La ciudad de Dios III - San Agustín - E-Book

La ciudad de Dios III E-Book

San Agustín

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Beschreibung

San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianimo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios, redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece por primera vez la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental. Este volumen, que incluye los libros XVI-XXII, cierra la publicación íntegra de esta obra, culminando así la labor de Rosa Mª Marina Sáez con una espléndida traducción exhaustivamente anotada. En esta última parte, Agustín de Hipona recurre a la historia bíblica para explicar la evolución entre la ciudad de Dios y la terrenal; y a continuación recapitula todo lo dicho en la obra antes de acometer por último las finalidades de ambas ciudades: el juicio final, el infierno y el cielo.

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La Biblioteca Clásica Gredos, fundada en 1977 y sin duda una de las más ambiciosas empresas culturales de nuestro país, surgió con el objetivo de poner a disposición de los lectores hispanohablantes el rico legado de la literatura grecolatina, bajo la atenta dirección de Carlos García Gual, para la sección griega, y de José Luis Moralejo y José Javier Iso, para la sección latina. Con 415 títulos publicados, constituye, con diferencia, la más extensa colección de versiones castellanas de autores clásicos.

Este volumen presenta la traducción de La ciudad de Dios. XVI-XXII realizada por Rosa M.a Marina Sáez.

Asesor de la colección: Luis Unceta Gómez. La traducción de este volumen ha sido revisada por Alberto Medina González.

© de la traducción: Rosa María Marina Sáez. © de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U, 2023. Avda. Diagonal 189 - 08018 Barcelona.www.rbalibros.com

Primera edición en este formato: marzo de 2023.

RBA • GREDOS REF.: GEBO545 ISBN:: 978-84-249-3976-2

REALIZACIÓN DE LA VERSIÓN DIGITAL: EL TALLER DEL LLIBRE, S. L.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Todos los derechos reservados.

LIBRO XVI

SUMARIO

Si después del diluvio, desde Noé hasta Abraham, se encuentran algunas familias de aquellos que viven conforme a Dios.¿Qué había sido representado proféticamente en los hijos de Noé?Sobre las generaciones de los tres hijos de Noé.Sobre la diversidad de las lenguas y el comienzo de Babilonia.Sobre el descenso del Señor para confundir la lengua de los que construían la torre.Cómo debe entenderse el lenguaje con el que Dios se dirige a los ángeles.¿Acaso incluso las islas más alejadas de las tierras han recibido todas las especies de bestias a partir de ese número que fue preservado en el arca de la inundación del diluvio?¿Acaso de la descendencia de Adán o de los hijos de Noé ciertos linajes de seres humanos han dado lugar a los monstruos?¿Ha de creerse que la parte inferior de la tierra, que es la opuesta a la que habitamos, tiene antípodas?Sobre la generación de Sem, en cuya descendencia se encarrila la línea de la ciudad de Dios dirigiéndose hacia Abraham.La primera lengua en uso de los seres humanos fue aquella que después fue llamada hebrea por el nombre de Heber, en cuya familia se conservó tras producirse la dispersión de las lenguas.Sobre la época de Abraham, a partir de la cual se forma un nuevo orden de la línea sucesoria santa.Cuál parece que fue el motivo de que en la migración de Taré, por la que abandonando a los caldeos pasó a Mesopotamia, no se hace ninguna mención de su hijo Nacor.Sobre los años de Taré, que completó el tiempo de su vida en Jarán.Sobre el tiempo de la marcha de Abraham en el que, siguiendo el mandato de Dios, salió de Jarán.Sobre el orden y la naturaleza de las promesas de Dios, que le fueron hechas a Abraham.Sobre los tres imperios más renombrados de los gentiles, uno de los cuales, el de los asirios, ostentaba la más alta preeminencia ya engendrado Abraham.Sobre la segunda alocución de Dios a Abraham, por la que se le promete a él y a su descendencia la tierra de Canaán.Sobre la castidad de Sarra, protegida por Dios en Egipto, de la que Abraham había dicho que era no su esposa, sino su hermana.Sobre la separación de Lot y Abraham, que satisfizo a ambos al quedar salvaguardado su afecto.Sobre la tercera promesa de Dios, por la que se garantiza la tierra de Canaán a Abraham y su estirpe.Sobre los enemigos de Sodoma, vencidos por Abraham, cuando también liberó a Lot del cautiverio y fue bendecido por el sacerdote Melquisedec.Sobre la palabra del Señor a Abraham, por la que se le prometió una posteridad que había de multiplicarse como la multitud de las estrellas. Creyendo en ella fue justificado cuando todavía conservaba su prepucio.Sobre el simbolismo del sacrificio que se le ordenó ofrecer a Abraham después de haber solicitado que se le instruyera acerca de lo que había creído.Sobre Agar, la esclava de Sarra, quien la misma Sarra quiso que fuese concubina de Abraham.Sobre el testimonio de Dios a Abraham, por el que le promete en su vejez un hijo de la estéril Sarra y le instituye como padre de pueblos y refrenda la garantía de la promesa mediante el rito de la circuncisión.Sobre el varón, que si al octavo día no hubiese sido circuncidado, su alma perece, porque rompió la alianza de Dios.Sobre el cambio de los nombres de Abraham y Sarra que, no pudiendo engendrar a causa de la esterilidad de la una y de la avanzada edad de ambos, alcanzaron el don de la fecundidad.Sobre los tres varones, o ángeles, bajo cuya forma se revela que Dios se apareció a Abraham junto a la encina de Mambre.Sobre Lot, liberado de los sodomitas, consumidos ellos mismos por el fuego celeste, y sobre Abimelec, cuya concupiscencia no pudo ultrajar la castidad de Sarra.Sobre Isaac, nacido según la promesa, al que se le dio nombre por la risa de sus padres.Sobre la obediencia y fe de Abraham, en la que fue probado mediante la ofrenda de la inmolación de su hijo, y sobre la muerte de Sarra.Sobre Rebeca, nieta de Nacor, a la que Isaac tomó por esposa.¿Qué debe entenderse en el hecho de que Abraham después de la muerte de Sarra tomó como esposa a Cetura?¿Cuál era el significado de la respuesta divina sobre los gemelos todavía encerrados en el útero de su madre Rebeca?Sobre el oráculo y la bendición que Isaac recibió no de distinto modo que su padre, amado por su mérito.Sobre lo que se prefiguraba místicamente en Esaú y Jacob.Sobre Jacob, enviado a Mesopotamia para tomar esposa, la visión que tuvo en el camino y sus cuatro esposas, aunque había pedido una sola.Cuál fue la razón de que Jacob recibiera también el sobrenombre de Israel.De qué modo se cuenta que Jacob entró en Egipto con setenta y cinco almas, cuando la mayoría de aquellos que se mencionan fueron engendrados con posterioridad.Sobre la bendición que Jacob prometió a su hijo Judá.Sobre los hijos de José, a los que Jacob bendijo con el cambio profético de sus manos.Sobre los tiempos de Moisés, de Jesús Nave, de los jueces y de los reyes, de los cuales ciertamente el primero es Saúl, pero David es considerado el más importante, tanto por el símbolo como por sus méritos.

1

Resulta difícil descubrir con claridad a partir de lo que dicen las escrituras si después del diluvio han continuado las huellas de la ciudad santa en su avance o si se han visto interrumpidas por el transcurrir de los tiempos de impiedad, de tal manera que no existiera entre los seres humanos ningún adorador del único Dios verdadero, porque después de Noé, que con su esposa y sus tres hijos y sus otras tantas nueras mereció librarse de la devastación del diluvio por medio del arca, no encontramos en los libros canónicos proclamada de forma evidente la piedad de nadie por testimonio divino hasta Abraham, excepto en el hecho de que Noé hace valer a sus dos hijos, Sem y Jafet, con su bendición profética, intuyendo y previendo lo que había de suceder mucho después.

De ahí resultó también que a su hijo mediano, es decir, más joven que el primogénito y mayor que el último, que había pecado contra su padre, lo maldijo, no en su persona, sino en la de su hijo, nieto suyo, con estas palabras: Maldito sea el niño Canaán, será esclavo de sus hermanos1. Canaán, por su parte, había nacido de Cam, que no había cubierto la desnudez de su padre mientras dormía, sino que, por el contrario, la había puesto en evidencia. De ahí también que a continuación añadió una bendición de los dos hijos, el mayor y el menor, diciendo: Bendito sea el Señor Dios de Sem, y Canaán será su esclavo; engrandezca Dios a Jafet, y habite en las moradas de Sem2,así como también la plantación misma de la viña de Noé, la ebriedad causada por su fruto, la desnudez de este mientras dormía, y todo lo demás que allí sucedió y fue puesto por escrito está cargado de significados proféticos y oculto por un velo3.

2

Pero ahora, ya alcanzado el cumplimiento de los hechos en sus descendientes, ha quedado suficientemente manifiesto lo que había estado oculto. En efecto, ¿quién prestando atención a ello con rigor e inteligencia no lo reconocería en Cristo? Lo cierto es que Sem, de cuya descendencia Cristo nació en carne, significa «renombrado»4. Pero ¿qué hay más renombrado que Cristo, cuyo nombre ya exhala su aroma por todas partes, así como en el Cantar de los Cantares, anticipándolo también la propia profecía, se le compara con ungüento derramado, en cuyas moradas, es decir, en las iglesias, habita la extensión de las naciones5? Pues Jafet significa «extensión»6. Finalmente Cam, que significa «cálido»7, hijo mediano de Noé, como si se separase de uno y otro y permaneciese en medio de ambos, ni en las primicias de los israelitas, ni en la plenitud de los gentiles, ¿qué otra cosa simboliza sino el linaje de los heréticos, caldeado no por el espíritu de la sabiduría, sino por el de la impaciencia, que suele poner en ebullición las entrañas de los herejes y perturbar la paz de los santos? Pero esto redunda en beneficio de los que progresan, según aquellas palabras del apóstol: Es conveniente también que existan herejías, para que aquellos de probada virtud se hagan visibles entre vosotros8. De donde también está escrito: el hijo instruido será sabio, y utilizará al necio como su sirviente9. Lo cierto es que muchas premisas relativas a la fe católica, mientras son hostigadas por la ardiente agitación de los heréticos, a fin de que puedan ser defendidas frente a ellos, son examinadas con mayor rigor, comprendidas con mayor claridad y proclamadas de manera más apremiante, y la discusión suscitada por el adversario se presenta como una oportunidad de aprender. Aunque no solo quienes están escindidos de manera totalmente abierta, sino todos los que se glorían del nombre cristiano y viven en medio de la perdición, no sin razón pueden parecer representados por el hijo mediano de Noé. Lo cierto es que la pasión de Cristo, que es simbolizada por la desnudez de aquel hombre, por un lado, la proclaman profesándola y, por otro, la deshonran obrando mal. Por consiguiente, acerca de tales personas se ha dicho: Por sus frutos los conoceréis10. Por dicho motivo, Cam fue maldecido en su hijo, como si de su fruto, es decir, de su obra, se tratara. Por ello, también su propio hijo Canaán significa propiamente «sus movimientos»11. ¿Qué otra cosa es más que su obra? Pero Sem y Jafet, como la circuncisión y el prepucio, o como el apóstol los llama de otro modo, judíos y griegos12, pero llamados y justificados, conocida en cierto modo la desnudez del padre, que simbolizaba la pasión del Salvador, tomando un vestido lo colocaron sobre sus espaldas, entraron de espaldas y cubrieron la desnudez de su padre, y no vieron lo que cubrieron por respeto. En efecto, de algún modo en la pasión de Cristo honramos lo que se hizo por nosotros y despreciamos el crimen de los judíos. El vestido simboliza el sacramento, las espaldas el recuerdo de los tiempos pasados13, ya que, sin duda, ya en aquel tiempo en el que Jafet habita en las moradas de Sem y el mal hermano en medio de ellos, la iglesia celebra la pasión de Cristo como cumplida, no la prevé todavía como futura.

Pero el mal hermano se convierte en siervo, es decir, en esclavo de sus hermanos buenos en su hijo, es decir, en su obra, dado que para el ejercicio de la paciencia o para la progresión de la sabiduría los buenos se sirven sabiamente de los malos. Hay, en efecto, según el testimonio del apóstol, quienes proclaman a Cristo no de manera honesta, pero dice, que Cristo sea proclamado, ya bajo pretexto ya sinceramente14. Lo cierto es que él mismo plantó la viña de la que dice el profeta: la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel15, y bebe de su vino (ya se entienda aquí aquel cáliz, del que dice: ¿podéis beber el cáliz que yo habré de beber16?Y Padre, si es posible, pase de mí este cáliz17, con el que, sin duda, simboliza su pasión; ya, dado que el vino es el fruto de la viña, con ello se significa más bien que tomó de la propia viña, es decir, del linaje de los israelitas, la carne y la sangre por nosotros, para poder padecer), y se embriagó, es decir, padeció, y se quedó desnudo18. Pues allí quedó desnuda, es decir, se manifestó, su debilidad, de la cual dice el apóstol: Aunque fue crucificado en su debilidad19. Por ello, el mismo dice: la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres y la necedad de Dios es más sabia que los hombres20. Y tras haberse dicho: y quedó desnudo, lo que añade la escritura: en su casa21, muestra con discernimiento que habría de sufrir la cruz y la muerte a manos del pueblo de su carne y de los de su casa de su sangre, es decir, de los judíos. Esta pasión de Cristo los réprobos la proclaman externamente, solo con el sonido de su voz, pues no comprenden lo que proclaman. Los honestos, en cambio, guardan tan gran misterio en el hombre interior y honran dentro de su corazón la debilidad y la necedad de Dios, ya que es más fuerte y más sabia que los hombres. Símbolo de ello es el hecho de que Cam saliendo anunció esto en el exterior, pero Sem y Jafet, para cubrirlo con un velo, es decir, para honrarlo, entraron, es decir, obraron en el interior.

Indagamos estos secretos de la escritura divina, según nuestras posibilidades, unos de forma más o menos coherente que otros, sin embargo, reteniendo como cierto, según la fe, que estos no se llevaron a cabo ni se pusieron por escrito sin alguna prefiguración de lo que habría de suceder, y que no deben ser referidos sino a Cristo y su iglesia, que es la ciudad de Dios. Desde el origen del género humano no cesó su anuncio profético, que vemos cumplirse por todas partes. Así pues, bendecidos dos de los hijos de Noé y maldecido uno en medio de estos, durante más de mil años22 hasta Abraham se hizo el silencio en la conmemoración de algunos justos que adoraron a Dios piadosamente. Y no podría creer que no los hubiera, sino que, si se recordasen todos, resultaría demasiado extenso, y respondería más al rigor histórico que a la providencia profética. Por consiguiente, el autor de estos textos sagrados o, mejor dicho, el Espíritu de Dios a través de él, expone aquellos relatos en los que no solo se narren hechos pasados, sino también se predigan acontecimientos futuros que, no obstante, atañen a la ciudad de Dios, ya que también cualquier cuestión que aquí se expone acerca de personas que no son ciudadanas suyas se incluye con el propósito de que aquella progrese o destaque por comparación con el contrario. No debe considerarse necesariamente que todos los hechos que se narran poseen además un sentido simbólico; pero a causa de aquellos que lo poseen se insertaron también los que no simbolizan nada. Efectivamente, la tierra es hendida únicamente por la reja; pero para que esto pueda hacerse, también son necesarias las otras partes del arado; y en las cítaras y en otros instrumentos musicales semejantes solo las cuerdas son aptas para la emisión de sonidos; pero para que puedan serlo, existen también las restantes piezas en el ensamblaje de los instrumentos, que no son pulsadas por los músicos, pero estas están conectadas a aquellas, que las hacen resonar al ser pulsadas. Así, en la historia profética se cuentan algunos hechos que no poseen simbología alguna, pero a las cuales se añaden aquellos que la poseen, y en cierto modo se vinculan.

3

En consecuencia, a continuación deben examinarse las generaciones de los hijos de Noé y debe añadirse lo que parece que se ha de decir acerca de ellas a la presente obra, en la que se muestra el recorrido a través de los tiempos de una y otra ciudad, a saber, la terrena y la celeste. En efecto, comenzaron a ser recordadas a partir de su hijo menor, llamado Jafet, del cual se mencionaron ocho hijos23 y siete nietos de dos de sus hijos, tres de uno, cuatro del otro, por lo que hacen quince en total. Por su parte, los hijos de Cam, es decir, del hijo mediano de Noé, son cuatro, y sus nietos cinco, de uno solo de sus hijos, sus bisnietos dos, de uno de sus nietos. Su suma da once. Enumerados estos, se vuelve al principio, por decirlo de algún modo, y se dice: Cus, por su parte, engendró a Nebrot; este comenzó a ser un gigante sobre la tierra. Este era un gigante cazador contra el Señor Dios24. Por esto dicen: Como Nebrot, gigante cazador contra el Señor. Y se produjo el comienzo de su reino sobre Babilonia, Orec, Arcad y Calane, en la tierra de Senaar. De aquella tierra salió Asur y construyó Nínive, la ciudad de Roboot y Calac y Dasem, entre Nínive y Calac: esta es la ciudad grande25. Más adelante ese Cus, padre del gigante Nebrot, fue mencionado en primer lugar entre los hijos de Cam, del que ya se habían contado cinco hijos y dos nietos. Pero engendró a ese gigante o bien después de que hubieran nacido sus nietos, o bien, cosa que resulta más creíble, la escritura habló de él por separado a causa de su preeminencia, puesto que también se recordó su reino, cuyo comienzo era aquella nobilísima ciudad de Babilonia, y las ciudades o regiones que se mencionan junto a ella. Pero lo que se ha contado de que Asur salió de aquella tierra, es decir, de la tierra de Senaar, que pertenecía al reino de Nebrot, y construyó Nínive y otras ciudades que ha enumerado, sucedió mucho después, cuestión que tocó aprovechando la ocasión con la excusa del prestigio del imperio de los asirios, que admirablemente expandió Nino, el hijo de Belo, fundador de la gran ciudad de Níníve, ciudad cuyo nombre deriva del suyo, de manera que era llamada Nínive a partir de Nino26. Asur, por su parte, de donde proceden los asirios, no estuvo entre los hijos de Cam, el hijo mediano de Noé, sino que se encuentra entre los hijos de Sem, que fue el hijo mayor de Noé27. De ahí se hace patente que de la estirpe de Sem surgieron los que después conquistaron el reino de aquel gigante y desde allí se extendieron y fundaron otras ciudades, la primera de las cuales fue llamada Nínive por Nino. De aquí se vuelve a otro hijo de Cam, que se llamaba Mesraim, y se recuerda a los que engendró, no como individuos, sino como siete naciones. Y de la sexta, como de un sexto hijo, se recuerda que surgió la nación que recibe el nombre de filistea, de donde hacen ocho. De ahí se vuelve de nuevo a Canaán, el hijo en el cual fue maldito Cam, y son mencionados los once que engendró. Después se indica hasta qué fronteras llegaron, mencionándose algunas ciudades. Y por esto, si se cuentan los hijos y nietos, se citan treinta y uno nacidos de la estirpe de Cam.

Resta por mencionar a los hijos de Sem, el hijo mayor de Noé, pues el relato de esas generaciones, comenzado por el menor, llega gradualmente hasta él. Pero la relación desde donde comienzan los hijos de Sem presenta cierta oscuridad que debe ser aclarada en la exposición, porque atañe, y mucho, a la cuestión que investigamos. En efecto, se lee así: Y Sem, el padre mismo de todos los hijos y hermano mayor de Jafet, tuvo como descendencia a Heber28. El orden de las palabras es el siguiente: y Sem tuvo como descendencia a Heber, también él mismo, es decir, el propio Sem, tuvo a Heber, y este Sem es el padre de todos los hijos. Así pues, quiere darse a entender que Sem es el patriarca de todos aquellos que han nacido de su estirpe, a los que había de mencionar, ya sean sus hijos, ya sus nietos y bisnietos y otros descendientes suyos. En realidad, Sem no engendró directamente a ese Heber, sino que se encuentra en quinto lugar a partir de él en la línea de sus descendientes. Lo cierto es que Sem entre otros hijos engendró a Arfaxat, Arfaxat engendró a Cainán, Cainán engendró a Sala, Sala engendró a Heber. Consecuentemente, este mismo fue mencionado no sin motivo en primer lugar en la descendencia procedente de Sem y antepuesto incluso a sus hijos, aun perteneciendo a la quinta generación, dado que es verdad lo que transmite la tradición, que los hebreos reciben su nombre de aquel, como hebereos. Aunque también podría darse otra interpretación, que parezca que reciben su nombre de Abraham, como Abraeos; pero, evidentemente, la verdad es que se llaman hebereos a partir de Heber y después, debilitada una letra, hebreos29, cuya lengua solo pudo conservar el pueblo de Israel, en el cual la ciudad de Dios fue peregrina en los santos y proyectada en todos como símbolo. Así pues, en primer lugar se nombran seis hijos de Sem, después de uno de ellos nacieron sus cuatro nietos y, del mismo modo, otro de los hijos de Sem engendró a su nieto, y de aquel igualmente nació un bisnieto y de allí un tataranieto que es Heber. Heber, por su parte, engendró dos hijos, a uno de los cuales llamó Falec, que significa «el que divide»30. Después la escritura, añadiendo y dando explicación de este nombre, dice: Porque en sus días fue dividida la tierra31. Más adelante se mostrará qué sentido tienen estas palabras32. Por otra parte, el otro que nació de Heber engendró doce hijos; y por esto todos los descendientes de Sem hacen veintisiete. Por tanto, en total todos los descendientes de los tres hijos de Noé, a saber, los quince de Jafet, los treinta y uno de Cam y los veintisiete de Sem, hacen setenta y tres. Después la escritura continúa diciendo: Estos son los hijos de Sem en sus tribus, según sus lenguas, en sus territorios y en sus naciones33; y, asimismo, dice de todos: estas son las tribus de los hijos de Noé según sus generaciones, según sus naciones. De ellas se dispersaron las islas de las naciones sobre la tierra tras el diluvio34. De donde se concluye que hubo entonces setenta y tres o, más bien (cosa que se demostrará más adelante), setenta y dos naciones, no individuos. Pues incluso antes, tras mencionarse a los hijos de Jafet, se concluyó así: De ellas se dispersaron las islas de las naciones sobre la tierra, cada uno según su lengua en sus tribus y en sus naciones35.

Por otra parte, entre los hijos de Cam en cierto pasaje se mencionan más claramente las naciones, como mostré más arriba. Mesraim engendró a los que son llamados Ludiim36; y de este mismo modo las restantes naciones hasta siete. Y una vez mencionados todos, más adelante concluye diciendo: Estos son los hijos de Camen sus tribus, según sus lenguas, en sus territorios y naciones37.Por consiguiente, los hijos de muchos no son mencionados por el siguiente motivo, porque al nacer se agregaron a otras naciones, pero ellos mismos no fueron capaces de formar una nación. Pues ¿por qué otra razón, siendo mencionados ocho hijos de Jafet, solamente se nombran los hijos nacidos de dos de ellos, y siendo citados cuatro hijos de Cam, tan solo se añaden los nacidos de tres, y siendo nombrados seis hijos de Sem, se incluye la descendencia de dos? ¿Acaso los restantes se quedaron sin hijos? Lejos se esté de creerlo. En lugar de ello, no formaron naciones por las cuales mereciesen ser recordados porque, conforme iban naciendo, se agregaban a otras naciones.

4

Por consiguiente, una vez consignado que estas naciones hablaban en sus lenguas, no obstante vuelve el narrador a aquel tiempo en el que la lengua de todos fue una sola, y a partir de ahí ya expone qué sucedió para que surgiera la diversidad de las lenguas. Y toda la tierra era, dice, un solo labio y una sola voz para todos. Y sucedió que, al desplazarse estos mismos desde oriente, encontraron una llanura en la tierra de Senaar, y habitaron allí. Y dijo cada hombre a su vecino: venid, fabriquemos ladrillos y cozámoslos al fuego. Y se sirvieron de ladrillos a modo de piedra y de alquitrán a modo de arcilla, y dijeron: venid, construyámonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, y hagámonos un nombre antes que nos dispersemos por la faz de toda la tierra. Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos de los hombres. Y dijo el Señor Dios: He aquí un único linaje y un único labio para todos; y han comenzado a construir este edificio y ahora no desistirán de hacer todo lo que hayan emprendido; venid, y al bajar confundamos allí sus lenguas para que ninguno entienda la palabra del vecino. Y el señor los dispersó de allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad y la torre. Por causa de ello se le llama con el nombre de confusión, porque allí Dios confundió los labios de toda la tierra. Y de allí el señor los dispersó sobre la faz de toda la tierra38. Esa ciudad, que fue llamada confusión, es Babilonia, cuya admirable construcción celebra también la historia de los gentiles. Lo cierto es que Babilonia significa «confusión»39. De ahí se sigue que aquel gigante Nebrot fue su fundador, lo cual anteriormente se había sugerido de pasada, cuando, al hablar la escritura sobre él, dice que el comienzo de su reino fue Babilonia, es decir, la que ostentaba la primacía sobre las restantes ciudades, donde se hallaba la sede del reino como en una metrópolis; aunque no había alcanzado tan altas cotas de esplendor como imaginaba su soberbia impiedad40. Pues se proyectaba una altura desmesurada, se ha dicho que hasta el cielo, ya de aquella única torre que edificaban como la principal entre las restantes, ya de todas las torres que fueron designadas en número singular, así como se dice «el soldado» y se entiende «un millar de soldados»; como la rana y la langosta41; pues así fue denominada la multitud de ranas y de langostas en las plagas con las que los egipcios fueron golpeados por medio de Moisés42. Pero ¿qué iba a conseguir la presunción humana y vana, comoquiera y cuanto quiera que elevase la altura de la mole hasta el cielo contra Dios, cuando superase todos los montes, cuando escapase del espacio de esta atmósfera nebulosa? En definitiva, ¿qué daño podría causar a Dios la elevación, ya espiritual, ya corporal, por grande que fuese? La humildad construye un camino seguro y verdadero hasta el cielo, levantando el corazón hacia el Señor, no contra el Señor, así como se dice de ese gigante cazador contra el Señor43. Algunos, engañados por la ambigüedad del griego, no lo entendieron, de manera que no tradujeron contra el Señor, sino ante el Señor; ]ναντíoν ciertamente significa «contra» y «ante». Esta palabra, en efecto, aparece en el salmo: Y lloremos ante el Señor que nos creó44; y esta palabra se halla también en el libro de Job, donde está escrito: estallaste en furor contra el Señor45. Así, en efecto, debe entenderse ese gigante cazador contra el Señor. Por otra parte, ¿qué se expresa aquí con este término, que es venator (cazador), sino el burlador, opresor y exterminador de los animales terrestres? Pues erigía con sus pueblos una torre contra Dios, con la que se simboliza la soberbia impía. Y merecidamente se castiga la mala intención, incluso si no logra su propósito. Pero ¿cuál fue la índole misma del castigo? Puesto que el poder del que manda reside en la lengua, allí fue condenada la soberbia, de manera que no fuera entendido el que mandaba al hombre, que no quiso entender que debía obedecer a Dios cuando le mandaba. Así quedó desbaratada aquella conspiración, al separarse cada cual de aquel al que no entendía y al no unirse sino a aquel con el que podía comunicarse. Y las naciones se dividieron por lenguas y se dispersaron por las tierras, así como a Dios plugo, que lo hizo de forma oculta e incomprensible para nosotros.

5

Y respecto a lo que está escrito: Y el Señor descendió para ver la ciudad y la torre que habían construido los hijos de los hombres46, esto es, no los hijos de Dios, sino aquella sociedad que vive conforme al hombre, a la que llamamos ciudad terrena, Dios no se mueve de su lugar, quien siempre está en su totalidad en todas partes, sino que se dice que desciende cuando realiza alguna acción en la tierra, que, realizada de forma admirable al margen del curso habitual de la naturaleza, muestra en cierto modo su presencia. Y no aprende viendo en un determinado momento quien nunca puede ignorar nada, sino que se dice que ve y conoce en ese momento lo que hace que sea visto y conocido. Por consiguiente, aquella ciudad no se veía así, de la manera en que Dios hizo que se viera cuando mostró cuánto le disgustaba. Aunque podría entenderse que Dios descendió a aquella ciudad porque descendieron sus ángeles, en los cuales habita, como si lo que se añade: Y dijo el Señor Dios:he aquí un solo pueblo y un solo labio para todos, y lo demás, y después se añade: venid, y al bajar confundamos allí sus lenguas47, fuese una recapitulación48, mostrando cómo se hizo lo que se había dicho: Descendió el Señor. Pues si ya había descendido, ¿qué quiere decir: venid, y al bajar confundamos (lo que se entiende como dirigido a los ángeles), a no ser porque descendía por medio de los ángeles quien se hallaba en los ángeles que descendían? Y no dice propiamente «venid, y al bajar confundid», sino confundamos allí sus lenguas, mostrando así que él actúa por medio de sus ministros, para que también sean ellos mismos cooperadores de Dios, como dice el apóstol: pues somos cooperadores de Dios49.

6

Podía entenderse también de los ángeles aquello que se dijo en el momento en que fue creado el hombre50: hagamos al hombre, porque no dijo «haga»; pero, dado que sigue a nuestra imagen, ni es lícito creer que el hombre fue creado a imagen de los ángeles, ni que la imagen de los ángeles y la de Dios es la misma. Allí propiamente se entiende la pluralidad de la Trinidad. Sin embargo, ya que esta Trinidad es un solo Dios, aun habiendo dicho «hagamos», añade: «Y dios hizo al hombre a imagen de Dios»51, no dijo «lo hicieron los dioses» o «a imagen de los dioses». Podía también aquí entenderse la misma Trinidad, como si el Padre hubiera dicho al Hijo y al Espíritu Santo: venid, y al bajar confundamos allí sus lenguas, si hubiese algún obstáculo que impidiera que se entendieran los ángeles, a los que más bien conviene ir hacia Dios con movimientos santos, es decir, con los pensamientos piadosos a partir de los cuales consultan ellos la Verdad inconmutable, como ley eterna en aquella curia celeste suya. En efecto, ellos mismos no son su propia verdad, sino que, como partícipes de la Verdad creadora, se mueven hacia ella como hacia una fuente de vida, para tomar de ella lo que no tienen por sí mismos. Y el suyo es ese movimiento estable mediante el cual van sin alejarse. Y Dios no habla a los ángeles como nosotros lo hacemos entre nosotros o a Dios o a los ángeles o como los propios ángeles a nosotros o como Dios a través de ellos a nosotros, sino a su manera inefable; pero a nosotros aquello se nos comunica a nuestra manera. Lo cierto es que el lenguaje de Dios, más sublime antes de su acción, es la razón inmutable de su misma acción. Este no tiene un sonido estridente y pasajero, sino una fuerza que permanece eternamente y que actúa a lo largo del tiempo. Con ella se dirige a los ángeles santos, pero a nosotros, que estamos situados lejos, lo hace de otra manera. Y cuando nosotros también captamos algo de tal lenguaje con los oídos interiores, nos acercamos a los ángeles. Por tanto, no debo dar razón constantemente en esta obra sobre las formas de expresión de Dios. En efecto, o bien la Verdad inconmutable habla por sí misma de forma inefable a las mentes de la criatura racional, o bien habla a través de la criatura mutable, ya mediante imágenes espirituales a nuestro espíritu, ya mediante voces corporales al sentido del cuerpo.

Sin duda, aquello que se dijo: y ahora no desistirán de hacer todo lo que hayan emprendido52, no se dijo a modo de afirmación, sino de interrogación, tal y como suelen hablar los que lanzan amenazas, como dice cierto poeta:

¿No prepararán las armas y seguirán desde toda la ciudad53?

Por consiguiente, debe entenderse así, como si hubiese dicho: «¿acaso no desistirán de hacer todo lo que hayan emprendido?» En cambio, si se dice así, no denota a alguien lanzando una amenaza. Pero por causa de algunos más lentos de entendimiento añadimos una partícula, esto es «ne» (acaso), para decir «nonne» (acaso no), puesto que no podemos poner por escrito la entonación del que habla.

Por tanto, de aquellos tres hombres, hijos de Noé, setenta y tres o más bien, según el cálculo va a demostrar, comenzaron a existir setenta y dos naciones y otras tantas lenguas sobre la tierra, las cuales al crecer llenaron también las islas. Por su parte, el número de naciones creció mucho más que el de las lenguas. Pues incluso en África hemos conocido muchos pueblos bárbaros con una sola lengua54.

7

¿Y quién puede poner en duda que los hombres, tras la multiplicación del género humano, pudieron cruzar hasta islas deshabitadas con una embarcación? Pero la cuestión se plantea acerca de todas las especies de animales que no están bajo el cuidado de los seres humanos y no nacen de la tierra como las ranas55, sino que se propagan únicamente mediante el cruce del macho y la hembra, así como los lobos y las restantes similares, cómo después del diluvio por el que aquellas que no estaban en el arca fueron todas destruidas, pudieron también hallarse en las islas, si no fueron reintroducidas salvo a partir de aquellas cuyas especies conservó el arca en uno y otro sexo. Puede ciertamente creerse que cruzaron a las islas a nado, pero a las cercanas. En cambio, hay algunas situadas a tan gran distancia de las tierras continentales que no parece que hubiese podido nadar hasta ellas bestia alguna. Y si los seres humanos las llevaron consigo tras haberlas capturado, y de ese modo introdujeron las especies de aquellas allí donde habitaban por su afición a la caza, no resulta increíble que hubiese podido suceder; aunque no debe negarse que fueran trasladadas incluso por obra de los ángeles por mandato o permiso de Dios. Pero si nacieron de la tierra según el primer origen, cuando Dios dijo: Produzca la tierra alma viva56, se muestra con mucha más claridad que todas las especies estuvieron en el arca, no tanto para reintroducir los animales como para simbolizar las diversas naciones por causa del misterio de la iglesia, si la tierra produjo muchos animales en las islas, adonde no podrían cruzar.

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También se plantea la cuestión de si debe creerse que de los hijos de Noé o, mejor dicho, de aquel único hombre de donde también nacieron estos mismos, se propagaron ciertas especies monstruosas de seres humanos que describe la historia de los gentiles57. Por ejemplo, se cuenta que algunos poseen un solo ojo en mitad de la frente, que otros tienen las plantas de los pies vueltas hacia la parte posterior de las piernas, que otros están dotados de los rasgos de ambos sexos: la mama derecha masculina y la izquierda femenina, y que ayuntándose entre sí engendran y paren alternativamente; que unos no tienen boca y estos viven respirando solamente por la nariz, que otros son de la estatura de un codo, a los cuales los griegos llaman pigmeos a partir de codo58; que en otros lugares las mujeres conciben con cinco años y no sobrepasan el octavo año de vida. Afirman, asimismo, que existe un pueblo donde tienen una sola pierna en los pies y no doblan la rodilla, y son de una velocidad asombrosa. A estos los llaman esciápodos, porque en verano se cubren con la sombra de sus pies tumbándose en el suelo boca arriba59. Existen algunos sin cabeza que tienen los ojos en los hombros, y otras especies de seres humanos o cuasi humanos que están representados en mosaicos en el puerto de Cartago, tomados de libros de relatos muy curiosos, por llamarlos de algún modo. ¿Qué podría decir de los cinocéfalos60, cuyas cabezas caninas y su propio ladrido delatan a bestias antes que a seres humanos? Pero no es necesario creer en todas estas clases de seres humanos que dicen que existen. En cambio, cualquier ser humano es decir, animal racional mortal61, que nace en algún lugar, por más que presente una forma del cuerpo extraña para nuestros sentidos, o un color, movimiento o sonido, o una naturaleza a causa de alguna facultad, parte o cualidad, nadie entre los fieles podría poner en duda que tiene su origen en aquel único creado en primer lugar. No obstante, se pone de manifiesto qué conserva la naturaleza en la mayoría y qué resulta digno de admiración por su propia rareza.

Por otra parte, idéntica explicación a la que se da entre nosotros acerca de los nacimientos monstruosos de seres humanos puede darse igualmente respecto a algunos pueblos monstruosos. Efectivamente, Dios mismo es el creador de todos los seres, que sabe dónde y cuándo conviene o ha sido conveniente que sea creado algún ser, conociendo de qué partes, según su semejanza o diversidad, ha de entretejer la belleza del universo en su conjunto. Pero quien no es capaz de contemplar la totalidad se disgusta ante la supuesta deformidad de la parte, puesto que ignora a qué se adecúa y con qué se relaciona. Sabemos que nacen individuos con más de cinco dedos en las manos y en los pies, y esta es una diferencia más leve que otras62. Pero que nadie, sin embargo, llegue a tal grado de ignorancia que considere que el Creador se equivocó en el número de dedos de los seres humanos, aun sin saber por qué lo hizo. Así, aunque se origine una diferencia mayor, Él, cuyas obras nadie reprueba justamente, sabe qué hizo. En Hipona-Zarito63 hay un hombre que tiene las plantas de los pies en forma de luna y en cada uno de ellos solamente dos dedos, y las manos idénticas. Si existiese un pueblo semejante, se añadiría a la historia de las curiosidades y prodigios. ¿Acaso, pues, por este motivo negaremos que ese procede de aquel único que fue creado en primer lugar? Los andróginos, a los que también denominan hermafroditos, aunque son especialmente raros, con todo resulta difícil que falten a través de los tiempos. En ellos aparecen ambos sexos, de tal manera que resulta dudoso a partir de cuál deben recibir su nombre. No obstante, ha prevalecido la costumbre de denominarlos a partir del mejor, es decir, del masculino. Pues nadie jamás los llamó andróginas o hermafroditas64. Algunos años atrás, dentro de nuestro recuerdo sin embargo, nació en oriente un hombre doble en lo que respecta a los miembros superiores y simple en los inferiores. Efectivamente, tenía dos cabezas, dos pechos, cuatro manos, pero un solo vientre y dos pies, como un solo individuo65. Y vivió tanto tiempo que su fama atraía a muchos a visitarlo. Pero ¿quién podría recordar todos los vástagos humanos tan diferentes a aquellos de quienes resulta completamente seguro que han nacido? Por consiguiente, como no puede negarse que estas diferencias tienen su origen en aquel únicamente, de igual modo ha de reconocerse que todos los pueblos de los que se dice que se han desviado de algún modo en la diversidad de sus cuerpos del curso habitual de la naturaleza, que la mayoría y prácticamente todos mantienen, si se incluyen en aquella definición por la que son animales racionales y mortales, derivan su estirpe de ese mismo único primer padre de todos, si acaso son ciertos los relatos que se transmiten sobre la diversidad de aquellas naciones y de tan gran diferencia entre ellos y nosotros. En efecto, si no supiéramos que las monas, los cercopitecos y las esfinges66 no son humanos, sino bestias, aquellos historiadores, vanagloriándose de su afán de saber, podrían hacernos creer con su impune vanidad que son razas humanas. Pero si son humanos aquellos seres sobre los cuales se han escrito aquellos relatos maravillosos, ¿qué impide que Dios quisiera también crear algunas razas semejantes, para que no creyésemos que en tales monstruos, que conviene que nazcan de seres humanos entre nosotros, erró su inteligencia, con la que modela la naturaleza humana, como la técnica de un artesano menos experto? Por tanto, no debe parecernos absurdo que, del mismo modo que en cada uno de los pueblos existen algunos seres humanos monstruosos, así en el conjunto del género humano existen algunos pueblos monstruosos. Por lo cual, para concluir esta cuestión paso a paso y con cautela, o tales seres que se han descrito de algunos pueblos no existen en absoluto, o si existen no son seres humanos; o proceden de Adán si son seres humanos.

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Pero en lo que respecta a los relatos fabulosos sobre la existencia de antípodas, es decir, que los seres humanos de la parte opuesta de la tierra, donde sale el sol cuando se pone para nosotros, marcan sus huellas opuestas a las nuestras, estos no deben creerse bajo ningún concepto. Y no afirman haberlo aprendido a través de ningún conocimiento histórico, sino que lo deducen como por medio de un razonamiento, porque la tierra se halla suspendida dentro de la bóveda celeste, y el mundo tiene idénticos el lugar ínfimo y el intermedio67; y de ello opinan que la otra parte de la tierra, que está abajo, no puede carecer de población humana. No se dan cuenta de que, aunque se crea que el mundo es una figura esférica y redonda, aun si se demuestra mediante algún argumento, sin embargo no resulta consecuente que la tierra además por esta parte esté libre de la masa de las aguas; luego, aunque esté libre, tampoco resulta al punto necesario que albergue seres humanos. Puesto que no miente en absoluto la escritura, que con la narración de los hechos pasados da fe de que se cumplen sus predicciones, y resulta totalmente absurdo afirmar que algunos seres humanos pudieron navegar y llegar desde esta a aquella parte, tras cruzar la inmensidad del Océano, para que también allí se estableciera el género humano a partir de aquel único primer hombre68. Por lo cual, entre aquellos pueblos humanos de entonces, que se concluye que fueron divididos en setenta y dos naciones y otras tantas lenguas, busquemos, si podemos encontrarla, aquella ciudad de Dios que peregrina en la tierra, que fue conducida hasta el diluvio y el arca, y se muestra que perduró en los hijos de Noé gracias a sus bendiciones, sobre todo en el más grande, que fue llamado Sem, puesto que Jafet había sido bendecido de manera que habitase en las moradas de este, su hermano.

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Consecuentemente, la sucesión de generaciones debe trazarse desde el propio Sem, para que ella misma muestre la ciudad de Dios después del diluvio, como antes del diluvio la mostraba la sucesión de generaciones desde aquel que fue llamado Set. Así pues, por este motivo la escritura divina, tras haber mostrado la ciudad terrena en Babilonia, es decir, en la confusión, retorna a modo de recapitulación al patriarca Sem y comienza a partir de ahí las generaciones hasta Abraham, recordando también la edad en que cada uno había engendrado al hijo que pertenecía a esta línea y cuánto había vivido. En este punto ciertamente debe reconocerse la explicación que había prometido anteriormente69, para que quede claro por qué se dijo de los hijos de Heber: El nombre de uno es Falec, porque en sus días fue dividida la tierra70. En efecto, ¿qué otra cosa debe entenderse con que la tierra fue dividida sino que lo fue por la diversidad de lenguas? Por consiguiente, omitidos los restantes hijos de Sem que no guardaban relación con este asunto, se concatenan en la sucesión de las generaciones aquellos a través de los cuales se pueda llegar hasta Abraham; así como antes del diluvio se concatenaban aquellos a través de los cuales se llegaba hasta las generaciones de Noé, que se propagaron desde aquel hijo de Adán que fue llamado Set. Por tanto, así comienza esta serie de generaciones: Y estas son las generaciones de Sem. Sem contaba cien años cuando engendró a Arfaxad, el segundo año después del diluvio. Y Sem vivió quinientos años después de que engendró a Arfaxad, y engendró hijos e hijas y murió71. Así continúa nombrando a los demás, en qué año de su vida engendró cada uno al hijo perteneciente a esta sucesión de generaciones que se dirige a Abraham y cuántos años vivió a continuación, añadiendo que engendró hijos e hijas, a fin de que comprendamos a partir de dónde pudieron crecer los pueblos, no sea que, ofuscados en los pocos hombres que se mencionan, dudemos puerilmente de dónde pudieron llenarse tan grandes espacios de tierras y de regiones a partir del linaje de Sem, especialmente a causa del imperio de los asirios, de donde el famoso Nino72, dominador de los pueblos orientales por doquier, reinó con gran prosperidad y dejó a sus sucesores un imperio extensísimo y sólidamente establecido, que había de prolongarse largo tiempo.

Pero nosotros, para no demorarnos más de lo necesario, no indicamos cuántos años vivió cada uno en esa sucesión de generaciones, sino solamente en qué año de su vida engendró al hijo que ha de ser recordado en esta línea, a fin de, por un lado, recoger el número de años desde que pasó el diluvio hasta Abraham y, por otro, tocar otras cuestiones brevemente y de pasada, aparte de aquellas en las cuales la necesidad nos obliga a demorarnos. Así pues, el segundo año después del diluvio Sem engendró a Arfaxat. Arfaxat, por su parte, a la edad de ciento treinta y cinco <años> engendró a Cainán73. Este engendró a Sala cuando tenía ciento treinta. Más adelante, también el mencionado Sala tenía los mismos años cuando engendró a Heber. Heber contaba ciento treinta y cuatro años cuando engendró a Falec, en cuyos días fue dividida la tierra. Este mismo Falec, por su parte, vivió ciento treinta y engendró a Ragau. Y Ragau ciento treinta y dos, y engendró a Seruc. Y Seruc ciento treinta, y engendró a Nacor. Y Nacor setenta y nueve, y engendró a Taré. Taré, por su parte, setenta, y engendró a Abrán, al que después Dios, tras cambiar su nombre, llamó Abraham74. Así pues, desde el diluvio hasta Abraham hacen mil setenta y dos años según la versión más divulgada, es decir, la de los setenta traductores. En los códices hebreos, en cambio, se dice que se hallan muchos menos años75, sobre los cuales, o bien no dan razón alguna, o bien muy difícil de admitir.

Por consiguiente, cuando buscamos la ciudad de Dios en aquellas setenta y dos naciones no podemos afirmar que en aquel tiempo, en el que tenían un solo labio, es decir, una sola lengua, ya entonces el género humano se había apartado del culto al Dios verdadero, de tal manera que la piedad verdadera permaneciera únicamente en estas generaciones que descienden de la estirpe de Sem a través de Arfaxat y se dirigen a Abraham. Pero de aquella soberbia de edificar la torre hasta el cielo, por la que se significa la arrogancia impía, se hizo visible la ciudad, es decir, la sociedad, de los impíos. Por ello, no resulta sencillo dilucidar si no había existido antes o había permanecido oculta, o más bien perduraron ambas, la piadosa, evidentemente, en los dos hijos de Noé, que han sido bendecidos, y en sus descendientes, pero la impía en aquel que fue maldecido y en su estirpe, donde también nació el gigante cazador contra el Señor. En efecto, tal vez, lo que ciertamente resulta más verosímil, en los hijos de aquellos dos ya entonces, antes de que Babilonia empezase a ser construida, se hallaron los despreciadores de Dios, y en los hijos de Cam los adoradores de Dios. Ha de creerse, no obstante, que no faltó nunca sobre la tierra una y otra clase de hombres. Porque además cuando se ha dicho: Todos se han descarriado, al mismo tiempo se han vuelto perniciosos, no hay quien haga el bien, no hay ni uno solo76, en uno y otro salmo, donde aparecen estas palabras, también se lee lo siguiente: ¿acaso son unos ignorantes todos los que cometen iniquidad, que devoran a mi pueblo como pan77? Por consiguiente, también existía entonces el pueblo de Dios. De ahí que aquello que se dijo: no hay quien haga el bien, no hay ni uno solo, se dijo de los hijos de los hombres, no de los hijos de Dios. Pues se dijo previamente: Dios ha mirado desde el cielo por encima de los hijos de los hombres, para ver si hay quien entienda o busque a Dios78, y después fueron añadidas aquellas palabras que ponen de manifiesto que todos los hijos de los hombres, es decir, pertenecientes a la ciudad que vive conforme al ser humano, no conforme a Dios, son réprobos.

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Por lo cual, como cuando la lengua de todos era una sola no por ello faltaron los hijos de la corrupción (pues también antes del diluvio existía una sola lengua y, sin embargo, todos excepto únicamente la casa del justo Noé merecieron ser aniquilados por el diluvio), de igual modo, cuando en merecimiento de su muy soberbia impiedad las naciones fueron castigadas y divididas con la dispersión de las lenguas y la ciudad de los impíos recibió el nombre de «confusión», es decir, fue llamada Babilonia, no dejó de existir la casa de Heber, donde se conservase aquella lengua que antes fue la de todos. De ahí, como he recordado anteriormente79, al comenzar a enumerar los hijos de Sem, cada uno de los cuales engendró su propia nación, el primero en ser recordado es Heber, aunque era su tataranieto, es decir, que se sitúa en la quinta generación a partir de él. Por consiguiente, ya que tras la división de las restantes naciones por otras lenguas en su familia se conservó esta lengua, que no sin razón se cree que en el pasado fue la lengua común para el género humano, por dicho motivo fue llamada hebrea en lo sucesivo. En efecto, entonces resultaba necesario distinguirla del resto de las lenguas por su propio nombre, del mismo modo que las demás fueron también designadas por los suyos. Pero cuando había una sola, no se llamaba de otra forma sino lengua humana, o lenguaje humano, la única en la que hablaba toda la humanidad.

Alguien podría decir: si en los días de Falec, hijo de Heber, fue dividida la tierra por las lenguas, es decir, los seres humanos que entonces habitaban la tierra, más bien debió denominarse a partir del nombre de aquel la lengua que antes fue común para todos. Pero debe entenderse que el propio Heber impuso a su hijo un nombre tal que se le llamaba Falec, que significa «división», porque le había nacido cuando la tierra quedó dividida por las lenguas, es decir, en el mismo tiempo en que se cumple lo que fue dicho: En sus días fue dividida la tierra80. Pues si Heber no hubiera vivido hasta el momento en que se creó la multiplicidad de las lenguas, no hubiera recibido el nombre a partir del suyo la lengua que pudo perdurar en aquel81. Y, por ello, debe creerse que esta precisamente fue la primera común, puesto que aquella multiplicación y transformación de las lenguas provino de un castigo, y el pueblo de Dios sin duda debió quedar al margen de dicho castigo. Y no en vano esta es la lengua que conservó Abraham y no pudo transmitir a todos sus hijos, sino solamente a aquellos que propagados por Jacob y convergiendo de forma más destacada y relevante en el pueblo de Dios pudieron ser depositarios de las alianzas de Dios y la estirpe de Cristo. Ni el propio Heber transmitió la misma lengua a toda su progenie, sino solamente a aquella cuyas generaciones conducen a Abraham. Por lo cual, aunque no se expresó de forma evidente que hubiera alguna estirpe humana piadosa, cuando Babilonia era fundada por los impíos, esta oscuridad no tuvo poder para confundir el esfuerzo del investigador, sino para ponerlo a prueba. En efecto, cuando se lee que originariamente la lengua de todos fue una sola, por un lado, se hace valer a Heber por delante de todos los hijos de Sem, aunque nació de él en la quinta generación y, por otro, se llama lengua hebrea a aquella que preservó la autoridad de los patriarcas y profetas no solo en sus conversaciones, sino también en sus escritos sagrados, ciertamente cuando se plantea respecto a la división de las lenguas dónde pudo permanecer aquella que fue antes común (que sin ninguna duda allí donde ha perdurado no se produjo aquel castigo que se infligió mediante la transformación de las lenguas), ¿qué otra cosa viene a la mente sino que perduró en el pueblo de aquel de cuyo nombre recibe el suyo, y que representa un no pequeño vestigio de la justicia de aquel pueblo el hecho de que, mientras otras naciones fueron golpeadas por la transformación de las lenguas, a este no alcanzó semejante suplicio?

Pero todavía produce desasosiego lo siguiente: cómo pudieron formar Heber y su hijo Falec dos naciones distintas, si ambos conservaron una sola lengua. Y, ciertamente, una es la nación hebrea, propagada desde Heber hasta Abraham, y posteriormente a través de este hasta que Israel se convirtió en un gran pueblo. ¿Cómo, pues, todos los hijos que son mencionados de los tres hijos de Noé formaron distintas naciones, si Heber y Falec no lo hicieron? Ciertamente, lo más probable es que el famoso gigante Nebrot crease también él mismo su propia nación, pero fue mencionado aparte de forma más destacada a causa de la magnitud de su dominio y de su cuerpo, para que se mantenga la cifra de setenta y dos naciones y lenguas. Falec, por su parte, fue mencionado no porque crease una nación (pues la suya es precisamente la misma nación hebrea e idéntica su lengua), sino por la relevancia de su época, porque la tierra fue dividida en sus días. No debe desasosegarnos cómo pudo el gigante Nebrot aparecer hacia aquella época en la que Babilonia fue fundada y se produjo la confusión de las lenguas y de ahí la división de las naciones. En efecto, no porque Heber sea el sexto a partir de Noé, y aquel en cambio el cuarto, deja de ser posible que coincidieran viviendo en el mismo periodo. Pues esto sucedió al vivir más tiempo cuando las generaciones son pocas, menos cuando son muchas; o al haber nacido más tarde cuando son pocas y más pronto cuando son muchas. Sin duda, debe entenderse que cuando la tierra fue dividida, no solo ya habían nacido los restantes hijos de los hijos de Noé, que son recordados como padres de las naciones, sino que también fueron de una edad tal que tenían familias numerosas que fueran merecedoras del nombre de naciones. De ahí que no deba pensarse en absoluto que fueron engendrados en aquel orden en que aparecen mencionados. Por otro lado, los doce hijos de Jectán, que era otro hijo de Heber, hermano de Falec, ¿cómo pudieron formar ya naciones si Jectán nació después de su hermano Falec, tal y como es mencionado después de él, puesto que la tierra fue dividida en el tiempo en que nació Falec? Por consiguiente, debe entenderse que fue nombrado en primer lugar, pero que nació mucho después que su hermano Jectán, cuyos doce hijos ya tenían familias tan numerosas que podían dividirse en sus propias lenguas. En efecto, así pudo ser mencionado el primero el que era posterior por edad, de modo que de los tres hijos de Noé fueron nombrados en primer lugar los hijos nacidos de Jafet, que era el menor de ellos, después los hijos de Cam, que era el mediano, y finalmente los hijos de Sem que era el primero y el mayor. Por otro lado, los nombres de aquellas naciones en parte perduraron, de manera que hoy incluso es evidente de dónde fueron derivados, como los asirios de Asur y los hebreos de Heber, y en parte fueron transformados por la antigüedad del tiempo, de manera que apenas los hombres más eruditos que investigan las historias antiquísimas pudieran descubrir los orígenes de las naciones y no de todas, sino de algunas de ellas. Pues en lo que respecta a la afirmación de que los egipcios tienen su origen en el hijo de Cam llamado Mesraim, aquí el origen del nombre no se percibe en absoluto. Como tampoco el nombre de los etíopes, que se dice que deriva de aquel hijo de Cam que se llamaba Cus82. Y si se examinasen todos, aparecerían más nombres modificados que conservados.

12

Ahora veamos ya el recorrido de la ciudad de Dios también desde aquel periodo de tiempo que se inició en el padre Abraham83, a partir del cual comienza a ser más evidente su conocimiento y donde se leen con mayor claridad las promesas divinas que ahora vemos cumplirse en Cristo. Tal y como aprendemos a través de las indicaciones de la escritura santa, Abraham nació en la región de los caldeos, territorio que pertenecía al imperio de los asirios84. Entre los caldeos, ya incluso entonces, prevalecían las supersticiones impías, como entre las restantes naciones. Había una sola familia, la de Taré, del cual nació Abraham, en la que se mantenía el culto al único Dios verdadero, y, en la medida en que resulta creíble, única en la que por aquel entonces aún se conservaba la lengua hebrea (aunque también se cuenta, según el relato de Jesús Nave85, que este mismo, como ya el pueblo más manifiestamente de Dios en Egipto, de igual modo en Mesopotamia sirvió a dioses extranjeros), mientras que los restantes miembros de la estirpe de aquel Heber iban derivando paulatinamente hacia otras lenguas y otras naciones. Por ello, del mismo modo que en medio del diluvio de las aguas había perdurado únicamente la familia de Noé para restaurar el género humano, así también en el diluvio de las innumerables supersticiones únicamente había perdurado en todo el mundo la familia de Taré, en la cual fue preservado el germen de la ciudad de Dios. Finalmente, como allí, después de haber sido enumeradas previamente las generaciones hasta Noé junto con el número de años y después de haber sido expuesta la causa del diluvio, antes de que Dios comenzase a hablar a Noé de la fabricación del arca, se dice: Estas son las generaciones de Noé86, así también aquí, una vez enumeradas las generaciones desde aquel llamado Sem, hijo de Noé, hasta Abraham, a continuación se introduce igualmente un pasaje relevante, de forma que se dice: Estas son las generaciones de Taré. Taré engendró a Abram, a Nacor y a Arán, y Arán engendró a Lot. Y Arán murió antes que su padre Taré en la tierra en que nació, en la región de los caldeos. Abram y Nacor tomaron esposas. El nombre de la mujer de Abram es Sara y el nombre de la mujer de Nacor Melca, hija de Arán87. Ese Arán fue padre de Melca y padre de Jescá, que se cree que es también la misma Sarra, esposa de Abraham88.

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Después se narra cómo Taré abandonó con los suyos la región de los caldeos y llegó a Mesopotamia y habitó en Jarán. Pero no se hace mención de un hijo suyo, llamado Nacor, como si no lo hubiese llevado consigo. Pues se cuenta así: Y tomó Taré a Abram, su hijo, y a Lot, hijo de Arán, hijo de su hijo, y a Sara, su nuera, esposa de Abram, su hijo, y los sacó de la región de Caldea para dirigirse a la tierra de Canaán; y vino a Jarán y habitó allí89. En ningún momento se menciona aquí a Nacor ni a su esposa Melca. Pero después encontramos que cuando Abraham envía a su siervo a buscar esposa para su hijo Isaac, así dice la escritura: Y el siervo tomó consigo diez camellos de los camellos de su amo y una parte de todos los bienes de su amo, y levantándose partió a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor90. Con este y otros testimonios de esta historia sagrada se muestra que también Nacor, hermano de Abraham, salió de la región de Caldea y estableció su residencia en Mesopotamia, donde había habitado Abraham con su padre. ¿Por qué, entonces, la escritura no lo mencionó cuando Taré partió de la nación caldea con los suyos y habitó en Mesopotamia, donde no solo se menciona a Abraham, su hijo, sino también a su nuera Sarra y a su nieto Lot, porque los llevó consigo? ¿Por qué, en nuestra opinión, sino tal vez porque se había apartado de la religión paterna y fraterna y se había adherido a la superstición de los caldeos, y después de ello, ya por arrepentimiento, ya después de haber sufrido persecución porque se le consideraba sospechoso, emigró también él mismo de allí? En efecto, en el libro que se titula Judit