El libro del Turquino - Antonio Núñez Jiménez - E-Book

El libro del Turquino E-Book

Antonio Núñez Jiménez

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Su autor nos deja saber cómo, en pleno 1957 "con el objetivo de eludir la persecución enemiga, los guerrilleros llegaron en horas de la tarde al Pico Turquino y con mucho frío acamparon y permanecieron dos días para después bajar por el mismo estribo que habían usado en su anterior ascenso, y así, a partir de ese año, el Turquino es convertido en trascendental escenario histórico al ser escalado por la guerrilla, por lo que desde entonces es símbolo de rebeldía y de la Revolución". Luego, llegaría a ser el más importante escenario de la preparación combativa del nuevo ejército revolucionario, en la que los jóvenes recibirían el honroso título de "Cinco Picos" por sus cinco ascensiones consecutivas.

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Seitenzahl: 422

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Edición: Lic. Rosario Esteva Morales

Cubierta, diseño interior y composición: Lic. Carlos Alberto Talavera Coronel

Foto de cubierta: El Pico Turquino, Santiago de Cuba.

© Herederos de Antonio Núñez Jiménez, 2022

© Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, 2022

© Sobre la presente edición:

Editorial Científico-Técnica, 2023

ISBN 9789592300019 Obra Completa

ISBN 9789592301238 Volumen 40

ISBN 9789590512902 Editorial Científico-Técnica

Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y nuestras ediciones.

Instituto Cubano del Libro

Editorial Científico-Técnica

Calle 14 No. 4104, Playa, La Habana, Cuba.

editorialmil@cubarte.cult.cu

http:/www.nuevomilenio.cult.cu

40

Tabla de contenido
Introducción
PRIMERA PARTE. EL TURQUINO
Capítulo I. El nombre del Turquino
EL TESTIMONIO DE JUAN DE LA TORRE: escrito entre 1526 y 1530
EL TOPÓNIMO TURQUINO DEL ACTUAL MUNICIPIO DE RODAS
LA SIGNIFICACIÓN DE LA VOZ TURQUINO
EL PICO CELESTE DEL TURQUINO
TARQUINO, TURQUINO, TORQUINO, TARQUÍN, TORQUÍN
Capítulo II. San Cristóbal del Pico Celeste del Turquino
Capítulo III. El Turquino en la voz de los poetas
Capítulo IV. La Sierra Maestra y su pico culminante
EL BLOQUE DEL TURQUINO
ZONAS ALTITUDINALES DE LA VEGETACIÓN
NOTAS METEOROLÓGICAS
SUELOS
EROSIÓN
Capítulo V. Las rocas del Turquino
Capítulo VI. Erick Leonard Ekman
Capítulo VII. Historias de las ascensiones al Pico Turquino
FREDERICK W. RAMSDEN
CHARLES BERCHON
ERICK LEONARD EKMAN Y J.S. NYSTROM
R.H. BECK
TOMÁS Y ANTONIO CARDERO
RAFAEL REINEKE
CHARLES BALLOU, STEPHEN C. BRUNER
Y EL HERMANO LEÓN
En la cima del Tuquino
GEORGE C. BUCHER Y LEONARDO CANTÍN
F. QUINTANA
EXPEDICIÓN OÑATE
EL AÑO DE MÁS ASCENSIONES: 1936
ENRIQUE RUIZ WILLIAM
EXCURSIONES POSTERIORES
EL GRUPO HUMBOLDT
BOYS SCOUTS
ALTITUDES
Capítulo VIII. José Martí en el Turquino
GILMA MADERA, LA ESCULTORA
“NO TENÍAMOS DINERO”
EL DR. MANUEL SÁNCHEZ SILVEIRA
EL BUSTO DE MARTÍ
EN SANTIAGO DE CUBA
EN OCUJAL DEL TURQUINO
EL ASCENSO AL TURQUINO
Capítulo IX. Testimonios de combatientes en el Pico Turquino
EFIGENIO AMEIJEIRAS
MANUEL FAJARDO
ERNESTO GUEVARA
DE NUEVO MANUEL FAJARDO
MANUEL FAJARDO Y LA ALEGRÍA DEL ASCENSO
Capítulo X. Testimonio del Comandante Faustino Pérez
SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN
JUAN ALMEIDA EN EL TURQUINO
SEGUNDA PARTE. NUESTRA PRIMERA ASCENSIÓN AL TURQUINO
Capítulo XI. Hacia Oriente
LA PARTIDA
EN SANTIAGO DE CUBA
HACIA EL PICO TURQUINO
POR LA COSTA SUR DE ORIENTE
LOS CARBONEROS
LA BRUJA
EL MONTE CANGÁ
EN OCUJAL DE TURQUINO
Capítulo XII. Ascendiendo el Pico Turquino
HACIA EL ALTO DE CARDERO
LA CUEVA DEL AURA
EL PASO RAMSDEN
EL PICO CUBA
EL PASO DE LAS ANGUSTIAS
EL PARAÍSO DE BUCHER
EL PICO REAL
UNA NOCHE SOBRE EL TURQUINO
AMANECER EN EL PICO
EL DESCENSO
Capítulo XIII. Por la costa del Turquino
DESCENDIENTES DE LOS INDIOS
EL LITORAL DEL TURQUINO
PEÑONES COSTEROS
Capítulo XIV. La juventud hace ondear la bandera en el Turquino
“HAZAÑAS HERMOSAS Y EMPINADAS”
“EN NOMBRE DE LA JUVENTUD CUBANA”
“POR LA ORILLA FLORECIENTE”
LA JUVENTUD HONRA A MELLA
TERCERA PARTE. DEL PICO TURQUINO AL PICO SUECIA
Capítulo XV. Escalada al Pico Suecia
POR LA BAHÍA DE SANTIAGO DE CUBA
BAHÍA DE CHIVIRICO
RÍO GRANDE
LA BIJA
PUNTA UVERO
LA UVITA
RÍO LA MULA
“BOTE AL AGUA”
CAMPAMENTO EN OCUJAL
COMENZAMOS LA ASCENSIÓN
EN BELLA PLUMA
DEL RÍO POTRERILLO AL ESTRIBO DEL DIAN
ALTO DE LA DUDOSA
ALTO DEL NARANJO
ALTO DEL PINAR
ESTRIBO DE BABINEY
HACIA EL PICO CUBA
EL PASO DE LAS ANGUSTIAS
EN LA CIMA DEL PICO REAL
INICIAMOS EL ASALTO AL PICO SUECIA
DESCENDEMOS CASI VERTICALMENTE
¡AL FIN LLEGAMOS AL SUECIA!
COMENZAMOS EL DESCENSO
LLEGAMOS A OCUJAL
Capítulo XVI. Hacia el Pico Turquino
DEL PALACIO PRESIDENCIAL A YARA
EN LAS VEGAS DE JIBACOA
HACIA LA PLATA
PALMA MOCHA
AGUADA DE LIMA
POR LOS PICOS DE JOAQUÍN Y REGINO
EN LA CUMBRE DEL TURQUINO
DEL PICO REAL A OCUJAL
CUARTA PARTE. LA SIERRA MAESTRA
A PIE Y EN MULO
Capítulo XVII. Del río La Magdalena a La Plata
AMANECER EN EL RÍO LA MAGDALENA
FARALLONES COSTEROS DE LA SIERRA MAESTRA
RELATO DE RAÚL CASTRO
A LA VISTA DEL TURQUINO
Capítulo XVIII. Por el valle del río Palma Mocha
PASTOR PALOMARES
“FIDEL PLANEÓ ATACAR”
ANTES DEL CICLÓN FLORA
VADO DEL RÍO PALMA MOCHA
EL VALLE DEL PALMA MOCHA
JOSÉ RAMÓN MACHADO
“LA TIERRA ANDA MAL”
RÍO ARRIBA
EL NIÑO NELSON CORDERO
EL ALTO DE LA CARIDAD
GANADO Y DESLIZAMIENTOS
JOSÉ PALOMINO
Capítulo XIX. En El Jubal
AURORA
LA POZA DE PALOMINO
CAMPAMENTO AL AIRE LIBRE
ANÉCDOTAS
Capítulo XX. José Palomino: Del llano a la montaña
LOS SECRETOS DEL MONTE
“SOLO QUEDA LA ROCA”
PALOMINO NOS CUENTA ALGUNOS EPISODIOS DE SU VIDA1
“MI PRIMER HIJO”
“LA EDUCACIÓN DE MIS HIJOS”
“LA COMPAÑÍA EXPLOTADORA”
EL DESEMBARCO DE FIDEL
“DE NIÑO”
Capítulo XXI. Hacia la Puerta del Diablo
POR EL ESTRIBO DEL GUERRILLERO
ENTRE HELECHOS Y PALMAS REALES
EL PRIMER ALTO
DENTRO DE NUBES
LA PUERTA DEL DIABLO
RAÚL CUMPLE 50 AÑOS
Capítulo XXII. Cumpleaños en la cumbre del Turquino
“RELOJ NO MARQUES LAS HORAS”
EL PICO CUBA, RESERVA HISTÓRICA
“EL CANTO DE LOS RUISEÑORES”
EN EL PICO REAL
DE NUEVO EN EL PICO CUBA
Capítulo XXIII. Fidel felicita a Raúl
UN MENSAJE RADIAL DE FIDEL
PUESTA DE SOL
Capítulo XXIV. Relato de cuando la guerrilla subió al Pico Turquino
OBSERVACIONES METEOROLÓGICAS
RECUERDOS DE LA GUERRA DE LIBERACIÓN
MARCHAS GUERRILLERAS
LA GUERRILLA EN EL TURQUINO
Capítulo XXV. Rumbo al Pico Joaquín
DEL PICO REAL A LOMA LA REDONDA
EN EL MIRADOR
CIRO REDONDO
DEL PICO JOAQUÍN A PICO REGINO
Capítulo XXVI. Del Pico Joaquín al Alto del Naranjo
POR LA LÍNEA DIVISORIA
LA LIMA
HACIA EL ALTO DEL NARANJO
EL ARROYO DE SANTANA
LOMA DE SANTANA
ORIGEN DE LOS DEGORRUMBES
ES UNA PELÚA
PICO DE RASCACIELOS
Capítulo XXVII. El valle de El Jigüe
RUMBO AL PICO JIGÜE
LA MÚSICA DE LOS CENCERROS
LA LOMA DEL FRÍO
LA PULGA
ESCUELA DEL MONTE
ARROYO DE COREA
MOMPIÉ
RELATO DE RAÚL
VADEAMOS EL JIGÜE
¡ESTA ES AGUA DE EL JIGÜE, BEBAMOS!
EL CASERÍO DE EL JIGÜE
EL RÍO LA MAGDALENA
LAGUNATO
Capítulo XXVIII. Hacia La Casa de Medina
EL ALTO DEL NARANJO
EL SITIO LA CASA DE MEDINA
“PATRIA O MUERTE”
LOS MOGOS
PALMA MOCHA
EL RÍO LA PLATA
Capítulo XXIV. Radamés El Moro
NARRACIONES DE EL MORO
LA TASAJERA
POR QUÉ ME LLAMAN EL MORO
Capítulo XXX. “Por la orilla floreciente que baña el río Yara”
EL RÍO YARA
SANTO DOMINGO
EN UN CÍRCULO SOCIAL
Capítulo XXXI. En La Plata
EL VIENTO SUR
A 785 M DE ALTITUD
RUMBO A LA LOMA DE LA PLATA
LA COMANDANCIA REBELDE1
EL PICO DE RADIO REBELDE
REGRESO A LA CASA DE MEDINA
Capítulo XXXII. Anécdotas del desembarco del “Granma” y la ofensiva del ejército de la tiranía
EL NAUFRAGIO DEL “GRANMA”
RELATO DE OTTO HERNÁNDEZ
“LAS ESCUADRAS REBELDES”
SETENTA Y SEIS DÍAS DE COMBATES
Capítulo XXXIII. Vargas, el arriero de la Sierra
RELATO DE VARGAS
LA MULA GUÍA
“MI NOMBRE COMPLETO”
“YO CONOCÍA A CELIA SÁNCHEZ”
“EN LA GUERRA DE LIBERACIÓN”
Capítulo XXXIV. En el valle La Magdalena
POR EL RÍO LA MAGDALENA
HOGUERA EN LA NOCHE
EL FIRME DE CAGUARA
DE NUEVO EN EL RÍO JIGÜE
LLEGAMOS AL RÍO LA PLATA
COMANDANTE ANDRÉS CUEVAS
FRENTE AL MAR
Capítulo XXXV. ¿Ganadería o bosque?
GANADERÍA SERRANA
“AL GANADO LE SACAMOS TODO”
FIN DE LA GANADERÍA EN LOS ALTOS
DE LA MAESTRA
Capítulo XXXVI. Ceiba del Agua
OTRA VEZ EN EL RÍO LA MAGDALENA
EL FIRME DE CEIBA DEL AGUA
“LOGRAMOS ESCAPAR”
EL MULO PAJARITO
“ESO FUE EL DÍA 15”
LA CEIBA, DONANTE DE AGUA
TRAS 14 DÍAS EN LA SIERRA MAESTRA
Ilustraciones
Bibliografía

En la falda del Turquino

la esmeralda del camino

los incita a descansar;

el amante campesino

en la falda del Turquino

canta bien y sabe amar.

 

José Martí

 

Introducción

Qué mejor homenaje para Antonio Núñez Jiménez, en el Centenario de su natalicio, que publicar uno de sus libros, uno verdaderamente hermoso. Y ese es EL LIBRO DEL TURQUINO, virtud más que suficiente para escogerlo; sí, pero no sería la única razón, pues también hay otras muy buenas razones:

Porque nosotros, los cubanos, siempre nos hemos enorgullecido de la belleza del Turquino y de su altura, considerada la montaña más alta, nuestra “montaña del cielo”, como la llamara Núñez.

Porque él supo escribir este libro con delicadeza y sensibilidad –yo diría, sin temor a equivocarme– casi poética, y desde el inicio de su lectura nos recrea con la bellísima playa de Ocujal “cuyas olas mueven los variados colores… y producen armónicos sonidos, combinados con su romper violento en el litoral”.

Porque no hay otro libro que, como este, describa la silueta del orgulloso Turquino, “…tan simétrica, tan regular, tan perfecta... A cada hora del día posee un color diferente. De noche, casi siempre despejado de nubes, por la mañana, a la salida del Sol parece de oro suave y da gusto admirar el juego de luces y sombras de aquel paisaje despejado de nieblas, todo envuelto en una atmósfera de azul más claro”.

Porque podemos asomarnos en su texto a bellos versos dedicados al Turquino, como los de El Cucalambé, que lo llama: Espléndida montaña /Que el cielo eleva tu gallarda cumbre/ o los de Carlos Manuel de Céspedes: tú, gigante, que alzas la cabeza/ y es pequeña a tus pies toda grandeza/ o disfrutar de los de Manuel Navarro Luna, que nos hablan de cómo en las poderosas fuerzas naturales halla el cubano sus propias fuerzas: La montaña nos dio su corazón tremendo: /¡brava raíz de excelsitud y de infinito...!/ o de la amorosa y tierna página de José Martí en la que resume su amor por la montaña oriental: En la falda del Turquino /la esmeralda del camino /los incita a descansar/.

Porque en este libro Núñez, ferviente martiano, no dejó olvidada la página de cómo un grupo de estudiantes honró al Apóstol colocando su broncíneo busto en lo más alto del callado monte, el 19 de mayo de 1953, aniversario de la caída en combate del Maestro.

Porque su autor nos deja saber cómo, en pleno 1957 “con el objetivo de eludir la persecución enemiga, los guerrilleros llegaron en horas de la tarde al Pico Turquino y con mucho frío acamparon y permanecieron dos días para después bajar por el mismo estribo que habían usado en su anterior ascenso, y así, a partir de ese año, el Turquino es convertido en trascendental escenario histórico al ser escalado por la guerrilla, por lo que desde entonces es símbolo de rebeldía y de la Revolución”. Luego, llegaría a ser el más importante escenario de la preparación combativa del nuevo ejército revolucionario, en la que los jóvenes recibirían el honroso título de “Cinco Picos” por sus cinco ascensiones consecutivas.

Porque a través de sus páginas, conocimos cómo al año del triunfo de la Revolución, su máximo líder, Fidel Castro, con un grupo de compañeros volvió a escalar la esplendorosa montaña.

Porque con Núñez coincidimos en que todo cubano siente un deseo irresistible de subir hasta lo más alto de la cima del famoso pico oriental “a cuyo nombre la imaginación popular ha asociado la leyenda y la fantasía”.

Porque al leer estas páginas, lo ascendemos junto a su autor y gracias a su descripción detallada, vivimos los avatares de la difícil subida, en medio de lo enmarañado de la vegetación, sobre la pintoresca “cascadita de 3 metros”, a la que la “blancura de sus aguas da una nota de alegría enmedio de la oscura selva” y cómo nos parece que vienen a nuestro encuentro las palmas reales, nuestras simbólicas y patrióticas palmas reales, y cómo comenzamos a ver los helechos, ¡ah!,“los bellísimos helechos arborescentes cubiertos por una espesa capa de musgo verde”, y qué decir cuando páginas adelante nos sorprendemos con un nuevo espectáculo: “¡Estamos dentro de una nube!”, y apenas vemos algo “a 10 metros de distancia, envuelto en una espesa neblina blanquecina”, que compartimos por el magnetismo que solo Núñez pudo alcanzar al describirnos con tanto amor la Naturaleza cubana.

Porque –no podía faltar– en este libro también surgen los personajes que ponen de manifiesto el estrecho vínculo del autor con el campesinado cubano, entre otros, el arriero Eduardo Vargas: noble, servicial, hospitalario, como nuestros guajiros.

¿Hacen falta más razones? ¿No son más que suficientes los méritos, las virtudes y la belleza de esta obra?

Por todo eso y más, con EL LIBRO DEL TURQUINO, tomo 40 de la serie CUBA: LA NATURALEZA Y EL HOMBRE, del propio Núñez, rendimos homenaje en su Centenario, en 2023, al tiempo que damos a conocer uno de los más bellos libros de esta colección. Su autor, seguro, se sentiría plenamente satisfecho de que, al leerlo, lo puedan disfrutar tanto como él, al escribirlo.

 

Lic. Rosario Esteva Morales

Editora

Fundación Antonio Núñez Jiménez

de la Naturaleza y el Hombre

 

PRIMERA PARTE. EL TURQUINO

Capítulo I. El nombre del Turquino

El Pico  Turquino al amanecer, visto desde el Alto de Mompié. Foto del autor.

Uno de los primeros nombres que aparece en nuestra Historia es el de Turquino, topónimo de difícil interpretación, casi seguro de origen araguaco, aunque algunos han querido ver en él una alusión al azul turquí, o azul intenso, como señaló Felipe Poey en su Geografía de Cuba, publicada en 1858. Curiosamente las serranías de Jamaica, situadas al otro lado del Estrecho de Colón, se llaman Montañas Azules.

EL TESTIMONIO DE JUAN DE LA TORRE: escrito entre 1526 y 1530

Es interesante conocer también que por el testimonio de Juan de la Torre al dar fe del reparto de indios, ordenado por el Gobernador de Cuba Gonzalo de Guzmán, desde el 25 de abril de 1526 al 25 de agosto de 1530, se puede fijar con certeza que la “provincia de Tarquino”, primera mención de este nombre, se encontraba donde hoy se sitúa el Pico Turquino, ya que también en él se habla del pueblo de Sevylla, nombre que todavía tiene vigencia en aquella región de la Sierra Maestra: “...Se encomendaron a Diego Núñez cinco naburías que fueron de ciertos indios, que asy mesmo el dicho Andrés de Duero thenía en la provincia de Tarquino”. (Colección de documentos inéditos(...), 2a. serie, t.4: 113-140).

En ese documento se lee: “Item se encomendaron a Cristóbal de Torres, vecino desta dicha cibdad, los indios e naburías del pueblo de Sevylla, de la provincia de Tarquino, estaban encomendados en Francisco Velasquez, difunto”. (Colección de documentos inéditos (...), 115).

Otra referencia a Turquino se encuentra más adelante al expresar Juan de la Torre, escribano de Su Majestad: “Item se encomendaron en el señor obispo la mitad de los indios del pueblo de Salamanca que estaban encomendados al dicho thesorero Pero Núñez de Guzmán, e los indios que quedaron del cacique maestre Gonçalo de Turquino”. (Colección de documentos inéditos (...), 116).

Según este documento, Turquino es el cacicazgo del indio cristianizado Gonzalo.

Es también de interés resaltar que el Cabildo de La Habana, con fecha 8 de octubre de 1574 mercedó a Antón Recio

...el sitio de las tres sabanetas que pide llamadas Santa Maria é Turquino é de los Perros para cria de muletos e potros e visto que no es pcrjudicial se le concedió las tres dichas sabanetas para lo que pide conque lo pueble dentro de seis meses: al proveer esta petición se salió del Cabildo el dicho Antón Recio (...) y otros dignatarios que los constituían.

Por otra parte, en el Prontuario de Mercedes (...) publicado en La Habana, 1857, por Rodrigo Bernardo y Estrada, se dice que el 13 de marzo de 1642 “Se pide sitio las Cabezadas de los arroyos de Cartagena, lindando con Turquino, por Luis de Sotolongo y se admitió á diligencias”. (R. de Bernardo y Estrada, 1857: 85).

EL TOPÓNIMO TURQUINO DEL ACTUAL MUNICIPIO DE RODAS

Si se tiene en cuenta que tanto la merced de tierras a Antón Recio como a Sotolongo fueron otorgadas por el Ayuntamiento de La Habana y que la jurisdicción de este comprendía la región de Vuelta Abajo, observaremos que este Turquino está situado en la actual provincia de Villa Clara y que, por tanto, se trata de otro distinto al de la Sierra Maestra.

LA SIGNIFICACIÓN DE LA VOZ TURQUINO

Efectivamente, si nos fijamos en ese sitio villaclareño de Turquino, resalta que es el centro del hato circular, mercedado hace más de tres siglos, y que ese círculo es tangente con el de Cartagena, en cuya parte central se ubica ahora el pueblo de este nombre. No queda, pues, ninguna duda de que en la toponimia de los siglos XVI y XVIII aparecen dos Turquinos.

¿Qué significación araguaca tuvo la voz Turquino?

La palabra tal vez puede descomponerse en tur y quino. La primera parte, tur, se halla presente en los nombres aborígenes Turiguanó, Turibacoa y sus variantes Turubaco y Turiibacoa. Turey en araguaco significa cielo.

La desinencia quino, la tenemos en Cuba en el topónimo Yaquino, recogido por Jacobo de la Pezuela como correspondiente a un río de Puerto Príncipe; mientras que Yaquino o Yaquimo es también provincia y puerto al Sudoeste de la República Dominicana.

En La Española los taínos llamaron a Cristóbal Colón, Guamiquina, o sea, Señor Grande. Esta voz taína se descompone en guami, señor, y quina, único o grande. (E. Tejera, 1977: 643). En Chontal (Oaxaca, México) Caniquina es “bajar de lo alto”.

EL PICO CELESTE DEL TURQUINO

No deja de ser significativo que Turquino sea el nombre de la montaña más alta de Cuba. ¿Equivaldría Turquino a “montaña del cielo”, o “la montaña más alta”?

El topónimo Turiguanó, nombre actual de una isla cubana unida artificialmente a tierra, equivale a la“palma turi”, como yuraguana debió significar la “palma yura”, o guanocana, la “palma cana”. También está la palma conocida por miraguano. La palma es árbol que por excelencia brinda la imagen de altura. Turiguanó ¿equivaldría a “palma alta”, “palma altísima”, “la palma que llega al cielo”, o “la palma del cielo”?

TARQUINO, TURQUINO, TORQUINO, TARQUÍN, TORQUÍN

En resumen, el topónimo estudiado se ha escrito cronológicamente como Tarquino, Turquino, Torquino, Tarquín y Torquín, y ha predominado su forma de Turquino que es como se citó en relación con el cacique Gonzalo en 1526 y 1530. Tarquino fue el nombre de uno de los reyes míticos de Roma; turquino, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es adjetivo de turquí, azul: torquino, no existe en español ni en araguaco; es importante destacar que turquino (se escribe Turchino) es el nombre de una alta montaña cerca de Génova, en la Liguria; tarquín en nuestro idioma es el légano o lodo, depositado en el fondo de las aguas estancadas.

Capítulo II. San Cristóbal del Pico Celeste del Turquino

 

El Turquino desde el Pico Regino. De izquierda a derecha, loma la Redonda, el Pico Real y el Pico Cuba. Foto del autor.

 

Por la curiosísima Real Cédula dictada por el Rey Fernando El Católico, fechada en Granada el 30 de diciembre de 1500, se otorgó la propiedad de la zona del Turquino a Gugliamo de Fornaris de Doria.

Este documento fue dado a conocer públicamente en el periódicoEl Mundo, La Habana, 21 de septiembre, 18 de octubre de 1966 y 8 de enero de 1967, por la historiadora Nydia Sarabia, quien había recibido una copia de esta cédula del eminente arqueólogo Francisco Prat, profesor de la Universidad de Oriente; a su vez, este la había obtenido de la escritura pública número 65 sobre el origen del “Vínculo de Ducado, Marquesado y Condado de San Cristóbal de SantoDomingo delPicoCeleste de Turquino, heredado por la sucesión de Don Modesto Fornaris Ochoa de sus antepasados”, y cuyo original se encuentra en la Real Audiencia de Santo Domingo. Al respecto, Nydia Sarabia expone que“una copia del cual se halla posiblemente en la Audiencia de Holguín”yque“el mencionado Fornaris fue a quien correspondió al amparo del Derecho de Propiedad por sentencia judicial firme del veintitrés de octubre de mil ochocientos ochenta y ocho, y por concesión de su padre don Juan Esteban de Fornaris González y este de su padre don Juan José de Fornaris Barizábal”.

A continuación transcribimos la Real Cédula citada:

CEDULA REAL. –El rey Don Fernando, por la Gracia de Dios. Rey de Castilla­– de León, de Aragón, de las dos Sicilias, de Jerusalén, deNavarra, deGranada, etc. Al muy devoto P. Provincial de la Provincia de Santa Cruz,Orden deFrailes Predicadores de Santo Domingo, Isla Española, y demás Islas y tierras firmes que en la Provincia están, Indias del Mar Océano, salud. Sepades que con este motivo hubimos mandar o dimos dos cédulas nuestras una, dirigida al P. Provincial de la Pro. de Santa Cruz, Orden de Santo Domingo, Isla Española, y a vos el vuestro lugar­ teniente en dicho oficio creado a cualquiera y a cada unodevosautoridades seglares, eclesiásticas, jueces justicias y oidores y a cualquiera de vos y a toda y cada una persona que esta Cédula viere y de ella pedido su cumplimiento, salud y gracia; sepades apareció ante lanuestra CamaraD. Rafaello de Fornaris, banquero de Génova ynos hizo referencia yentrega de una solicitud y representación de D.Guglielmo de Fornaris de Doria y esposa doña Susana Columbus de Fontaeirosa, que residenen el palacio de la familia de Fornaris, en la plaza de Carlo Felice Sojigla Génova,acompañada de partidas sacramentales, cédulas personales Real y de la provincia con bula de su santidad el informe que os hizovuestro lugar teniente en 25 de octubre retroproximo pasado, numerososauto titulo Real y de la nobleza ligadas al Reino de Génova Ducado de Milán, Marquesado y Condado de San Cristóforo Noviliguria, provincia deAlesandria y del más antiguo patriciado genovés, los que no fueron puestosde manifiesto y han pasado por nuestra vista y con motivo del derecho que tiene a heredar de sus antecesores solicitan el reconocimiento de la exencion– de pechos y alcabalas con la nobleza ehidalguia, con la provisión de sueldos y empleos (...) con el de sus titulosy empleos Real y de las noblezas con la fundación de nueva creación del Virreynato Principado, Ducado, Marquesado, Condado y Vínculo de San Cristóbal con sus cruces y medallas, Haciendas, Hatos, Corrales, corralillos y sitios...(comido).. divisorias que separan entre sí una de otra provincia... (comido) dividen dichas tierras al naciente, poniente, septentrión y ... o día, tomando como punto de partida el lugar por donde (...) de las aguas saladas del sur océano con asiento del fondo principal al naciente de la Isla Española, Hacienda de San Cristóbal de Santo Domingo, Hacienda de San Cristóbal del Pico Celeste de Turquino y hacienda de San Cristóbal de puerto más importante de la costa septentrión de la Isla Fernandina –Cuba– y al naciente de todas y cada una de estas concesiones se adjudicarán conjuntamente treinta y tres (33) manzanas de terreno equivalente a trescientas treinta mil varas planas a favor de laOrden de frailes predicadores y teólogos de Santo Domingo del Convento de San Esteban Provincia de Salamanca,para que allí se construyan todas las obras religiosas que fueran necesariasy en señal de posición perpetua y colonización, se establece el derecho de prioridad decursado, tantos años como días tiene un año, por dejación dederecho que recaerá en la persona que por ante escribano, jueces ojusticia demostrare de su partida sacramental tener por su primer apellidoel nombre de ‘Fornaris o Fornari’ por tener todo el mismo origen sin mástrámites legales lo meterá en posesión, a título de dueño en perjuicio de lospostreros aunque se justifique su mejor derecho, y allá al Naciente dela Isla Fernandina, de donde viene la luz y nace el sol, en la meseta más elevada del Pico Celeste de Túrquino se edificará un templo sagrado de alabanzas a Dios etc. He tenido a bien concederle a Don Guglielmo de Fornari y de Doria, a su esposa doña Susana de Columbus, para si y sus sucesores la exención de pechos y alcabalas con el goce de la nobleza e hidalguia por la pureza de su sangre,nombrandolos beneméritos de la Patria, Caballero cubierto con el reconocimiento de sus títulos de nobleza, con sus escudos, cruces, y medallas con la provisiónde sueldos eclesiasticos, siempre que no resultare en prejuicio de otro, demenor derecho con este mi decreto autoridad, facultad y licencia concedida la creación por innovación del derecho de prioridad tal como se concilia en la solicitud, y habiendo visto dicha instancia en mi consejo de Indias por ante el nuestro Presidente y oidores de nuestra Corte, en lo que dijo mi Fiscal y consultándome sobre la especialidad del caso en diezde junio último, teniendo muy presente y respetandola bula de su Santidad, en consideración al informede nuestros Lugarteniente, en el dicho oficio, en el que, me asegurais los contemplase merecedores de las gracias y concesiones territoriales que se le dispensan a los nuevos colonizadores ha resuelto que a los tales sujetos les adjudiqueis para si yaque sus sucesores las tierras incultas que solicitan: Hacienda, hatos, Corrales,corralillos, y sitios, en Cayos, Islas y tierra firme ... de Indias ... del mar océano, a cuatro, tres, dos una y media hora de distancia del ...andar de uncaminante en cualquiera de sus rumbos con la fundación de nueva creación del Vínculo, Ducado, Marquesado y Condado de San Cristóforo deAlesandría, al Naciente Isla Española, hacienda de San Cristóbal de Santo domingo, al naciente de la Isla Fernandina, aún no oficial Cuba. Haciendade San Cristóbal del Pico Celeste de Turquino y al Poniente, costa Septentrional hacienda San Cristóbal del Puerto (...) más importante y a los que allí estuvieren los notificareis de desalojo, la nulidadde sus titulos y posesión, por razón de ser imprescindibles estos derechos y sí con humildad acataren éste mi dictamen –este mi laudo– de estos títulosoriginales, a aquellos los harán concesiones territoriales parciales de las tierras queocupan indebidamente y a los que desobedecieren les notificareis de desalojo, con disfrute de menos de tres años de lo que allí plantaron con el sudor de frente y si arrepentidos volvieran a vos, bien puedan los talessujetos recibirles a tributo y como a partidiarios dándoles todos los auxilios posibles para que puedan rendir sus tributos, diezmos y primicias, lo que surtirá sus efectos de Ley, aún en los cambiosde dominios territoriales, etc. –Y ahorapor nuestros buenos oficios, por lo que vos contribuisteis y por lo que vos contribuye P. Provincial Orden de Frailes Predicadores y Teólogos de Santo Domingo, Convento de San Esteban,provincia de Salamanca, en recuerdo al diecisiete de abril de mil cuatrocientosnoventa y dos(1492), como precursores del descubrimiento más grandioso de la Historia presente, os van adjudicadas de conformidad con lo solicitadotreintay tres manzanas (33) de terreno equivalente a 3000 treinta mil varas planas al naciente de todas y cada una de estas concesiones para que allí funden sus caserios, poblados, villas, ciudades,capitales, una vez deducidos los diezmos primicias de la iglesia, el remanente de sus réditos sirva para nuestra mejor sustentación y se construyanCapillas,Ermitas, Iglesias, parroquiales, Catedrales, Escuelas, Colegios, seminarios, Asilos de Beneficiencia, Hospitales, y como en esa tierra no hay de presente Monasterio Conventuales, para que se construyan para dar albergue y hospedaje a los frailes estuvieran y andaren y se os enviaren de esta nuestra España, para que en ellas puedan ser adoctrinados blancos españoles, negros libres, esclavos e indios que allí estuvieren y andaren regidos por una patronazgo integrado por el Prior Conventual el Vicario Provincial de la provincia de Salamanca y el fraile más anciano de la Orden de Fraile Predicadores, Teólogos de Santo Domingo, Convento de San Esteban y de igual forma por delegación en las provincias en que recaigan estas concesiones y acogiendocon gran agrado la idea, allá naciente de la Isla Fernandina [Cuba] de donde viene la luz y nace el sol en la meseta más elevada del Pico Celeste de Turquino, bien podéis edificar el Templo sagrado de Alabanza a Dios, a la siempre virgen María, a su hijo amado nuestro señor Jesucristo, a su santidad el Santo Padre de la Cristiandad,y a la SantaMadre Iglesia Católica Romana, a la Orden de Santo Domingoa los vuestrossoberanos de la nuestra España inmortal, al pueblo español, a la Corona de Castillla, como simbolo glorioso de que en sus dominios jamás se pone el sol, estará encendida en sus torres una gran farola para que sirva de guía a los navegantes y al peregrino perdido en la inmensidad deldesierto en la oscuridad de la noche tenebrosa y sombria [sigue una palabrailegible, que parece que dice: u sombra] os lo ordeno y mando lo ejecuteis. Saber a Don Guillermo de Fornaris de Doriais y su esposa doña Susanade Columbus de Fontaneirosa, está mi Real resolución con mi decreto-autoridad, facultad y licencia como no he tenido a bien diferir de las demás gracias y concesiones que solicitan por ser así mi voluntad.Granada a 30 de diciembre de mil quinientos. (1500) Yo, el Rey, por mandato del Rey nuestro señor, Monseñor Jiménez Cisneros.

Al pie de esta Real Cédula hay señales de rúbricas diferentes, rúbricas signadas por Don Luis de Santander escribano de S.M. Es conforme a su original expedido en dos hojas de papel timbrados de 1842 al 43 a requerimiento de don Fernando Pacheco, escribano del Nov. De la Villa de San salvador de Bayamo, autorizado por el Escribano auxiliar. Doy fe. Antolin Irigoyen de Soto (rubricado).

Es interesante destacar en la Real Cédula el nombre de “Rafaello de Fornaris banquero de Génova” y además a “Susana Columbus de Fontaneirosa” (sic), que evidentemente pertenecen a la familia del Almirante Cristóbal Colón,pues poseen los mismos apellidos del nauta. Decimos lo anterior por la posible relación que pueda haber entre el nombre de la montaña cubana, Turquino, y el de igual topónimo genovés, Turchino (se pronuncia Turquino), uno de las más altas elevaciones de la Liguria.

Otro dato muy importante es que a partir de 1564 aparece en la cartografía el símbolo de población en la zona del Turquino.

Capítulo III. El Turquino en la voz de los poetas

Estamos en la bellísimaplaya de Ocujal, con sus redondeados cantos pulidos por el oleaje. Las olas incesantes no solo mueven los variados colores de aquellas atractivas rocas, sino que producen armónicos sonidos, combinados con su romper violento en el litoral.

Frente a frente, surge la montaña que recorta su silueta en un cielo que cambia por minutos. La forma del Turquino es tan simétrica, tan regular, tanperfecta, que a veces resulta difícil creer que tantas fuerzas geológicas distintas hayan intervenido en su origen. Al centro del macizo se yergue la mole cónica delPicoReal de 1994mde altitud y, a ambos lados, como cimas en equilibrio se alzan elPico Cuba y elPicoSuecia; el primero, unido a estos dos últimos por la filosa cresta de la cordillera.

El Turquino es un monte orgulloso. Se deja ver raras veces. Con el cambiante ropaje de las nubes cubre su pétreo rostro a veces verde, otras, azul. A cada hora del día posee un color diferente. De noche casi siempre está despejado de nubes. Entonces la Luna derrama sobre él una luz pálida de plata bruñida; por la mañana, a la salida del Sol, el Turquino parece de oro suave y da gustoadmirar el juego de luces y sombras de aquel paisaje despejado de nieblas, todo envuelto en una atmósfera de azul más claro. Es la mejor hora del día para contemplar la montaña, porque ninguna nube se posa entonces sobre sus cuestas empinadas. Solo así, se distinguen sus espolones, que bajan de las cúspides para sumergirse en el fondo del océano o en los valles que forman cauces de veloces ríos.

Cantan los poetas al monumento orográfico mayor de nuestro Archipiélago. Francisco Pobeda enmarca su poema“Carlos Bravo y Luisa Aguirre”en el paisaje serrano que custodia el Turquino.

Allá en la parte del Sur

donde Turquino campea,

y en el punto en que esta Isla

tiene sus mayores sierras:

cuyos altos paredones,

cuyas fértiles praderas,

y cuyos floridos valles

consecutivos alternan:

Allí en la escarpada cumbre

donde el rayo se pasea

y los árboles indígenas

aun más frondosos vegetan.

Allí que se ven las nubes

bajo aquel que las observa

pues las copas de las palmas

sobre sus grupos descuellan:

Allí en aquellas montañas

hay infinitas haciendas

hay guajiras y guajiros

y hay guateques y pendencias.

No hay tradición en mi canto;

relato la verdad neta

de una historia positiva

en la siguiente leyenda.

Sepultándose iba el sol

tras los montes con presteza

entre nubes encarnadas

que sus reflejos penetran.

La luna al opuesto lado

su luz esclarece apenas

aún por el véspero le anuncia

del Sol la segura ausencia.

Con melancólico aspecto

salía de entre la selva

la opaca noche servida

de sus brillantes estrellas.

La hermosa palma real

con magestosa grandeza

al leve soplo del viento

mece sus vistosas pencas.

Cabe la falda del monte

un arroyo serpentea

cuyo grato murmurio

suave cefirillo aumenta.

En este cuadro que anima

pródiga Naturaleza

Carlos Bravo pensativo

se absorbe en tristes ideas...

Alza su voz en 1855, El Cucalambé en su libro Rumores delHórmigo, para alabar “Al monte Turquino”. En la más íntima bella y perfecta de las formas poéticas de nuestra lengua, canta;

Espléndida montaña

Que el cielo eleva tu gallarda cumbre

Prominencia tamaña

Que el sol de Cuba baña

Con su divina y argentina lumbre.

Sonríes primorosa

Cuando la brisa a refrescarte viene

Y ostentas majestuosa

Tu cúspide grandiosa

Tu magnitud y tu verdor perenne.

Contempla en ti el Hispano

De mil primores sin igual cotejo;

Te bendice el cubano

Y el Golfo Mejicano

Sirve a tu faz de divinal espejo.

El bello cocotero

Gentil se mece en tu esplendente falda

Te admira el extranjero,

Y ostentas al viajero

Tu magnífica pompa de esmeralda.

Nubes de mil colores

Descansan por la tarde en tus capullos,

Y alegres ruiseñores

Saltando entre tus flores,

Te celebran al son de sus arrullos.

¡Grandioso monumento,

Que cantó el siboney en sus holganzas

Cuando libre y contento

En ti buscaba asiento,

Caracoles, cocuyos y “esperanzas”!

En ti hallaban abrigo

La triste indiana, el infeliz behique

Y el naborí mendigo;

Fuiste mudo testigo

De la afrentosa muerte de un cacique.

Tú oíste sus clamores,

Cuando agobiado por feroz tormento,

Sufrió agudos dolores;

Y entre tus bellas flores

Sepultó sus cenizas blando viento.

¡Con audaz desenfreno,

Sobre la raza de los negros ojos

Bramó iracundo el trueno,

Y tú siempre sereno,

Y mudo espectador de tus despojos!

De oprobios y maldades,

De guerra horrible de exterminio y duelo

Huyeron las edades

Y templos y ciudades

Alzarse viste en nuestro fértil suelo.

¡Oh! ¡Salve a ti mil veces

Esplendoroso monte de Turquino!

¡Salve a ti que te meces,

Y te alzas que pareces

De todo un Dios el trono peregrino!

Tu espléndida figura

Y tu sublime magnitud admiro:

Te canto con fe pura,

Bendigo tu hermosura

Y tengo siempre para ti un suspiro.

Murmuras y te meces,

Al grato son del viento matutino,

Encantas y floreces

Y te alzas, que pareces

Del Ser Supremo el trono peregrino.

En su “Galas de Cuba”, El Cucalambé canta de nuevo al Turquino, “siempre verde y colosal”:

En la provincia oriental

Bajo el cielo peregrino

Se eleva el monte Turquino,

Siempre verde y colosal.

Allí el alegre zorzal

Sobre las ramas saltando,

Ve en los peñascos rodando

Las flores que el viento quiebra,

Y a tu ardiente sol celebra

Con su canto dulce y blando.

Y en “La papaya”, menciona el Turquino y el Pan de Matanzas:

El papayo peregrino

Forma de estrellas un ramo

En las tierras de Bayamo

Y en las faldas de Turquino.

El sinsonte dulce trino

Entona en él con afán,

Y aunque ruja el huracán

Y brame iracundo el trueno,

Se alza gallardo y sereno

Sobre la cumbre del Pan.

En su canto a “Bartolomé de las Casas”, El Cucalambé hace resonar la voz del justo misionero por todo el país y sus palabras transformadas en eco son repetidas por nuestras montañas mayores:

Al misionero divino

Los indios oyen atentos

Y repiten sus acentos

La piedra, el pan y el Turquino

De este suelo peregrino

Hace que el terror se aleje

Y sobre los que protege

Bendita el agua derrama

En Cauto, Nipe, Agabama,

Mayarí y Cuyaguateje.

El Cucalambé, en su poema “A don José Fornaris” incluido en Rumores del Hórmigo, clama porque la voz del patriota bayamés continúe cantando al monte señero de Cuba:

En tu carrera brillante

Sigue cantor peregrino,

Que necesita el Turquino

Quien lo bendiga y lo cante;

Fija la vista un instante

Sobre tu pueblo natal,

Canta con voz celestial

Bajo el cedro y la juba,

Las bellezas que hay en Cuba

En la provincia Oriental.

La silueta azul del Turquino, al destacarse sobre la Sierra Maestra, ha sido siempre motivo de inspiración para los bayameses. José Joaquín Palma en su canto “A Bayamo”:

Del Turquino poderoso

el real manto te guarnece

y en tu frente resplandece

su diadema tricolor;

pone Cauto el abundoso

a tus plantas su riqueza

y le sirve a tu belleza

de soberbio ceñidor.

Y en su poema “Carlos Manuel de Céspedes”, Palma hace referencia al Turquino.

Jura en Cuba un hombre-idea,

Guiarnos por senda gloriosa

A una tierra más hermosa

Que la tierra cananea.

Sostiene larga pelea

Contra la odiosa maldad,

Establece la igualdad.

Mas lo aniquiló el destino

Viendo ya desde el Turquino

La tierra de Libertad!

Gertrudis Gómez de Avellaneda, joven, tenía 22 años cuando se aleja de las costas cubanas, escribe su célebre soneto “Al partir”. Después de 23 años de ausencia regresa a Cuba y de ese entrañable retorno a la Patria nos deja su “Saludo a Cuba”, en el que pide a las perfumadas brisas que bañan la Isla, lleven a sus hermanas y hermanos los tiernos saludos “Que á Cuba mi amor consagra”:

...¡Llevadlos férvidos, puros,

Cual de mi seno se exhalan,

(Aunque del labio el acento

A formularlos no alcanza).

Desde la punta Maisí

Hasta la orilla del Mantua;

Desde el Pico de Turquino

A las costas de Guanaja.

Doquier los oiga ese cielo

Al que otro ninguna iguala,

Y á cuya luz, de mi mente

Revivir siento la llama.

Doquier las oiga esa tierra

De juventud coronada,

Y á la que el sol de los trópicos

Con rayos de amor abrasa.

Doquier los hijos de Cuba

La voz oigan de esta hermana,

Que vuelve al seno materno

Después de ausencia tan larga,

Con el semblante marchito

Por el tiempo y la desgracia,

Mas de gozo henchido el pecho,

De entusiasmo ardiente el alma,

Pero ¡ah! decidles que en vano

Sus ecos le pido á mi arpa,

Pues solo del corazón

Los gritos de amor se arrancan!

Entre los textos escritos al Turquino fulgura esa página titulada “Al pie del monte Turquino”, cargada de misterio, presagiosa y reflexiva y en la acepción más pura, bella, que escribiera Carlos Manuel de Céspedes:

Cuando contemplo tu elevada cumbre,

soberbio monte, levantarse al cielo;

cuando miro tu mole y pesadumbre

tu enorme base y nebuloso velo,

y las corrientes límpidas de plata

que tu seno basáltico desata.

Cuando miro tu larga cabellera

de altos pinos mecerse en el espacio,

y hender audaces la celeste esfera

coronados de sáfir y topacio,

y que ilumina tu gallarda frente

el lucero del alba refulgente;

Entonces en pensamientos encontrados

me confundo a la vez, terrible monte,

y sólo ven mis ojos apagados

tu sombra oscurecer el horizonte,

tú, gigante, que alzas la cabeza,

y es pequeña a tus pies toda grandeza.

Rompe el silencio desdeñoso y fiero

que has guardado en presencia de las gentes,

habla, lanza la voz, monte altanero;

si el murmullo importuna de tus fuentes,

hazlo callar, anubla el día sereno,

y si ésa es tu voz, que ruja el trueno.

Yo la puedo escuchar. Yo tengo audacia

para arrostrar el viento en la floresta,

y cuando el rayo anuncia la desgracia,

la frente suelo levantar enhiesta,

al pálido terror mi alma no cede;

nada en el mundo amedrentarme puede.

¡Habla, habla Turquino! Y si violenta,

bajo el cielo purísimo de Cuba,

no te cupo la voz de la tormenta,

la tuya al éter resonando suba,

mansa, apacible, tierna y armoniosa,

como la brisa en la enramada umbrosa.

Con esa voz de grata melodía,

de melodía incógnita, me habla,

como Memnón al sol del nuevo día,

plática dulce y misteriosa entabla;

yo no temo del rayo los fulgores,

mas prefiero la voz de los amores.

Tú, que ceñido de esplendentes nubes,

tu punta oculta el azulado cielo,

y hasta el trono de Dios altivo subes

y de allí miras con desdén el suelo;

tú que a la sombra de las noches bellas

conversas con las nítidas estrellas.

¿Quién eres, di que grave y silencioso,

y en tu urna de gasa aprisionado,

parece que vigilas cuidadoso

hacia el Oriente un signo deseado?

¿Quién eres, di? ¿Qué esperas? ¿Qué camino

siguen tus ojos sin cesar, Turquino?

¿Eres, cual las pirámides de Egipto,

un monstruoso sarcófago profundo?

¿De otra civilización y de otro rito

eres un monumento moribundo,

y esperas, hoy desde tus altas cumbres

que vuelvan viejas ciencias y costumbres?

¿O eres, monte, también cual las pirámides,

vasto sepulcro que la nada abarcas,

y reposan, envueltos en tus clámides,

en tu cóncavo seno tus monarcas?

¿Y esos otros collados que dominas,

de otros sepulcros son menores ruinas?

No; que al verte de lejos, vaporoso

al ver que te estremece la neblina,

te imagino un fantasma pavoroso,

que vacilante sobre el mar camina:

tal vez alma que vagas a deshora

de algún cacique que su Cuba llora.

¿O eres la nube de oloroso incienso

que de la tierra se desprende y crece,

cuando del mundo en el altar inmenso,

al Ser Supremo un sacrificio ofrece

o del impío, corrompido y necio,

eterno reto del brutal desprecio.

Que tal vez en tus picos elevados

afirmaron su planta los titanes,

aspirando a escalar el cielo osados

con piedras que arrojaron tus volcanes;

y ya el fuego por ellos no se escapa

porque su cráter un gigante tapa.

Dime Turquino monte encanecido,

aunque lozano ese verdor te viste,

¿has del fondo del mar ayer salido,

o de las manos del Creador naciste,

cuando, abriendo los senos del profundo,

brotó a su vez el anchuroso mundo?

Tú, que a la luz del sol en la alborada

como un punto brillante resplandeces,

y una estrella clarísima y rosada

en el espacio fija me pareces;

tú eres, sin duda, el monte donde quiso

Dios para Eva hacer el Paraíso.

O eres el faro que encendió su mano

para las naves de Colón errantes,

porque trajesen el saber humano

aquí, donde tal vez floreció antes,

donde le ahogó, tal vez, con brazo infando

otra irrupción del bárbaro normando.

Para llorar sobre sus restos fríos,

derramando de lágrimas raudales,

¿quién te ha dado las aguas de tus ríos,

y el fúnebre color de tus puriales?

¿Quién te ha dado el zumbar de las abejas,

del ruiseñor las melodiosas quejas?

El mismo fué que el ruido de los vientos

te dió al nacer como imponente grito;

el que echó tus eternos fundamentos

sobre rocas de pórfido y granito,

el que prendió tu manto de esmeraldas,

el que de flores adornó tus faldas.

El mismo fué que cuando el sol ardiente

refleja sus miradas en tus charcos,

hace que cubra tu elevada frente,

por dondequier de matizados arcos;

el mismo fué que en la ardorosa zona

de rayos te ha ceñido una corona.

¡Dios! ¡EI Eterno, El Santo, El Increado!

El que si arruga el poderoso ceño,

a ti sobre los orbes levantado,

te hará desaparecer como un ensueño:

los que absortos fijáronte los ojos

no sabrán dónde fueron tus despojos.

¡Orgulloso Turquino! Si hoy levantas

ufano la cerviz y te complaces;

si hoy al mirarte a mi pesar me espantas,

y pregunto quién eres, dónde naces,

y al penetrar en tu arbolado oscuro,

trasgos, sierpes y sombras me figuro;

Si hoy sumerges tu larga cabellera

de verdes pinos en tus limpias fuentes,

hiendes altivo la celeste esfera,

te coronas de estrellas refulgentes,

y brindas bellos árboles y frutas,

y frescas brisas y calladas grutas.

Será un día en que el hacha cortadora

tus centenarios árboles derribe,

y que el fuego su llama asoladora

aun en su tronco y su raíz avive,

y surcando tu cresta el corvo arado

serás un verde y florecido prado.

Mas vendrán del verano los ardores

y agotarán tus yerbas crudamente,

desnudo te verás de hermosas flores,

y allá en tu cumbre, al pie de la corriente,

árboles mil elevarán su copa:

serás un monte de la vieja Europa.

Amorosa y tierna página de José Martí, texto que sirviera a nuestro compositor Harold Gramatges para dos canciones, una coral y la otra para voz y piano:

En la falda del Turquino

la esmeralda del camino

los incita a descansar;

el amante campesino

en la falda del Turquino

canta bien y sabe amar.

Guajirilla ruborosa,

la mejilla tinta en rosa

bien pudiera denunciar,

que en la plática sabrosa

guajirilla ruborosa,

callar fue mejor que hablar.

En su romance “A Cuba”, Ignacio María de Acosta canta:

Hacia la parte de Oriente

Se ve su mayor montaña,

LLamada Pico Turquino

Por el color azulada.

Está en la Sierra Maestra,

Cual vigilante atalaya

Que custodia los tesoros

Ocultos en sus entrañas.

En sus fértiles praderas

Crecen verdes y lozanas

Las estimadas caobas,

Las utilísimas palmas,

En cuyas copas frondosas

Baten las brisas sus alas,

Templando el calor ardiente

De nuestra zona abrasada.

Enrique Gronlier, en su poema “¡Adiós!”, compara el Pan de Matanzas con el Turquino:

Del arroyo en sus espejos

Vimos la luna brillar,

Y los astros oscilar

Con temblorosos reflejos;

Vimos también a lo lejos

El Turquino, el alto Pan

Que parece en torpe afán

Querer tocar con el cielo:

Digno obelisco del suelo

Por donde corre el San Juan.

José Manuel Carbonell, en su extenso poema dedicado a las provincias cubanas, continúa la tradición de la ineludible cita al Turquino. En “Oriente”:

Tumba de Hatuey y cuna inspiradora

de Heredia y Saco; prodigiosa tierra

tendida en los estribos de la Sierra

que el Ojo atisba y el Turquino explora.

Cecilio Serret dedica en 1947 una hermosa décima a “La Sierra Maestra” en su libro Plasma alucinante, 1947:

Se abre de par en par con el afeite

de sus crepúsculos, su fauna varia

y arisca, su pelambre milenaria

y su Gran Piedra de color de aceite.

mil trampas improvisa:

y en tanto que reprisa

viejos discos la victrola del viento,

y el Cauto entre los güijos se amotina,

sobre su lomo gris tanto se empina

el Turquino que abolla el firmamento.

La imaginación agudizada por la necesidad y el duro bregar del hombre que busca su sustento en el corte y la recogida de leña es una nota simpática y llena de gracia en las décimas de Samuel Feijóo, “Tiempo muerto”, dadas a conocer en su libroLa décima culta en Cuba:

Yo vi volar un mamey

sobre el monte del Turquino

y nacer vi azul pepino

del seno de un curujey.

Vi a la guajira de ley

montada en vaca risueña,

a una chiva comer peña,

a dos biajacas siestando,

pero no vi ni soñando

que me cesara la leña.

Porque estoy viendo visiones

de tantos palos que cojo,

tengo ya el cocote rojo

y el lomo de marañones.

Sé que saldrán tiburones

si llamo a los perros; greñas,

será el pelo de mi dueña

si lo acaricio un momento;

con el hambre que yo siento

¡y seguir cogiendo leña!

Silbo a un pájaro y macaos

me muerden las flacas patas;

si me acuesto por las matas

resulta que son de guaos...

Que haya hombres más salaos

dudo, por más que se empeña

el que estas fincas adueña

en decir que yo soy flojo.

Un día voy y lo cojo

y le enluto el lomo a leña.

Limpios, como elaborados de tamizada luz, son los versos de Francisco Riverón Hernández a “El Turquino”:

Buscador de cielo y mar:

por una embriaguez de altura

te ve subir la llanura,

honda de verde y palmar.

En busca de oro solar

asombras a la floresta;

y para que en una fiesta

de lo azul se te corone,

tu propio cielo te pone

algodón sobre la testa.

De El gran zoo de Nicolás Guillén, es el poema “Nubes”

Curiosidad:

Las hay de Uganda

movidas por los vientos del gran lago Victoria.

Las del Turquino, bajas.

Las de los Alpes Marítimos.

Las del Pico Bolívar.

En sus décimas al poeta Manuel Navarro Luna, canta Guillén:

Tu guitarra ciudadana

tiene una cuerda montuna.

oh Manuel Navarro Luna,

que une Turquino y Habana.

Y cuanto es ella cubana,

como cubana ninguna,

se lo está debiendo a una

cubana de plata fina...

Oh fina Doña Martina,

oh Manuel Navarro Luna.

Guillén dedica en su libroTengo,dos hermosos poemas a la gesta libertarialiderada por Fidel. De“Canta el sinsonte en el Turquino”, es esta última estrofa:

El campo huele a lluvia

reciente. Una cabeza negra y una cabeza rubia

juntas van por el mismo camino,

coronadas por un mismo fraterno laurel,

El aire es verde. Canta el sinsonte en el Turquino...

—Buenos días. Fidel.

De su mismo libro Tengo, es “Tierra de azules montañas”:

Tierra de azules montañas,

Oriente, y de roncos ríos,

señora provincia grande

de vértigos precipicios,

en cuyo pecho de cobre

con arterias de granito

enciende un bárbaro sol

su medallón amarillo:

Como espumoso torrente

que baja desde el Turquino

entre jagüeyes despiertos

y cafetales dormidos,

así de tu oscura frente,

de turbión a torbellino,

las tropas de Fidel Castro,

capitán generalísimo,

en cien caños amazónicos

abren su fiel abanico.

Como espumoso torrente

de obreros y campesinos,

como espumoso torrente

de estudiantes florecidos,

como espumoso torrente

de bazucas y suspiros,

las tropas de Fidel Castro,

capitán generalísimo,

pasan y con ellas van

por veredas y caminos

voces altas como puños,

puños altos como himnos,

himnos altos como estrellas

duras en el aire fino.

En su poema “Raíces bravas”, publicado en Odas mambisas, Manuel Navarro Luna junta río y montaña “lo más hondo y lo más alto”; en estas poderosas fuerzas naturales halla el cubano sus propias fuerzas:

¡El Turquino

y el Cauto...!

¡Los músculos de la eternidad

nos engendraron...!

¡Nos engendró la fuerza

de lo más hondo

y lo más alto...!

La montaña nos dio su corazón tremendo:

¡brava raíz de excelsitud y de infinito...!

No tenemos más sangre que la sangre encendida

que es llama en las arterias, siempre en llamas del río...!

Mientras los otros duermen...

¡nosotros degollamos el sueño con los cuchillos

de la madrugada...!

¡Y salimos al claro de la muerte...!

¡Siempre saldremos a los claros de la muerte

sin que volvamos, hacia atrás la cara...!

¿Para qué somos hijos

de la Sierra Maestra

y del Cauto...?

¡Tenemos que morir, antes que nadie;

debemos de morir, antes que nadie...!

¡Siempre en lo más hondo...!

¡Siempre en lo más alto...!



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