Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla - Valerio Di Stefano - E-Book

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Valerio Di Stefano

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Beschreibung

Este libro se debe al entusiasmo y a la amabilidad de unos pocos amigos, de un inmudable afecto y a mis Maestros, lo que me parece más que suficiente para entregarlo al lector final tal como es. Lo hice (que los libros se "hacen", no se escriben) gracias a la lectura de la biografía machadiana "Ligero de equipaje", del inmenso Ian Gibson, pero, sobre todo, a la labor de Jordi Domènech contenida en su web abelmartin.com. Sin su contribución fundamental, nada de todo esto hubiera existido. Mucho habría que decir sobre la abundante iconografía que acompaña a Antonio Machado en la actual Vulgata de su obra y que contrasta con la inexplicable ausencia de grabaciones de su voz. Pero prefiero que lo que aquí queda contenido y evidenciado hable de por sí a quien tuviera bastantes afecto y amistad para apreciarlo. Y al cabo, nada os debo.

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Table of Contents
Cien años de Soledades
Antonio "Demófilo" Machado Álvarez,
padre del Poeta
Ana Machado y Ruiz, madre del Poeta en un cuadro del hijo José (Museo del Prado, no expuesto, particular)
Cipriana Machado y Ruiz, hermana del Poeta,
fallecida en el año 1900
José Machado y Ruiz, hermano del Poeta
Francisco Machado y Ruiz, hermano del Poeta
El Poeta Manuel Machado y Ruiz, hermano de Don Antonio
El  Palacio de las Dueñas en Sevilla,
lugar de nacimiento del Poeta
Antonio y Manuel Machado de niños
1888: Se publica “Azul…” de Rubén Darío
Obras publicadas durante la vida de Machado
Bibliografía reciente

A Carlo Gandolfi,

con mi afecto, devoción y amistad. 

 

A mi vida entera, para siempre.

 

 

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

 

Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar..

 

(Antonio Machado - Retrato)

Cien años de Soledades

 

 

Estos días azules y este sol de la infancia.

 

 

Antonio Machado nació el 26 de julio de 1875 y murió el 22 de febrero de 1939.

 

Dentro de estos simples datos temporales se desarrolla la experiencia humana e intelectual de uno de los poetas españoles màs significativos de nuestra época. Porque Machado fue poeta y, quizás, solo y simplemente esto.

 

Su caràcter esquivo, su honda humanidad, junto con su modestia y bondad ("soy, en el buen sentido de la palabra, bueno"), no le impidieron la formulación de una poética extremadamente rigurosa.

 

Fue contemporáneo de gigantes de la literatura ibérica como Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Azorín y Ramón María del Valle-Inclán, vivió y percibió la profunda reflexión existencial de la Generación del '98, se relacionó con los jóvenes poetas de la Generación del '27, siendo testigo formidable de sus primeras experiencias poéticas, conoció a Oscar Wilde y a Jean Moréas, fue hermano de un poeta fecundísimo como Manuel Machado, con quién compuso obras teatrales, amigo de Villaespesa y de Pérez de Ayala, estuvo castamente enamorado de Pilar de Valderrama, caminando por su propio y original camino artístico, sin reconocerse en ninguna de las escuelas poéticas y en la escritura de ninguno de ellos.

 

 

Pero yo pretendí seguir camino bien distinto

 

aclara en el prólogo a Soledades, galerías y otros poemas (1917), refiriéndose a la experiencia modernista.

 

Y, además :

 

Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu.

 

Machado había aclarado, en verso, este concepto fundamental de su arte, en el primer poema de Campos de Castilla (1912):

 

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

 

Queda muy claro como el haber citado a Ronsard no pudo ser, para Machado, un simple ejercicio de devoción. Sus "viejas rosas" constituyen una referencia evidente a los poemas del Francés, objecto de estudio del Poeta, que de este idioma fue catedrático durante muchos años:

 

Mignonne, allons voir si la rose

Qui ce matin avoit desclose

Sa robe de pourpre au Soleil,

A point perdu ceste vesprée

Les plis de sa robe pourprée.

Et son teint au vostre pareil.

La poética de Machado, pese a su indudable originalidad creativa, fue caracterizada por el marco que la acompañará para siempre, el mismo pretender "seguir camino bien distinto" de los demás gigantes de la literatura española de su tiempo, lo que le permitirá, el el mismo poema-símbulo de una vida entera, afirmar -pero, sobre todo, revendicar-

 

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,

 

alejándose por completo no sólo del protagonista de las "Sonatas" de Valle-Inclán, sino incluso de sí mismo, como autor (junto con Manuel) de aquel "Juan de Mañara", concebido para el teatro pero escrito y publicado en verso. Y hay que decir que el teatro de los dos ha sido, increíblemente, muy poco estudiado por los críticos. Parece que el "torpe aliño indumentario" de Don Antonio se confunda con los "ropajes" teatrales de su producción paralela, hasta en el acto de elegir los títulos. ¿Quién adivinaría que detrás de indicaciones casi burlescas como "La Lola se va a los puertos...", sonreía fugazmente el mismo poeta que fue el autor de versos escalofriantes, el hombre que, al afrontar su "último viaje", decide estar

 

casi desnudo, como los hijos de la mar

 

sin cesar de proponer, formular, anular, rehacer, publicar, republicar una producción poética no infinita, pero, indudablemente, sin fin?

 

El trabajo y el cuidado incesables, siempre concedidos por Don Antonio a sus libros, empieza a notarse y hacerse vivo con la publicación de su primera recopilación poética, las "Soledades" de 1903, tan olvidadas.

 

Se trata de un libro que, aunque haya tenido una forma evidentemente concluida, obsesionó mucho a Machado, hasta modificarlo entre el hacer y el deshacer para reeditarlo, en 1907 bajo el título de "Soledades. Galerías- Otros poemas". Incluso en la variación del título se nota como la inevitable correspondencia devocional para Don Luis de Góngora no fue nada más que un disfraz (también burlesco, si el lector lo quiere).

 

Confrontando los dos libros (que libros son, y no versiones), mediante un cotejo que hasta podría ser superficial, parece increíble como el poeta del

 

Despacito y buena letra,

(que) el hacer las cosas bien

importa más que el hacerlas

 

haya transformado sus poemas publicados en 1903, hasta amputarlos con la privación de todos los endecasílabos originales?

 

Hacer y deshacer, se decía, pero, sobre todo, rehacer. Esto es lo que sigue haciendo Machado en aquellos años, quizás nada más. Y al escribir el célebre prólogo al libro de 1907 aclara tratarse de algo enriquecido, sí, per "con adiciones poco esenciales".

 

La necesidad de ser completamente conforme con el pensamiento auténtico de Machado, no nos impide notar que la evidencia es bien distinta, como distintos son los dos libros en cuestión, y lo xplica muy bien Rafael Ferreres en su detallada edición de 1960 que, por primera vez en la época reciente, devolvieron a los lectores todos la integridad de las "Soledades" de 1903. Cabe aquí señalar, y no sea esto dicho de paso, la traducción/edición del mismo volumen curada por Francesco Guazzelli, que también fue Maestro de quien redacta estas notas.

 

Sin duda alguna, mucha influencia tuvo, en las decisiones (¿sólo editoriales?) de Don Antonio, la correspondencia con Don Miguel de Unamuno y el debate ideológico que el Vasco poblicó en el libro "Almas de jóvenes", de 1904.

 

Sin embargo, no es de transcurar la coincidencia, que no es de mera fecha, que fue propiamente el año 1907 el que vio salir a la imprenta las segundas "Soledades" de Machado y las "Poesías" de Unamuno. El primero, tan joven de alma, ya habia dado su contribución poética cuatro años antes, mientras que el tres veces Rector de la Universidad de Salamanca tarda en publicar su primer libro de versos, casi con infrecuente timidez, y "a contratiempo, acaso", incluyendo en él su poética originaria y terminándolo con algunas traducciones de los italianos Carducci y Leopardi y del catalán Maragall. Se trataba de dos personalidades completamente opuestas.

 

"Campos de Castilla", de 1912, es el libro de Machado quizás más amado por los lectores hispanohablantes, donde verso y experiencia biográfica personal su funden en una entidad poética que seguirá tambien su exclusivo "camino".

 

Machado se había casado con Leonor Izquierdo en 1909. Leonor, que tenía entonces quince años, murió a los pocos días de ver publicado el nuevo libro de su marido. El Poeta, que hizo todo lo posible para evitar lo inevitable, parece, a veces, no darse cuenta de la tragedia que lo espera. Por ejemplo, en 1911 escribe a Rubén Darío:

 

Querido y admirado maestro: Una enfermedad de mi mujer, que me ha tenido muy preocupado y convertido en enfermero, ha sido la causa de que no haya ido a visitarle como le prometí. Afortunadamente, hoy, más tranquilo, puedo anunciarle mi visita para dentro de unos cuantos días, a fin de semana. Le quiere y admira. Antonio Machado.

 

Duró muy poco la tranquilidad de Machado, convirtiéndose en un "recuerdo" que le acompañará para siempre. A Leonor, los versos más estremecedores de toda una vida de poesía:

 

 Sentí tu mano en la mía,

tu mano de compañera,

tu voz de niña en mi oído

como una campana nueva,

como una campana virgen

de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,

en sueños, tan verdaderas!...

 

¿No ves, Leonor, los álamos del río

con sus ramajes yertos?

Mira el Moncayo azul y blanco; dame

tu mano y paseemos.

 

Dice la esperanza: un día

la verás, si bien esperas.

Dice la desesperanza:

sólo tu amargura es ella.

Late, corazón... No todo

se lo ha tragado la tierra.

 

hasta pedirle, en una silva (forma métrica muy admirada por Machado), a su "buen amigo José María Palacio"

 

 Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra...

 

No es el "azul" modernista de Rubén Darío. Se trata de una palpitación del espíritu que alude y se refiere al tema de la infancia, y que tendrá importancia fundamental en toda la producción machadiana posterior, hasta cristalizarse para siempre en el último verso escrito por el Poeta, que sus amigos encontraron en su bolsillo poco después de su muerte, y que encabezan esta introducción.

 

Fue, Leonor, el único amor de su vida, y fue un Machado

 

triste, cansado, pensativo y viejo

 

el que se acercó a la relación intelectual con Pilar Valderrama, muchos años más tarde.

 

Los críticos se han inerpicado muchas veces, y con resultados diferentes, por los caminos de la interpretación machadiana con hipótesis que no merece la pena considerar de una forma orgánica, sobre lo que fue simplemente un encuentro de dos almas catapultadas hacia perspectivas poéticas distintas.

 

En un jardín te he soñado,

alto, Guiomar sobre el río,

jardín de un tiempo cerrado

con verjas de hierro frío.

 

Un tiempo "cerrado", entonces y casi estéril en la búsqueda de un sentimiento sublimado en una forma inmudada pero con un contenido en que se nota el detaque del Poeta respecto a la vitalidad de la joven intelectual:

 

Tu poeta

piensa en ti. La lejanía

es de limón y violeta,

verde el campo todavía

Conmigo vienes Guiomar;

nos sorbe la serranía.

De encinar en encinar

se va fatigando el día.

El tren devora y devora

día y riel (...)

 

¡Oh tarde viva y quieta

que opuso al 'panta rhei' su 'nada corre',

tarde niña que amaba a su poeta!

¡Y día adolescente

-ojos claros y músculos morenos-,

cuando pensaste a amor, junto a la fuente,

besar tus labios y apresar tus senos!

 

Tan lejos parece haberse huido la poesía de Machado, de la íntima esencia, tan simple y delicada, de la producción dedicada a Leonor (la que su mujer le inspiró durante su breve vida fue probablemente constituida por el poema "A un olmo seco", y nada más) pero no se agota la participación emotiva y emocional del Poeta por lo que vive, siente y muere. Porque morirse, poco a poco, no fue para Machado lo que Unamuno teorizó, y con gusto excesivo hacia las paradojas, en el último soneto de su vida:

 

Morir soñando, sí, mas si se sueña

morir, la muerte es sueño; una ventana

hacia el vacío; no soñar; nirvana (...)

 

Es el 28 de diciembre de un catastrófico 1936, cuando Unamuno, bajo domiciliares, concluye su existencia poética. La terrena sólo le sobrevivirá tres días.

 

Desde su camino distinto, y con sorprendente capacidad profética, Machado ya había indiduado, en "Campos de Castilla", la dualidad conflictuosa del pueblo español:

 

Ya hay un español que quiere

vivir y a vivir empieza,

entre una España que muere

y otra España que bosteza.

Españolito que vienes

al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas

ha de helarte el corazón.

 

Y fue exactamente a partir de 1936 que el corazón de Machado empezó a helarse, lenta- pero definitivamente. Y la guerra no le evitó, ni siquiera le ahorró el dolor proporcionado y repartido en millones de familias españolas: la adhesión de su hermano Manuel a las locuras del franquismo no pudo ser nada más que la parte más evidente de la última pena del Poeta. Nacida con la muerte de su fiel amigo Federico García Lorca

 

 

Muerto cayó Federico.

-sangre en la frente y plomo en las entrañas-.

...Que fue en Granada el crimen

sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...

 

sigue su extremo camino en la reelaboración tardía de la forma del soneto

 

La guerra dio al amor el tajo fuerte.

Y es la total angustia de la muerte,

con la sombra infecunda de tu llama

 

y la soñada miel de amor tardío,

y la flor imposible de la rama

que ha sentido del hacha el corte frío.

 

hasta concretizarse en la muerte suprema, la del "españolito" nacido en el mundo, y muerto por las heridas de la España bostezona y, por este motivo, ganadora del conflicto:

 

Otra vez en la noche... Es el martillo

de la fiebre en las sienes bien vendadas

del niño. —Madre, ¡el pájaro amarillo!

‎¡Las mariposas negras y moradas!

‎—Duerme, hijo mío. —Y la manita oprime

la madre, junto al lecho. —¡Oh, flor de fuego!

‎¿Quién ha de helarte, flor de sangre, dime?

Hay en la pobre alcoba olor de espliego;

fuera, la oronda luna que blanquea

cúpula y torre a la ciudad sombría.

Invisible avión moscardonea.

‎—¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?

El cristal del balcón repiquetea.

‎—¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

 

Y fría fue la huida de España, camino del exilio francés en un frío febrero de 1939. Francisco Franco se proclamará jefe del estado el 1° de abril, y la muerte alivió a Don Antonio, irreconocible frente a su aspecto de pocos meses precedente, evitandole conocer la catástrofe. Con unos pocos amigos, cerca de la frontera, llegó a Collioure después de haber trasportado ahí, y casi como una reliquia, a su anciana y desesperada madre. Las circunstancias temporales y cronológicas de la muerte de Machado fueron brevísimas. El día 22 del mismo mes, el cadáver de Machado, cubierto con la bandera de la República, casi desnudo, fue trasladado al cementerio francés donde actualmente descansa. El entierro, del que tenemos una abundante documentación fotográfica, fue muy simple y pobre. El ataúd del poeta apoyado sobre dos sillas y muy poco más, las gotas de su "sangre jacobina" ya vertidas, y una de las dos Españas lejos de él.

 

 

Valerio Di Stefano, abril de 2024.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nota

 

Este libro se debe al entusiasmo y a la amabilidad de unos pocos amigos, de un inmudable afecto y a mis Maestros, lo que me parece más que suficiente para entregarlo al lector final tal como es.

Lo hice (que los libros se "hacen", no se escriben) gracias a la lectura de la biografía machadiana "Ligero de equipaje", del inmenso Ian Gibson, pero, sobre todo, a la labor de Jordi Domènech contenida en su web abelmartin.com. Sin su contribución fundamental, nada de todo esto hubiera existido.

Mucho habría que decir sobre la abundante iconografía que acompaña a Antonio Machado en la actual Vulgata de su obra y que contrasta con la inexplicable ausencia de grabaciones de su voz. Pero prefiero que lo que aquí queda contenido y evidenciado hable de por sí a quien tuviera bastantes afecto y amistad para apreciarlo.

Y al cabo, nada os debo.

 

VDS

 

 

 

 

 

 

Antonio Machado Álvarez y Ana Ruiz, padres de Don Antonio

 

Antonio "Demófilo" Machado Álvarez,

padre del Poeta

 

 

Ana Machado y Ruiz, madre del Poeta en un cuadro del hijo José (Museo del Prado, no expuesto, particular)

 

 

Cipriana Machado y Ruiz, hermana del Poeta,

fallecida en el año 1900

 

 

José Machado y Ruiz, hermano del Poeta