Las dos sabidurías - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

Las dos sabidurías E-Book

Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

El libro Las dos sabidurías del Dr. Bailey es una excelente exposición de la Epístola de Santiago que nos revela la importante diferencia entre la sabiduría piadosa y la sabiduría de este mundo.  A medida que somos proveídos de un entendimiento acerca de la necesidad de sabiduría, estaremos preparados a movernos devotamente con Dios en fe y buenas obras, para navegar exitosamente a través de las tormentas de la vida.

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LAS DOS SABIDURÍAS

La epístola de Santiago

por

Título original en inglés

“The Two Wisdoms: The Epistle of James”

© 1997 Brian J. Bailey

Versión 1.2 en inglés (2009)

Título en español:

“Las dos sabidurías: Una exposición de la Epístola de Santiago”

© 2001 Brian J. Bailey

Versión 2.0 en español (2024)

Diseño de portada:

© 2006 Brian J. Bailey y sus licenciadores

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en

manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera en su revisión de 1960 © Sociedades Bíblicas Unidas.

Abreviaturas de las otras versiones de la Biblia utilizadas:

DHH: Dios Habla Hoy

NVI: Nueva Versión Internacional

Traducción y edición al español: IBJ, Guatemala

Edición: Marlene Z, Honduras (2024)

Publicado por Zion Christian Publishers.

Publicado en formato e-book en 2024

En los Estados Unidos de América.

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship ®

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

ISBN versión electrónica (E-book) 978-1-59665-793-9

Agradecimientos

Al equipo editorial de traducción de la Iglesia Cristiana Jesucristo, Guatemala que realizó la traducción, corrección de pruebas y detalles tipográficos de esta obra.

Equipo editorial de ZCP por su colaboración en la revisión 1.2 para el formato final e impresión: Carla B., David K., Hannah S. y Suzanne Y.

Quisiéramos extender nuestra gratitud a estas queridas personas, pues sin sus muchas horas de incalculable ayuda, este libro no hubiera sido posible. Les estamos muy agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro, el cual es para la gloria de Dios.

LOS CINCO TEMAS PRINCIPALES DE LA EPÍSTOLA DE SANTIAGO

1. La necesidad de sabiduría

2. El control de la lengua

3. La fe sin obras es muerta

4. La imparcialidad

PARTE 1 – LA INTRODUCCIÓN 1:1

1:1- “Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud”. Santiago, el autor de esta epístola, fue el mayor de los hermanos de Cristo que María y José tuvieron después del nacimiento de Jesús. De acuerdo con la historia del Nuevo Testamento, Santiago fue martirizado en el año 62 d.C. y fue reconocido como el líder de la iglesia judía en Jerusalén.

Santiago comienza presentándose a sí mismo como siervo de Dios. La palabra griega doulos, traducida “siervo”, literalmente significa “esclavo”. Se pierde mucho en esta traducción. Hoy, nuestra comprensión de lo que es un siervo es muy diferente a lo que se entendía por siervo (o esclavo) en la época neotestamentaria. Pensamos que un siervo es una persona que está empleada. En nuestros tiempos, un siervo tiene ciertos derechos. Sin embargo, en los tiempos de los romanos, un esclavo no tenía ningún tipo de derecho. Era completamente dependiente de su amo para todo, incluyendo su vida, porque el amo tenía el derecho de la vida o la muerte sobre su esclavo. Por lo tanto, cuando Santiago dice que él es “siervo de Dios y del Señor Jesucristo”, está diciendo que ha rendido todos sus derechos al Señor. Él le había rendido su vida y solo vivía para servir a su Amo, el Señor Jesucristo.

“A las doce tribus que están en la dispersión”. Santiago dirigió su carta a las doce tribus de Israel que estaban dispersas alrededor del mundo. Sabemos, por relatos de las Escrituras y seculares, que hubo muchos momentos en la historia de Israel cuando el pueblo de Dios fue disperso, siendo tomado cautivo por las naciones paganas que los rodeaban. Inicialmente, fueron llevados a Asiria, Babilonia, Egipto y Persia. Esto es evidente en Hechos 2, donde los judíos de todas partes del mundo se encontraban reunidos en Jerusalén para celebrar la fiesta de Pentecostés (Hch. 2:5-13). Hechos 2:5 dice: “Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo”.

El historiador Filo registró las palabras del rey Agripa, quien le dijo al emperador Calígula: “Jerusalén es la capital de la mayoría de los países”. La razón de esta increíble declaración es que los judíos se habían establecido virtualmente en toda colonia y nación del Imperio romano y enviaban regularmente a Jerusalén sus diezmos para el Templo.

Actualmente, Jerusalén absorbe los pensamientos de los líderes mundiales y continuará haciéndolo hasta que Jesús venga. Entonces Jerusalén se convertirá en Su capital y morada santa. Será entonces que todas las naciones vendrán a adorarlo a Él en el Templo que será edificado conforme a la visión del profeta Ezequiel (cf. Ez. 40-48).

Como creyentes, somos la simiente espiritual de Cristo y hemos sido injertados a Israel. Por lo tanto, aunque esta carta está dirigida a las doce tribus de Israel que estaban dispersas por todo el mundo, la epístola de Santiago también tiene aplicación para nosotros.

PARTE 2 – EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS 1:2-13

El propósito de las pruebas, como se ve en Santiago 1:2-13, es obrar paciencia (o resistencia) en nuestra vida, lo que a su vez nos hará completos y perfectos en Cristo.

1:2 -“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas [o varias] pruebas”. La versión King James en inglés dice: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas tentaciones” (traducida del inglés). La palabra griega peirasmos traducida aquí como tentaciones significa “poner a prueba”.

En este versículo, Santiago no está hablando de tentaciones morales, sino de pruebas y dificultades.  Diversas significa “varias” o “polifacética”. Dios nos prueba en cada área de nuestra vida para que seamos vasos dignos para el uso del Maestro. Un área defectuosa en nuestra vida puede arruinarnos.

Necesitamos determinar el origen de las tribulaciones. Muchas tribulaciones son originadas por Dios. Él nos prueba para purificarnos y para hacernos más como Él. Sin embargo, cuando ignoramos las advertencias de Dios o hacemos cosas insensatas, podemos acarrear a menudo sobre nosotros, pruebas y presiones innecesarias. Pero, aun estas pruebas provocadas por el hombre, ayudan para bien, a aquellos que aman al Señor (Ro. 8:28).

Pedro, por ejemplo, se expuso a sí mismo a una prueba innecesaria, al declarar orgullosamente que él jamás dejaría al Señor. Debido a esto, él falló y casi renunció, pero el Señor aún a través de esta prueba obró y la convirtió en una bendición.

Cristo dijo en el Sermón del Monte, en Mateo 5:10-12: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. ¡Regocijaos, regocijaos, regocijaos! Necesitamos ver las pruebas desde la perspectiva del Señor. Las pruebas son en realidad escalones para alcanzar un plano de gloria más alto en el Señor.

Cuando enfrentemos pruebas, nos regocijaremos en el Señor y seremos vencedores o nos volveremos amargados (cf. He. 12:15). Un espíritu alegre protegerá nuestro corazón de la amargura. En Proverbios 17:22, Salomón dijo: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. Efectivamente, se ha comprobado que el gozo es un tónico para sanar el alma y el cuerpo. Por otro lado, alguien que está saturado de melancolía, quejas y tristeza es más susceptible a convertirse en una persona físicamente enferma. ¡Sí, el gozo del Señor es nuestra fortaleza! (Neh. 8:10).

El Señor prueba a Su pueblo para purificarlo y hacerlo como Él. Malaquías 3:3 habla del ministerio del Señor Jesucristo: “Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia”. El Señor es como un refinador de oro. Él nos pasa por el fuego de las pruebas para limpiarnos de las impurezas y de los metales menos valiosos, y para que seamos así, totalmente puros.

1:3-4 - “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. La Biblia de las Américas dice: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia y que la paciencia ha de tener (su) perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada”.La prueba de nuestra fe desarrolla paciencia en nosotros.

En Romanos 5:3, Pablo dice: “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia”. La palabra griega hupomone traducida como paciencia, en realidad significa “soportar con alegría” y “constancia y perseverancia”. Es decir, como dijo Cristo: “[…] Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mt. 10:22). A menos que seamos probados y experimentemos presiones y pruebas, este hermoso fruto del Espíritu jamás será desarrollado en nuestros corazones.

El apóstol Pablo les dijo a los Tesalonicenses: “Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis” (2 Ts. 1:4).  Y, además, le dijo a su hijo espiritual Timoteo: “Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” (2 Tm. 2:3). Como cristianos, somos llamados a soportar muchas penalidades, como soldados del ejército del Señor.