agencias gubernamentales que encarcelan a los hackers por dejar inservibles las páginas web de corporaciones moralmente corruptas.
Deberíamos tener los conocimientos suficientes como para cuestionar los canales de televisión que informan de guerras como si fueran un espectáculo de fuegos artificiales, mientras nos niegan el metraje de las escuelas bombardeadas y de los hospitales llenos de civiles. Tampoco deberíamos exigir explicaciones a los economistas que recomiendan la desregulación que permite a los banqueros devastar la economía y llevarse grandes beneficios. Y no existe ninguna alternativa en absoluto a que los bancos cobren intereses sobre el dinero que prestan, lo que hace que todos los países e individuos estén en una deuda perpetua, haciendo así que todos seamos esclavos económicos.
En todos los aspectos de la vida se nos dice que es así como debe ser y que no tenemos más opción que amoldarnos para encajar en la sociedad. Pero esto es una mentira.
La contracultura es el anatema de la socialización. Es la ambigüedad que mina todas las formas de gobierno y sus métodos de control. En la contracultura no hay límites ni estructuras sociales, sino simplemente formas de evolución y revolución. Los nuevos grupos que se reúnen y dispersan suelen presagiar tendencias futuras de algún modo, y pueden demostrar ser los catalizadores para el cambio. Abrazar la contracultura requiere que dejemos de adaptarnos a la sociedad y que empecemos a ejercer nuestra propia identidad de modo que la individualidad se convierta en una forma de expresión, una forma de vida que escape a la tradición.
Ahora vivimos en una época de vigilancia en masa que registra y denuncia todas nuestras conversaciones electrónicas, compras, ubicación e interacciones sociales. A través de ello, los gobiernos pueden seguir el rastro e identificar a los miembros de cualquier contracultura o a cualquier partido que hable en contra de los poderes gobernantes.
Desde los albores de la civilización, los gobiernos y los dictadores han luchado para hacerse con el poder y aferrarse a él mediante la fuerza o la manipulación. Los que se alzan contra ellos se exponen a la persecución, la censura y la muerte. La traición y la herejía siempre han despertado la ira de aquellos que han intentado mantener el dominio sobre las masas, al igual que retar a la religión condujo a los herejes y a los científicos a ser encarcelados o sometidos a las llamas por parte de la Inquisición. Para contrarrestar esto, siempre han existido sociedades secretas trabajando entre las sombras de cada civilización para defender una visión alternativa y, a veces, la verdad, con la esperanza de que un día toda la humanidad fuera libre. Sus ideas y filosofías eran sembradas en el dominio público mediante la filosofía y el arte, los rituales y la herejía. En Europa lucharon para socavar a la Iglesia Católica, desde el Renacimiento hasta el Siglo de las Luces, mediante la ingeniería social. Durante este período, la fachada controladora de la Iglesia, intoxicada por la corrupción y la hipocresía, estaba perdiendo el control, y ninguna cantidad de cuerpos ardiendo podía contener la revolución. En el siglo XVIII una revuelta social estaba soplando por Occidente en la mente de los filósofos, las palabras de los poetas y la agitación civil de las masas.
Las sociedades secretas del siglo XVIII establecieron una filosofía a la que se le puede seguir el rastro, mediante la contracultura, hasta llegar a los grupos hacktivistas online actuales. Pero empecemos con la sociedad secreta arquetípica y el grupo que primero se alzó en una revolución abierta contra todas las formas de opresión que se cernían sobre la humanidad: los Illuminati. El término Illuminati pertenece a tres grupos distintos a lo largo de la historia.
El primero son los Illuminati bávaros originales, la verdadera sociedad secreta que apareció en 1776 entre los masones y académicos europeos con la intención de liberar a la humanidad de la esclavitud física, mental y espiritual. Durante su breve existencia, condensaron todos los valores de la contracultura en un sistema único de disconformidad que sigue siendo relevante en la actualidad.
Muchas sociedades secretas se fundaron para proteger y promover ideales espirituales frente a la Inquisición, y los Illuminati hicieron uso de ellos, pero decidieron ser mucho más activos políticamente a la hora de moldear el mundo para que se adaptara a sus creencias. Habían surgido de entre las universidades bávaras y las logias masónicas con la intención de liberar a Europa del control real y religioso de la educación, la política y la ciencia, y finalmente se convertirían en una fuerza impulsora en el disentimiento que culminó en la Revolución Francesa.
A medida que su influencia empezó a impactar en la sociedad, llegó la inevitable persecución, y los Illuminati escogieron refugiarse en el seno de otras innumerables sociedades para continuar con su trabajo desde las sombras. En su ausencia, sus ideas seguirían para encontrar una voz en los muchos movimientos contraculturales europeos y americanos de los siglos XVIII y XIX hasta que finalmente volvieron a salir a la superficie como mito en la década de 1970.
Para la segunda encarnación de los Illuminati en 1976, los autores Robert Anton Wilson y Robert Shea publicaron The Illuminatus trilogy, una vasta obra de ficción que afirmaba que los Illuminati se encontraban detrás de cada conspiración importante y cada evento clave de la historia. La idea estaba perfectamente sincronizada para captar la imaginación de aquellos que estaban viviendo después de los asesinatos de los Kennedy, y en una época en la que Nixon sucumbió a la corrupción. Se estaba formando una idea cultural de que el mundo estaba gobernado por un Nuevo Orden Mundial, una mano oculta que los conspiracionistas asignaron rápidamente a los Illuminati.
Desde entonces, el término Illuminati se ha convertido en un concepto, dando nombre a los sombríos arquitectos que controlaron el pasado, el presente y el futuro del mundo. Se convirtieron en un sinónimo de la idea de un Nuevo Orden Mundial dedicado al control, la esclavización y la explotación en las manos de camarillas de la banca y políticos corruptos. Aunque su nombre estaba siendo usurpado por los conspiracionistas, un nuevo tipo de disconformidad estaba tomando forma. En un clima de bromas y exploración juveniles, nació el colectivo hacktivista Anonymous. Sus ideales de libertad de la censura y de empoderamiento de las sociedades contra sus gobernantes los convierten en los sucesores idealistas de los Illuminati. Grupos como Anonymous y WikiLeaks compartían un desprecio común por la injusticia y la corrupción, y medrarían usando herramientas similares de discreción e ingeniería social. Al igual que los Illuminati respaldaron la Revolución Francesa, estos grupos desempeñaron un papel clave en los levantamientos de la Primavera Árabe mediante el uso de Internet como nuevo canal para la disensión.
Los gobiernos fueron rápidos a la hora de perseguir y encarcelar a aquellos que libraron la batalla por la libertad de expresión y la transparencia en la política, pero la contracultura nace de la necesidad. Desde las primeras sociedades secretas que protegieron las verdades espirituales hasta WikiLeaks ocultando las identidades de los informantes, se ha luchado la misma batalla en una línea de tiempo continua, y los ideales de los Illuminati siguen sonando sinceros en la actualidad. La corrupción política y el control religioso que inspiraron a los Illuminati a organizarse y a emprender acciones siguen estando presentes como un mal menor, superados por las empresas y las instituciones financieras que están intentando asumir el mando del mundo para sus propios fines. Una nueva Inquisición ha variado su foco de las sociedades secretas a estar en guerra con las comunidades conectadas de la era de Internet que constituyen la balsa actual de las contraculturas.
Estos grupos marginados mantienen una rebelión contra la clase dirigente, y algunos difunden ideas de forma subversiva y otros sacan a la luz secretos gubernamentales. Juntos impulsan una historia de contracultura y subversión. La cita de Aaron Swartz que prologa este libro es una llamada a la acción que ahora muchos intentan satisfacer, pero sin tener una visión clara sobre cómo conseguirlo. Dado que el término Illuminati significa «iluminados», parece adecuado invitar al lector no sólo a aprender sobre los Illuminati, sino a que se implique e influya para que otros participen en lo que es el movimiento más importante de esta era. Con la tecnología emergente existe una oportunidad para que todos se conviertan en un agente del cambio.
Durante siglos, se ha librado una guerra entre las estructuras rígidas de la sociedad y la contracultura emergente.
Este libro es tanto la historia de esa guerra como un grito de combate.
CAPITULO 2
EL DESCENSO HACIA
LA DISCONFORMIDAD
La sociedad es una esfera de conformidad agrupada alrededor de una idea sobre lo que resulta aceptable. Siempre hay personas ajenas a esto: esos individuos únicos que viven en el límite de la aceptación porque algún aspecto de su ser o sus creencias les excluyen de la corriente principal. Mucha gente vive y muere sola como espíritus inconformistas, mientras que otros puede que encuentren o formen grupos que comparten una perspectiva común. Hay ejemplos de estos grupos que han existido durante siglos como religiones heréticas, escuelas filosóficas y sociedades secretas. La discreción suele ser necesaria para la supervivencia de estos grupos, ya que cualquier cosa que se percibiera como una amenaza para lo que se considera aceptable es una amenaza para el poder gobernante, y esto suele dar como resultado la persecución y el encarcelamiento.
La élite gobernante rara vez es progresista: le asustan las ideas nuevas y las ideologías perturbadoras, y usará cualquier forma de represión para mantener su posición. Históricamente, esto provocó que los más grandes pensadores, científicos, filósofos y teólogos merodearan entre las sombras y se enrolaran en sociedades secretas para encontrar aceptación. Por cada régimen opresor que gobierne desde una perspectiva corrupta o reaccionaria siempre habrá un luchador por la libertad, un hereje o un revolucionario avanzando con determinación a pesar de ello. Los marginados siempre tienen que luchar por un mundo que los acepte, y esto normalmente los sitúa en una mejor posición para ver cómo debería implementarse el poder. Allí donde aquellos que ostentan el poder intentan aniquilar el progreso con la injusticia y la desigualdad, el terrorismo y la revolución se vuelven posibilidades claras.
La opresión ha impulsado la disconformidad durante gran parte de la historia, y en la actualidad lo vemos en todas las áreas de la cultura, la política y los negocios. Inevitablemente, una nueva idea o tecnología alterará el statu quo y amenazará con variar el equilibrio del poder, alejándolo de aquellos que se aferran a los tronos y los títulos. El cómo reacciona una sociedad ante tales revueltas supone una medida de su grado de civilización. Históricamente, la forma dominante de opresión ha sido de naturaleza religiosa. Eso se debe a que a medida que una sociedad intenta evolucionar, el dogma religioso que la impregna se vuelve crecientemente incongruente. Las religiones se vuelven fijas con el tiempo y son incapaces de evolucionar, lo que evita que sus seguidores descubran nuevas formas de comprender el mundo. Allá donde poseen el control, las religiones también reprimen la educación y la ciencia mientras se esfuerzan por impedir que las sombras de la superstición se dispersen. Allá donde la autoridad es absoluta, el equilibrio es buscado por figuras heroicas que viven para desafiar los límites de la sociedad.
Como repuesta a las leyes injustas y la opresión, podemos ver las primeras formas de contracultura exploradas en los mitos, la religión y la historia. Prometeo desobedeció a Zeus y Adán tomó la manzana que simboliza la búsqueda del conocimiento por parte de la humanidad. Abraham se vio inspirado por Dios a abandonar su hogar e ir en busca de la experiencia espiritual. En Egipto, Akenatón rechazó el politeísmo y fue eliminado de los registros contemporáneos. Moisés sufrió la misma suerte en su huida de Egipto. Esta necesidad de rehuir la normalidad y aventurarse por cuenta propia es un tema recurrente de la contracultura, al igual que lo es la experiencia común de rechazar el pasado para buscar una verdad personal más allá de los tropos sociales existentes.
Las contraculturas suelen estar dirigidas por aquellos que pueden alzarse por encima de una sociedad estancada con una visión clara sobre cómo la humanidad podría verse libre de tiranos y fanáticos religiosos. Su dimensión puede oscilar entre el único grito de un individuo airado hasta las maquinaciones políticas en todo su esplendor de un golpe de estado o una revolución. El empoderamiento de los verdaderos revolucionarios procede del hecho de estar libres de todas las mentalidades y las estructuras de la influencia cultural. Esto empieza con la obtención de alguna sensación de verdad de su entorno e historia cultural.
LA HISTORIA DE LOS MITOS
La historia es cuestión del mito que escoges.
Voltaire
La primera libertad que tiene que obtenerse es la del pasado. Nacer es como despertar en plena noche sin saber qué vino antes. El sueño que se evapora y el ruido que te despertó no pueden recordarse con claridad, y cuanto más lo investigues más se convertirá en un asunto de especulación. En ese momento no existe ninguna influencia que distorsione tu visión de la realidad. Brevemente: el niño está conectado a todo, pero desde el cordón umbilical en adelante todo es asunto de separación.
La primera infancia es mítica, y esto ayuda a la mente joven a integrar sus experiencias y la comprensión del mundo a su alrededor. Pregúntale a un niño qué sucede por la noche y te explicará, detalladamente, que el sol se va a la cama detrás de las nubes. Permanece en este estado de ensoñación hasta que la lógica y la razón asumen el control. Pero la sociedad no siempre quiere que la lógica y la razón manden, ya que está influida por el pensamiento religioso y político. Mantiene sus propios mitos, y éstos se convierten en algo tolerado, ya que justifican la separación, defendiendo una visión de la realidad que puede permitir que los políticos puedan salirse con la suya sin oposición al abogar por el asesinato en masa mediante la guerra y al respaldar a los seguidores de un falso dios frente a otro.
Las religiones son tan dependientes del mantenimiento de sus supersticiones que se ven amenazadas por la ciencia básica. Como el pasado lejano está volviendo a esclarecerse lentamente gracias a la investigación de historiadores imparciales y a las pruebas descubiertas por arqueólogos, cualquier declaración de precisión histórica en el caso del cristianismo es puesto en duda. Los relatos orales y las parábolas de la Biblia fueron compuestos a partir de mitos anteriores para enseñar a las mentes más simples, y todavía sorprendería a muchos en la actualidad descubrir que la historia de Jesús es una parábola, al igual que sus enseñanzas; pero ocultas entre las ficciones bíblicas hay pistas de una verdad subyacente que en una ocasión significó algo de enorme importancia, y negar esto es negar la fuente de muchas de las principales religiones.
UN REGRESO A LA FUENTE
Está claro que el cristianismo recurrió enormemente a religiones anteriores, y si la Biblia se leyera en el contexto de la literatura mitológica, se revelaría la procedencia de las historias contenidas en ella. Muchos sucesos clave que aparecen en el Antiguo y el Nuevo Testamento, incluyendo la inmaculada concepción y la crucifixión, fueron tomados de religiones que anteceden a Cristo e incluso al judaísmo. Para los antiguos, el ciclo de la muerte y el renacimiento, que se encuentra en las raíces de la naturaleza, dio lugar a la imagen de la rueda de la vida y también del viaje del alma. En los misterios eleusinos, de Grecia, Perséfone aparece descrita como atrapada en el Inframundo en invierno, para escapar de nuevo en primavera. Su viaje hacia el Inframundo es la historia del alma descendiendo hacia el mundo material, donde se encarna, y luego, en el momento de la muerte, vuelve a ascender. Este mito explica la vida como un ciclo de la naturaleza, como el cambio de las estaciones.
La naturaleza refleja este ciclo en el sencillo evento de la salida y la puesta del sol cada día. El culto al sol era algo fundamental para las culturas antiguas, debido esto en parte a su miedo a la oscuridad, pero también porque reconocían que el sol era el portador de luz y calor que hacía que las cosechas y la fruta creciesen, proporcionando así alimento a la gente. Las civilizaciones antiguas seguían el rastro al paso del tiempo en la procesión de las estrellas, para así saber cuándo plantar los cultivos. Las historias recogían estos eventos para transmitir el conocimiento de la gente sobre la naturaleza a las generaciones futuras. Éstas fueron la base de todos los mitos, y esto constituyó una religión natural que es la fuente de todas las religiones actuales.
El viaje de Perséfone es arquetípico de esta religión natural, ya que describe el descenso del alma el día más corto del año, en el solsticio de invierno (22 de diciembre). Le sigue un período de transición de tres días en el que el sol está en su punto más bajo hasta el 25 de diciembre, cuando el alma se encarna en el mundo. Como el alma es tanto espiritual como evidente, suele representarse como nacida de una virgen, para reflejar la creencia de que el niño es en parte divino.
Esta historia deriva de una época incluso anterior a los antiguos egipcios, cuando las constelaciones se usaban para ilustrar el ciclo épico de la muerte y el renacimiento cuando el sol se pone, o muere, en la «Cruz» del Sur (visible desde el sur de Egipto) en el solsticio de invierno, y nueve meses después, en septiembre, renace a través de la constelación de Virgo. Esta trayectoria también es psicológica, ya que se corresponde con el proceso de explorar el submundo de lo inconsciente para recuperar los fragmentos perdidos del yo para que puedan ser devueltos a la luz de la personalidad.
Esta encarnación a través de Virgo aparece en el nacimiento de personajes mitológicos, de dioses y semidioses. Horus, Atis, Zoroastro, Dionisio y Krishna nacieron, todos ellos, de una virgen. Mitra nació de una virgen el 25 de diciembre. La inmaculada concepción, el nacimiento a partir de una virgen o la partenogénesis es un mito común entre los dioses de los antiguos, de los cuales la historia de Jesús no es más que una renarración actual.
Perséfone, al igual que el alma en su viaje, está preparada para abandonar el Inframundo y regresar a los dioses por Pascua, cuando el día se vuelve más largo que la noche. Una vez más, tres días marcan la transición de la muerte a la resurrección. En un mito precristiano, Atis, que murió por Pascua, fue llevado por su madre, Cibeles, a una tumba de la que resucitó después de tres días «para la salvación de la humanidad». Dionisio fue crucificado y le clavaron una lanza en el costado, falleció y resucitó. Osiris resucitó tras haber sido reconstruido por la gran madre, Isis.
La representación ritual del ciclo de la muerte y la resurrección fue una enseñanza clave de los antiguos. Podemos encontrar un breve relato de este ritual en el Nuevo Testamento, cuando Jesús, el hijo de Dios, hace que Lázaro se alce de entre los muertos en la ciudad de Betania. Esto fue tomado de un mito muy anterior descrito en los antiguos textos egipcios, al alzar Horus, el Hijo de Dios, a Osiris de entre los muertos en la ciudad de Beth-Anu. Estas narraciones son idénticas y no existen razones para creer que no son más que la misma historia repetida para conservar el ritual para las generaciones futuras.
Los antiguos egipcios incorporaron la vida después de la muerte en todos los aspectos de su creencia, ya que consideraban que su viaje a través de la muerte era más importante que el viaje a través de la vida. Creían que pasamos de lo visible a lo invisible (y de vuelta) a lo largo de muchas vidas. Al igual que las estaciones de la naturaleza, morimos y revivimos con la misma seguridad con que tras la noche viene el día. Incluso hoy en día mantenemos el ritual de vestir a los muertos con sus mejores galas mientras nos esforzamos por mantener la dignidad del fallecido en la vida tras la muerte.
Para los antiguos, el secreto final de los misterios era que el viaje a través de la muerte es un regreso a la fuente y a la unidad. Se comprendía que la vida era una chispa que se separa de la fuente divina para manifestarse como el alma en el interior de la materia. A lo largo de la vida, el alma tiene la oportunidad de volverse consciente de sí misma y de tender un puente entre el espíritu y la materia antes de acabar regresando a la fuente. Nuestro momento de la muerte se ve reflejado en la Pascua, un día dictado por el ciclo de la luna femenina, y nuestro nacimiento se ve medido por el sol masculino aproximadamente nueve meses después, que es el tiempo de gestación de un feto humano.
Pretendiendo que estos sucesos arquetípicos en la historia de Jesús están basados en hechos, las Iglesias cristianas han negado a sus seguidores la sabiduría subyacente de los antiguos. El viaje a través del Inframundo es una encarnación hacia la vida, y no hacia la muerte, ya que es a través de ésta como el alma regresa al hogar, a la fuente divina. Dante comprendió esto cuando escribió su obra maestra La divina comedia, que describe un viaje no a través del cielo y el infierno, sino a través de una vida kármica que aplica su propio juicio sobre aquéllos consumidos por sus debilidades.
El descenso al mundo físico inspiró a los gnósticos y a los cátaros a creer que dicho mundo físico fue creado por el demiurgo, un semidiós que creía que era el creador de todo. Este demiurgo es el ego que niega la fuente divina de la vida y le da la espalda a los ciclos de la naturaleza pretendiendo que sólo existe el mundo material. El Inframundo de Orfeo y Perséfone, y el Infierno de Dante, muestran las pruebas de la vida y al alma inmersa en la materia. Éste es el «sufrimiento» del que buscan escapar, creyendo que somos almas encarceladas esperando a ser despertadas del oscuro duermevela de las necesidades los deseos del mundo material.
Al igual que los budistas, las religiones de los misterios creían que una vez que el karma se ha resuelto y que el individuo ha encontrado la iluminación, no le queda nada más que redimir y que la necesidad de reencarnarse cesará. El alma iluminada puede escoger reencarnarse para estar disponible o regresar a la fuente. Esta creencia procede de la época de las escuelas de los misterios que promovieron un camino hacia el despertar. Enseña a aquellos que emprenden este camino no a vencer a la muerte, sino a aprender cómo vencer a la vida.
Hasta que eso suceda, la humanidad vivirá en un estado de exilio.
LAS ESCUELAS DE LOS MISTERIOS
Las primeras escuelas de los misterios de la antigua Mesopotamia están ahora enterradas bajo los escombros en el sur de Irak. Se vieron seguidas por escuelas que se fundaron en Egipto, Grecia, China, Sudamérica y luego Europa occidental. Los escribas de esas escuelas asimilaron un amplio cúmulo de conocimientos en sistemas de enseñanza que nos han llegado, en Occidente, en forma de las tradiciones hermética y alquímica. En su sabiduría, cartografiaron la psicología de la muerte y del renacimiento como rituales para respaldar al aspirante en su viaje interior hacia la iluminación.
Sus enseñanzas respondían a la llamada espiritual que está presente en cada civilización como la búsqueda personal de significado. Esta búsqueda la debe llevar a cabo cada persona para descubrir con qué fin se ha encarnado, ya que esto es algo que no se puede aprender de los demás. Con este conocimiento llega la llamada filosófica para estar al servicio de otros, ya que abre la mente a las funciones más elevadas de la compasión y el amor incondicional que trascienden a la mera biología de la vida. En términos evolutivos, esto es la cima de la consciencia.
El conjunto actual de obras herméticas y ocultas se ha convertido en un torrente rico y variado de conocimiento, pero la fuente de estos documentos puede remontarse a algunas ideas clave. El texto principal de las artes herméticas es la Tabla Esmeralda, atribuida al dios egipcio Tot, que se convirtió en el texto central de cualquier biblioteca hermética. La Tabla Esmeralda tenía escrito el axioma hermético «Al igual que arriba, también abajo», que reconoce el ciclo de la vida y la muerte como algo escrito en las estrellas. También enseñaba que el camino de regreso a la fuente divina se realiza mediante la transformación, que debería acelerarse, en cuanto a su naturaleza y consciencia, mediante el arte hermético de la alquimia. La alquimia fue usada como herramienta para atravesar niveles de consciencia mediante el ritual y la contemplación de símbolos. Se la describe como el «arte real», ya que se trata de arte en su forma más elevada, y le confiere al alumno la soberanía sobre sí mismo. Es «iluminada» en su visión del mundo y capaz de manipular ese mundo como verdadera forma de magia. De una forma que nos recuerda a Perséfone, la alquimia describe simbólicamente las fases arquetípicas del viaje, empezando por la redención de traumas pasados en el inconsciente. Siglos antes de que Jung naciera, los alquimistas comprendieron que el cambio personal sucede a un nivel emocional y que es la clave de la transformación.
Las enseñanzas herméticas también fueron transmitidas por personas creativas a lo largo de los años, ya que los artistas comprendían que la creatividad nace de algo más grande que el individuo que la experimenta. Más allá del ego, la verdadera creatividad surgiría de un acto de cocreación con lo divino. El mundo moderno del arte en particular no alcanza este ideal porque ha perdido de su vista sus raíces divinas y paganas. La ciencia también ha perdido de vista la simetría y la belleza de la naturaleza. De entre las últimas escuelas de los misterios, los pitagóricos comprendían que las matemáticas, la música y la geometría eran la plantilla de la naturaleza. Pitágoras enseñó a sus seguidores a buscar la armonía divina en todas las cosas y a reconocer la geometría sagrada de la naturaleza. La armonía era central para el desarrollo personal mediante el equilibrio de la vida interior y la exterior. Esta filosofía contradecía el condicionamiento social para ser egoísta, para silenciar la voz de la sabiduría interior y para rechazar a la naturaleza.
A medida que los líderes intentan mantener el orden, inculcan un miedo a lo desconocido en sus súbitos, que sospechan entonces de los grupos secretos. Una de las últimas escuelas de los misterios fue la de los pitagóricos en la antigua Grecia, que fueron perseguidos, y finalmente el propio Pitágoras fue acosado hasta la muerte por una muchedumbre airada. La época de la tolerancia estaba llegando a su fin, forzando a las escuelas de los misterios a ocultar su existencia a través del lenguaje simbólico. Algunas filosofías fueron captadas y divulgadas, como por ejemplo el I Ching y el tarot, que siguen siendo usadas para descubrir las relaciones inconscientes de todas las cosas. El conocimiento de la geometría sagrada, que se convirtió en un aspecto fundamental de la masonería, había llegado a Europa a través de la antigua Grecia y había informado a los constructores de catedrales de la Edad Media.
El creciente poder de la Iglesia Católica romana forzó a los seguidores de las antiguas religiones a practicarlas en secreto, al igual que había sucedido con el cristianismo en el siglo i d. C. Las primeras escuelas de los misterios se convirtieron en los prototipos de las sociedades secretas modernas, y algunos historiadores afirman que la herencia masónica y la Rosacruz proceden directamente del antiguo Egipto. En ausencia de pruebas de un linaje directo, todo lo que puede decirse con seguridad es que las sociedades secretas actuales tienen en su seno símbolos y filosofías arraigados en la antigüedad.
REESCRIBIENDO EL MITO
En la época en la que el cristianismo estaba tomando forma, la religión natural era algo generalizado entre los paganos, que decidían adoptar su fe de acuerdo con el conjunto de dioses con el que se pudieran identificar culturalmente. Los templos de Isis y Mitra siguieron a la expansión del Imperio romano por Europa, mientras que algunas sectas cristianas se asentaron en Roma, donde empezaron con la sucesión de los papas. A la Biblia le llevaría tres siglos ser compilada hasta adoptar su forma actual cuando en el año 325, por mandato del emperador Constantino, los grupos cristianos se reunieron en el Concilio de Nicea, donde decidieron que el mito de Jesús debía presentarse como una verdad. Los retos de otras perspectivas cristianas, como el dualismo de Arrio, cedieron y se hundieron entre las sombras de la historia. Es probable que Constantino reconociera el poder del cristianismo para unir a muchas de las facciones religiosas del mundo conocido bajo su dominio. Promovió el cristianismo como la religión del Estado en el Imperio romano, pero él siguió siendo pagano hasta su muerte.
Una vez que los mitos antiguos se hubieron incorporado y las deidades y los festivales paganos fueron absorbidos, la religión cristiana grabó su libro sagrado en piedra y decretó que sus contenidos ya no eran un mito, sino la verdad absoluta. En ese momento, el cristianismo dejó de ser progresista e inició su larga caída hacia la corrupción, el estancamiento y la perversión. A medida que la sociedad intentaba evolucionar a un ritmo natural, el cristianismo recurrió a una mayor violencia y destrucción en sus intentos por reprimir el progreso. Las antiguas religiones de los misterios se borraron de la historia, y para aquellos que siguieron practicando las antiguas religiones los conflictos fueron inevitables.
La campaña para convencer a los paganos se aplicó sigilosamente al principio, incorporando sus símbolos a la historia cristiana para así suplantar los arquetipos subyacentes. La iconografía se apropiaría de imágenes anteriores, como la figura sentada de la Virgen María con Jesús como bebé, que se encuentra por todo el antiguo Egipto en forma de la figura de Isis. Los cuatro autores de los Evangelios del Nuevo Testamento fueron simbolizados con el león, el toro, el águila y el hombre, que en la astrología babilónica son los signos fijos del Zodíaco.
A medida que la religión cristiana creció en popularidad y poder, sus seguidores empezaron, sistemáticamente, a profanar los lugares paganos de Europa y los reconvirtieron en santuarios cristianos. Estos antiguos templos habían sido construidos para reflejar las estrellas y marcar las estaciones, actuando a modo tanto de calendarios como de claves de los misterios. A lo largo y ancho de Francia, las catedrales góticas se erigieron en lugares paganos de adoración de diosas; y en París, la abadía catedral de Saint-Germain-des-Prés está situada sobre las ruinas de un templo dedicado a Isis. También en París, la catedral de Notre Dame está alineada con el solsticio de invierno, y para apaciguar a los paganos albergó, originalmente, altares cristianos y paganos. Incluso en Jerusalén, donde el Monte del Templo está sujeto a una infame lucha entre las religiones modernas, la iglesia del Santo Sepulcro está situada sobre los restos de un templo dedicado a Venus.
La destrucción de los templos sagrados también revelaba un aspecto inquietante de la nueva religión. Buscaba erradicar lo femenino como arquetipo del poder. Para que las religiones organizadas rijan, deben evitar que sus seguidores dispongan de la opción de encontrar su propio camino espiritual.
La senda psicológica de Perséfone hacia el Inframundo es a través de las emociones y lo femenino, de la experiencia intuitiva de pensar con el corazón. Para los hombres esto supone un esfuerzo, mientras que para las mujeres supone algo natural y, debido a esto, las religiones temen a las mujeres y evitan que asciendan hasta alcanzar puestos de autoridad.
La Iglesia Católica también consideró adecuado distorsionar el arquetipo femenino emancipado de María Magdalena, y la representó como alguien corrompido o caído. Era una mujer independiente y de posibles, una figura de empoderamiento y un símbolo de lo femenino sagrado que puede encontrarse en todas las culturas que disponen de diosas. Sigue siendo el arquetipo ausente del paradigma cristiano de Virgen, Madre y Arpía, que había intentado minar el poder de la energía femenina asociándola con una prostituta. Su rehabilitación ayudaría a reparar el equilibrio entre lo masculino y lo femenino en la civilización occidental pero, para mantener el poder, la nueva Iglesia no tuvo más opción que negar la realidad gnóstica y pagana y afirmar ser el único camino hacia Dios y la salvación.
Cuando una religión se vuelve dominante al ser ampliamente aceptada o aprobada por el Estado, el primer dogma de la espiritualidad que se deja de lado suele ser el de la tolerancia. Los líderes religiosos intentarán entonces fijar un canon de creencias, historia y orígenes. A partir de este punto, la religión deja de desarrollarse y echa la vista hacia atrás, hacia una Arcadia que se ha desvanecido y que nunca podrá volver a recuperar. Con la Biblia consolidada como canon, la Iglesia intentó eliminar las escrituras alternativas de la circulación y erradicar las verdaderas fuentes paganas del cristianismo. Esto ha seguido siendo así prácticamente hasta la actualidad. En 1966, el Índice de Libros Prohibidos dejó de actualizarse. Aquellos que seguían practicando abiertamente el paganismo u otras fes alternativas fueron juzgados como herejes y amenazados con la exterminación.
Grupos como los cátaros, que florecieron en Francia en la Edad Media, buscaban una forma más sencilla de cristianismo que resucitó el dualismo de Arrio. Aceptaron a las mujeres como sacerdotisas y no recaudaban impuestos, lo que se sumó a su atractivo. Su creciente popularidad en el sur de Francia rivalizaba con el catolicismo, lo que impulsó la cruzada albigense, enviada para «liberarlos» de sus enseñanzas heréticas. En el sitio de Montségur en 1244, se invitó a ultimo de los cátaros a convertirse al catolicismo o a enfrentarse a la muerte. Todos los hombres, mujeres y niños decidieron morir quemados antes que ceder al dogma materialista del catolicismo.
La Iglesia Católica no podía competir con la auténtica experiencia espiritual que exponía capas de confusión, e ideó los dogmas como barreras para el desarrollo espiritual. Parecería que los cátaros y muchos herejes habrían trascendido al cristianismo mientras seguían una senda de gnosis hacia la iluminación. Debido a esto, los cátaros escogieron el martirio, uniéndose así a todos los adoradores de la naturaleza quemados o ahogados por la Inquisición por considerarles brujos o brujas. Pronto, Europa quedó tachonada de los cadáveres quemados de los herejes que habían seguido creyendo que era posible conocer lo divino a través de la experiencia directa sin la necesidad de sacerdotes ni papas.
A medida que la mentira del cristianismo arraigó, los que ostentaban el poder quedaron tan afianzados en el dogma que empezaron a negar la verdad. La Iglesia Católica, en particular, tiene una larga historia de eliminación y encarcelamiento de aquellos que osaban cuestionar la infalibilidad de sus enseñanzas. Las religiones que antecedieron al cristianismo fueron derribadas y no les quedó más remedio que trabajar en secreto. Emplearon símbolos para proteger sus conocimientos, y se diseñaron rituales para inculcar sus enseñanzas a otras personas. Muchos de los rituales y las enseñanzas se perdieron, pero algunas continuaron en secreto o fueron redescubiertas por grupos posteriores.
EL FIN DE LA RELIGIÓN
El catolicismo no fue la única religión que se llevó la sabiduría de las escuelas de los misterios y la corrompió en un sistema de opresión. Habiendo negado el ciclo de la muerte y el renacimiento, muchas religiones buscaron explotar el vacío que generó ofreciéndose a aliviar el miedo a lo desconocido que sigue a la muerte. Esto hizo cambiar el foco de la religión, ya que para mantener el miedo a la muerte debían exagerar enormemente los retos de la vida después del fallecimiento. Las religiones describen un infierno ardiente con los cuerpos torturados de los condenados, mientras pretende ofrecer la salvación…, pero sólo a sus obedientes seguidores. No existía tal finalidad en la visión pagana de la vida después de la muerte, en la que el juicio nunca iba más allá del karma de la vida ordinaria.
La idea del juicio en el más allá da a las religiones un poder exagerado para chantajear psicológicamente a sus congregaciones con el miedo al «infierno». El sacrificio humano definitivo consiste en suspender el derecho a pensar, a hacerse preguntas, a ser fiel a uno mismo y a hacer caso omiso a aquellos que se aferran a la creencia de que el arca de Noé fue real, y no un mito robado de la Epopeya de Gilgamesh, de los sumerios. Allí donde antaño los templos albergaban los grandes discursos de los sabios, ahora «rebaño» es un título adecuado para los miembros de una congregación moderna que está dispuesta a verse subyugada por la voluntad de otros.
Las estructuras rígidas de la religión reclaman la idea del alma, pero no tienen intención alguna de darle voz en el mundo. No pueden darnos las llaves del reino, ya que esas llaves ya se encuentran en el interior de todas y cada una de las personas. Tal y como deja claro el Evangelio apócrifo de Tomás, el cielo se encuentra en nuestro interior: mediante la exploración de la vida interior podemos encontrar nuestro camino particular hacia una experiencia de lo divino. Éste es el secreto que las religiones intentan ocultar a la humanidad, ya que todos los que descubren por su cuenta el espíritu en su interior no tienen necesidad de papas, sacerdotes, rabinos ni imanes.
Independientemente de cualquier afirmación de universalidad o de un estatus como «elegidos», todas las religiones principales empezaron como un culto. Al ir creciendo en cantidad de miembros, empezaron a acumular riqueza y poder, lo que acabaría por pervertir cualquier causa. Algunas enseñanzas espirituales sólo pueden volverse dominantes si se diluyen hasta que resultan aceptables para aquellos que prefieren no pensar por sí mismos. Pero finalmente, las enseñanzas quedan fijadas de esta forma simplificada, y cuanto mayor es el seguimiento, menos elasticidad tienen esas creencias, hasta que se vuelven inmutables en la mente de las masas. Con el tiempo, las ideologías religiosas pasan de una posición de descubrimiento y exploración a una de defensa. Con la voluntad de las personas subyugadas, los líderes religiosos ceden, inadvertidamente, a la corrupción para conservar el poder.
En el seno del cristianismo, el mito de Jesús empezó como un relato de moralidad sobre la importancia del amor, la compasión, la humildad, la pobreza y el pensamiento progresivo. Estos ideales han sido abandonados por el puñado actual de Iglesias que afirman actuar en su nombre. Al igual que la caída del espíritu hacia la materia, las religiones se han sumergido en el lodazal del egoísmo, los abusos, la corrupción y la intolerancia, prefiriendo revolcarse en la abundancia de ignorancia que evolucionar.
Durante veinte siglos, en Occidente hemos estado espiritualmente encarcelados por el cristianismo con sus muchos disfraces. Independientemente de la educación religiosa, las ideas limitantes y los arquetipos incompletos impregnan todos los niveles de la cultura occidental. Sus instituciones corruptas asedian a los ingenuos vendiendo mitos sobre el más allá a los niños asustados. Estas panaceas genéricas nunca pueden hablarle a las necesidades individuales de espiritualidad y sólo sirven como barrera para lo divino. La religión organizada es una maldición contra el orden natural de la espiritualidad.
Para contrarrestar esta tragedia, se transmitió un nivel esotérico de la religión entre las sombras de la historia. Estas figuras antiguas de la contracultura siguieron siendo fieles a su conocimiento del mundo, ya que sus mentes evolucionadas ya habían experimentado el mundo a un metanivel y eran capaces de extraer significado de la existencia sin necesidad de religión. Su fe era la espiritualidad natural con la que nacen los niños y que existe en todas las personas, todas las razas y todas las civilizaciones como parte evolutiva de la naturaleza humana. Es la chispa divina en el interior de cada persona.
Los guardianes de este conocimiento consideraban que sus enseñanzas eran una llama sagrada que debía ser protegida y transmitida a lo largo de los tiempos. Comprendiendo que los misterios paganos se encuentran en la base del cristianismo y de otras religiones, pudieron crear rituales para guiar a los iniciados hacia una experiencia espiritual auténtica. En Oriente mantuvieron formas de religión que fueron toleradas, pero en Occidente, los que adoptaron estas enseñanzas gnósticas fueron forzados a abandonar el cristianismo y a aceptar la etiqueta de herejes. Para sobrevivir no les quedó más remedio que convertirse en sociedades secretas.
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