¿Por qué Uruguay tiene cuatro estrellas? - Pierre Arrighi - E-Book

¿Por qué Uruguay tiene cuatro estrellas? E-Book

Pierre Arrighi

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Beschreibung

Este libro responde a la pregunta que se plantea en la prensa del mundo entero a cada vez que la selección uruguaya aparece en una ronda final de la Copa del Mundo de fútbol. Expone y analiza también los hechos de la actualidad que llevaron a que la FIFA confirmara las cuatro estrellas de la camiseta celeste anulando el pedido ilegal que había formulado a la empresa Puma. Ce livre répond à la question qui est soulevée dans la presse du monde entier chaque fois que l'équipe uruguayenne apparaît en phase finale de la Coupe du monde. Il expose et analyse également les faits d'actualité qui ont conduit la FIFA à confirmer les quatre étoiles du maillot céleste et à annuler la demande illégale qu'elle avait formulé à la société Puma. This book answers the question that is raised in the press around the world every time the Uruguayan team appears in a final round of the World Cup. It also exposes and analyzes the current events that led FIFA to confirm the four stars of the celeste shirt, canceling the illegal request that it had made to the Puma company.

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Sumario

ARGUMENTOS

¿Por qué es legítimo que la selección uruguaya de fútbol coloque cuatro estrellas en su camiseta?

¿Qué quiere decir que el valor de los títulos es perfectamente equivalente?

¿Cómo se rebate el argumento de los detractores de las dos primeras estrellas uruguayas?

AMATEURISMO

¿De dónde sale entonces ese argumento relativo al amateurismo olímpico como ley general obligatoria?

¿Qué se puede decir a aquellos que argumentan que en las reglas generales de los Juegos, las autoridades olímpicas dispusieron, desde 1908, que estaban reservados a los amateurs?

¿Por qué era malo o negativo reservar el campeonato olímpico de fútbol a los amateurs como sucedió en 1908, 1912 y 1920?

¿Por qué razón los campeonatos olímpicos de fútbol fueron reglamentados como amateurs en 1908, 1912 y 1920, contra el interés general del fútbol y sabiendo que en ese momento no existía ningún otro campeonato de convocatoria mundial?

HISTORIA PREVIA

¿Entonces, el campeonato olímpico no fue, como se dice, el campeonato sustitutivo, equivalente al campeonato que proyectó Guérin tres años antes?

Sin embargo, es cierto que si los ingleses alineaban a su verdadera selección, su dominación habría sido aplastante

¿Por qué entonces los campeonatos siguientes también fueron reglamentados como amateurs si no se organizaron en Inglaterra ni fueron reglamentados directamente por los ingleses?

¿Hubo pues amateurismo marrón en 1920 en Bélgica?

¿Acaso estas reglamentaciones olímpicas amateurs tienen relación con la resolución votada por el congreso de la FIFA de Cristiania en 1914 que reconocía el campeonato olímpico como campeonato del mundo amateur?

EL MUNDIAL UNIVERSAL DE 1924

¿Es posible detallar de qué manera se dio el cambio reglamentario en 1924, cómo fue que se pasó del reglamento amateur al reglamento abierto?

¿Puede decirse que a lo largo de este trabajo preparatorio conceptual, Rimet marginalizó a una FIFA dudosa que él mismo presidía?

¿Cómo se demuestra que el reglamento de 1924 fue un reglamento abierto?

¿Cómo se argumenta que el torneo de Colombes fue el primer campeonato mundial?

¿Cómo se responde en tal caso a la pregunta de quién creó el campeonato del mundo de fútbol?

¿Qué significa el plan propuesto por Rimet el 9 de junio de 1924?

¿Cómo se explica que el libro del Museo de la FIFA afirme que el campeonato del mundo (amateur) fue creado en 1908 por la Football Association inglesa en el marco de los Juegos?

EL MUNDIAL UNIVERSAL DE 1928

Hemos visto que 1924 fue el primer campeonato del mundo abierto del fútbol. ¿Qué pasó en 1928?

¿Cuál fue la reacción del bloque amateurista?

¿Cómo se elaboró el reglamento del torneo de fútbol de Ámsterdam y qué características tuvo?

¿En qué aspectos el torneo olímpico de 1928 fue más mundial y más supremo que el de 1924?

SE CONCLUYE

¿Cuál es la conclusión?

Volviendo a la pregunta inicial, ¿el relato que acabamos de ver autoriza a que la asociación uruguaya se atribuya cuatro estrellas?

CONTRA LAS ESTRELLAS CELESTES

¿Cuáles son los relatos que se oponen a los mundiales supremos olímpicos y de qué manera lo hacen?

¿Puede hacerse una crítica común de estos relatos?

¿La ausencia de los ingleses en los campeonatos puede disminuir el valor de los títulos durante ese largo período inicial?

ACTUALIDAD

¿Cómo se relaciona todo esto con lo que pasó recientemente cuando la FIFA quiso sacarle dos estrellas a Uruguay?

¿Cuál fue entonces el problema de fondo?

¿En qué sentido ciertos periodistas uruguayos no supieron defender la posición uruguaya que emana de los informes del pasado?

DIAGRAMAS

Cantidad de países participantes en las rondas finales de los campeonatos mundiales supremos del fútbol

Cantidad de continentes representados en las rondas finales de los campeonatos mundiales supremos del fútbol

Cantidad de continentes representados en el cuerpo arbitral de los campeonatos mundiales supremos del fútbol

Cantidad de países que cruzaron el Atlántico para jugar una ronda final de un campeonato mundial supremo del fútbol

Estatuto reglamentario de los campeonatos olímpicos de fútbol entre 1908 y el día de hoy

Objetivos fijados en los sucesivos estatutos de la FIFA en materia de organización de su campeonato

Campeonatos internacionales abiertos de fútbol (1884-1970

)

Aprobaciones escritas de las cuatro estrellas celestes por la secretaría general de la FIFA

Niveles de deportividad mundialista en los campeonatos mundiales supremos del fútbol entre 1924 y 1950

Palmarés completo (mundial y continental) de los seleccionados de fútbol que ganaron campeonatos mundiales

Cronología de las estrellas

Los «errores» de la Football Association inglesa ante el fútbol internacional

Rimet dirigente internacional entre 1914 y 1928: positivo y negativo

¿Da satisfacción la respuesta de la FIFA en tanto es oficial?

Este libro está dedicado a la juventud uruguaya. Para que sepa por qué el equipo nacional de fútbol lleva en su camiseta cuatro estrellas de campeón mundial supremo. Para que pueda manejar con soltura los sólidos argumentos que le brinda la historia en ese sentido.

Para su desarrollo, el autor se apoyó en estudios exhaustivos que se llevaron a cabo entre 2010 y 2021 en los archivos de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), del Centro de Estudios Olímpicos del Comité Olímpico Internacional (COI) y de la Biblioteca Nacional de Francia (BnF). La vasta documentación consultada comprende actas de congresos, reglamentos oficiales, informes y boletines oficiales, prensa deportiva oficial y prensa deportiva en general. Todo esto dio lugar a una serie de libros anteriores cuyos resultados prepararon este trabajo.

Argumentos

¿Por qué es legítimo que la selección uruguaya de fútbol coloque cuatro estrellas en su camiseta?

Como se sabe, las dos primeras estrellas corresponden a los campeonatos olímpicos de 1924 y 1928, y las otras dos a los campeonatos mundiales del fútbol de 1930 y 1950. La legitimidad de las cuatro estrellas se desprende de la siguiente constatación histórica: los cuatro títulos conquistados en esas cuatro oportunidades por el equipo celeste son de valor perfectamente equivalente. Los cuatro campeonatos ganados fueron campeonatos del mundo y los cuatro fueron reglamentados como abiertos a todos los futbolistas. Este último punto es la clave que resuelve el problema.

La Celeste ganó pues cuatro campeonatos mundiales supremos –se dice también «mundiales absolutos», «mundiales universales» o «mundiales abiertos»–, dos en el marco de los Juegos olímpicos, dos en el marco de los campeonatos del mundo convocados por la FIFA a partir de 1930. El cambio de marco no significó, como suelen decir los detractores de las cuatro estrellas, un cambio de valor. Al contrario. El cambio de marco permitió mantener el valor exacto que ya habían adquirido los dos campeonatos olímpicos precedentes a nivel de su universalidad.

Lo que cambió en aquél momento fue el marco olímpico mismo ya que, a partir de 1930 y debido a las decisiones confirmadas por el congreso olímpico de Berlín, la dirección olímpica se arrogó el poder de definir los criterios de admisión de los deportistas y excluyó a todos los que recibían o habían recibido alguna forma de salario deportivo. El presidente Rimet no tuvo entonces más remedio que sacar el campeonato del mundo abierto de los Juegos para mantenerlo en su estado, libre de las trabas del amateurismo que el nuevo marco olímpico imponía.

La idea vehiculada en las historias oficiales, en los relatos populares y en las historias académicas del deporte, es que el cambio de marco del campeonato de fútbol, de olímpico a FIFA, permitió cambiar el valor del título puesto en juego, de amateur a abierto, de reservado a universal, de limitado a absoluto. En realidad, el campeonato olímpico de fútbol, que en 1924 y en 1928 estuvo bajo plenos poderes del muy profesionalista dirigente francés y pre sidente de la FIFA, Jules Rimet, ya había sido reglamentado como abierto en esas dos ocasiones. Y eso fue posible porque entre 1894 y 1930, el marco olímpico no impuso el amateurismo, manteniéndose en la línea neutra del barón Pierre de Coubertin, su creador.

Para la edición olímpica de 1932 disputada en los Ángeles, un cambio regresivo se impuso definitivamente: los Juegos, anteriormente libres de acceso y reglamentados soberanamente por las direcciones deportivas, pasaron a ser obligatoriamente amateurs, excluyéndose la entrada a los deportistas que recibían o habían recibido salarios. Se instauró una ley internacional olímpica denominada «Código del amateurismo» que se agregó a todos los reglamentos deportivos. El cambio imposibilitó que Rimet mantuviera su campeonato universal en el marco prestigioso de los Juegos, como lo deseaba, y lo obligó a afrontar las grandes complicaciones que implicaba crear el campeonato propio de la FIFA.

Rimet no sacó el campeonato mundial de fútbol de los Juegos de buena gana. Su deseo profundo era mantenerlo como mundial olímpico abierto. Incluso tuvo pensado extenderlo, agregándole eliminatorias continentales «de la FIFA». El proyecto, emitido por primera vez en 1924 después de la final de Colombes, no pudo llevarse a cabo. A partir de 1925, aprovechando la renuncia de Coubertin, los nuevos dirigentes olímpicos intentaron prohibir el campeonato abierto de Rimet. Los representantes del deporte monárquico de Europa se aliaron para impedir la irrupción de los futbolistas proletarios en los Juegos. Se verá entonces en detalle que en ese contexto conflictivo, lo que cambió no fue el valor de los campeonatos de fútbol, que se mantuvo, sino el valor de los Juegos olímpicos en general, que de liberal y respetuoso de la soberanía del deporte, bajó para volverse autoritario y entremetido.

¿Qué quiere decir que el valor de los títulos es perfectamente equivalente?

Como se sabe, quienes cuestionan las cuatro estrellas de la camiseta celeste atacan solo las dos primeras. Su oposición se ha expresado al más alto nivel en los dos libros publicados bajo supervisión de la presidencia de la FIFA: el primer libro bajo Sepp Blatter en 2004, en ocasión de los cien años de la federación, 1904-2004, el siglo del fútbol; el segundo bajo Gianni Infantino, en 2017, firmado por el Museo de la FIFA de Zurich, La historia oficial de la Copa del Mundo de la FIFA.

El argumento que esgrimen estos textos es uno solo y es siempre el mismo. Afirman, sin aportar pruebas, que los campeonatos olímpicos de 1924 y 1928 se reservaron a los amateurs, que por lo tanto fueron excluidos cantidad de buenos futbolistas no amateurs y profesionales, y que en consecuencia no fueron campeonatos supremos, campeonatos verdaderos entre los mejores, o como dicen ciertos historiadores franceses, «campeonatos universales». Los relatos mencionados no niegan que aquellos campeonatos olímpicos puedan ser considerados como campeonatos del mundo, pero siempre y cuando se estipule que fueron «campeonatos del mundo amateurs», no susceptibles de coronar al vencedor con el título supremo de mejor seleccionado del mundo.

Como según los autores de estos relatos –redactores privados, contratados por las presidencias–, desde la creación de los Juegos se aceptó exclusivamente la inscripción de los deportistas amateurs y se organizaron exclusivamente campeonatos amateurs, solo pudieron participar legalmente futbolistas amateurs, cada vez menos representativos del alto nivel a medida que el profesionalismo progresaba. Así, los torneos olímpicos disputados en 1908, 1912, 1920, 1924 y 1928 fueron cada vez más campeonatos entre selecciones de reserva.

Siempre según estos relatos, hay que concluir que los campeonatos olímpicos de 1924 y 1928 fueron de valor inferior a los campeonatos mundiales iniciados en Montevideo en 1930. Dicho de otra manera, que las «Copas del Mundo de la FIFA» son superiores porque abiertas a todos los futbolistas, amateurs, no amateurs y profesionales.

El problema es que el punto de partida no funciona. Se origina en una leyenda vieja, según la cual los Juegos fueron amateurs desde el comienzo por ley internacional del Comité Olímpico Internacional. Aunque fue desmentida muchas veces por el propio Pierre de Coubertin, inventor de los Juegos olímpicos modernos y líder del movimiento entre 1894 y 1925, esta leyenda se mantiene intacta incluso en los medios académicos especializados.

¿Cómo se rebate el argumento de los detractores de las dos primeras estrellas uruguayas?

Lo interesante del argumento de los detractores de las estrellas uruguayas es que reduce el problema a un solo punto, el de la jerarquía reglamentaria entre los títulos. Y eso tiende a simplificar enormemente el debate. Si el campeonato es amateur –nos dicen con razón– es inferior; si es abierto, es superior. Pero agregan equivocándose: Uruguay ganó dos campeonatos inferiores, que no dan lugar a estrellas, y dos superiores que sí se las merecen.

Debería bastar entonces el restablecimiento de la verdad histórica sobre este único punto para ver rebatido el único argumento desfavorable y evidenciado lo que vendría a ser el argumento favorable principal: la equivalencia de valor entre los cuatro títulos.

Y esa verdad histórica fundamental se restablece así. Hasta 1928 inclusive, los «criterios de admisión» de los deportistas en los Juegos olímpicos fueron prerrogativa exclusiva de los poderes propiamente deportivos que los definieron en sus propios reglamentos sin restricciones olímpicas de ningún tipo. Los reglamentos de los campeonatos olímpicos de fútbol, que incluían los mencionados «criterios de admisión» de los futbolistas, fueron prerrogativa exclusiva de los poderes propiamente futbolísticos hasta la olimpiada de 1928 en Ámsterdam inclusive. No puede decirse entonces que la dirección olímpica impuso el amateurismo desde el restablecimiento de los Juegos en 1894 porque eso no corresponde a la realidad de ese período sino a la del período posterior. Y fue justamente porque posteriormente los Juegos se volvieron amateurs por dictado olímpico que Rimet decidió sacar su campeonato para mantener su calidad.

Solo queda entonces una posibilidad si se pretende inferiorizar los títulos olímpicos celestes: argumentar que los reglamentos establecidos entonces libremente por los poderes del fútbol, en 1924 y 1928, fueron amateurs. Pero tampoco sería cierto. Los reglamentos dispuestos por los poderes del fútbol fueron efectivamente amateurs en 1908, 1912 y 1920, pero en 1924 y 1928, bajo el liderazgo de Rimet, fueron totalmente abiertos. Y bajo reglamento abierto, los campeonatos olímpicos de 1924 y 1928 fueron pues plenamente universales, perfectamente supremos.

Amateurismo

¿De dónde sale entonces ese argumento relativo al amateurismo olímpico como ley general obligatoria?

Sale de una confusión deliberada que simplifica la historia en el mal sentido, confunde las épocas, oculta los cambios, y que finalmente –de ahí su persistencia– conviene como base de un relato oficial identificador tanto al Comité Olímpico Internacional, que puede jactarse de la constancia noble de su amateurismo, como a la FIFA, que puede destacar la superioridad de su universalismo popular, y sobre todo, el hecho de haber inventado en 1930, sola y en su propio marco, el verdadero campeonato universal, la Copa del Mundo, superior a todos los campeonatos olímpicos anteriores. Las estrellas uruguayas chocan pues contra dos poderosos esquemas.