La república de los Atenienses - Jenofonte - E-Book

La república de los Atenienses E-Book

Jenofonte

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Beschreibung

La república de los Atenienses es una suerte de panfleto de carácter político único en su carácter si, como ha sido casi universalmente aceptado, corresponde a un escrito, el primero en lengua ática, de un así llamado Viejo Oligarca (Pseudo-Jenofonte) de alrededor de los años 420 a. C. en la Atenas imperial. Asuntos relacionados con la vida ciudadana de la época, el trato de los esclavos, la satisfacción general del pueblo con los beneficios que le reportan el imperio y su flota, el desapego de los oligarcas, las complicaciones del sistema judicial que en la práctica favorece al demos, son todos referidos en forma apasionada y si se quiere convincente, y dejan la impresión de no dar en su conjunto una perspectiva desfavorable acerca de la politeia que rige en la ciudad, y que supuestamente el autor se propone criticar.

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938

P974r ‘Jenofonte’.

La República de los Atenienses : ΑΘHNΑΙΩΝ PΟΛΙΤΕΙΑ /

estudio preliminar, traducción del griego y notas

Óscar Velásquez.

1a ed. Santiago de Chile: Universitaria, 2010.

66 p.; 15,5 x 23 cm. (El saber y la cultura)

ISBN: 978-956-11-2141-6

ISBN Digital: 978-956-11-2771-5

1. Grecia – Política y gobierno – Anterior a 323.

2. Grecia – historia.

3. Atenas (Grecia) – Política y gobierno.

I. t. II. Velásquez, Oscar.

© 2010, Óscar velásquez.

Inscripción Nº 192.024, Santiago de Chile.

Derechos de edición reservados para todos los países por

© EDITORIAL UNIVERSITARIA, S.A.

Avda. Bernardo O’Higgins 1050, Santiago de Chile.

[email protected]

Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de la portada,

puede ser reproducida, transmitida o almacenada, sea por

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electrónicos, incluidas las fotocopias,

sin permiso escrito del editor.

DISEÑO DE PORTADA Y DIAGRAMACIÓN

Yenny Isla Rodríguez

Este trabajo es parte del proyecto de investigación

CONICYT-FONDECYT Nº 1085030 (2008-2011)

ESTE PROYECTO CUENTA CON EL FINANCIAMIENTO DEL FONDO JUVENAL HERNÁNDEZ JAQUE 2009DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE.

DIAGRAMACIÓN DIGITAL: EBOOKS PATAGONIA

www.ebookspatagonia.com

[email protected]

Al amigo, embajador

Francisco José Oyarzún González

In Memoriam

ÍNDICE

PrólogoDel profesor Jorge Hidalgo Lehuedé

Estudio preliminar

Autoría y fechas probables de composición

Características de la obra

La idea de preservación del sistema de gobierno

Análisis del funcionamiento interno de la democracia ateniense

Nota sobre el texto griego de la traducción

Bibliografía selecta

República de los Atenienses,Pseudo-Jenofonte, versión del griego y notas

Índice de términos, temas, nombres propios y palabras griegas

Prólogo

Hoy, cuando algunos autores discuten las tesis que anuncian el fin de la historia, es bueno volver a lo que en la perspectiva hegeliana fueron sus inicios: la democracia ateniense. Para entender ese sistema político en su forma histórica clásica, ahora podemos recurrir a la versión en español del, en palabras de Óscar Velásquez (p. 18), “primer análisis conocido de la democracia ateniense tal como la conocemos” es decir, a una fuente contemporánea, a un autor que aun cuando toma partido en contra de ella, analiza las ventajas y desventajas de su funcionamiento y evalúa las opciones de su viabilidad en la segunda mitad del siglo V a. C. Este es el aporte intelectual que nos ofrece el profesor Óscar Velásquez, con su estudio preliminar y su traducción del griego de la República de los atenienses, del Pseudo-Jenofonte. Si bien se trata de un tema del pasado: aquella democracia no es la de hoy, la discusión de sus características es del mayor interés para la historia que nos ha correspondido vivir a nivel global y en nuestro país en la última etapa del siglo XX y los comienzos del siglo XXI.

El autor anónimo de la República de los atenienses, nos explica su traductor en el estudio preliminar, es conocido entre los estudiosos como el “Viejo Oligarca” aunque para otros debiera ser el “Joven Oligarca” por “la vehemencia de hecho y la vivacidad expresiva de sus posturas, que está acompañada a su vez de una sorprendente sinceridad” (p. 19). El apelativo indica que el autor era partidario del gobierno oligárquico y contrario a la democracia, no obstante lo cual expone con claridad las comprensibles razones por las cuales el pueblo o favorecía este tipo de gobierno en Atenas y cómo a pesar de sus defectos este sistema político tenía la capacidad de preservarse en el tiempo. La razón de fondo era que el sistema probaba ser beneficioso para aquellos que lo sostenían (p. 31). Se trataba, como lo señaló Pericles de gobernar para la mayoría de los ciudadanos. Se podría decir, sin embargo, que un sistema tiránico u otro aristocrático o incluso una monarquía (nos referimos a las antiguas no constitucionales) podrían lograr los mismos propósitos con mayor eficacia. Solo que en estos últimos casos faltarían varios elementos del sistema democrático que eran muy caros para los atenienses. Desde luego la completa libertad de la democracia que se expresaba en primer lugar en el derecho de manifestar su opinión en la asamblea de ciudadanos, de elegir y ser elegidos y, por lo tanto, de ejercer el poder soberano por medio de sus instituciones. El gobierno aseguraba el bienestar y la dignidad de los ciudadanos, aun cuando estos fueran plebeyos y pobres. Por ello el Joven Oligarca, no obstante preferir un gobierno de los mejores, donde no “cualquiera se levanta a hablar”, de modo realista concede: “pero yo ciertamente comprendo al pueblo mismo en relación con la democracia: porque es excusable para todos el procurar su propio bien” (p. 39 y 2.19).

Por las características de la narrativa del Joven Oligarca es que el profesor Velásquez considera esta pequeña obra como “un documento de gran importancia en el desarrollo de las ideas políticas de la Hélade” (pp. 15/16). Corresponde a la preocupación intelectual de la época, en diversas ciudades estado “acerca de la vida del hombre en sociedad” (p. 26). Agrega “No revela tanto el devenir de los sucesos como el despliegue de mentalidades, cosa que debe interesar no solo a la historia sino al estudioso de la política” (p. 42). Es un primer esbozo “de la teoría y el pensamiento políticos, que propiamente como una fuente de acontecimientos históricos” (p. 17). Tampoco se trata de una obra filosófica, aun cuando su autor despliega giros dialécticos en sus observaciones y comentarios que, por una parte, fortalecen su capacidad persuasiva (pp. 24/25) y por otra, lo hacen parecer como “un demócrata jugando el papel de abogado del diablo” (p. 23). La obra, más bien, tiene las características de un panfleto político destinado, probablemente, a explicar a otros oligarcas “los verdaderos fundamentos socio-políticos del régimen ateniense, y el porqué de su capacidad de sostenerse como un sistema viable en el tiempo” (p. 20).

La preservación de un sistema político (República) depende en gran medida, como se ha señalado, de la satisfacción de los gobernados con su orden político y con la idea de justicia entre individuo y sociedad. Óscar Velásquez revisa en las ideas políticas de la época clásica las diversas tesis en relación con la justicia de los sistemas políticos y las contrasta con la perspectiva del autor de la República de los atenienses.

A ello se agrega el tema central del gobierno de las polis griegas, fueran éstos aristocráticos o democráticos, que era “la presencia del debate al interior de sus órganos de estados, sean estos reducidos o multitudinarios” (p. 28).

En esta perspectiva, la tesis del “Jenofonte” es que el sistema político democrático se vinculaba estrechamente con los intereses de los ciudadanos atenienses. Estos dependían de un sistema económico basado en el dominio del mar, una talasocracia que ejercía su dominio político y jurídico extenso sobre otras ciudades. Los hombres de mar, “los capitanes y los jefes de remeros, los contramaestres y sus comandantes, los pilotos de proa y los constructores de navíos” (1.2) le daban su poder a la ciudad. Con plena legitimidad estos marinos, remeros y comerciantes ejercían su participación en los debates y en el gobierno. Dejaban para los ricos los cargos elegidos por sorteo que involucraban gastos, como los de comandantes de la armada o los mandos de la caballería. En cambio, los plebeyos y los pobres, que eran mayoría, elegían para las magistraturas a los de su propia condición excluyendo a los aristócratas. Esto, en el criterio del Pseudo Jenofonte, permitía preservar la democracia, pues si los ricos y los aristócratas, que a su juicio eran los virtuosos y sabios, eran elegidos, actuarían en contra de ella. Pues para ese sector un buen orden legal o una eunomía, equivalía a no permitir “que personas dementes deliberen ni asistan a la asamblea. Así pues, a consecuencia de todas estas buenas medidas el pueblo podría caer muy rápidamente en la esclavitud” (3.9.). No cabe duda que en esos juicios hay los prejuicios de un aristócrata, pero también un claro reconocimiento que los plebeyos tenían consciencia del juego político y del riesgo de entregar el poder de las magistraturas a los oligarcas en democracia.

Esta forma de democracia y talasocracia en Atenas, nos informa el “Jenofonte”, era congruente con la situación de esclavos y extranjeros residentes que eran tratados de una manera diferente que en el resto de Grecia. No estaba permitido pegarle a los esclavos ni estos estaban obligados a ceder el paso a los ciudadanos libres. Esto, por cuanto los esclavos y los extranjeros residentes no se distinguían en sus vestimentas de los atenienses, que no las tenían mejores que aquellos, y en consecuencia, si hubiese sido legal golpear a un esclavo se podría haber golpeado a una persona libre (1.10). Había, sin embargo, razones de mayor peso para estas excepciones: “Porque en donde hay un poder naval es preciso que los esclavos asalariados ejerzan su esclavitud por paga” (1.11.) Tales pagos permitían que los esclavos pudieran darse una buena vida, “incluso a algunos vivir con magnífico estilo”, ser ricos y no temer a los hombres libres. Igual trato recibían los extranjeros en relación a los ciudadanos “porque la ciudad necesita de los extranjeros por causa de la multitud de industrias y por causa de la flota”. Por ello se había establecido la igualdad de derechos para los extranjeros residentes (1.12.).

Estas políticas internas eran complementadas con otras externas de alianza con los sectores democráticos y de no apoyo para los oligarcas en las ciudades de la órbita de Atenas, pues sabían que “si los ricos y poderosos cobran influencia en las ciudades el gobierno del pueblo de Atenas será de un tiempo brevísimo, de ahí entonces que mientras privan a los aristócratas de sus derechos y les quitan su dinero, los proscriben y los matan, engrandecen en cambio a los plebeyos. Los aristócratas atenienses, en cambio, protegen a los aristócratas en las ciudades aliadas porque comprenden que es bueno para ellos el protegerlos siempre en las ciudades.” (1.14.).

Sin extendernos a remarcar otros aspectos del análisis del “Jenofonte” que explican los mecanismos adoptados por los demócratas atenienses para perpetuar su sistema político, es posible hacer algunos alcances, desde la perspectiva moderna, sobre esa primera forma de democracia. Aunque ese sistema de los griegos sirvió de inspiración a muchos autores, no obstante tiene una gran diferencia con la tradición democrática inaugurada por la “Era de las Revoluciones”, es decir, en la idea de derechos ciudadanos y de libertades inalienables que no fueron concebidos por los griegos. Surge en una época donde había enormes desigualdades de derechos legalmente reconocidos. En parte, por esto, los ciudadanos libres debían adoptar medidas que implicaban la exclusión del acceso a cargos públicos elegibles para la minoría aristocrática u oligárquica, para evitar que transformaran el carácter del sistema y, a su vez, éstos los excluyeran de los debates públicos con la excusa de no tener la suficiente preparación para ello. Se trataba de una democracia precaria, ineficiente y propensa a la corrupción de sus magistrados (3.1.), pero que aseguraba libertad, participación y prosperidad a los ciudadanos. La exclusión de las minorías de la participación en sistemas representativos modernos nos parece hoy una seria deficiencia de un modelo democrático, pero al carecer el sistema de mecanismos constitucionales relativamente permanentes, que protegieran las formas democráticas de gobierno en el tiempo, pareciera que los griegos no tenían otra opción que aplicar su mayoría ciudadana para impedir que los aristócratas accedieran a las magistraturas. Por otra parte, no se trataba de una minoría carente de poder económico ni de derechos, como se entiende hoy una acepción del concepto de minoría política. Visto así, no se trataba de una práctica antidemocrática, sino lo contrario. En su último apartado el “Jenofonte” pregunta, que, si bien en Atenas había unos pocos privados de sus derechos de ciudadanía injustamente, “¿Cómo podría alguien creer en todo caso que son las mayorías las privadas de sus derechos en Atenas, allí donde es el pueblo el que ejerce las magistraturas?” (3.13.).

La democracia como sistema político tiene diversas variedades y énfasis en el tiempo. No es un sistema único e inmutable; por el contrario, su historia es de una continua expansión de los sectores con acceso a los derechos ciudadanos y de reconocimiento de nuevos derechos políticos, sociales y culturales más allá de los derechos individuales. Por otra parte, ha probado, desde la época de los griegos, ser un sistema muy vulnerable que puede ser atropellado por las minorías y también por las mayorías. Requiere ser defendido y su mejor defensa es entender, por las grandes mayorías, por qué es hoy la mejor alternativa de sistema político. La escuela y textos como el traducido por el profesor Velásquez, son excelentes medios para discutir y evaluar si en los derechos políticos que garantiza la democracia se encuentran las condiciones más adecuadas para la vida de hombres y mujeres en sociedad y cómo ésta debe ser perfeccionada. El aporte de esta obra, entonces, si bien es considerable para el conocimiento de las mentalidades del mundo antiguo, también nos permite reevaluar nuestro presente.

Estos comentarios al estudio preliminar del profesor Velásquez y al contenido de su erudita traducción de la República de los atenienses del Pseudo Jenofonte creo que no habrían sido posibles sin una anécdota que se remonta a la época en que ambos éramos estudiantes “mechones” en la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile en los años sesenta. En esa época, Óscar era estudiante de Lenguas Clásicas y el suscrito de Historia y nos encontramos en 1963 como alumnos en los cursos de Historia Antigua e Introducción a la Historia que dictaban, respectivamente, el recordado maestro Dr. Genaro Godoy y ese gran profesor panameño que era César de León. Don Juan Gómez Millas, que ejercía de Rector, quiso hacer algunas clases en su Departamento de Historia y solicitó a César de León el espacio para ello. Fueron clases notables en que Juan Gómez Millas se paseó por temas de políticas universitarias como la necesidad de desarrollar las ciencias naturales en el país y otros análisis que tocaban una forma moderna de ver la historia. En una de esas clases, don Juan fue interrumpido por el muy joven Óscar Velásquez quien le planteó la necesidad de que definiera uno de los conceptos que estaba usando. El viejo maestro, a su vez, le replicó con otra pregunta, a lo cual Óscar le respondió: Profesor ¿Está usted usando la mayéutica conmigo? Juan Gómez no pudo evitar la sonrisa y comentar, ¡Vean ustedes como para algunos la universidad no es necesaria! Creo que es el mayor elogio que alguna vez le escuché a un profesor hacer a un alumno.

JORGE HIDALGO LEHUEDÉ

Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades

Premio Nacional de Historia

Santiago, marzo 2010.

Estudio preliminar

Autoría y fechas probables de composición

El opúsculo República de los Atenienses, ’Aθηναivωνπολιτεivα, conocido también como Respublica Atheniensium, si bien fue considerado hasta el siglo XIX