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Volumen 21 de la colección Cuba: la Naturaleza y el Hombre. En él se ofrece al lector un exhaustivo estudio –iniciado por el destacado espeleólogo cubano Antonio Núñez Jiménez en la década de 1950- de la Cueva de Bellamar. El autor se refiere, entre otros detalles, a los principales salones y galerías de la Cueva; expone la diversidad de las formaciones secundarias: estalactitas, estalagmitas, helictitas, flores de piedras y formaciones cristalográficas consideradas entre las más bellas del mundo. Todo ello acompañado de imágenes. También se incluyen en los anexos de la obra las investigaciones que por muchos años han realizado los espeleólogos de Matanzas, dirigidos por el Dr. Ercilio Vento Canosa y Esteban Grau González-Quevedo, quienes, junto a decenas de jóvenes espeleólogos han logrado ampliar el entorno de la caverna y convertirla en la Paleo Gran Caverna que tenemos hoy.
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Seitenzahl: 313
Veröffentlichungsjahr: 2017
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Título original: La Cueva de Bellamar
Edición: Lic. Rosario Esteva Morales
Cubierta, diseño interior y composición: Lic. Carlos Alberto Talavera Coronel
Maquetación para e-book: Téc. Amarelis González La O
Primera edición, 1952
Segunda edición, 2015
Cubierta: Conjunto de cristales en el Lago Blanca Victoria.
Fotos a color: Proyecto Bellamar. Sociedad Espeleológica de Cuba
y Sociedad Espeleológica de Italia.
© Herederos de Antonio Núñez Jiménez, 2015
© Sobre la presente edición:
Editorial Científico-Técnica,2016
ISBN 978-959-230-001-9 Obra Completa
ISBN 978-959-230-096-5 Volumen 21
ISBN 978-959-05-0938-4 Editorial Científico-Técnica.
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Se siente crecer la vida
admirando los entornos de la Naturaleza.
Estimo que la posibilidad que nos da la nueva edición de este libro La Cueva de Bellamar, no podíamos desestimarla, y es que nos referimos a poder analizar, en un volumen, desde el desarrollo de la investigación científica en una cueva en la década del 50 hasta el avance de los estudios que llegan hasta el siglo XXI que, sin dudas, aportan un completamiento a este texto, al tiempo que nos muestran un universo espeleológico que nadie podría imaginarse que existía en esa época inicial.
En la década del 50, el estudio de la Cueva de Bellamar fue la tesis presentada por Antonio Núñez Jiménez para la obtención del título de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana; estudio espeleológico que, en aquel momento, resultó, el más completo de una caverna y sirvió-y sirve- durante muchos años de ejemplo práctico de una investigación.
En su libro, Núñez se refiere a los principales salones y galerías de la Cueva; expone la diversidad de las formaciones secundarias: estalactitas, estalagmitas, helictitas, flores de piedras y formaciones cristalográficas consideradas entre las más bellas del mundo; expone su criterio sobre la temperatura de la caverna, la cual demuestra que es fresca en contradicción con datos erróneos de investigaciones realizadas por otros autores, quienes consideraron existía un gran calor en la espelunca.
En esta edición, Núñez hace un análisis científico de las aguas del Baño de la Americana, que posee tal transparencia que maravilla a quienes la visitan. Su amor por esta parte de la Naturaleza de Cuba la sentimos en su preocupación fehaciente expuesta en el libro cuando exalta las medidas a adoptar para proteger la caverna que ha logrado permanecer pese a los abusos sufridos por personas inconsecuentes, así como describe los descubrimientos de fósiles como el Megalocnus rodens; otro capítulo lo dedica a personalidades que han escrito los libros y artículos sobre la Cueva de Bellamar, tanto en el siglo XIX como en el siglo XX.
Ahora, en el siglo XXI, sus alumnos, los que él formó como investigadores, estudiosos y espeleólogos han continuado por la senda que él les había marcado, y es, precisamente, en los anexos de este libro que aparecen las investigaciones que por muchos años, no exentos de esfuerzos y sacrificios, han realizado los espeleólogos de Matanzas, dirigidos por el Dr. Ercilio Vento Canosa y Esteban Grau González-Quevedo, quienes, junto a decenas de jóvenes espeleólogos han logrado ampliar el entorno de la caverna y convertirla en la Paleo Gran Caverna que tenemos hoy. Encontraremos en este volumen la detallada investigación de estos dos espeleólogos de otras cuevas de ese gigantesco sistema, y sus estudios sobre la Paleontología y la Arqueología.
Núñez Jiménez, en la década del 50, no podía imaginar que aquellas indagaciones suyas sirvieran años después para mostrar al mundo científico un gran sistema de cavernas y que al verlas hoy, inmaculadas, sin que nadie entrara en sus predios naturales, nos damos cuenta de cómo fue la Cueva de Bellamar en sus inicios, hoy maltratada por los años y por visitantes inescrupulosos que han destruido, en parte, su belleza.
Muchas de las cuevas que en los años 60 visitábamos como cuevas individuales, gracias al trabajo de los miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba pertenecientes al Comité Espeleológico de Matanzas, hoy forman parte del Sistema Bellamar, así como a las investigaciones de los espeleólogos Vento y Grau, quienes han hecho posible que se conozca esta Cuba subterránea que era ignorada por los cubanos y por el mundo.
Además y gracias al desarrollo de las fotos en 3D, se muestra en formato 2D una importante serie de fotografías de los nuevos lugares del Sistema por lo que los lectores puedan acceder a las verdaderas bellezas de ese mundo subterráneo.
Pensamos que esta nueva investigación realizada por sus alumnos, sea un modo de rendir tributo a un gran maestro. Ojalá que este ejemplo sea la continuidad de un legado, un gran legado a todos por nuestro mentor, jefe y amigo Dr. Antonio Núñez Jiménez.
Ángel Graña González
El edificio construido sobre el Salón Gótico de Bellamar cubre la entrada de la Cueva. Foto de la década del 50. Foto Archivo ANJ.
La Cueva de Bellamar se encuentra en el municipio de Matanzas, en la provincia de igual nombre, a 1 400 m de la costa Norte, directamente al Sur de Peñas Altas que forma el litoral meridional de la Bahía de Matanzas.1
La citada espelunca se halla a 4 300 m al Sudeste del centro de la ciudad de Matanzas. Astronómicamente la cueva está situada, según observaciones del autor con el GPS, a 230 81’ 28,3’’ de Latitud Norte y a 810 32’ 28,6’’ de Longitud Oeste del Meridiano de Greenwich.
Gracias al artículo "Guía de las Cuevas de Bellamar", reproducido a su vez por George B. Robert en "La Cueva de Bellamar", publicado en 18632, en el que aparece una descripción realizada por Manuel Santos Parga, sin fecha, pero probablemente c. de 1862, se lee:
El primero, o pasillo de entrada de la caverna ha sido nombrado el Templo Gótico, por su gran y severa belleza, que recuerda una de las solemnes naves de alguna catedral antigua. Tiene 900 pies de largo por 240 de ancho; en algunas partes, el techo está a 60 pies de altura. Magníficos pilares estalactíticos lo adornan, cayendo desde el techo hasta el suelo; el mayor de ellos mide 60 pies de alto, con un ancho que varía de 8 a 21 pies. El goteo estalactítico ha simulado en él la apariencia de un manto gigante, de profundos y majestuosos pliegues. Por debajo de esta inmensa cámara yace la Galería de la Fuente que es un corredor de 2 400 pies de largo; en el centro del cual se observa la fuente que le da su nombre, rodeada por las más bellas estalactitas. Las paredes, el techo y el suelo se encuentran igualmente revestidos con una cubierta de cristal del más puro y brillante color blanco. Al final de la larga galería, el viajero se encuentra un fino arco llamado el Diablo de George [La Garganta del Diablo], y a unas pocas yardas más adelante las estalactitas y estalagmitas se han unido hasta formar una amplia cortina de alabastro transparente. Una de las joyas de este encantador grupo es llamado la Falda Bordada, que es una hermosa estalactita, muy ancha, lisa como el mármol, de tres pies de alto y con un borde simétrico, de seis pulgadas de ancho, formado por grandes cristales. Pero quizás la mayor belleza de esta caverna es el pequeño lugar llamado la Sala de la Bendición, que se encuentra aún más lejos de la boca de la cueva y más profundo en la montaña. Obtuvo su nombre de una bendición que pronunció el obispo en un momento de entusiasmo. Esta cámara tiene una belleza insuperable. Piso, paredes y bóveda son igualmente del más puro color blanco, finas columnas de estalactitas cubiertas por miles de cristales pequeños forman paisajes aéreos, o caen pendientes del techo cual la más elegante combinación del arte occidental. Una de las formas más impresionantes es una gran masa estalactítica, que cae como una transparente cascada de ondulante superficie, ha sido llamada el Manto de la Virgen. Por debajo de este, hay una corriente de agua, cuya fuente se encuentra más adentro, en las interioridades de la cueva aún inexplorada. Más lejos todavía, llegamos a la Galería del Lago, notable por la masa estalactítica llamada el snow drift, que es el punto final alcanzado hasta el momento, pues el Lago de las Dalias, que oculta las maravillosas cristalizaciones con la forma de estas flores, detiene el avance hacia el interior. A1 regresar, a través de la Sala de la Bendición hacia la Galería de la Fuente, el visitante se desvía hacia un pasaje lateral cerca del centro, y se adentra en la Galería de Hatuey, nombrada en honor de un jefe indio, famoso al principio de la historia de Cuba, debido a una delgada y bien proporcionada estalactita, que se alza como la lanza del caudillo bajo una alta bóveda. Aquí se halla también un precioso grupo de esas producciones que parecen hechas por las hadas, llamada el Salón de las Bellas Matanceras; y otra que asemeja un nicho con dosel de la más rica tracería gótica. Muchas de estas estalactitas poseen la propiedad de la doble refracción, y ocasionalmente las cristalizaciones están teñidas con delicados tonos de violeta o rosa, o brillan con el rico lustre del oro.
La Cueva de Bellamar corre de Oeste a Este; alcanza una profundidad máxima de 3 360 pies. La temperatura en ningún lugar baja de 80 0 F. Como es de esperar, ha devenido sitio de gran concurrencia, por su proximidad con la rica y populosa ciudad de Matanzas y el dueño evidentemente obtiene buenos beneficios de ella. La cuota de entrada es de un dólar por persona. Por este precio se suministran guías y luces, además de que el visitante encuentra buenos senderos a través de la cueva, luces fijas en los sitios principales, y pequeños puentes sobre los lugares donde son necesarios. Una excursión por ella toma de dos y media a tres horas. No conozco que exista ninguna comunicación natural con la superficie (…).
La Cueva de Bellamar entra en las páginas de la historia y la geografía de Cuba, en febrero de 1861. Un día de ese mes, en la finca "La Alcancía", los esclavos del minero don Manuel Santos Parga trabajaban allí una cantera de cal. Uno de ellos, que según la tradición era un colono chino, en la práctica un esclavo, mientras golpeaba con su barreta sobre la roca, tratando de remover un pesado canto, vio con el natural asombro cómo de sus manos se perdía, por el hueco recién abierto, su acerado instrumento de labor, que hoy se encuentra en el Museo Histórico de la Ciudad de Matanzas.1
Santos Parga ordenó al mayoral de "La Alcancía" la pronta investigación de lo que en realidad sucedía. Pero el respeto y el temor a lo desconocido impidió que se cumpliera tal orden, y no fue hasta el 17 de abril de 1861 en que don Manuel se decidió personalmente a ver lo que había debajo de aquella abertura. José V. Betancourt (1863)2 narra así el suceso en 1863:
Es el caso que como Parga viese que el mayoral no obedecía sus órdenes ya corridos dos meses, un día se fue él con la gente al punto en que había desaparecido aquella ordenando se trabajase allí; y apenas se había abierto un espacio de poco más de una vara, salió por el agujero practicado una gran corriente de aire repugnante de olor; caliente ycomo humoso; no retrajo a Parga eso, sino antes por el contrario, continuandoel trabajo pudo convencerse de que aquello era la entrada deuna cueva, y con un arrojo que rayaba en temeridad siguió ensanchando la abertura y después aventuró un descenso empleando una escala que fue preciso alargar y en llegando a lo que le pareció el suelo se encontró envuelto en tinieblas. Mas como él fuese práctico en punto a minas, no se arredró y se propuso explorar la caverna, dominado sin embargo por la idea de que allí había algo: era Colón entreviendo el nuevo Mundo… A qué trabajos tan arduos y penosos tuvo que dar cima para hacer practicable la entrada de la cueva, y su tránsito. ¡Cuántos meses, cuántos obreros y cuántos pesos empleados en esas obras! ¡Sobre mil toneladas de roca ha tenido que romper y extraer de la cueva! ¡ Tres semanas empleó en desaguar el lago por medios de bombas! ¡Y todo sin saber si ese costo sería fructuoso!
Una de las primeras descripciones de Bellamar fue realizada por don EmilioBlanchet en un artículo de notable mérito y copioso de poesía.3 Posteriormente el ya citado novelista pinareño José V. Betancourt hizo suDescripción de la Cueva de Bellamar (…), que imprimió en La Habana, en 1863. Durante su viaje fue acompañado de don Domingo Ruiz, quien se hizo cargo de manejar la brújula y D. Antonio Guiteras, quien tomó varias temperaturas, dadas a conocer en centígrados, cuando en realidad son Farenheit. La descripción que hace de la espelunca es bellísima, especialmente la del Lago de las Dalias, cuyos datos en cierto modo se contradicen con nuestra narración. Merece Betancourt nuestra admiración por haber rendido una labor pionera en el campo de la espeleología nacional.
También debemos citar el trabajo publicado por don Eusebio Guiteras (1863), enLa Aurorade Matanzas y cuyo titulo es "Guía de las Cuevas de Bellamar.4 Es el más reproducido de los escritos sobre la cueva, siendo citado textualmente en diversas enciclopedias y diccionarios. Es una descripción detallada, pero las medidas que ofrece son a veces exageradas; por ejemplo al Salón Gótico aparece con 300 varas de largo por 80 de ancho; sin embargo, son bastantes aproximadas otras. Por su lectura, conocemos que Bellamar fue estudiada por el conocido geólogo Fernández de Castro:
Al volver a la luz, preocupado quizá con las dificultades y molestias de un viaje por las entrañas de la tierra siente el viajero que todo ha sido una serie de gratas impresiones. Efectivamente, a pesar de que, según las observaciones del señor Fernández de Castro, llega el visitador en la Cueva de Bellamar a una profundidad de más de 150 varas, sin embargo, el aire es siempre respirable y la temperatura no pasa de 80 grados Farenheit.
Entre el litoral y la célebre espelunca se sucede de Norte a Sur una serie deterrazas marinas emergidas que rodean prácticamente toda la Bahía de Matanzasformando distintos niveles altitudinales.
Entre el Castillo de Peñas Altas y la boca de la Cueva de Bellamar aparece, en primer lugar, la terraza de Seboruco situada entre cero metro de altitud y el frente abrupto de una terraza que termina en un plano, es decir, en la segunda terraza emergida.
Esta terraza de Seboruco está limitada por un farallón que antiguamente fue un acantilado marino y esto se prueba por la existencia a todo lo largo de este frente de la primera terraza de un nicho de marea fósil, una hendidurahorizontal que se manifiesta a lo largo de muchos kilómetros de esas costas.
El nicho de marea se presenta a 11 m de altitud, indicándonos hasta dónde llegó la marea hace miles de años en la etapa del Sangamón.
La terraza superior donde se abre la Cueva de Bellamar se encuentra a 52 m de altitud, en la que forma como una meseta que paulatinamente va ganando en altura hacia el Sur hasta llegar a 83 m de altitud, a 3 600 m de distancia al Sur del litoral.
Esta última superficie es llamada de Bellamar por el geomorfólogo suizo Charles Ducloz en su monografía Estudio geomorfológico de la región de Matanzas, Cuba (1963). En este trabajo de Ducloz, él menciona varias veces la Cueva de Bellamar y nuestros trabajos de investigación en ella.
Una tercera terraza, entre la segunda y la cuarta, es perceptible a poca distancia de la anterior y debe existir una cuarta antes de la Cueva de Bellamar, por lo que teniendo en cuenta esta última superficie, serían cinco las terrazas.
A 142 m del litoral se presenta el mencionado nicho de marea, situado a 11 m de altitud y con 1,30 m de puntal y 1,50 de fondo. La base del acantilado muerto se encuentra a 8 m de altitud. Hacia arriba, el farallón, formado por roca alparecer pliocénica, termina en una terraza, cuyo plano se halla a 16 m de altitud,constituido por caliza de la Formación Canímar.
Ese nicho a 11 m se repite (isonichos) en Rincón de Guanabo, Risco Alto, Punta Seboruco, Crespo, Punta del Inglés (Naranjo), La Lechería, Punta Fraile, en la costa Norte; y en Tortuguilla, Punta Monje, Punta Roma, Punta del Inglés (Cabo Cruz) y Arroyo Naranjo, en la costa Sur.
Al descubrir nosotros en 1952 una sucesión de galerías superpuestas dentro de la Cueva de Bellamar, cinco en total, estas pudieran ser relacionadas con la coincidencia de la formación de las terrazas citadas, que suceden desde el nivel del mar a la superficie de Bellamar y de este dato puede deducirse que las galerías más antiguas son las más cercanas a esa superficie y que a medida que el manto freático iba hundiéndose por efecto de un descenso del nivel del mar, que debió permanecer estable por un tiempo en cada uno de los niveles, fue el momento en que las aguas aciduladas y freáticas formaron tales galerías, de manera que la más antigua correspondería a la Doble, sobre el Confesionario, y la más joven a la Galería Freática, que se encuentra por debajo del Salón de las Nieves, en el extremo oriental de la Cueva de Bellamar.
Es de señalar que en la costa Norte de la Bahía de Matanzas se observa un sistema de terrazas marinas emergidas, formada por 5 niveles y que de arriba hacia abajo reciben los nombres de la Rayonera, Yucayo, Del Puerto, De Seboruco y finalmente una terraza submarina, que coincidiría con las cinco terrazas mencionadas por nosotros en la orilla opuesta de la Bahía de Matanzas, es decir, la meridional.
En el artículo "Asalto a las Cuevas de Bellamar", publicado enLa ilustración Española y Americana se expone que:
El señor Parga tiene organizado un servicio de guías, indispensables para penetrar en el laberinto, y que cuida a la vez la garantía de las estalactitas de la poca escrupulosidad con que muchos han intentado destruirlas, por el placer de llevarse un fragmento como recuerdo. No ha bastado a prevenirlo el cuadro de advertencias que en cuatro idiomas recomienda la circunspección al viajero; tanto que el propietario, obrado de muy cuerdamente, ha decidido al fin colocar en el pabellón de entrada una gran colección que se extraen en los trabajos y de los lugares en que no se perjudica la visualidad, a fin de que los curiosos, mediante un pequeño estipendio, puedan adquirir como memoria de su excursión objetos de rara curiosidad. En la Exposición Universal de París de 1867 figuró un magnífico ejemplar que posee hoy la Escuela de Ingenieros de Montes en el Escorial, y el autor de estas líneas conserva otro muy notable de grandes dimensiones.
Juan A. Treserra en su artículo "La tragedia de Bellamar", expone datos sobre el asesinato de Santos Parga a manos de unos bandidos conocidos por Ignacio Roselló,el Catalán, y José Antonioel Coruñez. El primero había desertado en 1876 del ejército español cuando la Guerra de los Diez Años. El segundo, había sido encarcelado en Cárdenas, de donde se fugó.
Ya por ese entonces Santos Parga era un anciano y al conocer la presenciade esos bandidos en la zona de Bellamar, los denunció.El Catalánjuró vengarse.
Santos Parga no se atemorizó. Se enfrentó aEl Catalány a su compincheEl Coruñez. Se produjo un tiroteo y puñaladas cerca de la vivienda del famoso dueño de "La Alcancía".
Dice Treserra: "Manuel Santos Parga murió a consecuencia de aquellaspuñaladas, pero los asesinos fueron muertos por el hijo del primer exploradorde la Cueva de Bellamar".
La citada finca "La Alcancía" fue heredada por su hijo, Santos Parga y Verdugo, y después en 1888 por Manuel Álvarez Regaña, administrador de aquel terreno, quien a su vez lo vendió en 1891 a tres socios, que fundaron la empresa llamada "García y Compañía", disuelta 3 años después, quienes vendieron la finca a Manuel González Farroso.
En 1908, "La Alcancía" pertenecía a Gabriel Carranza y Sandrino, quien la vendió a la Sociedad Anónima Raffloer, Erbaloch Company, de los Estados Unidos, representada en Cuba por Ernst Raffloer, ciudadano alemán, quien ordenó la iluminación eléctrica de la cueva.
Entre 1939 y 1947, la espelunca fue cerrada con motivo de la Segunda Guerra Mundial. Reabierta después por Maximiliano Zinckel Rabine, de Ceiba Mocha, Matanzas, Cuba, quien la arrendó por 15 años, vencidos en 1962, año en que pasa a ser propiedad del Estado cubano.
Antonio Núñez Jiménez mientras prepara el mapa de la Cueva de Bellamar en la década del 50. Foto Archivo ANJ.
Por este arco rocoso también llamado El Puente, pasan los visitantes para llegar al Salón de las Damas. El arco ha sido ampliado artificialmente, presentando dos pasadizos supuestos. Foto Archivo ANJ.
Directamente debajo de la casa desde donde se administra el Centro Turístico de la Cueva de Bellamar se encuentra el gran Salón Gótico, el más amplio de la caverna, y al cual penetramos por el mismo boquete que casualmente se descubriera en 1861. Bajamos por una pétrea escalera artificial hasta el piso del salón, que tiene, en general, forma cuadrangular. Todo su centro lo ocupa una elevación rocosa producida por derrumbes de la antigua bóveda. Su orientación longitudinal es de Oeste a Este, con un largo de 80 m por 25 m de ancho en su parte central. Todo su techo se halla ocupado por miles de estalactitas y gruesas estalagmitas. Sus formaciones más conocidas son las llamadas: El Huerto de las Zanahorias, numeroso grupo de cónicas estalactitas que fielmente recuerdan esos vegetales; Doña Mamerta, una gran estalagmita próxima a la pared Sur del salón y cuya silueta parece una vieja con su pelo recogido en moño; La Capilla de los Doce Apóstoles, situada en un nicho de la pared Norte, en el cual se alzan doce erectas estalactitas que han sido identificadas con los discípulos de Cristo; La Lechuza, es un bloque caído y recostado sobre la pared. Su semejanza con esa somnolienta ave de rapiña es asombrosa; San Juan Bosco, es una formación estalactítica que corona El Nacimiento, situado en la boca de la Galería de Hatuey; la Mano de la Mujer, que cuelga del techo, es otra muycuriosa estalactita del Salón Gótico.
De todas las formaciones de este salón sobresale por su belleza y majestuosidad el Manto de Colón, que cuelga de la pared meridional de la cueva. Tiene 12,5 m de altura y su superficie muestra delicados pliegues semejantes a una cortina de blanco terciopelo. A medida que va descendiendo se va afinando. El Manto de Colón es una formación derrame del tipo cascada, originado por una pequeña corriente de agua vadosa que se abrió paso entre la roca para desembocar en este Salón Gótico. El agua al caer ha ido sedimentando las sales de carbonato de cal que traía en disolución y formó así el célebre manto. Frente a este se alza una esbelta estalagmita que ha recibido el nombredel Guardián de la Cueva.
Este primer salón de Bellamar divide la caverna en dos extensos ramales: uno, se dirige hacia el Este y otro, rumbo al Oeste. Al primero, lo hemos llamado Ramal Oriental, que es el visitado por los turistas y, al segundo, Ramal Occidental.
El Salón Gótico debe su gran tamaño principalmente a un gran derrumbe que tiene actualmente una altura de 40 m de altura sobre su base y 80 m de largo. Este derrumbe se produjo sobre las galerías Del Confesionario y De Hatuey por el lado Ramal Oriental y por el Ramal Occidental, sobre las galerías de los Dos Lagos y De las Esponjas, que se abre a 4 m por debajo de la anterior por el extremo occidental, donde para pasar ahora se hizo necesario perforar un pozo cuadrado de 13 m de profundidad.
El acceso a la Cueva de Bellamar y, sobre todo, al Salón Gótico se hace sobre el derrumbe, que deja un espacio vertical de 4 m de puntal, más amplio hacia ambos lados del mencionado salón, el mayor de la espelunca. El techo que forma la bóveda cavernaria tiene solo 2 m de espesor en el sector de su entrada, sobre el que se ha construido el edificio administrativo de la Cueva de Bellamar.
El derrumbe es lo suficientemente antiguo para haber permitido el desarrollo de grandes formaciones secundarias, entre estas las conocidas por Doña Mamerta y el Manto de Colón.
Semejantes al Salón Gótico son los De las Nieves y De los Derrumbes. Los tres constituyen los espacios abiertos más grandes de la Cuevade Bellamar.
Muy próximo al Manto de Colón comienza la Galería del Confesionario, con 273 m de largo por un promedio de 3 m de ancho, por 3 de alto. Este pasadizo es paralelo a otro conocido por Hatuey, ambos se encuentran en El Entronque, muy cerca de la llamada Fuente del Divorcio.
Colocándonos en el extremo Sur-oriental del Gótico, escogemos el rumbode la Galería del Confesionario, que se dirige hacia el Este. Al principio, el ancho de este túnel es de 2,5 m, pero a medida que avanzamos se va ensanchando; a los 10 m de andar, alcanza los 5 m de anchura. La primera figura curiosa que vemos es la Cabeza del Elefante, formación estalactítica de forma paquidérmica pegada a la pared; a solo 2 m de distancia se abre El Confesionario, rincón formado por una cortina de estalactitas muy blancas,casi transparentes. En el techo de esta sección asoma la bella figura de una conchapecten, fósil de origen marino, como queriéndonos recordar las grandes transformaciones geológicas que sufrió la región para que ahora pudiéramos admirar las bellezas que oculta esta espelunca.
A los 53 m del Salón Gótico aparece, casi cerrándonos el paso, La Garganta del Diablo, que debe su origen a un cortinaje de estalactitas.
Dejando atrás la Garganta del Diablo, que casi cierra la cueva, comienzan a brillar las paredes y el techo por las abundantes helictitas que han ido creciendo en todas direcciones con mil formas distintas. En la pared derecha destaca su blancura La Novia, un derrame de carbonato de cal muyreciente, que contrasta con uno más antiguo que semeja la figura de una mujer de albos y largos ropajes. Después viene la Mano Enguantada, donde la galería se ensancha hasta la medida de 7,5 m, ascendiendo con cierta brusquedad los 16 escalones que nos han de conducir hasta la Cima de los Cíclopes. Después de andar 90 m por la Galería del Confesionario, arribamos a El Cementerio, donde un grupo de cortas estalagmitas semeja un oscuro campo santo. A la izquierda, se destaca una estalagmita de 0,80m de altura y diámetro de 0,30 m, llamada El Faro. Más adelante, junto a la pared se destacan Las Alas del Águila, curiosísima formación de calcita de 1,20 m de ancho. Enseguida se sucede, en la parte más alta del salón, La Cabeza del Rinoceronte, sorprendente en todo su concepto. En el techo abundan numerosos fósiles marinos de conchas y madréporas.
Aquí la galería desciende más bruscamente de lo que había ascendido y el desnivel, casi vertical, es salvado por una escalera de 4 m de altura total. El rumbo del pasadizo cambia ligeramente por espacio de 12 m hasta el final de la bajada. Después de la escalera descendente, la galería se continúa con rumbo Este.
En un alto nicho cupular se alza la Virgen del Carmen, en medio de la alta bóveda, conocida por El Templo. La altura donde alza la "Virgen" es de 1,10 m. Más adelante, admiramos en la pared un derrame o cascada que ha recibido el nombre de Los Brillantes Negros.
A 140 m de haber penetrado por el boquete de la Galería del Confesionario observamos el desplome de una masa rocosa de 5 m de largo por 1,50 m de alto. Esta fractura y el consiguiente desplome longitudinal del techo de la galería debió ocurrir no muy recientemente porque ha permitido la formación de numerosas helictitas en la parte superior, correspondiente a la parte del techo que antaño sujetaba al bloque ahora caído. Sobre el bloque fallado se observa el hermoso molde de un fósil bivalvo.
Es de hacer notar que en toda esta sección de la cueva, el techo aparece inclinado unos 350, manifestando en sus extremos una línea de fractura que después tendríamos ocasión de ver en toda la caverna. Esa fractura es una de las manifestaciones de la falla que siguieron las aguas subterráneas para originar por disolución, principalmente, los salones y galerías de Bellamar.
Esta galería se entronca con la De Hatuey a los 173 m de su inicio en el Salón Gótico. Hacia adelante la cueva se prolonga con el mismo rumbo a través de la Galería de la Fuente, que nos conducirá hasta el renombrado Baño de la Americana.
El punto de unión entre las galerías Del Confesionario y De Hatuey lo hemos bautizado con el nombre de El Entronque, donde continúa la mencionada Galería de la Fuente, con el mismo rumbo general de la cueva hacia el Este. La primera formación notable es la Fuente dela Juventud, estanque de agua de paredes de calcita blanca y brillosa, sobre la que gotea tanta agua que constituye un pequeño manantial. Le sigue la Fuente de los Enamorados o Del Matrimonio.
A los 213 m de El Entronque, comienza la parte conocida por el Techo Cristalizado, un derroche inigualable de minúsculos cristales abrillantados en medio de numerosas helictitas. Avanzamos por la espelunca unos 20 m más por una bóveda casi transparente, hasta arribar al Rincón de la Música, antaño llamado Camerín de la India y también Palacio de Alhambra. Las concreciones alargadas como husos, al ser tocadas ligeramente, producen bellísimas notas musicales.
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