Mujeres extraordinarias de la Biblia - Elizabeth George - E-Book

Mujeres extraordinarias de la Biblia E-Book

Elizabeth George

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Beschreibung

Este maravilloso libro comunica la infalibilidad del amor de Dios e inspira el renuevo, desde la perspectiva de la mujer, y conecta a la mujer de hoy con la fuente de toda realización que sostuvo a sus hermanas en los tiempos bíblicos, la relación con Dios.

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Mujeres extraordinarias de la Biblia

Y sus mensajes para tu vida hoy

©2007 por Elizabeth George

Publicado por Editorial Patmos

Miami, Florida EE.UU.

Todos los derechos reservados.

Originalmente publicado en inglés con el título The Remarkable Women of the Bible.

©2003, por Harvest House Publishers, Eugene, Oregon, U.S.A.

Traducción: Silvia Cudich

Gráfica: Wagner de Almeida

Conversión a libro electrónico: Cumbuca Studio

Las citas bíblicas utilizadas en este libro han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional 1999, de la Sociedad Bíblica Internacional. Usadas con permiso.

ISBN: 1-58802-405-9

eISBN: 978-1-64691-196-7

Categoría: Mujeres / Estudio Bíblico

Índice

Una invitación a… una Vida Extraordinaria…

Eva: Extraordinaria Creación

1. ¡La más bella de toda la creación!

Sara: Fe extraordinaria

2. Los primeros pasos en la fe

3. Los pasos avanzados en la fe

4. Recompensas de la fe

Rebeca: Viaje Extraordinario

5. Lista, dispuesta y capaz

6. Pruebas de la fe

Jocabed: Madre Extraordinaria

7. El corazón de una madre

Miriam: Líder Extraordinaria

8. Una hermana dedicada

9. Una santa dedicada

Rahab: Gracia Extraordinaria

10. Un camafeo de valentía

11. Un retrato de transformación

Débora: Sabiduría Extraordinaria

12. El sendero hacia la grandeza

Rut y Noemí: Devoción Extraordinaria

13. Cómo soportar momentos difíciles

14. Cómo disfrutar de las bendiciones de Dios

Ana: Sacrificio Extraordinario

15. Un tapiz de gracia

16. Hebras de sacrificio

Ester: Valentía Extraordinaria

17. La belleza de la valentía

Elisabet: Andar Extraordinaro

18. Consagrada a Dios

María: Vida Extraordinaria

19. Altamente favorecida

20. ¡Adora al Rey!

21. Una mujer conforme al corazón de Dios

22. Un retrato de devoción

María y Marta: Un Amor Extraordinario

23. Dos caras del amor

Dorcas, Lidia, Priscila y Febe: Siervas Extraordinarias

24. Servicio generoso

Reinas de Fe y Gracia Extraordinarias

Un último vistazo

Notas

Una invitación a… una Vida Extraordinaria…

Extraordinarias! ¡Qué palabra maravillosa para describir las mujeres de la Biblia! Y, querida mujer de fe, ellas, y sus transformadores mensajes, están a nuestra disposición hoy día.

Si tú eres como yo, tu vida parece una larga carrera de obstáculos. Todos los días están repletos de desafíos. A pesar de nuestros horarios, planes, sueños y objetivos, la vida no cesa de sacudirnos con su aluvión de tensiones, problemas, contratiempos y situaciones aparentemente imposibles. ¡De verdad, a menudo nos parece que la vida es algo que no podemos manejar por nuestra cuenta!

Bueno, querida mía, las extraordinarias mujeres de la Biblia ponen ayuda y esperanza a nuestra disposición. Porque, mira, sea lo que sea que estemos enfrentando, ellas lo han experimentado. Se han topado, y manejado, los retos propios de las mujeres solteras, casadas y la crianza de los hijos. Conocen cómo vivir con carencias, cómo enfrentar las pérdidas, la vejez, la muerte y el morir. Todo el dolor, la pena, la confusión y las dificultades del mundo han sido parte de su vida. Y ahora ellas continúan viviendo en la Palabra de Dios para enseñarnos y animarnos a enfrentar nuestra propia vida.

Me agrada imaginarme que cada una de las visitas a estas mujeres extraordinarias consiste en sentarnos y compartir con ellas una taza de café. Allí están, con toda su sabiduría, listas, dispuestas y capacitadas para transmitirnos todo lo que han aprendido. Están felices de poder contarnos cómo, gracias a su sólida fe en Dios, ellas triunfaron en las situaciones en que se encontraban. Su corazón está abierto a nosotras. Mediante su vida podemos hallar gran sabiduría y ayuda práctica. ¡Y Dios nos ha brindado sus vidas en su Palabra de modo que podamos aprender sus mensajes transformadores!

Amada mía, estas queridas mujeres son el don de Dios para ti y para mí. Tengas o no una madre o amiga o mentora a tu disposición, tú tienes las extraordinarias mujeres de la Biblia. Deja que ellas compartan contigo. Permite que te animen, que te aconsejen, que te enseñen el mejor camino, el camino de Dios, para manejar cada día y cada dificultad.

Este provechoso volumen te lanzará por el sendero que te conduce a vivir tu propia vida extraordinaria, alentándote a buscar la manera de convertir estos mensajes transformadores y la eterna sabiduría de este cuerpo de mujeres de Dios llenas de fe en una parte integral de tu vida diaria. Los ejercicios prácticos contenidos en esta guía de estudio y crecimiento son apropiados para estudios individuales o en grupo y son para mujeres de todas las edades, ya sean casadas o solteras.

¡Pido a Dios que te bendiga ricamente mientras recurres a Él y las extraordinarias mujeres en su Palabra en busca de sus principios eternos para vivir tu vida hoy!

¡La más bella de toda la creación!

Eva…sería la madre de todo ser viviente.

GÉNESIS 3.20

Me pregunto si acaso existe alguna persona en el mundo que no haya escuchado de Adán y Eva, las dos primeras personas sobre la faz de la tierra? Pienso que incluso la educación más elemental comienza con la extraordinaria historia de Adán y Eva.

Como la primera mujer en el mundo, Eva disfrutó el placer de ser la primera en muchas cosas. Y, como pronto verás, ¡no es sencillo ser la primera!

Primera mujer

Las primera palabras de Dios con respecto a la creación de la humanidad son éstas: “Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó” (Génesis 1.27). No podemos dejar de preguntarnos: ¿Cómo ocurrió? Ésta sería una versión abreviada de la creación de la “creación más bella de todas”: ¡Eva!

La creación estaba completa. (Bueno, ¡casi!) Dios había estado ocupado durante seis días creando un hermoso mundo nuevo. Ahora estaba listo el escenario. El magnífico paisaje de Dios estaba terminado y en su lugar. Su sol, luna y estrellas iluminaban su perfecto planeta. Todas las criaturas, grandes y pequeñas, disfrutaban de un ambiente perfecto.

Sin embargo, el universo estaba prestando atención, a la espera de las creaciones finales de Dios. Por fin, Dios presentó sus obras maestras al resto de la naturaleza. Primero el hombre Adán, formado por Dios del polvo del suelo (Génesis 2.7). Luego, de manera final y dramática, la mujer Eva, creada de una de las costillas de Adán y presentada por Dios a Adán como hueso de sus huesos y carne de su carne (versículos 21-22).

Por ahora, concentrémonos en el hecho de que Dios creó a Eva, considerada por el laureado poeta John Milton como la “más bella de la creación”. Concebida por un Dios perfecto, Eva reflejaba su perfección divina en su feminidad.

¿Qué puedes hacer para unirte a Eva y disfrutar de tu hermosa feminidad y condición de mujer?

Acepta tu extraordinaria feminidad: No hay necesidad de que te sientas inferior, de segunda clase o segunda categoría. No, la mujer fue la última y más hermosa creación de Dios. Recién después de presentar a la mujer, Dios proclamó que su creación era “muy buena” (Génesis 1.31). Adán y Eva eran similares. Sin embargo, ambos eran diferentes el uno del otro. Uno era hombre y la otra era mujer (Génesis 1.27). Sin embargo, los dos juntos, así como cada uno individualmente, reflejaban la imagen y gloria de Dios. ¡Extraordinario!

Comienza a cultivar tu extraordinaria feminidad: Todo este libro trata sobre las bellas, graciosas, gloriosas, hermosas, preciadas mujeres de la Biblia. A medida que avances en la lectura, permite que la verdad de Dios penetre tu entendimiento y transforme tu opinión de ti como mujer hasta que ésta coincida con el alto valor que Dios ha puesto en sus mujeres.

Asume el compromiso de destacarte en tu extraordinario rol como mujer: Como mujer de Dios, sé lo mejor de lo mejor (véase el Proverbio 31.29). Deléitate en el perfecto diseño y plan de Dios para tu vida. ¡Él te ha creado mujer! Como tal, te unes a la posición exaltada de Eva de ser la “más bella de la creación”.

La primera esposa

¡Eva tiene la doble distinción de ser la primera mujer de todas y la primera esposa! Capta la escena: Cuando Dios examina su creación ese sexto día histórico, nota que no había ninguna ayuda para complementar al hombre, Adán. Hasta ese momento, con cada día de creación más, Dios acota que “era bueno”. Pero en el caso de Adán, Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Génesis 2.18).

Eva, mi nueva amiga lectora, fue la respuesta de Dios a la condición incompleta de Adán. El rol principal de Eva, además del propósito para su creación, fue la de complementar a Adán y ser su ayuda: ser una esposa. Esto significa que Eva fue creada para un cargo de honor, habiendo nacido al trono de gloria más hermoso y más noble: “la gloria del hombre” (1 Corintios 11.7). La primera esposa reflejaba la gloria del primer esposo.

La primera en fracasar

Hasta aquí todo fue bien… Pero luego el mundo perfecto que Dios había creado fue lanzado al pecado y al caos por la incapacidad de Eva de soportar las tentaciones que le ofreció la serpiente (Génesis 3.1-6). Ella escuchó al tentador, comió del único árbol que Dios había prohibido que comieran, involucró a su esposo en la rebelión… ¡y el resto es historia! Hoy día aludimos a esta escena como “la caída”.

¿Qué se podía hacer? “Ya sé”, debe de haber razonado Eva, “¡culparé a la serpiente!” Pero no había duda sobre su culpabilidad. Y no había límites a los cambios que tendrían lugar en su vida… en su matrimonio… en su precioso hogar… en su relación con el Señor Dios mismo… y en su corazón… por no haber obedecido las instrucciones de Dios.

Luego, en el momento en que sentía que la oscuridad se establecía en su vida maravillosa y perfecta, lo escucha a Adán: “El hombre llamó Evaa su mujer, porque ella sería la madre de todo ser viviente” (véase Génesis 3.20). Con esas palabras, Eva vislumbró un rayo de luz nuevo: un futuro y una esperanza. Ella era Eva: ¡la madre de toda ser vivo!

Al recibir un nombre lleno de promesa, Eva se dio cuenta de que ella, la culpable pecadora, podía aún servir a su Dios lleno de gracia y perdón. ¿Cómo? Gestando los hijos de Adán y, por tanto, siendo la madre de todas las futuras generaciones (1 Corintios 11.12). Su nuevo nombre reflejaba el increíble papel que tendría en la historia de la humanidad.

“Eva”. De la muerte, emanó la vida; de la oscuridad, la luz; de un fin, un principio; de una maldición, una bendición; de su sentencia de muerte, una esperanza para el futuro; de la terrible desesperación de la derrota, la fuerza de una fe naciente. ¡Eva era la madre de todo ser viviente!

¿Te das cuenta, querida, que tu vida cuenta también? ¿Y que cuenta de manera importante? Es verdad: tú compartes la sentencia de Eva de muerte física (Romanos 5.12), pero seas quien seas y sean cuales sean tus circunstancias, tú tienes vida para dar y transmitir a los demás. ¿Cómo?

Tú das vida mediante tus esfuerzos físicos para cuidar a los demás.

Tú compartes tu vida espiritual al hablar con los demás sobre Jesús.

Tú eres la vida de tu hogar, aportando la chispa de tu risa y gozo a los demás.

Tú les transmites vida física a tus hijos.

También les transmites vida eterna, al enseñarles el evangelio de Jesucristo.

De modo que tú, querida mujer y extraordinaria creación, puedes escoger a diario alimentar tu vida espiritual hundiendo tus raíces profundamente en el amor y perdón de Dios. La vida de Eva provino del Señor; así también la tuya. El Señor era la fortaleza de su vida y Él es tu fortaleza también. Toda la energía, el propósito y la vida que tienes para transmitir a los demás encuentran su fuente en el Señor.

La primera madre

Mi querido amigo (y editor) Steve acaba de escribir un libro con otro autor titulado Survival Guide for New Dads1 (una guía de supervivencia para nuevos papás). Desafortunadamente, cuando Eva se convirtió en la primera mamá de todas, no se había escrito semejante guía para mamás. ¿Por qué? ¡Porque no habían existido mamás hasta ese momento! Jamás le había dado vida una mujer a un niño. En efecto, jamás había existido un niño: un bebé (¡fuera eso lo que fuera!). Jamás le había dado la tierra la bienvenida a un bebé.

¿Qué harías tú si no tuvieras una mamá o mujer mayor que te enseñara y diera estímulo? ¿Qué harías sin un esposo que haya asistido a las clases de preparación para el parto? ¿Qué harías sin amigas, libros de enseñanza, doctores o enfermeras? ¿Qué harías con tu primera experiencia con el dolor físico? (Eso es: antes del pecado de Eva y la caída de la humanidad no había existido el dolor.) ¿A quién recurrirías para buscar ayuda?

Ese fue el dilema de Eva. Pero ella se dio cuenta de que había Alguien a quien podía recurrir. Y ese Alguien era todo lo que ella necesitaba. Ella tenía al Señor. Ella se podía apoyar en Él, fueran cuales fueran los retos que le presentara la vida.

Cuando llegó su primer bebé, Eva declaró: «¡ Con la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!» (Génesis 4.1). Eva sabía que le había dado nacimiento a un bebé: el primer bebé del mundo, mediante la ayuda del Señor. Y sabía que Él, el Señor, era todo lo que ella necesitaba. Qué agradecida debe de haber estado Eva en esta primera empresa de contar con la ayuda del Señor siempre presente.

Eva estaba agradecida, y tú también puedes estarlo. Puedes estar agradecida de poder confiar en Dios por lo ocurrido anteriormente, por lo que estás enfrentando en el presente, y por lo que pueda ocurrir en el futuro. En verdad, ¡Él es todo lo que tú necesitas!

Sí, Eva necesitaba a Dios para convertirse en la primera madre… ¡pero lo volvería a necesitar nuevamente! Eva jamás podría haber adivinado que Caín, el precioso bebé que ella había sostenido en su regazo, crecería un día y cometería el primer delito, asesinando a su segundo hijo Abel, quien se convertiría así en la primera muerte humana. Y Eva tampoco sabía que Dios quitaría a Caín, también, de su vida. No sólo experimentó Eva muchas primeras experiencias, sino que ella, junto con Adán, fue la primera en experimentar pérdidas.

Las primeras lecciones de fe

Las pérdidas parten el corazón, y Eva sin duda sufrió muchas. Miremos tan sólo esta lista. Ella perdió:

Su perfecta relación con Dios (Génesis 3.8)

La dicha de un matrimonio sin pecado (Génesis 3.12)

Su falta de conocimiento del mal (Génesis 3.22)

Su hogar ideal en el jardín del Edén (Génesis 3.23)

Su hijo Abel, asesinado por su propio hermano (Génesis 4.8)

Su hijo Caín, a quién Dios envió lejos (Génesis 4.14)

Sí, a Eva le quedaban muy pocas cosas que perder y pocas esperanzas. Había recurrido a su caudal de esperanza demasiadas veces. Parecía no quedarle ninguna esperanza, lo cual era, a su vez, otra pérdida más. Se dice que el hombre puede vivir

Cuarenta días sin comida,

Tres días sin agua,

Ocho minutos sin aire… pero

Sólo un segundo sin esperanza

Pero, ah, ¡la bondad de Dios! “Adán volvió a unirse a su mujer, y ella tuvo un hijo al que llamó Set,porque dijo: «Dios me ha concedido otro hijo en lugar de Abel, al que mató Caín» (Génesis 4.25). El obsequio de Set, cuyo nombre significa nombrado, seguramente volvió a llenar el corazón vacío de Eva y su caudal de esperanza igualmente vacío. “Nombrado” por Dios, su Set le traería no sólo esperanza a su corazón entristecido, sino que él sería aquél del cual provendría el Hijo de Dios, trayendo una inmensa y eterna esperanza a toda la humanidad (véase Lucas 3.38).

Amada, este Hijo, el Hijo de Dios, te trae esperanza a ti también, aun cuando estés en medio de la desesperanza más absoluta. En Él se encuentra ayuda para todo corazón pesaroso… incluyendo el tuyo.

¿Cómo sueles afrontar las pérdidas? En vez de sumirte en la depresión, la desilusión o la desesperanza, coloca tu fe y confianza en estas realidades llenas de esperanza:

La fidelidad de Dios: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29.11)

Las promesas de Dios: Una de las 8000, o más, promesas de la Biblia2 te garantiza que tú todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Filipenses 4.13).

La bondad de Dios: Tu falta de esperanza no puede jamás invalidar la bondad de Dios. A pesar de que el llanto puede durar una noche, porque “el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre” (Salmo 100.5), “por la mañana habrá gritos de alegría” (Salmo 30.5).

Mi cabeza aún me da vueltas mientras trato de asimilar todas las maravillosas verdades que la vida de Eva, la primera mujer, nos envía a través de las páginas de historia bíblica. Por ejemplo, ¿te das cuenta de que…

…tú has sido creada a la imagen de Dios? Cuando Dios creó a la mujer, Él la creó a su imagen. Permite que penetre en tu corazón y tu mente la idea de que tú eres creativa, inteligente y racional. Éstas son las maneras en que has sido creada a la imagen de Dios.

… tú has sido creada para tener unión y comunión con Dios? Ninguna otra criatura ha recibido el privilegio de tener comunión con Dios aparte del hombre: la criatura que más se le parece.

… tú eres un reflejo de la gloria de Dios? Esto es lo que significa haber sido creada a su imagen. Tú reflejas a Dios a los demás. Cada vez que extiendes tu amor, llevas a cabo una obra de bien, perdonas, muestras un poco más de paciencia y permaneces fiel, ¡los demás experimentan el carácter de Dios a través de ti! Como reflejo de la gloria de Dios, por qué no:

Decides no preocuparte sobre tu “propia” valía y en cambio

Te alegras de tu valía en Dios y tu semejanza a Él.

Decides no criticarte o bajarte de categoría y en cambio

Te alegras porque eres una creación admirable (Salmo 139.14).

Decides buscar una relación más profunda con Dios y

Te alegras de que el Señor está cerca de quienes lo invocan (Salmo 145.18).

Decides caminar con fe por senderos que quizás no comprendas y te

Alegras en la promesa de su cercanía mientras que dirige tus pasos.

Decides vivir cada día como hija de Dios a través de su Hijo, Cristo Jesús, y ser el reflejo de su gloria y

Te alegras de que, como una de las elegidas de Dios, ¡tu nombre está escrito en los cielos (Lucas 10.20)!

Decides pasar tiempo en comunión con Dios a diario mediante la oración y el estudio de su Palabra y

Te alegras en la fortaleza que Él te da cada día y la esperanza que te ofrece para tu futuro.

Decides reflejar su gloria y, querida mía,

Te alegras en su amor.

¡La más bella de toda la creación!

Abram se llevó a su esposa Saray… a Canaán.

GÉNESIS 12.5

La fe: ¡qué alto precio tiene! La vida de fe no es fácil. Y eso es exactamente lo que Sara,* nuestra próxima mujer extraordinaria de la Biblia, descubrió. La vida fluía con toda normalidad en su pueblo natal de Ur. Claro que ella y su esposo, Abraham, no tenían hijos aún (Génesis 11.30), pero eso es algo que debe haber podido soportar mientras que estaba rodeada de amigos, familiares y las distracciones de la sofisticada y próspera ciudad de Ur, ubicada en las exuberantes márgenes del río Éufrates. ¡Como cualquier otra mujer, Sara debe de haber amado su hogar!

Dejar y unirse

Pero luego, se le pide a Sara que deje atrás todo aquello que le resultaba familiar y seguro; darle la espalda a todo lo conocido para ir a otro lugar. Ya ves, Dios le dice a Abraham que deje Ur, que se vaya de allí. ¿Y a dónde tenían que dirigirse? “A la tierra que te mostraré” es lo que el Señor dijo (Génesis 12.1). ¡No les ofreció ningún itinerario planeado con anterioridad!

Como resultado, Abraham, junto con Sara, va tras de Dios por el resto de su vida “sin saber a dónde iba”, en búsqueda de “la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor”. Abraham “[murió] sin haber recibido las cosas prometidas” (Hebreos 11.8-13). Su familia no tenía hogar… ¡y esa familia incluía a Sara!

Así que, la minúscula semilla de fe de Sara brotó ese día señalado cuando “[salieron] de Ur de los caldeos” (Génesis 11.31). Es posible que con dolor en su corazón y lágrimas en sus ojos, Sara haya actuado de acuerdo con las instrucciones dadas por Dios para el matrimonio: “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser” (Génesis 2.24). Como siempre, la obediencia a Dios se reduce a un asunto de fe. No importa cómo haya sucedido, nuestra Sara tomó un importante paso de fe, y esa fe creció y por último le otorgó un lugar de honor en la Galería de Famosos de Dios (Hebreos 11).

Acaso te estás preguntando y orando: “Querido Dios, ¿cómo puedo comenzar a tomar los pasos hacia ti que tomó Sara y desarrollar una fe aún mayor a la que tengo? Prueba hoy mismo estos importantes primeros pasos de fe:

Confía en la fe de aquellos que te guían: ¿A quién utiliza Dios en tu vida para mostrarte el camino hacia una fe mayor?

Aléjate de los placeres de este mundo: “No amen al mundo ni nada de lo que hay en él” (1 Juan 2.15).

Camina hacia lo desconocido, lo invisible, lo eterno, con un corazón lleno de fe: “Vivimos por fe, no por vista” (2 Corintios 5.7).

Cómo enfrentar las hambrunas

Durante el transcurso de su vida, las mujeres de Dios se tienen que enfrentar a muchas clases de hambrunas. Y, como puedes ver, Sara se enfrentó a una gran variedad en su larga vida marcada por una fe increíble. Y aquí hay una de tales hambrunas: ¡literalmente!

“Ah, cuánta pena. ¿Acaso se acabará algún día?” Quizás estas palabras hayan oscurecido los pensamientos de Sara el día en que siguió a su esposo lleno de fe, Abraham, cuando salieron de Ur (Génesis 11.31). Ur había sido el hogar de Sara, su vida, pero Dios le dijo a Abraham que fuera a Canaán. Es posible que les resultara difícil salir de Ur, pero ir a la tierra de Canaán era aún peor.

¿Por qué era peor? Para empezar, Ur estaba situada junto al rico y fértil río Éufrates. Canaán estaba tan lejos, ¡600 millas de distancia!, de su amado pueblo natal. ¡Abraham podría haberla llamado perfectamente la Tierra de Nadie!

Luego, cuando Sara se estaba comenzando a acostumbrar a la Tierra de Nadie, se desató una terrible hambruna y tuvieron que volver a mudarse, esta vez a Egipto, otras 300 millas más de distancia. ¡Ah, claro, si ella y Abraham hubieran estado de regreso en Ur, todo habría estado bien!

Es probable que Sara tuviera pensamientos similares a estos. No lo podemos saber con certeza, pero sí sabemos que es muy peligroso mirar hacia atrás. Puede dificultar y dañar nuestro progreso en la fe. De modo que, ¿qué podemos hacer para continuar mirando hacia delante y seguir con fidelidad a Dios, aun cuando las circunstancias de nuestra vida parezcan empeorar y tengamos que enfrentarnos a algún tipo de escasez?

Miremos hacia delante: La vida real ocurre en el presente y las bendiciones de Dios suceden en ese momento (y en el futuro), también.

Aceptemos nuestras circunstancias: Las circunstancias de la vida son una de las maneras principales en que Dios obra en nosotras y expresa su voluntad. Por lo tanto “háganlo todo sin quejas ni contiendas” (Filipenses 2.14).

Si las circunstancias nos encuentran en la voluntad de Dios, encontraremos a Dios en todas nuestras circunstancias.

Confiemos en el Señor: Dios Al de carácter firme, Dios lo guardará en perfecta paz, porque en Él confía (Isaías 26.3).

Tengamos esperanzas para el futuro: La esperanza en Dios es siempre la estrella fulgurante que ilumina nuestro sendero en toda oscuridad presente… y en el futuro incierto.

Una oración

Amado Dios de “Saray”,

Concede que alguien como yo

Pueda ver lo bueno en lo malo

Y la fe que se encuentra… cuando te seguimos a Ti

Cómo enfrentar el miedo

Todos los años, mujeres que desean una mayor belleza gastan miles de millones de dólares en maquillaje, tratamientos capilares, arreglos dentales, cirugías estéticas y condicionamiento físico. No pareciera existir un precio demasiado alto para la belleza. ¿Deseas, a veces, ser más bonita? Aunque te parezca extraño, hubo días en que Sara hubiera deseado ser más fea.

Dios había bendecido a Sara con una gran belleza, una extraordinaria belleza. Cuando nació, sus padres, con todo orgullo, la habían llamado apropiadamente Sara, lo que significa “princesa”. Pero la belleza no es todo. A veces, la belleza de Sara era una bendición… y otras veces era una maldición.

Génesis 12 nos cuenta sobre unos de esos malditos momentos. Mientras viajaba con su esposo Abraham, su caravana se topó con el poderoso faraón de Egipto. A pesar de que este líder impresionante poseía una enorme fuerza militar y riquezas, él deseaba algo más aún: la hermosa Sara, nuestra Sara, como un agregado a su harén.

Lo sorprendente es que el esposo de Sara había predicho este escenario de manera correcta. (¿Cómo lo sabía?) De hecho, Abraham y Sara habían conversado sobre dicha posibilidad, y ahora se había convertido en realidad (Génesis 12.11-13). ¿Cuál era la solución que proponía Abraham a este posible problema? Era algo así como: “Tenemos que mentir. Le diremos que tú eres mi hermana. Bueno, en realidad, no es una mentira. Después de todo, aunque eres mi esposa, también eres la hija de mi padre. Tú sabes, mi media hermana: ¿una mentira a medias? Al menos, ¡así podré preservar mi vida!”

¿Qué debía hacer Sara con su miedo?

Existe un “tiempo para callar” (Eclesiastés 3.7). Escribe este sabio principio sobre la tabla de tu corazón para los momentos de prueba en la vida. Sara aprendió este costoso principio al tener que enfrentarse al temor (¡demasiadas veces!) en su trayecto hacia una mayor fe.

Repasemos lo visto hasta este momento. El viaje de Sara comenzó con obediencia. Al seguir con fidelidad a su esposo, al seguir con fidelidad a Dios, ella emprendió su viaje hacia Canaán. Una hambruna severa los obligó a dirigirse hacia el sur, hacia las extrañas tierras de Egipto. Miedo por su vida, mezclado con el miedo de la hambruna, obligó a Abraham, el gran patriarca de Israel, a mentir al poderoso faraón sobre su exquisita esposa. “Ella es mi hermana”. Eso fue lo que dijo Abraham. De modo que Sara fue llevada a la casa del faraón, a su harén.

No hay duda de que Sara debe de haberse preguntado asustada: “¿Qué me ocurrirá? ¿Seguirá viaje Abraham sin mí? ¿Lo volveré a ver alguna vez? ¿Cómo será la vida aquí en el harén?” No sabemos, porque las Escrituras permanecen calladas al respecto. Pero, ¿no tienes acaso la esperanza de que el silencio señale que Sara, sentada en su prisión y harén, conservaba su fe y que, enfrentando sus miedos, esperaba en el Señor?

Fuerza para el presente y esperanza para el futuro se concretan, tanto para ti como para mí y para Sara, en la silenciosa paciencia de la fe.

Pon tu esperanza en el Señor; ten valor, cobra ánimo; ¡pon tu esperanza en el Señor! (Salmo 27.14).

Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia (Salmo 37.7).

Sólo en Dios halla descanso mi alma (Salmo 62.1).

los que confían en el Señor renovarán sus fuerzas (Isaías 40.31).

Bueno es esperar calladamente (Lamentaciones 3.26).

Dichoso el que espere (Daniel 12.12).

Querida mía, haz que tu práctica sea esperar en el Señor, confiar en Él, poner tu esperanza en él… y ser bendecida en tu silencio de fe.

Cómo confiar en el Señor

¿Te preguntas acaso cómo terminó este trance? ¿Qué fue lo que ocurrió después?

Lo único que puedo decir es que lo que ocurrió a continuación fue Dios: ¡Dios al rescate! Jehová, el Dios de Abraham y Sara, estaba observando y esperando mientras que se desarrollaba el drama humano del trayecto hacia una mayor fe. En el momento perfecto, cuando todo se veía negro, Jehová hizo su dramática y milagrosa aparición. Aunque nunca lo vieron, su obrar fue sin duda percibido, escuchado, sentido y notado… ¡y jamás olvidado! Fue Dios que fue al rescate, ya que “por causa de Saray, la esposa de Abram, el Señor castigó al faraón y a su familia con grandes plagas” (Génesis 12.17). ¡Qué escena asombrosa! ¡Qué rescate!

Ahora, querida lectora y amiga, ¿te das cuenta de que el Dios de Sara es también tu Dios? Con Dios, todo es posible, incluso la liberación de lo imposible e insoportable (Mateo 19.26). Jehová sabe cómo crear una salida para sus hijos (1 Corintios 10.13). Él, el Señor, puede librar a los piadosos de las pruebas (2 Pedro 2.9). En su propio tiempo y a su manera, Dios rescata a su pueblo. De modo que aún cuando te sientas horriblemente sola y tu situación te parezca terriblemente imposible, ¡debes saber que tú no estás nunca sola y sin esperanza! “Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia. Por eso, no temeremos” (Salmo 46.1-2). Por tanto, querida mía, ¡tú tienes que confiar en el Señor!

Cómo confiar en el Señor… ¡una y otra vez!

¡Espera! Aún no hemos terminado con la historia de Sara. Veinticinco años más tarde, nuestra extraordinaria Sara se vio obligada a agudizar su fe una vez más en una situación casi idéntica. Realmente, toda la escena de Génesis 20 es una repetición escena por escena, palabra por palabra, calamidad por calamidad. Parece evidente que una vez no fue suficiente para que esta extraordinariamente hermosa mujer se convirtiera en una mujer de fe extraordinaria.

Muchas lecciones de fe requieren varias sesiones de repaso. Después de todo, la confianza en el Señor es como una piedra preciosa con múltiples facetas. Se corta una faceta, se gira la piedra preciosa, y se corta otra faceta. De modo que, en una nueva prueba similar, Dios volteó la vida de Sara una vez más para imprimir en su alma la belleza de la fe. Estoy segura de que la cuchilla de la prueba le dolió, así como le había dolido veinticinco años antes, cuando Abraham puso su vida, y su futuro, en peligro. Ella había ido a parar al harén del faraón impío y pagano… todo porque aún, a los noventa años, ella era tan extraordinariamente bella. Pero Dios parecía pedirle que le entregara su rostro, sus miedos y su fe una vez más y que, otra vez más, confiara en Él.

Después de todo, ¿qué había aprendido esas décadas antes sobre la confianza en el Señor? O, dicho de otra manera, ¿cuáles son las importantes lecciones para lograr una fe infinita?

Primera lección: Orar — “Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias” (Salmo 34.17).

Segunda lección: Confiar — “Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia”, ¡ni en la de ninguna otra persona! (Proverbio 3.5).

Tercera lección: Creer — “Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Hebreos 11.1).

Cuarta lección: Esperar — “Puse en el Señor toda mi esperanza; él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor” (Salmo 40.1).

Querida mía, aquí hay un mensaje en voz alta y repetida de la vida de Sara a la tuya. Al comenzar tu nuevo día, ¿existe algún problema en tu vida que sea una “repetición”? ¿Existen dificultades cotidianas que enfrentes constantemente? ¿Existen personas que regularmente te decepcionen o no cumplan? ¿Soportas día tras día dificultades que te parecen imposibles?

Imagínate la belleza que tendría tu fe si permitieras que Dios, vez tras vez, día tras día, utilizara las dificultades y decepciones de tu vida para ayudarte a confiar cada vez más en Él. Espero que los cuatro capítulos que siguen a continuación, las cuatro lecciones sobre los primeros pasos en la vida de la fe tomados del trayecto de Sara en la presencia de Dios, te animen cada vez más a elevar tu alma al iniciador y perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12.2) y que le permitas, vez tras vez, añadir a la exquisita piedra preciosa de tu fe otras brillantes facetas adicionales.

Cuando confíes en el Señor… una y otra vez… recuerda que, como Sara, tú vives tu vida en la presencia constante y poderosa de Dios. No importa dónde estés, lo que dejes atrás, dónde tengas que ir o qué renuncias o carencias sufrir, qué dificultades afrontar, cuán sola te sientas o aparentes estar, qué decepciones o abandonos experimentes, tú no estás nunca sola, porque…

Sobre ti están las alas de Dios que te cubren (Salmo 91.4).

Debajo de ti están los brazos eternos de Dios (Deuteronomio 33.27).

A tú alrededor el ángel del Señor acampa en torno a ti para librarte (Salmo 34.7).

Adentro de ti la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento cuidará tu corazón y tu mente (Filipenses 4.7).

* Dios cambia el nombre de Saray a Sara. Para mayor coherencia, utilizaré el nombre de Sara a lo largo de todo el texto.

Los pasos avanzados en la fe

¿Acaso hay algo imposible para el Señor?

GÉNESIS 18.14

Las reglas correctas de la educación nos enseñan que, cuando presentamos a dos personas, tenemos que tratar de compartir algo de cada una para que ellas puedan llevar adelante una conversación. Cuando Dios la presenta a Sara al mundo, utiliza sólo ocho palabras: “Pero Saray era estéril; no podía tener hijos” (Génesis 11.30).

Ocho palabras. Una simple afirmación de un hecho concreto. Sara no tenía hijos. Esas primeras palabras nos dicen mucho sobre Sara, ¿no te parece?

Quizás Sara se preguntara: “¿Qué pasó? ¿Qué habré hecho? ¿Por qué no me ha bendecido Dios con hijos?” Estas preguntas no cesarían… como tampoco su dolor. Nada podía aliviarlo, mitigarlo, quitarlo. La esterilidad era un estigma en su época, y según lo que señala la Biblia, era un estigma que penetraba más y más en el alma de Sara cada amanecer.

¿Cuál era su solución? ¿Qué plan de batalla había diseñado para enfrentar esos pensamientos tristes, confundidos y quizás amargados? ¿Cómo lidiaba con ese incesante problema?

Respuesta: Durante 25 años, sí, ¡25 años!, Sara tuvo que extender su fe para aferrarse a las muchas promesas de Dios de un hijo. Con su corazón apesadumbrado y sus lágrimas ardientes, Sara tuvo que confiar en Dios cada vez, cada día… día tras día… durante 25 años. No le quedaba otra opción. Tenía que resistir la falta de fe, a pesar de verse muy tentada a darse por vencida, caer en la amargura, arremeter contra su marido, darle la espalda a Dios o entregarse al espíritu de contienda que nunca abandonaba su lado, ofreciéndose como una opción fácil. Nuestra bella Sara aprendería una lección que emanaba de su alma colmada de dolor:

La fe es la mejor manera de enfrentar las angustias.

Cómo alcanzar las promesas de Dios

Amada lectora, tú y yo tenemos la ventaja de poder avanzar en la lectura de la Biblia para descubrir cómo resolvió Sara su constante problema. Al avanzar rápidamente en su historia, por favor nota que la forma en que lidió con su esterilidad se convirtió en el medio para graduarse a “Los pasos avanzados en la fe”.

Éste es entonces el proyecto básico según el cual Sara, la esposa y compañera de viaje de Abraham y seguidora de Dios, construiría una vida de mayor, y gran, fe. En pocas palabras, Sara tendría que recordar y tratar de alcanzar una promesa que la afectaría mucho, una promesa que Dios le haría a Abraham: “Haré de ti una nación grande… Yo le daré esta tierra a tu descendencia” (Génesis 12.2, 7).

Querida mía, ¿qué haces con una promesa de Dios? Sigues los pasos de Sara. Sigues su extraordinario ejemplo de fe. Tratas de alcanzar esa promesa cuanto tiempo sea necesario: aun por 25 años o más.