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A mediados del siglo xvi, en 1540, llega a la zona oriental de la Isla, a más 850 kilómetros de La Habana, el primer germano, procedente de Venezuela. Era el señor Johann Tetzel (o Tezel), agente de una casa bancaria propiedad de la familia Weklzser (o Welser o Welsers), con el objetivo de incursionar en la explotación de las minas de cobre existentes, en aquella época, en las cercanías de la actual Santiago de Cuba. Durante el año 1840 y décadas después tiene lugar un explosivo auge en la conversión de pequeños talleres o chinchales familiares que producían artesanalmente el tabaco torcido cubano en industrias de respetables instalaciones. Se fundan ya como fabricas y marcas propiamente dichas, muchas de las cuales, incluso, han llegado hasta nuestros días.
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Seitenzahl: 69
Veröffentlichungsjahr: 2019
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GUSTAV BOCK
LOS MONOPOLIOS
TABACALEROS EN CUBA
Raúl Martell Álvarez
Edición y corrección: Neyda Izquierdo Ramos
Diseño interior, cubierta y emplane: Carlos Javier Solis Méndez
Realización de imágenes: Carlos Javier Solis Méndez
Conversión e-book, ajuste de imágenes y revisión: Rafael Lago Sarichev
© Raúl Martell Álvarez, 2018
© Sobre la presente edición:
Ediciones Cubanas, 2018
ISBN 978-959-7245-96-4
Sin la autorización de la Editorial
queda prohibido todo tipo de reproducción
o distribución del contenido.
Ediciones Cubanas, ARTEX
5ta. ave., esq. a 94, Miramar, Playa, Cuba
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Raúl Martell Álvarez (La Habana, 1940) es graduado de Licenciatura en Economía en la Escuela Superior de Economía de Berlín, Alemania, en 1965. Autor de más de doscientos artículos sobre historia económica de Cuba, Cibernética, Integración Económica y Dirección Empresarial y cultura en los principales periódicos y revistas nacionales y especializadas y espacios digitalizados. Ha publicados libros sobre economía: La empresa socialista, 1978, y Gestión, dirección y métodos en la economía, 1980, ambos en la Editorial de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro.
Otros libros de su autoría son: Una opción para el crecimiento personal, Barcelona, España, 2008; Autoayuda y yoga, (Editorial Científico-Técnica, 2014). También es coautor de Huellas alemanas en Cuba (2007), y Los alemanes y el tabaco cubano (2013), ambos publicados en alemán en Stuttgart, Alemania.
En los últimos años se ha dedicado a la investigación sobre la historia del tabaco en Cuba y en particular sobre la presencia de los alemanes en la industria tabacalera cubana, de esas investigaciones han nacido los libros: H.Upman.170 años (2014), Gustav Bock y los trusts tabacaleros en Cuba (2015). También Fumando en La Habana. Los Upmann: Una familia alemano-cubana (Ediciones Cubanas, 2016) y (Editorial Planeta, S.A., España, 2017).
Ha participado como ponente y profesor en simposios Habana-Habanos y diplomados sobre el tabaco, auspiciados por la empresa Tabacuba y el Museo del Tabaco de la Oficina del Historiador de La Habana. Ha impartido conferencias magistrales en los Festivales del Habano de 2014 y 2017 y en otros eventos cientificos.
Es miembro de la Unión Nacional de Artistas y Escritores de Cuba, (UNEAC) de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNIHC), del Casino Alemán de La Habana y secretario de la Asociación Vitolfílica Cubana.
Ha recibido condecoraciones del Consejo de Estado de la República de Cuba.
La historia tendrá, con todo, un final feliz, cuando acabe por azar en la fiesta de las marquillas de tabaco, con estallido de mucho verde y oro y rojo, y femeninas opulencias criollas, y “la rubia cabeza de Fonseca”, y Julieta con su Romeo, y palmas —claro—, muchas palmas e incontables monedas doradas. ¿Por qué será este lujo tan distinto del otro, tan cubano este Romeo, y tan de revés de espejo de colección de Lapante? Será, digo yo, porque los tabaqueros cubanos habían dado para las marquillas de tabaco el rojo de su sangre y el destello de su risa, de modo que en las tapas de las cajas de tabaco reventaba a todo trueno la grande, la terrible parranda de la patria.
Eliseo Diego*
* Zoila Lapique Becali: “Prólogo”, en La memoria de las piedras, Ediciones Boloña, La Habana, 2002.
Agradecimiento al amigo Pedro Pablo Limas Holano, por su amistad incondicional y su aporte moral, sin olvidar la información gráfica y escrita que me ha proporcionado al poner a mi disposición valiosos libros sobre la historia del tabaco en Cuba.
Una mención especial a mis vecinos: la familia Roberto Domínguez y Marily Rodríguez López e hijos.
También a mi amiga y editora Neyda Izquierdo Ramos y al diseñador Carlos Javier Solis por su creatividad y profesionalidad.
Finalmente, reconocer el apoyo brindado por Tania Margarita Vargas Fonseca, entusiasta y diligente Gerente General de la Agencia Ediciones Cubanas de Artex.
Vista de una caja de tabacos Bock.
Este trabajo es una continuación de la saga que comenzó hace ya más de diez años cuando ingresé en la cofradía de viejos amigos que estudiamos en Alemania hace muchos, muchos años.
Allí, recibí el aliento de mi amigo José Eduardo González García, quien me sugirió integrarme a este valioso colectivo de alumnis, como se dice en alemán.
En una actividad del Casino Alemán de La Habana, conocí al amigo Manuel Torres Gemeil, quien me reclutó para que lo siguiera tras la huella de la presencia de alemanes en Cuba.
En esas investigaciones encontré el destacado papel de la familia Upmann, originaria de Bremen, esta me cautivó por la excelencia de su producto: El Habano y la rica historia de más de tres siglos de existencia.
Desde hace unos años dedico prácticamente todo mi tiempo a indagar la historia de la marca H. Upmann y de las seis generaciones de esa familia cubano-alemana.
De esas investigaciones han surgido trabajos, tanto sobre la fábrica y la marca de Habanos H. Upmann, como de los integrantes de esa familia.
Al mismo tiempo o más bien producto del acercamiento al mundo del habano ha prendido en mí el interés y la intención de dar a conocer otros alemanes que tuvieron que ver en el desarrollo de ese único producto cubano de excelencia mundial: El Habano. Así como abordar aspectos del mundo del habano, como la vitolfilia, la memorabilia, etc.
Para la elaboración de este nuevo libro he contado con la colaboración del investigador español don José Alberto Berni y del señor Simón Chase, quienes a través de sus trabajos me incitaron a profundizar en la investigación sobre el polémico y emprendedor empresario alemán Gustav Bock y su relación con el desarrollo de la industria tabacalera cubana en el siglo xix y principios del siglo xx.
Como es habitual, he tenido la comprensión y el aliento de mi familia y mis más allegados amigos. Entre estos últimos, continuo contando con la colaboración total de Antonio de Dios Llorente (Tony) y Heinrich Villiger.
A todos muchas gracias por la colaboración y el apoyo.
Anillas pertenecientes a marcas de tabacos de Gustav Bock.
Grabado del puerto de La Habana, hacia 1857.
A mediados del siglo xvi, en 1540, llega a la zona oriental de la Isla, a más 850 kilómetros de La Habana, el primer germano, procedente de Venezuela. Era el señor Johann Tetzel (o Tezel), agente de una casa bancaria propiedad de la familia Weklzser (o Welser o Welsers), con el objetivo de incursionar en la explotación de las minas de cobre existentes, en aquella época, en las cercanías de la actual Santiago de Cuba.
En esta zona de la isla, dos siglos después, destaca la presencia del sacerdote jesuita Johann B. Frankenheiser (1721-1775), su estancia fue efímera, ya que la Corona de España dicta en 1767 la orden de expulsión de todos los jesuitas de sus colonias.
Se hace patente la emigración desde tierras germanas en los primeros años del siglo xix.
Los motivos fundamentales que determinaron la llegada de ciudadanos germanos a las colonias españolas en América, señalan los expertos, fueron la búsqueda de fuentes de trabajo y de tierras para su explotación.
Calle lateral al palacio del Capitán General (calle Obispo), en La Habana.
Grabado de Federico Mialhe, Isla de Cuba pintoresca, 1840-1841.
La primera mitad de siglo xix es una etapa de florecimiento de la industria tabacalera y cigarrera cubana.
Durante el año 1840 y décadas después tiene lugar un explosivo auge en la conversión de pequeños talleres o chinchales familiares que producían artesanalmente el tabaco torcido cubano en industrias de respetables instalaciones.
Se fundan ya como fabricas y marcas propiamente dichas, muchas de las cuales, incluso, han llegado hasta nuestros días.
Así, por ejemplo en la primera década del siglo xix, Francisco Cabañas, Manuel Antonio González Carbajal y Bernardino Recurrel se disputan la primacía de ser los primeros en 1810 de abrir una fábrica de tabacos torcidos en la ciudad de La Habana.
Se producían tabacos bajo determinadas denominaciones, pero no es hasta mediados de ese siglo que serían reconocidas marcas como: Mi fama por el Oriente Vuela, La Lealtad, El Fígaro, Por Larrañaga, Ramón Allones, Partagás, hasta la alemana H. Upmann y otras, que prometían buenos augurios a quien se aventurara en esta porfía.
Vista de la marca de tabacos La Lealtad.
Vista de la marca de tabacos El Fígaro.
Cubierta de Por Larrañaga, fundada en 1834.