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La micronovela entre un microfilm o un micro punto. Muy útil en la informática actual. Uno de los usos prácticos es dar al lector la oportunidad de terminarla a modo de ejercicio literario.
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Seitenzahl: 89
Veröffentlichungsjahr: 2015
Aquí puede escribir su introducción.
La micronovela entre un microfilm o un micro punto. Muy útil en la informática actual. Uno de los usos prácticos es dar al lector la oportunidad de terminarla a modo de ejercicio literario.
“Si estas frente a un río y no tienes provisiones, apúrate a cruzar.” Sun Tzu Dedicado a todos mis Médicos, vivos y muertos.
Matías, capitán de corbeta, estaba de segundo comandante en el batallón dos, después de Lescano, ambos comandos. Fabián El “Cazador” Lescano, así lo conocían sus pares, también por su rostro y cuerpo estaba lleno de cicatrices de contiendas anteriores. Con el grado de Capitán de Navío, le dieron el cargo del Batallón de Infantería de Marina. Matías y Fabián, se conocían desde antes de la contienda en la que estaban inmersos. El trato entre ellos era cordial. Lescano confiaba plenamente en su segundo.
Ellos eran los más antiguos de la compañía. Las tropas se dispusieron de infantes recién egresados de la Escuela de Suboficiales. Se prefirió así, debido a la falta de recursos humanos y materiales.
Se desplazaban hacia la Provincia de Corrientes, donde Inteligencia le informó a Lescano que encontrarían a al enemigo.
La mente de Fabián se preparaba para entrar en combate. Recordó el rostro de su hermosa mujer, embarazada de siete meses de su primer hijo varón. Pensó que el día anterior, acostados en la cama, él le acariciaba su pelo azabache, suave al tacto perfumado. Podía sentir en ese momento, lejos de ella, su aroma de rosas. Por último solo podía recordar sus ojos azules. No pudo memorarla; su rostro le fue ajeno. La distancia entre los recuerdos y el estado de alerta, lo concentraron en que debía hacer. Defender la Patria hasta perder la vida.
Los 300 Infantes de Marina, provenientes del Batallón 2, viajaban en ómnibus viejos, de una línea de Punta Alta. La línea 501 y la 319. Partieron hacia el Estero del Iberá, a las 0600 horas. El vieja iba a ser largo, apremiaba el tiempo para llegar a destino.
El conflicto al que se enfrentaban, era ante naciones hermanas. Brasil, Paraguay, Chile y Uruguay se disputaban el dominio de la última fuente de agua, El acuífero Guaraní. En Sudamérica era la última fuente de agua. En otros continentes también se disputaban entre vecinos.
En esta guerra no había ni aliados ni bandos. El mundo entero tenía sed; el conflicto era por lo último de donde beber. Se esperaba que el recuso se agotara muchos años después. No fue así. Nada de diplomacia o compartir. El hambre es deshumanizante, pensó Lescano
La Argentina pretendía conservar la soberanía, en lo que le correspondía del acuífero, el Estero del Iberá. Las otras naciones pretendían controlar todo el acuífero, emplazado en sur de Paraguay, sur de Brasil, norte de Uruguay, provincia de Corrientes.
Chile se había quedado sin hielos continentales. No podían optar por plantas potabilizadoras de agua de mar, porque la caída de las principales naciones , incluyendo las del sur de Sudamérica, habían caído en un poso económico del que hacía varios años, en la que los países no pudieron salir. Todas las monedas, habían perdido su valor. El dinero no valía. Se comerciaba con alimentos. En especial granos.
La mayoría de las rutas fueron bombardeadas, para evitar que lleguen los suministros. El puente de Zarate, que conecta la provincia de Buenos Aires con Entre Ríos fue inutilizado al principio del conflicto, hacía unas horas atrás, en medio de la noche. Al llegar la caravana al inexistente puente, deberían cruzar en balsas el río Paraná. Motivo que retrasaría la hora de arribo hasta la zona de conflicto. Aun más lento era el traslado, por la ruta arruinada. Gran parte del trayecto era a paso de hombre.
Lescano, pensaba que dentro de pocos días, la población empezaría a tener necesidades. Estimaba que las tiendas se quedarían sin alimentos en los tres días siguientes. La pregunta que se haría todo sociólogo, como iba a reaccionar el pueblo argentino. Agrupados cada uno con los más allegados; O solidario, ayudando al prójimo. Lo consideraba una buena incógnita.
_ La Nación Argentina se va a unir – Habló para sí, sentado en el ómnibus junto parte de su tropa y su segundo.
Matías lo escucho. De inmediato adivino en que estaba pensado.
_ Creo lo mismo, Señor. – Fabián Lescano dio vuelta la cabeza para mirarlo. Sin mover la boca cerrada le sonrió con la mirada.
Sosteniendo la mirada le comentó.
_ Los argentinos tenemos que dejar de rumiar mierda y pensar en ser una potencia mundial. – Fabián
_ En este conflicto tenemos que volver a lo básico es la clave del éxito. – Agregó Matías.
El Batallón de la mesopotámica fue diezmado por bombardeos. El 181 retransmitía todos los mensajes desde la retaguardia al frente. Fuerza Aérea y Aviación Naval, estudiaban como participar en el conflicto. El Cazador Lescano esperaba tener Apoyo Aéreo.
_ Mataría por unos mates – Dijo Lescano.
_ Yo también – Matías estuvo de acuerdo.
Yo, sentado al final del ómnibus, como fotógrafo de guerra, les saque una foto de toda la compañía con el suboficial y el oficial, en el fondo del núcleo semántico. Me quedé quito para que nadie me observara, y así documenté todo el conflicto, tratando de no molestar.
El pequeño Sebastián, niño de diez y siete años, que vivía en Villa Loreto, Bahía Blanca, sufría las penurias del hambre. Sus padres no tenían trabajo, era único hijo. Su papá, en decisión conjunta con la mamá, decidieron tener uno solo. Querían darle toda la educación que podían costear. La fortuna no les sonreía. Su padre le daba valor para enfrentar el dolor de la panza vacía. A su corta edad, comprendía muy bien que es ser pobre. El papá quería progresar, pero no tenía trabajo. Vivian de los trabajos ocasionales. Sebastián quería enrolarse como voluntario; sus padres estaban en desacuerdo.
Matías observa a al oficial meditar, con una mano en la boca, apoyado el codo en la ventana del vehículo. Esperó paciente que dijera un nuevo aforismo, tan natural en él.
_ El estero es como Vietnam, nosotros jugamos de locales.
Matías asintió con un moviendo la cabeza
_ En el mar, ellos tienen el poder, pero en el terreno somos todos iguales.
El Cazador agrega.
_ Ves al fotógrafo que esta allá. Se llama Mario. Tiene un lema y dice: Viví mi vida calculando las probabilidades que tenía para sobrevivir.
Me acerqué a Lescano para prestarme para lo que sea.
_ Vas a sacar fotos de las posiciones enemigas.
Me quedé entusiasmado por el peligro que correría. La futura experiencia confirmaría ese sentimiento. Agregué a la conversación.
_ Tengo donde revelar los rollos, allá en Corrientes.
Aviación Naval, decide prestar apoyo aéreo táctico; por falta de máquinas se decide a usar una política de ataque preciso y de gran valor, con el uso de un porcentaje menor de recursos.
Estaba desanimando a los infantes al mostrarse meditativo. Lescano se aclaró la garganta con un sonido medianamente audible. Mejoró su postura; mantuvo silencio por unos instantes, hasta que bien sentado, recobró la línea del pensamiento.
“Si la industria ganadera quiebra, la civilización se extingue”. “Tengo que tener en cuenta que mis infantes comen un kilo de asado. Que no les falte la calorías necesarias.”
El pueblo correntino cooperará con alimentos, con lo que pueden. Ayudará escondiendo armas y soldados, llevando alimento a las tropas.
Matías observaba con presta atención, el paisaje que lindaba la ruta. Llano, de pasto muy verde, gracias al humus de las tierras más ricas de la Argentina. Los cascos de la estancias, en general rodeada de eucaliptos, mostraban la importancia del campo de la provincia de Buenos Aires.
Vio que un cartel de señalización vial, de color verde, indicaba que solo faltaban 16 kilómetros para llegar a la ciudad de Suárez, donde recogerían a 10 Comandos del Ejército Argentino. Matías estaba ansioso por conocer a esa compañía de elite. Entre sus subordinados no contaba con ningún comando naval. Era para él un orgullo compartir su camaradería.
Pensando en conocerlos, la ansiedad de llegar hasta Suárez, el corto trayecto se le hacía muy largo. El ómnibus donde viajaba, de viejo que era, no superaba los 60 kilómetros por hora.
El sol de verano calentaba el techo de vehículo. Dentro era un sauna sin vapor. Saco la mano por la ventanilla abierta, para tamborillar en la chapa del costado izquierdo del chasis. Marcaba el redoblante con los dedos, y el bombo con la pierna contraria.
El Cazador, revisó su FAL, con la mira KARC ZIESS. Todo estaba en orden. Volvió a repasar la munición. Contó los cargadores que llevaba en el pecho. Granadas. Todo estaba en su correcto orden. La compañía siguió el ejemplo de su oficial. Revisaron su ración de pan de germen de trigo. Medio kilo cada uno. Agua. Tubo filtro potabilizador de agua de río. El enfermero revisó los suministros médicos y el instrumental quirúrgico.
Lescano trató de adivinar que haría prefectura en la zona de conflicto. Rezó para que todo fuese como era debido. Esperaba que sufriesen la menor cantidad de bajas. Contaba con ellos para que fuesen sus ojos en la lejanía del río Paraná y Uruguay. El oficial se hizo una pregunta clave, que haría el Señor Don Robacio en su lugar. La respuesta se la guardo para sus adentros.
_ Coincido Señor… ¿Cómo vamos a hacer con los suministros?
_ Los conductores, a propio riesgo, van a aventurarse. – Lescano le sostuvo la mirada. – En cuanto al complejo habitacional destruido por bombardeos, el sindicato se comprometió a prestar ayuda “ad honorem”.
_ Estimo también que van a haber bajas civiles. – Matías preocupado.
_ Incluso, si nos ocupan nuestra Patria, muchos cartoneros se prestaron para transportar escondido munición. – El Cazador, bajo la mirada, agregó – Es de esperar que no lleguemos a ser invadidos.
_ El sufrimiento humano es universal.
Lescano no contesto la afirmación, por el nudo en la garganta. Miró al enfermero de guerra, era un hombre de más de 50 años, de 30 años en actividad.