La inmortalidad del alma - San Agustín - E-Book

La inmortalidad del alma E-Book

San Agustín

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Beschreibung

La inmortalidad del alma según San Agustín es como un canto celestial que resuena a través de los siglos, iluminando las mentes y los corazones de aquellos que buscan comprender la trascendencia de nuestra existencia. Es como un faro en la oscuridad, mostrándonos que nuestra esencia va más allá de lo terrenal y se conecta con lo eterno.

San Agustín, con su pluma apasionada y perspicaz, nos invita a explorar el alma humana, esa chispa divina que nos distingue y que perdura incluso más allá de nuestra vida terrenal. Es como un fuego que arde sin consumirse, una llama que nos conecta con la divinidad y nos recuerda que somos más que carne y hueso.

En su obra, San Agustín nos conduce por un viaje filosófico y espiritual, donde nos sumergimos en las profundidades de nuestra propia naturaleza. Nos revela que el alma es inmortal, un regalo de Dios que trasciende el tiempo y nos lleva a buscar la verdadera plenitud en la comunión con lo divino.

Esta idea de La inmortalidad del alma nos anima a vivir con propósito, a buscar la sabiduría y a cultivar la virtud, sabiendo que nuestras acciones tienen un peso eterno. Es un llamado a vivir con amor, compasión y dedicación, reconociendo que nuestra alma está destinada a una vida eterna en la presencia amorosa de Dios. Es una verdad que nos llena de esperanza y nos impulsa a vivir cada día con significado y trascendencia.

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La inmortalidad del alma

San Agustín

 

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

X

XI

XII

XIII

XIV

XV

XVI

 

I

Primera razón por la cual el alma es inmortal: porque es sujeto de la ciencia que es eterna.

1. Si la ciencia existe en alguna parte, y no puede existir sino en un ser que vive, y existe siempre; y si cualquier ser en el que algo siempre existe, debe existir siempre: siempre vive el ser en el que se encuentra la ciencia. Si nosotros somos los que razonamos, es decir, nuestra alma; si ésta no puede razonar con rectitud sin la ciencia y si no puede subsistir el alma sin la ciencia, excepto el caso en que el alma esté privada de ciencia, existe la ciencia en el alma del hombre. La ciencia existe en alguna parte, porque existe y todo lo que existe no puede no existir en parte alguna. Además, la ciencia no puede existir sino en un ser que vive. Porque ningún ser que no vive puede aprender algo; y no puede existir la ciencia en aquel ser que no puede aprender nada. Asimismo, la ciencia existe siempre. En efecto, lo que existe y existe de modo inmutable es necesario que exista siempre. Ahora bien, nadie niega la existencia de la ciencia. En efecto, quienquiera que admita que no se puede hacer que una línea trazada por el centro de un círculo no sea la más larga de todas las que no se tracen por el dicho centro, y que esto es objeto propio de alguna ciencia, afirma que existe una ciencia inmutable. Además, nada en lo que algo existe siempre, puede no existir siempre. Efectivamente, ningún ser que existe siempre permite que sea sustraído alguna vez el sujeto en el que existe siempre. Desde luego cuando razonamos, esto lo hace nuestra alma. En efecto, no razona sino el que entiende: mas ni el cuerpo entiende, ni el alma con el auxilio del cuerpo, porque cuando quiere entender se aparta del cuerpo. Aquello que es entendido existe siempre del mismo modo; y nada propio del cuerpo existe siempre de la misma manera, luego el cuerpo no puede ayudar al alma que se esfuerza por entender, le basta con no serle obstáculo. Asimismo, nadie sin ciencia razona con rectitud. Pues el recto raciocinio es el pensamiento que tiende de lo cierto al descubrimiento de lo incierto, y nada cierto hay en el alma que ésta lo ignore. Mas todo lo que el alma sabe, lo posee en sí misma, y no abraza cosa alguna con su conocimiento sino en cuanto pertenece a una ciencia. En efecto, la ciencia es el conocimiento de cualesquiera cosas. Por consiguiente, el alma humana vive siempre.

II

Segunda razón por la cual el alma es inmortal: porque es sujeto de la razón que es inmutable.

2. La razón ciertamente o es el alma o existe en el alma. Mas nuestra razón es mejor que nuestro cuerpo; nuestro cuerpo es una substancia, y es mejor ser substancia que no ser nada, luego nuestra razón es algo. Además, cualquier armonía propia del cuerpo que exista, es necesario que exista de modo inseparable en el sujeto cuerpo, y no se crea que en esa armonía puede existir alguna otra cosa que de igual manera no exista con necesidad en ese sujeto cuerpo, en el que también esta misma armonía existe no menos inseparablemente. Pero el cuerpo humano es mudable, y la razón inmutable. En efecto, es mudable todo lo que no existe siempre del mismo modo. Y siempre es de la misma manera que dos y cuatro sumen seis. Además, siempre es del mismo modo que dos y dos sumen cuatro; mas esto no lo tiene el dos porque el dos no es cuatro. Pero esta relación es inmutable, por consiguiente, es razón. Ahora bien, de ningún modo no puede padecer el cambio, habiéndose mudado el sujeto, lo que existe inseparablemente en él. Luego, no es el alma la armonía del cuerpo, y no puede sobrevenir la muerte a cosas inmutables. En consecuencia, el alma vive siempre ya sea ella misma la razón ya sea que la razón exista en ella de modo inseparable.

III

 

La substancia viva y el alma, que no es susceptible de cambio, aún siendo de algún modo capaz de cambiar, es inmortal.

 

3. Hay un poder propio de la permanencia y toda permanencia es inmutable, y todo poder puede hacer algo, ni cuando no hace nada deja de ser un poder. Además, toda acción consiste en recibir un movimiento o en causarlo. Luego, o no todo lo que recibe el movimiento, o ciertamente no todo lo que lo causa es mudable. Pero todo lo que es movido por otro y no se mueve a sí mismo es algo mortal. Y nada mortal es inmutable.

 

De ahí se puede concluir con certeza y sin alternativa alguna que no todo lo que causa movimiento se cambia. Mas no hay movimiento posible sin una sustancia: toda sustancia vive o no vive, pero todo lo que no vive carece de alma y sin alma no existe acción alguna. Luego, aquel ser que causa el movimiento sin perder su inmutabilidad es necesariamente una sustancia viviente. Esta sustancia pone el cuerpo en movimiento a través de todos los grados. En consecuencia, no todo lo que mueve el cuerpo es mudable.

 

Pero si el cuerpo no se mueve sino según el tiempo y en esto consiste el moverse más despacio y más rápidamente, síguese que existe, pues algo que mueve en el tiempo, y sin embargo no se cambia.