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El siglo XIX cubano estuvo marcado por dos ramas fundamentales de la economía y la agricultura en la nación, la producción de azúcar y tabaco. Este último atrajo la atención de empresarios y negociantes de todo el orbe. Es así como en el año 1840 el alemán Hermann Dietrich Upmann llega a las costas habaneras en busca de la prometedora fortuna. Esta es la historia de una época próspera, no solo para aquel alemán que fundaría una de las marcas de habanos más reconocidas hasta hoy, sino para otros que llegaron del país europeo. Al cabo, es la historia de una tradición cubana de producción y consumo de aquellas hojas enrolladas que ya disfrutaban los habitantes nativos de esta Isla.
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Seitenzahl: 105
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Edición: Amanda Echevarría Silva
Corrección: María de los Ángeles Navarro González
Coordinadora Editorial: Saray Alvarez Hidalgo
Diseño de cubierta: Jadier Iván Martínez Rodríguez
Diseño interior, realización, emplane, y conversión a e-book: Madeline Martí del Sol
© Raúl Martell Álvarez, 2024
© Sobre la presente edición:
RUTH Casa Editorial, 2024
Todos los derechos reservados
ISBN 9789962740827
Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de RUTH Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.
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El siglo xix cubano estuvo marcado por dos ramas fundamentales de la economía y la agricultura en la nación, la producción de azúcar y tabaco. Este último atrajo la atención de empresarios y negociantes de todo el orbe. Es así como en el año 1840 el alemán Hermann Dietrich Upmann llega a las costas habaneras en busca de la prometedora fortuna. Esta es la historia de una época próspera, no solo para aquel alemán que fundaría una de las marcas de habanos más reconocidas hasta hoy, sino para otros que llegaron del país europeo. Al cabo, es la historia de una tradición cubana de producción y consumo de aquellas hojas enrolladas que ya disfrutaban los habitantes nativos de esta Isla.
Raúl Martell Álvarez, Licenciado en Economía en la Escuela Superior de Ciencias Económicas de Berlín, Alemania, es autor de más de 200 artículos sobre historia económica de Cuba, cibernética, integración económica y dirección empresarial y cultura en los principales periódicos y revistas nacionales y especializadas, así como en diferentes espacios digitalizados, por ejemplo: Cubarte y Librinsula. Como Profesor Titular Adjunto ha impartido clases en la Universidad de La Habana, el Instituto Superior de Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Instituto Superior de Dirección de la Economía y otras instituciones de la educación superior. Dedicado a la investigación de la historia de la industria tabacalera cubana en los últimos años, tiene publicadas varias obras sobre esta temática, entre ellas: H. Upman. 170 años; Fumando en La Habana. Los Upmann. Una familia alemano-cubana y Gustav Bock. Los monopolios tabacaleros en Cuba.
A mis padres Amelia y José, que no están en cualquier parte, están siempre conmigo.
Es necesario agradecer a Carlos Tablada, presidente de RUTH Casa Editorial, y a Amanda Echevarría Silva, editora de este libro por su paciencia y capacidad para llevar a término la obra, bajo las difíciles condiciones y especiales momentos vividos por su autor.
1Este Prólogo lo escribió mi amigo Manolo en esa fecha fallecido producto de la covid-19. Aunque le había entregado mis observaciones a las cuales no pudo darles respuesta, en respeto a su Memoria, publicó su Prólogo íntegramente. (Todas las notas son del autor a menos que se indique lo contrario).
Podría parecer fácil escribir sobre un amigo y más aún escribir acerca de una de sus obras, aún más cuando ha sido tan afín al que suscribe, no me fue fácil, a pesar de estar en tiempos de la covid-19.
Ambos estudiamos en la República Democrática Alemana (RDA), él en Berlín y yo en Dresde, en la década de los 60 del pasado siglo, pero no es hasta este siglo que estrechamos nuestra amistad al convertirse en colaborador de la obraHuella alemana en Cubay, posteriormente, se convirtió en coautor; hoy es un reconocido, destacadoy prestigioso escritor, especializado en el tabaco cubanoy, por ende, en la presencia alemana en Cuba.
El libro que tienen en sus manos podrá complementarse con investigaciones futuras, pero no es menos cierto que su obra más completa es la referida a la participación alemana en el desarrollo del tabaco en Cuba en elsigloxixy dos décadas de principios del sigloxx.
Sin lugar a dudas, este trabajo de Raúl Martell Álvarez aventaja a la presencia de los H. Upmann en Cuba, de la ya desaparecida Fe Iglesias García, también compañera de estudios en la RDA. Herman Dietrich Upmannn o fue solamente un destacado productor y comerciante de una marca de tabacos, la H. Upmann, que después de más de 170 años de fundada sigue existiendo, sino también un excelente logístico, del cual todavía podemos aprender. En los 30 años que siguieron a la fundación de la fábrica y la marca, alrededor de 1844 fue tejiendo un “sistema logístico” que se caracterizó por las siguientes acciones.
En 1839 fundó la filial en Bremen, Alemania, y posteriormente, creó la comercializadora con su sobrino Carl Upmann en Nueva York, con dos sobrinos, respectivamente. Compra y alquila tierras en Pinar del Río para la producción de su materia prima. También creó un Banco en La Habana y cierra el ciclo logístico con la creación de una línea marítima, de conjunto con la firma Gudewill con la ruta de La Habana-New York-Bremen, una tienda para la venta de sus habanos en Bielefeld, administrada por sus hermanas.
Resumiendo, Herman Dietrich Upmann concibió una logística integral o un sistema logístico, sin llamarlo por este nombre, sin saber que eso era lo que estaba haciendo. Herman D. Upmann fue, además, un logístico no solo para repetir, sino también para imitar, desde hace 150 años hasta nuestros días, pues de su accionar “logístico” hoy todavía se puede aprender y no solamente en todo lo referido al tabaco, de lo cual fue uno de los pioneros, sino también en lo social. Dietrich construyó casas para sus trabajadores y la suya propia, de ahí el nombre de la calle o pasaje llamado “H. Upmann” ubicado en el municipio de Centro Habana, a pocos metros de la intersección de las calles Infanta y Zanja.
Le agradezco al amigo Raúl Martell Álvarez esta publicación con la cual honra la memoria y el quehacer de los germanos que incidieron tanto en el desarrollo de la importante industria tabacalera cubana, como fueron, en primer lugar, Herman Dietrich Upmann con su familia, Gustav Bock y el resto de los otros alemanes mencionados en su obra.
Ahora bien, para los que me han acompañado hasta aquí, solo me falta desearles que disfruten la lectura. Espero que estas otras huellas de alemanes en Cuba, esta vez en el tabaco, les sea de interés, y agradezco al autor que ha tenido la amabilidad de honrarme con la solicitud de escribir su prólogo.
Prof. Dr. Ing. Manuel Torres Gemeil
9 de mayo de 2021
Ciertamente no se puede afirmar con seguridad cuándo los habitantes autóctonos de la isla de Cuba, los arauacos agricultores, comenzaron a cultivar hojas para hacer tabacos con destino a consumirlo en diferentes formas y momentos, incluso hasta llegar a confeccionar una especie de cilindro (o zorullo) al enrollar un grupo de hojas de esta planta y encenderlo por un extremo y darle diversos usos en su actividad cotidiana.
En su pequeño cuaderno tituladoEl libro de quizás y de quién sabeel poeta y escritor Eliseo Diego en un relato titulado “Los ojos del Almirante” cuenta: “Día tras día, con idéntica acuciosa obstinación, el Almirante registra en su Diario el mismo panorama de aguas. (…) En realidad, los fijos ojos de vidrio escudriñaban el primerasomo de algún minúsculo jeroglífico vegetal: el primerrasguño sobre el pergamino de aguas”.2
2Eliseo Diego:El libro de quizás y de quién sabe, p. 12, Ediciones UNIÓN, La Habana, 2015.
Es conocido que cuando el Almirante genovés Cristóbal Colón (Cristóforo Colombo, en italiano o Chrisphorus Dolumbus, en latín) arribó el 27 de octubre de1492 por la bahía de Gibara, en el oriente cubano, buscando la ruta marítima hacia la India con la premisa de hallar especies y otros productos exóticos, ya los autóctonos pobladores de la mayor isla caribeña fumaban en una forma rústicalo que muchos años después sería conocido en el mundo entero comoTabaco.
Fig. 1. Primeros usos rituales del tabaco.
Fig. 2. Los españoles conocen la hoja del tabaco.
Según una de las citas clásica que aparece en todo libro respetable sobre la “historia” del tabaco ,tomada del testimonio escrito por Bartolomé de las Casas (1484-1566), el fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México) y gran defensor de los habitantes originarios de esta isla, al caminar por el recientemente descubierto territorio de la isla de Cuba, comentaría:
(…) Sahumerios que acostumbran, que son unas hierbas secas, metidas en una cierta hoja, seca también, â manera de mosquete hecho de papel, de los que hacen los muchachos las pascuas del Spíritu Sancto, y encendida por la una parte dél, por la otra chupan, ò sorben, ò reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi se emborrachan, y así díz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes llaman ellos tavacos.3
3Bartolomé de las Casas:Historia general de las Indias, Capítulo XLVI. Imprenta de Miguel Ginesta, Madrid, 1875 (consultado en la web).
Si atendemos a la definición más conocida, el tabaco es una planta herbácea de la familia de las solanáceas llamadaNicotianatabacum, originaria de América del Sur. Y, aunque no es oriunda de Cuba, sí fue en esta isla donde la encontró la civilización occidental, que llegaría con los expedicionarios de las tres famosas carabelas comandadas por el Almirante del Reino de Castilla.
La leyenda de su denominación responde a la intención de homenajear al embajador francés en Portugal Jean Nicot Viellemain, quien, para curar las fuertes migrañas de la italiana Catalina de Medici, reina consorte de Enrique II de Francia (1547-1559), le entregó unas hierbas en forma de polvo para aspirar (rape). Por este hecho se le designó también comohierba de la reinaohierba del embajador.
Los colonizadores, tiempo después de su arribo a la islade Cuba, conocieron las distintas formas de manufacturade esas hojas en forma cilíndrica que fumaban en aquella época los aborígenes de la mayor de las Antillas.