Platón Para Principantes - Enrico Valente - E-Book

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Enrico Valente

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Beschreibung

La serie ”Encuentros Filosóficos” pretende presentar al público no especializado la vida, el pensamiento y las obras de los más grandes filósofos de la historia. Los temas se tratan con un lenguaje sencillo pero riguroso, básicamente apto para cualquier persona. El objetivo es brindar al lector las herramientas cognitivas esenciales para comprender los rasgos fundamentales de las obras del autor en cuestión, así como las reflexiones producidas sobre los autores que le sucedieron. En este número presentaremos el pensamiento de Platón: la teoría de las ideas, las teorías políticas, el conocimiento, la dialéctica, el arte, la retórica, el amor y algunos de sus mitos más famosos, como el de la caverna y el de el carro alado.

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Enrico Valente

PLATÓN

PARA PRINCIPANTES

Vida, pensamiento y obra del gran filósofo

Serie: encuentros filosóficos

Índice general

1. INTRODUCCIÓN

2. LA VIDA

3. LOS PRIMEROS DIÁLOGOS

4. LA TEORÍA DE LAS IDEAS

EL HIPERURANIO Y EL CONCEPTO DE LA IDEA EN PLATÓN

LA RELACIÓN ENTRE EL MUNDO SENSIBLE Y EL MUNDO DE LAS IDEAS

5. EL CONOCIMIENTO DE LAS IDEAS

LA TEORÍA DE LA REMINISCENCIA

LA INMORTALIDAD DEL ALMA

LA VERDAD Y LA OPINIÓN

LAS PASIONES, OBSTÁCULO PARA LA VERDAD

6. LOS MITOS DE PLATÓN

EL CARRO ALADO

EL MITO DE LA CAVERNA

EL MITO DEL ANDRÓGINO

EL MITO DEL DEMIURGO

EL MITO DE PROMETEO

EL MITO DE THEUTH

7. EL ESTADO IDEAL

LA JUSTICIA

EL ESTADO JUSTO

LOS TRES COMPONENTES DEL ESTADO

EL COMUNISMO PLATÓNICO

LA EDUCACIÓN DE LOS GOBERNANTES

DEGENERACIONES DEL ESTADO

8. LA CIENCIA Y EL ARTE DE LA IMITACIÓN

9. LA RETÓRICA

10. LA DIALÉCTICA

11. ESENCIA Y EXISTENCIA

12. SER Y NO SER, EL ERROR

13. EL BIEN PARA EL HOMBRE

14. LAS LEYES

15. LA RELIGIÓN Y EL ÓRDEN CÓSMICO

16. PLATÓN EN LA HISTORIA

1. INTRODUCCIÓN

Presentar a Platón, y sobre todo conseguir hacerlo de forma concisa, es una tarea cuanto menos difícil, porque en él reconocemos al que probablemente fue el filósofo más importante e influyente de la antigüedad. Sus ideas y teorías serían los temas que tendrían que tratar prácticamente todos los pensadores que vinieron después. Y lo harán para criticarlo, para superarlo, para exaltarlo, para validar sus propias ideas o para criticar las de los demás. Por ello, ningún estudioso que quiera emprender el largo viaje de la historia de la filosofía puede ignorar su pensamiento.

Para entender a Platón desde el punto de vista filosófico, debemos partir de dos importantes premisas. La primera es que su pensamiento se caracteriza por una intención básica, una necesidad imperiosa, es decir, el deseo de eliminar todo rastro del relativismo tan querido por los sofistas, que, al negar cualquier punto de vista estable de las cosas, impedía la certeza del conocimiento y del lenguaje y delegaba en la ley del más fuerte la tarea de establecer lo que era verdadero y lo que era falso, lo que era correcto y lo que, en cambio, era incorrecto. Platón tiene el mérito de haber inaugurado el concepto de alma racional que, al regularse sobre el principio de no contradicción, fija la univocidad de los significados, sustrayéndolos a esa oscilación de sentido expresada por un lenguaje simbólico que dificulta el desarrollo del pensamiento estructurado, un discurso articulado en definiciones estables y universales, un lenguaje que pretende eliminar toda ambigüedad, todo riesgo de malentendido e incomprensión. Por eso aún hoy decimos que Platón es el padre de la gramática y el fundador de la metafísica y del pensamiento filosófico occidental.

La segunda premisa es que no podemos ignorar el marco histórico en el que se configura su pensamiento. Estamos hablando de la profunda crisis política y cultural que afectó a los años de su juventud. La derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso, la nefasta experiencia del experimento aristocrático de los Treinta Tiranos, la vuelta a una democracia que pronto resultó tan decepcionante que se manchó con la sangre de Sócrates. Una decadencia sociopolítica, pero no exclusivamente, pues para Platón la crisis afecta también al hombre en su totalidad: en sus aspectos culturales, en sus valores, en su ser ciudadano. Una vez adquirida esta espeluznante conciencia, el filósofo ateniense dirigirá todos sus esfuerzos a intentar desencadenar una profunda renovación ética del hombre en nombre de la virtud, la justicia y el bien común, en definitiva, lo que propondrá es una reforma global de la existencia humana.

El platonismo tiene, pues, una pretensión totalizadora. Platón no pretende dar una respuesta a cuestiones individuales, a campos individuales de la vida y del conocimiento, como han hecho todos los filósofos que le han precedido. No hay rama del conocimiento que no esté contemplada en su filosofía. Platón se ocupa de cuestiones filosóficas y también religiosas, éticas, políticas, lingüísticas y artísticas. Su filosofía elabora teorías en todos los campos, en el del conocimiento, en el de la ética, la política, el arte, el cosmos, etc. A pesar de ello, la política sigue siendo el principal objetivo, la mayor exigencia de su filosofía. La búsqueda del bien colectivo es el objetivo de todos sus esfuerzos. Para Platón, la injusticia nunca terminará hasta que los filósofos dirijan el Estado. Este es el núcleo de sus teorías políticas. Por eso criticará cualquier otra forma de gobierno, la tiranía, la timocracia e incluso la democracia, que han demostrado ser, a sus ojos, totalmente inadecuadas para establecer un estado justo.

Un hombre nuevo para una política nueva, una política nueva para un hombre nuevo. Este podría ser su lema y el objetivo de su filosofía. Por ello, Platón pondrá su genio al servicio de la comunidad durante toda su vida. Su mayor obra maestra, el diálogo de la República, se convirtió en la primera obra de la antigüedad en la que se crea un proyecto de estado ideal y utópico. Pero, a pesar de sus loables intenciones, nunca encontraría a nadie dispuesto a poner a prueba sus teorías sobre el Estado y el declive de las polis griegas resultaría dramáticamente imparable.

2. LA VIDA

En su Cronología, Apolodoro de Atenas fijó la fecha de nacimiento de Platón en la 88ª Olimpiada, en el séptimo día del mes Targellón, es decir, a finales de mayo del 428 a.C.

Platón nació en Atenas de padres aristócratas: su padre, Aristóteles, le impuso el nombre de su abuelo Aristocles (aunque según el propio Diógenes Laërtius existe una leyenda sobre su nacimiento que dice que el filósofo era en realidad hijo del dios Apolo). Fue su profesor de gimnasia el que le llamó en broma "Platón" (del griego πλατύς, platýs, que significa "ancho" o amplio), dada la anchura de sus hombros. De hecho, Platón practicaba el pancracio, una especie de lucha y boxeo combinados. Según otros, el nombre se debía a la anchura de su frente.

Desde muy joven, Platón se distinguió por su agudo intelecto y su prodigiosa memoria. Su formación, al menos al principio, fue principalmente artística. Estudió música, pintura y literatura, destacando sobre todo en la composición poética y dramática. Ya en su juventud entró en contacto con la filosofía, como demuestra el hecho de que tuviera a Cratylus entre sus maestros (él mismo alumno de Heráclito, a quien dedicó un diálogo).

Su encuentro con Sócrates fue fundamental y tuvo una influencia decisiva en su pensamiento. Platón se mantuvo fiel a su maestro durante toda su vida, hasta el punto de que se convirtió en el único punto de referencia para los filósofos (su devoción era tal que en muchos de sus escritos la figura del maestro estaba casi idealizada). Toda su producción, lejos de componerse en un sistema, pretendía ser una continua interpretación en profundidad de la especulación filosófica del maestro (podemos decir, pues, que si Sócrates plantó la semilla, Platón cuidó e hizo crecer la planta).

Sin embargo, Sócrates, tras el paréntesis del gobierno oligárquico y pro-espartano de los Treinta Tiranos, fue acusado por el nuevo gobierno demócrata de impiedad (se decía que había inventado nuevos dioses) y de corrupción de la juventud y condenado a muerte en el año 399 a.C. (en la Apología de Sócrates el estudiante describió el juicio del maestro, pronunció su defensa, denunció la falsedad de quienes le acusaban de corromper a la juventud).

La muerte del maestro representó para Platón la prueba más evidente de la degradación del mundo griego, causada por el completo distanciamiento entre política, conocimiento y justicia. De esta conciencia surgió la idea, que desarrolló en el diálogo de la República, de que sólo un gobierno de filósofos podría lograr un estado justo.

En el año 388, Platón realizó el primero de varios viajes al sur de Italia. Se instaló en Tarento, donde asistió a la escuela de los pitagóricos, y luego en Siracusa: aquí sus ideas políticas despertaron la irritación del tirano Dionisio el Viejo, quien lo consideró un opositor peligroso y lo hizo encarcelar y vender como esclavo.

Rescatado por el filósofo Anicèrid y afortunadamente devuelto a Atenas como hombre libre, Platón fundó en el año 387 la Academia, la primera gran escuela filosófica de la antigüedad, una escuela que perduraría a lo largo de los siglos y que, aunque fue suprimida por Justiniano en el año 529 d.C., tendría profundas repercusiones en generaciones de filósofos.

En el año 367, tras veinte años dedicados al estudio y la enseñanza, la pasión de Platón por la política volvió a despertar, entre otras cosas porque Dionisio el Joven, que había sucedido a su padre, se interesó por sus teorías y le invitó a Siracusa, pero al igual que había ocurrido con su padre, esta experiencia no tuvo el resultado deseado.

El anciano filósofo realizó dos viajes más a la ciudad siciliana, que terminaron en un completo fracaso (fue encarcelado de nuevo) y casi le costaron la vida. La reforma política de Platón encontró una fuerte oposición por parte de la facción tiránica, que veía en el filósofo ateniense y en su elocuencia una amenaza para su existencia, o incluso un nuevo intento de conquista por parte de Atenas. De regreso a su ciudad natal en el 360, Platón permaneció al frente de la Academia hasta su muerte en el 347 a.C.

A lo largo de su vida, Platón escribió un gran número de obras: 35 diálogos y 13 cartas que pueden agruparse en escritos de juventud, de madurez y de vejez. La enseñanza, como en el caso de Sócrates, se lleva a cabo mediante la técnica de la dialéctica, es decir, con debates y acalorados intercambios de opiniones entre alumno y maestro. A diferencia de los sofistas, a quienes se les pagaba generosamente por dar conferencias en las que no había confrontación, ni intercambio de ideas y opiniones, la asimilación pasiva de la palabra no contaba para Platón.

La aversión del filósofo a la escritura estaba determinada fundamentalmente por el hecho de que este método conduce a dogmatismos rígidos, fosilizando el conocimiento y empobreciendo al lector, mientras que el diálogo tiene la ventaja de ser fluido, dinámico, activo, continuamente dirigido a la investigación, al desarrollo de las propias convicciones (aunque, a decir verdad, muchos estudiosos afirman que en la República Platón se erige en un perfecto dogmático).

Todos los diálogos escritos tienen como protagonista a su gran maestro Sócrates, en los que participan sus propios alumnos, dirigidos por Platón o sus alumnos mayores, y personajes ilustres de paso por Atenas.

3. LOS PRIMEROS DIÁLOGOS

Son los primeros diálogos de Platón los que están más influenciados por la enseñanza de Sócrates. En ellos, el filósofo de Atenas se empeña en una continua búsqueda y exigencia de definiciones. Las preguntas se refieren a temas como la amistad, el valor, la templanza, la enseñabilidad de la virtud y la justicia.

En la Apología de Sócrates, el autor describe la verdad histórica del juicio que llevó a Sócrates, su gran maestro, a ser condenado a muerte. Se le acusa tanto de no reconocer a los dioses tradicionales como de introducir nuevos dioses y corromper a la juventud. Ante esta acusación, el filósofo podría haber abandonado la ciudad o al menos haber intentado defenderse. Pero no quiso hacerlo, justificándose diciendo que en ningún caso renunciaría a su propósito educativo por los atenienses.

La obra que Platón dedica al maestro no es sólo una descripción del juicio y del rechazo de Sócrates a escapar de la condena, sino también una exaltación de la tarea social que se había propuesto. El mensaje del autor es, fundamentalmente, que una vida sin investigación filosófica no vale la pena.

En la Crítica, diálogo estrechamente vinculado a la Apología, se le presenta a Sócrates el terrible dilema de aceptar la muerte por el respeto que un hombre justo debe a su país y a sus leyes, o, siguiendo el aliento de sus amigos y seres queridos, escapar de la cárcel, negando así la esencia de sus enseñanzas. En este diálogo, la búsqueda se eleva a una misión indispensable para el hombre que ha decidido dedicar su vida a ella.

Los diálogos menores que anticipan las obras más maduras de esta primera fase de su pensamiento anticipan y preparan los diálogos del Protágoras y del Gorgias.

El tema central es la virtud. Según Platón, sólo hay una virtud: la ciencia. Todas las demás virtudes descritas en los diálogos, como la santidad, el valor y la sabiduría, no son independientes, sino que están interrelacionadas y encuentran su razón de ser en la ciencia. Si las virtudes fueran todas autónomas, tenderían a realizar valores diferentes y, por tanto, conflictivos. Por el contrario, la tarea de la ciencia es ordenar las virtudes, armonizarlas y reunirlas.

En Protágoras