La naturaleza, vivimos en ella y ella vive en nosotros - Omraam Mikhaël Aïvanhov - E-Book

La naturaleza, vivimos en ella y ella vive en nosotros E-Book

Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Beschreibung

Respuestas concisas y prácticas para responder nuestras preguntas diarias. Este segundo volumen de la colección "Otra miradar" ofrece temas de reflexión, métodos para reenfocar y armonizar con la naturaleza y las fuerzas del universo. El autor enfatiza la necesidad de abrirse a la vida de la naturaleza, de tejer vínculos con todas las existencias. ¿Por qué, desde sus orígenes, el ser humano ha sentido la necesidad de explorar el mundo que le rodea? … "No es solo para asegurar su supervivencia, nos dice Omraam Mikhaël Aïvanhov, sino porque todo lo que existe en el cielo y en la tierra también existe dentro de él. Inconscientemente, también es él a quien quiere estudiar y comprender…"

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Seitenzahl: 221

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Traducción del francés

ISBN 978-84-10379-49-7

Título original: LA NATURE, NOUS VIVONS EN ELLE ET ELLE VIT EN NOUS

© Copyright reservado a Editions Prosveta, S.A. para todos los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación o edición sin la autorización del autor y del editor. Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales, audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización del autor y del editor (Ley del 11 de marzo 1957, revisada). - www.prosveta.es

 

 

 

 

Como la Enseñanza del Maestro Omraam Mikhaël Aïvanhov es estrictamente oral, esta obra ha sido escrita a partir de extractos de sus conferencias.

Por qué la naturaleza siempre ha despertado la curiosidad de los humanos

Desde sus orígenes, el ser humano ha sentido la necesidad de explorar el mundo que le rodea. Y no solo lo ha hecho para asegurar su supervivencia, sino porque todo lo que existe en el cielo y en la tierra, todo lo que existe en los diferentes reinos de la naturaleza, existe también en él. En realidad, él mismo quiere estudiar y comprender. Hasta que no tome conciencia de las causas profundas de su curiosidad, se contentará con mirar la naturaleza desde el exterior sin descubrir nunca lo esencial. Debería impulsar ahora estas investigaciones en sí mismo, para extender al infinito los límites de su conciencia.

El saludo que se debe dar desde la mañana a toda la creación

Cuando nos encontramos con personas que conocemos o incluso con desconocidos, a veces les dirigimos desde lejos un saludo con la mano. Pero nuestra mano no es solo un medio de relacionarnos con los seres humanos, gracias a ella podemos entrar también en relación con la naturaleza. Cuando, por la mañana, abrís vuestra ventana o vuestra puerta, pensad en saludar al cielo, al sol, a los árboles... ¡Saludad a toda la creación! Os preguntaréis si esto es útil. Sí, esto sirve para comenzar el día con un acto esencial: os unís a las fuentes de la vida. En respuesta a vuestro saludo, la naturaleza se abre también a vosotros, os envía energías para esa jornada que comienza.

El sol: luz, calor y vida

El sol no es solo ese astro que brilla en el cielo y que, a lo largo del año, rige los días y las estaciones. Él es la sabiduría con su luz; él es el amor, un impulso hacia todo lo que es bueno, constructivo; y él es la vida, la vida espiritual, la vida pura, que brota. Por lo tanto, el sol conlleva toda una ciencia. Por eso no basta con ir a exponerse en las playas o en otros lugares. Lo importante es tratar de alcanzar, más allá, más arriba, estos tres principios superiores que son la luz, el calor y la vida.

Microcosmos y macrocosmos: el hombre en el universo

Puesto que todo lo que existe en el universo existe también en el hombre, los antiguos sabios han llamado al universo el macrocosmos (gran mundo) y al hombre, el microcosmos (pequeño mundo). El hombre es infinitamente pequeño, el universo es infinitamente grande, pero entre lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande existe una multitud de correspondencias. Todos los órganos de nuestro cuerpo físico, así como los de nuestros cuerpos psíquicos y espirituales, están en correspondencia con regiones del universo. Por la ley de afinidad podemos tocar, en el espacio, centros y fuerzas que corresponden a centros y fuerzas dentro de nosotros, para participar en la vida cósmica.

Abrirse a la vida de la naturaleza

A fuerza de observaciones y descubriendo que el universo obedece a leyes, los humanos han creado las llamadas ciencias «naturales»; pero esto no es razón para calificar los fenómenos naturales de mecánicos. Los que piensan así, no ven la vida en la naturaleza, e impiden que esta vida penetre en ellos. Porque la naturaleza no solo está viva, también es inteligente, y si nos abrimos a ella, nos responde haciéndonos partícipes de su vida. No llegaréis a ser verdaderamente vivos e inteligentes hasta el día en que decidáis abriros a esta vida inmensa, inagotable, que se manifiesta por todas partes en el universo.

El cuerpo humano: un libro cuyos caracteres son dados por los cuatro elementos

Del mismo modo que un libro se compone de caracteres de imprenta, un cuerpo humano se compone de partículas dadas por los cuatro elementos. Según su grado de evolución, el alma que habita este cuerpo lo convierte en un libro magnífico, o mediocre, o francamente malo que, donde quiera que pase, deja huellas como tantos ejemplares de sí mismo. Luego, un día, las letras de este libro se separan y vuelven a la tierra, al agua, al aire y al fuego de donde han venido. No queda nada del cuerpo. Pero el alma que habitaba este cuerpo sigue viva, y se va a escribir otros textos en otras regiones del espacio. Llamamos muerte a la descomposición de un texto previamente compuesto y que más tarde será recompuesto de nuevo. Así pues, lo que llamamos muerte es solo una convención.

A la salida del sol

Contemplar la salida del sol es tratar de impregnarse del fluido sutil que circula en el universo, es comer y beber esta luz y este calor vivos que poco a poco se difundirán en todas las células de nuestro cuerpo, las fortalecerán e iluminarán.

Vivir es establecer vínculos con todo lo que existe

El objetivo de la vida es vivir, simplemente; y solo se puede vivir realmente estableciendo vínculos, no solo con los seres humanos, sino con todo lo que existe. Esto puede comenzar con gestos muy simples. Os acercáis a un río, a un lago, a un bosque, a una montaña... Deteneos un momento y mandadles una señal con la mano, dirigidles unas palabras. Cuando sepáis mantener una relación consciente con la naturaleza, ya no os sentiréis ni vacíos, ni pobres, ni solos, porque entonces la vida universal vendrá a colmaros.

La atención mantiene y enriquece nuestra vida

La atención... Aprended a cultivar esta cualidad tan preciosa, porque mantiene la vida, mantiene el amor. Prestad atención a los seres humanos, pero también a los árboles, a las flores, a los pájaros, a las mariposas, a las gotas de rocío... Un día descubriréis que también en vosotros hay mariposas que revolotean de flor en flor, y pájaros que cantan en los árboles. A veces, al abrir vuestra ventana por la mañana, ¿no os sentís habitado por presencias invisibles como si las gotas de rocío brillaran sobre las flores y las hojas de vuestra alma? Tratad de retener esta sensación el mayor tiempo que os sea posible.

El amor: una quintaesencia que llena el espacio

El amor es una energía cósmica expandida por todo el universo. Entonces, ¿por qué debéis sentiros privados de amor porque no tenéis a un hombre o a una mujer en vuestros brazos? No es el cuerpo, ni la carne lo que os da amor. El amor puede servirse del cuerpo físico como soporte, pero él está en otra parte, está en todas partes. Podéis encontrarlo en la tierra, el agua, el aire, el sol, las estrellas... Podéis encontrarlo en las piedras, las plantas, los animales... Y también, por supuesto, podéis encontrarlo en los seres humanos; pero no solo en ellos, como tenéis tendencia a creer. El amor es una quintaesencia que llena el espacio.

Nuestro pensamiento es un imán

¡El pensamiento tiene grandes poderes! Nos da los medios para captar en todo el universo los elementos que necesitamos, así como para llegar a los seres que queremos alcanzar. Es él el que, por la ley de la afinidad, se encarga de alcanzar estos elementos o estos seres. Incluso si la persona en la que pensáis está al otro lado del mundo, entre los miles de millones de personas que están en la tierra, vuestro pensamiento irá exactamente hacia ella y no hacia otra persona; es como si fuera un imán. Así que, ahora, ya sean elementos o seres, pensad en ellos sin preocuparos del lugar en dónde están. Si sois intensos, vuestro pensamiento os unirá a ellos.

El árbol que saludamos al pasar

A veces pasáis varias veces al día frente a un árbol sin apercibiros de que él también es una criatura viva. En lo sucesivo, estad más atentos, e incluso acercaos a él para hablarle, para penetraros de su quintaesencia.

El árbol se enriquecerá con vuestra presencia y vosotros os enriqueceréis con la suya. Entraréis en comunicación con esta vida que circula desde sus raíces hasta los extremos de sus ramas. También conoceréis a las entidades que lo habitan y lo cuidan. Porque hay entidades que se ocupan de mantener la vida por todas partes en la naturaleza.

Los desórdenes que los humanos crean en la naturaleza

Para satisfacer sus necesidades, su comodidad, sus placeres, los humanos han logrado, a lo largo de los siglos, imponerse cada vez más a la naturaleza. Por supuesto, la naturaleza es paciente, pero si los humanos se obstinan en alterar el orden que la rige, responderá, y deberán sufrir sus respuestas no solo en su entorno sino también en ellos mismos. Creen poder entregarse impunemente a todo tipo de abusos, pero estos mismos desórdenes que crean en el gran organismo de la naturaleza, los crean también en ellos, en su organismo físico y psíquico.

Como el agua, el amor transforma nuestros desiertos interiores en tierras fértiles

¡Cuántas tierras se han convertido en desiertos por falta de agua! ¡Pero también, cuántos desiertos donde se ha podido llevar el agua se han transformado en tierras fértiles! El agua es la vida que circula. Por lo tanto, si queréis convertiros en una tierra fértil, dejad siempre que el agua fluya en vosotros. Dejar fluir el agua significa no dejar nunca de amar. Pase lo que pase, nunca cerréis vuestros corazones, porque entonces el desierto se instalará en vosotros. Los demás pueden no necesitar vuestro amor, pero vosotros necesitáis amar.

Nuestra mano, una entidad viva

El ser humano ha adquirido, gracias a sus manos, lo esencial de todo lo que posee hoy. Sin ellas, ¿qué hubiera podido crear? Por el momento, está usando sus manos para actuar en el plano físico, pero es muy poco... ¡muchas realizaciones son todavía posibles en áreas que no conoce! La Inteligencia cósmica ha creado la mano del hombre como una entidad viva que tiene su cerebro, su sistema nervioso, su estómago... Es pues una síntesis de todo su cuerpo. Y puesto que cada parte de su cuerpo está en correspondencia con una parte del universo, sus manos también están en relación con el universo entero.

Para atravesar el bosque de la existencia

Aquél que se aventura a atravesar un bosque en plena oscuridad se expone a todo tipo de peligros, y lo más peligroso todavía, es el miedo que se crea el mismo al no saber cómo interpretar los ruidos y las formas indecisas que ve agitarse. Ahora bien, tener miedo es dar a lo que tememos condiciones para ser nocivo. Así sucede en la vida de los seres humanos cuando no poseen un verdadero conocimiento. Solo un verdadero conocimiento puede acompañarlos como una luz a través del bosque de la existencia. Una vez que conocen la realidad de las cosas, siguen avanzando con confianza.

Alimentarse no significa comer

No basta con saber lo que el acto de comer representa para nuestra salud, también es importante comprender que hay un trabajo a hacer con el pensamiento. El que se contenta con comer para saciar su hambre, no absorbe más que la parte material del alimento; por lo tanto, se priva de los elementos sutiles que podrían sostener su vida psíquica. Comer es una cosa, alimentarse es otra. Hay en los alimentos partículas vivas que solo pueden ser captadas con la concentración del pensamiento. Ejercitaros, y no solo seréis capaces de afrontar las tareas diarias, sino que también os volveréis más sensibles a las manifestaciones sutiles de la vida.

Nuestras deudas con la naturaleza

Los elementos de los que está formado nuestro cuerpo, así como el aire, el agua, la comida, la luz y el calor del sol, los materiales de los que hacemos nuestra ropa, nuestras casas, nuestras herramientas... todo se lo debemos a la naturaleza. Y lo que recibimos de este modo se inscribe en detalle en alguna parte como deudas que contraemos con ella y que debemos pagar. ¿Cómo?... Con una moneda llamada respeto, reconocimiento, amor y la voluntad de estudiar lo que está escrito en su gran libro. Todo lo que nuestro corazón, nuestra inteligencia, nuestra alma y nuestro espíritu son capaces de producir de bueno puede ser un pago. En el plano espiritual, nuestras posibilidades son infinitas.

Abrir nuestras puertas a los rayos del sol

Para recibir todas las bendiciones del sol que sale, pensad que sus rayos entran en vosotros como entran en vosotros el alimento, el agua, el aire. Abridle vuestras puertas. Estos rayos, que están vivos, que son poderosos, imaginad que penetran en las células de vuestro cerebro, pero también en vuestro plexo solar que es como un depósito. Y de este depósito siempre tendréis la posibilidad de sacar energía, consuelo, luz.

Del dinosaurio al pájaro

Ahora sabemos que los dinosaurios son los ancestros de los pájaros. Con el tiempo, y a través de sucesivas transformaciones, las patas delanteras de algunos de estos reptiles se convirtieron en alas. ¿Cómo podemos entender esta evolución? Quizás había entre ellos algunos individuos más curiosos, más audaces, que quisieron liberarse arrancándose del suelo, y otros siguieron su ejemplo... Tomad esta interpretación como queráis. Pero si se traslada este fenómeno al mundo humano, se puede decir que siempre ha habido en la historia, audaces que han intentado escapar de las pesanteces abriendo nuevos caminos. La humanidad progresa gracias a los audaces, y a cada uno corresponde decidir si quiere seguir su ejemplo.

El aire mantiene en nosotros el fuego de la vida

Respirar es la condición de la vida, pero la vida tiene por origen un elemento superior al aire y para quien el aire es un alimento: el fuego. La vida tiene su origen en el fuego, y el aire tiene la función de mantenerlo. Sin aire, el fuego se apaga. En nosotros, los pulmones no hacen más que alimentar el fuego contenido en el corazón; con el último soplo, el fuego se apaga. Y ya que el aire mantiene el fuego de la vida, pensad en prestar mucha atención al proceso de la respiración. Por supuesto que respiráis naturalmente, pero eso no es suficiente. Haced también ejercicios de respiración todos los días, y hacedlos conscientemente para intensificar la vida en vosotros.

Las asperezas con las que ascendemos

Cuando vais de excursión a la montaña, ¿cómo podríais escalar si las rocas no presentaran asperezas a las que agarraros?... Lo que habéis comprendido para la ascensión de una montaña, ¿por qué no lo comprendéis cuando se trata de un recorrido mucho más significativo que es la vida? ¿Por qué deseáis un camino liso? Por suerte para vosotros, está lleno de asperezas, y gracias a estas asperezas llegaréis un día a la cima.

Luz y oscuridad: una alternancia que es la ley de la vida

Por la mañana, la luz ahuyenta las sombras de la noche, y por la noche, son las sombras las que recuperan el terreno... ¿Podemos por ello oponer el día a la noche? Sí, porque la luz es lo contrario de las tinieblas; y no, porque el día y la noche se suceden para crear y mantener la vida.

Antes de venir al mundo, el niño pasa nueve meses en el seno de su madre... Para germinar, las semillas deben permanecer un cierto tiempo bajo tierra... En cuanto a las abejas, recubren su colmena con cera porque necesitan la oscuridad para fabricar la miel, etc. ¡Cuántos trabajos comienzan por hacerse en la oscuridad! Luz y oscuridad representan corrientes de energía, entidades que contribuyen a perpetuar la vida.

El calor y el frío: el amor y la sabiduría; el corazón y el intelecto

Existe el calor que dilata, que hace madurar, y el calor que quema, que seca. Existe el frío que conserva y el que paraliza. Tomemos el ciclo del agua en la naturaleza. Bajo el efecto de los rayos del sol, se calienta y se evapora. Al llegar a la alta atmósfera, se enfría y luego cae en forma de nieve. Cuando el sol derrite la nieve, el agua desciende a los valles donde se une a los ríos, los lagos, los océanos. Después se evapora y el ciclo comienza de nuevo... Así es como la naturaleza utiliza esta alternancia de calor y frío para mantener la vida. En nosotros, el intelecto debe ser frío para pensar correctamente y progresar en el camino de la sabiduría; mientras que el corazón debe estar caliente para manifestar el amor. También nosotros debemos respetar esta alternancia.

Qué vida vivimos, una pregunta a formularse

No busquéis el poder, la riqueza, el saber, ni siquiera el amor, buscad solo la vida. Diréis que ya la tenéis. Cierto, pero tiene grados. Todo lo que existe está vivo. Pero estar vivo no basta, hay que preguntarse qué grado de vida estamos viviendo. Por su conformación física, un ser humano lleva, por supuesto, la vida de un humano. ¡Pero interiormente puede vivir la vida de las piedras, de las plantas, de los animales... pero también la de los ángeles y de los arcángeles! Es esta vida angélica que debe tratar de hacer fluir en él, esta corriente que brota pura y nítida de la Fuente original.

En el universo como en nosotros, el espíritu necesita la materia para crear

Desde el principio del mundo, el espíritu nos revela que necesita la materia. Solo puede manifestarse y crear a través de la materia, su amada esposa. Son los humanos ignorantes los que quieren inducirlos a divorciarse. Por tanto, desconfiad de todas las filosofías que tratan de separar el espíritu de la materia, unas para conservar solo la materia, otras para conservar solo el espíritu. La única filosofía verdadera es aquella que nos enseña que, tanto en el universo como en el ser humano, el espíritu desciende a la materia para vivificarla y manifestarse a través de ella. Es una empresa sin fin, pero el espíritu nunca se desanima y vuelve sin cesar a celebrar su unión con la materia.

Abrirse al lenguaje de la naturaleza

Todo lo que está vivo posee un lenguaje. Así pues, la naturaleza, que está viva, os habla. Incluso si tenéis la impresión de no entender nada, no importa. Lo importante es abrir en vosotros los centros sutiles que os conectan con todas las corrientes que circulan en el espacio. Y ya que la naturaleza os habla, también podéis hablar con ella. No tiene importancia que no conozca nuestras lenguas humanas: en cualquier lengua, cada palabra pronunciada con convicción y amor produce vibraciones, colores, ondas que actúan sobre la materia; y la materia reacciona, responde como si lo hubiera entendido.

Del caos a la armonía: la ley de la creación

Del caos a la armonía, ésta es la ley de la creación. En todas partes del universo se observa esta ley, salvo en lo que algunos de nuestros contemporáneos se obstinan en llamar «arte» y que muy a menudo no es más que un retorno a lo informe. Se mira una pintura, una escultura sin poder distinguir lo que representan; sonidos inarticulados pasan por canto y una cacofonía por música; palabras lanzadas una tras otra, se presentan como poesía, y gesticulaciones como un baile... Ahora bien, la inteligencia de la naturaleza trabaja siempre en el sentido de la diferenciación y de la organización. Una sola célula se divide, se multiplica, y al cabo de algunos meses aparece una criatura humana o animal extraordinariamente estructurada. ¿Cómo es que los artistas, que por definición son creadores, no han entendido a qué ley deben obedecer sus creaciones?

Todos los habitantes de la naturaleza nos hacen señales

La naturaleza solo será elocuente y significativa para vosotros cuando aprendáis a relacionaros con sus habitantes. Y hay habitantes en todas partes: en el agua, el aire, la tierra, el fuego, las montañas, los árboles, el sol, las estrellas... Os saludan, os hacen señales. Preparaos para entrar en este mundo inmenso con vuestra atención, vuestra comprensión, vuestro amor. Vosotros vivís en este mundo, ya andáis en él, pero todavía debéis abrirle vuestra conciencia, quitar el velo que os impide verlo realmente.

Los tesoros que nos llevaremos al otro mundo

Puesto que han perdido su tiempo lejos de la verdadera vida, muchos seres humanos dejan la tierra ¡pobres y desnudos! Porque, en ese momento, cada uno se lleva, como piedras preciosas, sus únicas virtudes, como oro, su único saber, y como vestidos, los únicos adornos de su alma. Cuando algunas personas, sorprendidas por una guerra o una catástrofe, se ven obligadas a abandonar repentinamente sus hogares, se precipitan hacia sus cofres para llevarse el oro y las joyas, que son los únicos bienes gracias a los cuales podrán sobrevivir. Del mismo modo, cuando llega la muerte, cada uno se lleva solo sus cualidades y virtudes. Así pues, preguntaros hoy si habéis empezado a adquirir oro y piedras preciosas verdaderas.

La vida: una forma de combustión

Una lámpara de petróleo cuyo vidrio está sin limpiar casi no da luz, y la estufa de leña de la que no se ha extraído la ceniza, producirá poco calor. Del mismo modo, si el ser humano no aprende a deshacerse de las escorias que se han acumulado en su intelecto y en su corazón, se sumirá en la oscuridad y el frío.

La vida no es en realidad más que una serie de combustiones; nuestros actos, nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, todas nuestras manifestaciones van acompañadas de una combustión. Para producir la energía que nos hace vivir, es necesario que haya en alguna parte materiales que se consuman y que produzcan obligatoriamente residuos que tenemos que aprender a rechazar.

Las consecuencias de la matanza de animales

Los humanos matan a los animales sin tener conciencia de que la naturaleza es un organismo inmenso, y que al matar a estos animales, perturban ciertas funciones de este organismo. Se produce entonces un desequilibrio y si, algún tiempo después, estallan guerras es porque, en el mundo astral, estos animales estaban ligados a seres humanos que deberán también ellos morir.

Todos dicen que desean la paz, pero la guerra durará mientras los seres humanos sigan masacrando sin escrúpulos cantidades de animales porque, indirectamente, atentan contra la vida humana.

Las semillas que rápidamente dan flores no siempre son las mejores

Imaginad que plantáis las semillas de una planta de la que sabéis produce flores hermosas, pero ignoráis que florece cada cien años. Estas plantas son raras, pero existen. Y así esperáis con impaciencia, lo que revela que no conocéis la naturaleza de esta planta que tiene tan hermosas flores. Y he aquí que hay otras semillas que ya dan flores después de unas semanas; esto os gusta más, pero estas flores son más comunes...

Todas las actividades en las que os involucráis son como semillas que sembráis. Os sentís satisfechos de conseguir resultados rápidamente, pero deberíais preguntaros si las semillas que crecen rápidamente son las mejores.

Los cinco sentidos, jerarquía e influencias recíprocas

Nuestros cinco sentidos nos conectan con el mundo que nos rodea. Podemos oír desde lejos, ver desde más lejos, pero para sentir las cosas y tocarlas debemos acercarnos a ellas; y para probarlas, debemos ponerlas en nuestra boca. Por lo tanto, el oído y la vista nos dan cierta libertad, mientras que el olfato, el tacto y el gusto nos obligan a acercarnos cada vez más a los objetos y a los seres.

Las personas que se encuentran no se contentan siempre con mirarse, con escucharse. A menudo son empujadas a acercarse, lo que puede ir muy lejos... a veces incluso demasiado lejos. El sabio es aquél que sabe contentarse con lo que le revelan sus ojos y sus oídos.

La tierra, una hija del sol

La tierra tiene su origen en el sol. De él salió hace miles de millones de años, y es él el que continúa alimentándola, educándola, para que un día aprenda a dar con la misma generosidad. Por eso debe seguir mirando y escuchando al sol que le dice cada mañana: «Toma ejemplo de mí, porque es necesario que llegues un día a dar, a irradiar con ese mismo amor»... Y lo que el sol dice a la tierra, nos lo dice también a nosotros. Porque los humanos, que tienen el mismo origen que la tierra, también tienen la misma predestinación. Cada ser humano es una pequeña tierra, y cada una de estas tierras debe llegar a ser un día como su padre, el sol.

El cuerpo humano: una reproducción del edificio cósmico

Si los elementos de nuestro cuerpo pueden permanecer juntos para hacer de nosotros criaturas que caminan, respiran, se alimentan, expresan pensamientos, sentimientos, es porque bajo la piel que vemos, hay carne, órganos, músculos, vasos sanguíneos, nervios que no se ven, y un esqueleto para sostener el conjunto.

En una escala gigantesca, el universo es también un cuerpo, el cuerpo del Espíritu cósmico, y nuestro cuerpo físico es a su imagen. Del mismo modo que tiene un esqueleto, una estructura sin la cual se hundiría, el universo también está sostenido por una estructura gracias a la cual, desde las galaxias hasta las más ínfimas partículas de materia, el conjunto se mantiene en equilibrio. Esta es la estructura que la filosofía iniciática llama el mundo de los principios.

Las gotas de lluvia, una analogía con el destino de las almas humanas

El destino de las almas humanas es comparable al de las gotas de lluvia. Cada gota cae exactamente en el lugar previsto para ella por la Inteligencia cósmica para cumplir allí su tarea. ¡Pensad en todos los sacrificios que se le piden al agua! Sacia al que tiene sed, lava al que el trabajo del día ha ensuciado, riega el campo sembrado. También entra en la fabricación del pan, permite cocinar la comida, diluye ciertas sustancias tóxicas para hacerlas inofensivas, etc. E incluso si se contamina, aunque se desperdicie, si se abusa de ella, acepta. Cuando ha cumplido su misión, vuelve al cielo y recupera su transparencia. Lo mismo ocurre con las almas humanas.

De un reino a otro, las mismas funciones son desempeñadas por diferentes órganos

En la naturaleza todo respira... ¿Os preguntáis cómo se puede concebir el fenómeno de la respi- ración fuera de los pulmones? La vida no necesita necesariamente los mismos órganos para desempeñar las mismas funciones. Un árbol no tiene los mismos órganos que nosotros, y sin embargo respira, asimila, elimina, se reproduce. ¡Cuántas personas se imaginan que para estar vivo e inteligente, uno tiene que ser hecho como ellos! ¡No! Para la naturaleza no es necesario tener pulmones y un corazón para respirar, ni tener un cerebro para ser inteligente, etc. Ha creado la vida bajo una multitud de formas que nunca acabaremos de descubrir.

Puertas y ventanas que deben abrirse y cerrarse

En invierno, cerramos nuestras puertas y nuestras ventanas para impedir entre el frío, y en verano las abrimos para que entre aire y luz. Ahora bien, también en nosotros tenemos puertas y ventanas, y hay que saber cuándo abrirlas y cuándo cerrarlas. ¿Queréis conservar el amor, la alegría, la inspiración? ¿Queréis conservar vuestras riquezas espirituales y adquirir otras nuevas? Mantened bien cerradas en vosotros las puertas y las ventanas que dan al mundo de abajo, porque por ellas se deslizan los pensamientos, los sentimientos, los deseos oscuros... pero abrid bien las que comunican con todo lo que existe de grande y de bello en el universo.

Alas a desplegar