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Colección de poemas escritos por el noble militar y literato José Cadalso durante el periodo en el que tuvo que permanecer exiliado de Madrid y refugiarse en Zaragoza. Los temas de estos poemas abarcan todos los que estaban en boga en su época: el amor, el desamor, lo pastoril, el humor o la sátira tanto política como social.
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Seitenzahl: 57
Veröffentlichungsjahr: 2021
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José Cadalso
Saga
Otras poesías
Copyright © 2000, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726797114
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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Desde el centro de aquestas soledades,
gratas al que conoce las verdades,
gratas al que conoce los engaños
del mundo, y aprovecha desengaños,
te envío, amado Hortelio, ¡fino amigo!, 5
mil pruebas del descanso que concibo.
Ovidio en tristes metros se quejaba
de que la suerte no le toleraba
que al Tíber con sus obras se acercase,
sino que al Ponto cruel le destinase. 10
Mas lo que de poeta me ha faltado
para llegar de Ovidio a lo elevado,
me sobra de filósofo, y pretendo
tomar las cosas como van viniendo.
¡Oh, cómo extrañarás cuando esto veas 15
y sólo bagatelas aquí leas,
que yo, criado en facultades serias,
me aplique a tan ridículas materias!
Ya arqueas, ya levantas esas cejas, ya el manuscrito de la mano dejas, 20
y dices: «Por juguetes semejantes,
¿por qué dejas los puntos importantes?
¡No sé por qué capricho tú te olvidas materias tan sublimes y escogidas!
¿Por qué no te dedicas, como es justo, 25
a materias de más valor que gusto?
Del público derecho que estudiastes
cuando tan sabias cortes visitastes;
de la ciencia de Estado y los arcanos
del interés de varios soberanos; 30
de la ciencia moral, que al hombre enseña
lo que en su obsequio la virtud empeña;
de las guerreras artes que aprendistes
cuando a campaña voluntario fuistes;
de la ciencia de Euclides demostrable, 35
de la física nueva deleitable,
¿no fuera más del caso que pensaras
en escribir aquello que notaras?
¿Pero coplillas?, ¿y de amor? ¡Ay triste!
Perdiste el poco seso que tuviste». 40
¿Has dicho, Hortelio, ya cuánto, enfadado,
quisiste a este pobre desterrado?
Pues mira, y con fresca y quieta flema
te digo que prosigo con mi tema.
De todas esas ciencias que refieres 45
(y añade algunas otras si quisieres)
yo no he sacado más que lo siguiente.
Escúchame, por Dios, atentamente;
mas no, que más parece lo que digo
relación, que no carta de un amigo. 50
Si miras mis sonetos a la diosa
de todas las antiguas más hermosa,
el primero dirá con claridades
por qué dejé las altas facultades
y sólo al pasatiempo me dedico; 55
que los leas despacio te suplico,
calla, y no juzgues que es tan necia mi obra.
Pero si acaso omites este asunto,
y la crítica pasas a otro punto,
cual es el que contiene la obra mía 60
faltas contra la buena poesía,
conozco tu razón, mas oye atento;
con Ovidio respondo a tu argumento:
Siqua meis fuerint, ut erunt, vitiosa libellis,
Excusata suo tempore, lector, habe. 65
Exul eram; requiesque mihi non fama petita est;
mens intenta suis ne foret usque malis.
Significa (y perdona la osadía
de interpretar de Ovidio la armonía,
porque en la traducción es consiguiente 70
que pierda la dulzura competente,
como sucede a todos los autores
en manos de mejores traductores):
«El tiempo en que esta obra yo compuse,
las faltas que hallarás, lector, excuse. 75
Quietud busqué, no fama, desterrado,
por distraer a mi alma del cuidado».
(Ovid. Trist., lib. 4. Eleg. v. 1.2.3.4. )
Adiós.
¡Oh musa, que de Ovidio conducistes
la pluma magistral en los amores!
Pues sentido he, como él, fieros rigores,
la gracia que a su pluma concedistes
concede de mi pluma los ardores. 5
A Ovidio se parezca en esta gracia,
quien tanto se parece en su desgracia.
Aparta de mi pluma y de mi mente
conceptos viles, bajas expresiones;
destierra lo ordinario y lo indecente, 10
frecuente en los humanos corazones.
Haz que mi pluma ufana en lo eminente
esmalte en sus poemas sus blasones
tanto, que por el vulgo no entendida,
sea sólo de sabios aplaudida. 15
Del español Olimpo muchas diosas
(cuyas iras te juro son funestas)
si mucho más que Venus son hermosas,
mil veces más que Palas son honestas.
Mis obras en sus manos primorosas 20
algún felice día serán puestas;
y viendo alguna voz torpe y oscura,
convertirán en ceño su hermosura.
Hortelio, cuyo genio Apolo sabe,
pues es del dios Apolo conocido, 25
es de carácter noble, fino, suave,
y Hortelio es el Mecenas que he elegido.
No creas que jamás su genio alabe
sino lo más sublime y escogido;
y la serenidad de su semblante 30
se ofuscará en lo torpe o disonante.
Si usurpas la justicia,
¿no basta a tus furores,
sin querer tu malicia,
el dominio usurpar de los amores?
¿Por qué diste a mi madre un poderío 5
que tú no tienes en el pecho mío?
Tu fuerza prodigiosa
con arrancar el mundo de sus ejes
conténtese ambiciosa.
Como al amor en sus resortes dejes, 10
todo el mundo te cedo como tuyo,
pero tú deja a Venus lo que es suyo.
¡Oh!, ¿cómo has permitido,
Venus, que de una madre la codicia
del fruto de Cupido 15
no ofreciese a ti sola la primicia,
reservándose injusta
la ley que sólo a ti sería justa?
Una tierna pastora
con flores sus amores fina ostenta 20
al dueño a quien adora;
símbolo de su pecho le presenta:
«Regalarte una flor mi alma medita,
Silvio, mas, ¡ah mi Silvio!, ¡qué marchita!
Intacto está mi pecho, 25
goza de su ternura, ¡Silvio amado!,
seguro y satisfecho
de que nadie hasta ahora la ha logrado.
Esta prenda te pruebe mi terneza,
que la otra sin aquesta no es fineza. 30
¡Egregia Augusta mía!
Me dices en tu carta celebrada
que a la filosofía
alguna vez te sientes inclinada;
recíbela en tu pecho, persuadida 5
que ella es el solo bien de nuestra vida.
Tristes son los mortales
que fingen en sus ideas diversiones;
sus fuerzas desiguales,
al peso de sus males y aflicciones, 10
con exteriores gustos y contentos
ocultan lo interior de sus tormentos.
Al filósofo, Augusta,
en cada punto la naturaleza
obsequia, sirve y gusta. 15